1. Fiel a su cita
anual desde 1990, la Asociación Española de Derecho del Trabajo y de laSeguridad Social ha celebrado esta semana su XXVII congreso, en la Facultad deCiencias Jurídicas de la Universidad Rovira i Virgili. Durante dos días, hemosdebatido y analizado la política laboral y social europea, haciendo balance de la
misma hasta el momento presente y abordando sus perspectivas ante un futuro
europeo, y también mundial, muy incierto por lo que respecta al respeto y
mantenimiento, cuando están reconocidos, y obtención, cuando no lo estén, de
los derechos sociales.
Ya disponemos, y
hay que felicitar a quienes han sido ponentes y comunicantes, de todas las
ponencias y comunicaciones presentadas en el Congreso. Las ponencias pueden serconsultadas en la página web de la Asociación, así como también, junto con
todas las comunicaciones, en el libro publicado en las mismas fechas del Congresopor Ediciones Cinca, y que lleva justamente el título del Congreso: “Balance y perspectivade la política social europea”. En su nota de presentación puede leerse lo
siguiente: “ La presente obra colectiva publica las actas del XXVII Congreso de
Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, celebrado los días 1 y 2 de junio
de 2017 en Tarragona bajo el título “Balance y perspectivas de la política
laboral y social europea”. El Congreso se celebra en un momento en el que el
proyecto europeo se encuentra en una intensa encrucijada, a resultas de
diversos hechos que de manera acumulada han provocado un importante revulsivo
sobre las instituciones comunitarias (los efectos negativos de la gestión de la
crisis económica con el consiguiente incremento de las desigualdades sociales,
la compleja gestión de la fuerte presión de flujos migratorios, la solicitud de
desconexión político-institucional por parte del Reino Unido, los debates en torno
a las negociaciones de los Tratados de libre comercio, etc.). Todas estas
circunstancias han confluido y justifican con creces que la temática del
presente Congreso anual y su libro giren en torno al diagnóstico y previsible
evolución de las políticas laboral y social en el seno de la Unión Europea”.
Buena parte de
estas reflexiones recogidas en la nota de presentación son desarrolladas más ampliamente
en el prólogo de la obra, a cargo del presidente saliente de la Asociación, el profesor
Jesús Cruz, en el que, además, efectúa una excelente síntesis de las ponencias
presentadas al Congreso, así como también de la magistral conferencia de
clausura pronunciada por el profesor German Barreiro, que nos deleitó con su
brillante texto “Trabajos, oficios y servicios. Una visión literaria delDerecho del Trabajo en la novela Don Quijote de la Mancha”; igualmente, repasa
con precisión toda la actividad, que ha sido mucha e interesante, desarrollada
por la Asociación durante su mandato.
Me quedo, de las
reflexiones del profesor Cruz, con una cita sobre las señas de identidad de la
Asociación que a buen seguro confirmarán y potenciaran las personas que
integran la nueva junta directiva elegida el pasado jueves: la potenciación de
un Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social que “que responda a las
necesidades de la actual realidad española, creo poder decir de forma unánime
todos en torno a la defensa de los valores y principios que representa nuestro
texto constitucional y nuestra identificación con el proyecto europeo como
instrumento de participación de todos los trabajadores y empresarios, así como
elemento de promoción del progreso social y de la igualdad real y efectiva de
los ciudadanos y de los grupos que en él se integran, especialmente de organizaciones
sindicales y asociaciones empresariales.
Como ya he
indicado, este Congreso ha marcado el final de una Junta directiva y el inicio
de una nueva entrante. Por ello, desde este blog deseo felicitar efusivamente a
quienes han estado al frente de la Asociación durante los últimos cuatro años,
Jesús Cruz, Magdalena Nogueira, Remedios Roqueta y Ricardo Esteban, y desear
mucha suerte, y muchos éxitos en la defensa y potenciación de un Derecho del
Trabajo y Seguridad Social rico en valores de justicia, solidaridad y equidad,
a la nueva junta directiva, cuyos integrantes no necesitan presentación alguna
por su calidad intelectual suficientemente atesorada y demostrada: la
presidenta María Emilia Casas, los vicepresidentes Margarita Ramos y Jaime
Cabeza, y el secretario general José María Miranda. Con todos ellos, seguirá
compartiendo dirección el gerente de nuestra Asociación, el profesor Juna
Carlos Quiñones, que por lo visto en el último congreso ha conseguido mantener
el equilibrio presupuestario de aquella, algo de lo que estoy seguro, permítame
una pequeña licencia humorística, estará muy satisfecho el ministro Cristóbal Montoro.
2. La celebración
de nuestro Congreso ha coincidido en el tiempo con una importante reuniónsindical europeo, la celebrada en Italia por la Confederación Europea deSindicatos, con ocasión de haber llegado a la mitad del mandato de su actual
dirección elegida en el Congreso de 2015, y en la que obviamente la Europa
social ha sido un eje central de todas las intervenciones y debates.
En la página web
de la CES pueden leerse las intervenciones, y en las de los sindicatos
españoles CC. OO., UGT y USO, amplias referencias a las de sus dirigentes
presentes en Roma. En la página web de USO puede también leerse una buenasíntesis de la intervención del secretario general de CES, Luca Visentini, en estos términos: “…ha
recordado que la crisis que azota la UE está lejos de haberse terminado. Los
trabajadores siguen pagando los platos rotos de los errores de los bancos que
casi acabaron con el edificio financiero mundial en 2008 y, a pesar de las
promesas de la Comisión Europea, la austeridad sigue siendo una realidad, como
testimonian los nuevos sacrificios exigidos a Grecia. … En sintonía con la
campaña de la CES por una subida salarial en Europa, Visentini ha subrayado una
vez más lo imprescindible de ese aumento para asegurar una verdadera
recuperación económica y una mejora duradera del bienestar de todos los
ciudadanos. De hecho, inducirá un aumento de la demanda y del consumo, que
estimulará el crecimiento económico y generará un clima de optimismo
inversionista, lo cual llevará a la creación de empleo, a un aumento general
del poder adquisitivo y del consumo, y así perfeccionar el ciclo económico. Sin
embargo, si bien es ineludible, el aumento salarial por sí solo no bastará.
Tendrá que ir a la par de unos derechos sociales sólidos en el conjunto de la
UE. A este respecto, la propuesta de un Pilar Europeo de Derechos Sociales de
la Comisión Europea es un paso en la buena dirección, pero debe ser mejorada y,
sobre todo, debe concretarse en la realidad y no quedar en letra muerta.
También ha insistido en la necesidad apremiante de una verdadera política
europea para una movilidad equitativa sin dumping social ni salarial, junto con
una política migratoria coherente que tenga en cuenta las necesidades futuras
del mercado laboral europeo y favorezca una verdadera integración de los
refugiados y otros migrantes en nuestras sociedades”.
Los debates han
girado sobre la política económica y social, y los títulos de cada grupo de
trabajo dan debida cuenta de la importancia de las materias abordadas: “Una
nueva política económica: inversión para la creación de empleo de calidad,
reforma de la gobernanza económica europea; La reconstrucción de la negociación
colectiva, el aumento salarial en Europa y el pilar de los derechos sociales; La
democracia en el trabajo: el futuro de la participación de los trabajadores y
una política de la UE para la industria 4.0; El futuro del trabajo, el futuro
del movimiento sindical europeo; Desarrollo sostenible y transición justa;
igualdad de género; Migración justa y movilidad, integración e igualdad de
trato, nuestra lucha contra el dumping social. Una agenda de comercio justo”.
¿Quién puede negar que todos los asuntos tratados son de vital importancia para
el mundo del trabajo?
3. Como ya he
indicado al inicio de esta entrada, justamente el balance y perspectivas de la
política laboral y social europea ha sido el tema escogido para el XXVII
Congreso nacional de la AEDTSS. La ponencia introductoria ha estado a cargo del
profesor, y buen amigo desde hace muchos años, Vicente Antonio Martínez
Abascal, dedicada a “La flexiseguridad en el marco del Derecho de la UniónEuropa”. El autor, tanto en su texto escrito como en su exposición oral, se ha
mostrado bastante crítico con la realidad social actual en la Unión Europea, y
apunta en la última parte de su texto que “El desarrollo de la crisis económica
desatada en 2008 evidenció, una vez más, la quimera de una regulación del
trabajo que fuera, a un mismo tiempo, flexible y segura en el ámbito del
sistema económico capitalista desregulado. El modelo económico de expectativas
racionales y de mercados eficientes, libres de regulaciones estatales
limitativas mostró su falta absoluta de credibilidad en la crisis, provocando
el desempleo y la flexibilidad salarial descendente. La flexibilidad económica
perseguida con denuedo por el capitalismo y alcanzada en sumo grado por el
neoliberalismo imperante condujo, así, a una flexibilidad laboral carente de
seguridad”.
Sobre la Carta Europea de Derechos Fundamentales de la UE, fue realizado un
exhaustivo estudio de la CDFUE en la ponencia presentada por la profesora Magdalena Nogueira Guastavino, Magdalena con el título “La Carta deDerechos Fundamentales de la Unión Europea: una lectura social de susdisposiciones generales”. Para la autora, la virtualidad de la Carta “reside en
haber reunido por primera vez en un único documento todos los derechos que hasta
ahora se dispersaban en distintos instrumentos legislativos como las
legislaciones nacionales y los Convenios internacionales del Consejo de Europa,
las Naciones Unidad y la Organización Internacional del Trabajo. Al dar
visibilidad y claridad a los derechos y libertades fundamentales, la Carta
contribuye a desarrollar el concepto de ciudadanía de la Unión, así como a crear un espacio de libertad, seguridad y
justicia”.
El diálogo social europeo fue abordado por el profesor Jordi García Viñas,
con el análisis de sus orígenes, desarrollo y situación actual.
Por fin, hay que prestar atención a que muchas de las medidas propuestas
en documentos comunitarios que abordan las políticas
sociales en general y laborales en particular, tienen como sujetos
destinatarios a aquellos que se integran en los grupos de colectivos
vulnerables y que atraviesan por situaciones críticas de pobreza y exclusión.
Al respecto, es de obligada lectura la ponencia
presentada por Sofía Olarte Encabo, titulada “La políticasocial dela UE para los colectivos más desfavorecidos”, en la que se realiza un
análisis crítico de las políticas sociales de la UE y se constata, al igual que lo hizo en su detallada exposición oral, en relación
a tales colectivos, “el limitado avance en los Tratados, en contraste con la
creciente importancia de los elementos soft, que se proyectan sobre los
Estados, ya que son éstos los que realmente tienen las competencias en la
materia”.
Sobre tales colectivos, y más en general sobre el análisis de qué
políticas son necesarias para combatir la pobreza (incluida obviamente la
laboral) en España, es de muy conveniente lectura el “Informe sobre políticaspúblicas para combatir la pobreza en España”, aprobado por el Consejo Económico
y Social de España en su sesión ordinaria del 25 de enero de 2017. El documento
parte de la tesis de que la protección de la pobreza “se contempla hoy en día
como una pieza más dentro de las políticas de inclusión social, que comprenden
tanto las políticas activas de empleo como la asistencia mediante políticas de
rentas mínimas y el acceso a unos servicios públicos de calidad”, y partiendo
de tal planteamiento se expone que “en este momento, resulta oportuno revisar
desde el punto de vista de su eficacia y equidad el esquema vigente de medidas
contra la pobreza entendiendo como tales todos los dispositivos de apoyo social
que requieren prueba de recursos para el acceso a los mismos, incluyendo tanto
las transferencias económicas de carácter no contributivo o asistencial
diseñadas como garantía de rentas en diversos supuestos (prestaciones no
contributivas, subsidios asistenciales y rentas mínimas, entre otros) como los servicios
básicos o ayudas en especie dirigidos a los colectivos más desfavorecidos,
haciendo especial hincapié entre ellos en los servicios sociales, la educación,
la sanidad, la atención a la dependencia, así como las políticas de vivienda”.
4. La lectura de las ponencias y comunicaciones, y el debate que tuvimos
durante el Congreso, versaron, pues, sobre la construcción de
la dimensión social de la UE , los retos pendientes y
las necesidades a las que responder, en unos momentos históricos especialmente
difíciles y que han provocado una casi parálisis institucional durante los
últimos tiempos; de dicha parálisis no ha salido
indemne tampoco la política social, tal como ha puesto de manifiesto el
profesor José María Miranda Boto en su reciente artículo “El derecho social de
la Unión Europea en la encrucijada: entre la parálisis legislativa y el impulso
judicial”, en el que efectúa un amplio análisis del “impasse en el que se
encuentra en este momento el modelo social de la Unión Europea” (Revista
del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, núm. 127, 2017, págs. 19-41). El
profesor Miranda recuerda que el 9 de diciembre de 2016 el presidente de la
Comisión Europea J.C. Juncker participó en los actos de
conmemoración del 25 aniversario del Tratado de Maastricht, y tras destacar que
en su discurso “irónicamente señaló que
de dicho Tratado sólo quedaban dos supervivientes: el euro y él mismo”,
afirma que “la
Europa social de las dos velocidades engendrada en ese Tratado desapareció
ciertamente tras el inmediato Tratado de Ámsterdam”, y se pregunta ¿Qué queda
hoy de ella? ¿Hemos llegado al momento de la Europa social con marcha atrás?”.
Sin duda, creo que
conviene recordar aquello que dispone el Tratado de Funcionamiento de la UE
(TFUE) sobre su dimensión social. El artículo 9 nos dice que “En la definición
y ejecución de sus políticas y acciones, la Unión tendrá en cuenta las
exigencias relacionadas con la promoción de un nivel de empleo elevado, con la
garantía de una protección social adecuada, con la lucha contra la exclusión
social y con un nivel elevado de educación, formación y protección de la salud
humana”. Tales objetivos también se enuncian en los arts. 147 y 151. Potenciar la dimensión social de la UE es una
necesidad vital si queremos poner en marcha mecanismos a escala europea que
contribuyan a la salida de la crisis en todos los países, aunque la rapidez de
la misma sea desigual ya que las diferencias son importantes. En ello insistió
reiteradamente el que fuera comisario europeo encargado de asuntos sociales
Lazlo Andor, destacando, en un artículo publicado ya hace cuatro años pero que
sigue teniendo, a mi parecer, plena vigencia en la actualidad, que, si bien es
cierto que las diferencias entre los Estados son importantes, y que el marco
jurídico de la UE sitúa las competencias en materia de empleo y políticas
sociales en el terreno de los Estados miembros, es totalmente necesario actuar
cada vez más a escala supraestatal.
Nos hemos de
preguntar qué Europa queremos, qué Europa necesitamos, y cómo hay que avanzar
para que sea auténticamente una Europa social en donde primen valores que,
desgraciadamente, en la actualidad no están precisamente en auge en muchos territorios
de la UE, como son los de justicia, solidaridad y hospitalidad. Cabe
preguntarse si esa lucha por una Europa solidaria puede seguir haciéndose desde
dentro de la UE, o bien en cada Estado y en su ámbito territorial, la
ciudadanía comprometida puede hacer la guerra por su cuenta y riesgo ante las
dificultades cada vez mayores que se detectan a escala europea y el auge del
antieuropeismo de fuerzas políticas extremistas que obtienen un importante
número de votos en las elecciones en sus respectivos Estados.
En los debates en
que he participado recientemente he expuesto que creo que la gente joven
difícilmente entendería que volviéramos a las realidades políticas de épocas
pretéritas, acostumbrados a una realidad política, económica, social y cultural
completamente distinta de aquella existente en España antes de la incorporación
a la entonces Comunidad Económica Europea el 1 de enero de 1986. Sin embargo,
no quiero dejar de llamar la atención sobre todas las críticas, con mucho
fundamento en su mayoría, vertidas por las personas asistentes a estos actos
sobre esta Europa que está dejando de lado bastantes de los valores y principios
sobre los que se creó como estructura política y económica en marzo de 1957 en
Roma.
Una UE
que, en el marco político actual, se enfrenta además a retos ciertamente
peligrosos y que difícilmente podrán abordarse de forma aislada por cada
Estado. Así lo ponía de manifiesto el Presidente del Consejo Europeo, DonaldTusk, en su carta a los Jefes de Estado y de Gobierno con ocasión de la reunión
informal celebrada en Malta el 3 de febrero, refiriéndose a “la nueva situación geopolítica en el mundo
y alrededor de Europa”, el aumento de “un sentimiento anti UE- nacionalista y
cada vez más xenófobo dentro de la propia UE”, y el estado de ánimo, a la baja,
de les élites proeuropeas, siendo cada vez más visibles “la disminución de la
confianza en la integración política, el sometimiento a argumentos populistas,
así como las dudas acerca de los valores fundamentales de la democracia
liberal”.
Una UE, en la que el aumento de la precariedad laboral y el incremento de
las desigualdades sociales, va de la mano en muchos países con la ruptura
del consenso social entre el trabajo y el capital, ruptura que
se ha dado sin duda a escala más global. Sobre estas cuestiones es de
muy conveniente lectura a mi parecer la obra póstuma de Zigmunt Bauman Retrotopía (Ed. Paidós, 2017),
que dedica su capítulo 3 a “De vuelta a la desigualdad”,
y afirma que dicha ruptura tiene varias hipótesis, pero que aquella que “parece
ser la aspirante principal a ocupar el lugar de honor entre todas esas
explicaciones”, es la de “la rescisión unilateral por parte de los patronos de
la reciprocidad de la dependencia entre capital y mano de obra – una rescisión
inducida por la globalización, pero entusiastamente ayudada y demandada por el
desmantelamiento por parte del Estado tanto de las restricciones que limitaban
la codicia de los capitales como del marco estructural y el tejido que hacían
posible la defensa de las víctimas de tal codicia”.
Como he dicho en otras ocasiones, a mi parecer, la política
social europea debería recuperar un espacio propio de actuación en el seno de
las políticas comunitarias, y los arts. 148 y 156 del TFUE abren camino para
ello, ciertamente sin olvidar la obligada coordinación con las políticas
económicas. Si se actuara de esta forma quizás podría ponerse coto a una
realidad que ha caracterizado toda la política europea durante los años de la
crisis y que ha sido certeramente destacada por la profesora de la Universidad
de Vigo Nora María Martínez, en su artículo “La intromisión
de la gobernanza económica europea en la negociación colectiva salarial y los
sistemas públicos de pensiones” (RTSS, CEF, núms. 389-390, agosto-septiembre
2015):
los criterios de convergencia, en especial la estabilidad de los precios y la
economía financiera, se han acabado por convertir “en valores absolutos que se
implantan mediante todo tipo de técnicas, aunque adolezcan de falta de
transparencia y legitimidad democrática, y que se sobreponen a otros valores,
principios y derechos en los que se funda el Derecho originario de la Unión y
las Constituciones de los Estados miembros”. “
Quizás,
paradójicamente, el debate sobre la salida del Reino Unido de la UE, tras el
Brexit, sea un buen momento para recuperar el debate sobre los verdaderos
pilares de la Europa social. Sobre el impacto del Brexit en la política social
europea, es muy sugerente la lectura del reciente artículo del
profesor Cristóbal Molina Navarrete, “Brexit y Unión Social Europea.
Contigo no, pero ¿y sin ti?” (RTSS,
CEF, núm. 410, mayo 2017, págs. 5 – 20).
Aunque el profesor Molina plantea inicialmente que una crisis institucional
“siempre abre, al mismo tiempo, una oportunidad para la mejora, si se sabe
gestionar inteligentemente”, su conclusión no es precisamente positiva, ya que
afirma, con respecto a la devaluación del modelo social europeo, que “no con el
Reino Unido fue posible corregir este profundo y disfuncional desfase, ni sin
él, mucho me temo, lo será tampoco”, “al menos”, aquí sí hay un punto de
esperanza en el artículo, “no sin un viraje global – más allá de los señuelos
actuales de la Comisión para aparentar que tiene el control – en la dirección
de un verdadero uso social del marco
normativo, actual y futuro, a favor de una equiparación por el progreso en
las condiciones de vida y de trabajo de toda la ciudadanía (arts. 9 y 151
TFUEE)”.
5. En entradas anteriores del blog me he referido con detalle al Pilar
Europeo de Derechos Sociales, desde sus orígenes (discurso del presidente de la
Comisión Europea C.J. Junker el 9 de septiembre de 2015) hasta la aprobación de
la reciente Recomendación del 26 de abril de 2017 y la propuesta de declaración
interinstitucional del Consejo, el Parlamento Europeo y la CE, con el mismo
contenido.
Al respecto, querría añadir a lo ya dicho en entradas una referencia a la importante conferencia organizada el 23 de enero de
2017, dedicada a las discusiones y análisis de la Comunicación
presentada el 8 de marzo de 2016, tras la finalización el 31 de diciembre del plazo para
la presentación de aportaciones, en la
que participaron más de 600 personas en representación de los Estados miembros,
las instituciones comunitarias, los interlocutores sociales y organizaciones de
la sociedad civil, que se desarrolló en seis grandes grupos de trabajo
dedicados a los siguientes temas: igualdad de acceso a los mercados de trabajo
y desarrollo de competencias; cómo abordar la pobreza; condiciones de trabajo
equitativas para todos; futuro del trabajo; futuro de la protección social; la
dimensión social de la UEM. Pueden verse los vídeos de lasintervenciones de representantes políticos y sociales en la Conferencia en este enlace.
Los
principales resultados, y una buena síntesis, de las reuniones celebradas desde
el 8 de marzo al 31 de diciembre de 2016 y de las aportaciones presentadas a la
Comunicación se encuentra en el documento elaborado por los servicios técnicosde la CE presentado juntamente con la Recomendación: "En total, los
interesados proporcionaron alrededor de 200 documentos de posición. Los datos
llegaron también en línea a través de un cuestionario, con más de 16.560
respuestas recibidas. La gran mayoría de las respuestas en línea (más de 15.500)
fueron un texto estándar en una campaña lanzada por la Confederación Europea de
Sindicatos (CES) y acciones similares organizadas por organizaciones españolas
e italianas. El resto - casi 1.000 respuestas - fueron respuestas únicas de
organizaciones (400) e individuos (555) ".
La reunión
de Bruselas sirvió, sin duda, para acabar de moldear los textos que serían
aprobados el 26 de abril, textos que a su vez serán la base de la importante
cumbre social para “empleos justos y crecimiento” que se celebrará en la ciudad
sueca de Gotemburgo el 17 de noviembre de este año. Para el presidente J. C.
Juncker, dicha cumbre debe ayudar a la UE “a proporcionar el impulso necesario
y a colocar las prioridades sociales en el lugar donde deben estar: en los
primeros puestos de la agenda de Europa”, mientras que para el primer ministrosueco S. Löfven, el objetivo de la cumbre debe ser el de demostrar que en unos
momentos difíciles para Europa hay que dar respuestas a las necesidades
cotidianas de las personas, y “la consecución de una Europa más social, con
condiciones de trabajo equitativas, mercados de trabajo eficaces y un diálogo
social sólido, deberían ser prioridades para todos nosotros”.
6. Desde
otra perspectiva, pero que guarda estrecha relación con todo lo anteriormente
expuesto, el futuro de la Europa social ha estado presente en diversos documentos
elaborados, y en las declaraciones aprobadas, con ocasión de la celebración del
60 aniversario de la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE) el 25 de
marzo de 1957 en Roma. También dichos documentos y declaraciones han estado
presentes en algunas ponencias y comunicaciones de nuestro recién celebrado
Congreso de la AEDTSS.
A) Me
refiero en primer lugar a la solemne “Declaración de Roma”, aprobada el 25 demarzo de 2017 por los dirigentes de 27 estados miembros (la exclusión británica
es ya conocida), del Consejo de Europa, PE y CE. Desde la perspectiva de la
política social me interesa destacar la constatación de que la UE se enfrenta a
importantes retos, entre los cuales ocupan un papel relevante el proteccionismo
y las desigualdades económicas y sociales; de ahí que sea necesario trabajar en
pro de una Europa que genere crecimiento y empleo, una Europa social que cumpla
los objetivos enunciados en el apartado 3 de la Declaración: “una Unión que,
basada en el crecimiento sostenible, promueva el progreso económico y social,
así como la cohesión y la convergencia, al tiempo que defiende la integridad
del mercado interior; una Unión que tenga en cuenta la diversidad de los
sistemas nacionales y el papel fundamental de los interlocutores sociales; una
Unión que promueva la igualdad entre mujeres y hombres, así como los derechos y
la igualdad de oportunidades para todos; una Unión que luche contra el
desempleo, la discriminación, la exclusión social y la pobreza; una Unión en la
que los jóvenes reciban la mejor educación y formación y puedan estudiar y encontrar
trabajo en todo el continente; una Unión que conserve nuestro patrimonio
cultural y promueva la diversidad cultural”.
Me interesa
destacar que el día anterior a la firma de la Declaración, el Santo Padre
Francisco se reunió con los Jefes de Estado y de Gobierno, y pronunció un importante
discurso sobre Europa y su futuro, que me sirve como referencia directa para
las anotaciones que siguen. ¿Qué dijo el Papa que pueda tener interés para el
futuro de la Unión Europea, para más de 508 millones habitantes en la Europa de
los 28 -datos de 2015 que quedarán reducidos dentro de dos años en varios
millones cuando sea efectivo el Brexit-? Selecciono algunas de sus frases más
significativas, sobre las que todas las personas interesadas en una Europa
social deberíamos reflexionar, a la par que actuar para que ello sea posible.
“Volver a
Roma sesenta años más tarde no puede ser sólo un viaje al pasado, sino más bien
el deseo de redescubrir la memoria viva de ese evento para comprender su
importancia en el presente”. Me pregunto
si quienes ya somos personas de edad avanzada -en terminología de la
Organización Internacional del Trabajo (55- 64 años)-, y aquellos que aún son
mayores, hemos (han) sabido explicar a las jóvenes generaciones de europeos el
valor de la cultura de la paz, ya que en 1957 sólo habían pasado doce años
desde el final de una conflagración bélica que enfrentó a los países que el 25
de marzo de ese año firmaban el Tratado de Roma.
“A pesar de
todo, el término «crisis» no tiene por sí mismo una connotación negativa. No se
refiere solamente a un mal momento que hay que superar. La palabra crisis tiene
su origen en el verbo griego crino (κρίνω), que significa investigar, valorar,
juzgar. Por esto, nuestro tiempo es un tiempo de discernimiento, que nos invita
a valorar lo esencial y a construir sobre ello; es, por lo tanto, un tiempo de
desafíos y de oportunidades”. Me pregunto qué estamos haciendo para dar ese
valor solicitado por el Papa y construir un mundo mejor en el que se encuentren
cómodos y bien representados un muy amplio número de personas que viven en
nuestro planeta y no sólo una minoría acaudalada. ¿Estamos respondiendo a las
expectativas, a los deseos, a las necesidades, de gran parte de dicha
población?
La CEE se
construyó sobre unos determinados valores, “la centralidad del hombre, una
solidaridad eficaz, la apertura al mundo, la búsqueda de la paz y el
desarrollo, la apertura al futuro”. Me pregunto si siguen hoy vigentes,
respuesta muy fácil si ha de ser teórica, sí, pero mucho más compleja cuando
bajamos a su concreción práctica, donde en especial la palabra solidaridad está
siendo cada vez más dejada de lado. ¿Seremos capaces de recuperarla, de
reconstruirla?
“La Unión
Europea nace como unidad de las diferencias y unidad en las diferencias”. En
efecto, los ciudadanos de los (todavía) 28 Estados de la UE somos diferentes en
lenguas y culturas, pero debería unirnos el interés por una sociedad mejor para
toda la ciudadanía. Parece una utopía en la actualidad ¿no les parece?, pero
¿quién no recuerda que las utopías de hoy pueden ser la realidad del mañana?
¿No era utópica en su momento la reivindicación de las ocho horas diarias de
trabajo, o la prohibición del trabajo de los menores?
Pero,
además, Europa no puede ni debe cerrarse al mundo exterior, pensando que sólo
su espacio territorial es seguro (¿?) frente a amenazas externas. Ya hemos
visto que ello no es posible, y tampoco deseable por el crisol de lenguas,
culturas, religiones, que hay en nuestro territorio. Por ello, cobra pleno
sentido la afirmación del Papa Francisco, recordando aquello que se recogió en
el texto del Tratado de Roma, que “Europa vuelve a encontrar esperanza cuando
no se encierra en el miedo de las falsas seguridades. Por el contrario, su
historia está fuertemente marcada por el encuentro con otros pueblos y
culturas, y su identidad «es, y siempre ha sido, una identidad dinámica y
multicultural.
¿Tiene
ideales Europa? Sí, al menos en sus documentos fundacionales y en los tratados
que se han ido aprobando desde su creación, pero ¿han decaído frente al
“imperialismo económico”, que subordina toda política social al cumplimiento de
determinados criterios y reglas macroeconómicas, que permiten hablar de la
mejora global de la situación económica, aunque ello implique dejar en la
cuneta a una parte importante de la población? Es reconfortante leer en un
discurso institucional referencias a una realidad concreta que no aparece en la
mayor parte de las ocasiones en los discursos de los Jefes de Estado y de
Gobierno: “«El desarrollo es el nuevo nombre de la paz», afirmaba Pablo VI,
puesto que no existe verdadera paz cuando hay personas marginadas y forzadas a
vivir en la miseria. No hay paz allí donde falta el trabajo o la expectativa de
un salario digno. No hay paz en las periferias de nuestras ciudades, donde
abunda la droga y la violencia”.
En
definitiva, ¿de qué Europa hablaremos dentro de varios años? De aquella que
queramos la mayor parte de los ciudadanos y ciudadanas. Ese es mi deseo, y
seguro que también el del Papa Francisco.
B) En el debate sobre la Europa social
conviene igualmente hacer referencia al Libro Blanco elaborado por la CE sobreel futuro de Europa, “Reflexiones y escenarios para la Europa de losVeintisiete en 2025”
En su introducción puede leerse que “El presente Libro Blanco analiza los
factores impulsores del cambio en el próximo decenio y presenta una serie de
escenarios de cómo podría evolucionar Europa de aquí a 2025. De este modo, abre
un debate que debería ayudar a centrar la reflexión y a encontrar nuevas
respuestas a una vieja pregunta: ¿Qué futuro queremos para nosotros, para
nuestros hijos y para nuestra Unión?”.
En
el documento se presentan
cinco posibles escenarios para Europa en dicho año, y unas reflexiones previas
de los retos a los que, sea el camino que sea el elegido, se enfrenta la UE,
siendo uno de ellos precisamente el de una economía y una sociedad
profundamente transformadas y con indudable impacto sobre las políticas sociales que afectan a todas las
personas, alertando de un problema especialmente grave que afecta a la generación
más joven, cual es que “por primera vez desde la segunda guerra mundial, existe
un riesgo real de que la actual generación de jóvenes adultos acabe teniendo
unas condiciones de vida peores que las de sus padres”, y afirmando con una
contundencia que debería tener concreción práctica y no quedarse en meras
palabras, que “Europa no puede permitirse perder al grupo de edad más formado
que ha tenido nunca y dejar que la desigualdad generacional condene su futuro”.
C) En la misma
fecha que se publicaba la Recomendación de la CE sobre el Pilar Europeo de
Derechos Sociales, esta hacía público el “Documento de reflexión sobre ladimensión social de Europa”, En su introducción se afirma que “tal como
sucede en el caso del Libro Blanco, las ideas aquí presentadas no son ni
prescriptivas ni restrictivas. Su propósito es poner en marcha un proceso de
reflexión que conduce a la acción”.
El texto no es, nada
más ni nada menos, que un “Estado de la cuestión” de la Europa social actual,
de las realidades existentes y de los retos del inmediato futuro. Al referirse
a la puesta en marcha del Pilar se destaca que el mismo, en versión soft law a
mi parecer, “establece una serie de principios y derechos que deben servir como
marco de referencia para la política social y de empleo a escala nacional y
europea”, y pone de manifiesto la distribución competencial entre las
instituciones comunitarios y los Estados miembros en política social, afirmando
lo siguiente: “En nuestros países, gran parte del debate gira en torno a la
forma en que se aplica la legislación de la UE. La Comisión actual se ha
esforzado por aportar orientación sobre la forma en que debe aplicarse la
legislación y sobre cómo hacerla más clara, siempre que sea posible. Sin
embargo, hoy por hoy la puesta en práctica, aplicación y ejecución de la
legislación social europea incumbe a los Estados miembros. Estos tienen
competencia exclusiva para realizar inspecciones y para sancionar las
infracciones”.
D) Por
último, cabe mencionar el más reciente documento comunitario de reflexión
“sobre el encauzamiento de la globalización”, publicado el 10 de mayo por la CE.
En la introducción
se afirma que “…ahora es el momento de estudiar qué puede hacer la UE para
configurar la globalización de acuerdo con los intereses y valores que
compartimos, de preguntarnos qué podemos hacer para proteger, defender y
capacitar a los ciudadanos europeos, especialmente a los más vulnerables, y de
llegar a un acuerdo sobre la manera en que la UE (desde sus instituciones hasta
los Estados miembros, las regiones, los municipios, los interlocutores
sociales, la sociedad civil, las empresas y las universidades), así como sus
socios internacionales pueden unirse para encauzar la globalización”.
Es
especialmente interesante a mi parecer, al objeto de la explicación que estoy realizando, el
apartado 4.1, en el que se expone que unas políticas educativas y sociales
sólidas “son fundamentales para garantizar la resiliencia y la distribución de
la riqueza”, en el que puede leerse lo siguiente: “…. Si bien es cierto que las
sociedades europeas ya son las más igualitarias e inclusivas del mundo, debemos
reforzar y adaptar continuamente nuestras políticas con vistas al futuro y
corregir las desigualdades mediante políticas tributarias justas y modernas.
Una mejor distribución de los beneficios de la globalización, junto con una
protección social eficaz, ayudará a la población a encontrar un trabajo digno y
adaptarse a los cambios. En términos más generales, una redistribución justa y
equitativa de la riqueza, así como inversiones centradas en fomentar la
inclusión social de los grupos más vulnerables, incluidos los migrantes,
contribuirán a reforzar la cohesión social. Son precisamente esos los aspectos
que la Comisión propone abordar con el pilar europeo de derechos sociales.
Propone una guía para la mejora de las políticas sociales y de empleo en la UE
y los Estados miembros, con objeto de preparar a la Unión para la
digitalización y la globalización”.
7. Concluyo.
Buena lectura de las ponencia y comunicaciones del XXVII Congreso de la AEDTSS,
y de los documentos comunitarios. Y ahora, a esperar al XXVIII Congreso, sin
conocer todavía la Universidad que nos acogerá y la temática que se abordará,
aunque es de suponer que pronto desaparecerá esta incertidumbre.
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