1. LaComisión Europea presentó el miércoles 22 de febrero, en el marco del
cumplimiento de las reglas del llamado “semestre europeo”, el documento deanálisis anual de la situación económica y social de los Estados miembros(disponible cuando redacto este texto en inglés, francés y alemán), acompañado
de un informe específico para cada país y elaborado por sus servicios técnicos.
El objeto de esta entrada es el examen de los contenidos laborales y de
protección social del informe español, con unas anotaciones previas de aquellos
que afecta a los mismos ámbitos en la Comunicación de la CE.
2. Pero
antes, conviene recordar que la puesta en marcha del semestre europeo 2017 se
llevó a cabo el mes de noviembre de 2016, con la publicación del Estudioprospectivo anual sobre el crecimiento y del Proyecto de Informe conjunto sobreel empleo, que merecieron especial atención en una entrada anterior y de la que
ahora recupero su contenido más relevante:
La CE publicó el 16 de noviembre los documentos con los que se inicia el
ciclo de gobernanza económica correspondiente a 2016, teniendo como punto de referencia
principal el “Estudio prospectivo anual sobre el crecimiento 2017”, en el que
se afirma, según la nota oficial de presentación, que “la Comisión insta a los
Estados miembros a que redoblen sus esfuerzos conforme a los principios del
«triángulo virtuoso» de estímulo de la inversión, mantenimiento de las reformas
estructurales y garantía de unas políticas presupuestarias responsables,
haciéndolo de manera que se dé la mayor importancia a la justicia social y a un
crecimiento más integrador”, exponiéndose que la Comisión “señala la necesidad
de una orientación presupuestaria más positiva y que existe ahora la oportunidad
de conseguirla. Una política presupuestaria favorable se refiere tanto a la
dirección favorable, esto es, expansiva que debe adoptar la política
presupuestaria en general como a la composición del ajuste presupuestario, en
lo que se refiere al reparto de los esfuerzos entre los distintos países y a
las categorías de gastos o impuestos subyacentes”.
Además, la
Comisión ha presentado otros varios documentos, como el Informe sobre el
mecanismo de alerta de 2017 y el Proyecto de Informe Conjunto sobre el Empleo
(PICE), de acuerdo este último, que previsiblemente será aprobado en el Consejo
Europeo de marzo de 2017, a lo dispuesto en el art. 148 del Tratado de
funcionamiento de la Unión Europea (TFUE), documento que se califica en su
introducción como “aportación fundamental a la gobernanza económica de la UE”,
en el que se ofrece “un resumen anual de los acontecimientos clave en materia
social y de empleo en Europa, así como de las medidas de reforma de los Estados
miembros en consonancia con las orientaciones para las políticas de empleo de los Estados
miembros y las prioridades de la EPAC”.
La Comunicación
presenta “las prioridades económicas y sociales más acuciantes en las que la
Unión Europea y sus Estados deben centrar su atención en los próximos meses”. En
su introducción se manifiesta satisfacción por el crecimiento de la economía
europea aun cuando al mismo tiempo se constata que la recuperación sigue siendo
“frágil”. En la valoración positiva efectuada se destaca que las reformas
llevadas a cabo en los Estados miembros han contribuido a crear, desde 2013,
ocho millones de empleos (no se dice nada de su calidad, por cierto),
añadiéndose con orgullo que “de ellos, casi cinco millones desde el inicio del
mandato de la actual Comisión, y que la tasa de desempleo, 8,6 % en septiembre
de este año, se ha situado “en el nivel más bajo desde 2009”. Con estos datos,
la Comisión es optimista respecto a poder alcanzar el objetivo fijado en la
Estrategia Europa 2020 de alcanzar una tasa de empleo del 75 %, siendo la
actual del 71,1 % para la población de 20 a 64 años, habiéndose superado por
primera vez la existente en 2008, es decir en el momento de inicio de la
crisis. En el proyecto de informe conjunto sobre el empleo se destaca, como
dato positivo, que se han creado más de cuatro millones de puestos de trabajo
en 2015 y el primer semestre de 2016.
No obstante,
la necesidad de seguir avanzando en adopción de medidas que fortalezcan la
recuperación es clara y manifiesta, destacando por mi parte dos datos
relevantes que el Informe pone sobre la mesa y que demuestra que queda mucho
por hacer: que la existencia de altos niveles de desigualdad, incrementados en
los últimos años, “reducen la producción de la economía y el potencial de
crecimiento sostenible, y los riesgos de pobreza y exclusión social siguen
siendo muy elevados, aunque están disminuyendo”, disminución que también se
constata en las tasas de desempleo pero que “sigue siendo muy elevado en
algunos Estados miembros”, y que aunque la tasa de riesgo de pobreza o exclusión
haya regresado al nivel de 2008, un 23,7 %, el proyecto de informe sobre el
empleo constata que la desigualdad de renta general “se ha estabilizado en un
nivel ato en términos históricos, con importantes divergencias en toda la UE,
como indica el cuadro de indicadores y de empleo clave”.
Desde las
perspectivas de empleo y protección social, es en el apartado dedicado al
impulso de las reformas estructurales donde se concentran las propuestas de la
Comisión, ampliadas y desarrolladas en el proyecto de informe conjunto sobre el
empleo.
No hay
especiales diferencias con respecto a las propuestas formuladas en documentos
de años anteriores, salvo en el apartado relativo a la problemática de los migrantes
y refugiados, en el que se pide que se combinen políticas económicas, laborales
y sociales que faciliten los procesos de integración y que permitan tanto
mantener la cohesión social como la sostenibilidad de las finanzas públicas en
los países de acogidas, señalando que “si bien las repercusiones económicas y
presupuestarias son claras, no resultan ni inmanejables ni de gran magnitud desde el punto de vista
económico”. Políticas de acogida e integración que no sólo deben centrarse en
las necesidades inmediatas, sino que, tal como expone el proyecto de informe
sobre el empleo, deben procurar además “garantizar el éxito de la integración a
medio y largo plazo como parte esencial de las estrategias de inclusión de los
Estados miembros”.
También, es
especialmente importante la atención que el documento dedica a la economía
colaborativa, como continuación de la Comunicación presentada en junio, y que
fue analizada por mi parte en una anterior entrada del blog, llegando a pedir
(no se concreta más, pero tengo la sensación de que está aumentando la
posibilidad de buscar una alternativa laboral diferente de la llamada clásica)
a los Estados miembros que “deben seguir simplificando y aclarando la
aplicación de la legislación laboral y de las normas impositivas y en materia
de responsabilidad a la economía
colaborativa”.
Los lectores
y lectoras encontrarán en el documento “repeticiones” de lo expuesto en años
anteriores, como por ejemplo la petición de adopción por los Estados de las
medidas adecuadas para lograr una mayor participación de la población en el
mercado de trabajo, el aumento de la oferta de empleo de calidad, y una
política de formación y de cualificación que sea realmente eficaz, enfatizando
la importancia de modernizar la educación y la formación como requisito
necesario “para mejorar las cualificaciones de los trabajadores, desde los
conocimientos básicos de cálculo, lectura y escritura hasta las capacidades
digitales y empresariales”.
Además,
dados los importantes cambios operados en el mundo laboral como consecuencia
del impacto del cambio tecnológico, se plantea la ineludible necesidad de que
los poderes públicos jueguen un papel destacado en la adopción de políticas que
posibiliten a los trabajadores “estar adecuadamente cualificados y tener
capacidad para adaptarse al cambio”. En este punto se apuesta por el desarrollo
de las propuestas contenidas en la Comunicación titulada “Una nueva agenda de
las capacidades para Europa”, desarrollo y propuestas de reforma que, recuerda
el proyecto de informe, “debe orientarse hacia una inversión sostenida en la
adquisición de competencias entre jóvenes y adultos, en mejorar la adaptación
de las competencias a las necesidades del mercado de trabajo, con una
colaboración más estrecha entre la empresa y el sistema educativo, y en
aprovechar el potencial de la formación de aprendices”. Se apoyan estas
consideraciones en los datos estadísticos que ponen de manifiesto el
crecimiento del empleo entre los trabajadores de alta cualificación y el
descenso entre los de bajo nivel, lo que confirma “una tendencia de la reducción
de las oportunidades de empleo para los trabajadores de baja cualificación,
cuya tasa de empleo sigue siendo menor que en 2008”.
En la misma
línea que en años anteriores, sin concretar si sus propuestas se refieren al
llamado “contrato único”, aunque no es descartable ni mucho menos esta tesis,
se aplaude a los Estados que han hecho ya reformas en la línea de establecer
“condiciones contractuales fiables y flexibles que promueven las transiciones
en el mercado laboral y evitan la segmentación de este en dos niveles,
estrategias globales de aprendizaje permanente, políticas activas del mercado
de trabajo eficaces y sistemas modernos de protección social”. Más
concretamente, y obviamente en la misma línea, el proyecto de informe sobre el
empleo manifiesta que las reformas para promover mercados de trabajo
“resilientes e inclusivos” deben continuar para estimular la creación de empleo
y la participación en el mercado de trabajo, “combinando debidamente la
flexibilidad con una seguridad adecuada” (¿nos pondremos algún día de acuerdo
sobre qué quiere decir “flexibilidad” y “seguridad”?
Por otra
parte, las medidas de empleo y de protección social deben tomar en
consideración el incremento de la edad media de la población trabajadora en el
mercado de trabajo y el importante número de personas que en un corto período
de tiempo pasarán a la condición de jubilados. Igualmente, la adopción de
medidas que potencien la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres,
poniendo freno a la brecha salarial existente, y para ello apuesta el proyecto
de informe por medidas laborales y sociales que potencien el trabajo de todas
las personas del hogar familiar que así lo deseen, aunque es obvio que está
pensando mucho más en las mujeres al plantear algunas medidas, argumentando que
“El acceso a servicios de cuidado de los hijos y otros servicios asistenciales
asequibles y de calidad, así como a bajas y horarios flexibles y la aplicación
de sistemas tributarios y prestaciones que no desincentiven que una segunda persona
del hogar trabaje o trabaje más son todos aspectos esenciales para avanzar
hacia un trato totalmente igualitario para la mujer y favorecer la movilidad
social ascendente”
También, la
lucha contra todo tipo de discriminación en el acceso al trabajo, siguen siendo
especialmente relevantes, con especial atención a la integración de los
inmigrantes, no ocultando la Comisión su especial interés por atraer a la
población foránea cualificada, subrayando que “la revisión de la Directiva
sobre la tarjeta azul tiene por objeto armonizar y clarificar el marco jurídico
para atraer a nacionales de terceros países altamente cualificados, mientras
que la Garantía de Capacidades subraya la necesidad de evaluar las necesidades
concretas de nacionales de terceros países”.
Cobran
especial importancia las medidas dirigidas a la población juvenil, tanto para
mejorar sus niveles de cualificación educativa y profesional como para mejorar
su tasa de inserción en el mercado laboral, apostando por el desarrollo y
potenciación de la garantía juvenil.
Siguen
produciéndose llamadas a la mejora del diálogo social y a la participación de
los agentes sociales en la elaboración de las políticas económicas y sociales,
tanto a escala comunitaria como de cada Estado, por considerar, con acierto a
mi parecer, que esta vía de participación “es fundamental para el buen
funcionamiento de la economía social de mercado” y puede permitir encontrar “el
equilibrio necesario” entre ambas políticas.
Una tarea
importante sería más concretamente la de participar en la fijación de los
salarios mínimos, para la que la Comisión pide que todos los Estados tengan en
cuenta el impacto de los mismos “en la pobreza de la población ocupada, la
creación de empleo y la competitividad”. En el debate, ciertamente importante,
sobre la articulación de las diferentes unidades negociadoras en cada Estado
respecto a la ordenación de los sistemas de fijación, y cuantías, de los
salarios, el proyecto de informe conjunto sobre empleo llama a los Estados, y
muy especialmente a los interlocutores sociales, a buscar la necesaria
coordinación entre los diferentes niveles de la negociación colectiva,
permitiendo al mismo tiempo un cierto grado de flexibilidad tanto a escala
geográfica como intra e intersectorial”
No faltan,
como en años anteriores, las llamadas a “resideñar” los sistemas de protección
social, al objeto tanto de fomentar la participación en el mercado laboral como
de garantizar una protección económica ante situaciones de desempleo. Los
últimos datos aportados por la oficina estadística Eurostat, de 21 de diciembre,
ponen de manifiesto que el 5,1 % del gasto en protección social en 2014 en toda
la UE fue dedicado a esta protección, duplicando España dicho porcentaje hasta
el 10,8 %, aunque no haya impedido que siga disminuyendo la cobertura
contributiva como ponen de manifiesto los datos mensuales publicados por el
Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
Igualmente,
se resalta que los sistemas fiscales y de prestaciones “deben ofrecer apoyo
social e incentivos al trabajo no declarado”, poniendo a debate algo que en
España está adquiriendo cada vez mayor relevancia política y social, cual es el
establecimiento de garantía de prestaciones de rentas mínimas adecuadas “a
quienes carezcan de recursos suficientes para llevar una vida digna”, y que
conlleven la posibilidad de reincorporación al mercado laboral para todas las
personas que se encuentren en condiciones adecuadas de hacerlo.
Dada la
importancia cada vez mayor que en nuestras sociedades europeas envejecidas
tiene el cuidado de familiares, y que en su gran mayoría es realizado por
mujeres, con lo que ello conlleva de limitación de sus posibilidades de plena
participación en el mercado laboral, se plantea que los sistemas de pensiones
“podrían computar las tareas de asistencia”, eso sí, siempre con el toque
económico que caracteriza los documentos de la Comisión, “teniendo debidamente
en cuenta las posiciones presupuestarias y las implicaciones por lo que
respecta a los gastos futuros”.
No faltan
tampoco, en fin, las llamadas a las reformas de los sistemas de pensiones, que
incluyen la tan repetida recomendación de incrementar la edad de
jubilación y que permitan flexibilidad (laboral o de protección social) para
que las personas jubiladas tengan “el apoyo de otros medios que complemente los
ingresos percibidos en la jubilación”. Más claramente se afirma en el proyecto
de informe conjunto sobe el empleo que las pensiones suplementarias pueden
jugar un papel clave, “especialmente si es previsible que se deterioren las
pensiones públicas”.
3. La
Comunicación hecha pública el miércoles 24 de febrero lleva por título “SemestreEuropeo de 2017: evaluación de los avances en las reformas estructurales y laprevención y corrección de desequilibrios macroeconómicos, y resultados de los exámenesexhaustivos de conformidad con el Reglamento (UE) n.º 1176/2011 Regulation (EU)No 1176/2011”. Es el paso previo, junto con la publicación del informe de cada
Estado y las observaciones posteriores que reciba de cada uno de ellos, para la
publicación de las Recomendaciones concretas dirigidas a cada país, que serán presentadas
el mes de mayo.
En la nota
de prensa oficial de presentación de todos los documentos aprobados el día 22
de febrero se informa que “La publicación temprana de los informes por países
se enmarca en los esfuerzos por racionalizar y fortalecer el Semestre Europeo,
tal como defiende el informe de los cinco presidentes y en línea con las
medidas anunciadas por la Comisión para realizar la Unión Económica y Monetaria
europea. Los cambios se introdujeron para permitir un diálogo eficaz sobre las
prioridades europeas, incluidos los desafíos de la zona del euro al inicio del
ciclo del Semestre Europeo, y con el fin de dar más tiempo para el diálogo con
los Estados miembros y las partes interesadas a todos los niveles. Por otra
parte, los informes hoy presentados reflejan la mayor atención a
consideraciones sociales y de empleo que la Comisión quiere introducir en el
Semestre Europeo”.
En su
introducción, se destaca, como datos sin duda positivos, que a escala europea
el empleo progresa en casi todos los Estados, que el desempleo se encuentra en
una fase de retroceso, y que las tasas de personas desempleadas de larga
duración y de jóvenes desempleados disminuyen progresivamente. No obstante, de
forma inmediata se matiza, también con carácter general, que las tasas elevadas
de desempleo, la pobreza y las desigualdades, “continúan siendo preocupaciones
importantes en algunos países”, en especial en aquellos que han sido más
afectados por la crisis financiera y de la deuda. En línea parecida a
documentos de años anteriores, la Comisión llama a la adopción de medidas
adecuadas para lograr incrementar la participación de la población en los
mercados de trabajo, adoptar medidas que corrijan las desigualdades, invertir
en la mejora de las competencias, mejorar los procesos de ajuste que fueran
necesarios en los mercados laborales, y modernizar los regímenes fiscales y de
protección social. Respecto a cómo poner
en práctica las medidas necesarias para abordar la situación, la Comunicación
enfatiza la necesidad de que los Estados miembros “se aseguren de la estrecha
participación de los parlamentos nacionales y los interlocutores sociales y
garanticen la apropiación del proceso de reforma por una gama lo más amplia de
partes interesadas”, con una participación que debe ser destacada de las autoridades
regionales y locales, “dado que el éxito de la ejecución depende también de los
diferentes niveles de gobierno”.
Al abordar
el contexto económico y social, el documento aporta datos estadísticos de
indudable interés, y también reflexiones socioeconómicas de no menos valor. En
los primeros, que en 2016 la UE alcanzó la cifra más elevada de personas que
tenían un empleo, 232,5 millones, y que el porcentaje de población expuesta a
riesgo de pobreza o exclusión social (que es del 23,7 %) “se encuentra en su
nivel más bajo desde hace cinco años”. Igualmente, la satisfacción del
documento por los datos globales de desempleo también se pone de manifiesto al
señalar que la tasa de desempleo (8,5 %), la de desempleados de larga duración
(3,8 %) y la tasa de jóvenes que se encuentran en tal situación (18,2 %) son
inferiores a las de los años anteriores. En las segundas, es decir en la parte
más cualitativa, se insiste que las desigualdades de rentas constituyen uno de
los retos (y problemas) mayores en la UE, que si ya existían antes de la crisis
en los últimos años se han incrementado, con una reflexión que debe ser leída
en clave de los acontecimientos políticos que se están sucediendo en muchos
países y con impacto indudable en los procesos electorales (que sean hacia el
lado derecho o izquierdo del tablero político es otra cuestión): que la
percepción de un reparto desigual de los esfuerzos para salir de la crisis se
ha incrementado, y que “en varios países, el estancamiento de la situación
económica de la clase media ha ido a menudo acompañada del acaparamiento de una
parte importante de la riqueza por los grupos más favorecidos de la sociedad”.
4. Justamente
sobre las desigualdades (y su crecimiento) en catorce Estados de la UE, entre
ellos España, se ha publicado reciéntemente un informe de la OIT, realizado en
colaboración con la CE, en el que diversos autores repasan, para cada uno de
dichos Estados, los principales factores que están en el aumento de aquellas.
El informe (publicado en inglés), lleva por título “Las desigualdades y elmundo del trabajo. ¿Cuál es el papel de las relaciones laborales y del diálogo social”?,
en el que se abordan diversas formas de desigualdad, tales como las salariales,
la duración de la jornada de trabajo, en el acceso al empleo, a la formación, a
las perspectivas profesionales y a la protección social.
Con carácter
general, se constata que “Las políticas del mercado de trabajo y los sistemas
de relaciones laborales que sustentan las prácticas de negociación colectiva
tienen una influencia decisiva sobre el nivel de las desigualdades observadas
en los Estados”, habiendo puesto de manifiesto Daniel Vaughan-Whitehead, economista
principal de la OIT y editor de la publicación, que ““Los países con una baja
desigualdad de ingresos tienden a tener instituciones de diálogo social
fuertes, lo cual da lugar a una reducción de la disparidad salarial de género y
a mejores condiciones de trabajo para los trabajadores en formas de empleo atípico”.
En el
informe, se llama a potenciar la negociación colectiva para contener las
desigualdades, preservar el crecimiento económico y la cohesión social. En eldocumento introductorio de la publicación, a cargo del citado economista, se
formula un análisis crítico de los acuerdos colectivos de empresa por su
impacto sobre la dispersión salarial y crecimiento de las desigualdades,
crítica que se efectúa en los siguientes términos: “While multi-level
bargaining – moreover within a coordinated system – would help in reducing wage
disparity, this might change if the hierarchy between the different levels is
modified. In particular, the fact that there are more and more derogations or
deviation clauses that allow deviation from general rules – as witnessed
recently in Spain, but also Italy, the Netherlands and others – means that the
coordination effect might be disrupted in terms of effects on, for instance,
wage disparities”. No será del
mismo parecer el Informe 2017 para España, que, en línea con las tesis del
gobierno, señala que entre las reformas que han contribuido a la creación de
empleo y a la moderación de los incrementos salariales (nada se dice, pues,
sobre el incremento de las desigualdades) se encuentra la “reforma del sistema
de negociación colectiva, a fin de promover una mayor descentralización de las
negociaciones salariales”.
En fin, la
Comunicación pasa revista, con carácter muy general y global, dado que la
situación propia de cada Estado es analizada en el informe dedicado a cada uno
de ellos, a las reformas estructurales puestas en marcha para mejorar los
mercados de trabajo y los sistemas de Seguridad Social, destacando medidas
puestas en marcha para corregir la segmentación de los mercados de trabajo,
reglas sobre fijación de los salarios, reducción de la fiscalidad del trabajo,
mayor participación de grupos o colectivos desfavorecidos en el mercado de
trabajo, mejora de las políticas de educación y de formación (con especial atención
a los jóvenes), y modernización de los sistemas de Seguridad Social combinando
medidas de activación de la población desempleadas con medidas de protección
económica e insistiendo en el incremento de la edad de jubilación
6. Del marco
general al examen de la realidad española, es decir del Informe 2017. Pero
antes, recordemos los contenidos más destacados del Informe 2016, que merecióatención detallada por mi parte en una entrada anterior del blog.
En el ámbito
de las políticas laborales y de empleo el documento es bastante laudatorio de
las reformas operadas en la legislatura 2012- 2015, aun cuando no deja de
subrayar los problemas importantes que siguen existiendo en la realidad laboral
y social española. Con carácter general, y en la síntesis del informe, se
afirma que “Las reformas del mercado laboral han aumentado la capacidad de
reacción del empleo al crecimiento. En comparación con lo sucedido en repuntes
anteriores, la creación de empleo se ha reanudado en una fase más temprana de
la recuperación, cuando el crecimiento del PIB aún era modesto. Se espera que
el empleo en equivalentes en tiempo completo haya aumentado un 3 % en 2015,
gracias a la moderación salarial y al aumento de la flexibilidad introducida
por las reformas del mercado laboral en años anteriores. Aunque el desempleo
disminuyó a un ritmo récord en 2015, sigue estando entre los más elevados de la
UE, por encima del 20 % de la mano de obra”. No obstante, el elevado desempleo
y el riesgo de exclusión social que afectan en gran medida a jóvenes y personas
poco cualificadas, según el Informe, “obstaculizan el ajuste y conllevan
elevados costes sociales”.
Los
servicios técnicos valoran positivamente los cambios habidos en el marco
normativo de la negociación colectiva, que califican (y supongo que se refieren
a la prioridad de los convenios de empresa) como “un paso adelante en la
fijación de los salarios”, así como algunas medidas adoptadas en el ámbito de
las políticas activas de empleo, pero echan en falta avances en los procesos de
movilidad en el mercado laboral de la mano de obra y critican los desajustes o
diferencias en la regulación de los sistemas de asistencia social, en concreto
de las rentas mínimas de inserción, en las distintas autonomías. Que sí se
refieren a los acuerdos de empresa se constata en la valoración positiva que
realizan del Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva 2015- 2017, ya
que tras la reforma laboral operada en 2012 puede considerarse que el AENC
“promueve la coordinación de la negociación descentralizada, ofreciendo
orientaciones para el nivel intersectorial, pero flexibilidad para el nivel de
empresa”.
No deja de
lado el informe una vez más la consabida crítica de la dualidad del mercado de
trabajo entre contratos permanentes y temporales (aunque no formula propuestas
concretas sobre la implantación del “contrato único”, como sí se había hecho en
otros documentos de la Comisión de años anteriores), dualidad que considera
elevada y que es objeto de crítica por su repercusión negativa “en las
condiciones de trabajo y en la cohesión social”. No me parece nada mal que un
documento comunitario, todo lo meramente técnico que se quiera pero comunitario
al fin y al cabo, destaque que más del 70 % de todos los contratos temporales
se caracterizan “por una duración media de seis meses”, que quienes tienen un
contrato temporal sufren un riesgo de pobreza del 23 %, frente al 15,6 % en la
UE, y que las tasas de transición de la contratación temporal a la estable son
bajas “ya que sólo el 12 % de los trabajadores temporales de España pasó a
tener un contrato indefinido en 2014, frente a un 23 % en la UE”.
Igualmente,
manifiesta su preocupación por los elevados porcentajes de pobreza y exclusión
social en relación con la media de la UE, dato que sugiere, y yo diría que algo
más que sugerir, que “a pesar de las mejoras del mercado laboral, revertir el
impacto social de la crisis puede llevar tiempo”. Destaca el crecimiento del
empleo en puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo y el incremento de
cotizantes a la Seguridad Social, aunque se olvida a mi parecer de la
importancia que tiene, para las arcas de la SS, que el incremento del número de
cotizantes no vaya de la mano con el incremento de los ingresos, teniendo ello
su razón de ser en los bajos salarios, y las consiguientes bases de cotización,
y un importante número de contratos a tiempo parcial.
Por otra
parte, el impacto de las múltiples bonificaciones en materia de Seguridad
Social existentes en España para fomentar la contratación indefinida es muy
poco claro respecto a su resultado positivo, y el propio informe, confirmando
otros estudios realizados, pone de manifiesto que “los costes asociados a estas
medidas en términos de ingresos de la Seguridad Social pueden no quedar compensados
por los mayores niveles de empleo”. Entre los aspectos negativos del Informe
está el de ser España uno de los países de la UE con más elevado nivel de
desigualdad, que aumento durante la crisis “impulsada principalmente por el
desempleo y la polarización creciente de ingresos entre las personas ocupadas”.
Las líneas
generales apuntadas en la síntesis del documento son ampliadas y desarrolladas
en el capítulo 2.4, dedicado al denominado “ajuste del mercado laboral”,
en el que se combinan los datos positivos (el aumento del empleo en un 3,1 %,
546.000 puestos de trabajo, desde el comienzo de la crisis hasta el tercer
trimestre de 2014, por ejemplo), con el mantenimiento de un muy elevado volumen
de desempleo de larga duración, el 51 % del total en el mismo trimestre. Si la
valoración de la reforma laboral del gobierno popular es positiva en cuanto al
número de puestos de trabajo mantenidos (calcula que en ausencia de esta “se
habrían perdido otros 400.000 puestos de trabajo”), lo es menos respecto a las
nuevas contrataciones, y se remite, haciéndolo suyo, al informe de la OCDE
sobre la reforma laboral en 2014, de tal manera que con los datos con que
trabajan se sugiere que “la reforma consiguió reducir la tasa de pérdida de
empleo, sobre todo merced a una mayor flexibilidad interna, si bien el efecto
en las nuevas contrataciones fue más limitado”, dato que impacta negativamente
en las tasas de desempleo, en especial de aquellas personas desempleadas
durante doce o más meses y que son las que menos se benefician de la mejora del
mercado laboral, constatándose que “casi el 60 % de los parados de larga
duración están poco cualificados y tienen menos posibilidades de encontrar
empleo”, y que la existencia de una elevada
tasa de desempleo, y no sólo de larga duración, puede encontrar buena parte de
su razón de ser en el desajuste entre las aptitudes ofertadas por los
demandantes de empleo y las demandadas por las empresas”. Desde la perspectiva
económica, preocupan tales datos de desempleo por lo que implican de
devaluación de los recursos humanos y su impacto negativo por limitar “el
potencial de crecimiento y la productividad”.
Por último,
el documento recuerda cuáles fueron las recomendaciones específicas formuladas
a España en 2015 y qué modificaciones se han producido, así como los objetivos
nacionales de la Estrategia Europea 2020 y los avances, o retrocesos, operados,
recordando que el objetivo de la tasa de empleo es de un 74 % de las personas
de 20 a 64 años, y que en 2014 se situaba en el 59,9 %, habiéndose incrementado
2,4 puntos desde 2013 y con previsión de nuevos incrementos ante la mejora de
empleo, pero señalando también que el impacto de la crisis sigue pasando
factura, ya que “en cualquier caso, todavía se mantiene 8 puntos porcentuales
por debajo del nivel alcanzado en 2007”. Tampoco se ha avanzado en el objetivo
de reducir el número de personas en situación o en riesgo de pobreza y de
exclusión social, sino que por el contrario “ha aumentado en más de 1,3
millones entre 2010 y 2014”.
7. En la
lectura del amplio Informe 2017 (85 páginas) por parte de las personas
interesadas no van a encontrar diferencias sustanciales con respecto al del año
anterior.
En primer
lugar, se valora positivamente la creación de empleo en los últimos años, así
como la disminución del desempleo, si bien se señala que este último “se
mantiene a un nivel muy elevado”, con especial preocupación por la situación de
los jóvenes y de las personas desempleadas de larga duración.
En segundo
término, se sigue manifestando preocupación por el uso extendido de los
contratos temporales, muchos de ellos de muy breve duración, que a juicio de
los servicios técnicos de la Comisión “puede afectar negativamente a la
situación social y frenar el incremento de la productividad”. Se valoran los
efectos “moderadamente positivos” de las reformas laborales emprendidas por el
gobierno para reducir la segmentación (no estoy precisamente seguro que esta
tesis sea compartida por muchas personas trabajadoras) y se sigue criticando
(sin realizar propuestas concretas de cambio, aunque probablemente irían en la
línea de modificar la contratación temporal y reducir los costes económicos de
finalización de los contratos de duración indefinida) que “algunos aspectos de
la legislación laboral todavía puede crear incentivos para la celebración de
contratos temporales”.
En este
último punto, el Informe señala aquello que llama “brecha subsistente en cuanto
a los costes de despido entre contratos temporales e indefinidos y la incertidumbre
en caso de litigio” como razones que pueden actuar de incentivo a la
contratación de duración determinada, si bien sí constata como se han ido
reduciendo las indemnizaciones por despidos en contratos indefinidos, y ya
apunta una referencia al posible impacto de las sentencias del Tribunal de
Justicia de la Unión Europea de 14 de septiembre de 2016 sobre el incremento de
los costes de extinción de los contratos temporales.
El documento
valora positivamente la evolución del mercado laboral en 2016 y la creación de
empleo, aun cuando se sigue señalando que nuestra tasa de empleo sigue siendo
muy inferior a la que existía al iniciarse la crisis en 2007, ya que los
porcentajes son del 64,5 % en el tercer trimestre de 2016 y del 69,7 % en 2007.
Una mejora del mercado de trabajo que ha tenido un impacto ciertamente limitado
en las tasas de pobreza y de exclusión social, que siguen siendo muy elevadas
ya que los datos comunitarios las sitúan en el 18,6 y 45,9 % respectivamente en
el cuarto trimestre de 2016, no siendo menos importante, ni mucho menos, el
aumento de la desigualdad en la distribución de la renta, que para la Comisión
fue debida principalmente “a la rápida subida del desempleo y a la persistente
segmentación del mercado laboral”, con afectación negativa a la población con
menores ingresos, destacando igualmente, con apoyo en estudios efectuados por
Eurofound, que “la polarización de las cualificaciones entre una gran
proporción de trabajadores poco cualificados y una proporción relativamente
elevada de titulados universitarios es otro importante factor”.
Al abordar
como se ha avanzado en el cumplimiento de las Recomendaciones efectuadas en2016, hay que recordar previamente que una de ellas era “Adoptar medidas
adicionales que mejoren la integración en el mercado laboral centrándose en el
apoyo individualizado y aumentando la eficacia de las medidas de formación.
Mejorar la capacidad de los servicios autonómicos de empleo y reforzar su
coordinación con los servicios sociales. Corregir las deficiencias y las
disparidades de los regímenes de renta mínima y mejorar los sistemas de apoyo a
las familias, incluido el acceso a guarderías y cuidados de larga duración de
calidad”. Pues bien, los servicios
técnicos de la CE constatan “algunos avances en la mejora del apoyo
individualizado”, así como también “en el fomento de la capacidad de los
servicios públicos de empleo de las CC AA” y “en la corrección de las lagunas y
disparidades existentes en los regímenes de ingresos mínimos y en la mejora de
los regímenes de ayuda familiar”, y falta de progresos significativos en el
reforzamiento de la coordinación de los servicios públicos de empleo con los
servicios sociales.
En el bloque
dedicado a las prioridades de reforma, el apartado 4.3 está dedicado a las
políticas de mercado laboral, educativas y sociales, donde se desarrollan las
tesis e ideas más generales expuestas con anterioridad.
Sólo de
forma adicional, y para no reiterar lo ya expuesto, destaco como el Informe
enfatiza que hay varios factores relacionados con el mundo del trabajo que
lastran el crecimiento y que provocan un alto grado de desigualdad, como son el
desempleo, la segmentación del mercado de trabajo, el envejecimiento de la
población y los desfase en la educación.
La
preocupación por el uso excesivo de la contratación temporal, de muy corta
duración en bastantes ocasiones, y que afecta a todos los grupos de
trabajadores, aunque con impacto especial entre jóvenes y poco cualificados, es
manifiesta en el Informe, que añade que este dato “unido a las bajísimas tasas
de transición anual de contratos temporales a indefinidos (10,2 % en 2015,
frente a una media de la UE del 23 % en 2014) parece indicar que el empleo
temporal no funciona como un trampolín hacia una carrera profesional estable”.
No me parece
nada mal, porque es algo que una mera hipótesis de trabajo, que el Informe
manifieste su preocupación o inquietud por “la utilización de falsos autónomos
en sustitución de trabajadores ordinarios”, y que también constate que gran
parte del trabajo a tiempo parcial (cuyo porcentaje general sigue siendo
inferior a la media comunitaria) es involuntario, reseñando que en 2015 “más
del 60 % de los trabajadores a tiempo parcial no pudieron encontrar un empleo a
tiempo completo, y este porcentaje se ha duplicado prácticamente en los últimos
diez años”.
No está de
más tampoco subrayar la valoración poco positiva que se efectúa de los
incentivos económicos a la contratación, poniendo de manifiesto algo que ya ha
sido constatado en estudios al efecto, y que aunque el gobierno manifestó en
2012 que iba a corregir no lo ha hecho sino incluso aumentado, como es su carácter
poco incentivador de la contratación, y que los grupos de trabajadores a los
que van dirigidos “son bastante amplios, lo que parece indicar que los
incentivos no están los suficientemente orientados hacia aquellas personas que
tienen mayores dificultades a la hora de (re) integrarse en el mercado laboral”.
En fin, el fenómeno
de los working poors, de los trabajadores pobres, aquellas personas que aun
teniendo una actividad laboral no puede salir del círculo de la pobreza, no es
olvidado en el Informe, que recuerda, y saca los colores a quien sea
responsable de tal situación, que su porcentaje ha seguido aumentando, en los
últimos años, con una tasa del 14,3 % en 2014 y con especial incidencia entre
quienes tienen contratos temporales o a tiempo parcial, es decir bajos
salarios, a lo que se unirían aquellos grupos que se encuentran en hogares que
tienen un bajo nivel de intensidad de trabajo.
Buena
lectura de los documentos.
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