1. La OIT publicó
el 31 de octubre la décima edición https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/---publ/documents/briefingnote/wcms_859264.pdf de su Observatorio sobre el mundo del trabajo,
puesto en marcha el 18 de marzo de 2020 y cuya primera edición estuvo dedicada,
como era fácil suponer a “El COVID-19 y el mundo del trabajo: Repercusiones y respuestas”
.
En este enlace pueden consultarse los diez informes publicados durante dos años y medio, y conocer
cómo ha ido evolucionando a escala mundial la crisis y cuáles han sido sus
secuelas, así como también el proceso de recuperación experimentado
fundamentalmente por los países desarrollados, aun cuando las sombras siguen
existiendo, y mucho más tras el inicio del conflicto bélico provocado por la
invasión rusa de Ucrania, habiendo aumentado, o habiéndose reavivado, las preocupaciones
por su impacto sobre la lentitud en la creación de empleo y el incremento del
desempleo y las desigualdades, tanto entre Estados como en el interior de cada
uno de ellos, con especial impacto sobre los colectivos más vulnerables.
No es, pues, casualidad
que la decima edición del Observatorio lleve por título “La recuperación del
mercado de trabajo a escala mundial se ve dificultada por múltiples crisis”. Especial
preocupación se manifiesta por un dato que la realidad económica ha puesto
sobre el tapete en la mayor parte de países y que amenaza seriamente la cohesión
social si no se adoptan medidas para su corrección, cuál es la afectación
negativa sobre los salarios de una inflación elevada y persistente, que provoca
muchas dificultades para que las personas trabajadoras puedan, no ya mejorar
sino simplemente mantener, su poder adquisitivo, algo que conlleva, se apunta
con toda claridad, “una situación de mayor pobreza y desigualdad”
2. La primera
parte del Informe está dedicada al análisis de los datos globales a escala
mundial, mientras que la segunda está dedicada monográficamente a los efectos
el mercado de trabajo de Ucrania, y las medidas de respuesta que se han
instrumentado, por la invasión rusa, y cerrándose con una “mirada hacia el
futuro”, con propuestas para afrontar “múltiples crisis”
3. En la nota deprensa de presentación del Informe , en la que se sintetizan los principales resultados, se prevé que la situación
del mercado de trabajo mundial “siga empeorando a raíz de la prolongación del
conflicto en Ucrania, entre otras crisis”, alertando, como acabo de indicar,
sobre los riesgos de que el desempleo y la desigualdad “aumenten como
consecuencia de las múltiples crisis económicas y políticas actuales que ponen
en riesgo la recuperación del mercado de trabajo en todo el mundo”.
La preocupación
por los datos recogidos en el Informe se constata en las palabras del muy
recientemente nombrado Director General de la OIT, Gilbert F. Houngbo ,
que propone, “utilizar un amplio conjunto de instrumentos políticos, entre los
que cabe destacar la intervención en el precio de los bienes públicos, la
reorientación de beneficios extraordinarios, el fortalecimiento de la seguridad
en materia de ingresos mediante protección social, el aumento de las ayudas
para garantizar ingresos y la orientación de ayudas a las personas y las
empresas más vulnerables”.
4. Si concretamos
las preocupaciones del máximo foro mundial de índole laboral, nos encontramos
en primer lugar con una reducción de la cantidad de horas de trabajo en el
tercer trimestre de este año, yendo hacia atrás con respecto al proceso de
recuperación iniciado a principios de 2022 con respecto a las cifras anteriores
a la pandemia, que ha ido acompañado, o más exactamente habría que decir que
mal acompañado, de una ralentización en la disminución de la brecha de género.
El dato global es
este: “en el tercer trimestre de 2022 la cantidad de horas de trabajo fue un
1,5 por ciento inferior al nivel registrado en el cuarto trimestre de 2019
(nivel de referencia registrado antes de la crisis), situación equiparable a un
déficit de 40 millones empleos a tiempo completo”.
El Informe achaca
esta situación, básicamente a dos factores: de una parte, “la reintroducción de
restricciones de salud pública y sus consiguientes efectos adversos en la
economía y el mercado de trabajo en China”, y de otra “el conflicto bélico de
Ucrania y la alteración del precio de la energía y los alimentos, que conllevó
un aumento de la presión inflacionistas y una disminución del ritmo de
recuperación del mercado de trabajo en todo el mundo”.
El Informe analiza
las disparidades en materia de empleo, tanto entre países como en el seno de
cada uno de ellos, en razón de las cualificaciones profesionales, constatándose
la mejora de la proporción empleo – población registrada en economías desarrolladas
con respecto a la situación anterior a la crisis sanitaria, siendo muy distinta
la situación en países de ingresos medianos, en donde sigue habiendo relevantes
déficits de empleo.
Si mejora la
situación de los trabajadores altamente cualificados, ocurre lo contrario para
aquellos de cualificación baja o media, poniendo de manifiesto el Informe que “en
particular en los sectores de los servicios y las ventas..., sigue siendo peor
que la registrada en el mismo (tercer) trimestre de 2019”. Existe, en suma, o
más correcto sería decir que persiste e incluso aumenta, una polarización en el
mercado de trabajo, “propiciada por el hecho de que los sectores más boyantes
ofrecen más empleo de alta cualificación, al tiempo que los sectores menos
dinámicos emplean a trabajadores de mediana o baja cualificación, lo que da
lugar a un déficit persistente”.
5. Es bien
conocido que uno de los grandes retos de la política de empleo, y de las
medidas que se adopten al respecto, es conseguir reducir la informalidad,
convirtiendo las relaciones de trabajo en “formales”, o lo que es lo mismo con regulación
de derechos y obligaciones claramente definidos. Conviene recordar que la reuniónanual de la Conferencia Internacional del Trabajo de 2015 aprobó una importante Recomendación para
facilitar el tránsito, habiendo sido calificada como “una histórica norma del
trabajo para hacer frente a la economía informal que servirá para apoyar los esfuerzos por
ayudar a cientos de millones de trabajadores y unidades económicas a pasar de
la informalidad a la economía formal”.
Pues bien, en el
último informe del Observatorio se constata que el crecimiento del empleo ha sido
impulsado por aquel de carácter informal, con una mayor presencia en este de
las mujeres, con la previsión de que durante el año en curso el nivel de empleo
informal aumente al mismo ritmo que el formal, con especial impacto en los
países de ingresos bajos o medianos-bajos, “lo que dificultará la lenta pero
ininterrumpida tendencia a la formalización constatada a lo largo de los
últimos 15 años”.
¿Cuáles son las
perspectivas para el mercado de trabajo? El término más utilizado en el Informe
es el de “inciertas”, por los distintos riesgos existentes, siendo preocupante
que el documento de una organización como la OIT que no es en modo alguno
catastrofistas en sus análisis, que siempre van acompañados de datos y cifras que
reflejan bien la realidad a escala mundial, alerte de que ya se está produciendo
“una profunda desaceleración del mercado de trabajo”, y que partiendo de los
datos disponibles y las tendencias actuales, “cabe prever una gran disminución
del nivel de empleo a escala mundial para el cuarto trimestre de 2022”,
concretada en una importante disminución
de la cantidad de ofertas de empleo y del aumento del nivel de desempleo.
Argumento, que se
sustenta en la crisis de carácter político y sus innegables repercusiones de índole
económica y social, que está manifestándose en “elevada inflación, restricciones
en materia de política monetaria, aumento de la carga dela deuda, y disminución
de la confianza de los consumidores”.
6. Antes estas
sombras, y tras efectuar un amplio análisis de la situación en Ucrania y su repercusión
en países limítrofes, qué medidas se han adoptado para intentar estabilizar su
mercado de trabajo y qué perspectiva existen de cara al inmediato futuro, el
Informe concluye con la formulación de diversas propuestas, no distintas por otra
parte de las que se plantean en muchos países, que son calificadas como “enfoques
exhaustivos, integrados y equilibrados para hacer frente a la inflación, al
tiempo que se garantizan el empleo y los ingresos”, en las que debe jugar un papel
importante, se resalta una vez más, el diálogo social. Y todas ellas,
acompañadas de medidas de apoyo a los refugiados ucranianos para facilitar su rápida
integración en el mercado de trabajo en los países de acogida, y en el marco de
decisiones que se adopten desde el prisma de la solidaridad internacional tal
como se reclama en el “Acelerador mundial para el empleo y la protección social
para transiciones justas” de las Naciones Unidas .
Por su interés,
las reproduzco a continuación:
“Intervención para
fijar el precio de bienes públicos, sobre la base del diálogo social.
Reorientación de
beneficios inesperados (en particular, en el sector energético) para fomentar
el empleo y garantizar los ingresos.
Aumentar la
seguridad de ingresos mediante programas de protección social, incluida la
revisión de prestaciones, en particular las pensiones, a tenor de la evolución
del coste de vida.
Prestar mayor
apoyo para garantizar los ingresos y mantener el poder adquisitivo de los
ingresos por trabajo, a fin de evitar que más personas se encuentren en
situación de pobreza o de inseguridad alimentaria, por ejemplo mediante ajustes
salariales (aumento del salario mínimo o aplicación de medidas de negociación
colectiva, entre otras)
Dirigir el apoyo a
las personas y empresas más vulnerables a fin de evitar efectos adversos en
grupos o sectores específicos, en particular por medio de medidas encaminadas a
fomentar la creación de empleo y la protección social de las personas más
afectadas, así como intervenciones para promover el desarrollo de competencias
y políticas activas del mercado de trabajo (PAMT) que faciliten su transición y
el apoyo a las empresas”.
Buena lectura.
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