Una mañana triste,
muy triste, desde el momento en que tuve conocimiento del fallecimiento del Papa
Francisco. Me quedo, por su valor religioso, con el titular de la noticia dada por la agencia del Vaticano,
Vatican News: “El Papa Francisco ha partido a la Casa del Padre” . Se recogían las
palabras del cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Romana
Iglesia, anunciando el fallecimiento:
«Queridos hermanos
y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo
Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco,
regresó a la casa del Padre.
Toda su vida
estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los
valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente
en favor de los más pobres y marginados.
Con inmensa
gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el
alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino”.
El Papa Francisco
ha marcado toda una época, y no es una frase rimbombante ni mucho menos en esta
ocasión, sino que me parece fiel reflejo de cómo sus aportaciones, doctrinales
y, muy especialmente, prácticas, su vida cotidiana, han sido un punto de
esperanza para una gran parte de la población, creyente y no creyente, por la
insistencia con que siempre defendió a quienes tienen, por sí mismos o mismas,
pocas posibilidades para defenderse, y como realizó duras críticas a quienes
eran insensibles a las lacerantes desigualdades económicas y sociales a escala
mundial.
He creído que el
mejor recuerdo, a la par que mi homenaje, del Papa Francisco era reordenar todos
los textos publicados en este blog durante una década, de 2014 a 2024, en los
que me he detenido en analizar sus encíclicas y gran parte de sus
intervenciones públicas. En ocasiones, lo reconozco, se mezclan en los
artículos mis consideraciones personales con las aportaciones papales, y supongo
que ello es debido a que comparto en muy gran medida todo aquello que nos ha
transmitido en sus reflexiones sobre la vida económica y social, que no se
olvide que va muy estrechamente unida a una determinada visión de la religión.
También he
efectuado esta recopilación, con cita de los enlaces de cada entrada, ya que
bastantes de ellas son mucho más largas y abordan temáticas que no son objeto
directo de la intervención papal, con una finalidad muy clara y que deseo poner
claramente de manifiesto: no olvidar el legado del Papa Francisco, que sirva,
nos sirva, para seguir pensando y actuando como cambiar, y mucho más en los
tiempos difíciles que vivimos, una sociedad muy injusta y en la que, perdonen
que sea reiterativo, las desigualdades son enormes e injustificadas.
En esta ocasión,
si cabe, cobra más fuerza la frase como finalizado habitualmente mis entradas:
buena lectura.
1. Empleo,
crisis económica y trabajo decente. Perspectivas de futuro para el Derecho del
Trabajo y las relaciones laborales. 8 de febrero de 2014
http://www.eduardorojotorrecilla.es/2014/02/empleo-crisis-economica-y-trabajo.html
... El incremento
de las desigualdades y la pérdida de derechos y de protección para una parte
cada vez más importante de la población no es un “fenómeno natural” sino que
responde a opciones políticas y económicas bien definidas, bajo la aparente
cobertura de teorías con fundamento económico y social. A algunos de los
defensores de dichas teorías, que tan elevado coste social han tenido y siguen
teniendo, les ha molestado sobremanera las manifestaciones contenidas en la
primera Exhortación Apostólica del Papa Francisco “Evangelii Gaudium”, y que
por su importancia, y por lo bien que lo explica, es conveniente, y creo que
necesario, reproducir:
“Algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia”. …. “Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos”
2. UE. ¿Nueva
política de inmigración europea para el próximo quinquenio, o continuación de
la existente? El escenario tras el programa de Estocolmo 2010-2014 (con
referencias al marco internacional y español) 1 de julio de 2014 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2014/07/ue-nueva-politica-de-inmigracion.html
... También
destaca por el especial interés que a las migraciones internacionales y las
políticas de desarrollo ha prestado el Informe 2014 de la OIT sobre el mundo
del trabajo, sin que debamos olvidarnos, por su trascendencia, de la llamada
“Cumbre sobre el mundo del trabajo” celebrada durante la Conferencia anual de
la OIT, concretamente el 9 de junio, en la que los ponentes dedicaron especial
importancia a la inmigración desde realidades económicas y sociales tan
distintas como las de México, Luxemburgo, Túnez o Filipinas, interviniendo
también la secretaria general de la Confederación Sindical Internacional, Sara
Burrow, quién afirmo que la migración “debe ser una elección” y no una
obligación, y que deben respetarse los derechos de las personas migrantes,
destacando que una buena y ordenada regulación de los flujos migratorios
“podría contribuir a subsanar el desajuste entre la oferta y la demanda de
competencias profesionales”. No quiero olvidarme tampoco del mensaje dirigido
por el Papa Francisco a la conferencia de la OIT, en el que dedicó especial
atención a las migraciones y manifestó
su especial preocupación por la situación de un número importante de hombres y
mujeres que se ven obligados a buscar trabajo fuera de sus países de origen,
alertando sobre la necesidad de que dispongan de condiciones de vida y de
trabajo dignas y de que se acabe con situaciones que atentan a la dignidad
humana como la trata de personas y el trabajo forzoso”.
3. Empleo y
protección social ante situaciones de exclusión. Documento para un debate. 31 de octubre de
2024 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2014/10/empleo-y-proteccion-social-ante.html
Hago mías las
palabras del Papa Francisco en el discurso pronunciado el 28 de octubre en el
encuentro mundial de movimientos populares: “Desde ya, todo trabajador, esté o
no en el sistema formal del trabajo asalariado, tiene derecho a una
remuneración digna, a la seguridad social y a una cobertura jubilatoria”. Y me
adhiero igualmente a la tesis defendida en el Informe presentado recientemente
por Oxfam Intermon y que lleva por título
“IGUALES. Acabemos con la desigualdad extrema: es hora de cambiar las
reglas”: “La protección social proporciona dinero o prestaciones en especie,
como subvenciones por hijos a cargo, pensiones a las personas mayores y
prestaciones por desempleo, que permiten a las personas llevar una vida digna y
sin miedo incluso en los peores momentos. Estas redes de seguridad son las que
distinguen a una sociedad solidaria, dispuesta a unirse para apoyar a los más
vulnerables. Al igual que la sanidad y la educación, la protección social lleva
ingresos a los bolsillos de quienes más lo necesitan, contrarrestando la
desequilibrada distribución de los ingresos que existe en la actualidad, y
suavizando los efectos de la desigualdad”.
4. Mundo del trabajo y españoles
por el mundo (involuntariamente). A propósito del documental “Tierra extraña”
de Icíar Bollaín, y la manifestación de que “España es líder en creación de
empleo en Europa” de Fátima Báñez (sin olvidar el discurso del Papa Francisco
en el encuentro de movimientos populares). 2 de noviembre de 2014 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2014/11/mundo-del-trabajo-y-espanoles-por-el.html
... Sobre la calidad, y no sólo
sobre la cantidad, del trabajo, recomiendo fervientemente también (no sólo a la
Ministra, pero desde luego no me parecería nada mal que los leyera) la lectura
de la intervención del Papa Francisco en el Encuentro de movimientos populares,
celebrado en Roma esta semana, y la declaración final de dicho Encuentro, y
desde luego no me extraña que haya un sector del mundo eclesial que tenga “la
mosca tras la oreja” por las intervenciones del Papa sobre el mundo del trabajo
y en las que llama a las cosas por su nombre, sin que le duelan prendas
utilizar unas palabras que en la neolengua conservadora suelen ser proscritas:
explotación y desigualdad. En el discurso pronunciado el pasado martes,
manifestó lo siguiente: “No existe peor pobreza material - me urge subrayarlo-,
no existe peor pobreza material, que la que no permite ganarse el pan y priva
de la dignidad del trabajo. El desempleo juvenil, la informalidad y la falta de
derechos laborales no son inevitables, son resultado de una previa opción
social, de un sistema económico que pone los beneficios por encima del hombre,
si el beneficio es económico, sobre la humanidad o sobre el hombre, son efectos
de una cultura del descarte que considera al ser humano en sí mismo como un bien
de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hoy, al fenómeno de la explotación
y de la opresión se le suma una nueva dimensión, un matiz gráfico y duro de la
injusticia social; los que no se pueden integrar, los excluidos son desechos,
“sobrantes”. Esta es la cultura del descarte y sobre esto quisiera ampliar algo
que no tengo escrito pero se me ocurre recordarlo ahora. Esto sucede cuando al
centro de un sistema económico está el dios dinero y no el hombre, la persona
humana. Sí, al centro de todo sistema social o económico tiene que estar la
persona, imagen de Dios, creada para que fuera el denominador del universo.
Cuando la persona es desplazada y viene el dios dinero sucede esta trastocación
de valores....". Conviene en especial a mi parecer enfatizar su afirmación
de que “Desde ya, todo trabajador, esté o no esté en el sistema formal del
trabajo asalariado, tiene derecho a una remuneración digna, a la seguridad
social y a una cobertura jubilatoria”
Respecto a la declaración final del
encuentro, adoptada por unanimidad, me quedo por su importancia con estos dos
fragmentos que reproduzco a continuación: “3. En primer lugar, siempre desde la
perspectiva de los pobres y los pueblos pobres, en este caso de los campesinos,
trabajadores sin derechos y habitantes de barrios populares (villas, favelas,
chabolas, slums), se analizaron las causas estructurales de la desigualdad y la
exclusión, desde su raigambre sistémica global hasta sus expresiones locales.
Se compartieron las cifras horrorosas de la desigualdad y la concentración de
la riqueza en manos de un puñado de megamillonarios. Los panelistas y oradores
coincidieron en que debe buscarse en la naturaleza inequitativa y depredatoria
del sistema capitalista que pone el lucro por encima del ser humano la raíz de
los males sociales y ambientales. El enorme poder de las empresas
trasnacionales que pretenden devorar y privatizarlo todo –mercancías,
servicios, pensamiento– son primer violín de esta sinfonía de la destrucción.
4. Durante el trabajo en talleres se concluyó que el acceso pleno, estable,
seguro e integral a la tierra, el trabajo y la vivienda constituyen derechos
humanos inalienables, inherentes a las personas y su dignidad, que deben ser
garantizados y respetados. La vivienda y el barrio como un espacio inviolable
por Estados y corporaciones, la tierra como un bien común que debe ser
compartido entre todos los que la trabajan evitando su acaparamiento y el
trabajo digno como eje estructurador de un proyecto de vida fueron algunos de
los reclamos compartidos”.
5. La política
de inmigración. Especial atención a la realidad laboral de la población
trabajadora española y catalana. 27 de
noviembre de 2014 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2014/11/la-politica-de-inmigracion-especial.html
Si una persona es
merecedora de especial atención por su impacto en la vida social es el Papa
Francisco. En dos intervenciones muy recientes se ha referido de forma clara y
directa a la problemática de la inmigración, poniendo a la persona por delante
de los intereses económicos.
En el discurso
pronunciado el día 21, con ocasión del VII Congreso Mundial de la pastoral de los
migrantes, el Papa ha destacado los aspectos positivos y también los negativos
de las migraciones, poniendo de manifiesto la necesidad de políticas de
integración adecuadas en los países de acogida. La inmigración, tal como se ha
puesto de relieve en dicho Congreso, es el resultado de múltiples factores que
en más de una ocasión se mezclan entre ellos: “las desigualdades, la pobreza,
el incremento demográfico, la creciente necesidad de empleo en algunos sectores
del mercado de trabajo, calamidades causadas por los cambios climáticos, las
guerras y las persecuciones, el deseo de las nuevas generaciones de moverse
para buscar nuevas oportunidades”. El Papa destacó los resultados positivos
para los países de acogida en términos de incremento de la producción y del
bienestar nacional, y para los países de origen por la recepción de remesas
económicas que alivian en muchos casos su difícil situación, pero no dejó de
reseñar otros aspectos mucho más conflictivos, como son en los primeros las
dificultades de integración (y más en épocas de crisis económica y social), y
en los segundos la pérdida de sus mejores profesionales, la desarticulación de
las familias por las ausencias prolongadas de uno de sus miembros y el impacto
de esas ausencias sobre los menores.
El pasado martes,
25 de noviembre, el Papa se dirigía en dos importantes discursos al Parlamento
Europeo y al Consejo de Europa. En ambos, el mundo del trabajo y el de la
inmigración merecieron atención específica, aunque no es menos cierto que los
dos discursos afectan en su totalidad a esos mundos; en el discurso pronunciado
en el Consejo de Europa, el Papa Francisco se refirió a “los numerosos retos
del mundo contemporáneo que precisan estudio y un compromiso común, comenzando
por la acogida de los emigrantes, que necesitan antes que nada lo esencial para
vivir, pero, sobre todo, que se les reconozca su dignidad como personas”, para
añadir después la mención al “grave problema del trabajo, especialmente por los
elevados niveles de desempleo juvenil que se produce en muchos países - una
verdadera hipoteca para el futuro -, pero también por la cuestión de la
dignidad del trabajo”. En su intervención en el Parlamento Europeo (sería muy
interesante analizar las reacciones de los diversos grupos de la eurocámara
durante el discurso, en función de los distintos pasajes, y manifestaciones del
texto, pero no es el asunto de mi entrada), el Papa insistió en la dignidad de
las personas trabajadoras y de los migrantes, y tuvo especial recuerdo para las
tragedias que son la pérdida de vida humanas en su intento de alcanzar una vida
mejor en otros lugares. Sobre el trabajo, efectuó unas manifestaciones que
pueden ser perfectamente acogidas por todo grupo político y toda organización
social con sensibilidad hacia el mundo laboral: “Es hora de favorecer las
políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al
trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su desarrollo.
Esto implica, por un lado, buscar nuevos modos para conjugar la flexibilidad
del mercado con la necesaria estabilidad y seguridad de las perspectivas
laborales, indispensables para el desarrollo humano de los trabajadores; por
otro lado, significa favorecer un adecuado contexto social, que no apunte a la
explotación de las personas, sino a garantizar, a través del trabajo, la
posibilidad de construir una familia y de educar los hijos”.
Sobre la cuestión
migratoria, un fenómeno que no un problema, o al menos eso es lo que he
defendido desde hace muchos años y que puse claramente manifiesto en la
conferencia de presentación de la Cátedra de Inmigración, Derechos y Ciudadanía
de la Universidad de Girona en enero de 2002, el Papa puso el acento en abordar
la política migratoria, con inclusión del asilo, desde una perspectiva europea
y con la asunción de responsabilidades por parte de todos los Estados miembros,
algo que parece que cuesta mucho poner en práctica. En su intervención,
enfatizó que “no se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un
gran cementerio. En las barcazas que llegan cotidianamente a las costas
europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda”, para
inmediatamente lamentar que “la ausencia de un apoyo recíproco dentro de la
Unión Europea corre el riesgo de incentivar soluciones particularistas del
problema, que no tienen en cuenta la dignidad humana de los inmigrantes,
favoreciendo el trabajo esclavo y continuas tensiones sociales”, concluyendo
que “Europa será capaz de hacer frente a las problemáticas asociadas a la
inmigración si es capaz de proponer con claridad su propia identidad cultural y
poner en práctica legislaciones adecuadas que sean capaces de tutelar los
derechos de los ciudadanos europeos y de garantizar al mismo tiempo la acogida
a los inmigrantes; si es capaz de adoptar políticas correctas, valientes y
concretas que ayuden a los países de origen en su desarrollo sociopolítico y a
la superación de sus conflictos internos – causa principal de este fenómeno –,
en lugar de políticas de interés, que aumentan y alimentan estos conflictos. Es
necesario actuar sobre las causas y no solamente sobre los efectos”. Sería muy
positivo que todos los Estados hicieran caso de esta petición, ¿no les parece?
6. Una calurosa
bienvenida a la nueva revista “Derecho de las Relaciones Laborales” 25 de
mayo de 2015 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2015/05/una-calurosa-bienvenida-la-nueva.html
“... El mundo del
trabajo necesita de análisis críticos de la realidad, para corregirla y
transformarla desde una perspectiva de representación de los intereses de la
mayor parte de la ciudadanía, de aquella que está en ese mundo o que quiere
estar y no puede ante la falta de empleo. Análisis críticos que aborden la
complejidad y pluralidad de las relaciones laborales, en las que se entrecruzan
contenidos jurídicos y económicos que no pueden ni deben dejar de lado a la
persona trabajadora, ya que en caso de hacerlo padece su dignidad y respeto. En
mi vida profesional he oído en muchas ocasiones las palabras “dignidad”,
“respeto” y “valoración” en muchos trabajadores y trabajadoras, cuya
preocupación no es sólo por la remuneración salarial (que desde luego, y nadie
lo duda, es muy importante) sino también y muy especialmente porque aquello que
hacen en el día a día sea debidamente valorado”. El Papa Francisco se pronunciaba
de esta forma en su intervención el 28 de octubre del pasado año en el
encuentro de movimientos populares: “No existe peor pobreza material… que la que no permite ganarse el pan y priva
de la dignidad del trabajo. …El desempleo juvenil, la informalidad y la falta
de derechos laborales no son inevitables, son resultado de una previa opción
social, de un sistema económico que pone los beneficios por encima del hombre,
si el beneficio es económico, sobre la humanidad o sobre el hombre, son efectos
de una cultura del descarte que considera al ser humano en sí mismo como un
bien de consumo, que se puede usar y luego tirar”.
7. Trabajo, fe
y justicia. Sobre la jornada organizada por CiJ y la encíclica Laudatio SI.
30 de junio de 2015 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2015/06/trabajo-fe-y-justicia-sobre-la-jornada.html
En una jornada
sobre fe y justicia en la que se aborda el mundo del trabajo es obligado
referirse a la doctrina social de la Iglesia, y más concretamente a las muy
importantes aportaciones del Papa Francisco. En esta ocasión es obligado
mencionar la reciente encíclica “Laudatio SI, sobre el cuidado de la casa
común”, de fecha 24 de mayo, un documento que ha merecido una valoración
elogiosa por parte del movimiento sindical internacional, habiendo manifestado
la presidenta de laConfederación Sindical Internacional (CSI) Sharan Burrow,
que las palabras del Papa “destacan el hecho de que, a menos de que se tomen
medidas para luchar contra el cambio climático, nuestros objetivos de progreso
social y de trabajo decente para todos seguirán siendo un mero sueño. El
dramático deterioro de nuestro medio ambiente representa una amenaza para los
derechos humanos y la justicia social, y su enérgico mensaje refuerza la
necesidad de una transición justa hacia un futuro con bajas emisiones de
carbono y medioambientalmente sostenible. Nosotros compartimos este imperativo
de transformación de nuestro sistema económico a fin de evitar la contaminación
y hacer posible que los trabajadores y sus familias accedan a puestos de
trabajo decentes y medios de vida dignos”.
Desde luego, no
concitará precisamente simpatías la Encíclica entre un sector del mundo
político y económico por afirmar con rotundidad algo que es suficientemente
conocido por muchas personas porque lo han sufrido en sus propias carnes:
“…necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se
coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana.
La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la
población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema,
reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo
podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación.
La crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una
nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación
de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo
una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo
al mundo…”. Y menos simpatías tendrá el Papa con su afirmación de que “… una
vez más, conviene evitar una concepción mágica del mercado, que tiende a pensar
que los problemas se resuelven sólo con el crecimiento de los beneficios de las
empresas o de los individuos”.
.. Destaco de la
encíclica aquellos contenidos que me parecen más relacionados con el mundo del
trabajo y la problemática de la exclusión social, habiendo dedicado al primero
un apartado específico que lleva por título “Necesidad de preservar el
trabajo”. No extrañará a quienes trabajan con personas desfavorecidas,
excluidas, pero quizás sí a quienes no conozcan esa realidad, que el Papa
advierta de la falta de conciencia que suele haber sobre los problemas que
afectan a dichas personas (me viene a la mente el debate que tenemos en España
sobre la mejora del mercado de trabajo tan defendida por el gobierno y las
críticas formuladas por muchas personas y grupos sociales sobre el deterioro de
dicho mercado y su impacto negativo sobre las condiciones de vida laboral de
una gran parte de trabajadores y de desempleados), para quienes las propuestas
de actuación quedan relegadas a los últimos lugares, debido en parte “a que
muchos profesionales, formadores de opinión, medios de comunicación y centros
de poder están ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas, sin tomar
contacto directo con los problemas”.
Cabría pensar, al
hilo de las reflexiones del Papa Francisco, cómo y qué decisiones toman los
máximos responsables de las organizaciones internacionales económicas y cuáles
son los intereses que defienden ¿verdad? Y en esta misma línea de reflexión
general y de afirmación clara de las injustas diferencias que hay entre los
seres humanos (como laboralista me viene a la mente ahora el marco jurídico de
la relación contractual laboral y la situación de desigualdad entre las partes,
legitimada jurídicamente por el contrato de trabajo) conviene destacar esta
manifestación recogida en el apartado 90: “…deberían exasperarnos las enormes
inequidades que existen entre nosotros, porque seguimos tolerando que unos se
consideren más dignos que otros. Dejamos de advertir que algunos se arrastran
en una degradante miseria, sin posibilidades reales de superación, mientras
otros ni siquiera saben qué hacer con lo que poseen, ostentan vanidosamente una
supuesta superioridad y dejan tras de sí un nivel de desperdicio que sería
imposible generalizar sin destrozar el planeta. Seguimos admitiendo en la
práctica que unos se sientan más humanos que otros, como si hubieran nacido con
mayores derechos”.
.. Como he
indicado con anterioridad, hay una parte de la encíclica dedicada
específicamente al mundo del trabajo, con el título “Necesidad de preservar el
trabajo” (124-130), en la que parte del valor del trabajo desarrollado por Juan
Pablo II en la Laborem Exercens de 1981, así como también a la Caritas in
Veritate de Benedicto XVI en 2009. En la primera encíclica, a la que presté
atención en el Cuaderno número 1de CiJ, Juan Pablo II defendió a los sindicatos
para la defensa de los intereses profesionales "como un elemento
indispensable de la vida social, especialmente en las sociedades modernas
industrializadas...". Pero los sindicatos no asumían, según el Papa, un
papel de lucha de clases, ya que "... no es una lucha contra los demás, es
una lucha por la justicia social..., por el bien que corresponde a las
necesidades y a los méritos de los hombres del trabajo asociados por
profesiones". Límites a la actuación sindical serían las limitaciones que
imponga la situación general del país (no al corporativismo ni al egoísmo de
clase). Juan Pablo II se declaraba partidario de la plena autonomía del
sindicato con respecto a los partidos políticos (muy probablemente pensando en
la situación política y social que vivía su país en dicho año), a fin de que el
mismo "no se convierta en un instrumento para otras finalidades".
Me interesa
destacar de las aportaciones de la Laudatio SI el concepto amplio de trabajo
que utiliza, coherente a mi parecer con las nuevas realidades del mundo
laboral, planteándose la “correcta concepción del trabajo” y manifestando que
no debemos hablar sólo del trabajo manual o del trabajo con la tierra, “sino de
cualquier actividad que implique alguna transformación de lo existente, desde
la elaboración de un informe social hasta el diseño de un desarrollo
tecnológico”, concluyendo que “cualquier forma de trabajo tiene detrás una idea sobre la
relación que el ser humano puede o debe establecer con lo otro de sí”, y
afirmando más adelante que “la diversificación productiva da amplísimas
posibilidades a la inteligencia humana para crear e innovar, a la vez que
protege el ambiente y crea más fuentes
de trabajo”.
Y ahora, parémonos
a pensar en los debates actuales sobre las relaciones de trabajo y la necesidad
de poder manifestar en ellas todos los valores que tiene una persona, en muchas
ocasiones tapados, oscurecidos o simplemente inexistentes por el ejercicio desmesurado,
y poco productivo, del poder de dirección empresarial; porque, si no supiéramos
quien realiza las manifestaciones que recojo a continuación, bien pudiéramos
pensar que estábamos, al menos en parte, ante palabras de un director
inteligente y responsable de recursos humanos: “El trabajo debería ser el
ámbito de este múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas
dimensiones de la vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo
de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una
actitud de adoración. Por eso, en la actual realidad social mundial, más allá
de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad
económica, es necesario que «se siga buscando como prioridad el objetivo del
acceso al trabajo por parte de todos”.
... En esta
búsqueda del empleo digno para tener una vida digna (¿a que éstos términos les
suenan mucho de documentos de la Organización Internacional del Trabajo? el
Papa Francisco alerta sobre un mal uso del cambio tecnológico que sólo se
concrete en la reducción de costes de producción y de personas empleadas
reemplazadas por máquinas, llamando su atención (que creo que es coincidente
con la de todas las instituciones y organismos internacionales que abordan los
efectos de la tecnología sobre el mundo del trabajo) sobre la necesidad de
tener en consideración, ante cualquier decisión que se adopte al respecto, el
coste humano que puede tener (y aunque no lo diga expresamente estoy seguro de
que cabe añadir que es necesario plantearse qué medidas sociales adoptar para
evitar tales costes), alertando de que “dejar de invertir en las personas para
obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad”.
Bien que pensando
básicamente en el mundo agrícola, la reflexión de la encíclica sobre la
“necesidad imperiosa” de promoción de una economía que “favorezca la diversidad
productiva y la creatividad empresarial…. para que siga siendo posible dar
empleo…” me parece plenamente válida para la potenciación de modelos
empresariales colaborativos y solidarios, de fomento de la economía social,
un modelo de empresa que sin desconocer
la realidad económica y social en la que debe operar permita desarrollar al
máximo el potencial de todas las personas que forman parte de la misma, con
especial atención a las pequeñas y medianas empresas que son la gran mayoría
del tejido productivo empresarial y no solamente, ni mucho menos, en los países
en desarrollo, ya que “una libertad económica sólo declamada, pero donde las
condiciones reales impiden que muchos puedan acceder realmente a ella, y donde
se deteriora el acceso al trabajo, se convierte en un discurso contradictorio
que deshonra a la política”.
Una especial
atención obviamente dedica la encíclica a la problemática de la concentración
de tierras productivas en manos de pocas empresas y la pérdida que ello ha
supuesto para un número importante de pequeños productores, bastante de los
cuales, por no disponer de otras fuentes de ingresos, “se convierten en
trabajadores precarios, y muchos empleados rurales terminan migrando a
miserables asentamientos de las ciudades”.
Por último,
cualquier política laboral y social, cualquier política de empleo que se ponga
en marcha, debería tomar en consideración el principio del bien común, el
respeto a la persona humana y su desarrollo integral, y obsérvese como esta
reflexión de alcance social general contenida en la encíclica es perfectamente
extrapolable a las políticas de empleo y de protección social (me viene a la
mente ahora la caída de protección contributiva y asistencial de las personas
en situación de desempleo, que lleva a que un importante número de ellas en
España carezca actualmente de esta red protectora y que lleva a la necesidad de
activar de forma intermitente mecanismos excepcionales, como el reciente plan
de activación de empleo, para intentar mitigar tal situación): “En las
condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y
cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos
básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e
ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción
preferencial por los más pobres”.
Buena lectura de
la encíclica.
8. Estudio de
la OIT, “Promover una migración equitativa”, y unas breves notas adicionales
sobre los refugiados en Europa. 28 de febrero de 2016 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2016/02/estudio-de-la-oit-promover-una.html
La gravedad de la
situación ha sido expresamente reconocida por el comisario europeo responsable de
la política migratoria, Dimitris Avramopouluos, quien afirmó esta semana, al
finalizar la reunión de los Ministro de Justicia e Interior, que “In the next
10 days, we need tangible and clear results on the ground. Otherwise there is a risk that the whole system will
completely break down. We all have the responsibility to step up our efforts to
apply the agreed European solutions. There is no time for uncoordinated
actions.". Una llamada a la acción conjunta de todos los Estados afectados
ha sido lanzada, y deseada, por el Papa Francisco en una intervención realizada
después del Ángelus del domingo 28 de febrero: "la mia preghiera, e anche
la vostra, ha sempre presente il dramma dei profughi che fuggono da guerre e
altre situazioni disumane. In particolare, la
Grecia e gli altri Paesi che sono in prima linea stanno prestando ad essi un
generoso soccorso, che necessita della collaborazione di tutte le nazioni. Una
risposta corale può essere efficace e distribuire equamente i pesi. Per questo occorre
puntare con decisione e senza riserve sui negoziati".
9. Migraciones
y refugiados. Ya sobran las palabras, faltan los hechos. 18 de febrero de
2016 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2016/03/migraciones-y-refugiados-ya-sobran-las.html
El 11 de enero el
papa Francisco pronunció un importante discurso que en gran medida estuvo
dedicado al fenómeno migratorio. Es otra mirada, distinta y más abierta, de la
de los responsables políticos, que no obvia la gravedad de la situación pero
que al mismo tiempo busca respuestas que coloquen a las personas en el centro
de todas ellas y que protejan su dignidad. La reflexión del Papa es, pues,
sobre “la grave emergencia migratoria que estamos afrontando, para discernir
sus causas, plantear soluciones, y vencer el miedo inevitable que acompaña un
fenómeno tan consistente e imponente, que a lo largo del año 2015 ha afectado
principalmente a Europa, pero también a diversas regiones de Asia, así como del
norte y el centro de América”, una reflexión en la que expone que la historia
de la humanidad, como recuerda la Biblia, está hecha de tantas migraciones, a
veces como fruto de su conciencia del derecho a una libre elección; otras, impuestas a menudo por
las circunstancias externas”.
10. El trabajo
decente: pasado, presente y futuro.
30 de abril de 2016 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2016/04/el-trabajo-decente-pasado-presente-y.html
Quiero recordar
que Joan N. García-Nieto insistía en que no podíamos caer en el pesimismo y
decir que no se puede hacer nada ante los problemas existentes. Y sigue siendo
hoy verdad que los cristianos podemos y tenemos que decir mucho en todo aquello
que nos afecta de la vida cotidiana, y muy especialmente en aquello que es el
mundo del trabajo. No podemos aceptar la “globalización de la indiferencia”,
tal como ha denunciado el Papa Francisco.
11. Los
refugiados y su acceso al mundo laboral. Una mirada jurídica y social. 13
de noviembre de 2016 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2016/11/los-refugiados-y-su-acceso-al-mundo.html
Pero antes de
abordar el estudio jurídico, y como la realidad de los refugiados es
indisociable en su análisis de una perspectiva social, permítanme que traiga a
colación recientes palabras del Papa Francisco que ponen el dedo en la llaga de
esta cruda realidad que parece querer ser olvidada, ocultada, o peor aún
reprimida, en muchos Estados de la UE. En primer lugar, en una entrevista publicada
el día 11 de este mes en el diario italiano La Repúbblica y efectuada al Papa
por su director, Eugenio Scalfari, se manifestaba en estos términos:
"¿Cuál es pues, en este momento tan
difícil, su principal preocupación?
"Los
refugiados y los inmigrantes. Sólo una pequeña parte son cristianos, pero esto
no cambia la situación en lo que a nosotros respecta. Sus sufrimientos y sus
angustias. Las causas son muchas y hacemos todo lo posible para eliminarlas.
Desgraciadamente, con frecuencia se trata de medidas rechazadas por la gente
que tiene miedo a perder el trabajo o a que disminuya su salario. El dinero
está en contra de los pobres, y además en contra de los inmigrantes y los
refugiados, pero también están los pobres de los países ricos, que temen que se
acoja a sus similares provenientes de los países pobres. Es un círculo vicioso
que hay que detener. Hay que derribar los muros que dividen: intentar aumentar
el bienestar y hacer que sea más difundido, pero para lograr esto necesitamos
derribar esos muros y construir puentes que permitan disminuir las
desigualdades y aumentar la libertad y los derechos. Más derechos y mayor
libertad".
Pocos días antes,
el 5 de noviembre, el Papa abordaba también el drama de los refugiados en el marco
de su discurso a los participantes en el encuentro mundial de movimientos populares,
y lo hacía de esta una forma tan clara y contundente que excusa cualquier
comentario adicional por mi parte:
“… Sé que
dedicaron una jornada al drama de los migrantes, refugiados y desplazados. ¿Qué
hacer frente a esta tragedia? En el Dicasterio que tiene a su cargo el Cardenal
Turkson hay un departamento para la atención de esas situaciones. Decidí que,
al menos por un tiempo, ese departamento dependa directamente del Pontífice,
porque aquí hay una situación oprobiosa, que sólo puedo describir con una
palabra que me salió espontáneamente en Lampedusa: vergüenza.
Allí, como también
en Lesbos, pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de
su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes
desterradas –lo he dicho frente a las autoridades de todo el mundo– como
consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de los conflictos bélicos
que no buscaron, que no crearon quienes hoy padecen el doloroso desarraigo de
su suelo patrio sino más bien muchos de aquellos que se niegan a recibirlos.
Hago mías las
palabras de mi hermano el Arzobispo Hieronymus de Grecia: «Quien ve los ojos de
los niños que encontramos en los campos de refugiados es capaz de reconocer de
inmediato, en su totalidad, la “bancarrota” de la humanidad» (Discurso en el
Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016) ¿Qué le pasa al
mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato
aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta
bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos
hermanos que sufren tanto? Y así el Mediterráneo se ha convertido en un
cementerio, y no sólo el Mediterráneo… tantos cementerios junto a los muros,
muros manchados de sangre inocente. Durante los días de este encuentro, lo
decían en el vídeo: ¿Cuántos murieron en el Mediterráneo?
El miedo endurece
el corazón y se transforma en crueldad ciega que se niega a ver la sangre, el
dolor, el rostro del otro. Lo dijo mi hermano el Patriarca Bartolomé: «Quien
tiene miedo de vosotros no os ha mirado a los ojos. Quien tiene miedo de
vosotros no ha visto vuestros rostros. Quien tiene miedo no ve a vuestros
hijos. Olvida que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y trascienden
la división. Olvida que la migración no es un problema de Oriente Medio y del
norte de África, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo» (Discurso en
el Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016).
Es, en verdad, un
problema del mundo. Nadie debería verse obligado a huir de su Patria. Pero el
mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el migrante se ve
arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras y
es triple si al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro
mejor, se lo desprecia, se lo explota, incluso se lo esclaviza. Esto se puede
ver en cualquier rincón de cientos de ciudades. O simplemente no se lo deja
entrar…”.
12. Tras el XXVII
Congreso de la Asociación Española de Derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social. Unas notas sobre la política social europea. 13 de junio de 2017 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2017/06/tras-el-xxvii-congreso-de-la-asociacion.html
Me interesa
destacar que el día anterior a la firma de la Declaración, el Santo Padre
Francisco se reunió con los Jefes de Estado y de Gobierno, y pronunció un
importante discurso sobre Europa y su futuro, que me sirve como referencia
directa para las anotaciones que siguen. ¿Qué dijo el Papa que pueda tener
interés para el futuro de la Unión Europea, para más de 508 millones habitantes
en la Europa de los 28 -datos de 2015 que quedarán reducidos dentro de dos años
en varios millones cuando sea efectivo el Brexit-? Selecciono algunas de sus
frases más significativas, sobre las que todas las personas interesadas en una
Europa social deberíamos reflexionar, a la par que actuar para que ello sea
posible.
“Volver a Roma
sesenta años más tarde no puede ser sólo un viaje al pasado, sino más bien el
deseo de redescubrir la memoria viva de ese evento para comprender su
importancia en el presente”. Me pregunto
si quienes ya somos personas de edad avanzada -en terminología de la
Organización Internacional del Trabajo (55- 64 años)-, y aquellos que aún son
mayores, hemos (han) sabido explicar a las jóvenes generaciones de europeos el
valor de la cultura de la paz, ya que en 1957 sólo habían pasado doce años
desde el final de una conflagración bélica que enfrentó a los países que el 25
de marzo de ese año firmaban el Tratado de Roma.
“A pesar de todo,
el término «crisis» no tiene por sí mismo una connotación negativa. No se
refiere solamente a un mal momento que hay que superar. La palabra crisis tiene
su origen en el verbo griego crino (κρίνω), que significa investigar, valorar,
juzgar. Por esto, nuestro tiempo es un tiempo de discernimiento, que nos invita
a valorar lo esencial y a construir sobre ello; es, por lo tanto, un tiempo de
desafíos y de oportunidades”. Me pregunto qué estamos haciendo para dar ese
valor solicitado por el Papa y construir un mundo mejor en el que se encuentren
cómodos y bien representados un muy amplio número de personas que viven en
nuestro planeta y no sólo una minoría acaudalada. ¿Estamos respondiendo a las
expectativas, a los deseos, a las necesidades, de gran parte de dicha
población?
La CEE se
construyó sobre unos determinados valores, “la centralidad del hombre, una
solidaridad eficaz, la apertura al mundo, la búsqueda de la paz y el
desarrollo, la apertura al futuro”. Me pregunto si siguen hoy vigentes,
respuesta muy fácil si ha de ser teórica, sí, pero mucho más compleja cuando
bajamos a su concreción práctica, donde en especial la palabra solidaridad está
siendo cada vez más dejada de lado. ¿Seremos capaces de recuperarla, de
reconstruirla?
“La Unión Europea
nace como unidad de las diferencias y unidad en las diferencias”. En efecto,
los ciudadanos de los (todavía) 28 Estados de la UE somos diferentes en lenguas
y culturas, pero debería unirnos el interés por una sociedad mejor para toda la
ciudadanía. Parece una utopía en la actualidad ¿no les parece?, pero ¿quién no
recuerda que las utopías de hoy pueden ser la realidad del mañana? ¿No era
utópica en su momento la reivindicación de las ocho horas diarias de trabajo, o
la prohibición del trabajo de los menores?
Pero, además,
Europa no puede ni debe cerrarse al mundo exterior, pensando que sólo su
espacio territorial es seguro (¿?) frente a amenazas externas. Ya hemos visto
que ello no es posible, y tampoco deseable por el crisol de lenguas, culturas,
religiones, que hay en nuestro territorio. Por ello, cobra pleno sentido la
afirmación del Papa Francisco, recordando aquello que se recogió en el texto
del Tratado de Roma, que “Europa vuelve a encontrar esperanza cuando no se
encierra en el miedo de las falsas seguridades. Por el contrario, su historia
está fuertemente marcada por el encuentro con otros pueblos y culturas, y su
identidad «es, y siempre ha sido, una identidad dinámica y multicultural.
¿Tiene ideales
Europa? Sí, al menos en sus documentos fundacionales y en los tratados que se
han ido aprobando desde su creación, pero ¿han decaído frente al “imperialismo
económico”, que subordina toda política social al cumplimiento de determinados
criterios y reglas macroeconómicas, que permiten hablar de la mejora global de
la situación económica, aunque ello implique dejar en la cuneta a una parte
importante de la población? Es reconfortante leer en un discurso institucional
referencias a una realidad concreta que no aparece en la mayor parte de las
ocasiones en los discursos de los Jefes de Estado y de Gobierno: “«El
desarrollo es el nuevo nombre de la paz», afirmaba Pablo VI, puesto que no
existe verdadera paz cuando hay personas marginadas y forzadas a vivir en la
miseria. No hay paz allí donde falta el trabajo o la expectativa de un salario
digno. No hay paz en las periferias de nuestras ciudades, donde abunda la droga
y la violencia”.
En definitiva, ¿de
qué Europa hablaremos dentro de varios años? De aquella que queramos la mayor
parte de los ciudadanos y ciudadanas. Ese es mi deseo, y seguro que también el
del Papa Francisco.
13. El mundo
laboral: cifras globales, vidas reales. Notas sobre España, el Parlamento
Europeo y la OIT. 9 de julio de 2017 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2017/07/el-mundo-laboral-cifras-globales-vidas.html
En fin, y saliendo
nuevamente del ámbito español, me gusta recordar las palabras del Papa Francisco
(válidas para todo Estado, toda realidad sociolaboral) en su reunión con el
mundo del trabajo en el establecimiento siderometalúrgico italiano de Ilvael
pasado 27 de mayo, porque debería ser debatidas y analizadas en los diversos
foros de estudio, académicos o no, que se dedican a examinar los cambios en el
mundo del trabajo: “entorno al trabajo se edifica el entero pacto social. Este
es el núcleo del problema. Porque cuando no se trabaja, o se trabaja mal, se
trabaja poco o se trabaja demasiado, es la democracia la que entra en crisis,
es todo el pacto social. Es también este el sentido del artículo 1 de la
Constitución italiana, que es muy bonito: “Italia es una República democrática,
fundada en el trabajo”. Con base en esto podemos decir que quitar el trabajo a
la gente o explotar a la gente con trabajo indigno o mal pagado o come sea, es
anticonstitucional. Si no estuviera fundada en el trabajo, la República
italiana no sería una democracia, porque el puesto de trabajo lo ocupan y lo
han ocupado siempre privilegios, castas, rentas. Entonces es necesario mirar
sin miedo, pero con responsabilidad, a las transformaciones tecnológicas de la
economía y de la vida y no resignarse a la ideología que está imponiéndose por
doquier, que imagina un mundo donde solo la mitad o quizás dos tercios de los
trabajadores trabajarán, y los demás serán mantenidos por una ayuda social.
Debe quedar claro que el objetivo verdadero que hay que alcanzar no es la
“renta para todos”, sino ¡el “trabajo para todos”! Porque sin trabajo, sin
trabajo para todos no habrá dignidad para todos. El trabajo de hoy y de mañana
será distinto, quizás muy distinto —pensemos en la revolución industrial hubo
un cambio, también aquí habrá una revolución— será distinto del trabajo de ayer
pero deberá ser trabajo no pensión, no jubilados: trabajo. Se jubila con la
edad justa, es un acto de justicia; pero está contra la dignidad de las
personas jubilarlas con 35 o 40 años, dar un subsidio del Estado, y
arréglatelas. “Pero, ¿tengo para comer?”. Sí. “¿Tengo para sacar adelante a mi
familia, con este subsidio?” Sí. “¿Tengo dignidad?” ¡No! ¿Por qué? Porque no
tengo trabajo. El trabajo de hoy será diverso. Sin trabajo, se puede
sobrevivir; pero para vivir, es necesario el trabajo. La elección es entre el
sobrevivir y el vivir. Y se necesita trabajo para todos. Para los jóvenes...
¿Vosotros sabéis el porcentaje de jóvenes de 25 años para abajo, desempleados,
que hay en Italia? Yo no lo diré: buscad las estadísticas. Y esto es una hipoteca
sobre el futuro. Porque estos jóvenes crecen sin dignidad, porque no son
“ungidos” con el trabajo que es lo que da la dignidad. Pero el núcleo de la
pregunta es este: un subsidio estatal, mensual, que te permite sacar adelante
una familia no resuelve el problema. El problema se resuelve con el trabajo
para todos. Creo haber respondido más o menos...”
14. La política de inmigración y el mundo del
trabajo. La gestión de la diversidad. (análisis y examen de documentos y datos
estadísticos sobre la población migrante, con especial atención al ámbito
laboral). 4 de noviembre de 2017. http://www.eduardorojotorrecilla.es/2017/11/la-politica-de-inmigracion-y-el-mundo.html
Cabe prestar
especial atención a las palabras del Papa Francisco sobre la inmigración. No es
por casualidad, en absoluto, que la organización de estas jornadas haya fijado
la fecha de inicio el día internacional de erradicación de la pobreza y el día
de clausura el 19 de noviembre en el que se celebrará la I Jornada Mundial de
los Pobres y para la que el Papa lanza un mensaje contundente de no resignación,
en el que puede leerse que “Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge
cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos
privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación
ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en
grandes sectores de la sociedad entera. Ante este escenario, no se puede
permanecer inactivos, ni tampoco resignados. A la pobreza que inhibe el
espíritu de iniciativa de muchos jóvenes, impidiéndoles encontrar un trabajo; a
la pobreza que adormece el sentido de responsabilidad e induce a preferir la
delegación y la búsqueda de favoritismos; a la pobreza que envenena las fuentes
de la participación y reduce los espacios de la profesionalidad, humillando de este
modo el mérito de quien trabaja y produce; a todo esto se debe responder con
una nueva visión de la vida y de la sociedad”.
15. De Roma
(marzo 2017) a Davos (enero de 2018). El Papa Francisco sigue con su denuncia
de los problemas sociales. 3 de febrero de 2018 . http://www.eduardorojotorrecilla.es/2018/02/de-roma-marzo-2017-davos-enero-de-2018.html
1. El 27 de marzo
del pasado año escribí une entrada para el blog de Cristianisme i Justícia, con
el título “Del pasado al futuro de la Unión Europea. ¿Escucharán los Jefes de
Estado y de Gobierno al Papa Francisco?, del que reproduzco ahora un breve
párrafo “Llega el viernes 24 de marzo de 2017. En la Sala Regia del Vaticano el
Santo Padre Francisco se reúne con los Jefes de Estado y de Gobierno de la
Unión Europea presentes en la capital italiana para la celebración del 60
aniversario del Tratado de Roma que instituyó la Comunidad Económica Europea.
Con respeto y silencio los dirigentes políticos escuchan al Papa Francisco… ¿o
fingen que le escuchan?”
Le escucharon
ciertamente, pero los avances que el Papa pedía en materia de derecho sociales
para las personas que lo necesitan, que son muchas en el espacio geográfico de
la Europa de los (todavía) 28 Estados, va a ritmo de tortuga, si me permiten
utilizar una expresión coloquial. Ojalá que el desarrollo efectivo del pilar
europeo de derechos sociales, solemnemente suscrito por los representantes de
la Comisión Europea, el Consejo y el Parlamento, el 17 de noviembre en la
cumbre de Gotemburgo, aporte más esperanza a esas personas que ven cada día su
futuro inmediato (no tienen tiempo para pensar ni en el medio ni, mucho menos,
en el largo plazo, con preocupación).
En dicho artículo
me preguntaba “¿Tiene ideales Europa? Sí, al menos en sus documentos
fundacionales y en los tratados que se han ido aprobando desde su creación,
pero ¿han decaído frente al “imperialismo económico”, que subordina toda
política social al cumplimiento de determinados criterios y reglas
macroeconómicas, que permiten hablar de la mejora global de la situación
económica, aunque ello implique dejar en la cuneta a una parte importante de la
población? Es reconfortante leer en un discurso institucional referencias a una
realidad concreta que no aparece en la mayor parte de las ocasiones en los
discursos de los Jefes de Estado y de Gobierno: “«El desarrollo es el nuevo
nombre de la paz», afirmaba Pablo VI, puesto que no existe verdadera paz cuando
hay personas marginadas y forzadas a vivir en la miseria. No hay paz allí donde
falta el trabajo o la expectativa de un salario digno. No hay paz en las
periferias de nuestras ciudades, donde abunda la droga y la violencia”. Y
concluía “¿De qué Europa hablaremos dentro de varios años? De aquella que
queramos la mayor parte de los ciudadanos y ciudadanas. Ese es mi deseo, y
seguro que también el del Papa Francisco”.
... Pasemos ahora
del ámbito europeo al mundial, de Roma a Davos, de la reunión institucional de
Jefes de Estado y de Gobierno a otra no menos importante, celebrada del 23 al
26 de enero, en la que se encuentra el poder político y el poder económico (si
es que puede establecerse una diferencia entre ambos, ciertamente ficticia en
muchos países) y en la que cada año se debate y discute sobre la realidad
mundial y en la que se fijan, sin ningún tipo de formalismo jurídico pero sí
con un alto grado de efectividad por la importancia de quienes participan en la
reunión, las líneas de trabajo de los próximos meses (o años), y en donde en
ocasiones la presencia de potentes Organizaciones No Gubernamentales y del
sindicalismo europeo e internacional contribuye, modestamente, a que se tomen
en consideración los problemas del cada vez más diversificado mundo del
trabajo. De la importancia que se le concede a reunión da debida cuenta como se
presentó en su página web: “reunirá a una cantidad récord de jefes de estado y
de gobierno, además de organizaciones internacionales y líderes de los ámbitos
de los negocios, sociedad civil, académico, arte y medios”
A dicha reunión
del Foro Económico Mundial se dirigió el Papa Francisco, esta vez no
físicamente sino a través de un mensaje enviado a su Presidente, profesor Klaus
Schwab, atendiendo la invitación formulada para aportar “la perspectiva de la
Iglesia Católica y de la Santa Sede en la reunión en Davos”.
Y vuelvo a hacerme
casi la misma la pregunta que me hice ya casi año. ¿Escucharon, realmente, al
Papa Francisco, las personas presentes en la ciudad suiza, o simplemente
fingieron que le escuchaban y al finalizar su mensaje volvieron a sus asuntos
“más importantes”, los de las cuotas de poder entre diferentes Estados y
organizaciones económicas? No soy especialmente optimista al respecto, visto lo
poco que se ha avanzado, por no decir que se ha retrocedido para muchas
personas, en materia de derechos sociales (trabajo, salud, vivienda), pero sí
lo soy con respecto a la valentía con la que el Papa Francisco ha puesto
nuevamente la cuestión social sobre la mesa del debate político, con una nueva
llamada de atención a encarar de frente y sin rodeos cómo hacer un mundo mejor
para todas las personas que lo habitan y no únicamente para una ínfima minoría,
haciendo bueno el lema elegido este año por el Foro, que no debería, pues,
quedarse en meras palabras o una imagen de fachada, “Crear un futuro compartido
en un mundo fracturado.
Porque, tras el
obligado saludo de cortesía a la invitación formulada, y no la menos educada
manifestación de la oportunidad del tema elegido para la reunión, el Papa entra
ya directo y manifiesta su confianza en que los debates ayudarán a “orientar
sus deliberaciones en la búsqueda de mejores bases para construir sociedades
inclusivas, justas y solidarias, capaces de restaurar la dignidad de aquellos
que viven con gran incertidumbre y que no pueden soñar con un mundo mejor”.
Y ¿por qué es
necesario que se encaminen por esa vía? Porque, “A nivel de gobernanza global,
somos cada vez más conscientes de que existe una creciente fragmentación entre
los Estados y las instituciones. Están surgiendo nuevos actores, así como una
nueva competencia económica y acuerdos comerciales regionales. Las nuevas
tecnologías están transformando los modelos económicos y el mundo globalizado,
de tal forma que, condicionadas por intereses privados y una ambición de lucro
a toda costa, parecen favorecer una mayor fragmentación e individualismo, en
lugar de facilitar enfoques que sean más inclusivos”. Y sigue sin cortarse un
pelo el Papa Francisco cuando afirma que “La inestabilidad financiera han
traído nuevos problemas y serios desafíos que los gobiernos deben enfrentar,
como el aumento del desempleo y de la pobreza, la ampliación de la brecha
socioeconómica y las nuevas formas de esclavitud, a menudo enraizadas en
situaciones de conflicto, migración y diversos problemas sociales. "Junto
a ello, encontramos ciertos estilos de vida bastante egoístas, marcados por una
opulencia que ya no es sostenible y con frecuencia indiferentes al mundo que
nos rodea, y especialmente a los más pobres entre los pobres”.
En fin, tras poner
las cartas sobre la mesa, reafirma una vez la tesis defendida en anteriores
escritos y documentos de que “los modelos económicos también deben observar una
ética del desarrollo sostenible e integral, basada en los valores que colocan al
ser humano a la persona y sus derechos en el centro”, y que “no podemos
permanecer en silencio frente al sufrimiento de millones de personas, ni
podemos seguir avanzando como si la propagación de la pobreza y la injusticia
no tuvieran ninguna causa. Es un imperativo moral, una responsabilidad que
involucra a todos, crear las condiciones adecuadas para permitir que todas las
personas vivan de manera digna”.
Concluyo. Lean el
mensaje, vale la pena, señores y señoras asistentes a Davos, y aplíquenlo en su
actividad política, económica y social cotidiana. Pero esto, lo dice quien
firma, y no pasa, de momento, por ser sólo un deseo, que, eso sí, con el
esfuerzo y la lucha de muchas personas puede convertirse en realidad.
16. 2008 - 2018.
El mundo laboral ante los riesgos de una sociedad (des) integrada y
(des)ligada. A propósito del avance de datos de la encuesta del VIII Informe
FOESSA.
30 de septiembre de 2018 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2018/09/2008-2018-el-mundo-laboral-ante-los.html
El avance de resultados de la Encuesta sobre integración y necesidades sociales, 2018, pone de manifiesto que desde el inicio del proceso de recuperación económica en 2014 una parte de la sociedad esta “plenamente integrada”, pero que deja a otra en los márgenes de dicha recuperación, sometida permanentemente a una situación de precariedad, y no sólo laboral, y a una tercera en la cuneta, afectada por la “cultura del descarte”, expresión que sin duda me recuerda a la de la “globalización de la indiferencia” con la que el Papa Francisco trata de poner de manifiesto su crítica a como una parte importante de la población a escala mundial está sufriendo las consecuencias de una economía que toma muy poco en consideración, por decirlo de forma suave, las necesidades del conjunto de la sociedad y no solo de una pequeña minoría.
17. COVID-19.
Actualización a 21 de abril de normativa, resoluciones judiciales, y
aportaciones económicas, jurídicas y sociales. 22 de abril de
2020. http://www.eduardorojotorrecilla.es/2020/04/covid-19-actualizacion-21-de-abril-de.html
Papa Francisco. A
los hermanos y hermanas de los movimientos y organizaciones populares 12 de abril.
“Queridos amigos: Con frecuencia recuerdo nuestros encuentros: dos en el Vaticano y uno en Santa Cruz de la Sierra y les confieso que esta "memoria'' me hace bien, me acerca a ·ustedes, me hace repensar en tantos diálogos durante esos encuentros y en tantas ilusiones que nacieron y crecieron allí y muchos de ellas se hicieron realidad. Ahora, en medio de esta pandemia, los vuelvo a recordar de modo especial y quiero estarles cerca.
Sé que ustedes han
sido excluidos de los beneficios de la globalización. No gozan de esos placeres
superficiales que anestesian tantas conciencias. A pesar de ello, siempre
tienen que sufrir sus perjuicios. Los males que aquejan a todos, a ustedes los
golpean doblemente. Muchos de ustedes viven el día a día sin ningún tipo de
garantías legales que los proteja. Los vendedores ambulantes, los recicladores,
los feriantes, los pequeños agricultores, los constructores, los costureros,
los que realizan distintas tareas de cuidado. Ustedes, trabajadores informales,
independientes o de la economía popular, no tienen un salario estable para
resistir este momento... y las cuarentenas se les hacen insoportables. Tal vez
sea tiempo de pensar en un salario universal que reconozca y dignifique las
nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer
realidad esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin
derechos.
También quisiera
invitarlos a pensar en "el después" porque esta tormenta va a
terminar y sus graves consecuencias ya se sienten. Ustedes no son unos
improvisados, tiene la cultura, la metodología, pero principalmente la
sabiduría que se amasa con la levadura de sentir el dolor del otro como propio.
Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos,
centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso
universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo. Espero
que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras
conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine
con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra
civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de
producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos,
necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse. Ustedes son constructores
indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz
autorizada para testimoniar que esto es posible. Ustedes saben de crisis y
privaciones... que con pudor, dignidad, compromiso, esfuerzo y solidaridad
logran transformar en promesa de vida para sus familias y comunidades…”
18. COVID-19.
Actualización a 2 de mayo de normativa, resoluciones judiciales, y aportaciones
económicas, jurídicas y sociales. 3
de mayo de 2020 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2020/05/covid-19-actualizacion-2-de-mayo-de.html
HOMILÍA DEL SANTO
PADRE FRANCISCO. "El trabajo es la vocación del hombre". 1 de mayo.
"Hoy, que es
la fiesta de San José Obrero, y el Día del Trabajador, recemos por todos los
trabajadores. Por todos. Para que a nadie le falte el trabajo y que todos sean
justamente remunerados y puedan gozar de la dignidad del trabajo y la belleza
del descanso.
“… Una vez, en una
Cáritas, a un hombre que no tenía trabajo e iba a buscar algo para su familia,
un empleado de Cáritas le dijo: “Por lo menos puede llevar el pan a su casa” —
“Pero a mí no me basta con esto, no es suficiente”, fue su respuesta: “Quiero
ganarme el pan para llevarlo a casa”. Le faltaba la dignidad, la dignidad de
“hacer” el pan él mismo, con su trabajo, y llevarlo a casa. La dignidad del
trabajo, tan pisoteada por desgracia. En la historia hemos leído de las
brutalidades que cometieron con los esclavos: los llevaban de África a América
—pienso en esa historia que toca a mi tierra— y nosotros decimos “cuánta barbarie”
... Pero aún hoy hay tantos esclavos, tantos hombres y mujeres que no son
libres de trabajar: se ven obligados a trabajar, para sobrevivir, nada más. Son
esclavos: trabajo forzado... son trabajos forzados, injustos, mal pagados y que
llevan al hombre a vivir con la dignidad pisoteada. Hay muchos, muchos en el
mundo. Muchos. En los periódicos de hace unos meses leímos, en un país de Asia,
que un señor había matado a palos a uno de sus empleados que ganaba menos de
medio dólar al día, porque había hecho algo mal. La esclavitud de hoy es
nuestra indignidad, porque quita la dignidad al hombre, a la mujer, a todos
nosotros. “No, yo trabajo, tengo mi dignidad”: sí, pero tus hermanos, no. “Sí,
padre, es verdad, pero esto, como está tan lejos, me cuesta entenderlo. Pero
aquí, entre nosotros...”: aquí también, entre nosotros. Aquí, entre nosotros.
Piensa en los trabajadores, en los que trabajan a jornada, que los haces
trabajar por un salario ínfimo y no ocho, sino doce, catorce horas al día: esto
sucede hoy, aquí. En todo el mundo, pero también aquí. Piensa en la empleada
del hogar que no tiene un salario justo, que no tiene asistencia de la
seguridad social, que no tiene jubilación: esto no ocurre solo en Asia. Aquí”.
19. El mundo del
trabajo. Reflexiones sobre antes, durante y después de la Covid-19. 10 de agosto de
2020 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2020/08/el-mundo-del-trabajo-reflexiones-sobre.html
Es importante no
olvidar en la reflexión la necesidad de construir un mundo mejor y más
solidario. Referencia a tener en consideración es la Carta del Santo Padre
Francisco para el encuentro “Economy of Francesco”, inicialmente previsto para
celebrarse es Asís del 26 al 28 de marzo y que la crisis sanitaria obligó a
aplazar, en principio, hasta el 11 de octubre:
“En la Carta
Encíclica Laudato SI' subrayé que hoy más que nunca, todo está íntimamente
conectado y que la protección del medio ambiente no puede separarse de la
justicia para los pobres y de la solución de los problemas estructurales de la
economía mundial. Por lo tanto, es necesario corregir los modelos de
crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la
acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de
los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras. Desgraciadamente,
sigue sin escucharse la llamada a tomar conciencia de la gravedad de los
problemas y, sobre todo, a poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de
una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad”.
20. Fratelli Tutti
(sobre la fraternidad y la amistad social). Algunos apuntes sobre el rostro
social de la nueva (y valiente) Encíclica del Papa Francisco. 5 de octubre de 2020. http://www.eduardorojotorrecilla.es/2020/10/fratelli-tutti-sobre-la-fraternidad-y.html
Después del
Ángelus del domingo 4 de octubre, el
Papa Francisco explicó lo siguiente:
“Ayer fui a Asís
para firmar la nueva encíclica, Fratelli tutti sobre la fraternidad y la
amistad social. Se la ofrecí a Dios en la tumba de San Francisco, en quien me
inspiré como en la anterior Laudato si'. Los signos de los tiempos muestran
claramente que la fraternidad humana y el cuidado de la creación son el único
camino hacia el desarrollo integral y la paz como ya indicaron los santos papas
Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Hoy a vosotros que estáis en la plaza y
también allí, fuera (de) la plaza tengo la alegría de regalaros la nueva
encíclica en la edición extraordinaria de L'Osservatore Romano y con esta
edición se reanuda la publicación diaria impresa de L'Osservatore Romano. ¡Qué
San Francisco acompañe el camino de la fraternidad en la Iglesia entre los
creyentes de todas las religiones y entre todos los pueblos!”.
Una lectura, la de
la nueva Encíclica, que debe hacerse de forma tranquila y pausada, por la
cantidad, y calidad, de las reflexiones que
contiene, y en donde el rostro social, la preocupación por las
necesidades y los problemas “de los últimos”, la explicación de cómo el diálogo
es la mejor vía para abordar las crisis y la necesidad de escuchar “al otro” y
dejar de pensar que eres el que tienes la “única verdad”, se encuentran
plenamente reflejados en las 84 páginas del texto, difundido ayer en la página
web del Vaticano.
En su
introducción, el Papa, tras recordar que las cuestiones relacionadas con la
fraternidad y la amistad social han estado siempre entre sus preocupaciones, y
que durante los últimos años se ha referido a ellas “reiteradas veces y en
diversos lugares”, y así se manifestará en el texto por las numerosas
referencias a intervenciones anteriores, expone que se trata de una encíclica
social que pretende ser “un humilde aporte a la reflexión para que, frente a
diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de
reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se
quede en las palabras”, y que, si bien está escrita desde “mis convicciones
cristianas, que me alientan y me nutren, he procurado hacerlo de tal manera que
la reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad”.
... Es muy
difícil, por no decir que imposible, sintetizar en pocas páginas el contenido
de la Encíclica y aquello que pretende transmitir, pero después de haber
procedido a su atenta lectura en la tranquila tarde de un domingo de la “época
de crisis”, en donde la pandemia de la Covid-19 ocupa prácticamente todas las
conversaciones, he creído que era útil extractar algunas de las tesis del
“rostro social” de aquella.
Entiéndase bien:
toda la Encíclica es social, ya que se preocupa por los problemas reales y no
virtuales, de nuestras sociedades, si bien en algunos momentos se acerca mucho
más a cuestiones presentes en el día a día y que nos marcan como personas, y
desde luego que con especial atención a quienes somos creyentes. Son de dichas
cuestiones de las que me ocupo a continuación, sin dejar de recomendar su
lectura íntegra, porque sólo así podrá apreciarse el auténtico valor del texto,
que estoy seguro de que recibirá muchas alabanzas pero también muchas críticas,
y de estas últimas no pocas, aunque sean la mayoría “en voz baja”, en el seno
de la propia comunidad creyente que no desea mirar más allá de su propia, y
protegida, realidad y que no se preocupa realmente, aunque lo aparente, de la
de los demás, de “los otros”.
Y muy
probablemente una de las tesis principales del texto queda ya recogida en la
introducción al referirse a la pandemia de la Covid-19 y a la necesidad de
actuar conjuntamente para abordarla y resolver los problemas que nos afectan a
todos, con cambios sustanciales que se dirijan verdaderamente y que presten
atención a los problemas reales de la población, en especial de aquellos que
son los más desprotegidos, “los últimos”, ya que “si alguien cree que sólo se
trataba de hacer funcionar mejor lo que ya hacíamos, o que el único mensaje es
que debemos mejorar los sistemas y las reglas ya existentes, está negando la
realidad”, tesis que reafirma en el capítulo cuarto al afirmar que en la
actualidad “ningún Estado nacional aislado está en condiciones de asegurar el
bien común de su propia población”. Y es en el capítulo sexto, que versa sobre
el diálogo y la amistad social, cuando se reivindica una sociedad poliédrica,
ya que “El poliedro representa una sociedad donde las diferencias conviven
complementándose, enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente, aunque esto
implique discusiones y prevenciones. Porque de todos se puede aprender algo,
nadie es inservible, nadie es prescindible. Esto implica incluir a las
periferias. Quien está en ellas tiene otro punto de vista, ve aspectos de la
realidad que no se reconocen desde los centros de poder donde se toman las
decisiones más definitorias”.
... El capítulo
primero está dedicado a “las sombras de un mundo cerrado”. Nuevamente el Papa
manifiesta su preocupación por el individualismo y la pérdida de comunidad, y
por el deliberado olvido de la historia para pretender, desde intereses bien
definidos, construir “desde cero” la nueva realidad, a la par que vaciando de
contenido las palabras clave que ha servido para construir en el pasado esa
comunidad.
Por ello, a
Francisco no le duelen prensas en afirmar, citando a Benedicto XVI, que la
sociedad cada vez más globalizada “nos hace más cercanos pero no más hermanos”,
añadiendo por su parte que “Estamos más solos que nunca en este mundo
masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la
dimensión comunitaria de la existencia. Hay más bien mercados, donde las
personas cumplen roles de consumidores o de espectadores. El avance de este
globalismo favorece normalmente la identidad de los más fuertes que se protegen
a sí mismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y
pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes”, e introduce ya una
manifestación que provocará, una vez más, las iras de quienes dirán que el Papa
“hace política y no se preocupa por sus problemas de la Iglesia”, cual es que
“de este modo la política se vuelve cada vez más frágil frente a los poderes
económicos transnacionales que aplican el “divide y reinarás”.
La crítica al
individualismo que nos rodea la hace aún más contundente en el capítulo
tercero, enfatizando que “no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La
mera suma de los intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor
para toda la humanidad. Ni siquiera puede preservarnos de tantos males que cada
vez se vuelven más globales”, alertando además de que “… el individualismo
radical es el virus más difícil de vencer. Engaña. Nos hace creer que todo
consiste en dar rienda suelta a las propias ambiciones, como si acumulando
ambiciones y seguridades individuales pudiéramos construir el bien común”
Más contundente
aún si cabe es su crítica a ese ya apuntado vaciado de contenido real de las
palabras, y de su desarrollo efectivo, que han marcado la construcción en el
pasado de sociedades cohesionadas y que ahora se encuentran en grave peligro de
“descohesión”: “Un modo eficaz de licuar la conciencia histórica, el
pensamiento crítico, la lucha por la justicia y los caminos de integración es
vaciar de sentido o manipular las grandes palabras. ¿Qué significan hoy algunas
expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas y
desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos
vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción”. En
otro momento de la encíclica se afirma con toda claridad que “nunca se avanza
sin memoria, no se evoluciona sin una memoria íntegra y luminosa”.
Con dureza
dialéctica explica cómo son “vaciadas” las perspectivas de mejora y cambio de
la población cuando, tal como afirma en un fragmento del capítulo segundo (“un
extraño en el camino”) se nos dice que “todo está mal” y nos lleva al camino
del desencanto y desesperanza por pensar que no puedo hacer nada para
arreglarlo, siendo así, afirma con contundencia Francisco, que “Hundir a un
pueblo en el desaliento es el cierre de un círculo perverso perfecto: así obra
la dictadura invisible de los verdaderos intereses ocultos, que se adueñaron de
los recursos y de la capacidad de opinar y pensar”, al mismo tiempo que le da
maravillosamente la vuelta a este argumento y responde que “las dificultades
que parecen enormes son la oportunidad para crecer, y no la excusa para la
tristeza inerte que favorece el sometimiento”.
Quizás, y este es
solo mi muy subjetivo parecer, la tesis central, la “estrella” del documento,
aparece en el apartado 127 cuando se abordan los derechos de los pueblos, en el
que el Papa rechaza la lógica dominante de sumisión (obligada por razón de la
deuda) y proclama que “si se acepta el gran principio de los derechos que
brotan del solo hecho de poseer la inalienable dignidad humana, es posible
aceptar el desafío de soñar y pensar en otra humanidad. Es posible anhelar un
planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos. Este es el verdadero
camino de la paz, y no la estrategia carente de sentido y corta de miras de
sembrar temor y desconfianza ante amenazas externas”. Pero como no quiere
quedarse solo, aunque sea relevante, en las afirmaciones generales, llama al
mismo tiempo a acercarnos a la más cruda realidad, ya que “Mientras muchas
veces nos enfrascamos en discusiones semánticas o ideológicas, permitimos que
todavía hoy haya hermanas y hermanos que mueran de hambre o de sed, sin un
techo o sin acceso al cuidado de su salud. Junto con estas necesidades
elementales insatisfechas, la trata de personas es otra vergüenza para la
humanidad que la política internacional no debería seguir tolerando, más allá
de los discursos y las buenas intenciones. Son mínimos impostergables”.
... Ese “vaciado”
tan criticado sirve para acallar a las voces críticas, por ejemplo, con la
política sobre el medio ambiente, de tal manera (y el Papa conoce de primera
mano la realidad de lo acaecido en varios países de América del Sur) que cuando
se levantan para su defensa “son acalladas o ridiculizadas, disfrazando de
racionalidad lo que son solo intereses particulares”, tesis a la que puede
añadirse la manifestación de que “lo que es verdad cuando conviene a un
poderoso, deja de serlo cuando ya no le beneficia”. Manifestación que también
se recoge en otros términos cuando se resalta la necesidad de respetar el orden
jurídico, que en muchas ocasiones no se hace
por los (ciudadanos y países (más poderosos) de tal manera que “Si la
norma es considerada un instrumento al que se acude cuando resulta favorable y
que se elude cuando no lo es, se desatan fuerzas incontrolables que hacen un
gran daño a las sociedades, a los más débiles, a la fraternidad, al medio
ambiente y a los bienes culturales, con pérdidas irrecuperables para la
comunidad global”.
... Rechazo u
olvido de las necesidades e intereses “de los otros” por parte de aquellos que
más tienen, la “cultura del descarte” en la que tantas veces ha insistido
Francisco, que vuelve a recordar, y criticar, que “partes de la humanidad
parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector
humano digno de vivir sin límites”, y añade una reflexión ya centrada en el
mundo del trabajo y que no es nueva porque ya lo afirmaba hace siete años, y
por desgracia hemos aprendido poco de aquella crisis que dejó a tantas personas
en el camino: el “descarte” se manifiesta de múltiples formas, y una de ellas
es “la obsesión por reducir los costos laborales, que no advierte las graves
consecuencias que esto ocasiona, porque el desempleo que se produce tiene como
efecto directo expandir las fronteras de la pobreza”; y no solo en el mundo del
trabajo sino en toda la sociedad reaparece el racismo, algo que, subraya con
pleno acierto a mi parecer el Papa, demuestra que “los supuestos avances de
nuestra sociedad no son tan reales ni están asegurados para siempre”.
La reivindicación
del acceso al trabajo sigue siendo insistente en las tesis del Papa, quien
vuelve a recordar su parecer de que “ayudar a los pobres con dinero debe ser
siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo
debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo» Por más
que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al
objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona
alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque «no existe peor
pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo». En una
sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la
vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce
para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse
a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el
perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo”.
... Muchas
injusticias en nuestro mundo, en suma, “nutridas por visiones antropológicas
reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en
explotar, descartar e incluso matar al hombre”. Critica Francisco la
“indiferencia cómoda, fría y globalizada”, que olvida que las mejoras de unos
son los sufrimientos de otros y que olvida “que estamos todos en la misma
barca”, y que ayudar al cambio mediante el apoyo de las mejoras tecnológicas
sería sin duda muy relevante, siempre y cuando, exclama, se acompañe ese avance
científico y tecnológico de “una equidad y una inclusión social cada vez
mayores”.
Críticas
contundentes ante el desprecio de los débiles por los poderosos, que puede
tanto “esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para
sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los
poderosos”. Y ya estoy imaginando como estarán cargándose las baterías
intelectuales y mediáticas contra el “Papa rojo”, el “Papa (casi) comunista”,
simplemente por reiterar aquello que se está demostrando cada vez como más
evidente, y mucho más durante esta grave crisis sanitaria: “El mercado solo no
resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe
neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre
las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente. El neoliberalismo
se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo” —sin
nombrarlo— como único camino para resolver los problemas sociales. No se
advierte que el supuesto derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de
nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social”. Más contundente aún
si cabe es su afirmación de que el tan anunciado fin de la historia (tras la
caída del muro de Berlín) no fue tal, y “las recetas dogmáticas de la teoría
económica imperante mostraron no ser infalibles”.
Y no se queda en
la crítica de las desigualdades e injusticias, sino que aporta las reflexiones
que ya hiciera en 2014 con ocasión del encuentro mundial de movimientos
populares y subraya que una forma de ser solidario “…es luchar contra las
causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de
tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es
enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero”. Y trayendo a
colación a Pablo VI, enfatiza que el derecho a la propiedad privada “sólo puede
ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del
destino universal de los bienes creados, y esto tiene consecuencias muy
concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad. Pero sucede
con frecuencia que los derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y
originarios, dejándolos sin relevancia práctica”.
... Son de
particular interés sus reflexiones sobre el uso, y abuso, de la tecnología en
la sociedad actual y su impacto sobre la conformación del pensamiento, y
acción, de cada persona, que puede vivir en propio mundo virtual y olvidarse de
aquello que ocurre en el mundo real… aunque sea contrario a su pensamiento.
Un breve fragmento
de la encíclica resumen con toda claridad y precisión aquello que se ha dicho
en repetidas ocasiones y sobre lo que se han llenado cientos y cientos de
páginas: “El cúmulo abrumador de información que nos inunda no significa más
sabiduría. La sabiduría no se fabrica con búsquedas ansiosas por internet, ni
es una sumatoria de información cuya veracidad no está asegurada. De ese modo
no se madura en el encuentro con la verdad. Las conversaciones finalmente sólo
giran en torno a los últimos datos, son meramente horizontales y acumulativas.
Pero no se presta una detenida atención y no se penetra en el corazón de la
vida, no se reconoce lo que es esencial para darle un sentido a la existencia”.
... Las
reflexiones sobre la población migrante están bien presentes en la Encíclica,
continuando la línea de pensamiento manifestada en sus intervenciones y
escritos anteriores, y a la par que revindica la necesidad de tomar en
consideración las razones, muchas de ellas totalmente involuntarias (guerra,
pobreza, cambio climático) que llevan a muchas personas a buscar nuevos
horizontes en busca de una vida digna para ellos y sus familias, también
critica el uso de esas personas migrantes a efectos de explotación por parte de
quienes, sin ningún escrúpulo, se aprovechan de sus necesidades, tanto en sus
países origen como en los de tránsito y de destino, y pide a los poderes
públicos de aquellos países de los que provienen gran parte de las migraciones
que tomen medidas para que cualquier decisión al respecto sea voluntaria,
recordando, con cita de Benedicto XVI, que “hay que reafirmar el derecho a no
emigrar, es decir a tener las condiciones para permanecer en la propia tierra”,
a la par que reafirma y reivindica “la inalienable dignidad de cada persona
humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor
fraterno”; o dicho en otros términos, y está bien presente en toda la doctrina
social de la Iglesia, que todo ser humano “tiene derecho a vivir con dignidad y
a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por
ningún país”, de tal manera ante el reto de la migración los esfuerzos de la
población “ajena” deben ser los “acoger,
proteger, promover e integrar”, algo que en el terreno jurídico, y lo he
subrayado en numerosas ocasiones, significa poder acceder a la libertad de
movimientos y a la posibilidad de acceder al trabajo.
Es dura y muy
expresiva su crítica a los “nacionalismos cerrados”, porque expresan “…esta
incapacidad de gratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen
de la ruina de los demás y que cerrándose al resto estarán más protegidos. El
inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada. Así, se llega a
pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los
poderosos son generosos benefactores”, reafirmándose en que “sólo una cultura
social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro”.
Las reflexiones
sobre la población migrante se desarrollan más ampliamente en el capítulo
tercero, que tiene un título claramente identificador de aquello que se
pretende transmitir: “Pensar y gestar en un mundo abierto”, y en el que se
critica como aun siendo un “ciudadano en toda regla”, es decir disponiendo de
la documentación, “los papeles”, que acreditan que se cumplen todos los
requisitos para vivir en la plena legalidad, uno puede sentirse aún como
extranjero por la forma y manera como es tratado, exponiendo que el racismo
(“yo no soy racista, pero…”) “es un virus que muta fácilmente y en lugar de
desaparecer se disimula, pero está siempre al acecho”. Reivindica los derechos
de la mujer, considerando “inaceptable” que puedan tener menos derechos, y en
sintonía con lo anterior es radicalmente contrario a que el lugar de nacimiento
o de residencia “ya de por sí determine menores posibilidades de vida dignan y
de desarrollo”.
... Y para
concluir este breves notas, al leer la última parte del capítulo primero me he
sentido especialmente satisfecho por compartir con Francisco las reflexiones
que efectúa, reiterando aquello que manifestó en la primera fase de la
pandemia, sobre los “prescindibles” que pasaron a ser “imprescindibles” para
garantizar la salud y la seguridad de toda la ciudadanía, y de quienes afirmé
en una entrada publicada el 30 de marzo que “De la misma manera que quienes
eran prescindibles (horrorosa palabra referida a personas y que solo utilizo
para dar más valor a su contraria, imprescindibles) ahora se reconoce su
trabajo (de momento con palabras, y más adelante habrá que pasar, tanto en
normas legales como en acuerdos colectivos, a los hechos), también es el
momento de prestar especial atención a quienes se encuentran más desprotegidos.
En esta tarea, y en el éxito de la misma, se podrá comprobar si la solidaridad
es algo más que una palabra”.
Pues bien,
Francisco lo sintetizó con suma claridad en este fragmento de una intervención
del mes de marzo y ahora recuperada: “La reciente pandemia nos permitió
rescatar y valorizar a tantos compañeros y compañeras de viaje que, en el
miedo, reaccionaron donando la propia vida. Fuimos capaces de reconocer cómo
nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes que, sin lugar a
dudas, escribieron los acontecimientos decisivos de nuestra historia
compartida: médicos, enfermeros y enfermeras, farmacéuticos, empleados de los
supermercados, personal de limpieza, cuidadores, transportistas, hombres y
mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad,
voluntarios, sacerdotes, religiosas… comprendieron que nadie se salva solo”.
Y ahora, lean por
favor la Encíclica. Vale realmente la pena.
21. Las políticas de empleo, con especial atención
a los colectivos desfavorecidos. Notas para el seminario anual de la Red
Europea de lucha contra la pobreza y la exclusión social en el Estado Español
(EAPN-ES) 28 de noviembre de 2020 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2020/11/las-politicas-de-empleo-con-especial.html
En esta misma
perspectiva se sitúa la declaración final adoptada el 21 de noviembre tras la celebración de la denominada
“Economía de Francisco”, de la que se explica en la página web del Vaticano que
“Poner en marcha un proceso de cambio global para practicar una economía
diferente, más justa, inclusiva y sostenible, sin dejar a nadie atrás: es el
objetivo de la Economía de Francisco, evento internacional impulsado por el
Papa, que tiene lugar del 19 al 21 de noviembre, centrado en temas como el
trabajo, la finanza, la educación y la inteligencia artificial”, que ha reunido
virtualmente a más de 3.000 jóvenes de 120 países de los cinco continentes, en
cuyo carta de presentación el Papa instaba a jóvenes economistas y empresarios
del mundo, a “estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y
no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la
creación y no la depreda” con el objetivo de poner en marcha “un nuevo modelo
económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la
equidad”.
En dicha
declaración se pide, entre otras peticiones cuya lectura recomiendo
encarecidamente, y “en nombre de los jóvenes y de los pobres de la tierra”, que
“nunca se vuelvan a usar ideologías económicas para ofender y descartar a los
pobres, a los enfermos, a las minorías y los desfavorecidos de todo tipo,
porque la primera ayuda a su indigencia es el respeto y la estima de sus
personas: la pobreza no es una maldición, es solo una desdicha, y no es
responsabilidad de los pobres”; que “el derecho al trabajo digno para todos,
los derechos de la familia y todos los derechos humanos sean respetados en la
vida de cada empresa para cada trabajadora y cada trabajador, garantizados por las políticas sociales de
cada país y reconocidos a nivel mundial con un estatuto compartido que
desaliente las opciones empresariales orientadas solo al lucro a costa de la
explotación de los menores y los más desfavorecidos”; y que “las organizaciones
económicas y las instituciones civiles no estén tranquilas hasta que las
trabajadoras no tengan las mismas oportunidades que los trabajadores, porque
las empresas y los lugares de trabajo sin una adecuada presencia del talento
femenino no son lugares plena y auténticamente humanos y felices”.
La declaración
también pide que “se active una comunión mundial de las tecnologías más
avanzadas para que también en países de bajos ingresos se puedan realizar
producciones sostenibles; se supere la pobreza energética ‒fuente de disparidad
económica, social y cultural‒ para lograr la justicia climática”. Una
tecnología, que bien utilizada es sin duda un gran beneficio para toda la
sociedad, pero que en manos de unas pocas corporaciones transnacionales puede
llegar a devolver a gran parte de la ciudadanía a un modelo de sociedad que se
diferencia poco del siglo XIX por lo que respecta a la condiciones de
desigualdad, tal como explica de manera brillante y exhaustiva la profesora
emérita de la Universidad de Harvard Shoshana Zuboff en su libro “La era del capitalismo
de la vigilancia”, con el significativo título de “La lucha por un futuro
humano frente a lasnuevas fronteras del poder”
y del que podemos encontrar una excelente síntesis en el artículo del
profesor Ignasi Beltrán de Heredia “La pandemia, monos aporreando teclados y
reacciones frente a lo que no tiene precedentes” Me quedo ahora con una frase muy gráfica con
la que profesora Zuboff explica las desigualdades existentes: “Ahora disponemos
de las herramientas para captar bien la destructiva complejidad de la colisión
a la que aquí me estoy refiriendo: lo que nos resulta insoportable es que las
desigualdades económicas y sociales han vuelto a las antiguas pautas feudales
preindustriales, pero nosotros, las personal, no”, y que “… nos sabemos
merecedores de una dignidad y de la oportunidad de vivir una vida eficaz”.
22. La COVID y el
mundo del trabajo. Notas a la Memoria del Director General de la OIT en la 109ª
reunión de la CIT. 7 de junio de 2021 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2021/06/la-covid-y-el-mundo-del-trabajo-notas.html
¿Cuál es el camino
de la recuperación? Es probablemente a mi parecer el capítulo más optimista de
la Memoria, y que se manifiesta de forma muy clara en la afirmación de que
“parece que se ha abierto el camino de la recuperación”. No obstante, la
prudencia sigue siendo mucha en este texto, por las consecuencias de la crisis
y por el agravamiento de las desigualdades entre Estados y entre grupos de
personas.
No deja de ser
significativo, y me parece muy acertado, que se cite a la “nueva economía” con
valores éticos impulsada por el Papa Francisco, abriendo la vía para replantear
las políticas económicas y sociales existentes, siendo un ejemplo recientísimo
el acuerdo del G7 de introducir un impuesto mínimo internacional a las empresas
transnacionales. También, que se abra la vía a la necesidad de un nuevo
contrato social al haberse radicalmente alterado el existente desde la
finalización de la segunda guerra mundial.
23. OIT.
Llamamiento mundial a la acción, y un mensaje claro y directo del Papa
Francisco contra las desigualdades. 21
de junio de 2021. http://www.eduardorojotorrecilla.es/2021/06/oit-llamamiento-mundial-la-accion-y-un.html
Los días 17 y 18 de junio se celebró la cumbre sobre el mundo del trabajo. Según se explica en una nota oficial de prensa “… intervinieron líderes mundiales y representantes de organizaciones de trabajadores y empleadores, así como de las Naciones Unidas. Entre ellos se encontraban el Papa Francisco, el Presidente de la República de Corea, Moon Jae-in, el Primer Ministro de Portugal, António Costa, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden y el Presidente de la República Democrática del Congo, Félix Tshisekedi. La Cumbre se centró en la necesidad de dar una respuesta global a la crisis de la COVID-19 y en la acción necesaria para construir un futuro laboral mejor”.
Especial
importancia tiene a mi parecer el mensaje enviado por el Papa Francisco el día
17, siempre muy atento a los problemas sociales y con especial atención a las
personas más desfavorecidas y vulnerables.
Y el rostro
social, valiente, sin pelos en la lengua, del Papa Francisco, reaparece en este
mensaje, en el que además de alabar el esfuerzo realizado por la OIT en la
búsqueda de una sociedad más justa y solidaria a escala mundial, deja una serie
de aportaciones que sin duda deberían ser objeto de mucha atención, y en
especial obviamente por quienes más se preocupan de la situación de los
colectivos más desfavorecidos, pero sin olvidar el más que relevante papel y
función que asumen las autoridades políticas y
las organizaciones sociales.
Por ello,
reproduzco a continuación varios fragmentos del mensaje. Son, evidentemente,
los que considero más relevantes, y animo a todas las personas interesadas a su
lectura íntegra o a ver el vídeo. Vale la pena.
“…Con las prisas
de volver a una mayor actividad económica al final de la amenaza del COVID-19,
evitemos las pasadas fijaciones en el beneficio, el aislacionismo y el
nacionalismo, el consumismo ciego y la negación de las claras evidencias que
apuntan a la discriminación de nuestros hermanos y hermanas “desechables” en
nuestra sociedad. Por el contrario, busquemos soluciones que nos ayuden a
construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes
y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien
común, una base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado
de la sociedad y de la creación. En ese sentido, el trabajo es verdadera y
esencialmente humano. De esto se trata, que sea humano”.
“… Y una de las características del verdadero
diálogo es que quienes dialogan estén en el mismo nivel de derechos y deberes.
No uno que tenga menos derechos o más derechos dialoga con uno que no los
tiene. El mismo nivel de derechos y deberes garantiza así un diálogo serio…”.
“…debe
garantizarse la protección de los trabajadores y de los más vulnerables
mediante el respeto de sus derechos esenciales, incluido el derecho de la
sindicalización. O sea, sindicarse es un derecho. La crisis del COVID ya ha
afectado a los más vulnerables y ellos no deberían verse afectados
negativamente por las medidas para acelerar una recuperación que se centra
únicamente en los marcadores económicos. O sea, aquí hace también falta una
reforma del modo económico, una reforma a fondo de la economía…”.
“Mirando al
futuro, es fundamental que la Iglesia, y por tanto la acción de la Santa Sede
con la Organización Internacional del Trabajo, apoye medidas que corrijan
situaciones injustas o incorrectas que afectan a las relaciones laborales,
haciéndolas completamente subyugadas a la idea de “exclusión”, o violando los
derechos fundamentales de los trabajadores. Una amenaza la constituyen las
teorías que consideran el beneficio y el consumo como elementos independientes
o como variables autónomas de la vida económica, excluyendo a los trabajadores
y determinando su desequilibrado estándar de vida: «Hoy todo entra dentro del
juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se
come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la
población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin
salida» (Evangelii gaudium, n. 53)”.
“… es necesario
entender correctamente el trabajo. El primer elemento para dicha comprensión
nos llama a focalizar la atención necesaria en todas las formas de trabajo,
incluyendo las formas de empleo no estándar. El trabajo va más allá de lo que
tradicionalmente se ha conocido como “empleo formal”, y el Programa de Trabajo
Decente debe incluir todas las formas de trabajo...”
“… el segundo
elemento para una correcta comprensión del trabajo: si el trabajo es una
relación, entonces tiene que incorporar la dimensión del cuidado, porque
ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado. Aquí no nos referimos sólo al
trabajo de cuidados: la pandemia nos recuerda su importancia fundamental, que
quizá hayamos desatendido. El cuidado va más allá, debe ser una dimensión de
todo trabajo. Un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en
peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la
dignidad de los trabajadores y no puede considerarse decente…”.
“… Además de una
correcta comprensión del trabajo, salir en mejores condiciones de la crisis
actual requerirá el desarrollo de una cultura de la solidaridad, para
contrastar con la cultura del descarte que está en la raíz de la desigualdad y
que aflige al mundo. Para lograr este objetivo, habrá que valorar la aportación
de todas aquellas culturas, como la indígena, la popular, que a menudo se
consideran marginales, pero que mantienen viva la práctica de la solidaridad,
que «expresa mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos». Cada
pueblo tiene su cultura, y creo que es el momento de liberarnos definitivamente
de la herencia de la Ilustración, que llevaba la palabra cultura a un cierto
tipo de formación intelectual o de pertenencia social…”
“.. Los actores
establecidos pueden contar con el legado de su historia, que sigue siendo un
recurso de importancia fundamental, pero en esta fase histórica están llamados
a permanecer abiertos al dinamismo de la sociedad y a promover la aparición e
inclusión de actores menos tradicionales y más marginales, portadores de
impulsos alternativos e innovadores…”
“… A veces, al
hablar de propiedad privada olvidamos que es un derecho secundario, que depende
de este derecho primario, que es el destino universal de los bienes…
“… Invito a los
sindicalistas y a los dirigentes de las asociaciones de trabajadores a que no
se dejen encerrar en una "camisa de fuerza", a que se enfoquen en las
situaciones concretas de los barrios y de las comunidades en las que actúan,
planteando al mismo tiempo cuestiones relacionadas con las políticas económicas
más amplias y las “macro-relaciones”. También en esta fase histórica, el
movimiento sindical enfrenta dos desafíos trascendentales: El primero es la
profecía, y está relacionada con la propia naturaleza de los sindicatos, su
vocación más genuina. Los sindicatos son una expresión del perfil profético de
la sociedad. Los sindicatos nacen y renacen cada vez que, como los profetas
bíblicos, dan voz a los que no la tienen, denuncian a los que “venderían al
pobre por un par de chancletas”, como dice el profeta (cf. Amós 2,6), desnudan
a los poderosos que pisotean los derechos de los trabajadores más vulnerables,
defienden la causa de los extranjeros, de los últimos y de los rechazados.
Claro, cuando un sindicato se corrompe, ya esto no lo puede hacer, y se
transforma en un estatus de pseudo patrones, también distanciados del pueblo.
El segundo
desafío: la innovación. Los profetas son centinelas que vigilan desde su puesto
de observación. También los sindicatos deben vigilar los muros de la ciudad del
trabajo, como un guardia que vigila y protege a los que están dentro de la
ciudad del trabajo, pero que también vigila y protege a los que están fuera de
los muros. Los sindicatos no cumplen su función esencial de innovación social
si vigilan sólo a los jubilados. Esto debe hacerse, pero es la mitad de vuestro
trabajo. Su vocación es también proteger a los que todavía no tienen derechos,
a los que están excluidos del trabajo y que también están excluidos de los
derechos y de la democracia…”
24. Sobre el trabajo y las cuestiones sociales. El
Papa Francisco habla claro y no se calla…, y hace bien (2015-2021). 26 de
octubre de 2021 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2021/10/sobre-el-trabajo-y-las-cuestiones.html
He escrito en
varias ocasiones en este blog y también en el de Cristianisme i Justícia sobre las aportaciones del Papa Francisco en
relación con los temas de interés social en general, y del mundo del trabajo
más en particular, desde la publicación en 2015 de la Encíclica Laudatio SI
Su última
intervención, en el encuentro de los movimientos populares que tuvo lugar el 16
de octubre, me ha animado a reordenar dichos artículos y seleccionar aquellos
contenidos de las intervenciones del Papa que he considerado de mayor interés y
trascendencia, agrupadas todas ellas bajo el título de la presente entrada, con
el que quiero dejar bien claro que Francisco habla alto y bien claro, y no se
calla al denunciar las injusticias existentes.
Que siga en la
misma línea, estoy seguro que es el deseo de quienes apostamos por una sociedad
mucho más justa y solidaria de la que tenemos en la actualidad.
25. Algunas
preguntas y algunas respuestas sobre la reforma laboral, y una nota sobre el
interés del mundo eclesial por la misma. 29 de marzo de 2022 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2022/03/algunas-preguntas-y-algunas-respuestas.html
Pregunta
¿Por qué la
Iglesia se interesa por algo tan mundano como una reforma laboral?
Respuesta
Buena pregunta. No
me queda otro remedio, y lo hago con mucha satisfacción, que acudir a las
palabras del Papa Francisco.
Ya hace muchos
años, con ocasión de una sesión de trabajo en el Centro de Estudios
Cristianismo y Justicia, al que pertenezco desde 1982, manifestaba que “Sigo
con mucho interés las aportaciones del Papa Francisco sobre asuntos económicos
y sociales, y me ha impresionado gratamente su valoración positiva del derecho
al trabajo, en sintonía con la doctrina social de la Iglesia. Creo que el
primer reto a superar es tomar conciencia de la importancia del derecho al
trabajo como un derecho de ciudadanía, y a continuación adoptar las medidas
necesarias, tal como propugna la Organización Internacional del Trabajo, para
que sea un trabajo decente, con derechos que permitan tener una vida laboral
digna para toda persona trabajadora”.
Más adelante,
presté atención a su aportación en la encíclica Laudatio SI , destacando el
concepto amplio de trabajo que utilizaba, coherente a mi parecer con las nuevas
realidades del mundo laboral, planteándose la “correcta concepción del trabajo”
y manifestando que no debemos hablar sólo del trabajo manual o del trabajo con
la tierra, “sino de cualquier actividad que implique alguna transformación de
lo existente, desde la elaboración de un informe social hasta el diseño de un
desarrollo tecnológico”, concluyendo que “cualquier forma de trabajo tiene detrás una idea sobre la
relación que el ser humano puede o debe establecer con lo otro de sí”, y
afirmando más adelante que “la diversificación productiva da amplísimas
posibilidades a la inteligencia humana para crear e innovar, a la vez que
protege el ambiente y crea más fuentes
de trabajo”.
Añadía entonces
por mi parte, que “... y ahora, parémonos a pensar en los debates actuales
sobre las relaciones de trabajo y la necesidad de poder manifestar en ellas
todos los valores que tiene una persona, en muchas ocasiones tapados,
oscurecidos o simplemente inexistentes por el ejercicio desmesurado, y poco
productivo, del poder de dirección empresarial; porque, si no supiéramos quien
realiza las manifestaciones que recojo a continuación, bien pudiéramos pensar
que estábamos, al menos en parte, ante palabras de un director inteligente y
responsable de recursos humanos: “El trabajo debería ser el ámbito de este
múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas dimensiones de la
vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo de capacidades,
el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una actitud de
adoración. Por eso, en la actual realidad social mundial, más allá de los
intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad
económica, es necesario que «se siga buscando como prioridad el objetivo del
acceso al trabajo por parte de todos”.
Poco tiempo
después, y ya impactados por la crisis sanitaria, con sus devastadoras
consecuencias económicas y sociales, de la COvid-19, en una reunión sobre el
mundo del trabajo celebrada por la OIT en junio de 2021, el Papa, en el mensaje enviado a la
reunión, afirmaba con claridad que “Mirando al futuro, es fundamental que la
Iglesia, y por tanto la acción de la Santa Sede con la Organización
Internacional del Trabajo, apoye medidas que corrijan situaciones injustas o
incorrectas que afectan a las relaciones laborales, haciéndolas completamente
subyugadas a la idea de “exclusión”, o violando los derechos fundamentales de
los trabajadores”.
Es decir, algo tan
“mundano” como es la reforma laboral debe interesar, y mucho, a la Iglesia, ya
que afecta a la vida de millones de personas, y con especial afectación a
quienes tienen mayor necesidad de protección, si queremos seguir siendo fieles
a la doctrina social.
Hace pocos días,
en un artículo sobre los 40 años de Cristianismo y Justicia, manifestaba que
“recordar la historia es siempre un ejercicio necesario, pero no para hacer un
ejercicio de nostalgia sino para aprender de aquello que se hizo bien y por
supuesto también de los errores que se cometieron, al mismo tiempo que nos
sirve para seguir mirando hacia el futuro”, y que si para muestra vale un botón
de la actividad de CiJ, “el primer Cuaderno, que tuve la inmensa suerte de
redactar a partir de una petición de mi maestro Joan N. García-Nieto, se
publicó en mayo de 1982 y lo dediqué a los retos del sindicalismo en la década
de los ochenta, planteando, desde mis claras convicciones, y también hay que
reconocerlo con una exagerada seguridad fruto de una edad que no llegaba a la
treintena, de por dónde debía ir la actuación de aquellas organizaciones que
representan al mundo del trabajo para la mejor defensa de los intereses de las
personas trabajadoras. Unas propuestas, que se acompañaban de la importancia que
debía darse, y que no ha decaído en absoluto cuarenta años después como lo
demuestran las aportaciones del Papa Francisco, a las reflexiones hechas desde
la doctrina social de la Iglesia”. Y concluía de esta forma: “CiJ ha visto
pasar, desde su creación, muchos cambios en la vida económica y social, muchos
cambios en el mundo del trabajo, muchas reformas de la normativa laboral, y
va a seguir muy atento al análisis y
reflexión de cómo abordar las nuevas realidades y de cómo buscar alternativas y
efectuar propuestas dirigidas a mejorar la situación de una parte nada
menospreciable de la población que corre el riesgo de quedar “excluida” si no
se adoptan las medidas políticas, económicas y sociales necesarias para
evitación”.
Si cambiamos “CiJ”
por cualquier otra organización o colectivo presente en el mundo eclesial y que
apuesta por la plena aplicación de la doctrina social de la Iglesia sobre el
mundo del trabajo y lucha por evitar “la cultura del descarte” o “la globalización
de la indiferencia”, estoy seguro de que todas ellas, y sus integrantes, se
sentirán plenamente interpelados sobre la importancia de dedicarle la debida
atención no solo a esta reforma sino a cualesquiera cambios en las normas
laborales, tanto las legales como las que son resultado de las negociaciones
colectivas”.
26. El trabajo
decente o digno. Pasar de las palabras a las normas y a los hechos. 14 de noviembre de 2022 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2022/11/el-trabajo-decente-o-digno-pasar-de-las.html
He escrito en
varias ocasiones sobre las aportaciones del Papa Francisco en relación con los
temas de interés social en general, y del mundo del trabajo más en particular,
desde la publicación en 2015 de la Encíclica Laudatio SI. Querría ahora
destacar de esta, por su importancia, el concepto amplio de trabajo que
utiliza, coherente a mi parecer con las nuevas realidades del mundo laboral,
planteándose la “correcta concepción del trabajo” y manifestando que no debemos
hablar sólo del trabajo manual o del trabajo con la tierra, “sino de cualquier
actividad que implique alguna transformación de lo existente, desde la
elaboración de un informe social hasta el diseño de un desarrollo tecnológico”,
concluyendo que “cualquier forma de
trabajo tiene detrás una idea sobre la relación que el ser humano puede
o debe establecer con lo otro de sí”, y afirmando más adelante que “la
diversificación productiva da amplísimas posibilidades a la inteligencia humana
para crear e innovar, a la vez que protege el ambiente y crea más fuentes de trabajo”.
Y ahora, parémonos
a pensar en los debates actuales sobre las relaciones de trabajo y la necesidad
de poder manifestar en ellas todos los valores que tiene una persona, en muchas
ocasiones tapados, oscurecidos o simplemente inexistentes por el ejercicio desmesurado,
y poco productivo, del poder de dirección empresarial; porque, si no supiéramos
quien realiza las manifestaciones que recojo a continuación, bien pudiéramos
pensar que estábamos, al menos en parte, ante palabras de un director
inteligente y responsable de recursos humanos: “El trabajo debería ser el
ámbito de este múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas
dimensiones de la vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo
de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una
actitud de adoración. Por eso, en la actual realidad social mundial, más allá
de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad
económica, es necesario que «se siga buscando como prioridad el objetivo del
acceso al trabajo por parte de todos”.
En esta búsqueda
del empleo digno para tener una vida digna (¿a que éstos términos les suenan
mucho de documentos de la OIT?) el Papa Francisco alerta sobre un mal uso del
cambio tecnológico que sólo se concrete en la reducción de costes de producción
y de personas empleadas reemplazadas por máquinas, llamando su atención (que
creo que es coincidente con la de todas las instituciones y organismos
internacionales que abordan los efectos de la tecnología sobre el mundo del
trabajo) sobre la necesidad de tener en consideración, ante cualquier decisión
que se adopte al respecto, el coste humano que puede tener (y aunque no lo diga
expresamente estoy seguro de que cabe añadir que es necesario plantearse qué
medidas sociales adoptar para evitar tales costes), alertando de que “dejar de
invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy mal
negocio para la sociedad”.
27. Sigamos
hablando de las desigualdades (aunque sea reiterar e incluso reforzar lo
expuesto en años anteriores) y de propuestas para su corrección (solo por
algunos). Fórum Económico Mundial, Oxfam, OIT, FMI. 16 de enero de 2024 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2024/01/sigamos-hablando-de-las-desigualdades.html
Y entre documentos
“técnicos”, que no hay duda también de que tienen un componente político claro,
permítanme que introduzca las reflexiones sociales del Papa Francisco, del que
el director de cine italiano Marco Bellocchio ha dicho recientemente en tono
positivo, y no le falta gran parte de razón a mi parecer, que “es más de
izquierdas que cualquier político de Italia”, manifestadas en su Mensaje para
la celebración de la 57 Jornada mundial de la paz, el 1 de enero, dedicado a
“Inteligencia artificial y paz”, del que recomiendo especialmente la lectura
del apartado 5 dedicado a “temas candentes para la ética”, y en el que al
referirse al impacto tecnológico en el ámbito laboral se manifiesta en estos
términos: “Trabajos que en un tiempo eran competencia exclusiva de la mano de
obra humana son rápidamente absorbidos por las aplicaciones industriales de la
inteligencia artificial. También en este caso se corre el riesgo sustancial de
un beneficio desproporcionado para unos pocos a costa del empobrecimiento de muchos.
El respeto de la dignidad de los trabajadores y la importancia de la ocupación
para el bienestar económico de las personas, las familias y las sociedades, la
seguridad de los empleos y la equidad de los salarios deberían constituir una
gran prioridad para la comunidad internacional, a medida que estas formas de
tecnología se van introduciendo cada vez más en los lugares de trabajo”.
28. Una nueva
oportunidad para debatir sobre las políticas de inmigración. A propósito del
pacto europeo de migración y asilo (ICAB, 25 de marzo). 22 de marzo de
2024 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2024/03/una-nueva-oportunidad-para-debatir.html
Concluyo aquí esta
nueva entrada de análisis de las políticas de inmigración, que sin duda
centrarán buena parte de los debates en próximas elecciones tanto europeas como
españolas autonómicas. Esperemos y deseemos, aunque la realidad actual no va,
me parece, por este camino, que se trate de un debate y discusión
constructivos. Me quedo con las palabras del Papa Francisco en la Carta
dirigida el 21 de marzo a un grupo de migrantes reunidos en lajas blancas,
Panamá: “Hermanos y hermanas migrantes, no se olviden nunca de su dignidad
humana. No tengan miedo de mirar a los demás a los ojos porque no son un
descarte, sino que también forman parte de la familia humana y de la familia de
los hijos de Dios. Y gracias por estar ahí”.
29. Flujo
incesante de decisiones políticas, informes técnicos, documentos académicos, y
propuestas con acento en las cuestiones éticas, sobre inteligencia artificial.
Lecturas relacionadas con el mundo del trabajo. 30 de junio de 2024 http://www.eduardorojotorrecilla.es/2024/06/flujo-incesante-de-decisiones-politicas.html
Discurso del Santo
Padre Francisco en la sesión del G7 sobre inteligencia artificial 14 de junio
de 2024.
“Me dirijo hoy a
ustedes, líderes del Foro Intergubernamental del G7, con una reflexión sobre
los efectos de la inteligencia artificial en el futuro de la humanidad...
No podemos dudar,
ciertamente, de que la llegada de la inteligencia artificial representa una
auténtica revolución cognitiva-industrial, que contribuirá a la creación de un
nuevo sistema social caracterizado por complejas transformaciones de época. Por
ejemplo, la inteligencia artificial podría permitir una democratización del
acceso al saber, el progreso exponencial de la investigación científica, la
posibilidad de delegar a las máquinas los trabajos desgastantes; pero, al mismo
tiempo, podría traer consigo una mayor inequidad entre naciones avanzadas y
naciones en vías de desarrollo, entre clases sociales dominantes y clases
sociales oprimidas, poniendo así en peligro la posibilidad de una “cultura del
encuentro” y favoreciendo una “cultura del descarte”.
Conviene recordar
siempre que la máquina puede, en algunas formas y con estos nuevos medios,
elegir por medio de algoritmos. Lo que hace la máquina es una elección técnica
entre varias posibilidades y se basa en criterios bien definidos o en
inferencias estadísticas. El ser humano, en cambio, no sólo elige, sino que en
su corazón es capaz de decidir. La decisión es un elemento que podríamos
definir el más estratégico de una elección y requiere una evaluación
práctica... Necesitamos garantizar y proteger un espacio de control
significativo del ser humano sobre el proceso de elección utilizado por los
programas de inteligencia artificial. Está en juego la misma dignidad humana.
Olvidar que la
inteligencia artificial no es otro ser humano y que no puede proponer
principios generales, es a veces un gran error que parte de la profunda
necesidad de los seres humanos de encontrar una forma estable de compañía, o
bien de un presupuesto subconsciente, es decir, de la creencia de que las
observaciones obtenidas mediante un mecanismo de cálculo estén dotadas de las
cualidades de certeza indiscutible y de universalidad indudable.... La calidad
de las respuestas que los programas de inteligencia artificial pueden dar, sean
más o menos sofisticadas, depende en última instancia de los datos que manejan
y de cómo estos los estructuran
... No debemos
olvidar que ninguna innovación es neutral. La tecnología nace con un propósito
y, en su impacto en la sociedad humana, representa siempre una forma de orden
en las relaciones sociales y una disposición de poder, que habilita a alguien a
realizar determinadas acciones impidiéndoselo a otros. Esta dimensión de poder
que es constitutiva de la tecnología incluye siempre, de una manera más o menos
explícita, la visión del mundo de quien la ha realizado o desarrollado.
La decisión ética,
de hecho, es aquella que tiene en cuenta no sólo los resultados de una acción,
sino también los valores en juego y los deberes que se derivan de esos valores.
Por esto he acogido con satisfacción la firma en Roma, en 2020, de la Rome Call
for AI Ethics... y su apoyo a esa forma de moderación ética de los algoritmos y
de los programas de inteligencia artificial que he llamado “algorética”... En un contexto plural y global, en el que
también se muestran las distintas sensibilidades y plurales jerarquías en las
escalas de valores, parecería difícil encontrar una única jerarquía de valores.
Pero en el análisis ético podemos recurrir además a otros tipos de
instrumentos. Si nos cuesta definir un solo conjunto de valores globales,
podemos encontrar principios compartidos con los cuales afrontar y disminuir
eventuales dilemas y conflictos de la vida”
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