1. La OIT publicó el 16 de diciembre la cuarta edición de su informe sobre estimaciones mundiales sobre los trabajadores migrantes internacionales. Tuve oportunidad de analizar los datos de la segunda (2018) y tercera (2109) edición en el artículo al que se puede acceder en este enlace Para un documento anterior de especial interés, remito a la entrada “Estudio de la OIT, “Promover una migración equitativa”, y unas breves notas adicionales sobre los refugiados en Europa”
La cuarta edición
del informe (texto íntegro en inglés , amplio resumen ejecutivo encastellano ), está acompañada de una nota deprensa y de un vídeo en donde se sintetizan los principales datos obtenidos . En la presentación del
Informe en dicha nota se explica que “subraya las complejidades de la migración
laboral y la necesidad clave de políticas específicas de apoyo a los migrantes
internacionales. Entre ellas se incluyen la mejora del acceso a oportunidades
de trabajo decente y la mejora de la protección de los trabajadores migrantes.
Dado que la mayoría de los migrantes trabajan en sectores de gran demanda,
garantizar un acceso equitativo a las oportunidades de trabajo para fomentar el
desarrollo sostenible y los mercados laborales inclusivos es una prioridad política”,
y se recogen las manifestaciones del Director General de la OIT, Gilbert F.
Houngbo para quien “... “Los trabajadores migrantes son indispensables para
hacer frente a la escasez mundial de mano de obra y contribuir al crecimiento
económico”, y “garantizar sus derechos y el acceso a un trabajo decente no es
sólo un imperativo moral, sino también una necesidad económica”.
Para la OIT “Migración laboral es la expresión utilizada para describir la
circulación/migración de las personas, de un lugar a otro, con fines de empleo
o para hallar un empleo. Por lo general, a estas personas se les llama
“trabajadores migrantes”. La migración laboral comprende diversos tipos de
trabajadores migrantes, que abarcan desde los trabajadores subcontratados menos
calificados hasta los trabajadores migrantes semicalificados y altamente
calificados”: Define a un trabajador migrante “como toda persona que emigra, o
ha emigrado, de un país a otro, para ocupar un empleo que no habrá de ejercer
por su propia cuenta, e incluye a cualquier persona normalmente admitida como
trabajador migrante”.
Por otra parte, en
la Convención de la ONU (1990) sobre la protección de los derechos de todos lostrabajadores migratorios y de sus familiares se entiende por trabajador
migratorio “toda persona que vaya a realizar, realice o haya realizado una
actividad remunerada en un Estado del que no sea nacional”.
2. Al igual que
efectué con anteriores informes, destaco a continuación los datos más
relevantes que aparecen en el recién presentado. Todos los datos que reproduzco
se encuentran en el resumen ejecutivo, y una explicación bastante más amplia de
todos ellos aparece en el texto íntegro del Informe.
Se calcula en 284,5
millones el número de migrantes internacionales en 2022, 255,7 millones de los cuales
estaban en edad de trabajar (15 años o más)
El mismo año, el número total de trabajadores
migrantes internacionales fue 167,7 millones —un aumento de más de 30 millones
de personas con respecto a 2013—, de los cuales 155,6 millones estaban ocupados
y 12,1 millones desempleados.
Los trabajadores
migrantes representan a escala mundial el 4,7 por ciento de la fuerza de
trabajo de los países de destino, y su tasa de participación en la fuerza de
trabajo es del 65,6 por ciento, superior en más de ocho puntos a la de los no
migrantes, 60,1 %. Las mujeres representaron el 38,7 %, mientras el porcentaje de
varones fue del 61,3 %, diferencia que
el informe imputa “al porcentaje ligeramente inferior de mujeres sobre el total
de población migrante (el 48,2 por ciento) y a unas tasas más bajas de
participación en la fuerza de trabajo”. En esta misma línea, se explica que la
tasa de participación de mujeres migrantes en la fuerza de trabajo (52,8 %) es
inferior a la de los varones migrantes (77,9 %), argumentando que “en los
mercados de trabajo hay obstáculos estructurales, factores socioculturales y prácticas
discriminatorias que dificultan más las posibilidades de empleo de las mujeres
migrantes que las de los varones”.
Desde los primeros
datos disponibles, de 2013, la participación de los migrantes en la fuerza de
trabajo ha ido descendiendo, desde el 72,7 % de las personas migrantes en edad
de trabajar en 2013 hasta el 69,0 por ciento en 2019; el descenso también afecta
a la población no migrante y los estudios de la OIT lo atribuyen tanto a los
cambios demográficos y tecnológicos como a las políticas de mercado de trabajo
y de inmigración, si bien se subraya que puede haber factores adicionales que
afecten a la población trabajadora migrante, “como la discriminación en el
mercado de trabajo y los obstáculos para encontrar empleo, un dominio del
idioma insuficiente, y problemas relacionados con las limitaciones en el
reconocimiento de sus competencias y calificaciones en los países de destino”.
Por otra parte, la
tasa de desempleo de los migrantes era más elevada (7,2%) que la de los no
migrantes (5,2%), y la de las mujeres migrantes (8,7%) era superior a la de los
hombres (6,2%), disparidad que puede deberse, según el informe, a “factores
como las barreras lingüísticas, las cualificaciones no reconocidas, la
discriminación, las opciones limitadas para el cuidado de los hijos y las
expectativas basadas en el género que restringen las oportunidades de empleo,
especialmente para las mujeres”
Lógicamente, un
muy mayoritario porcentaje de la población migrante se encuentra en la franja
de edad de población trabajadora, siendo de 125,6 millones el total de la
comprendida entre 25 y 54 años (74,9 %), siendo muy inferior el número de
jóvenes de 15 a 24 años (15,5 millones, 9,3 %), algo superior al anterior el de
migrantes laborales entre 55 y 64 años (20,9 millones, 12,3 %), y lógicamente
muy inferior el grupo de 65 y más años (5,7 millones, 3,4 %). El informe expone
que la elevada representación de personas de edad intermedia entre los
migrantes internacionales en la fuerza de trabajo “se corresponde con las
tendencias mundiales, y puede atribuirse a las políticas sobre migración que
favorecen a los trabajadores cualificados y con experiencia”.
¿Dónde trabaja la
población migrante? Es mayoritaria la presencia en el sector servicios, seguida
de lejos por la industria y mucho más lejos por la agricultura (68,4, 24,3 y 7,4
por ciento), si bien aquí sí es especialmente importante prestar atención a las
diferencias existentes entre la población masculina y la femenina. Entre los
hombres, la presencia en el sector industrial es más de nueve puntos superior a
la media (31,7) e inferior en casi diez puntos a la de los servicios (60,8),
siendo muy ligeramente superior en la agricultura (7,6). Por el contrario, la
presencia femenina en servicios es más de doce puntos superior (80,7), mientras
cae diecinueve puntos en industria (12,2) y sólo medio un punto en agricultura
(7,1).
Se destaca en el Informe
la importancia que está adquiriendo el sector de los cuidados en el incremento
de la población trabajadora migrante, muy especialmente femenina. Así, podemos
leer que “la alta concentración de migrantes internacionales ocupados, en
especial de mujeres, en este sector (servicios) podría deberse a la importante
demanda internacional de trabajo de cuidados y trabajo doméstico. Muchos países
de destino sufren el envejecimiento de la población, y ello potencia la demanda
de servicios de atención de salud y domésticos”, aportando más concretamente el
dato de que “... según las estimaciones de 2022, el porcentaje de varones y de
mujeres migrantes ocupados en la economía del cuidado es del 12,4 por ciento y
del 28,8 por ciento, respectivamente, frente al 6,2 por ciento de varones no
migrantes y al 19,2 por ciento de mujeres no migrantes”.
No es de extrañar,
y la historia se repite como en años anteriores, que más de dos tercios de la
población trabajadora migrante se concentre en países de ingreso alto (114,7
millones, 68,4 %) y que el 17,4 por ciento lo esté en países de ingreso mediano
alto (29,2 millones), sumando entre ambos grupos el 85,4 por ciento de dicha
población y dejando el resto a países de ingreso mediano bajo (10,9, 18,2
millones) e ingreso bajo (3,3, 5,5, millones). Visto en perspectiva histórica,
la población migrante en países de ingreso mediano alto pasó del 11,7 de 2013
al 19,5 en 2019, y disminuye en 2022 hasta el 17,4) y en los países de ingreso
alto pasó del 74,7 al 67,4 y 68,4, siendo la conclusión del Informe que “entre
2013 y 2022, los países de ingreso alto y mediano alto siguieron siendo el
principal destino de los migrantes internacionales en la fuerza de trabajo”.
Según constata el
Informe “la mayoría de los migrantes en la fuerza de trabajo se concentró en
Europa septentrional, meridional y occidental, América del Norte y los Estados
árabes. La proporción de migrantes en la población activa que viven en Europa
Septentrional, Meridional y Occidental aumentó del 22,5% en 2013 al 23,3% en
2022. Por el contrario, la proporción de migrantes en la fuerza de trabajo de
América del Norte y los Estados Árabes experimentó ligeros descensos”.
Efectuando la clasificación
de la distribución de los trabajadores migrantes internacionales por “subregiones
amplias”, se obtienen los siguientes datos, además del ya citado: África septentrional
0,7, África subsahariana 7,8; América Latina y el Caribe, 4,7; América del
Norte 22,6; Asia Oriental, 3,7; Asia sudoriental y el Pacífico 8,3; Asia meridional, 4,2; Asia central y
oriental (4,5) y Europea Oriental (6,7)
3. Además, sobre
la presencia de población migrante internacional en la fuerza de trabajo es muy
interesante la escucha , o la lectura , del podcast de la OIT, el 12 de diciembre, en el que se abordó la temática “Competencias
para la migración y el empleo: ¿necesitamos un nuevo paradigma?” (original en
inglés), entre el director del programa, Tom Netter , Presentador de la serie
de podcasts de la OIT “Retos mundiales - Soluciones mundiales: El futuro del
trabajo”, y Christine Hofmann, Especialista Regional de Competencias de la OIT
para África, en el que se analizaron las dimensiones de las habilidades de la
migración laboral y se examinaron “las políticas de empleo y migración; la
anticipación y la adecuación de las necesidades de habilidades para mejorar las
perspectivas de empleo de los migrantes; el desarrollo de habilidades para los
trabajadores antes, durante y después de la migración; y las alianzas de
habilidades para el desarrollo entre los países de origen y destino para la
integración social y económica y sociedades más inclusivas”.
A la pregunta del presentador sobre cómo
afectan las nuevas tendencias geopolíticas a la migración laboral, la
especialista responde con unos datos que son muy necesarios de conocer:
“De hecho, la
migración laboral es un fenómeno creciente y muchas personas se preguntan por
qué. Sin duda, existen tendencias demográficas, sociedades que envejecen en una
región y protuberancias de jóvenes en otras que crean condiciones atractivas
para aplicar la llamada fuerza laboral excedente en sectores donde vemos
escasez de habilidades en la mano de obra, como la economía del cuidado. Luego,
hay crecientes desigualdades entre algunos países y regiones que también hacen
que sea atractivo buscar empleos fuera de las fronteras nacionales. Luego,
tenemos el cambio tecnológico, incluidas las TIC y la inteligencia artificial,
y la velocidad creciente en la que las economías cambian y necesitan nuevas
habilidades. Por lo tanto, eso también está acelerando la migración laboral, en
particular, entre los más calificados.
Y en principio,
los países podrían desarrollar estas habilidades dentro de su propia fuerza
laboral, pero eso podría llevar más tiempo. Y, por lo tanto, parece más fácil
atraer a trabajadores extranjeros para llenar estas brechas de habilidades. En
los últimos 20 años, la proporción de trabajadores migrantes con un alto nivel
educativo aumentó del 28 al 38 por ciento en el caso de las personas nacidas
fuera de los países de la OCDE. Y la proporción de los que tienen un nivel
educativo más bajo disminuyó, lo que es notable porque, a nivel mundial, solo
alrededor del 16 por ciento de los empleos requieren educación superior. La
gran preocupación desde la perspectiva de las habilidades es que los
trabajadores migrantes subutilizan las habilidades que tienen, lo que significa
que un técnico capacitado termina trabajando como asistente o un veterinario
capacitado como taxista. Y este es un fenómeno que a menudo llamamos
desperdicio de cerebros.
Otra preocupación
sería que los trabajadores migrantes poco calificados terminen aceptando los
llamados trabajos 3D, sucios, difíciles y peligrosos, porque son trabajos en
los que los nacionales están menos interesados. Por lo tanto, aquí debemos
pensar en una mejor protección de los trabajadores migrantes y promover mejores
trayectorias profesionales para ellos. Si bien las circunstancias y los
desafíos que enfrentan los trabajadores migrantes son diferentes, debemos
analizar los corredores migratorios específicos y las necesidades de
habilidades específicas de los países” (la negrita es mía)
Me permito completar este dato de la sobrecualificación a escala internacional con el más concreto referido a la población migrante de la UE, disponible en la edición 2024 de la publicación interactiva de Eurostat “Migración y asilo en Europa”
“En cuanto a los
ciudadanos no pertenecientes a la UE empleados de entre 20 y 64 años con un
título, el 40% de ellos estaban sobrecualificados en 2023, lo que significa que
trabajaban en un puesto de trabajo de baja o media cualificación, para el que
no se exigía un título. En comparación, la tasa de sobrecualificación de los
ciudadanos de la UE que viven en otro país de la UE es del 31 % y la de los
nacionales que viven en su propio país, del 21 %.
En los países de
la UE, la tasa de sobrecualificación de los ciudadanos no pertenecientes a la
UE es más alta en Grecia (70 %), Italia (64 %) y España (56 %). Por el
contrario, es más baja en los Países Bajos (24 %), Finlandia y Suecia (cada uno
con un 27 %).
En comparación, la
tasa de sobrecualificación de los ciudadanos de la UE empleados que viven en
otros países de la UE es más alta en Italia (45 %), España y Chipre (cada
uno con un 42 %), mientras que es más baja en Luxemburgo (6 %)” (la negrita
es mía).
Buena lectura.
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