Sábado 25 de
octubre, cines Verdi de Barcelona, media entrada, público mayoritariamente “de
edad avanzada” (terminología con la que la Organización Internacional del
Trabajo se refiere a las personas trabajadoras de 55 a 64 años y que en esta
ocasión me sirve para identificar a quienes estaban en el cine, ya fueran
trabajadores, empresarios, jubilados, inactivos), película “Dos días y una
noche” de los hermanos Dardenne, cuyo trailer (en castellano y en francés) puede verse en los enlaces adjuntados. Interés por mi parte (y supongo que de la
mayor parte de asistentes) para verla: me gusta el cine social y me gustan las películas
de los hermanos Dardenne. Además, por una vez la gran mayoría de la crítica ha valorado
positivamente un film, y ya saben quienes leen habitualmente las críticas de
películas que ello es extraordinariamente raro y muy difícil que se produzca.
Final de la
película (95 minutos): silencio en la sala. Bueno, dirán los lectores y
lectoras del blog, es lo normal en un cine ¿no? Si y no, respondo. No porque
hay muchas películas de las que necesitas inmediatamente hablar con quienes te
acompañan (si así fuera), sí cuando la película requiere de unos minutos para
su “digestión” por cómo se ha desarrollado y cuál ha sido su final. En “Dos
días y una noche” prima el silencio reflexivo ya que los directores consiguen
aquello que deseaban: interpelar al espectador sobre qué hubiera hecho de haber
sido alguno de los trabajadores de la empresa, sobre cómo hubiera actuado, qué
decisión hubiera adoptado en la votación que afectaba, nada más ni nada menos,
que al despido de una compañera que iba a
reincorporarse después de un período de baja, parece que por depresión,
aunque este no sea el aspecto que interese destacar de la película sino a
posteriori, es decir cuando la trabajadora lucha por defender su empleo y trata
de convencer a sus compañeros y compañeras de renunciar a un incremento
salarial a cambio del mantenimiento de su empleo, confrontación diabólica a la
que la dirección de la empresa había llevado a su personal.
El tweet con el
que he querido sintetizar el contenido de la película, y que por ello da título
a esta breve entrada, ha sido este: “Dignidad, solidaridad, respeto, miedo,
egoísmo, individualismo. El mundo del trabajo hoy”. Una trabajadora que se ve
abocada, fuera de la empresa y durante el fin de semana, es decir durante el “no
trabajo”, aquellos momentos en que muchas personas viven la vida que desean y
se aíslan, o lo intentan, de aquella que viven obligadas durante cinco (o más)
días cada semana, a buscar el apoyo de sus compañeros y compañeras (que no
amigos o amigas, salvo muy pocas personas como se ve claramente en el film)
para no perder su empleo, para no engrosar las listas del desempleo. Durante
dos días, y una noche, la trabajadora va a intentar convencerles de qué cambien
su parecer manifestado dos días antes y que acepten, observen bien por favor,
no cobrar una prima de producción (1000 euros) a cambio de poder ella seguir
trabajando y por tanto seguir cobrando un salario necesario (así se explica en
la película) para seguir manteniendo su vivienda y no volver a habitar una
vivienda social.
Soy partidario
de que mis alumnos y alumnas vean películas de corte social para conocer cuál
es la realidad del mundo del trabajo, pues no basta sólo con el estudio de las
normas, ya que el trabajo no son sólo normas ( por más importantes que sean)
sino relaciones personales (individuales y colectivas) donde el factor humanos
adquiere una extraordinaria importancia. Recomiendo, por ejemplo, películas
como “Recursos Humanos”, “El método” o “La Cuadrilla”, pero tampoco
olvido “Up in the air”, ya que esta última es perfecta para ver y conocer las
reacciones de jóvenes estudiantes que están muy cerca de finalizar sus estudios
y adentrarse en la vida laboral real ante la actuación de una joven recién salida
de la universidad y cuya tarea va a ser la de comunicar la finalización de la relación
laboral (bueno, si quieren que dejemos de lado la neolengua debemos hablar de
despido ¿verdad?) a trabajadores con más de veinte o veinticinco años de antigüedad
en su empresa.
También voy a
recomendarles que vean “Dos días y una noche”. No hay mucho contenido jurídico,
pero sí mucha realidad social, mucho mundo del trabajo “frágil y precario” como
reza el título de uno de los comentarios que he leído de la película. Hay una
realidad jurídica y social conjunta, ya que estamos en una pequeña empresa
donde la dirección propone directamente a los trabajadores que adopten una decisión
que afectará de manera negativa a una trabajadora a cambio de una mejora
económica para todos los demás integrantes de la plantilla (se intuye que puede
haber una delegada de personal, aunque no sabría decirles si es de facto o de
iure); hay la lucha de la trabajadora, con muchos altibajos en su estado
emocional (¿quién no los tendría en esa situación?) para convencer a sus
compañeros. Hay el lado humano, y en ocasiones muy poco humano (pero no por
ello menos real), de la reacción de los trabajadores, y de los miembros de sus
familias, ante la petición de Claude, donde puede verse con suma claridad
cuáles son los miedos, los intereses, las distintas realidades de todos y cada
uno de ellos.
¿Es optimista la
película? Creo que sí porque demuestra como una persona, con el apoyo de su
pareja y de una compañera del trabajo, sale de su depresión (insisto, con idas
y venidas, con subidas y bajadas) y lucha por mantener su dignidad y pide la
solidaridad de sus compañeros y el respeto por parte de la empresa, aún y
siendo consciente, esta es otra cara del mundo del trabajo real, que está pidiendo
al resto de trabajadores que renuncien a un importante incremento salarial. No
hay, a diferencia de la película “Recursos Humanos”, un conflicto de carácter
colectivo, entendiendo por tal la confrontación de los trabajadores con la
dirección para defender tanto a la trabajadora que va a ser despedida como el
incremento salarial propuesto. Tampoco hay un conflicto en el que se busque encontrar
un punto de equilibrio entre todos los intereses en juego (la realidad
económica de la empresa, es decir “los costes de producción”, la remuneración
de los trabajadores -- primas, horas extras -- y el despido de una trabajadora
para que la empresa y sus compañeros mejoren económicamente. No es una película,
pues, para su pase y debate en sesiones sobre derecho colectivo del trabajo,
pero sí lo es para acercarse a la realidad de las personas trabajadoras.
Sí es optimista
la película porque, si bien es cierto que a lo largo de toda ella aparecen los
miedos, los egoísmos, el individualismo insolidario que se da hoy en sociedades
fracturadas por la crisis, y el mundo del trabajo es una parte muy importante
de esas sociedades, la dignidad de la trabajadora y la solidaridad manifestada,
en condiciones muy difíciles, por una parte de la plantilla llevan al
espectador a salir del cine no con resignación sino con conciencia de que antes
situaciones laborales complicadas el factor humano también tiene mucha
importancia para situar al mundo del trabajo en
una mejor posición. Dignidad, que en especial se manifiesta en las
últimas escenas de la película y en la que en muy pocos minutos se acumulan
escenas y conversaciones que dan para un amplio análisis y debate en una clase
de Derecho del Trabajo: una votación de los trabajadores que lleva a la
trabajadora a perder su empleo, es decir a la extinción del contrato de
trabajo; una posterior, aunque inmediata, decisión de la dirección de la
empresa, ante el cariz conflictivo que habían tomado los acontecimientos, de
proponer su mantenimiento en la empresa, con sonrisa de la trabajadora y sonrisa
de los espectadores ante un aparente final feliz... que se diluye como un
azucarillo en un café cuando resulta que la propuesta empresarial es la de
proponer su reincorporación cuando finalice un contrato temporal que no va a
ser renovado; o dicho de otra forma, la empresa pone a la trabajadora en la
tesitura, tras haber demandado la solidaridad de sus compañeros, de aceptar un
puesto de trabajo que va a ser dejado (la dirección de la empresa insiste, con
puridad jurídica pero con olvido de qué supone su decisión, que se trata de una
“no renovación contractual y no de un despido”) por otro compañero. La
respuesta de la trabajadora es levantarse e irse, e iniciar una nueva búsqueda de empleo. ¿Hubiera
sido siempre así en el momento actual? No me atrevo ciertamente a dar una
respuesta afirmativa total, pero desde luego, y los directores lo perseguían y
lo han conseguido a mi parecer, el mundo del trabajo recupera su dignidad con
esta película, aunque no mereciera el favor del jurado del festival de Cannes pero que sí
estoy seguro de que habrá agradado, y mucho, a los asistentes a la 59ª edicióndel festival de cine de Valladolid clausurado ayer.
Buena película
para quien desee verla, sabiendo que es cine social y que (no) es para “pasar
un rato”. Adjunto varios enlaces de las críticas efectuadas a la película y que
sin duda ayudarán a los lectores y lectoras del blog a tomar una decisión sobre
si la ven o no. ¿Qué les recomiendo? Mi respuesta
es sí.
1 comentario:
Definitivamente el cine social hace referencia a un género cinematográfico ya a las peliculas empleando el cine como medio para la crítica y denuncia de problemáticas sociales
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