domingo, 27 de diciembre de 2020

Cine y mundo del trabajo. Un libro que hay que leer (y muchísimas películas que hay que ver). “La fábrica y la oficina: una representación del trabajo en el cine”, del (maestro) jurista y cinéfilo Juan López Gandía, (y recopilación de comentarios propios)

 

1. Viernes 25 de diciembre, día de Navidad, muy distinto de años anteriores por razones que ya son, desgraciadamente, archiconocidas. Un buen día, entonces, para acabar de leer un libro cuya lectura he ido realizando poco a poco, degustándolo, intentando que no se escapara (algo prácticamente imposible de conseguir) toda su sustancia.¿Su título? "La fábrica y la oficina. Una representación del trabajo en el cine".

Y llego, efectivamente al final, y compruebo, ya que la parte final de la publicación está dedicada a esa serie, que la divertidísima “Cámera Café” (recientemente repuesta) es mucho más que una mera diversión, una viva imagen de “la oficina a la española”. O, al menos, eso es lo que piensa, y justifica sobradamente en el libro, su autor, el profesor, y buen amigo, Juan López Gandía, Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad Politécnica de Valencia, y probablemente el jurista mejor conocedor del mundo del cine y su aportación a las relaciones de trabajo.

De hecho, en la biografíapublicada en la editorial que ha publicado la obra cuyo título se recoge en estaentrada, Tirant lo Blanch, puede leerse que “Ha publicado numerosos artículos sobre cine y cultura audiovisual en solitario en Eutopías y en Cátedra un capítulo de la obra colectiva Ciudades de cine publicado por la editorial Cátedra. En colaboración con Pilar Pedraza es coautor de varios libros como una monografía sobre Federico Fellini publicada en la editorial Cátedra, un capítulo del libro sobre Jean Eustache en ediciones de La Mirada, y otro sobre Cuatro maestros de la comedia americana editado por la Generalitat Valenciana así como de numerosos artículos publicados en revistas de cine y cultura visual como Reüll, Archivos de la Filmoteca, Aula de Cinema, Bullettí de L´Aula de Cinema, La balsa de la Medusa y Banda Aparte. También es autor de artículos y capítulos de libros sobre la representación del trabajo en el cine”.

Por supuesto que en esa breve biografía también se hace referencia a su brillante aportación al mundo jurídico laboral, pero ello ya es suficientemente conocido por todas las personas que formamos partes del mundo académico laboralista, y en cualquier caso quien quiere conocer mejor su obra basta que acuda a su currículum en Dialnet  

No es, desde luego, la primera publicación del profesor López Gandía, que trata sobre el cine y el mundo del trabajo, si bien sí creo que es la mejor y más completa. Recuerdo el interés que me despertó, hace ya muchos año, su artículo “La representación del trabajo en el cine entre fordismo y postfordismo”,   publicado en el número 31 (2005) de la Revista de Derecho Social (dirigida por otro referente del mundo jurídico del trabajo, el profesor bloguero Antonio Baylos).  Es obligado también mencionar que hay muchas personas, entre las que me encuentro, y no soy el único de mi entorno familiar, que espera con mucho interés los comentarios y recomendaciones de Juan sobre las películas que ha visto y que nos transmite a través de la red social Facebook, por lo que su ausencia durante unos meses nos ha dejado huérfanos/as de su saber, si bien ello queda sobradamente compensado por el libro que acaba de publicar y que ha sido justamente el motivo, Juan lo ha explicado así, de esa ausencia temporal.

2. Si alguien del mundo laboralista cree que ha visto muchas, casi todas, películas sobre el cine y el mundo del trabajo, callará inmediatamente, y rectificará si es coherente, después de leer el libro. Por mi parte, no les voy a negar que creía que había visto muchas películas sociales, y tras la lectura de “La fábrica y la oficina” he descubierto que realmente son muy pocas. No he contado el número de filmes que son referenciados y anotados, con mayor o menor intensidad en la obra, pero desde luego se quedan a años luz de los que yo haya podido ver, algunos de los cuales he anotado en este blog y a los que me referiré más adelante.

Basta acercarse al sumario de la obra para darse debidamente cuenta de toda la historia del mundo del trabajo que aborda el autor a través de películas de todos los tiempos, desde las míticas Metrópolis y Tiempos Modernos, está última de la que nos cuenta como “la automatización y la mecanización se muestran en su frialdad y crueldad en un género cómico de gags” y que se trata de una película que es “la imagen por excelencia del trabajo moderno en la fábrica y en la cadena de montaje”, pasando por películas míticas como la de Elio Petri “La clase obrera va al paraíso”, considerada por Juan, y creo que con toda razón, como “una de las películas clave que expresa la alienación del obrero moderno en los años setenta”, hasta llegar a otras muchas más recientes y que nos narran aquello que ocurre en las empresas tóxicas, o más exactamente en las empresas con dirigentes tóxicos y que acaban, sin necesidad de empuñar ningún arma, con la vida de varios de sus trabajadores y trabajadoras, pasando por la historia de muchas personas trabajadoras invisibles, y muy mal tratadas salarialmente (y no solo en ese ámbito de las condiciones de trabajo), para gran parte de la sociedad pero que son imprescindibles para el buen funcionamiento de muchas empresas.

Poco a poco, y de ello da debida cuenta el libro, la “mano de obra” se convierte en “recursos humanos” , y los términos “explotación y control” son sustituidos por los de un trabajo o producción “flexible y de calidad”, apareciendo palabras que seguimos escuchando en la actualidad como “polivalencia, iniciativa, motivación, compromiso, identificación” (basta acercarse a las páginas web de algunas empresas para seguir encontrándolas).

3. Y si quieren comprobar como se realiza una perfecta simbiosis entre el mundo jurídico y del cinema, basta leer la introducción de la obra, en la que Juan López Gandía nos explica que su obra sólo aborda una de la “amplia temática” del mundo del trabajo, en concreto “el centro de trabajo, la fábrica y la oficina”, si bien me permito disentir muy parcialmente porque creo que el libro refleja bastante más que eso, habla del mundo del trabajo en general y, tal como se refiere en un párrafo anterior, a “los problemas de las clases trabajadoras, las luchas obreras y del sindicalismo; los problemas derivados de las crisis económicas, del paro, de los cambios y reestructuraciones del sistema capitalista, de la alienación y de las condiciones de trabajo en el fordismo y el postfordismo, de la pobreza y la exclusión social, de las emigraciones interiores y exteriores, y de sus relaciones con la vida cotidiana y con las condiciones de trabajo fuera del centro de trabajo”.

Con cita de diversos autores, y antes de abordar el análisis y crítica de todas las películas citadas, Juan va poniendo de manifiesto como las históricas formas de explotación laboral han ido dejando paso con el tiempo a otras muchas sutiles, en la que, como subraya Richard Sennet, “una aparente mayor libertad oculta una mayor responsabilidad ante el jefe, un sometimiento a objetivos y una mayor presión para ser eficiente”, o, con cita de Ulrik Beck, cuando “el individualismo institucionalizado sustituye a lo social con graves consecuencias sociales y políticas”.  Leyendo estas frases, me parece estar todavía viendo la serie Industry (HBO), en donde jóvenes bien preparados pelean, y este término es casi literal, para subir en el mundo de las finanzas aunque sea a coste de dejar a otros/as en el camino (que en alguna ocasión es la morgue).  

En fin, que les puedo asegurar que quienes tengan interés por el mundo real del trabajo, plasmado en el cine, tienen necesariamente que leer este libro, y disfrutar con su lectura. En términos mercantiles, es una buena inversión económica ( y social). 

Para quien quiera acercarse más detenidamente al estudio del derecho de huelga en el cine, es también altamente recomendable la lectura de un  libro ya lejano en el tiempo (2007) pero que sigue conservando plenamente intacto su interés. Se trata del estudio de la profesora María del Mar Castillo y del profesor Juan Escribano, de la Universidad de Almería, “La huelga y el cine: escenas del conflicto social”, también publicado por la editorial Tirant lo Blanch. Tal como ponen de relieve acertadamente la autora y el autor de la publicación, “El estudio del derecho de huelga en el cine no puede disociarse de un análisis más general acerca del reflejo de la clase trabajadora en esta forma artística de expresión. Una cuestión destaca de manera inmediata: cuando el movimiento obrero es el protagonista indiscutible de una película,  elección del tema por parte del director no resulta accidental. Por una parte, se detecta una identificación entre éste y dicha clase; por otra, es habitual que se utilice la película para hacer ver una realidad disimulada a nivel oficial y olvidada en el cine comercial, como es la penuria material de la clase trabajadora”.

Y como modesta contribución por mi parte, he recopilado algunos de los comentarios que he ido efectuando en el blog a algunas (pocas) de las películas a las que Juan López Gandía dedica su atención, si bien si hay bastantes más que he tenido oportunidad de ver (en cines semivacíos, y desde luego no estábamos en situación de crisis sanitaria) y que me identifico plenamente con los comentarios y análisis crítico que el autor hace de todas ellas.

Buena lectura.

En un mundolibre… ¿para quién? (24 de febrero de 2008)

Ir a ver una película de Ken Loach no es precisamente ir a pasar la tarde (o la noche) al cine para relajarte un par de horas y dejar de pensar en los problemas de la vida cotidiana. Sus películas están impregnadas de dureza por todas partes, una dureza que no es otra cosa que un fiel reflejo de aquello que ocurre en la realidad.

Y “En un mundo libre” (It's a free world)no podía ser de otra forma; se trata de la historia de la explotación de trabajadores inmigrantes, regulares o irregulares, en Inglaterra por parte de una extrabajadora de una agencia de trabajo temporal metida a empresaria cuando la despiden. La película pone su punto de mira en la explotadora y no en los explotados, y conviene indicar que Angie, su protagonista, puede ser cualquier persona en cualquier sociedad occidental desarrollada que ha superado los treinta años y que tiene miedo, después de una serie de trabajos o trabajillos (petits boulots, en gráfica expresión francesa) de caer en una situación de exclusión social, y que para evitarlo es capaz de hacer cualquier cosa, aunque ello sea convertirse en explotadora. Es probablemente el final de la película la parte más dura, porque a todos nos gustaría que la protagonista se volviera una persona agradable y que reconociera sus errores; pero no es así, y les aseguro que el final es justamente el que más se acerca a la realidad, cuando una persona metida en asuntos turbios sigue teniendo necesidad de vivir en ese ambiente para resolver sus problemas (y generar otros nuevos).

La película debería ser de obligada visión en el ámbito académico en todas aquellas materias o asignaturas que se relacionan con las relaciones de trabajo. En algunas ocasiones, 96 minutos de cine ayudan a conocer la realidad mucho mejor que muchas horas de clases y estudio. Pero, si quieren que la persona estudiante que vea la película se forme mejor aún, que la combine después con las clases y el estudio, y así saldrá ganando.

Y una pregunta para la reflexión: la película se ha rodado en Inglaterra, la cuna de la desregulación salvaje de las relaciones laborales a partir de los años 80. ¿Se hubiera podido rodar en España? Yo tengo mi respuesta, pero seguro que aún más claro la tendrían las personas que a primeras horas del día se encuentran en zonas muy concretas de las grandes ciudades esperando que se les facilite algún trabajo o trabajillo.

Para concluir, me quedo con dos frases de la película que puede perfectamente ayudar a entender su contenido: la protagonista, Angie, justifica en un momento determinado su actuación con un contundente “todos nos aprovechamos”; un inmigrante polaco le dice a la protagonista, en una conversación tranquila en un bar, “soy un persona, no un esclavo”.

 

“Dos días y una noche”. Dignidad, solidaridad, respeto, miedo, egoísmo, individualismo. El mundo del trabajo hoy. Cine social para (no) “pasar un rato”  (26 de octubre de 2014)

Sábado 25 de octubre, cines Verdi de Barcelona, media entrada, público mayoritariamente “de edad avanzada” (terminología con la que la Organización Internacional del Trabajo se refiere a las personas trabajadoras de 55 a 64 años y que en esta ocasión me sirve para identificar a quienes estaban en el cine, ya fueran trabajadores, empresarios, jubilados, inactivos), película “Dos días y una noche” de los hermanos Dardenne, cuyo trailer (en castellano y en francés) puede verse en los enlaces adjuntados. Interés por mi parte (y supongo que de la mayor parte de asistentes) para verla: me gusta el cine social y me gustan las películas de los hermanos Dardenne. Además, por una vez la gran mayoría de la crítica ha valorado positivamente un film, y ya saben quienes leen habitualmente las críticas de películas que ello es extraordinariamente raro y muy difícil que se produzca.  

 

Final de la película (95 minutos): silencio en la sala. Bueno, dirán los lectores y lectoras del blog, es lo normal en un cine ¿no? Si y no, respondo. No porque hay muchas películas de las que necesitas inmediatamente hablar con quienes te acompañan (si así fuera), sí cuando la película requiere de unos minutos para su “digestión” por cómo se ha desarrollado y cuál ha sido su final. En “Dos días y una noche” prima el silencio reflexivo ya que los directores consiguen aquello que deseaban: interpelar al espectador sobre qué hubiera hecho de haber sido alguno de los trabajadores de la empresa, sobre cómo hubiera actuado, qué decisión hubiera adoptado en la votación que afectaba, nada más ni nada menos, que al despido de una compañera que iba a  reincorporarse después de un período de baja, parece que por depresión, aunque este no sea el aspecto que interese destacar de la película sino a posteriori, es decir cuando la trabajadora lucha por defender su empleo y trata de convencer a sus compañeros y compañeras de renunciar a un incremento salarial a cambio del mantenimiento de su empleo, confrontación diabólica a la que la dirección de la empresa había llevado a su personal. 

 

El tweet con el que he querido sintetizar el contenido de la película, y que por ello da título a esta breve entrada, ha sido este: “Dignidad, solidaridad, respeto, miedo, egoísmo, individualismo. El mundo del trabajo hoy”. Una trabajadora que se ve abocada, fuera de la empresa y durante el fin de semana, es decir durante el “no trabajo”, aquellos momentos en que muchas personas viven la vida que desean y se aíslan, o lo intentan, de aquella que viven obligadas durante cinco (o más) días cada semana, a buscar el apoyo de sus compañeros y compañeras (que no amigos o amigas, salvo muy pocas personas como se ve claramente en el film) para no perder su empleo, para no engrosar las listas del desempleo. Durante dos días, y una noche, la trabajadora va a intentar convencerles de qué cambien su parecer manifestado dos días antes y que acepten, observen bien por favor, no cobrar una prima de producción (1000 euros) a cambio de poder ella seguir trabajando y por tanto seguir cobrando un salario necesario (así se explica en la película) para seguir manteniendo su vivienda y no volver a habitar una vivienda social.

 

Soy partidario de que mis alumnos y alumnas vean películas de corte social para conocer cuál es la realidad del mundo del trabajo, pues no basta sólo con el estudio de las normas, ya que el trabajo no son sólo normas ( por más importantes que sean) sino relaciones personales (individuales y colectivas) donde el factor humanos adquiere una extraordinaria importancia. Recomiendo, por ejemplo, películas como “Recursos Humanos”, “El método” o “La Cuadrilla”, pero tampoco olvido “Up in the air”, ya que esta última es perfecta para ver y conocer las reacciones de jóvenes estudiantes que están muy cerca de finalizar sus estudios y adentrarse en la vida laboral real ante la actuación de una joven recién salida de la universidad y cuya tarea va a ser la de comunicar la finalización de la relación laboral (bueno, si quieren que dejemos de lado la neolengua debemos hablar de despido ¿verdad?) a trabajadores con más de veinte o veinticinco años de antigüedad en su empresa. 

 

También voy a recomendarles que vean “Dos días y una noche”. No hay mucho contenido jurídico, pero sí mucha realidad social, mucho mundo del trabajo “frágil y precario” como reza el título de uno de los comentarios que he leído de la película. Hay una realidad jurídica y social conjunta, ya que estamos en una pequeña empresa donde la dirección propone directamente a los trabajadores que adopten una decisión que afectará de manera negativa a una trabajadora a cambio de una mejora económica para todos los demás integrantes de la plantilla (se intuye que puede haber una delegada de personal, aunque no sabría decirles si es de facto o de iure); hay la lucha de la trabajadora, con muchos altibajos en su estado emocional (¿quién no los tendría en esa situación?) para convencer a sus compañeros. Hay el lado humano, y en ocasiones muy poco humano (pero no por ello menos real), de la reacción de los trabajadores, y de los miembros de sus familias, ante la petición de Claude, donde puede verse con suma claridad cuáles son los miedos, los intereses, las distintas realidades de todos y cada uno de ellos.

 

¿Es optimista la película? Creo que sí porque demuestra como una persona, con el apoyo de su pareja y de una compañera del trabajo, sale de su depresión (insisto, con idas y venidas, con subidas y bajadas) y lucha por mantener su dignidad y pide la solidaridad de sus compañeros y el respeto por parte de la empresa, aún y siendo consciente, esta es otra cara del mundo del trabajo real, que está pidiendo al resto de trabajadores que renuncien a un importante incremento salarial. No hay, a diferencia de la película “Recursos Humanos”, un conflicto de carácter colectivo, entendiendo por tal la confrontación de los trabajadores con la dirección para defender tanto a la trabajadora que va a ser despedida como el incremento salarial propuesto. Tampoco hay un conflicto en el que se busque encontrar un punto de equilibrio entre todos los intereses en juego (la realidad económica de la empresa, es decir “los costes de producción”, la remuneración de los trabajadores -- primas, horas extras -- y el despido de una trabajadora para que la empresa y sus compañeros mejoren económicamente. No es una película, pues, para su pase y debate en sesiones sobre derecho colectivo del trabajo, pero sí lo es para acercarse a la realidad de las personas trabajadoras.

 

Sí es optimista la película porque, si bien es cierto que a lo largo de toda ella aparecen los miedos, los egoísmos, el individualismo insolidario que se da hoy en sociedades fracturadas por la crisis, y el mundo del trabajo es una parte muy importante de esas sociedades, la dignidad de la trabajadora y la solidaridad manifestada, en condiciones muy difíciles, por una parte de la plantilla llevan al espectador a salir del cine no con resignación sino con conciencia de que antes situaciones laborales complicadas el factor humano también tiene mucha importancia para situar al mundo del trabajo en  una mejor posición. Dignidad, que en especial se manifiesta en las últimas escenas de la película y en la que en muy pocos minutos se acumulan escenas y conversaciones que dan para un amplio análisis y debate en una clase de Derecho del Trabajo: una votación de los trabajadores que lleva a la trabajadora a perder su empleo, es decir a la extinción del contrato de trabajo; una posterior, aunque inmediata, decisión de la dirección de la empresa, ante el cariz conflictivo que habían tomado los acontecimientos, de proponer su mantenimiento en la empresa, con sonrisa de la trabajadora y sonrisa de los espectadores ante un aparente final feliz... que se diluye como un azucarillo en un café cuando resulta que la propuesta empresarial es la de proponer su reincorporación cuando finalice un contrato temporal que no va a ser renovado; o dicho de otra forma, la empresa pone a la trabajadora en la tesitura, tras haber demandado la solidaridad de sus compañeros, de aceptar un puesto de trabajo que va a ser dejado (la dirección de la empresa insiste, con puridad jurídica pero con olvido de qué supone su decisión, que se trata de una “no renovación contractual y no de un despido”) por otro compañero. La respuesta de la trabajadora es levantarse e irse,  e iniciar una nueva búsqueda de empleo. ¿Hubiera sido siempre así en el momento actual? No me atrevo ciertamente a dar una respuesta afirmativa total, pero desde luego, y los directores lo perseguían y lo han conseguido a mi parecer, el mundo del trabajo recupera su dignidad con esta película, aunque no mereciera el favor del jurado del festival de   Cannes pero que sí estoy seguro de que habrá agradado, y mucho, a los asistentes a la 59ª edicióndel festival de cine de Valladolid clausurado ayer. 

 

Buena película para quien desee verla, sabiendo que es cine social y que (no) es para “pasar un rato”. Adjunto varios enlaces de las críticas efectuadas a la película y que sin duda ayudarán a los lectores y lectoras del blog a tomar una decisión sobre si la ven o  no. ¿Qué les recomiendo? Mi respuesta es sí.

 

Mundo deltrabajo y españoles por el mundo (involuntariamente). A propósito deldocumental “Tierra extraña” de Icíar Bollaín, y la manifestación de que “Españaes líder en creación de empleo en Europa” de Fátima Báñez (sin olvidar eldiscurso del Papa Francisco en el encuentro de movimientos populares). 2 denoviembre de 2014.


1. Sábado 1 de noviembre. Sesión (casera) de cine. Plataforma Filmin. Previo pago de 2,95 euros (puede estar tranquilo el Ministro Jose I. Wert y toda la industria del cine: pase de película dentro de las más escrupulosa legalidad, que no están los tiempos que corren para cometer irregularidades tras la aprobación de la reforma de le leyde propiedad intelectual), procedo a ver el documental “En tierra extraña” de Icíar Bollaín, estrenado el mismo día en Madrid y que para quienes deseen verlo en el cine en otras ciudades tendrán que esperar al día 8. Un consejo: no esperen; primero, porque vale la pena ver el documental, aunque siga siendo cine “para no pasar el rato” como ya lo era Dos días y una noche, que mereció mi comentario del pasado domingo; segundo, porque el cine es mucho más caro, y estoy seguro de que muchas personas que verán el film son jóvenes y una diferencia de 6 euros no es de menor importancia.

 

Recuerdo que “En tierra extraña” fue presentada en sesión fuera de concurso en el Festival de cine de San Sebastián celebrado del 19 al 27 de septiembre, y que también fue proyectada en la primera edición de cine español celebrada justamente en la ciudad de Edimburgo (donde transcurre la mayor parte del documental), del 8 al 12 de octubre. Según el censo de 2009, la localidad escocesa tiene un población total de aproximadamente 477.660 habitantes, y en la actualidad alrededor de 20.000 españoles viven en ella. 

 

2. Me proponía redactar la entrada esta mañana, pero me he puesto a leer la prensa y se me ha ido el santo al cielo. Pero bueno, esa lectura me ha servido para conocer la intervenciónde la Ministra de Empleo y Seguridad Social, Sra. Fátima Bañez, en el Foro deEmpleo organizado ayer sábado por el Partido Popular de Navarra. La Sra Báñez, según la noticia de agencia, avanzó que los datos de afiliación a la Seguridad Social y de empleo y desempleo del mes de octubre “van a constatar que España sigue creando empleo” (por cierto, ¿los datos no son confidenciales hasta que se publican oficialmente el día previsto? Parece que la confidencialidad sólo se reserva para los meses en que los datos no son positivos), y manifestó que "estamos saliendo de la crisis y empezando a iniciar la recuperación". Debía estar muy crecida la Sra. Báñez ayer ya que, tras recordar inevitablemente la “herencia recibida” con la que se encontró el PP al llegar al poder, alabó, of course, al presidente del gobierno y enfatizó que este gobierno ha logrado que "el país empiece a ser un referente de cómo se empieza a salir de la crisis". Bueno, con una cierta prudencia (nunca está mal en un político) reconoció que "nos quedan muchas cosas por hacer" y remarcó que su Gobierno "sigue trabajando" para reducir el número de desempleados, afirmando que “Los ciudadanos tienen una cosa que no tenían hace tres años, que es confianza en poder encontrar un empleo en los próximos meses". Ya en plan “superpositivo” o “superguay” que dirían algunos, manifestó que "España va a ser el país que más empleo cree el año próximo en la zona euro porque vamos consolidando mes a mes la recuperación", concluyendo con la afirmación siguiente: "Que España sea líder en creación de empleo es una buena noticia que tenemos que consolidar con esfuerzo, reformas y estabilidad".

 

Por cierto, nada sobre la calidad de ese empleo creado, nada sobre el trabajo a tiempo parcial involuntario, nada sobre el incumplimiento de condiciones pactadas y que supone para un número no desdeñable de trabajadores y trabajadoras trabajar más horas de las previstas en su contrato,  nada sobre el número de horas trabajadas en conjunto por quienes están en el mercado de trabajo y que ponen de manifiesto que ese número es inferior al de hace tres años, cuando gobernaban aquellos que dejaron la “herencia recibida”,...  en fin nada de esto porque ayer tocaba “recuperar fuerzas” entre los populares después de la “semana trágica” (corrupción) vivida.

 

3. Desconozco si la Sra. Báñez habrá visto ya el documental “En tierra extraña”, pero a buen seguro que si lo ve descubrirá otro mundo laboral, el de muchos españoles en el extranjero (en este caso en la capital escocesa, Edimburgo) que probablemente no compartirán el optimismo de la ministra, y que explican los motivos por lo que trabajan, o intentan trabajar, fuera de España, cuáles son las condiciones laborales que tenían, quienes trabajaban, en nuestro país (con títulos y conocimientos varios) y  por qué se marcharon a la búsqueda de una vida, no sólo laboral, mejor, por la imposibilidad de tenerla en España. Ojala que todas las personas que aparecen en el documental, y que explican su situación, sus motivos y razones por lo que se fueron de España y por las que trabajan, o intentan trabajar, en Edimburgo, puedan algún día tomar la decisión de permanecer fuera de España o volver con garantías de poder desarrollar un trabajo acorde a sus conocimientos y con una calidad de trabajo (no únicamente salarial) adecuada. Porque, justamente una de los aspectos que más impacta del documental es la insistencia de quienes explican su vida laboral en explicar que, más allá de cuál sea su trabajo, aquello que hacen “es valorado”, así como también sus manifestaciones de entender ahora que es la inmigración y acordarse de la llegada a España en la época de expansión económica de miles de trabajadores, poniendo de manifiesto las dificultades para la integración.

 

He dicho en más de una ocasión, y ahora lo reitero, que en mi vida profesional he oído en muchas ocasiones las palabras “dignidad”, “respeto” y “valoración” en muchos trabajadores y trabajadoras, no preocupados sólo por la remuneración salarial (que desde luego, y nadie lo duda, es muy importante) sino también y muy especialmente porque aquello que hacen en el día a día sea debidamente valorado, vamos algo así como “un toque de calor humano” en la cada vez más fría e impersonal vida laboral de muchas personas.  Ese mundo laboral de informalidad, precariedad, explotación, salarios mínimos (y no en el sentido jurídico únicamente) también apareció, y mucho, el pasado viernes durante la primera sesión del seminario del área social de Cristianisme i Justícia, dedicado este año justamente al mundo del trabajo y a los cambios operados en los últimos tiempos y su impacto sobre las personas  trabajadoras y las que desean serlo.

 

La preocupación por la realidad laboral española también es compartida por instancias internacionales; en efecto, el Centroregional de información de las Naciones Unidas para Europa Occidental publicaba recientemente un artículo con el llamativo título “Los españoles vuelven a ser emigrantes”, que concluye con esta contundente afirmación y preocupante pregunta: “Mientras tanto, en España el gobierno sigue haciendo recortes y los jóvenes españoles se marchan huyendo de la pregunta que nadie quiere hacerse: ¿Está la juventud española condenada al desempleo? Sólo el tiempo lo dirá”. 

 

No creo, ciertamente, que  “En tierra extraña” sea vista por  los 2.990.000 espectadores que vieron a los “Españolesen el mundo” el 6 de octubre de 2009, en el programa dedicado a la ciudadescocesa donde se ha rodado el documental, pero ojala el número no sea muy inferior. Los “españoles en el mundo” de Edimburgo nos daban una visión alegre y dulce de su vida en Escocia, como ocurre prácticamente en todas las ciudades en que se realizan reportajes, pero no cabe olvidar que ya también podían encontrarse en el documento algunas manifestaciones de las razones de haber ido a trabajar a Escocia que tenían que ver, y recuerdo que hablamos de 2009, en el inicio aún de la crisis, con la dificultad de encontrar empleo en España y de las malas condiciones laborales y salariales.  

 

Para quienes deseen tener más información sobre el documental, adjunto una serie de enlaces con comentarios de la película, tráiler incluido. Me ha gustado en especial la información de Europa Press, en la que puede leerse que “Indignación, preocupación, decepción, nostalgia, perplejidad y la sensación de estar perdiéndose la vida de sus familias son algunos de los sentimientos comunes que comparten los emigrantes españoles con las que Icíar Bollaín se ha encontrado durante el rodaje del documental..”. También es justo destacar que en algunos artículos encontrarán, entre los comentarios de los lectores, una valoración crítica de la película poniendo el acento en algo que aparece en muchas ocasiones en el film, el conocimiento “imperfecto” del inglés, que hace ciertamente difícil poder acceder a determinados trabajos con un nivel de cualificación. 

  

“El mundodel trabajo. ¿Cuál es la realidad? ¿Cuáles son las perspectivas de futuro? (21de mayo de 2015).

Ayer tuve la oportunidad de participar en la segunda sesión de la quinta edición de “Cine y derechoshumanos”, organizada por el Ilustre Colegio de Abogados de Terrassa, impartiendo la conferencia “El mundo del trabajo. ¿Cuál es la realidad? ¿Cuáles son las perspectivas de futuro?

 

En dicha sesión se proyectó el documental “NASA S.A.”, una historia de un desempleadoque se convierte en un trabajador “peculiar”, y lo dejo aquí para animar a los lectores y lectoras del blog a que vean el corto cuando esté disponible en las redes sociales, con mi felicitación a sus directores Albert Pintó y Cayetano Casas, con los que tuvimos un muy animado coloquio.

 

Como casi siempre que imparto alguna conferencia sobre el mundo del trabajo, intento actualizar textos anteriores y ponerlos al día para ir recogiendo datos internacionales, europeos y españoles, y propuestas de actuación realizadas desde diversos ámbitos. Así también he podido hacerlo en esta ocasión y pongo ahora a disposición de todas las personas que deseen consultarlo el texto de mipresentación de la conferencia.

  

Sobre labrecha laboral y salarial por razón de género. A propósito de la presentacióndel Informe mundial de la OIT sobre salarios en la Facultad de Derecho de laUAB el 1 de marzo. (28 de febrero de 2019).

2. La celebración de una jornada de trabajo sobre los salarios en general, y mucho más concretamente sobre las diferencias salariales por razón de género, la ya conocida como “brecha salarial”, es un buen momento para seguir reflexionado sobre esta problemática, reordenar artículos ya publicados con anterioridad en el blog, referirse a nuevos documentos de importancia para esta temática, y destacar datos estadísticos a escala internacional, española y catalana que ponen de manifiesto la existencia de esa brecha, así como de repasar recientes aportaciones de las organizaciones sindicales y del mundo académico con ocasión del día por la igualdad salarial, el 22 de febrero, en las que se constatan las importantes diferencias existentes.

Igualmente, es una buena ocasión para recordar que las diferencias salariales guardan una estrecha relación con las diferencias más generales existentes en el mundo laboral y las mayores dificultades que tienen las mujeres para incorporarse, primero, y permanecer después en el mismo, y al mismo tiempo, la mayor facilidad que poseen para quedar en situación de desempleo.

Muy interesante también para comprobar las situaciones de desigualdad, laboral en general y salarial en particular, es acercarse a películas que pueden ser un muy buen recurso didáctico, especialmente en la enseñanza virtualizada. Un claro ejemplo de ello es la película “Pago justo”, objeto de análisis en el artículo de la profesora de la Universidad de Siena Mª Dolores Santos, titulado “El cine como recurso didáctico para el aprendizaje de la igualdad salarial y la diferencia sexual en Derecho del Trabajo: Pago Justo, Nigel Cole, 2010” (en Juan Escribano Gutierrez -director- “El cine como recurso didáctico en laenseñanza personalizada” Ed. Edual, 2016). Se trata de una película que, como bien explica la profesora Santos, narra la lucha de 187 trabajadoras del metal (en una factoría londinense de la Ford), a finales de los años sesenta para conseguir la igualdad salarial, y de la que explica que  “Es la narración de una lucha que no solo deja muy claro desde el principio la herida profunda y estructural que la diferencia salarial entre hombres y mujeres significa para cualquier sociedad civilizada, sino que la propia dinámica de los acontecimientos va desvelando y denunciando los cimientos patriarcales que sostienen las relaciones entre los dos sexos en el trabajo, en el sindicato, en la familia..., en la vida”.

Muerte de unciclista trabajador (28 de mayo de 201

En 1955, Juan Antonio Bardem dirigió la película Muerte de un ciclista, que giraba alrededor de la muerte de este en un accidente de tráfico provocado involuntariamente por un profesor de universidad y su amante, una mujer casada de la alta burguesía, y que tapan u ocultan a toda costa para evitar que se descubra su adulterio. La película mereció críticas muy elogiosas (recuérdese que se rueda en plena dictadura franquista), y podemos leerlas en las redes sociales. Valga como ejemplo una recogida en la página web de Filmaffinity: “Obra maestra, aún hoy una de las obras capitales del cine español, una película comprometida y combativa, que arremete contra la burguesía de la época y ofrece un desolador retrato de la España franquista» (Miguel Ángel Palomo, El País)[1].

He recordado esta película al conocer la muerte de otro ciclista…, sólo que en esta ocasión desgraciadamente no ha sido “de cine” sino real. En las primeras informaciones se daba cuenta por la agencia EFE, citando fuentes de la Guardia Urbana, que el fallecido era “un joven de 22 años” y que el suceso había ocurrido el sábado, 25 de mayo, “sobre las 23:30 horas en el cruce entre la calle Balmes y la Gran Via de les Corts Catalanes.”

«Un accidente más de los que se producen diariamente en Barcelona», podríamos pensar al leer la noticia, con la lógica tristeza que produce saber que se ha cobrado la vida de un joven…, pero poco a poco se iban conociendo más datos de la persona accidentada. En la cuenta de Twitter del colectivo ridersxderechos se informaba de que “Esta noche en Barcelona un compañero de @Glovo_ES ha muerto mientras trabajaba. Llevamos avisando mucho tiempo de que esto acabaría pasando. La precariedad nos mata, @Glovo_ES nos mata. No vamos a permitir ni una muerte más. BASTA YA. Nuestras condolencias a la familia”.[2]

Más tarde, el periodista Ignasi Jorro publicaba un artículo en Crónica Global, el domingo, 26, en el que informaba que el fallecido era “nepalí, de 22 años, autónomo y ‘bajo presión’. Estos son los datos que se conocen del repartidor de Glovo que murió ayer arrollado por un camión de la basura en Barcelona”.[3]

Empieza la tensión. Circulan mensajes entre los riders (tan acostumbrados estamos ya a utilizar esta terminología inglesa que casi nos podemos olvidar de que son trabajadores, y ahora no importa si por cuenta ajena o autónomos), y se llama a la protesta ante la sede de la empresa en Barcelona y a manifestaciones de los bicicleteros (esta es una palabra que no vende el vocabulario cool de la modernidad, pero que refleja mucho mejor el trabajo de los ciclistas, con las pocas excepciones de quienes realizan su prestación de servicios en moto… o en metro (oiga, me dirán algunos, llámelo trabajo y no le de más vueltas, y tendrán razón, pero es que estoy tan contaminado por la modernidad tecnológica que la palabra trabajo me parece que tampoco “vende”).

Y mientras tanto, ¿qué hace la empresa? Pues emite un comunicado en su cuenta de Twitter, que reza textualmente lo siguiente: “Glovo lamenta profundamente el fallecimiento de un repartidor en Barcelona en un accidente de tráfico. Estamos colaborando estrechamente con las autoridades para determinar las causas de este lamentable suceso. Por el momento estamos contactando con la familia para transmitirles nuestro apoyo y condolencias. En cuanto se esclarezcan los hechos iniciaremos los trámites para activar el seguro privado que cubre la actividad realizada por el repartidor en caso de accidente. Rogamos máxima prudencia hasta que las autoridades resuelvan los hechos”[4].

Bueno, parece que ya nos hemos enterado de lo que ocurrió. Se trataba de un joven autónomo emprendedor, con la bicicleta como medio de transporte y portando una caja con el logo de la empresa en la que lleva (llevaría, supongo, porque de lo que transportaba no se ha informado en los medios de comunicación) ¿comida, cigarrillos, medicinas…? Un joven de 22 años extracomunitario, si hemos de hacer caso a la información antes citada, esperemos que con la documentación administrativa en regla para residir y trabajar –recordemos que por cuenta propia y cumpliendo pues los requisitos legales para ello– en España a la búsqueda de una vida mejor. Lo que ocurrió fue, “desgraciadamente” un accidente de tráfico de un joven autónomo que, si hemos de hacer caso a la información de la empresa al referirse al seguro privado, tendría la condición, digo yo, de trabajador autónomo económicamente dependiente (TRADE) o simplemente de trabajador autónomo (que podría incluso subcontratar su actividad a un tercero), y que tuvo la “mala suerte” de sufrir dicho accidente mortal.

El jurista que firma este artículo manifiesta también su pésame a la familia del fallecido y a todos su compañeros y compañeras de trabajo (perdón, de prestación de servicios como autónomo. ¿En qué estaría yo pensando?). Pero además dice en voz alta que si pensamos que este es el modelo del trabajo “moderno” de la sociedad tecnológica del siglo XXI estamos (o están quienes lo piensen) muy equivocados, porque las circunstancias en las que se ha producido el accidente, y la persistente negativa de la empresa (con alguna sentencia de Juzgados de lo Social que le da apoyo jurídico ciertamente, aunque también hay otras varias que se manifiestan en sentido radicalmente contrario y defienden, y es bien sabido que yo me alineo en esa misma línea, la laboralidad de la prestación) a reconocer que quienes trabajan para ella como repartidores son trabajadores por cuenta ajena y no autónomos, nos devuelve a una realidad laboral que en ocasiones nos retrotrae al inicio de las relaciones laborales y al surgimiento del Derecho del Trabajo. Y si les parece que me voy muy lejos y exagero, párense a pensar en las condiciones reales (y no meramente formales) de quienes realizan esta actividad para los clientes de la empresa, y recuerden también que un conflicto parecido, afortunadamente en aquel entonces sólo provocó un accidente que no fue mortal, se produjo con un repartidor a mediados de los años ochenta y a partir de ahí se desencadenaron las consecuencias jurídicas que llevaron a declarar por los juzgados y tribunales laborales la laboralidad de la prestación.

Les confieso, y voy acabando, que me ha salido un artículo redactado más con el corazón (persona) que con el cerebro (jurídico), pero es que me enerva la hipocresía existente alrededor de unas relaciones de trabajo que ciertamente se basan en la tecnología pero que se diferencian muy poco en la realidad de las que existían hace cuarenta años. Por ello, sí me permito remitir a todas las personas interesadas en el análisis jurídico de esta prestación de servicios a los artículos que he publicado en mi blog[5].

Mientras tanto, sigo pensando que no se ha producido un simple accidente de tráfico, que ya de por sí sería triste, sino que aquello que ha ocurrido realmente la noche del 25 de mayo ha sido la muerte de un ciclista trabajador de una empresa. Y eso es lo que no debería negarse.

 

¿Recuerdan Up in the air? Cuando una película se convierte en realidad. Sobre los despidos por videoconferencia. Apuntes sociales. (12 de julio de 2020).

 

1. Esta entrada no es propiamente jurídica, ya lo adelanto, porque hablar de las extinciones contractuales, desactivaciones del personal o, mucho más crudamente, el despido de cientos o miles de personas trabajadoras, no puede enfocarse solo desde aquella perspectiva, ya que la decisión adoptada por la dirección de un empresa para aplicar dicha medida, y más en tiempos de crisis sanitaria y sus devastadoras consecuencias económicas y sociales  tiene unas indudables consecuencias para la vida, y su salud física y psíquica, de quienes de un día para otro, o dicho mucho más claramente en muy poco minutos, tienen conocimiento de que su vida laboral va a tener un rápido fin.

 

Bueno, lo que les estoy explicando no puede extrapolarse mecánicamente a cualquier país, dado que el marco jurídico de cada uno de ellos tiene sus propias reglas, y entre ellas se encuentran, al tratarse de despidos colectivos, los obligatorios períodos de consulta y negociación ara intentar llegar a un acuerdo, pero en cualquier caso donde no existe diferencia alguna a mi parecer es el impacto que la noticias tiene sobre las personas directamente afectadas.

 

Y ese impacto lo habrán tenido sin duda las y los trabajadores de tres centros de trabajo de Nissan en Cataluña cuando el 28 de mayo el director general para Europa anunció por videoconferencia la decisión de su cierre y la extinción de cerca de 3.500 puestos de trabajo directos. Dado que las negociaciones acaban de empezar, habrá que esperar a conocer cómo se desarrollan los acontecimiento, si bien mi parecer jurídico sobre cómo ha de llevarse a cabo dicha negociación queda muy bien reflejado en un artículo que hemos suscrito trece profesoras y profesoras de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, y cuya primera firma es la del profesor Antonio Baylos, titulado “Nissan: mantener el empleo como principio”. El texto fue publicado en el diario La Vanguardia el día 7 de julio  y también lo ha sido en su blog,  y por supuesto ha merecido amplia difusión en las redes sociales, pero no esperen (¿por qué será?) encontrar referencia alguna en los diarios de información económica siempre sensibles a la problemática del mundo empresarial.   Amplia información del conflicto desde la perspectiva sindical puede encontrarse en el blog de CC OO de Industria 

 

 

2. Hago referencia en el título de la entrada a una película “Up in the air” que se ha convertido durante la crisis provocada por la Covid-19 en un ejemplo citado en numerosos artículos periodísticos de “anticipo” de aquello que ha acaecido en varias empresas durante esta, es decir la extinción, desactivación o despido de muchas personas trabajadoras por videoconferencia. Ciertamente, como también digo en el título, la película se ha convertido en realidad, aunque esperemos y deseemos que no provoquen consecuencias tan duras y dramáticas como la que encontramos reflejado en el film con el suicidio de un trabajadora despedido, hecho que le lleva a la joven profesional protagonista, (Anna Kendric), a presentar su dimisión en la empresa encargada de llevar a cabo tales despidos.

 

La película se estrenó el 30 de noviembre de 2009   y  fui a verla poco después (aunque no me pregunten la fecha exacta, porque desde luego no la recuerdo). La sinopsis queencontramos en la Wikipedia es la siguiente: “Ryan Bringhman (George Clooney) es la estrella de una empresa que es contratada por otras para despedir a sus empleados. Por ello, pasa sus días viajando en avión y considera a los aeropuertos y a los aviones su verdadera casa. No ve prácticamente a su familia y no cree en las relaciones de pareja estables. Pero, cuando una joven compañera de trabajo, Natalie Keener (Anna Kendrick) propone un nuevo modo de despido en el que no hace falta viajar, todo se complica y Ryan se opone. Entonces, su jefe toma una decisión: Ryan tiene dos meses para demostrar que, pese a los gastos, la empresa debe continuar con los viajes, llevando consigo a su nueva compañera”. 

 

La he visto en muchas ocasiones, ya que desde el curso académico 2009- 2010 la he recomendado a mi alumnado del doble grado de Derecho y Administración de Empresas en la Universidad Autónoma de Barcelona, y en algunas ocasiones hemos debatido sobre su contenido o les he pedido que realizaran una síntesis de los contenidos laborales más relevantes, y siempre partiendo de la premisa de la diferente, muy diferente, regulación jurídica de los despidos en Estado Unidos y en España.

 

También hice en fechas muy cercanas, y en otra no tanto, a la difusión del film algunos comentarios en mi blog, como he podido comprobar con su búsqueda en este.

 

Así, la primera, y extraordinariamente esquemática, está en la entrada publicada el 14 de enero de 2010 y titulada “Análisis de las propuestas empresariales ante eldebate de la reforma laboral”, en la que puede leerse este texto: “De la “confianza” pasamos al “compromiso” entre empresario y trabajador para superar según la CEOE el exceso de temporalidad. Con elegancia técnica y jurídica dignas en algunos casos, no en todos, del personaje de George Clooney en “Up in the air”, se plantean propuestas que si se expusieran con un lenguaje mucho más claro y directo tendrían un mayor impacto, y sin duda, provocarían una mayor conflictividad social. Por ejemplo, se propone que la reducción de la temporalidad puede hacerse por la vía de “algunas de las modalidades contractuales propuestas desde ámbitos académicos o empresariales”, y supongo que el documento se refiere a los “ámbitos académicos” económicos, porque todavía es el momento que haya tenido oportunidad de ver, leer y estudiar una propuesta en esta línea presentada desde foros académicos iuslaboralistas”.

 

La segunda, supongo que con mucho mayor conocimiento de causa por haber visto ya la película, se publicó el 9 de marzo del mismo año, en el artículo “Los despidoscolectivos en la LET y su “reconversión” en individuales por algunos TribunalesSuperiores de Justicia. Las jornadas de la ACI”.  Reproduzco un breve fragmento de su contenido

 

“1. Los días 11 y 12 de este mes se celebrarán en el Colegio de Abogados de Barcelona las XXI jornadas organizadas por la Asociación Catalana de Iuslaboralistas (ACI), dedicadas al análisis, examen y estudio de la relación entre la crisis económica y el Derecho del Trabajo. Me imagino que debe ser un motivo de satisfacción para el impulsor de estas jornadas, cuando se pusieron en marcha en la Universidad Autónoma de Barcelona, el profesor Manuel Ramón Alarcón, al que felicito por su reciente nombramiento como magistrado del Tribunal Supremo, que más de 20 años después el iuslaboralismo catalán siga al pie del cañón del estudio, debate y análisis crítico de los problemas que afectan al mundo del trabajo.



El programa augura unas sesiones de mucho interés, tanto por la calidad de los ponentes como por la selección de los temas. Durante los dos días se prestará atención al despido colectivo y a la extinción del contrato por causas objetivas, al despido improcedente como vía más frecuentemente utilizada para extinguir el vínculo contractual, y al impacto de la reforma procesal laboral en la revisión judicial de la extinción del contrato.



Quizás, y la sugerencia tiene un tono humorístico en las formas pero serio en el fondo, hubiera sido necesario encontrar tiempo durante las jornadas para debatir sobre cómo actúan los “despedidores”, modelo George Clooney o Vera Fármiga, o el más suave, probablemente por razón de su edad, de Anna Kendrick. En cualquier caso, recomiendo la película “Up in the air”, aunque no haya obtenido ningún óscar este año, porque permite tener una visión muy real de cómo se funciona en el mundo de la empresa y en el trato con el personal (fíjense que las extinciones, o el “rehacer” la vida de cada persona como parece que se explica en el film, se lleva a cabo por personas de una empresa externa, un elemento más para debatir sobre el grado de deshumanización al que puede llegarse en las relaciones de trabajo).



En cualquier caso, George Clooney tiene, sin duda, más “glamour” que James Muir, presidente de SEAT, aunque hay una importante diferencia entre ambos: en su papel de “despedidor”, Clooney no era afectado por la situación en que quedara la empresa a la que había acudido para “rehacer” la vida de buena parte de su plantilla, mientras que J. Muir manifestaba de forma contundente en una de sus primeras intervenciones públicas en España después de haber accedido a la presidencia, y parece por lo que después explicaré que se lo ha tomado muy en serio, que “si SEAT se hunde yo me hundo”. Por otra parte, mientras G. Clooney, V. Fármiga y A. Kendrick motivaban al personal “para rehacer su vida en otro ámbito empresarial”, J. Muir ha puesto de manifiesto desde que tomó posesión (no entro ahora en cómo ha puesto en práctica sus tesis) que “estamos construyendo una SEAT con espíritu ganador y necesitamos a trabajadores comprometidos al máximo con esta estrategia”. 

 

Por fin, una breve mención al film, dentro de un análisis más general del cine social, se encuentra en la entrada publicada el 26 de octubre de 2014, titulada Dos días yuna noche”. Dignidad, solidaridad, respeto, miedo, egoísmo, individualismo. Elmundo del trabajo hoy. Cine social para (no) “pasar un rato”, en la que hacía esta reflexión previa al análisis de la película: “Soy partidario de que mis alumnos y alumnas vean películas de corte social para conocer cuál es la realidad del mundo del trabajo, pues no basta sólo con el estudio de las normas, ya que el trabajo no son sólo normas ( por más importantes que sean) sino relaciones personales (individuales y colectivas) donde el factor humanos adquiere una extraordinaria importancia. Recomiendo, por ejemplo, películas como “Recursos Humanos”, “El método” o “La Cuadrilla”, pero tampoco olvido “Up in the air”, ya que esta última es perfecta para ver y conocer las reacciones de jóvenes estudiantes que están muy cerca de finalizar sus estudios y adentrarse en la vida laboral real ante la actuación de una joven recién salida de la universidad y cuya tarea va a ser la de comunicar la finalización de la relación laboral (bueno, si quieren que dejemos de lado la neolengua debemos hablar de despido ¿verdad?) a trabajadores con más de veinte o veinticinco años de antigüedad en su empresa”. 

 

3. Los despidos por videoconferencia no son una novedad. Ya en 2014 teníamos conocimiento, a través del portal de recurso humanos “Equipos y talento”,   y siempre en Estados Unidos, de que el servicio de noticias Patch había utilizado este mecanismo, y podía leerse este comentario muy critico de la actitudempresarial: “¿Se puede tener menos tacto? Parece que sí. El director de Operaciones del servicio de noticias, que ahora es propiedad de Hale Global, anunció en una conferencia el despido de cientos de trabajadores. “Por desgracia, su puesto ha sido suprimido y usted ya no tendrá un papel en Patch, hoy es su último día de trabajo en la empresa”, era el mensaje con el que el responsable acompañó el nombre de los afectados. Eficiente, claro; humano, definitivamente no. No solo es que la gente se quede sin trabajo, que ya de por sí es una situación dramática en estos momentos, sino que la empresa demuestra una falta de sensibilidad que sin lugar a dudas le pasará factura con los empleados que mantienen su puesto”. 

 

En la información sobre la empresa en la Wikipedia podemos leer que “On August 9, 2013, AOL announced it would be laying off staff at all levels.On an all-staff conference call, AOL CEO Tim Armstrong announced that the number of staffed Patch sites would be reduced from 900 to 600.Creative Director Abel Lenz was also publicly fired by Tim Armstrong at that time”   

 

La noticia mereció un buen análisis jurídico y social del profesor Wilfredo Sanguinetti en su blog, en la entrada titulada “¿Y siGeorge Clooney fuera español? Sobre la apenas disimulada tolerancia dellegislador ante las formas manifiestamente arbitrarias de despedir”. Para el profesor Sanguinetti, “La primera reacción que suscita este comportamiento es de indignación y rechazo, dada la evidente desconsideración y falta de sensibilidad hacia los trabajadores que lo sufrieron que supone. Como indica el propio redactor de la noticia: “eficiente, claro; humano, definitivamente no”. La segunda, muy posiblemente, la de añadir a esta indignación una afirmación tranquilizadora: “afortunadamente esas cosas no suceden en España”… Y es verdad. No suceden aquí, al menos de momento. No suceden, pero sí suceden otras, y con bastante frecuencia además, expresivas de una desconsideración hacia las personas que trabajan equivalente, sino superior. Y lo hacen sin que esto suscite nuestra indignación….”

 

Tras una examen de variadas conductas contraria a derecho, y teniendo presente que su artículo se publico dos años después de la entrada en vigor de la reforma laboral del Partido Popular de 2012, manifestaba su preocupación, que hemos compartido muchos juristas, por el retroceso de los derechos laborales: “... Progresivamente, reforma tras reforma, desde los años ochenta, en función de un economicismo mal entendido, el legislador ha ido despojando al ordenamiento laboral español de todas las garantías que tenía previstas frente a las conductas de este tipo (en particular, la nulidad frente a los despidos informarles, con defecto de forma o en fraude de ley) hasta llegar a la actual situación de deshumanización, en la que lo que menos importa es la consideración debida de la persona del trabajador. Por no hablar aquí, claro, de la garantía de su derecho constitucional al trabajo”. 

 

4. La crisis sanitaria ha provocado el cierre temporal de muchas empresas y ha tenido efectos importantes sobre las personas trabajadoras. En Estados Unidos varias empresas han tomado la decisión de despedir, o desactivar, a quienes prestaban sus servicios para ellas mediante comunicación por videoconferencia.

 

La prensa económica empresarial ya daba cuenta de ello el 20 de junio, en concreto un artículo publicado en el diario Expansión, siempre teniendo como referencia histórica Up in the air”, titulado “Despedirpor videoconferencia, ¿otro ejemplo de la 'nueva normalidad'?”.

 

Su redactor, Tino Fernández, recuerda dicha película y nos explica que “'Up in the air' describe un modelo de despido que tiene éxito porque hace lo mismo a distancia que lo que se hacía en persona. Todo a través de vídeo. En este caso los 'despedidores' no tienen que viajar para hacerlo. Pero finalmente se demuestra que, además del modelo de video, es necesario un toque humano para dar por terminada la relación laboral”, para inmediatamente ir a la realidad actual y afirmar que “Aumentan los casos de despidos por Zoom. La cuestión es si esto obedece a necesidades puntuales de la pandemia o estamos ante otro signo de la nueva relación laboral a distancia que se convertirá en algo cotidiano”.  

 

En este artículo se recogen los pareceres de diversos juristas sobre las dificultades jurídicas que plantea esta forma de comunicación a los efectos de dejar debida constancia de las causas que motivan la decisión empresarial, y más cuando en España tanto el despido individual como el colectivo deben ajustarse a unas reglas formales y sustantivas o de fondo muy precisamente reguladas en la Ley del Estatuto de los Trabajadores.

 

Igualmente, y es aquello que deseo ahora subrayar, se hace referencia a decisiones adoptadas por diversas compañías norteamericanas en estos términos: “Estamos eliminando 3.500 puestos de atención al cliente en primera línea y el suyo está afectado. Hoy será su último día de trabajo en Uber"... Este mensaje de Ruffin Chaveleau, responsable del servicio al cliente de la compañía en Estados Unidos, dejaba helados a los miles de empleados convocados a principios de mayo a una videoconferencia por Zoom en la que recibieron de esta manera la noticia de su despido. Ya en marzo, al comienzo de la pandemia de coronavirus, un centenar de empleados de la plataforma online de viajes corporativos TripActions había utilizado este método de despido a distancia. Igual que WW International, en Houston, que en una videoconferencia de apenas tres minutos (lo que dura una canción) finiquitó así su relación laboral con decenas de empleados”.

 

He buscado en las redes sociales referencias de algunas de estas empresas, y algunas son de indudable interés.

 

Por ejemplo, se puede ver el vídeode algo más de tres minutos en que se comunica la decisión por Uber   y una valoración muy crítica de la decisión empresarial en el artículo de Jack  Kelly “Uber Lays Off 3,500 Employees Over AZoom Call—The Way In Which A Company Downsizes Its Staff Says A Lot About TheOrganization”.

 

Otras informaciones de indudable interés sobre decisiones empresariales de despedir o desactivas telemáticamente, pueden encontrarse en estos artículos: “WeightWatchers 'fires 4,000 employees on a five-minute Zoom call' despite announcingplan to begin reopening studios after coronavirus lockdown.    y  también en 'It Felt Like a Black Mirror Episode' The Inside Account of How Bird Laid off 406 People in Two Minutes via a Zoom Webinar.  

 

5. Mucho más recientemente, el 11 de julio, el diario el País publicaba un artículo titulado “Gracias por unirse a Zoom. Está despedido”, y el subtítulo “Los ceses por videollamada debilitan laprotección del empleado y crean inseguridad jurídica en la empresa”.

 

 

Su redactora, Irene Cortes, se refiere también, a modo de recordatorio histórico, a Up in the air, explicando que “George Clooney, en la película Up in the air, interpreta a un gestor de despidos; un profesional al que las compañías contratan para que asuma la tarea de comunicar a los trabajadores su cese. Durante la notificación, protocolizada hasta el extremo, contrasta la frialdad (e, incluso, el cinismo) del personaje interpretado por Clooney con la angustia de un empleado que, sin embargo, se ve despachado en apenas un par de minutos”, para inmediatamente añadir, con información muy semejante a la facilitada días antes por el diario Expansión, que “La combinación de la crisis económica y el teletrabajo forzado ha provocado en los últimos meses escenas similares en muchas empresas, con el agravante de que los despidos se han tramitado a través de plataformas online. Este fue el caso, en mayo, de los 3.500 empleados de Uber que recibieron un mensaje en el que se les invitaba a unirse a una videollamada por Zoom. En ella, la directora del servicio de atención al cliente, Ruffin Chaveleau, les informaba de que habían tenido que hacer grandes recortes y que ese sería su último día en el trabajo. Otra firma estadounidense, WW Internacional, cesó de manera similar a 4.000 operarios”. Igualmente, también recoge el parecer de diversos juristas sobre los requisitos que deben darse en España para que un despido cumpla con las formalidades legales, tanto respecto a las formas como a su contenido, ya sea individual o colectivo”.

 

6. Concluyo. Dejemos para otros artículos propiamente jurídicos el análisis de que ocurriría si una empresa comunicara una decisión tan grave e importante por esta vía. Ya tenemos sentencias de juzgados y tribunales laborales que se han enfrentado con problemas que pueden tener una relación cercana, como la comunicación vía whastapp y los límites (muchos) que tiene para poder ser considerada conforme a derecho.

 

Pero, mientras tanto, no perdamos de vista el lado humano de las relaciones de trabajo, porque la vida laboral no puede, ni debe, acabarse con las manifestaciones hechas a través de la pantalla y la inmediata desconexión.

 

Buena lectura y buen visionado del vídeo, aunque no sea nada agradable para cualquier persona trabajadora.  

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