1. La iniciativa
del centenario relativa al futuro del trabajo, lanzada por la Organización
Internacional del Trabajo en 2017, esta teniendo una amplia acogida en el mundo
universitario español y entre las organizaciones y entidades que operan
diariamente en el mundo laboral.
Buena prueba de
ello, es el amplio número de reuniones, simposios, conferencias y congresos que
se están celebrando durante este año, a la espera de la realización del magno CongresoInteruniversitario sobre el futuro del trabajo que tendrá lugar en laUniversidad de Sevilla, más concretamente en la Facultad de Ciencias del
Trabajo, durante los días 7 y 8 de febrero de 2019, y de buena parte de los cuales
he ido dando cuenta en este blog, tanto con referencias generales a los mismos
como con la publicación de mis aportaciones cuando he sido invitado a
participar como ponente.
2. Los próximos
días, o más exactamente ya desde el lunes 12,
serán muy intensos en la celebración de eventos dedicados al futuro del
trabajo, siempre, como reza el título de esta entrada, sin olvidar el presente
y tomando nota de las lecciones que nos proporciona el pasado, en los que participaré,
o he participado, en distintas condiciones, ya sea como asistente, moderador de
mesa de trabajo o ponente; o lo que es
lo mismo, con la posibilidad en unos casos, de aprender, mucho y bien,
de las intervenciones de las personas conferenciantes y de los debates
posteriores, y con la obligación en otras de reflexionar sobre el mundo laboral
y aportar mis reflexiones y propuestas sobre cómo avanzar en una sociedad más
justa e inclusiva.
A) El “pistoletazo”
de mis intervenciones como ponente se dio en el Simposio Iberoamericano OIT “El
futuro del trabajo: un escenario de cambios tecnológico y transformaciones
productivas”, celebrado durante los días 30 y 31 de octubre se en la bella
ciudad de Santa Cruz de La Palma, capital de la isla canaria de La Palma, con
muy interesantes y enriquecedores debates sobre el futuro del trabajo, las
mutaciones del empleo y las consecuencias sociales. Puse de manifiesto que precariedad,
desigualdad, pobreza (laboral o no) e insuficiencia de ingresos son términos que
van estrechamente unidos en gran parte de las ocasiones y suponen un reto
importante a afrontar si queremos avanzar hacia una sociedad más justa e
inclusiva, y en el donde el empleo siga siendo un elemento central del contrato
social que se requiere en el siglo XXI y que continúe la senda del existente
durante la segunda mitad del siglo XX en, al menos, gran parte de los países
desarrollados. Las personas interesadas pueden ver el texto de mi intervención,junto con la de los profesores Carlos Palomeque y Vincenzo Ferrari, en el videoque ahora enlazo.
B) A dicha
intervención seguirán la próxima semana dos que tienen para mí un especial interés.
La primera, el martes
20 en mi siempre querida (no en vano presté servicios durante quince años en
ella) Facultad de Derecho de la Universidad de Girona, con ocasión de la
jornada “Estado de bienestar y políticas sociolaborales a debate”, organizada
con para la presentación del libro “Manual del Estado del Bienestar y laspolíticas sociolaborales”, dirigido y coordinador por el profesor Ferran Camasy la profesora Gemma Ubasart, a quienes ya felicito desde aquí por la
publicación, en la que han participado un buen número de miembros de la
comunidad universitaria económica, política, jurídica y sociológica.
Será un buen
momento, sin duda, para reflexionar, ante un público mayoritariamente
estudiantil y por tanto joven, estudiantes de Derecho, Economía y Ciencias
Políticas, sobre el futuro del trabajo (para casi todas y todos ellos su casi presente)
y la conexión existente con períodos históricos actuales y pasados. A buen seguro,
por poner un ejemplo, que el debate sobre la relación laboral en la economía de
plataformas tendrá sin duda protagonismo en mi intervención y en las de las y
los ponentes que intervengan durante la Jornada, así como también la afectación
del cambio tecnológico a las relaciones de trabajo, o el creciente deseo de las
personas que prestan servicios en empresas de tener mas voz y voto en todas las
decisiones que les afectan, por no hablar ya de cómo impacta el proceso de internacionalización
de la economía, y de las decisiones que se adoptan a escala supraestatal, sobre
la vida de las personas trabajadoras).
La segunda, el
jueves 22, en el “Encuentro interterritorial para el impulso y la cooperaciónde los pactos y acuerdos territoriales de empleo en la Comunidad Valenciana”
que se celebrará en la localidad de Burjassot, habiendo tenido las entidades
organizadoras la amabilidad de invitarme para hablar de las luces (afortunadamente se estén encendiendo unas
cuantas en los últimos años) y las sombras (que desgraciadamente no
desaparecen, a pesar de las mejoras experimentadas) del mercado de trabajo, con
especial atención a nuestra realidad más cercana, y qué hacer ante un cambio en
el trabajo y en las relaciones laborales que se está operando de forma rápida y
que aún lo puede ser más en el inmediato futuro.
La participación en
un encuentro de entidades de ámbitos territoriales locales y supramunicipales me
resulta también de especial interés, dada la estrecha colaboración que he
mantenido con las de la Comunidad Autónoma de Cataluña, plasmada en documentos
de trabajo elaborados para la Federació de Municipis de Cataluña y que han sido
objeto de debate en las reuniones sobre la descentralización de las políticas
de empleo del Servicio Público de Empleo de Cataluña. Como muy bien exponía recientemente
el que fuera director del SOC en el primer gobierno tripartito (2003-2006), Sr.
Francesc Castellana, en un artículo publicado en El Diari del Treball el 9 de
noviembre, titulado “En la recerca d’un lloc de treball cal suport públic”, el
acercamiento al territorio, y la creación de empleo vinculado a las necesidades
de este y a la formación de las personas
que vive en el mismo, es una medida de primer orden de importancia, que va de
la mano sin duda con el desarrollo de políticas educativas, laborales y
económicas que mejoren la formación y empleabilidad y creen las condiciones
adecuadas para la implantación de nuevas empresas en el territorio, en el marco
de un fructífero proceso de diálogo entre los poderes públicos, el mundo empresarial
y las organizaciones sociales.
3. Antes de los
eventos referenciados, esta misma semana ha sido ya, y lo seguirá siendo sin duda
alguna, el próximo viernes, especialmente fructífera para el aprendizaje.
El pasado lunes
tuve la oportunidad de participar, como asistente junto a otras veinte personas
del mundo académico, profesional, político y sindical, en la primera sesión del
Seminario sobre el presente y el futuro del trabajo que ha organizado la FundacióRafael de Campalans, bajo la dirección del profesor Ferran Camas. La sesión
contó con un ponente de lujo, Raymond Torres, actualmente director invitado deprevisión y coyuntura de FUNCAS, que fue consejero especial del director
general de la OIT para políticas de empleo y el futuro del trabajo hasta enero
de 2017, y que dirigió la publicación Perspectivas mundiales de empleo, como
director del departamento de investigaciones de la OIT, habiendo trabajador
anteriormente en el departamento de economía de la OCDE.
Hay que felicitar
a la Fundació, y así lo hago, por la iniciativa de este Seminario sobre el
trabajo y su futuro, que enlaza con la puesta en marcha por la OIT con ocasión
de la celebración de su centenario en 2019 y que ha de llevar, después de un
muy amplio proceso de reuniones y debates a escala internacional y de cada
Estado, a unas conclusiones a presentar en la Conferencia Internacional del mes
de junio del próximo año.
El viernes 16
tendré la oportunidad de moderar una mesa de trabajo dedicada específicamente a
“Derecho del Trabajo y Economía Digital”, a celebrar durante las VII Jornadasanuales del Instituto de Estudios del Trabajo de la Universidad Autónoma deBarcelona y que están igualmente dedicadas al futuro del trabajo, con la
presencia de tres jóvenes y ya muy cualificados juristas del mundo del trabajo
como son la profesora Esperanza Macarena Sierra Benítez y los profesores Daniel
Pérez del Prado e Ignasi Beltrán de Heredia.
A ambas reuniones
me refiero a continuación, con especial énfasis lógicamente en la primera por
disponer ya de amplias referencias para el análisis, a fin de seguir aportando
ideas para el debate sobre qué trabajo queremos, y por tanto con nuestra participación activa
en la toma de decisiones que influencien nuestro futuro, y cómo puede ser en
los próximos años.
4. La intervención
del Sr Torres tuvo un especial interés por el planteamiento global que efectuó de
cuáles son las tendencias emergentes, qué cambios se están operando y qué
dificultades de adaptación hay en una buena parte de la sociedad, y qué puede
ocurrir en el próximo futuro. Todas sus aportaciones merecieron posteriormente
un intenso debate entre las personas asistentes que hizo alargar, sin que nadie
presente formulara crítica alguna dado el interés de la sesión, el horario inicialmente
previsto de finalización. Con respecto más concretamente a la realidad
española, justamente el día anterior había publicado un artículo en el diario
El País titulado “Paradojas territoriales del mercado laboral español”, en el
que realiza un acertado análisis de cómo la reducción del desempleo esconde
tres déficits: de empleos, de trabajadores y de población.
Aquí están algunas
de las notas que tomé de la intervención del Raymond Torres, a las que acompaño
en algunas ocasiones mis reflexiones propias sobre algún punto en particular o
desde una perspectiva más general.
A) Al referirse a
las tendencias emergentes, se puso de relieve que los datos disponibles por las
organizaciones económicas y sociales internacionales (FMI, OCDE, OIT) ponen de
manifiesto que la economía mundial crea más empleo que nunca en los últimos
años (y España no es una excepción), con la consiguiente reducción de las tasas
de desempleo; si bien, es muy distinta la cuestión de la cantidad de empleo que
se crea con la de su calidad, tal como he expuesto por mi parte en anteriores
ocasiones, y de ahí que el incremento de las todavía llamadas formas atípicas
de empleo, como el trabajo temporal, a tiempo parcial, autónomo (verdadero o
falso, ya es otro asunto), o trabajo para plataformas online u offline, haya
experimentado un incremento importante en los últimos años y con previsión de
que siga experimentando aumento en el próximo futuro, con las consecuencias que
ello ha tenido, lo apuntaba muy bien Raymond Torres, de “detención del proceso
de estabilización del empleo”, o lo que es lo mismo un incremento de la
inseguridad laboral para buena parte de la población, que impacta también sobre
la cohesión social.
Sobre la creciente
importancia del trabajo en economía de plataformas, hay una reciente aportación
de indudable interés del profesor Francisco Pérez Amorós presentada como ponencia
en el segundo Congreso Cielo Mundial 2018, dedicado a “Cuarta revolución industrial
y globalización. La protección del empleo, la salud y vida privada de los
trabajadores ante los desafíos del futuro”, que lleva por título “Sin contrato
y sin frenos: un trabajo por cuenta ajena en la economía digital”, en el que
realiza un amplio y detallado análisis del nuevo, o no tan nuevo, marco jurídico
en el que se inserta la prestación de servicios de las personas que así lo
hacen para las plataformas digitales.
B) Sigamos con la
exposición del Sr Torres, que nos planteó qué ocurre, qué esta ocurriendo en la
actualidad con el trabajo. En sintonía a mi parecer con los datos recogidos en
los últimos informes de la OIT sobre tendencias mundiales del empleo, se puso
de manifiesto cómo se está operando un proceso de atomización del trabajo que
guarda relación con la externalización o desmembramiento de buena parte de la
actividad empresarial, siendo las cadenas mundiales de suministro un claro
ejemplo de esta forma de operar de los procesos productivos.
Al mismo tiempo,
el cambio se manifiesta en la menor importancia que se da al tiempo de trabajo (es
decir a la actividad presencial) y mucho más a los objetivos marcados, con
independencia en muchas ocasiones de cómo y dónde se consigan. El trabajo por
objetivos o por proyectos, si bien introduce amplias dosis de flexibilidad en
la organización del trabajo, incrementa considerablemente los niveles de
presión y tensión entre las personas trabajadoras, con el correlativo incremento,
también constatado en estudios internacionales, de las salidas o bajas
involuntarias del mercado de trabajo, tanto temporales como definitivas, como
consecuencia de las dolencias laborales, especialmente de índole psíquica, derivadas
de la carga de trabajo y de la obligación de cumplir con unos objetivos y unos
plazos cada vez más estrictamente marcados. Cobra aquí sentido, apunto ahora,
una adecuada política de prevención de riesgos laborales que evite, o al menos
atenúe estas situaciones, que han llevado, por ejemplo (así lo recordaba el Sr
Torres) a que en algunos países nórdicos de Europa tales bajas sean superiores
a las de las tasas de desempleo.
C) No menos importante,
como tendencia emergente (me atrevo a decir que ya casi ha dejado de tener esa condición
por estar cerca de alcanzar su consolidación, con las dificultades consiguientes
para su modificación) es el incremento, creciente, de las desigualdades en el
mundo del trabajo.
El debate sobre
las desigualdades (de recobrada actualidad e importancia a partir de las
aportaciones de Thomas Picketty con su magna obra “El capital en el siglo XXI”,
que afirmaba en una entrevista publicada a principios de enero de 2015 que “las
políticas de austeridad, el empeño en reducir el déficit a toda velocidad, el
aumento del desempleo y la ausencia de inflación hacen mucho más difícil la
salida de la crisis”), se ha convertido en un elemento central del debate a
escala mundial, habiendo manifestado su preocupación el G20 por sus consecuencias
sobre la – disminución/reducción de – cohesión social), debatiéndose cada vez
más sobre la pérdida de importancia de las rentas del trabajo en la economía de
(cada) país y las consecuencias que ello conlleva sobre la “desafectación” de
una parte de la población hacia el sistema político y social en el que vive. Un
reto, desde luego a mi parecer, que no es sólo laboral, ni mucho menos.
D) En la segunda parte
de su intervención el ponente abordó cómo se está produciendo el cambio y qué
dificultades de adaptación hay en muchas personas, y territorios para su adaptación.
Este punto mereció una buena parte de las intervenciones del posterior debate y
en que se resaltó, por ejemplo, la importancia de la robótica y la
automatización en el proceso de aprendizaje en la formación profesional, se
enfatizó la importancia de lograr la igualdad de oportunidades en el proceso educativo
para evitar los que son (como consecuencia) posteriores desajustes y
desigualdad en la vida laboral de las personas, y se expuso la importancia de actuar
a escala internacional para dirigir, y no sufrir, los procesos de cambio
económicos, políticos y sociales, para que el nuevo trabajo (que en muchas
ocasiones será una adaptación del existente, dado el “reciclaje” del viejo
fordismo) pueda ser útil y enriquecedor para la mayor parte de la población.
Son lugares
comunes del debate, y que conviene seguir recordando, tal como hizo el ponente,
la importancia del cambio tecnológico, la digitalización de la economía y la
importancia del trabajo conectado en red. Igualmente, la importancia cada vez
mayor de la inteligencia artificial sobre la vida económica y social, con un
impacto relevante a medio plazo sobre la cantidad y la calidad del empleo. Se
alerta sobre el proceso de fragmentación del sistema productivo, y cómo impacta
en la fragmentación de la sociedad (relación cambios económicos y laborales con
cambios sociales). Se está pasando de un modelo fordista del trabajo a otro
basado en la economía de las plataformas.
Se puso de
manifiesto que el sistema es incapaz de adaptarse a los cambios, o al menos que
no se adapta a la velocidad con la que se desarrolla el cambio tecnológico y su
impacto en la vida socioeconómica, por lo que hay que preguntarse si sigue
siendo válido el Estado del Bienestar y sí hay que dirigir/regular el
capitalismo. Se constata que la desregulación operada en los últimos años ha
sido contraproducente para la mayor parte de la población, con un incremento
creciente de la inseguridad laboral (= pérdida/disminución de derechos), y que
la globalización se ha desarrollado de forma desigual, aunque es una realidad
de la que hay que partir, y ha generado por una parte un “retraimiento” hacia
las fronteras nacionales (mayor proteccionismo como hilo conductor de las
políticas de algunos Estados), y por otra el incremento de acuerdos bilaterales
o regionales, al tiempo que disminuye la importancia del multilateralismo, es
decir de los acuerdos a escala mundial.
De una amplia parte
de esta temática se debatió extensamente en el reciente simposio de Santa Cruz
de La Palma, y aparece en todos los documentos elaborados por la OIT para los
debates de la iniciativa sobre el futuro del trabajo, por lo que me permito
remitir a las personas interesadas a la lectura de los mismos y a mis análisis
en anteriores entradas. Me quedo ahora solo con una respuesta del director generalde la OIT en España, Joaquín Nieto, a una pregunta sobre el cambio tecnológico ysu impacto que se le hizo en una entrevista llevada a cabo con ocasión de la
firma del memorando de entendimiento entre la UAB y la OIT el 24 de enero de
este año. A la pregunta “La tecnología parece avanzar más rápido que nuestra
capacidad de adaptar el mercado de trabajo. ¿Es así?”, Joaquín Nieto respondía
de esta clara y contundente manera: “Siempre ha sido así. Las revoluciones
tecnológicas siempre han determinado las formas de producción y estas han
influido en las formas del trabajo. Crean riesgos, pero también oportunidades.
Un ejemplo: ahora mismo, una de las características del trabajo que viene de la
mano de la digitalización es que está cada vez más fragmentado. Y la
fragmentación ha llevado a las cadenas mundiales de suministro: ya hay más de
600 millones de trabajadores en ellas. Esta manera de trabajar establece
riesgos porque a menudo se traslada la producción a países donde no se respeta
los derechos laborales, o hay trabajo infantil, o hay trabajo forzoso ... Pero,
al mismo tiempo, tenemos la oportunidad de influir sobre el conjunto de la
cadena. Ya se ha firmado unos 200 acuerdos entre empresas multinacionales y
federaciones sindicales mundiales, acuerdos que tratan de garantizar que, a lo
largo de todo el proceso productivo, se cumple un mínimo de derechos laborales”.
E) Del pasado y
presente al futuro del trabajo, de las relaciones laborales, que son también
económicas y sociales. ¿Qué escenarios apuntó el Sr. Torres en su intervención,
al hilo de los informes y debates que se están realizando desde diversos foros
internacionales, think tanks y gabinetes de estudios de organizaciones sociales?
Pues les puso denominación
que me permito ahora reproducir: el de la “inercia”, el de la “desregulación”,
y el de la innovación 4.0”.
El primero, es el
de “seguir como hasta ahora”, habiendo subrayado con preocupación como los
primeros impulsos de cambio de modelo económico tras el inicio de la grave
crisis de 2008, cuando en foros internacionales se enfatizaba la necesidad de cambios
radicales en las políticas que habían conducido a tal crisis, se fueron
diluyendo poco a poco, de tal manera que se puede afirmar, según el ponente,
que hemos cambiado muy poco desde la crisis de 2008, a pesar de las grandes
declaraciones en el primer momento sobre la importancia de redefinir las líneas
maestras de la economía mundial, y ello ha conllevado un incremento de las
desigualdades, de la inseguridad laboral (= económica), y la pérdida de la
centralidad del trabajo en sus vidas para una parte importante de la población,
entendido este tanto como una fuente de ingresos, lo sufren las personas
desempleadas, como un factor de desarrollo de habilidades y conocimientos, ya
que muchos trabajos aportan muy poco a los mismos, y la prestación laboral
acaba realizándose por los ingreso que se perciben y no por la utilidad social
del trabajo, algo que genera desasosiego para una parte no menospreciable de la
población.
En esta línea se
ha pronunciado el profesor David Graeber en su reciente libro “Trabajos de
mierda”, calificados por su autor en una reciente entrevista como “un empleo
que es tan innecesario, incluso perjudicial, que hasta la persona que lo está
haciendo cree íntimamente que este empleo no debería existir. Naturalmente, tiene que fingir: esa es la
parte estúpida, que de algún modo tienes que fingir que hay alguna razón para
que este empleo exista. Pero por dentro, crees que si este trabajo no
existiera, o bien nada cambiaría en absoluto, o el mundo de hecho sería un
lugar un poco mejor”.
El segundo escenario,
calificado de socialmente perturbador por muchas de las personas que
intervinieron en el debate) es el de la “desregulación”, que atacaría de frente
el modelo social europeo, en el que durante mucho tiempo se inspiraron las
reformas de países de otros continentes. La desregulación conllevaría, y de
hecho ya lo está haciendo, mayor inestabilidad política y económica. Se apuntaba
además que los riesgos de una nueva crisis a escala mundial, debido al proceso
de sobreendeudamiento, son importantes y que, caso de producirse, puede tener
un impacto global (negativo para la mayoría de la población) superior al de la
anterior.
Por fin, el tercer
escenario sería el de la “innovación 4.0”, que pasaría por replantearse el
Estado del Bienestar, su concreción, pero siempre respetando los principios
básicos que lo han configurado e informado desde su creación.
Tanto en la
intervención del ponente como en el muy interesante debate posterior se suscitaron
dudas e interrogantes sobre cómo conseguir una adecuada financiación para
mantener dicho sistema, y se plantearon hipótesis sobre el impacto de la
inteligencia artificial en la cantidad de empleo existente, de tal forma que se
abre un amplio debate de si es conveniente plantear la necesidad de una renta
básica universal en atención a que muchas personas puedan carecer de empleo,
por el avance tecnológico, en el futuro mediato. El ponente apostó más,
primeramente, por reordenar los mecanismos asistenciales actualmente existentes
de protección social, enfatizando al mismo tiempo la importancia de la
dimensión internacional de las políticas de reforma del Estado del Bienestar,
concluyendo con una pregunta abierta al debate posterior, cuál fue la de
plantearnos cómo afrontar los cambios del Estado del Bienestar en una sociedad
sensiblemente distinta de aquella que lo vio nacer, y después crecer y
desarrollarse.
5. Por mi parte,
en la fase de debate, traté de profundizar en algunas de las tesis que vengo
exponiendo en mis intervenciones sobre la necesidad de “separar el grano de la
paja” y distinguir entre lo que hay de realmente nuevo y lo antiguo pero “reciclado” en las
relaciones de trabajo, y afortunadamente tuve la “ayuda” de miembros de la
Inspección de Trabajo y Seguridad Social que conocen sobradamente la realidad
social, es decir la vida real de las relaciones de trabajo.
Las anécdotas
contribuyen a entender mejor la realidad, y una vivencia personal que tuve hace
días, la de ir viajando en transporte suburbano y ver subir a un trabajador
(¿rider, driver, contractor?) de una empresa de reparto con su caja, y también
con una tabla de snowboard (¿vehículo de desplazamiento?) me sirvió para poner
de manifiesto que ese no es el nuevo trabajo al que debemos aspirar.
Destaqué el
impacto del mundo económico sobre el jurídico, y como el primero, una parte, al
menos, pretende condicionar el marco laboral en el que se desarrollan las
relaciones de trabajo, sacando, o pretendiendo sacar, muchas de ellas de la
cobertura de la relación contractual asalariada.
Que es importante
pensar, y diseñar, las políticas de las fuerzas políticas y sociales
progresistas tomando en consideración a la gran mayoría de las personas que
siguen viviendo, con mejor o peor calidad y seguridad, de su trabajo. A título
de ejemplo, aunque hablemos mucho de la pérdida de la centralidad del trabajo,
hay 19.528.000 personas en España (datos EPA, tercer trimestre 2018) cuya vida
gira mayormente alrededor del mismo.
La necesidad, por
otra parte, de plantearse una política de protección social que llegue al
conjunto de la población, ya que cada vez es mayor el riesgo de que se
incremente el número de personas que queden extramuros de aquella, ya sea por su
irregularidad, informalidad, inadecuada ubicación jurídica de su prestación de
servicios,…
Y al mismo tiempo,
mecanismos legales, y convencionales, que refuercen la estabilidad en el empleo
y que contribuya a superar aquello que se ha dado en llamar la “hegemonía
cultural de la precariedad”.
En fin, en todo
debate sobre el futuro del trabajo habrá que dedicar una especial atención a
las políticas de inmigración, una realidad con profunda importancia a efecto
laborales, como se encarga de recordar periódicamente la OIT y también el
actual director de la Cátedra de Inmigración, Derechos y Ciudadanía de la UdG,
Ferran Camas.
En suma, una
reunión de trabajo muy fructífera y que ha abierto el camino a posteriores
sesiones de trabajo en las que se abordaran los efectos transformadores de la
revolución 4.0 en las condiciones de trabajo, los efectos en el Estado del
Bienestar de los cambios en el trabajo y cuáles son los retos que hay que
afrontar para sostener el mismo, y la gobernanza del trabajo y qué políticas y
normativas deben impulsarse a escala de la Unión Europea, España y Cataluña.
6. Sobre la precariedad
laboral, y más en general sobre las relaciones laborales, mientras debatíamos
en la Fundació Campalans, el presidente del gobierno español Pedro Sánchez anunciabapróximas reformas laborales tendentes a mejorar la cantidad y calidad del
empleo, en una conferencia pronunciada con ocasión del trigésimo aniversario
del diario económico Expansión, cuyo detalle puede encontrarse en el enlace
adjunto.
Mi parecer sobre
las medidas anunciadas es el siguiente: Me parece especialmente importante la
presentación de un Plan de Empleo Joven con medidas de carácter formativo y
laboral que permiten la incorporación al mundo laboral de los jóvenes con
garantías de una buena preparación y unas dignas condiciones de trabajo. Hay
que acabar con la idea, demasiado extendida, de que la primera (y ahora también
la segunda y tercera, por lo menos) experiencia laboral ha de ser de baja
calidad, precaria o simplemente irregular. Dicho Plan debe guardar estrecha
relación con las medidas que contribuyan a reforzar y adaptar la formación
profesional al cambio tecnológico y su impacto en la organización del trabajo.
Todo aquello que
contribuya a disminuir la inseguridad laboral y a reforzar la estabilidad en el
empleo me parece positivo. Cuestión importante es que la contratación temporal
responda a su auténtica razón de ser y que se articulen medidas eficaces y
suficientemente persuasivas para garantizar su cumplimiento. No es, a mi
parecer, el número de modalidades contractuales lo que más importa, sino su
efectivo cumplimiento. Si así se acaba con la extendida cultura de la
precariedad, bienvenidos sean los cambios.
Dedicar los
recursos económicos a las personas más necesitadas de ayuda para su
incorporación al mercado laboral me parece positivo, ya muchas reducciones o
bonificaciones en las cuotas a la Seguridad Social acaban yendo a
contrataciones que, muy probablemente, se hubieran efectuado sin tal soporte
económico. La medida anunciada ya se ha sugerido en muchas ocasiones por
anteriores gobiernos, por lo que cabrá esperar a ver si en esta ocasión se
lleva finalmente a la práctica.
No es incompatible
en modo alguno una flexibilidad del tiempo de trabajo con su control por parte
empresarial y el conocimiento, debidamente registrado, de las horas de trabajo
de cada persona. La tecnología permite combinar la flexibilidad y el registro,
con lo que ambas partes de la relación de trabajo, y los representantes del
personal, tendrían un exacto conocimiento de aquello qué es la vida laboral
ordinaria, separándola de la extraordinaria cuando exista, y también
contribuiría a separar adecuadamente el tiempo de trabajo y la vida no laboral
de toda persona trabajadora.
Devolver el
protagonismo de la articulación y la estructuración de la negociación colectiva
a los agentes sociales es una buena y acertada medida, a mi parecer, para
reforzar el papel de la autonomía colectiva en la ordenación de las relaciones
de trabajo.
7. Como decía con
anterioridad, el viernes 16 debatiremos sobre el futuro del trabajo en las VII
Jornadas anuales del IET-UAB, dirigido por el profesor Antonio Martín Artiles, en un lugar ideal para ello ya que la sede del
Consejo de Trabajo, Económico y Social de Cataluña es el lugar de encuentro de
los agentes sociales y de los poderes públicos catalanes para potenciar el
diálogo social y alcanzar acuerdos, bipartitos o tripartitos, que contribuyan a
mejorar tanto la cantidad como la calidad del empleo, además de disponer de
unos servicios técnicos que elaboran muy interesantes estudios, de recomendable
lectura, sobre las diversas problemáticas jurídicas, económicas y sociales que
giran alrededor del trabajo.
El contenido, laslíneas maestras de la jornada, quedan bien recogidas en la introducción delprograma, en la que se expone que “Hoy el futuro del trabajo se muestra
incierto por la flexibilización del empleo, por la revolución tecnológica y por
el deterioro de las instituciones de protección social. En los últimos años el
avance de la digitalización parece que producirá una fuerte reducción de
empleo, a la vez que podría dar lugar a otras nuevas formas de empleo, así como
a nuevas profesiones. La cuarta revolución tecnológica ya está en marcha, lo
que parece que afectará al volumen de empleo, al contenido del trabajo, a las
relaciones sociales de producción, a las formas de representación sindical y
empresarial, a las formas del diálogo social y a la negociación colectiva, entre
otras esferas. En contrapunto, el trabajo decente ha sido una de las
reclamaciones sindicales y de algunas instituciones internacionales para
responder al escenario de incertidumbre que caracterizan cada vez más a las
sociedades occidentales. ¿Cómo gestionarán las sociedades los cambios
tecnológicos y organizacionales y sus efectos en las formas de representación
laboral y social? La innovación y los cambios tecnológicos están transformando
de forma acelerada a las economías y a las sociedades, al mismo tiempo que
genera nuevas formas de organización empresarial, sindical e incluso política.
Este proceso erosiona a las actuales formas de organización y de representación
del mundo del trabajo, a la vez que hace emerger nuevas ocupaciones
simultáneamente, así como nuevas formas de representación colectiva, como los
“cuasi-unions” (para-sindicatos) que están emergiendo como formas de
representación de los trabajadores autónomos. Las transformaciones en curso son
rápidas e imprevisibles. ¿Dónde estarán los futuros puestos de trabajo, qué
será del futuro del empleo y de sus derechos asociados?”.
Tras la
conferencia inicial del director de la OIT en España, Joaquín Nieto, y de una
mesa de trabajo dedicada a los efectos sociales de la economía social,
dedicaremos una parte de la jornada a una segunda mesa de carácter jurídico, en
la que se abordará el impacto de la economía digital en el Derecho del Trabajo.
Será un auténtico placer moderar la sesión, que contará con la presencia de
tres jóvenes y cualificados juristas.
El profesor Daniel
Perez del Prado, de la Universidad Carlos III de Madrid nos hablará del impacto
de la digitalización en las condiciones de trabajo. Conviene recordar que es el
autor del informe “Economía digital: su impacto sobre las condiciones de
trabajo y empleo. estudio de caso sobre dos empresas de base tecnológica”,
elaborado a instancias de la Fundación para Diálogo Social junto con por la
profesora de la Universidad de Castilla – La Mancha Mari Luz Rodríguez
Fernández.
De dicho Informe destacodos de las conclusiones que tienen relación a mi parecer con nuestro próximo debate:
“3. Es necesario idear un mecanismo de regulación del tiempo de trabajo que,
sin restar flexibilidad a la empresa en el número de horas de trabajo y su
distribución, pueda limitar la intensificación de las jornadas de trabajo que
viven algunos de los trabajadores. Dentro de dicho mecanismo debería tenerse en
consideración la necesidad de mejorar la conciliación entre la vida profesional
y laboral de los trabajadores. Experiencias similares al reconocimiento del
derecho a la desconexión del ordenamiento jurídico francés, que derivan la regulación
y adaptación de este derecho a la negociación colectiva en la empresa, podrían
también ser útiles para nuestro país. 4. Dada la escasez de mano de obra
especializada en el sector y el escaso número de mujeres que estudian
ingeniería y trabajan en el mismo, intentar romper los estereotipos masculinos
de trabajo en el sector y recrear un ambiente de trabajo más female-friendly
podría ayudar a la incorporación de mujeres a los estudios de ingeniería y a
las plantillas del sector TIC”.
La profesora Esperanza
Macarena Sierra Benítez, de la Universidad de Sevilla, nos hablará del trabajo
y los trabajadores del sector de la banca en la economía 4.0.
En su blog podemos
encontrar unos primeros apuntes del estudio que está llevando a cabo en el sector
bancario y que a buen seguro desarrollará con mayor detalle, en nuestra
jornada, afirmando que “… hay un sector que ha experimentado una gran
transformación como consecuencia de la digitalización del trabajo al que
entiendo no le hemos prestado la debida atención: el personal del sector de la
banca. Creo que este sector es uno de los principales protagonistas de la
implantación de la Industria 4.0 o, mejor dicho, de la economía 4.0 dado que se
trata de una prestación que se integra en el sector servicios. En este sector
se está aplicando un nuevo marco normativo sobre mercados e instrumentos
financieros, basado en la Directiva MiFID II (D. 2014/65/EU relativa a los
mercados de instrumentos financieros) y el Reglamento MiFIR (Reglamento 600/2014).
En los objetivos de esta reforma se encuentra “la adaptación a los desarrollos
tecnológicos y de los mercados, regulando prácticas como la negociación
algorítmica automatizada”. Este tipo de prácticas ha sido una de las causas de
las fuertes caídas que ha sufrido recientemente la Bolsa de Nueva York (13 y 15
de febrero), provocadas por las órdenes robotizadas que decidieron vender al
alcanzar el denominado “índice del pánico”, y que nos plantea serios problemas
sobre la delegación de las tareas humanas en la inteligencia artificial. Además
de esta novedad, hay otras más que inciden en la realización de las tareas del
personal cualificado del sector de la banca como, por ejemplo, la necesidad de
realizar asesoramiento respecto a todo tipo de productos y no sólo los que
interesan a las entidades; prohíbe el cobro de incentivos de las entidades,
aunque no evita el cobro de las comisiones; una mayor intervención de los
supervisores, etc…”.
Por último, el profesor
Ignasi Beltrán de Heredia, de la Universitat Oberta de Catalunya, nos hablará del
contrato de trabajo en la economía de las plataformas.
Sobran con toda
seguridad mis palabras para presentar al profesor Beltrán, dada su presencia, y
prestigio, en el ámbito iuslaboralista, pero no por ello quiero dejar de
remitir a los lectores y lectoras a su blog, de obligada consulta para estar al
día de las novedades jurisprudenciales y poder leer también sus muchas y ricas
aportaciones doctrinales.
Al respecto de la temática
abordada en las Jornadas, es obligada la remisión a su ponencia presentada enlas Jornadas catalanas de Derecho Social, organizadas por la AsociaciónCatalana de Iuslaboralistas que tuvieron lugar en marzo de este año, y a
comentarios posteriores en su blog en los que ha ido analizando la litigosidad jurídica
en casos socialmente tan relevantes como los de Deliveroo o Glovo. Recojo ahora
dos de sus tesis, expuestas en la valoración final de la citada ponencia, que
sin duda son de especial interés para nuestro debate del próximo viernes: “El
análisis efectuado en este estudio sugiere que se está produciendo un “falso
debate sobre la dependencia o subordinación”, de modo que el trabajo a través
de las plataformas (offline y online) no predetermina en su génesis una
intrínseca (e inevitable) devaluación de este rasgo (amenazado su
cognoscibilidad). De modo que, sin negar los desafíos que esta nueva realidad atesora
y que afectan a múltiples instituciones jurídico-laborales, he defendido la no obsolescencia
de los rasgos caracterizadores del trabajo asalariado en este entorno.
El carácter
modular y modulable de estos elementos es suficiente para poder afirmar que el trabajo
desarrollado a través de plataformas prestadoras del servicio subyacente no
precise de su redefinición. Tampoco parece necesario una reformulación
expansiva de las reglas jurídico-laborales con el objeto de integrar los
vínculos contractuales que no cumplen los rasgos definidores de la laboralidad,
bien porque adquieren una naturaleza marginal, o bien, porque pueden subsumirse
en el concepto del trabajo por cuenta propia o autónomo dependiente”.
8. Concluyo. Hasta
aquí lo que ya ha dado, y puede dar de sí, esta semana sobre el futuro del
trabajo, sin olvidar qué ocurre en el presente y recordando las lecciones del
pasado. Continuará… seguro.
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