1. El 4 de
septiembre la OIT publicó su informe “Perspectivas socialesy del empleo en el mundo: Actualización : Septiembre de 2024 (original en
inglés).
En la nota de prensa que sintetiza su contenido, se explica que “... constata
una presión al alza sobre la desigualdad a medida que se estanca la
participación del ingreso laboral y una gran proporción de jóvenes permanece
sin empleo, educación o formación (“ninis”)”, así como también que “... los
principales Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) progresan muy lentamente a
medida que se acerca la fecha límite de 2030”.
Se recogen también las declaraciones de la Celeste Drake, Directora General
Adjunta, que manifestaba que “los países deben tomar medidas para contrarrestar
el riesgo de disminución de la participación de los ingresos laborales.
Necesitamos políticas que promuevan una distribución equitativa de los
beneficios económicos, prácticas laborales justas y un crecimiento inclusivo, y
que nos ayuden a retomar el camino hacia un desarrollo sostenible para todos”.
Para un más detallado análisis de la problemática de dicho colectivo juvenil,
el informe se remite al reciente informe “Tendencias Mundiales del EmpleoJuvenil 2024”, publicado el 12 de agosto
Fue objeto de mi atención en la entrada “Empleo
juvenil. A propósito del informe 2024 de la OIT”, , en la que reproduje los principios fundamentales que el informe identificaba para
la adopción de medidas en materia de políticas para el colectivo juvenil:
“... 1. Mantener a los jóvenes al timón de la
formulación de políticas, y promover y fortalecer las instituciones de diálogo
social que incluyan a los jóvenes en todas las esferas de acción.
2. Ampliar el enfoque político en la creación de
puestos de trabajo a través de políticas macroeconómicas y sectoriales que
tengan en cuenta las cuestiones de género, y asegurarse de que las
intervenciones en la demanda se dirigen directamente —y con carácter urgente— a
la creación de puestos de trabajo para las mujeres jóvenes.
3. Ampliar las intervenciones en la oferta con un
impacto demostrado y que estén orientadas a satisfacer la demanda de mano de
obra, inclusive a través del fortalecimiento de las instituciones, así como las
intervenciones que se esfuerzan por eliminar las barreras de acceso a la
educación y el desarrollo de competencias, especialmente para los grupos
vulnerables, y de este modo, reducir el número de jóvenes que ni estudian, ni
trabajan ni reciben formación.
4. Abordar las desigualdades mundiales mediante la
mejora de la cooperación internacional, las alianzas público-privadas y la
financiación para el desarrollo”. (la negrita es mía)
2. Por su especial interés, y remitiendo a todas las personas interesadas a
la lectura íntegra del documento objeto de esta entrada, reproduzco (traducción
no oficial) sus mensajes clave.
“La participación del trabajo en el ingreso es una medida de desigualdad
ampliamente utilizada que mide la proporción del ingreso total en un país que
las personas empleadas ganan trabajando. Esta participación disminuyó a nivel
mundial en 0,6 puntos porcentuales entre 2019 y 2022 y desde entonces se ha
mantenido estable. Si bien esta tendencia es consistente con la disminución
observada a más largo plazo (1,6 puntos porcentuales entre 2004 y 2024), casi
el 40 por ciento de la disminución total observada en las últimas dos décadas
ocurrió durante los tres años marcados por la pandemia de COVID-19 de 2020 a
2022.
Si bien la disminución parece modesta en términos de puntos porcentuales,
en 2024 representa un déficit anual en el ingreso laboral de $ 2,4 billones (en
PPA constante) en comparación con lo que los trabajadores habrían ganado si la
participación del trabajo en el ingreso se hubiera mantenido estable desde
2004.
Entre otros factores, los estudios económicos han identificado la
tecnología como un impulsor clave de las disminuciones en la participación del
trabajo en el ingreso. Los recientes avances en el campo de la
inteligencia artificial (IA) hacen que sea particularmente pertinente analizar
la relación entre las innovaciones tecnológicas y la participación del trabajo
en la renta. En una muestra de 36 países con los datos necesarios, compuestos
principalmente por economías avanzadas, se ha descubierto que las innovaciones
tecnológicas de las dos últimas décadas han producido aumentos persistentes de
la productividad y la producción laborales, pero también pueden reducir la
participación del trabajo en la renta. La evidencia presentada sugiere
que el progreso tecnológico orientado a la automatización podría estar
contribuyendo a la disminución de la participación del trabajo en la renta.
Si los patrones históricos persistieran, en ausencia de una respuesta
política más contundente en una amplia gama de dominios relevantes, los
recientes avances en IA generativa podrían ejercer una mayor presión a la baja
sobre la participación del trabajo en la renta. Esto no es una predicción sobre
los efectos de la IA. Más bien, el hallazgo destaca la importancia de asegurar
que los beneficios de la IA se distribuyan ampliamente.
La incidencia mundial de jóvenes que ni trabajan, ni estudian, ni reciben
formación (NEET, por sus siglas en inglés) ha experimentado solo una modesta
disminución desde 2015, pasando del 21,3% al 20,4% en 2024. La región de los
Estados Árabes tiene la mayor incidencia de jóvenes que ni estudian, con un
33,3%, seguida de África (23,3%), Asia y el Pacífico (20,4%), América Latina y
el Caribe (19,6%), Europa y Asia Central (13,0%) y América del Norte (11,2%).
Las regiones con las tasas iniciales de NEET más bajas experimentaron descensos
considerables. En cambio, la región de los Estados Árabes registró solo una
modesta disminución, mientras que África no ha mostrado avances en la reducción
de la incidencia de NEET en las dos últimas décadas.
Las estimaciones de NEET muestran que siguen existiendo grandes
desigualdades de género en el acceso de los jóvenes a la educación y el empleo,
aunque ha habido un progreso moderado en la reducción de las brechas de género
en las dos últimas décadas. Se estima que la incidencia de mujeres jóvenes que
no estudian ni estudian en el extranjero será del 28,2 % en 2024, más del doble
de la incidencia entre los hombres jóvenes (13,1 %).
Las brechas de género en las tasas de mujeres que no estudian ni estudian
en el extranjero son mayores en los Estados Árabes (25,3 pp), seguidos de Asia
y el Pacífico (19,1 pp), América Latina y el Caribe (17,6 pp) y África (12,5
pp). Las regiones de Europa y Asia Central y América del Norte tienen las
brechas de género más pequeñas (3,5 pp y 0,2 pp, respectivamente)” (la negrita
es mía).
3. En cuanto que el citado colectivo juvenil puede, sin duda, quedar
encuadrado dentro de lo que se ha dado en llamar colectivos vulnerables, es
recomendable también la lectura del documento
elaborado por la European Network of Public Employment Services, “PES digitalservices to successfully integrate vulnerable jobseekers. Thematic Paper” (Red Europea de Servicios Públicos
de Empleo. “Servicios digitales de los SPE para integrar con éxito a los
demandantes de empleo vulnerables. Documento temático”), redactado por Márton
Csillag, el mes abril de 2024, ya que creo puede ser de mucho interés en los
debates actuales que hay tanto a escala internacional y europea, como en España
en particular, sobre la problemática de los colectivos con menos habilidades
para acceder al mercado de trabajo. Reproduzco (traducción no oficial) sus
conclusiones.
“Los SPE han desarrollado
ampliamente en los últimos años servicios digitales para los grupos
vulnerables, especialmente para los ninis.
La divulgación a través de medios
digitales está muy extendida, pero estas campañas deben formar parte de una
estrategia de comunicación más amplia. Aunque los mensajes pueden ajustarse al
público y al canal de comunicación pertinentes, es importante racionalizar las
comunicaciones y llamar la atención sobre un sitio web que ofrezca información
actualizada y fiable a los solicitantes de empleo vulnerables en un lenguaje
fácil de entender. Algunos SPE utilizan actualmente una amplia gama de
herramientas para diagnosticar las competencias digitales y otros problemas,
por lo que hay margen para el aprendizaje mutuo sobre las herramientas más
eficaces.
Aunque los canales de prestación de
servicios digitales se están desarrollando en la mayoría de los SPE, los
servicios digitales tienen que adaptarse a grupos de clientes vulnerables
concretos, y es necesario esforzarse por tener en cuenta sus necesidades y
opiniones a la hora de ajustar y diseñar los servicios y contenidos digitales.
Esto es tanto más importante cuanto que las interacciones digitales requieren a
menudo un mayor grado de autonomía y autogestión, un ámbito en el que los
demandantes de empleo vulnerables pueden ser más débiles.
La formación en competencias digitales está cada vez más extendida, aunque no siempre hay un número suficiente de cursos del nivel más básico para las personas que son analfabetas digitales. También es probable que estos clientes necesiten un apoyo adicional para comprender el valor añadido de la formación en competencias y mantener su motivación, de modo que no la consideren una « casilla marcada » para seguir recibiendo prestaciones de desempleo. Por otra parte, aunque los sistemas de vales ofrecen una agencia considerable a los clientes, queda por explorar hasta qué punto son eficaces para llegar a un gran número de demandantes de empleo vulnerables.
Es necesario experimentar con el
apoyo posterior a la colocación en formato digital de forma más generalizada,
no sólo para las personas con discapacidad o las que inician su primera
relación laboral, ya que ofrecer este apoyo en línea puede resultar menos
costoso y menos perturbador para el entorno laboral”.
Buena lectura.
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