jueves, 17 de agosto de 2017

Los abuelos, esos seres tan queridos por los nietos, …y necesitados por los padres.



Faltan pocas horas para que lleguen nuestras nietas. A partir de ese momento, y durante unas dos semanas, la vida de los abuelos se alterará radicalmente, quedando condicionada por los horarios de las pequeñas, y mucho más cuando los padres aprovechan la oportunidad para hacer alguna(s) escapada (s) para “recuperar fuerzas”.  

Hace poco, también tuvimos en el hogar a nuestros dos nietos. Una diferencia fundamental entre las dos situaciones es, sin duda, la edad. Cuando estás con niños de once y siete años y medio, ya muy aficionados a la cultura digital y que dominan mucho mejor que tu todo el artilugio tecnológico, te das cuenta de que les sirves más como punto de apoyo, cuando lo necesitan, que otra cosa, y también que cada vez te quieren más porque te ven, con toda razón, cada vez más mayor.

Ahora, con niñas de cuatro años y de veinte meses, la realidad es muy distinta porque sí has de jugar con ellas y no sólo estar expectante de sus necesidades. Es otro tipo de cariño, pero igualmente muy gratificante… aunque al final del día notes que estás cansado, o muy cansado, porque aquello que hacías con tus hijos hace treinta y cinco años en plena forma física, ahora lo hacer mucho más lentamente y con muchas más limitaciones físicas (por ejemplo, tirarte por el suelo o levantarte no sé cuántas veces cada hora).

Los abuelos somos seres muy queridos por los nietos…, y muy queridos también, y necesitados, por sus padres.  Cuando vas, en verano, a la piscina, descubres la cantidad de abuelos cuidadores, junto a los que está un ángel de la guarda, además de los socorristas,  para que a los peques no les pase absolutamente nada. Es todo un espectáculo ver a personas que superan los 75 años (¿alguna categoría estadística para este colectivo?) ir con tres niños y cómo juegan con ellos, al mismo tiempo que te cuentan sus preocupaciones por el cuidado de los menores (las charlas en la piscina y en los parques, siempre ojo avizor a lo que están haciendo los peques, dan mucho juego y conocimiento de la realidad).

Ya ven que les estoy contando cosas de las vida real, de aquella que viven muchas personas ya jubiladas, o que aun no estándolo también tienen a su cargo el cuidado (diario en bastantes ocasiones) de menores. No conozco, pero a buen seguro que puede existir, ninguna tesis doctoral sobre la jornada de trabajo (no asalariado, ni tampoco autónomo, sino simplemente – más o menos – voluntario, of course) de los abuelos, y les aseguro que quien quiera realizarla dispone, para el trabajo de campo, de un “material humano” muy numeroso y que puede aportarle grandes conocimientos prácticos a su redactor.

Para quien crea, porque todos es posible, que me estoy quejando del “trabajo” de los abuelos, puedo decirle que esté tranquilo porque no es así. Además, en nuestro caso, la distancia existente por razón de la actividad profesional de sus padres hace que los encuentros sean mucho menores (y quizás por ello mucho más aprovechados) que los de quienes tienen cerca a su familia. Sólo quiero destacar el valor de los abuelos como pieza insustituible de una sociedad que se ha vuelto bastante más individualista e insolidaria que en épocas anteriores, y en la que ellos (= nosotros, porque me incluyo aquí) podemos y debemos tener la oportunidad de transmitir justamente los valores del trabajo colectivo, del esfuerzo grupal, de las cosas bien hechas, y en especial del cariño, a los peques. No sé si lo conseguimos, pero desde luego que lo intentamos.

Bueno, pues durante dos semanas me dedicaré a la tarea de abuelo. ¿Quién quiere hacer una tesis doctoral, o simplemente un artículo sobre las peculiaridades laborales de nuestra actividad? Déjenme que, con cariño e ironía, me pregunte si tenemos cabida en la Ley del Estatuto de los trabajadores, o en la del Estatuto del trabajo autónomo.

Desde luego, lo hacemos, el cuidado de los menores, voluntariamente (¿quién puede negarse a la petición de sus hijos?), recibimos instrucciones (¿qué abuelo no sabe que, según los padres, los niños tienen que comer sólo determinados productos y acostarse a unas horas muy concretas, y que, si no es así, y los padres se enteran, puedes ganarte una reprimenda?), el resultado de nuestro “trabajo” revierte en beneficio tanto de los menores como muy especialmente de sus padres (¿quién puede negar que los “frutos” de la educación que los abuelos damos a los peques repercuten positivamente sobre la educación de estos que llevan a cabo sus padres y en el ámbito educativo?

Y respecto a la remuneración salarial, ¿qué? Pues aquí, falla un principio fundamental de la relación asalariada, y desde luego también de la del autónomo, porque en algunas (más bien, muchas) ocasiones, es la cuenta corriente de los abuelos la que disminuye después de la estancia de sus nietos, por la cantidad de comida, juegos, atracciones…, que los menores requieren y que desde luego los abuelos (a quienes nos acusan en muchas ocasiones de “maleducar) satisfacen. Es decir, es una relación laboral, por lo que respecta al salario, “al revés”, porque quien suele pagar, o más exactamente reducir la cuantía de su cuenta, son los abuelos. En esta época donde las palabras enmascaran en bastantes ocasiones la realidad (riders, colaboradores, contratistas,…cuando en realidad son trabajadores asalariados, por poner el ejemplo que mejor conozco) no se me ocurre ninguna para definir esta peculiar situación de los abuelos, pero seguro que alguno de mis jóvenes, y brillantes, estudiantes de la UAB encontrará un términos para definirlo.

+Para todos los abuelos, y para todos los nietos, todo mi cariño, (para los padres “necesitados de descanso”, también, no enfaden); y para los primeros, no olviden, si sus recursos económicos se lo permiten, ir a un fisioterapeuta para que les “ordene” todo el cuerpo tras los días de juego y actividades con aquellos. Seguro que me agradecerán el consejo. +

2 comentarios:

Fini Torralba dijo...

Espero que el período haya sido disfrutad y ahora podamos contar de nuevo con sus buenas aportaciones jurídicas.
Saludos

Eduardo Rojo dijo...

Muchas gracias por sus amables palabras. Espero reanudar mi actividad bloguera el próximo lunes. Saludos cordiales.