1. Cuando la doctora
María Jesús Espuny, profesora honoraria (no solo por el título oficial sino por
la brillantez de sus aportaciones doctrinales) de la Universidad Autónoma de
Barcelona, reconocida especialista en el estudio de las relaciones laborales a
lo largo de la historia de España, tuvo la amabilidad de regalarme el libro cuya recensión paso ahora a efectuar, y
pedirme que hiciera una breve glosa del mismo, no tuve otro remedio que
contestar afirmativamente.
Y lo hice con
mucha satisfacción por un doble motivo: en primer lugar, porque la vida de Francisco
Largo Caballero es, debe ser, de obligado conocimiento para comprender la
convulsa historia de nuestro país en el primer tercio (aunque en realidad s
extiende hasta la fecha de su fallecimiento en 1946) del siglo XX; en segundo
lugar, porque como laboralista he prestado especial atención a la fructífera etapa
de la Segunda República, y muy en especial del periodo inicial en el que el
dirigente socialista ocupó la cartera del Ministerio de Trabajo.
Ya dediqué, en una
entrada anterior dedicada a recensionar el libro “Centenario del Ministerio deTrabajo (1920-2020) un apartado a describir, de la mano de la autora del capítulo dedicado a aquel
período histórico, la profesora Josefina Cuesta, Catedrática de Historia
Contemporánea de la Universidad de Salamanca, los hitos más relevantes, que me
permito ahora reproducir ya que engarzan directamente con la obra ahora
comentada. Pero antes, no quiero dejar de destacar igualmente la importancia,
ciertamente menor a mi parecer pero que no por ello debe dejar de apuntarse, de
la regulación de la legislación laboral del periodo 1923-1931, estudiada con todo
detalles por la profesora María Jesús Espuny en su artículo “La labor del
Ministerio de Trabajo durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1931)” https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8224048
“La historia
laboral de la II República y de la Guerra Civil, es decir del período que va
desde 1931 a 1939, con examen diferenciado de la normativa aplicable en el
periodo 1931-1936 por una parte, y de la que se aplicó en los territorios de
cada de una de las partes enfrentadas desde el 18 de julio de 1936, por otra,
es objeto de análisis..., siendo la figura del Ministro socialista Francisco
Largo Caballero clave para entender los importantes avances sociales que se
produjeron en la primera etapa de este período, señaladamente la Ley de
contrato de trabajo de 1931. Si bien, mucho más importante desde la perspectiva
política general fue la aprobación de la Constitución republicana, cuyo art. 1
proclamaba que España era “una República democrática de trabajadores de toda
clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia”, y que dedicaba un
artículo al trabajo, el 46, cuyo contenido era el siguiente: “El trabajo, en
sus diversas formas, es una obligación social, y gozará de la protección de las
leyes. La República asegurará a
todo trabajador las
condiciones necesarias de
una existencia digna. Su legislación social regulará: los
casos de seguro de enfermedad, accidente, paro forzoso, vejez,
invalidez y muerte;
el trabajo de
las mujeres y
de los jóvenes
y especialmente la
protección a la
maternidad; la jornada
de trabajo y
el salario mínimo
y familiar; las
vacaciones anuales remuneradas;
las condiciones del
obrero español en
el Extranjero; las instituciones
de cooperación; la relación económico jurídica de los factores que integran
la producción; la
participación de los
obreros en la
dirección, la administración y los beneficios de las
empresas, y todo cuanto afecte a la defensa de los trabajadores”.
Sería este
precepto el que se desarrollaría, con avances y retrocesos según el momento
político, en la normativa posteriormente aprobada, con normas tan importantes,
además de la ya citada ley de contrato de trabajo, como la de asociaciones
profesionales, colocación obligatoria y accidentes de trabajo, en un proceso
histórico que es calificado acertadamente a mi parecer de modernización del
derecho laboral, y que con la guerra civil queda truncado, y tal como explica
el profesor Castillo al sintetizar en el prólogo el artículo de la profesora
Cuesta, “España retorna al modelo asistencial autoritario y corporativista de
los fascismos europeos y se trunca en ella el proyecto modernizador, que estará
en la base de los Estados sociales y de bienestar que se extienden por Europa
en la segunda postguerra mundial”. Y por decirlo con las palabras de la autora
del artículo, nuestra separación de la modernización social que iba a
producirse en Europa tras la conflagración bélica, implicaría que “a pesar de
la propaganda del régimen dictatorial, este supuso más de treinta años de
retraso en el acceso a derechos laborales y sociales”.
2. La presentación
de libro corre a cargo del Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, de
la Viceministra segunda y Ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz,
y del Secretario general de la Unión General de Trabajadores, José María Álvarez.
Además, y en el apartado de la obra denominado “Capítulos institucionales”,
encontramos al (todavía) Director General de la Organización Internacional del
Trabajo, Guy Rider, el Ministro del Cultura y Deporte, Miquel Iceta, la presidenta
del Partido Socialista Obrero Español, Cristina Narbona, y la nieta de Francisco
Largo Caballero, Sonia Largo.
La obra consta de
once capítulos científicos, en los que el profesorado de diversas Universidades
y de la Fundación Pablo Iglesias pasa revista a la vida política y social de
Largo Caballero, a la par que también de la vida del PSOE, del movimiento
sindical centrado entonces tanto en la UGT como en la Confederación Nacional
del Trabajo , y más en general de lo que era la realidad política y social
española, con especial atención a la actuación del dirigente socialista como
máximo responsable durante un tiempo del Ministerio de Trabajo y también de la
Presidencia del Gobierno, sin que me olvide de la existencia de un último capítulo
en el que se habla tanto del pasado como muy en especial del presente y de los
retos del socialismo ante el inmediato futuro.
Termina la publicación
con una muy amplia, detallada y rigurosa bibliografía, en la que obviamente el
mundo jurídico laboralista tiene un papel relevante ya que no en vano el período
1931-33 puede considerarse como clave en la conformación del Derecho del
Trabajo, yendo mucho más allá del mero concepto de legislación laboral, en
España y cuya huella sigue estando bien presente en nuestra norma más
importante en la actualidad, la Ley del Estatuto de los Trabajadores. Además,
hay una completa relación de la obra expuesta en la exposición que se inauguró
en marzo de este año, en Salamanca, para conmemorar el 75 aniversario del
fallecimiento del dirigente socialista, aplazada un año a consecuencia de la
crisis sanitaria.
3. El 1 de julio del pasado año se celebró la Jornada “Largo Caballero, de ayer a hoy: gobernarpara mejorar el mundo del trabajo”, en conmemoración del 75 aniversario del fallecimiento de Francisco Largo Caballero.
El secretario general de la UGT subrayaba las
similitudes entre el periodo de Largo Caballero y el actual en estos términos: “No
dejamos de vivir un proceso de la revolución industrial como la que vivió Largo
Caballero. En esa época se puso en marcha la jornada laboral de 8 horas gracias
a la acción y trabajo del dirigente sindical y político. Ahora estamos en una
revolución digital. La cantidad de trabajo que destruye la máquina no se va a
poder rehacer ni a largo plazo. Es el momento del debate sobre la jornada. La
digitalización nos lleva a una reducción del tiempo de trabajo”.
Para la Ministra de Trabajo y Economía Social, “Este
Gobierno también tiene una gran tarea de transformación de nuestro mercado
laboral. A eso nos hemos comprometido con Europa y con las personas
trabajadoras de nuestro país. Nosotros también hemos regulado la transformación
digital que sucede en nuestros días. El legado de Largo Caballero mantiene un
color tan vivo que aun hoy nos sirven de guía e inspiración en la compleja
tarea de gobernar para mejorar la regulación del trabajo”.
Para el actual Secretario de Estado de Empleo, Joaquín
Pérez Rey, el dirigente socialista “es una figura prominente de la construcción
del estado social y democrático en nuestro país. Hizo mucho al frente del
Ministerio de Trabajo, lo hizo rápido y lo hizo muy bien, con leyes como la ley
de contrato de trabajo, la ley de jurados mixtos, la ley de asociaciones
profesionales, la intervención laboral en la agricultura…”. “Fue una época
gloriosa desde el punto de vista de la legislación laboral”, señaló, “pero no
exenta de frustraciones, como la incapacidad para sacar adelante la ley de
control obrero (instrumento de participación de los trabajadores en la
empresa). En cualquier caso, ha sido una figura inconmensurable en el
desarrollo social y democrático de nuestro país”.
Cabe recordar aquí el brillante artículo que el
profesor Pérez Rey ha dedicado a este período histórico, “En los orígenes delDerecho Español del Trabajo: la labor de la II República” (“Revista de
Administración Publica 2016, págs.. 215-252”
),
en cuyo resumen se apunta que “La década del 30 del siglo pasado es el momento
en que el Derecho del Trabajo comienza a ser digno de esa denominación,
constituyéndose como disciplina científica definida. Ese Derecho, documenta el
jurista, rompe definitivamente con sus precedentes civiles para articular una
serie de principios propios que sirven para identificarlo y reconocerlo como
disciplina separada”.
4. Al acto de presentación de la exposición se dedicó un amplio artículo en la páginaweb de de su Fundación, que me permito ahora reproducir unos fragmentos:
“Más de 400
piezas, entre artículos históricos y familiares y fotografías, expuestos en el
Centro Documental para la Memoria Histórica de Salamanca, reivindican la figura
de Francisco Largo Caballero, líder histórico socialista, sindicalista y que
fue, entre otros cargos, presidente del Consejo de Ministros en la II
República.
La muestra
“Francisco Largo Caballero y el protagonismo de la clase trabajadora
(1869-1946)”, que organiza la Fundación Francisco Largo Caballero y el
Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática,
podrá verse hasta septiembre y pretende “rescatar” a una de las figuras “más
importantes de la primera mitad del siglo XX en España”, ha explicado en la
inauguración el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez.
Este 23 de marzo,
cuando se cumplen 76 años de la muerte de Largo Caballero, se ha recordado, en
palabras de la comisaria de la exposición, Manuela Aroca, a este “obrero”, a la
persona que “representó a los trabajadores en las más altas instituciones del
Estado”, a la “figura más importante del siglo XX”, al político y sindicalista
que “lo abarcó todo”.
La exposición, que
estaba prevista para el pasado año con motivo del 75 aniversario de su muerte pero
que se retrasó como consecuencia de la pandemia, pretende repasar y divulgar el
itinerario sindical, político y humano de Francisco Largo Caballero, a través
de documentos y fotografías.
Documentos
familiares, escritos políticos, recuerdos de su paso por prisión, papeles de su
historia sindical o fotos con recuerdos tratan de hacer un homenaje a Largo
Caballero, el “primer obrero que llegó a presidir la República”, y ofrecen una
visión de un “dirigente obrero, genuinamente obrero”, como ha señalado el secretario
de Estado de Memoria Democrática.
.... La comisaria
de la exposición ha insistido en la idea de que fue este dirigente obrero el
que “representó a su clase en todas las instituciones en las que estuvo”, pues
fue concejal, representante del mundo internacional, vocal de la Junta
Directiva del Instituto de Reformas Sociales, presidente del consejo de
ministros o líder de la huelga general revolucionaria del 13 de agosto de 1917,
que provocó su detención”.
5. Es imposible
resumir en pocas páginas la cantidad de información, análisis, reflexiones y críticas
que en la obra ahora comentada se efectúan sobre la vida y la influencia de
Largo Caballero, si bien sí puede decirse que todas las aportaciones, tanto las
denominada “institucionales” como las científicas, coinciden en que la historia
de España no puede estudiarse sin analizar a fondo su impacto, su influencia, no
solo en el PSOE y en la UGT sino en toda la política española durante, muy
especialmente, la etapa de la Dictadura del General Primo de Rivera y, mucho
más, durante la Segunda República y el breve pero extraordinariamente
fructífero período en que estuvo al frente del Ministerio de Trabajo.
Por ello, tiene
plena razón el Presidente del Gobierno cuando afirma que “no podemos entender
nuestro presente político y social sin la figura de Largo Caballero en nuestro
pasado. Hay herencias que nadie podrá borrar que pongan aquellos que revisitan
nuestra Historia, incapaces de reconciliarse con ella”. Supongo que en “aquellos”,
incluye a los que retirando el nombre deLargo Caballero de una calle creen que pueden hacer (hacernos) olvidar la
historia de España
No menos relevante,
desde la perspectiva laboral, tal como destaca la Ministra Yolanda Diaz, es que
durante su mandato entre 1931 y 1933 impulsó las relaciones con la OIT, “en una
etapa decisiva para el Derecho del Trabajo, en la que España ratificó y aplicó
numerosos acuerdos internacionales de protección de los trabajadores”.
Justamente su estrecha relación con la OIT es subrayada por su (todavía)
Director General, que pone de manifiesto que el dirigente socialista siempre
fue un ferviente defensor de la OIT, “de la idea de la consecución de la
justicia social a través del tripartismo y de todo el potencial que la
Organización tenía para mejora de las condiciones de vida y de salud de los
trabajadores”.
6. Se inicia el apartado
de los capítulos científicos con la aportación del profesor Enrique Berzal de
la Rosa, de la Universidad de Valladolid, dedicado a “El caballerismo como
opción política y sindical del socialismo”, en el que nos recuerda, porque ello
marcará toda su vida, que Largo Caballero “solo asistió a la escuela
hasta los 4 años” y que sus principales centros de formación estuvieron en
otros sitios: “en la calle, en el trabajo, en la cárcel, y sobre todo en el
Partido Sindicato y en el Partido Socialista”. Desde la perspectiva laboral, y
evidentemente con innegables repercusiones políticas, me parece importante
destacar la relevancia que el autor confiere a la presencia de Largo Caballero
en la OIT, “toda vez que vino a reforzar su línea favorable al reformismo
intervencionista”, por considerar que desde la OIT se podía emprender “una estrategia
obrera internacional cuya incidencia en España podía ser muy positiva para los
intereses de la clase obrera”.
La figura de “Largo
Caballero, reformista”, es analizada por la profesora Ángeles Barrio Alonso, de
la Universidad de Cantabria, en cuyo artículo destaca , de los setenta y seis
años de la vida, el dirigente socialista “dedicó a la militancia socialista más
de cincuenta, engrandeciendo especialmente a la UGT y haciéndola participar del
movimiento obrero europeo, sin apartarse de su característica orientación
pragmática y legalista”.
Le sigue el
capítulo dedicado a “La revolución sobrevenida”, que está a cargo del profesor Rubén
Vega García de la Universidad de Oviedo, para quien la figura histórica de
Largo Caballero “ha quedado ligada a su faceta revolucionaria y asociada al
epíteto de El Lenin español hasta el punto de eclipsar muchos otros
momentos de su dilatada ejecutoria como dirigente obrero y responsable político”.
7. De
trascendental importancia para el laboralismo español, como ya he apuntado con
anterioridad, es el período en el que Largo Caballero ocupó la cartera del
Ministerio de Trabajo y que es muy cuidadosamente analizado por la profesora
María Jesús Espuny en el artículo “Francisco Largo Caballero y las bases del
Derecho del Trabajo”, desde lo que califica de su “entrenamiento” como vocal obrero
en el Instituto de Reformas Sociales, hasta pasar a la “experiencia”, de la que
recoge una gráfica frase sobre el derecho social “alcanzado a fuerza de inmensos
sacrificios”.
La profesora Espuny
pasa revista a lo que califica de una etapa de consolidación que se opera con
la legislación social de la Segunda República, si bien creo, ya lo he dicho también
con anterioridad, que estamos en ese periodo en condiciones de hablar ya del
Derecho del Trabajo como disciplina jurídica que poco a poco irá fortaleciéndose.
Se pasa revista a toda la legislación del período, ya mencionada en parte al
inicio de esta entrada, y se concluye el artículo con la mención a la importancia
de la obra de Largo Caballero que desarrolló su compromiso con el Estado y con la clase trabajadora” a través de los
años y de su responsabilidad contraída
en las diferentes instituciones”, y enfatizando que la reforma del
sistema de relaciones laborales que llevó a término como Ministro de Trabajo “consolida
una nueva legislación social cuyo espíritu será la emancipación del trabajador
como hombre y como ciudadano”.
Llegados a este
punto, cabe decir, y así se pone de manifiesto en la bibliografía recogida al
final de la publicación, que la doctrina laboralista más cualificada ha
dedicado especial atención a este periodo histórico de las relaciones laborales
en España. Sólo me permito ahora destacar, ya que una recensión no es el lugar adecuado
para referirse a sólo una parte de la obra, al artículo, de obligada lectura a
mi parecer, del profesor Fernando Valdés Da-Re, “El Derecho del Trabajo en la SegundaRepública” ,
en la que se refiere a las diferentes teorías doctrinales sobre el momento de “alumbramiento
del Derecho español del Trabajo”, para sostener la tesis de que “el tránsito de
la legislación del trabajo al Derecho del Trabajo corresponde al mérito de la
labor política de la Segunda República”.
Una labor política
que por lo que se refiere a la actividad legislativa en el ámbito laboral es
calificada por el profesor Luis Enrique de la Villa, en cita recogida en el
artículo, de “asombrosa en cantidad y calidad”, y que le permite afirmar al
profesor Valdés que estar ante un proyecto reformista y modernizador, “un ordenamiento laboral
republicano de carácter unitario, de un ordenamiento jurídico que fue,
precisamente, el que sentó las bases para la conversión definitiva en España de
la legislación industrial en Derecho del Trabajo”, centrada básicamente en el
periodo de abril de 1931 a septiembre de 1932 (La ley de contrato de trabajo se
erigirá “en una pieza clave de todo el sistema normativo republicano”), y de la
que no duda en afirmar el autor que “va a encontrar intensas y extensas resistencias
en su vigencia aplicativa, que se acentúan al compás de los cambios de ciclo
político”. Para el profesor Valdés, se trataba de establecer “un marco de
relaciones laborales asentado, en lo esencial, sobre dos principios básicos y
que, en el pensamiento de Largo Caballero, interaccionan recíprocamente. El
primero es la centralidad de las asociaciones obreras.... y el segundo es clima
de armonía y diálogo social, así como de paridad o simetría de poder que debe
informar las relaciones entre patronos y obreros”, del que han dejado huella, o
por decirlo con sus propias palabras “engranajes imprescindibles del moderno
derecho del trabajo”, estas dos: “la constitucionalización del derecho del
trabajo y el establecimiento de un sistema de fuentes y, como lógica
derivación, de unas reglas de aplicación de las normas laborales”.
8. La publicación
sigue con el artículo “Largo Caballero y el internacionalismo obrero”, a cargo
de la profesora Manuela Aroca Mohedano, de la Universidad Carlos III de Madrid.
También se destaca la importancia de la OIT, ya que “la estrategia de incorporar
a las organizaciones sindicales en la reconstrucción mundial entroncaba con la vía
reformista que muchos de los sindicatos mundiales, entre ellos la UGT y su
secretario general. Francisco Largo Caballero, estaban ya adoptando en el
interior de sus países”.
Le sigue el
artículo “Un socialista en la Presidencia del Gobierno”, a cargo del profesor
Eduardo González Calleja de la Universidad Carlos III de Madrid, en el que analiza
el periodo histórico en que Largo Caballero estuvo al frente de los destinos de
España, un gobierno de unidad antifascista, subrayando que “no se trataba de un
Gobierno obrero que encaminase sus pasos hacia la dictadura del proletariado,
sino un gobierno de guerra mixto,una amplia colación que aspiraba a englobar todos los grupos políticos y sindicales
que defendían la República”. Tras su mandato presidencial (septiembre 1936-mayo
1937), volvió al ejercicio pleno de sus funciones como Secretario General de la
UGT, pero, tal como destaca el autor, “tuvo que lidiar con la descarnada pugna
entre caballerismo y anticaballerismo (con apoyo comunista) librada en el
interior del sindicato, hasta la virtual escisión el 1 de octubre de 1937”, en
que abandonó la Secretaría General.
En fin, otros artículos
de la obra están dedicados a “Las políticas militares de Francisco Largo
Caballero”, de los profesores Arturo García-Álvarez Coque y Ángel Baamonde
Magro, de la Universidad Carlos III de Madrid, “Francisco Largo Caballero en el
exilio (1939-1946) del profesor Bruno Vargas de la Universidad de Toulouse –
INU Champollion”, “Caballero y Prieto: dos vidas, un partido”, de Aurelio
Martín Nájera, de la Fundación Pablo Iglesias.
A continuación, en
el artículo “La unidad de las fuerzas del proletariado UGT – CNT: de la acción necesaria
a la fusión imposible”, del profesor Ángel Herrera López de la UNED, se pasa
amplia revista a los momentos históricos
en que se produjo la unidad de acción y a los muchos desacuerdos en sus estrategias
que hicieron imposible, insalvable, plantearse la unidad orgánica, si bien el
autor destaca que “los intentos de unidad de acción fueron una constante en la
actuación de los sindicatos, y, principalmente, entre los trabajadores”.
Acaba la
publicación con las reflexiones del profesor Antonio García Santesmases, de la
UNED, “Tres miradas socialistas y una tarea de futuro”, en la que se refiere a
tres generaciones, la de los vencidos en la guerra civil, a la de la transición,
y por fin a la de “los nietos que comienzan a recabar información acerca de los
vivido por sus abuelos en aquellos años treinta y por el silencio de sus padres
durante muchos años, finalizando su artículo haciendo suya una frade de Luis
Gómez Llorente: “los socialistas tenemos un deber de memoria con los que lucharon
contra el fascismo, los que encarnaron los ideales de la clase trabajadora, los
que simbolizaron los valores del pablismo”, y añadiendo por su parte que “esa
herencia es la que tendrá que ser transmitida y compartida por aquellos que
quieran dar continuidad al legado del líder más representativo de la clase
trabajadora, al legado de Francisco Largo Caballero”.
Buena lectura.
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