martes, 19 de abril de 2022

El objetivo estratégico del empleo a debate en la Conferencia anual de la OIT. ¿Qué hay que corregir? ¿Qué políticas, y con qué perspectivas, son necesarias para el inmediato futuro?


1. La 110ª reunión anual de la Conferencia Internacional del Trabajo tendrá lugar los días 27 de mayo a 11 de junio. “en un formato que combinará la participación presencial con la participación remota mediante un sistema de videoconferencias, y se celebrará –conforme a la práctica anterior- en el Palacio de las Naciones y en la sede de la OIT”, tal como se explica en la Carta de Convocatoria.  

Uno de los puntos inscritos en el orden del día de la Conferencia, el número V, es el dedicado a la “Discusión recurrente sobre el objetivo estratégico del empleo, con arreglo al seguimiento de la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa”. El documento que servirá de base para tal discusión ha sido publicado en la página web de la OIT el 11 de abril, y tiene por título “Responder a la crisis y fomentar el desarrollo inclusivo y sostenible con unanueva generación de políticas integrales de empleo: Tercera discusiónrecurrente sobre el objetivo estratégico del empleo” 

Tal como se explica en su introducción, el documento, de 83 páginas, consta de cinco partes: “A fin de sentar las bases del análisis, en el capítulo 1 se pasa revista a los efectos de los factores del futuro del trabajo y de la pandemia de COVID-19 en los mercados de trabajo y a la evolución de las respuestas de política. En el capítulo 2 se ofrece un marco conceptual para comprender el discurso que dará lugar a marcos de políticas de empleo eficaces. Se presenta una «nueva generación de políticas de empleo» y se examina por qué dichas políticas son clave para la transformación estructural inclusiva y por qué la igualdad y la inclusión son importantes para alcanzar los objetivos finales de reducir la pobreza y de crear sociedades inclusivas centradas en las personas. Se analizan los ámbitos de política y se ofrecen ejemplos de aplicación exitosa. En el capítulo 3 se analizan los progresos realizados desde la segunda discusión recurrente y se esbozan los elementos necesarios para que la OIT preste unos servicios aún más eficaces en lo que respecta a los marcos integrales de políticas de empleo. Seguidamente, en el capítulo 4 se resumen las conclusiones del informe”.

Unas políticas de empleo que, ya lo adelanto con carácter general, deben prestar especial atención a la evolución demográfica, , al cambio climático y a la digitalización, factores todos ellos que cada vez tienen y tendrán mayor influencia en el devenir del mundo del trabajo y que afectan a todas las personas con independencia de su edad, debiendo además inscribirse en el marco de políticas económicas y sociales que sitúen la igualdad de género en el centro de sus planteamientos y el aprendizaje permanente y dirigido a todas las capas de la población.

Además, en el orden del día está prevista una discusión general, de indudable importancia, sobre el trabajo decente y la economía social y solidaria, a partir de un documento  con el mismo título y que fue publicado el 31 de marzo. En la introducción se justifica en estos términos el que será el primer debate amplio sobre la ESS en una conferencia de la OIT: “Aunque la ESS no es nueva, su importancia para las políticas y su visibilidad han aumentado considerablemente desde comienzos de siglo. En la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa (2008) se reconoce que una economía social sólida es fundamental para el desarrollo económico y las oportunidades de empleo sostenibles. En la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo (2019) se reconoce la contribución de la ESS a la generación de trabajo decente, empleo productivo y mejores niveles de vida para todos. En el Llamamiento mundial a la acción para una recuperación centrada en las personas de la crisis causada por la COVID-19 que sea inclusiva, sostenible y resiliente (2021) se reconoce el papel de la ESS para lograr una recuperación de base amplia y generadora de empleo con oportunidades de trabajo decente para todos. Por lo tanto, es oportuno discutir sobre el valor añadido de la ESS y su papel en el avance de la justicia social a través del trabajo decente, así como en la promoción del desarrollo sostenible”.

Igualmente, se avanzará en el debate sobre la aprobación de un instrumento normativo relativo a un marco para aprendizajes de calidad, que se propone que sea una Recomendación , en la que se conceptúe el aprendizaje como “toda forma de educación y de formación que se rija por un contrato de aprendizaje y que permita a un aprendiz adquirir las competencias requeridas para ejercer una ocupación gracias a una formación estructurada consistente en una formación en el trabajo complementada por una formación fuera del trabajo conducente a la obtención de una calificación reconocida”.

La propuesta de Recomendación incluye un capítulo concreto dedicado al “contrato de aprendizaje”, en el que se pide a los Estados miembros que velen por que los aprendizajes se rijan por un contrato escrito “concertado entre un aprendiz y una empresa o un intermediario y que, si lo permite la legislación nacional, también pueda firmar un tercero, como una institución de educación o formación”, así como también para que tal contrato “a) indique claramente las funciones, las obligaciones y los derechos respectivos de las partes; b) contenga disposiciones relativas a la duración del aprendizaje, la remuneración, el tiempo de trabajo, los derechos a licencias, la seguridad y salud en el trabajo, la seguridad social, la solución de conflictos y la terminación del contrato de aprendizaje; c) se haya registrado según las condiciones establecidas por la autoridad competente, y d) sea firmado, en nombre del aprendiz, por uno de sus padres, tutor o representante legal, cuando el aprendiz sea menor de edad, de conformidad con la legislación nacional”.

2. Centro mi atención en esta entrada en los contenidos más relevantes a mi parecer del documento relativo al objetivo estratégico del empleo, tercera discusión que se celebra tras dos anteriores que tuvieron lugar en las Conferencias de 2010 y 2014, subrayándose las diferencias de índole económica, con sus consecuencias sociales, que existían en tales fechas con la actual, ya que la primera “se celebró un año después de la adopción del Pacto Mundial para el Empleo en 2009, inmediatamente después de la gran recesión, en un momento en que la comunidad internacional estaba tomando medidas coordinadas para evitar un agravamiento de la crisis y estimular la recuperación económica y del mercado de trabajo”, mientras que la segunda tuvo lugar “durante un periodo de desaceleración económica mundial, caracterizado por la adopción de medidas de austeridad y de consolidación fiscal en muchos países, así como por la prevalencia de un entorno incierto para las empresas, que lastró gravemente la inversión y los esfuerzos dirigidos a abordar las dimensiones estructurales y cíclicas de la crisis del empleo”.

Ahora, se pone el acento en que su celebración se produce “en un momento en el que los factores del futuro del trabajo y el impacto de la crisis provocada por la COVID-19 determinan la evolución del mercado de trabajo, al tiempo que persisten sus habituales escollos, como la informalidad, la baja productividad, las desigualdades y la discriminación, algunos de los cuales acusan los efectos del fallido proceso de transformación estructural”.

Por ello, ya se fijan claramente en esta introducción cuáles son las líneas a seguir en el debate, a partir de informe, para conseguir resultados positivos en el inmediato futuro: “el avance hacia la recuperación y la transformación estructural inclusiva con miras al desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza requiere marcos integrales de políticas que se adapten continuamente a las circunstancias cambiantes, teniendo presente al mismo tiempo una perspectiva clara a largo plazo. Estos marcos han de ofrecer soluciones innovadoras basadas en datos actualizados, deben situar a las personas en el centro de las políticas sin dejar a nadie atrás, deben contribuir al desarrollo sostenible y a una transición justa y deberían tratar de transformar y fortalecer las economías y los mercados de trabajo mediante la creación de empleos decentes”.

Más adelante, y tras abordar algunos de los contenidos más relevantes del documento, me detendré en sus conclusiones, de las que ya me permito adelantar el especial énfasis que se pone en el buen funcionamiento del diálogo social y la existencia de instituciones sólidas para que la aplicación de las políticas de empleo tendentes al logro de un empleo pleno y productivo sean eficaces.

3. Como ya he indicado, en el capítulo I  se  pasa revista a los efectos de los factores del futuro del trabajo y de la pandemia de COVID-19 en los mercados de trabajo y a la evolución de las respuestas de política, siendo el mismo una buena síntesis, y actualización de los informes periódicos, hasta ocho, elaborados por la OIT desde el inicio de la pandemia sobre el impacto de la Covid-19 en el mundo del trabajo, y también del más reciente informe sobre “.Perspectivas sociales y de empleo el mundo. Tendencias 2022”.

Dado que tanto el último informe Covid como el dedicado a las perspectivas mundiales han sido ya objeto de atención detallada en este blog, en las entradas “La salida de lacrisis… solo para algunos países. La contundencia de los datos más recientes dela OIT. Los mensajes fundamentales y “El incrementode las desigualdades durante la crisis. OIT, FOESSA, INTERMON-OXFAM. Lecturasrecomendadas”  , me permito reproducir algunos de sus contenidos.

A) “La OIT presentó el viernes 27 de octubre la octava edición de su observatorio sobre “La Covid y elmundo del trabajo”, en el que se encuentra, con datos recientes y según se explica en una notainformativa, “una visión general de la forma en que los países afrontan su recuperación, dieciocho meses después del comienzo de la crisis. Sobre la base de nuevos datos disponibles, se hace hincapié en la pauta de recuperación de varios países desarrollados y países en desarrollo. En el informe también se aborda asimismo la incidencia del índice de vacunación en los mercados de trabajo por región, así como la repercusión adversa de la crisis de COVID-19 en el nivel de productividad y las empresas”. 

La síntesis del amplio informe se encuentra en la nota de prensa que lleva este significativo título, “OIT Empeora la previsión del impacto de la pandemia en el empleo”, acompañada del subtítulo “En vísperas de la Cumbre de Líderes del G20, la OIT advierte del estancamiento de la recuperación del mercado laboral mundial y de las importantes disparidades entre las economías avanzadas y en desarrollo”  . En dicha nota encontramos las declaraciones del Director General, Guy Rider, quien se manifestó en estos claros y contundentes términos: “La trayectoria actual de los mercados de trabajo es de una recuperación estancada, con la aparición de importantes riesgos a la baja, y una gran divergencia entre las economías desarrolladas y en desarrollo”, dijo el Director General de la OIT, Guy Ryder. “Es dramático que estas tendencias vengan determinadas por la desigualdad de la distribución de las vacunas y de la capacidad fiscal, y es acuciante solucionar ambos aspectos”. “En la OIT ya hemos empezado a actuar. El pasado mes de junio, la Conferencia Internacional del Trabajo adoptó un Llamamiento mundial a la acción para una recuperación centrada en las personas de la crisis causada por la COVID-19, una hoja de ruta que compromete a los países a velar por que la recuperación económica y social de la crisis sea plenamente inclusiva, sostenible y resiliente. Es hora de aplicar esta hoja de ruta que está en total consonancia con el Programa Común de las Naciones Unidas y su Acelerador Mundial para el Empleo y la Protección Social, y que los complementa”.

2. En efecto, los datos ponen de manifiesto que la salida de la crisis, y en absoluto de forma total, es sólo para algunos países, fundamentalmente los llamados desarrollados, y por supuesto que no para toda la población, ya que las diferencias entre personas y grupos dentro de cada Estado también se han incrementado durante la crisis.

Por su interés, reproduzco los mensajes fundamentales del Informe, y remito a todas las personas interesadas a la lectura íntegra del texto. Vale la pena.

“Regreso al lugar de trabajo y vacunación: leves avances en los países de ingresos medianos bajos.

Los avances registrados en el proceso de vacunación han constituido un factor primordial para facilitar la recuperación del mercado de trabajo. A comienzos de octubre, la proporción de personas plenamente vacunadas en el mundo alcanzó el 34,5 por ciento, si bien cabe destacar marcadas diferencias entre los países de altos ingresos (59,8 por ciento) y los de ingresos bajos (1,6 por ciento). Las mayores tasas de vacunación han conllevado menos restricciones en el lugar de trabajo. Por lo general, las restricciones en el lugar de trabajo han guardado relación cada vez con zonas y sectores específicos.

Cantidad de horas de trabajo: estancamiento de la recuperación a escala mundial

A escala mundial, la recuperación del mercado de trabajo tras los efectos adversos de la pandemia se ha estancado en 2021, y se han registrado escasos avances desde el cuarto trimestre de 2020. Se estima que la cantidad de horas de trabajo a escala mundial en 2021 sigue siendo muy inferior al nivel alcanzado en el último trimestre de 2019, a razón de una diferencia del –4,5 por ciento (equivalente a 131 millones de empleos a tiempo completo) para el primer trimestre de este año, –4,8 por ciento (140 millones de empleos a tiempo completo) para el segundo trimestre y –4,7 por ciento (137 millones de empleos a tiempo completo) para el tercer trimestre. No obstante, esos datos ocultan amplias diferencias entre países. La cantidad de horas de trabajo en los países de ingresos altos o medianos altos se ha recuperado en la mayor de los casos en 2021, si bien en los países de ingresos medianos bajos o bajos siguió disminuyendo ampliamente.

Productividad y empresas: incidencia adversa de la COVID-19 de forma desproporcionada

Habida cuenta de que las empresas menos productivas y los trabajadores peor remunerados se vieron perjudicados por la pandemia de forma desproporcionada, la productividad laboral mundial (producción por hora de trabajo) aumentó en 2020 más del doble del valor promedio a largo plazo. En 2021, la productividad laboral a escala mundial ha aumentado a un ritmo mucho menor, con crecimiento negativo en los países de ingresos bajos o medianos bajos. En consecuencia, la «brecha de productividad» entre las economías en desarrollo y las economías avanzadas se ha ampliado. En 2020, la producción horaria de cada trabajador en los países de ingresos altos fue, en promedio, 17,5 veces superior a la de cada trabajador de un país de ingresos bajos. Esta brecha se ha ampliado a 18,0 en 2021, la mayor diferencia desde 2005.

Empleo, desempleo e inactividad: panorama dispar

Las estimaciones más recientes a escala mundial y los datos por país ponen de manifiesto una incidencia dispar de la crisis en el empleo en 2020, así como una leve tendencia, con frecuencia variable, de la recuperación a lo largo de la primera mitad de 2021. La cantidad de personas empleadas que forman parte de la población activa no se ha recuperado plenamente y la «inactividad del mercado laboral» sigue siendo elevada en muchos países. Los jóvenes, en particular las mujeres, siguen afrontando un mayor déficit de empleo, al tiempo que en los países de ingresos medianos siguen sin registrarse avances.

Incentivos, vacunación y recuperación del empleo

Incentivos: si bien son indispensables, los países en desarrollo no gozan de las mismas oportunidades Pese a que los paquetes de incentivo fiscal siguen constituyendo una herramienta fundamental para facilitar la recuperación, la brecha de incentivo fiscal en los países en desarrollo (en particular, los países de bajos ingresos) sigue en gran medida sin subsanarse. Se estima que, en promedio, un aumento del incentivo fiscal del 1 por ciento del producto interno bruto (PIB) anual habría contribuido a aumentar la cantidad de horas de trabajo anuales en 0,3 puntos porcentuales en el primer trimestre de 2021, con respecto al último trimestre de 2019.

Vacunación: el aumento de su ritmo de implantación es fundamental para facilitar la recuperación

El aumento del índice de vacunación propicia asimismo una recuperación del mercado de trabajo de forma más rápida y eficaz. Se estima que, por cada 14 personas plenamente vacunadas en el segundo trimestre de 2021, se creó un puesto de trabajo equivalente a tiempo completo en el mercado de trabajo a escala mundial. Ello ha hecho que el bajo ritmo de implantación del proceso de vacunación registrado en los países en desarrollo haya retrasado la recuperación del mercado de trabajo, y haya aumentado la disparidad entre países.

Perspectivas para el resto de 2021: poco halagüeñas e inciertas

Las perspectivas de recuperación del mercado de trabajo para lo que queda de 2021 siguen siendo poco halagüeñas e inciertas. A raíz del estancamiento de la recuperación que se ha producido hasta ahora en 2021, se han realizado amplios ajustes a la baja de las previsiones sobre cantidad de horas de trabajo para 2021, cuyo valor ha pasado del –3,5 por ciento (–100 millones de empleos equivalentes a tiempo completo) con respecto al último trimestre de 2019, previsión que realizó la OIT en junio de 2021, al –4,3 por ciento (–125 millones de empleos equivalentes a tiempo completo), previsión actual de la OIT. Con arreglo a una hipótesis de «vacunación equitativa» en el cuarto trimestre de 2021, en virtud de la cual se supone una distribución en pie de igualdad de las vacunas a escala mundial, se prevé que los países de ingresos bajos o medianos bajos logren paliar ampliamente su pérdida de horas de trabajo a lo largo del cuarto trimestre, y que la cantidad de horas de trabajo aumente en 2,0 y 1,2 puntos porcentuales en dichos países de ingresos bajos o medianos bajos, respectivamente.

Visión con respecto al futuro

Pese al repunte del desarrollo económico a escala mundial, la recuperación general en términos de cantidad de horas de trabajo se ha estancado en niveles muy inferiores a los existentes antes de la pandemia, con una «gran disparidad» entre los países avanzados y los países en desarrollo. En los países de ingresos bajos o medianos, las limitaciones de índole fiscal y el ineficaz proceso de vacunación dificultan la recuperación, que se ve afectada asimismo por otros riesgos, en particular la situación de endeudamiento y las restricciones a lo largo de la cadena de suministro mundial. La acción a escala internacional, incluido el apoyo en los planos financiero y técnico, es primordial para facilitar una recuperación centrada en el ser humano. A este respecto, la reciente asignación sin precedentes del FMI de 650 000 millones de dólares en derechos especiales de giro brinda una gran oportunidad. Con objeto de movilizar y facilitar esos esfuerzos internacionales, la OIT fomentará el diálogo tripartito a escala nacional en los Estados Miembros y convocará un importante foro político internacional con instituciones multilaterales y otros actores clave”.

B) El 17 de enero publicaba la Organización Internacional del Trabajo (OIT) su informe anual sobre “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2022”,    continuando con el análisis de la realidad laboral a escala mundial y que el año 2021 había parcialmente interrumpido al dedicar monográficamente su atención al trabajo en las plataformas digitales  , algo que bien entendido también era un análisis global por la importancia que han adquirido estas.

Pues bien, el informe 2022 constata un incremento preocupante de las desigualdades, tanto entre países como en el mundo del trabajo, algo que será constatado con mayor rotundidad, desde una perspectiva global, por el informe anual de Intermon-Oxfam, presentado también el 17 de enero y cuyo título no merece comentario añadido alguno: “Las desigualdades matan”  , en el que recoge que “según el análisis y los datos publicados por el WorldInequality Lab en diciembre de 2021   desde 1995, el 1 % más rico ha acaparado una parte veces mayor del crecimiento de la riqueza global que la mitad más pobre de la humanidad.40 Actualmente, las desigualdades son tan pronunciadas como lo eran en el culmen del imperialismo occidental a principios del siglo XX. Hemos sobrepasado la Edad Dorada de finales del siglo XIX”.

¿Qué cabe destacar del Informe 2022 de la OIT?

En primer lugar que muchos de los logros en materia de trabajo decente conseguidos antes de la pandemia se han visto considerablemente afectados, y que  “los déficits de trabajo decente preexistentes están mermando las perspectivas de una recuperación sostenible en muchas regiones”.

En segundo término, y en concreto sobre el impacto de la crisis, partiendo las últimas previsiones de crecimiento económico, se calcula que el total de horas trabajadas a escala mundial en 2022 se mantendrá casi un 2 por ciento por debajo de su nivel prepandémico una vez ajustado al crecimiento de la población, “lo que corresponde a un déficit equivalente a 52 millones de puestos de trabajo a tiempo completo (tomando como referencia una semana laboral de 48 horas)”. Seguiremos estando por debajo de la tasa de empleo de 2011, calculándose que en el presente año se sitúe en el 55,9 %, un 1.4 % inferior.

En tercer lugar, el desigual impacto de la crisis y afectación más negativa y grave para las naciones en desarrollo, que ya presentaban “mayores niveles de desigualdad, condiciones laborales más diversas y sistemas de protección social más débiles incluso antes de la pandemia”. Ello, no obstante, se produce un impacto negativo de la crisis en todas las regiones mundiales, subrayándose en el documento que “en general, los indicadores clave del mercado de trabajo aún no han vuelto a los niveles anteriores a la pandemia en ninguna de las regiones: África, las Américas, los Estados Árabes, Asia y el Pacífico, y Europa y Asia Central”.

En cuarto lugar, que la economía informal, que había sido en muchos países un amortiguador en crisis anteriores, no lo ha sido en la presente por su impacto en todos los sectores económicos, y que además se ha constituido en un freno para que las personas y empresas que operan en ella se vieran beneficiadas de las ayudas públicas, ya que “las empresas informales han tenido menos posibilidades de acceder a las líneas de crédito formales o al apoyo gubernamental relacionado con la COVID-19”.

En quinto lugar, el impacto que provoca en la reconfiguración de las relaciones económicas y laborales, dados los cambios producidos por el incremento de la actividad en línea, el incremento de costes comerciales y su repercusión en las cadenas de producción y la “renacionalización” de algunas de las actividades anteriormente externalizadas. Así lo explica con todo detalle el Informe 2022: “La recuperación asimétrica de la economía mundial ha empezado a provocar efectos en cadena a largo plazo, en términos de incertidumbre e inestabilidad persistentes, que podrían desbaratar la recuperación. Los cambios en la demanda del mercado y el aumento de los servicios en línea, el incremento vertiginoso de los costos comerciales y los cambios provocados por la pandemia en la oferta de mano de obra han creado cuellos de botella en la industria manufacturera, lo que impide que se restablezcan las condiciones del mercado de trabajo anteriores a la pandemia. Las alteraciones marcadas y prolongadas de la cadena de suministro están generando incertidumbre en el entorno empresarial y podrían llevar a una reconfiguración de la geografía de la producción con notables consecuencias para el empleo”.

En sexto lugar, la OIT alerta del incremento de las desigualdades tecnológicas, que no solo afectan ni mucho menos al ámbito laboral, y del crecimiento de la brecha de género, así como de su afectación especial a jóvenes que se vieron afectados en su etapa educativa por la crisis de 2008 y que ahora sufren, en sus primeras fases de vida laboral, la actual, y se preocupa, como no podría ser de otra forma, por el impacto que todo ello tiene no sólo sobre la cantidad sino también sobre la calidad del trabajo, poniendo en riesgo el objetivo perseguido de un trabajo decente y digno. En el documento se alerta, pues, de que la pandemia “está exacerbando diversas formas de desigualdad, desde la intensificación de las desigualdades de género hasta la ampliación de la brecha digital”, y que los cambios en la composición de las relaciones de trabajo “como la dependencia del empleo informal por cuenta propia para ganarse la vida, el aumento del trabajo a distancia y las diversas tendencias en materia de trabajo temporal, podrían deteriorar la calidad de las condiciones de trabajo”.

Por fin, en séptimo lugar, y en esta muy apretada y totalmente subjetiva síntesis del documento que he realizado, la OIT enfatiza la necesidad de abordar la crisis y sus secuelas desde los cuatro pilares que son el santo y seña de sus últimos documentos y por supuesto también de la Declaración de su Centenario: el crecimiento económico y el desarrollo inclusivos; la protección de todos los trabajadores; la protección social universal, y el diálogo social.

Y muy especialmente deseo destacar este último, tan valorado a escala mundial y al que parece que algunos conceden muy poca importancia en España, ya que se pone de manifiesto, y en la misma línea he tratado de explicarlo y defenderlo en todas las entradas en que abordé las medidas adoptadas durante la crisis y mucho más recientemente con la reforma laboral, que “ha desempeñado un papel fundamental en la respuesta a la pandemia, y muchas políticas y medidas para limitar la pérdida de puestos de trabajo han sido fruto de los debates tripartitos” y que durante el periodo de recuperación, “el diálogo social seguirá siendo crucial para vislumbrar soluciones que redunden en beneficio de las empresas y los trabajadores y que tengan repercusiones macroeconómicas y efectos indirectos positivos”, reforzando estas tesis con la petición, que se dirige fundamentalmente a los países en que está poco desarrollado, de que “para que el diálogo social desempeñe este papel, será necesario reforzar las capacidades de las administraciones públicas y de las organizaciones de empleadores y de trabajadores con el fin de que participen en dicho proceso”.

4. Poco nuevo encontrarán los lectores y lectoras en el capítulo I, salvo la actualización de algunos datos, con respecto a lo que acabo de transcribir. Si acaso, y lo destaco por su interés, el énfasis que pone el documento en que las políticas nacionales de empleo “se centran cada vez más en la calidad del empleo y la inclusión, en vez de limitarse a objetivos cuantitativos como las tasas de desempleo o el número de puestos de trabajo creados. Los nuevos objetivos incluyen también elementos de protección laboral y social. Sin embargo, la inclusión de la protección social en los marcos de políticas nacionales de empleo sigue siendo un punto débil. Es muy común que las políticas de protección social estén desvinculadas de las políticas nacionales de empleo”.

Justamente sobre las políticas de protección social y su especial importancia es obligado remitirse al recién publicado, 11  de abril, “Informe Mundial sobre la Protección Social 2020-2022: La protecciónsocial en la encrucijada – en busca de un futuro mejor , en cuya presentación el, todavía, director General de la OIT, Guy Rider, tras recordar que el anterior informe data de 2017, destaca que el valor de la protección social “se ha confirmado inequívocamente” , apuntando la necesidad de haber aprendido de las decisiones adoptadas durante la pandemia para que se produzca el refuerzo de los sistemas de protección social en todo el mundo, lo que significa “aplicar un enfoque basado en los derechos, con sistemas de protección social universales que garanticen el acceso a un apoyo adecuado e integral a lo largo de la vida de las personas, independientemente del tipo de empleo que tengan o de la naturaleza de su trabajo”.

Los cinco mensajes clave del informe, cuyo amplio desarrollo y justificación se encuentra en los distintos capítulos, son los siguientes: “La pandemia ha puesto de manifiesto las profundas desigualdades y las importantes brechas en la cobertura, la integralidad y la adecuación de la protección social en todos los países; la Covid-19 ha provocado una respuesta política sin precedentes en el ámbito de la protección social; la recuperación socioeconómica sigue siendo incierta y destinar más recursos a la protección social seguirá siendo decisivo; los países se encuentran en una encrucijada en la trayectoria de sus sistemas de protección social; establecer la protección social universal y hacer realidad el derecho humano a la seguridad social para todos es la piedra angular de un enfoque centrado en las personas para alcanzar la justicia social”.

La síntesis del documento creo que queda perfectamente recogida en este párrafo que cierra su resumen ejecutivo: “La ventana política excepcional abierta por la COVID-19 debería alentar a los países a tomar medidas decisivas sobre el futuro de la protección social y a adoptar con firmeza un enfoque de las políticas en el camino óptimo. De este modo, las sociedades podrán hacer frente a futuras crisis y a los retos que plantean el cambio demográfico, la evolución del mundo del trabajo, las migraciones, los desafíos ambientales y la amenaza existencial del cambio climático. En última instancia, un sistema de protección social sólido apuntalará y reparará un contrato social frágil y permitirá a los países disfrutar de un futuro socialmente justo”.

Igualmente, y mirando hacia la realidad española también me parece de especial interés, el documento sobre empleo destaca que “un número cada vez mayor de países opta por elaborar planes de acción subnacionales ...., acercando así los procesos decisorios a los actores locales y promoviendo la participación local en la gobernanza del empleo. La acción local es a menudo la manera más rápida y eficaz de responder con un enfoque específico y flexible a las dificultades locales en materia de empleo...”. 

5. No es por casualidad que el capítulo 2 lleve por título “una nueva generación de políticas de empleo para un mejor futuro del trabajo”, ya que después de recordar, y tomar en consideración,  cuáles fueron los grandes ejes sobre los giraron los debates de 2012 en relación a una política integral de empleo (“a) políticas macroeconómicas favorables al empleo; b) políticas comerciales, industriales, impositivas, de infraestructura y sectoriales; c) políticas empresariales, en particular un entorno favorable a las empresas sostenibles; d) políticas de educación que fomenten el aprendizaje permanente y políticas de desarrollo de las competencias que respondan a las necesidades cambiantes del mercado de trabajo; e) políticas e instituciones del mercado de trabajo; f) políticas que aborden el desempleo de larga duración; g) políticas de migración laboral; h) procesos tripartitos para promover la coherencia de las políticas económicas, ambientales, laborales y sociales; i) mecanismos eficaces de coordinación interinstitucional; j) estrategias de activación amplias que faciliten la transición de los jóvenes de la escuela al mundo laboral; k) políticas que promuevan la transición a la formalidad; l) políticas que aborden el desafío de la sostenibilidad ambiental y aseguren una transición equitativa para todos; m) políticas que aborden las repercusiones en el empleo y la protección social del nuevo contexto demográfico; n) sistemas de información pertinente y actualizada sobre el mercado de trabajo, y o) sistemas eficaces de seguimiento y evaluación de las políticas y los programas de empleo”), se entra en el análisis de qué es necesario poner en marcha en el marco de nuevas realidades económicas y sociales que llevan necesariamente a un panorama cambiante de las políticas de empleo y con la finalidad de que estas sean una pieza importante de una “transformación estructural inclusiva” y en las que se preste especial atención a la calidad del empleo y no nos fijemos tanto en su cantidad, tomando como punto de referencia su Convenio sobre política de empleo núm. 122 de 1964, en el que ya apostaba por el fomento del “pleno empleo, productivo y libremente elegido”.

Ahora bien, las “nuevas” políticas no surgen de la nada, como si no se hubieran adoptado otras con anterioridad y con resultados diversos, y por ello el “nuevo rostro” de las políticas de empleo se plantea que debe apoyarse tanto en políticas económicas como en políticas laborales; es decir, se deberán abarcar las dos grandes esferas que tienen impacto en el empleo y los mercados de trabajo: “1) las políticas económicas y sociales, que comprenden las políticas sectoriales e industriales 98, las políticas macroeconómicas, políticas educativas y de formación y las políticas de desarrollo del sector privado; y 2) las políticas del mercado de trabajo, que abarcan las políticas activas y pasivas del mercado de trabajo y las políticas de protección social”.

Unas políticas que, ya lo he apuntado con anterioridad, tienen que prestar especial atención a las cuestiones de género, no dejar de lado a las y los jóvenes, y no olvidarse de la importancia del trabajo informal y seguir adoptando medidas para potenciar su formalización; y además de todo ello, resalta con acierto a mi parecer el documento, hay que hacer hincapié “en la inclusión de nuevos grupos que pasan a estar desfavorecidos como consecuencia de los factores del futuro del trabajo”. El claro mensaje positivo de la importancia de las políticas de empleo se pone claramente de manifiesto cuando se subraya que la adopción de medidas “ágiles, inclusivas y con perspectiva de género” han sido un factor relevante para atenuar el impacto de la crisis sanitaria desencadenada por la Covid19.

He apuntado también la importancia de vincular las mal llamadas a mi parecer “políticas activas” y “políticas pasivas”, es decir las medidas de empleo y de protección social. Destaco este dato porque el documento de la OIT va en esta misma línea, vinculando además esa unión al desarrollo de estrategias de recuperación, apoyadas en un firme dialogo social, que facilite, mediante la adecuada protección a todas las personas trabajadoras, el logro de las tan citadas “transformaciones estructurales inclusivas”.

Como es lógico, el informe dedica un amplio apartado al cambio tecnológico, subrayando la importancia de que las medidas que se adopten en los procesos de transición tengan un “rostro humano”, que no es nada más ni nada menos que políticas formativas y de readaptación adecuadas, unidas a la creación de empleos en sectores con futuro, por lo que quienes salgan perjudicados inicialmente con los cambios (se pone especial acento en la importancia del cambio climático y la desaparición de empleos en sectores muy contaminantes) dispongan de las posibilidades de adaptación, que deberán también tomar en consideración la edad de las personas trabajadoras afectadas por los cambios.

6. ¿Qué propuestas más concretas se formulan para avanzar en una nueva política integral de empleo?

Una primera, apuesta por un claro cambio de rumbo de las  políticas macroeconómicas, ya que “si en los últimos tiempos se han centrado principalmente en la contención de la inflación... ahora deben diseñarse con el objetivo explícito de crear empleos decentes”, con propuestas que en otros tiempos hubieran sido consideradas muy radicales y que ahora ya han entrado de pleno en el debate político, llamando a debatir en profundidad “la cuestión de si las empresas deberían pagar impuesto sobre los robots; los regímenes tributarios preferenciales para las empresas digitales; y las desgravaciones fiscales específicas para las actividades de investigación y desarrollo y las cajas de patentes”.

También se llama, y hay ejemplos de ello como el de la Reserva federal de Empleo de los Estados Unidos y el mas reciente del Banco de la Reserva de Nueva Zelanda, a la que las políticas monetaria y cambiaria contemplen entre sus objetivos “tanto la estabilidad de los precios como el pleno empleo”.

En el ámbito de las políticas sectoriales, que pueden facilitar las transiciones desde unos sectores a otros, se subraya la importancia de que las medidas que se adopten  tengan en consideración “(las) necesidades de calificación, el diseño de normas de competencia pertinentes y la impartición de programas formativos”, ya que “los enfoques sectoriales están cada vez más considerados como una forma de superar las limitaciones de los enfoques centralizados del desarrollo de competencias profesionales, en particular cuando se trata de abordar la brecha entre la formación y las necesidades del mercado”. Un desarrollo competencial que no sólo debe referirse a las estrictas competencias laborales, sino que también ha de incluir las sociales, emocionales y digitales que se consideran cada vez más básicas “a fin de mejorar la adaptabilidad a los cambios en las necesidades de la vida, laborales y de la sociedad para un futuro sostenible”.

Tras resaltar nuevamente la importancia de las políticas que hagan frente al cambio climático y sus secuelas sobre las personas trabajadoras, entre las que se incluyen, además de medidas necesarias de seguridad y salud en el trabajo, “inversiones en infraestructuras resistentes al clima, la mejora de la gestión de los recursos naturales, la incubación de tecnologías y empresas que faciliten la adaptación, la mejora de la protección social, programas públicos de empleo, políticas activas del mercado de trabajo, desarrollo de competencias profesionales y reducción de riesgos en el lugar de trabajo”, se pone a continuación el acento en la importancia del aumento de la productividad y de las empresas sostenibles, siempre que la primera vaya alineada con una mejora de las condiciones salariales de las personas trabajadoras. Justamente, el informe destaca algo que ya sido reflejado en numerosos estudios económicos, que es “una ralentización del crecimiento del salario medio real en relación con el crecimiento de la productividad en muchos países industrializados, junto a una divergencia simultánea en el crecimiento de los salarios y de la productividad entre las empresas más productivas a nivel mundial y las demás”, así como también que la disociación entre salarios y productividad es igualmente preocupante “en la mayoría de las economías emergentes y en desarrollo, donde el crecimiento de la productividad se ha ralentizado y la integración en las cadenas mundiales de suministro, que es clave para impulsar las transferencias de tecnología y los procesos de gestión más eficaces a nivel empresarial, decrece”.

La OIT llama a potenciar las prácticas empresariales responsables y el dialogo social para lograr el objetivo perseguido, de tal manera que sea beneficioso tanto para el desarrollo empresarial como para mejorar las condiciones laborales. En la búsqueda de empresas responsables, y sin desdeñar el papel que pueden jugar tanto las pymes como las empresas multinacionales y las grandes empresas nacionales, se presta especial atención a las empresas de la economía social y solidaria, y más concretamente del sector cooperativo, por considerar que ofrecen “una importante vía complementaria para generar empleo productivo y trabajo decente. Al estar basadas en valores, las empresas de la economía social y solidaria aportan soluciones innovadoras para mejorar la organización del trabajo y la producción”.

Especialmente interesante a mi parecer es el análisis de como poner en marcha política para que sean posibles transiciones a lo largo de la vida, y que se desarrollen de manera “satisfactoria y equitativa”, teniendo en cuenta las necesidades, intereses, y expectativas de las personas trabajadoras. Jugará un papel importante en la transición, o transiciones (para entrar en el mercado de trabajo, durante la vida laboral, y tras salir de dicho mercado) en primer lugar la edad, “reconociendo que cada fase de la vida corresponde a retos específicos del mercado de trabajo, y que las trayectorias individuales son en parte irreversibles porque las transiciones, oportunidades y limitaciones anteriores pueden tener consecuencias durante toda la vida laboral”, y en segundo término varios factores que afectan de forma desigual a cada persona y a los que hay que prestar atención, como son entre otros “las obligaciones laborales, familiares y de cuidados, la ubicación (urbana/rural), la educación, la condición migrante, etc.”).

7. Como es lógico, el informe se centra más adelante en las llamadas “políticas especificas del mercado de trabajo”, con planteamiento y propuestas ya mencionados algunos con anterioridad en este texto y otros en diversas entradas anteriores en las que he concentrado mi atención en las políticas de empleo.

Se parte de una reflexión general que sigue siendo plenamente válida y que además destaca la importancia que han tenido en la salida gradual de la crisis provocada por la Covid-19, como lo han puesto de relieve los periódicos informes de la OIT sobre el impacto de esta en el mundo del trabajo. Las políticas activas del mercado de trabajo, se afirma, “desempeñan una función fundamental en el apoyo a la reinserción laboral de las personas y en la mejora de la empleabilidad de los colectivos vulnerables. En el contexto de la pandemia de COVID-19 y de los esfuerzos de recuperación conexos, los servicios públicos de empleo deben utilizar las políticas activas del mercado de trabajo para facilitar el retorno al trabajo, ayudar a las personas desempleadas e inactivas a conseguir un trabajo productivo y mejorar la empleabilidad de quienes están fuera del mercado laboral, como los trabajadores poco calificados, los desempleados de larga duración y los que se enfrentan a múltiples obstáculos para integrarse”, llamando pues nuevamente a su plena integración y articulación con las políticas de protección social.

Se valora la importancia de los programas públicos de empleo para crear trabajo decente y generar ingresos a corto plazo, fundamentalmente “para las personas que no pueden encontrar empleo en el sector privado”, y se subraya una vez la trascendencia de las políticas en materia de calificaciones y aprendizaje permanente. Se sigue insistiendo, y mucho, en la importancia de políticas que superen las diversas brechas de género (salariales, digitales, condiciones laborales) y que contribuyan, pues, a que la igualdad no se quede solo en un mero deseo.

8. No me olvido en este texto de las conclusiones del informe, alguna de las cuales ya ha sido apuntada con anterioridad, y en las que se insiste en la importancia de disponer de “datos empíricos actualizados y pertinentes” para la elaboración de nuevas políticas de empleo, cuya evaluación será una herramientas básica para descubrir sus aspectos positivos y corregir los errores o disfunciones que se hayan detectado, en las que deberá prestarse especial atención tanto a la calidad como la cantidad del trabajo, y aprovechar el potencial tecnológico  “para lograr un empleo pleno y productivo a través de mecanismos como la formación, los servicios de empleo y la formalización electrónica”.

Y como el documento mira hacia el futuro, y supongo que teniendo en cuenta próximos debates, se identifican varios ámbitos “susceptibles de mejora”: “prestar mayor atención a quienes han quedado o corren el riesgo de quedarse atrás... , políticas macroeconómicas y sectoriales más centradas en el empleo...., transiciones bien gestionadas y los trabajadores deben ser protegidos a través de un paquete integrado de formación, protección social y políticas activas del mercado de trabajo. ... , políticas nacionales de empleo con perspectiva de género (que incluyan) las medidas de fomento de la creación de empleos verdes; los métodos para aprovechar los cambios tecnológicos en aras del trabajo decente; las medidas relacionadas con los cambios demográficos y la globalización, y los enfoques para impulsar la creación de empleos decentes en la economía rural y a través de las pymes en el contexto del futuro del trabajo...., disponer de recursos financieros adecuados es fundamental para aplicar con éxito las políticas de empleo. En los países con capacidad fiscal muy limitada, es importante considerar la posibilidad de alianzas innovadoras, apoyo multilateral y movilización de recursos nacionales”.

Buena lectura.   

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