1. Martes 15 de agosto, gimnasio,
Barcelona (España), 10-12 horas (diez horas más en Auckland) En muchas
pantallas se está viendo la semifinal del Mundial de fútbol femenino entre las
selecciones de España y Suecia. Primer gol de España y satisfacción en todas
las caras sudorosas de quienes corren, o caminan a ritmo rápido, en las cintas para
correr del gimnasio. Gol de Suecia que empata el partido y murmullos de insatisfacción
y decepción, ya que faltaba muy poco para llegar al minuto 90…, que ahora no es
en absoluto el del pitido final ya que los partidos se alargan muchos minutos más.
Y poco antes de llegar a ese minuto 90 ¡gol de España! Gritos de alegría que
descargan al mismo tiempo la tensión del esfuerzo físico y el seguimiento de un
muy emocionante partido, que se vuelven a escuchar pocos minutos después a su
finalización.
2. Domingo 20 de agosto, casa
de mis hijos, Delft (Países Bajos) 12-14 horas (ocho horas más en Sidney).
Final del mundial entre las selecciones de España e Inglaterra. Seguimiento a
través de youtube y de redes on line, hasta que uno de mis nietos consigue descubrir
que un canal neerlandés está retransmitiendo el partido. Mientras tanto, ya
había marcado Olga Carmona el gol que muchos minutos más tardes acabaría siendo
el decisivo y victorioso. En el silencio de un muy tranquilo domingo, en el que
solo se oían a las y los niños pequeños jugando junto a las puertas de sus
casas, seguimos con mucha atención y nervios el resto del partido que pudimos
ver en directo, con la (gran) alegría después de 13 minutos añadidos a los 90 y
victoria de España.
3. Domingo 20 de agosto, Sidney Football Stadium, 20-22 horas, sede de la final. Mi hijo Nacho y mi nieta
Emma verán en vivo el partido en el estadio y disfrutarán de lo lindo. Nos
envían fotos (lado positivo de la globalización). Emma juega al fútbol en
posición de portera y a buen seguro que habrá aprendido mucho de las excelentes
guardametas que ha habido en el mundial. Mientras tanto, mi nuera Annabel y mi
nieta Carla están viendo el partido en una de las muchas pantallas gigantes
instaladas en la ciudad australiana, con la misma satisfacción. Nos hubiera gustado
mucho a toda la familia española-neerlandesa-australiana que la final la
hubieran jugado España y Australia, ya que ganara quien ganara habría habido
satisfacción… y también ciertamente un poco de pena de quienes fueran con el
equipo perdedor, pero todo “quedaría en familia”.
4. Domingo 20 de agosto, Barcelona
(y muchas más ciudades de España). Temperatura sofocante. Alrededor de las 14
horas, gritos de júbilo, satisfacción y alegría por el triunfo de nuestras
jugadoras. A buen seguro que muchas y muchos con quienes coincido en el gimnasio,
y que ese día también estuvieran haciendo deporte, manifestarían la misma
alegría, allí donde estuvieran en ese momento.
5. Después de la final,
pasaron cosas tristes, muy tristes y condenables, tanto social como jurídicamente
hablando, y de ello habrá tiempo para su análisis. En esta breve entrada quiero
acabar felicitando a todas las jugadoras españolas por su triunfo, un avance
más, y muy importante, en el camino por la igualdad. A buen seguro que mi nieta
Emma podrá seguir jugando como portera de su equipo y con mucho más interés, si
cabe que antes.
¡CAMPEONAS!
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