Reproduzco en esta
entrada, revisado y ampliado, el texto de mi intervención ayer viernes, 29 de
abril, en la celebración diocesana del Primero de Mayo en la Iglesia de SantaMaría de Cornellà del Llobregat, en el acto organizado por los movimientos
obreros cristianos de Cataluña y Baleares (ACO, GOAC, JOC, MIJAC), curas obreros,
religiosas en barrios y delegaciones de pastoral obrera de las diócesis de
Cataluña.
1. Buenas tardes. Deseo en
primer lugar manifestar mi agradecimiento a las entidades y grupos
organizadores del acto por su invitación a participar en el mismo. Con este
acto conmemoramos la lucha de los trabajadores de Chicago en 1886, pero su
recuerdo, como me decía hace unos días el Presidente de la Fundación Utopía Joan
N. García Nieto d’Estudis Socials del Baix Llobregat, Francesc Castellana, “no
puede ni debe limitarse al homenaje a los que han dado todo, incluso la vida,
por los derechos laborales y sindicales”, sino que hay que formular nuevas
propuestas de actuación.
2. En mi intervención pretendo
dar respuesta, siquiera sea esquemática, a la petición formulada por el amigo
Pepe Rodado, delegado de pastoral obrera de la Diócesis de Barcelona, de
presentar la figura de Joan N. García-Nieto y más concretamente de las
aportaciones que efectuó sobre el trabajo “digno” y las propuestas de
actuación, para unir las reflexiones del ayer con la realidad actual en la que
exigimos “un trabajo con derechos para una sociedad decente y justa”.
Justamente el lema de “Construirun futuro con un trabajo decente” es el de la próxima Conferencia Internacional
del Trabajo, 105ª reunión, que se celebrará en Ginebra de 30 de mayo al 11 de
junio. En la memoria general presentada por su Director General Guy Rider,publicada el 22 de abril, se aportan una seria de cifras significativas para
poner de manifiesto que “la lucha para lograr el respeto universal de los
principios y derechos fundamentales en el trabajo dista mucho de haberse
ganado”, y que son las siguientes: “En 2014, el número de desempleados en todo
el mundo superó los 200 millones y, con la incorporación al mercado de trabajo
mundial de 40 millones de personas cada año, esa cifra seguirá aumentando.
Asimismo, la propia naturaleza del trabajo plantea importantes cuestiones que
la OIT trata de abordar. El sector informal sigue concentrando a la mitad de
los trabajadores del planeta, de los cuales menos del 25 por ciento tienen un
empleo permanente a tiempo completo y cerca del 75 por ciento carecen de acceso
a una protección social adecuada. En el mundo hay además 168 millones de niños
que trabajan y 21 millones de personas que son víctimas de trabajo forzoso”. Por otra parte, hay que destacar la
importancia de la inclusión del trabajo decente en la Agenda 2030 de lasNaciones Unidas para el desarrollo sostenible y su estrecha relación con otros
de los objetivos globales planteados como son “promover el
crecimiento económico sostenible
y el empleo
productivo (Objetivo 8);
crear industrias inclusivas
y sostenibles (Objetivo 9);
reducir las desigualdades (Objetivo
10); garantizar modalidades
de producción y consumo sostenibles
(Objetivo 12); y fortalecer las alianzas
para alcanzar un desarrollo sostenible
(Objetivo 17)”. En fin, el trabajo decente está en el centro de las
reivindicaciones del sindicalismo internacional de este Primero de Mayo, junto
con la defensa y protección de las personas más desfavorecidas y la lucha contra
las cada vez más crecientes desigualdades a escala mundial. Fiel reflejo de
todo ello es el Manifiesto de la Confederación Sindical Internacional, quelleva por título “Alto a la codicia corporativa”, y en que se expone que “En
este primero de mayo muchos marcharán bajo pancartas por la libertad y contra
los conflictos y la esclavitud, muchos se manifestarán pidiendo justicia para
los refugiados, muchos defenderán unos salarios mínimos y negociación colectiva
y se opondrán a la codicia corporativa, muchos exigirán justicia climática y
muchos otros darán la bienvenida a los refugiados. En todas estas
reivindicaciones están los principios fundamentales de igualdad y justicia
social que inspiran las acciones de los sindicalistas cada día”.
Refiriéndonos ahora a
España, quiero referirme al reciente informe presentado por Cáritas Española “Economíay personas. Cambiando el foco cambiamos los resultados” (Informe de economíasolidaria 2015), en el que pone de manifiesto que vivimos en una sociedad cada
vez más desigual y que son muchos los datos que así lo confirman: “Lo cierto es
que en nuestro país, la desigualdad se ha incrementado a lo largo de los
últimos años, situándonos a la cabeza de Europa (solo detrás de Rumanía). Así,
encontramos que la renta del 20% más rico es 6,8 veces superior a la del 20%
más pobre. En el territorio encontramos también diferencias considerables, pues
los distintos modelos de producción y las diferencias autonómicas relativas a
la protección social, la salud y la educación contribuyen a un mayor distanciamiento.
Esto ha ocasionado que entre 2008 y 2014, 13 de las 17 CCAA hayan incrementado
su nivel de desigualdad. Una desigualdad en términos económicos, pero también
en el acceso a determinados bienes, servicios e incluso en la garantía de
determinados derechos”. No de extrañar por todo ello que en el Manifiestoelaborado para este Primero de Mayo por CC.OO. y UGT, con el título “Contra lapobreza salarial y social: trabajo y derechos”, se exija “una nueva política
que sitúe en primera línea la recuperación del empleo estable, de los derechos
económicos y sociales arrebatados a los trabajadores y trabajadoras y la mejora
de las condiciones de vida y de trabajo en el plazo más corto posible”.
3. Quiero recordar que Joan
insistía en que no podíamos caer en el pesimismo y decir que no se puede hacer
nada ante los problemas existentes. Y sigue siendo hoy verdad que los
cristianos podemos y tenemos que decir mucho en todo aquello que nos afecta de
la vida cotidiana, y muy especialmente en aquello que es el mundo del trabajo.
No podemos aceptar la “globalización de la indiferencia”, tal como hadenunciado el Papa Francisco.
Joan defendía la utopía
para defender un nuevo “proyecto social”, que en modo alguno debía confundirse
con algo inaccesible, un mito o una quimera, porque la utopía “es algo que no
existe aquí y ahora, pero está en el horizonte como objetivo, como inspiración
de algo nuevo que puede existir. Algo inédito pero viable, en frase de Paulo
Freire”.
Joan nos enseñaba que la
memoria histórica es algo fundamental en la conformación de las señas de
identidad de un pueblo, y que para ganar el presente, y el futuro, no se ha de
olvidar el pasado. También nos enseñó, y quienes estamos en el ámbito educativo
deberíamos aún ser más sensibles a sus reflexiones y pensamientos, que para
transformar la realidad no basta solamente con ser idealista, sino que es
necesario tener un profundo conocimiento de dicha realidad. Refiriéndose al
sindicalismo ponía de manifiesto, y su reflexión sigue siendo plenamente
válida, que el movimiento obrero “no es algo estático, sino que se va haciendo
con la práctica cotidiana de la lucha obrera” y que en su análisis “nunca se
pueden establecer principios dogmáticos o principios inmutables”.
4. Joan planteaba una
serie de cuestiones que siguen siendo hoy de rabiosa actualidad adaptadas al
momento histórico que vivimos,
A) El análisis con
seriedad y rigurosidad de los cambios que se producen (añado yo ahora, ayer,
hoy y mañana) en el mundo del trabajo, en la actividad productiva y en la
composición de la fuerza de trabajo (manual e intelectual).
B) La denuncia de la
explotación de los trabajadores en el ámbito de lo que entonces eran las
“nuevas formas de organización del trabajo” (del taylorismo al fordismo y después
al toyotismo”. En su libro, de 1975, “Tiempos modernos. El control capitalistay la respuesta obrera” explicaba con claridad como las (entonces) modernas
técnicas de organización científica del trabajo de rostro más humano, menos
agresivas, “no son sin embargo más que otras técnicas solapadas para el
ejercicio del poder en la fábrica”. Hoy el poder no se ejerce sólo en la
fábrica, sino en el seno de unas relaciones de trabajo mucho más diversificadas
y fragmentadas, donde los conceptos de “tiempo de trabajo” y “centro de
trabajo” son sustancialmente distintos en muchas ocasiones a los de hace pocos
años. Joan ya se planteaba una temática que después alcanzaría mucha más
importancia, cuál era la descentralización productiva (más adelante llamada externalización,
outsourcing), y a buen seguro que ahora le preocuparían las relaciones de
trabajo, el trabajo decente, en las cadenas mundiales de suministro.
C) Una mayor
participación de todos los trabajadores en las decisiones que les afectan en el
mundo de la empresa. Igualmente, la necesidad de que los ciudadanos y las
personas trabajadoras tuvieran mucho que decir en las decisiones políticas y
sociales que les afectaran. Hoy, en 2016, en el ámbito político y social esa
participación debería tener a corregir ese único objetivo que parecen perseguir
algunas transformaciones económicas y comerciales, cuál es el de enriquecer
abusiva y desmesuradamente al 1 % de la población”, con un radical incremento
de las desigualdades y el empobrecimiento de una parte importante de la
población.
D) Cómo afectaban las
entonces denominadas “nuevas tecnologías” y su impacto en el mundo del trabajo.
Hoy podemos hablar ya de la cuarta revolución industrial y de la necesidad de
responder a los retos que plantea.
En las explicaciones de
la parte histórica de las relaciones de trabajo les hablo, y explico, a mi
alumnado sobre la primera revolución industrial, la del siglo XVIII, el
nacimiento de la producción fabril y la aparición del movimiento obrero y las
organizaciones sindicales, y me acerco después a la segunda, con la aparición
de las cadenas de montaje, el surgimiento del taylorismo y del fordismo, donde
la persona trabajadora era un mero engranaje más de la máquina, y las luchas
por las mejoras condiciones de trabajo. No necesito hablarles de la tercera,
porque ellos han nacido con la tecnología electrónica y digital, que es algo ya
incorporado con plena normalidad a su vida cotidiana y con la que operan en sus
estudios y en la vida laboral en la que muchos de ellos ya están integrados. Constato
ahora que necesito actualizarme para no quedar fuera de la realidad en la que
ya viven personas, no tan jóvenes, a las que imparto docencia en otros cursos,
y analizar a fondo, para aprender primero y explicar después, el impacto en el
mundo del trabajo de la llamada cuarta revolución industrial o industria 4.0,la que ha sido conceptuada y definida en los estudios realizados al efecto comola que utiliza la inteligencia artificial e información en tiempo real paraaumentar la productividad y reducir los costos. Creo que el reto que tienen las
organizaciones sindicales es no quedarse ancladas en una realidad productiva
que está cambiando a pasos agigantados y ser sujetos activos del cambio,
poniendo en el centro de la negociación con las organizaciones empresariales,
con las empresas y los gobiernos, la puesta en marcha de las medidas adecuadas
y necesarias para incentivar la adquisición del conocimiento necesario en una
marco productivo donde la persona y la máquina trabajarán, de hecho ya es así,
conjuntamente. Sólo aquellos países y aquellas empresas que sean conscientes de
la necesaria implicación de personal muy cualificado en la actividad productiva
podrán mirar al futuro con garantías de resultados positivos para toda la sociedad.
E) La distribución,
reorganización y reparto del trabajo. ¿Hemos avanzado en este punto desde que
lo planteara Joan? ¿Combinamos adecuadamente la flexibilidad organizativa
demandada por la parte empresarial y el interés por parte laboral de poder conciliar
adecuadamente tiempos de vida y de trabajo? Queda mucho, mucho por hacer.
F) La búsqueda de modelos
empresariales participativos y solidarios, aquello que ahora se llama la
economía social y solidaria (entonces no se había puesto de moda aún el término
“emprendimiento” y todo lo que parece llevar consigo, que no siempre es ese
valor social y solidario de las empresas de la economía social). Joan apostaba
por articular entre los poderes públicos, la iniciativa social y las
organizaciones sindicales, políticas de empleo estable que incentivaran su
contenido social, en la línea defendida por la Organización Internacional del
Trabajo, “con una expansión cuantitativa y cualitativamente relevante de los
sectores vinculados al tiempo libre, la educación y las actividades sociales y
culturales, todas aquellas en suma que después pasaron a denominarse “nuevos
yacimientos de empleo”.
G) La lucha contra todo
tipo de exclusión y marginación, con especial atención a los problemas de los
más excluidos, aquellos que quedan fuera de los circuitos ordinarios o
regulares de la vida social y laboral. Hoy sigue siendo necesaria esta lucha,
que no afecta sólo a las personas que están fuera del mercado de trabajo (con
especial atención a la problemática de los jóvenes y de los mayores de 50
años), sino que también afecta a los “trabajadores pobres”, los que trabajan
pero sus ingresos no les permiten salir de la pobreza. Era especial su
preocupación por los jóvenes y las mujeres, por el incremento de las
situaciones de economía irregular o sumergida y de pérdida de derechos de los
trabajadores en tal situación. En la actualidad, su preocupación sería mayor si
conociera, por ejemplo, la temática de la utilización del contrato a tiempo
parcial, o la figura de los falsos autónomos. Joan se cuestionaba (fíjense la
actualidad que sigue teniendo su reflexión) como evitar una sociedad dual
“compuesta por una minoría de individuos con un trabajo estable y bien
remunerado y cualificado, y el resto de la población activa condenada a
trabajos precarios, eventuales, sumergidos o simplemente sin ningún trabajo”.
H) Cantidad sí, pero
calidad del trabajo también, y atención a las nuevas realidades laborales en
donde el trabajo asalariado muchas veces existe pero está “oculto” en términos
jurídicos. Ya se apuntaban algunas
preocupaciones en la obra de Joan que ahora se confirman. En efecto, en un
reciente estudio del Instituto Sindical de Estudios, de la ConfederaciónEuropea de Sindicatos, sobre el mercado de trabajo en los países de la UniónEuropea se pone de manifiesto que un análisis del desarrollo del mercado de
trabajo, y de sus características sugiere que el debate sobre la calidad del
trabajo “debe estar, como nunca lo ha estado antes, en el primer plano de la
agenda política”, y que aquella “no debe sólo prestar atención a (la mejora) de
los sistemas educativos y de la oferta de trabajo, sino que debe prestar mucha
atención a la calidad de los puestos de trabajo creados”. En estrecha relación
con lo anterior, el documento enfatiza que las políticas tendentes a favorecer
el mantenimiento de los trabajadores de edad avanzada en el mercado de trabajo
deben prestar especial atención a que este mantenimiento “no se produzca
simplemente porque los trabajadores no tienen otra alternativa legal o
económica, sino porque son capaces de encontrar un empleo de calidad adecuado a
sus cualificaciones, salud y necesidades económicas”. La calidad, más
exactamente mala calidad, del empleo afecta en especial a los trabajadores
pobres, y es muy interesante destacar el acento que pone el estudio en que
dicho aumento afecta en especial a quienes no tienen la condición jurídica de
asalariado, grupo que incluye “no sólo a los autónomos sino también a quienes
están implicados en las nuevas formas de trabajo que están apareciendo en la
economía digital”, algo que es calificado como “un particularmente alarmante
desarrollo para el futuro del trabajo”.
Refiriéndonos ahora a lacalidad del empleo en España, cabe hacer a un reciente informe elaborado porAsempleo sobre el mismo en el que se formulan estas consideraciones: “Las
condiciones adecuadas para progresar y aumentar la calidad del empleo deben implicar
cambios tanto en el lado de la oferta de trabajo (como la apuesta clara por el
incremento del nivel educativo de la población, el desarrollo de la formación
profesional y la formación en el trabajo, y la integración de los subsistemas
de educación y formación) como en el lado de la demanda de trabajo (en el
ámbito microeconómico –en cuanto a la utilización del trabajo dentro de las
empresas en aspectos como la estabilidad, la formación, los salarios, el tiempo
de trabajo, la autonomía, la toma de decisiones, etc.- y en el macroeconómico
–como en la política sectorial, tecnológica, etc.-)”.
H) Abordar la situación
difícil de los países del llamado tercer mundo. Hoy hablamos de la inmigración y
más recientemente de los refugiados que huyen de las guerras y de la miseria en
busca de una vida mejor para ellos y sus familias. Joan ya intuía la
importancia que adquiriría el fenómeno migratorio, y estoy seguro que su
defensa de todas las personas trabajadoras, con independencia de su origen o
lugar de nacimiento, ha dejado huella (¡y que no la borren!), en el mundo
político, sindical y eclesial.
I) En fin, nuevas formas
de redistribución de la renta, que no podían pasar única y exclusivamente (¡y
lo decía ya en el año 1989!), por la percepción de un salario, ante el menor
número de personas que iban a percibirlo por el impacto del cambio tecnológico
y del incremento del desempleo, apostando por la puesta en marcha de un salario
ciudadano, como derecho de toda persona en razón de su participación en el
proceso productivo. Joan nos hablaba del impacto de la segunda revolución
industrial (no conoció la tercera) y de la necesidad de evitar de “socializar y
repartir los costes económicos-sociales que esta implica en términos de empleo
productivo”.
5. A modo de síntesis. ¿Cuáles eran, según Joan,
los grandes problemas y retos del mundo del trabajo en la década de los
noventa? Y debemos nosotros preguntarnos hoy ¿cuáles son ahora?
A) El desempleo
estructural de una parte importante de la población.
B) Las mutaciones o
cambios tecnológicos.
C) Los cambios en las
estructuras productivas, con transferencia de producción intensiva en mano de
obra a países, en aquel entonces, con costes salariales muy inferiores a los de
los países desarrollados.
D) La importancia de la
adquisición de conocimientos y cualificación profesional para poder estar en el
mundo del trabajo, en condiciones dignas, en la fase de intensa transformación
tecnológica, que en 2016 es aún superior.
E) Políticas educativas y
formativas adecuadas para enfrentarse a los nuevos retos sociales y culturales,
“desafío difícil el de la formación que necesita unas voluntades políticas y
culturales renovadas. Desafío para los enseñantes, para las comunidades
educativas y desde luego para los sindicatos, para todas las fuerzas sociales y
para las diversas Administraciones”.
6. Finalizo mi
intervención con unas breves referencias a la encíclica Laudatio SI, de 24 de
mayo de 2015, que estoy seguro que agradarían a Joan y que debemos tener bien
presentes todos los cristianos.
Me interesa destacar el
concepto amplio de trabajo que utiliza el Papa Francisco, coherente a mi parecer
con las nuevas realidades del mundo laboral, planteándose la “correcta
concepción del trabajo” y manifestando que no debemos hablar sólo del trabajo
manual o del trabajo con la tierra, “sino de cualquier actividad que implique
alguna transformación de lo existente, desde la elaboración de un informe
social hasta el diseño de un desarrollo tecnológico”, concluyendo que
“cualquier forma de trabajo tiene detrás
una idea sobre la relación que el ser humano puede o debe establecer con lo
otro de sí”, y afirmando más adelante que “la diversificación productiva da
amplísimas posibilidades a la inteligencia humana para crear e innovar, a la
vez que protege el ambiente y crea más
fuentes de trabajo”. Y ahora, parémonos a pensar en los debates actuales sobre las
relaciones de trabajo y la necesidad de poder manifestar en ellas todos los
valores que tiene una persona, en muchas ocasiones tapados, oscurecidos o
simplemente inexistentes por el ejercicio desmesurado, y poco productivo, del
poder de dirección empresarial; porque, si no supiéramos quien realiza las
manifestaciones que recojo a continuación, bien pudiéramos pensar que
estábamos, al menos en parte, ante palabras de un director inteligente y
responsable de recursos humanos: “El trabajo debería ser el ámbito de este
múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas dimensiones de la
vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo de capacidades,
el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una actitud de
adoración. Por eso, en la actual realidad social mundial, más allá de los
intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad
económica, es necesario que «se siga buscando como prioridad el objetivo del
acceso al trabajo por parte de todos”.
7. Concluyo. La historia
no está escrita, la escribimos los hombres y mujeres en cualquier lugar de
mundo. De nosotros depende que vivamos mejor o peor en los próximos años, pero
sabiendo que sí hay las condiciones adecuadas para que esa mejoría llegue a la
gran mayoría de las personas trabajadoras, y que los beneficios del cambio no
se queden en un escuálido uno por ciento de la población mundial.
Muchas gracias.
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