1. La 110ª reunión anual de la Conferencia Internacional del Trabajo tendrá lugar los días 27 de mayo a 11 de junio. “en un formato que combinará la participación presencial con la participación remota mediante un sistema de videoconferencias, y se celebrará –conforme a la práctica anterior- en el Palacio de las Naciones y en la sede de la OIT”, tal como se explica en la Carta de Convocatoria.
Uno de los puntos inscritos en el orden del día de la Conferencia, el número V, es el dedicado a la “Discusión recurrente sobre el objetivo estratégico del empleo, con arreglo al seguimiento de la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa”. El documento que servirá de base para tal discusión ha sido publicado en la página web de la OIT el 11 de abril, y tiene por título “Responder a la crisis y fomentar el desarrollo inclusivo y sostenible con unanueva generación de políticas integrales de empleo: Tercera discusiónrecurrente sobre el objetivo estratégico del empleo”
Tal como se
explica en su introducción, el documento, de 83 páginas, consta de cinco
partes: “A fin de sentar las bases del análisis, en el capítulo 1 se pasa
revista a los efectos de los factores del futuro del trabajo y de la pandemia
de COVID-19 en los mercados de trabajo y a la evolución de las respuestas de
política. En el capítulo 2 se ofrece un marco conceptual para comprender el
discurso que dará lugar a marcos de políticas de empleo eficaces. Se presenta
una «nueva generación de políticas de empleo» y se examina por qué dichas
políticas son clave para la transformación estructural inclusiva y por qué la
igualdad y la inclusión son importantes para alcanzar los objetivos finales de
reducir la pobreza y de crear sociedades inclusivas centradas en las personas.
Se analizan los ámbitos de política y se ofrecen ejemplos de aplicación
exitosa. En el capítulo 3 se analizan los progresos realizados desde la segunda
discusión recurrente y se esbozan los elementos necesarios para que la OIT
preste unos servicios aún más eficaces en lo que respecta a los marcos integrales
de políticas de empleo. Seguidamente, en el capítulo 4 se resumen las conclusiones
del informe”.
Unas políticas de
empleo que, ya lo adelanto con carácter general, deben prestar especial
atención a la evolución demográfica, , al cambio climático y a la
digitalización, factores todos ellos que cada vez tienen y tendrán mayor
influencia en el devenir del mundo del trabajo y que afectan a todas las
personas con independencia de su edad, debiendo además inscribirse en el marco
de políticas económicas y sociales que sitúen la igualdad de género en el
centro de sus planteamientos y el aprendizaje permanente y dirigido a todas las
capas de la población.
Además, en el
orden del día está prevista una discusión general, de indudable importancia,
sobre el trabajo decente y la economía social y solidaria, a partir de un
documento con el mismo título y que fue publicado el 31 de marzo. En la introducción se
justifica en estos términos el que será el primer debate amplio sobre la ESS en
una conferencia de la OIT: “Aunque la ESS no es nueva, su importancia para las
políticas y su visibilidad han aumentado considerablemente desde comienzos de
siglo. En la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una
globalización equitativa (2008) se reconoce que una economía social sólida es
fundamental para el desarrollo económico y las oportunidades de empleo
sostenibles. En la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del
Trabajo (2019) se reconoce la contribución de la ESS a la generación de trabajo
decente, empleo productivo y mejores niveles de vida para todos. En el
Llamamiento mundial a la acción para una recuperación centrada en las personas
de la crisis causada por la COVID-19 que sea inclusiva, sostenible y resiliente
(2021) se reconoce el papel de la ESS para lograr una recuperación de base
amplia y generadora de empleo con oportunidades de trabajo decente para todos.
Por lo tanto, es oportuno discutir sobre el valor añadido de la ESS y su papel
en el avance de la justicia social a través del trabajo decente, así como en la
promoción del desarrollo sostenible”.
Igualmente, se avanzará en el debate sobre la aprobación de un instrumento normativo relativo a un marco para aprendizajes de calidad, que se propone que sea una Recomendación , en la que se conceptúe el aprendizaje como “toda forma de educación y de formación que se rija por un contrato de aprendizaje y que permita a un aprendiz adquirir las competencias requeridas para ejercer una ocupación gracias a una formación estructurada consistente en una formación en el trabajo complementada por una formación fuera del trabajo conducente a la obtención de una calificación reconocida”.
La propuesta de
Recomendación incluye un capítulo concreto dedicado al “contrato de
aprendizaje”, en el que se pide a los Estados miembros que velen por que los
aprendizajes se rijan por un contrato escrito “concertado entre un aprendiz y
una empresa o un intermediario y que, si lo permite la legislación nacional, también
pueda firmar un tercero, como una institución de educación o formación”, así
como también para que tal contrato “a) indique claramente las funciones, las
obligaciones y los derechos respectivos de las partes; b) contenga
disposiciones relativas a la duración del aprendizaje, la remuneración, el
tiempo de trabajo, los derechos a licencias, la seguridad y salud en el
trabajo, la seguridad social, la solución de conflictos y la terminación del
contrato de aprendizaje; c) se haya registrado según las condiciones
establecidas por la autoridad competente, y d) sea firmado, en nombre del
aprendiz, por uno de sus padres, tutor o representante legal, cuando el
aprendiz sea menor de edad, de conformidad con la legislación nacional”.
2. Centro mi
atención en esta entrada en los contenidos más relevantes a mi parecer del
documento relativo al objetivo estratégico del empleo, tercera discusión que se
celebra tras dos anteriores que tuvieron lugar en las Conferencias de 2010 y
2014, subrayándose las diferencias de índole económica, con sus consecuencias
sociales, que existían en tales fechas con la actual, ya que la primera “se
celebró un año después de la adopción del Pacto Mundial para el Empleo en
2009, inmediatamente después de la gran recesión, en un momento en que la
comunidad internacional estaba tomando medidas coordinadas para evitar un agravamiento
de la crisis y estimular la recuperación económica y del mercado de trabajo”,
mientras que la segunda tuvo lugar “durante un periodo de desaceleración
económica mundial, caracterizado por la adopción de medidas de austeridad y de
consolidación fiscal en muchos países, así como por la prevalencia de un
entorno incierto para las empresas, que lastró gravemente la inversión y los
esfuerzos dirigidos a abordar las dimensiones estructurales y cíclicas de la
crisis del empleo”.
Ahora, se pone el
acento en que su celebración se produce “en un momento en el que los factores
del futuro del trabajo y el impacto de la crisis provocada por la COVID-19
determinan la evolución del mercado de trabajo, al tiempo que persisten sus
habituales escollos, como la informalidad, la baja productividad, las
desigualdades y la discriminación, algunos de los cuales acusan los efectos del
fallido proceso de transformación estructural”.
Por ello, ya se
fijan claramente en esta introducción cuáles son las líneas a seguir en el
debate, a partir de informe, para conseguir resultados positivos en el
inmediato futuro: “el avance hacia la recuperación y la transformación estructural
inclusiva con miras al desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza
requiere marcos integrales de políticas que se adapten continuamente a las
circunstancias cambiantes, teniendo presente al mismo tiempo una perspectiva
clara a largo plazo. Estos marcos han de ofrecer soluciones innovadoras basadas
en datos actualizados, deben situar a las personas en el centro de las
políticas sin dejar a nadie atrás, deben contribuir al desarrollo sostenible y
a una transición justa y deberían tratar de transformar y fortalecer las
economías y los mercados de trabajo mediante la creación de empleos decentes”.
Más adelante, y
tras abordar algunos de los contenidos más relevantes del documento, me detendré
en sus conclusiones, de las que ya me permito adelantar el especial énfasis que
se pone en el buen funcionamiento del diálogo social y la existencia de
instituciones sólidas para que la aplicación de las políticas de empleo
tendentes al logro de un empleo pleno y productivo sean eficaces.
3. Como ya he
indicado, en el capítulo I se pasa revista a los efectos de los factores del
futuro del trabajo y de la pandemia de COVID-19 en los mercados de trabajo y a
la evolución de las respuestas de política, siendo el mismo una buena síntesis,
y actualización de los informes periódicos, hasta ocho, elaborados por la OIT
desde el inicio de la pandemia sobre el impacto de la Covid-19 en el mundo del
trabajo, y también del más reciente informe sobre “.Perspectivas sociales y de
empleo el mundo. Tendencias 2022”.
Dado que tanto el
último informe Covid como el dedicado a las perspectivas mundiales han sido ya
objeto de atención detallada en este blog, en las entradas “La salida de lacrisis… solo para algunos países. La contundencia de los datos más recientes dela OIT. Los mensajes fundamentales” y “El incrementode las desigualdades durante la crisis. OIT, FOESSA, INTERMON-OXFAM. Lecturasrecomendadas” , me permito reproducir
algunos de sus contenidos.
A) “La OIT
presentó el viernes 27 de octubre la octava edición de su observatorio sobre
“La Covid y elmundo del trabajo”, en el que se encuentra, con datos recientes y
según se explica en una notainformativa, “una visión general de la forma en que
los países afrontan su recuperación, dieciocho meses después del comienzo de la
crisis. Sobre la base de nuevos datos disponibles, se hace hincapié en la pauta
de recuperación de varios países desarrollados y países en desarrollo. En el
informe también se aborda asimismo la incidencia del índice de vacunación en
los mercados de trabajo por región, así como la repercusión adversa de la
crisis de COVID-19 en el nivel de productividad y las empresas”.
La síntesis del
amplio informe se encuentra en la nota de prensa que lleva este significativo
título, “OIT Empeora la previsión del impacto de la pandemia en el empleo”,
acompañada del subtítulo “En vísperas de la Cumbre de Líderes del G20, la OIT
advierte del estancamiento de la recuperación del mercado laboral mundial y de
las importantes disparidades entre las economías avanzadas y en
desarrollo” . En dicha nota encontramos
las declaraciones del Director General, Guy Rider, quien se manifestó en estos
claros y contundentes términos: “La trayectoria actual de los mercados de
trabajo es de una recuperación estancada, con la aparición de importantes
riesgos a la baja, y una gran divergencia entre las economías desarrolladas y
en desarrollo”, dijo el Director General de la OIT, Guy Ryder. “Es dramático
que estas tendencias vengan determinadas por la desigualdad de la distribución
de las vacunas y de la capacidad fiscal, y es acuciante solucionar ambos
aspectos”. “En la OIT ya hemos empezado a actuar. El pasado mes de junio, la
Conferencia Internacional del Trabajo adoptó un Llamamiento mundial a la acción
para una recuperación centrada en las personas de la crisis causada por la
COVID-19, una hoja de ruta que compromete a los países a velar por que la
recuperación económica y social de la crisis sea plenamente inclusiva,
sostenible y resiliente. Es hora de aplicar esta hoja de ruta que está en total
consonancia con el Programa Común de las Naciones Unidas y su Acelerador
Mundial para el Empleo y la Protección Social, y que los complementa”.
2. En efecto, los
datos ponen de manifiesto que la salida de la crisis, y en absoluto de forma
total, es sólo para algunos países, fundamentalmente los llamados
desarrollados, y por supuesto que no para toda la población, ya que las diferencias
entre personas y grupos dentro de cada Estado también se han incrementado
durante la crisis.
Por su interés,
reproduzco los mensajes fundamentales del Informe, y remito a todas las
personas interesadas a la lectura íntegra del texto. Vale la pena.
“Regreso al lugar
de trabajo y vacunación: leves avances en los países de ingresos medianos
bajos.
Los avances
registrados en el proceso de vacunación han constituido un factor primordial
para facilitar la recuperación del mercado de trabajo. A comienzos de octubre,
la proporción de personas plenamente vacunadas en el mundo alcanzó el 34,5 por
ciento, si bien cabe destacar marcadas diferencias entre los países de altos
ingresos (59,8 por ciento) y los de ingresos bajos (1,6 por ciento). Las
mayores tasas de vacunación han conllevado menos restricciones en el lugar de
trabajo. Por lo general, las restricciones en el lugar de trabajo han guardado
relación cada vez con zonas y sectores específicos.
Cantidad de horas
de trabajo: estancamiento de la recuperación a escala mundial
A escala mundial,
la recuperación del mercado de trabajo tras los efectos adversos de la pandemia
se ha estancado en 2021, y se han registrado escasos avances desde el cuarto
trimestre de 2020. Se estima que la cantidad de horas de trabajo a escala
mundial en 2021 sigue siendo muy inferior al nivel alcanzado en el último
trimestre de 2019, a razón de una diferencia del –4,5 por ciento (equivalente a
131 millones de empleos a tiempo completo) para el primer trimestre de este
año, –4,8 por ciento (140 millones de empleos a tiempo completo) para el
segundo trimestre y –4,7 por ciento (137 millones de empleos a tiempo completo)
para el tercer trimestre. No obstante, esos datos ocultan amplias diferencias
entre países. La cantidad de horas de trabajo en los países de ingresos altos o
medianos altos se ha recuperado en la mayor de los casos en 2021, si bien en
los países de ingresos medianos bajos o bajos siguió disminuyendo ampliamente.
Productividad y
empresas: incidencia adversa de la COVID-19 de forma desproporcionada
Habida cuenta de
que las empresas menos productivas y los trabajadores peor remunerados se
vieron perjudicados por la pandemia de forma desproporcionada, la productividad
laboral mundial (producción por hora de trabajo) aumentó en 2020 más del doble
del valor promedio a largo plazo. En 2021, la productividad laboral a escala
mundial ha aumentado a un ritmo mucho menor, con crecimiento negativo en los
países de ingresos bajos o medianos bajos. En consecuencia, la «brecha de productividad»
entre las economías en desarrollo y las economías avanzadas se ha ampliado. En
2020, la producción horaria de cada trabajador en los países de ingresos altos
fue, en promedio, 17,5 veces superior a la de cada trabajador de un país de
ingresos bajos. Esta brecha se ha ampliado a 18,0 en 2021, la mayor diferencia
desde 2005.
Empleo, desempleo
e inactividad: panorama dispar
Las estimaciones
más recientes a escala mundial y los datos por país ponen de manifiesto una
incidencia dispar de la crisis en el empleo en 2020, así como una leve
tendencia, con frecuencia variable, de la recuperación a lo largo de la primera
mitad de 2021. La cantidad de personas empleadas que forman parte de la
población activa no se ha recuperado plenamente y la «inactividad del mercado
laboral» sigue siendo elevada en muchos países. Los jóvenes, en particular las
mujeres, siguen afrontando un mayor déficit de empleo, al tiempo que en los
países de ingresos medianos siguen sin registrarse avances.
Incentivos,
vacunación y recuperación del empleo
Incentivos: si
bien son indispensables, los países en desarrollo no gozan de las mismas
oportunidades Pese a que los paquetes de incentivo fiscal siguen constituyendo
una herramienta fundamental para facilitar la recuperación, la brecha de
incentivo fiscal en los países en desarrollo (en particular, los países de
bajos ingresos) sigue en gran medida sin subsanarse. Se estima que, en
promedio, un aumento del incentivo fiscal del 1 por ciento del producto interno
bruto (PIB) anual habría contribuido a aumentar la cantidad de horas de trabajo
anuales en 0,3 puntos porcentuales en el primer trimestre de 2021, con respecto
al último trimestre de 2019.
Vacunación: el
aumento de su ritmo de implantación es fundamental para facilitar la recuperación
El aumento del
índice de vacunación propicia asimismo una recuperación del mercado de trabajo
de forma más rápida y eficaz. Se estima que, por cada 14 personas plenamente
vacunadas en el segundo trimestre de 2021, se creó un puesto de trabajo equivalente
a tiempo completo en el mercado de trabajo a escala mundial. Ello ha hecho que
el bajo ritmo de implantación del proceso de vacunación registrado en los
países en desarrollo haya retrasado la recuperación del mercado de trabajo, y
haya aumentado la disparidad entre países.
Perspectivas para
el resto de 2021: poco halagüeñas e inciertas
Las perspectivas
de recuperación del mercado de trabajo para lo que queda de 2021 siguen siendo
poco halagüeñas e inciertas. A raíz del estancamiento de la recuperación que se
ha producido hasta ahora en 2021, se han realizado amplios ajustes a la baja de
las previsiones sobre cantidad de horas de trabajo para 2021, cuyo valor ha
pasado del –3,5 por ciento (–100 millones de empleos equivalentes a tiempo
completo) con respecto al último trimestre de 2019, previsión que realizó la
OIT en junio de 2021, al –4,3 por ciento (–125 millones de empleos equivalentes
a tiempo completo), previsión actual de la OIT. Con arreglo a una hipótesis de
«vacunación equitativa» en el cuarto trimestre de 2021, en virtud de la cual se
supone una distribución en pie de igualdad de las vacunas a escala mundial, se
prevé que los países de ingresos bajos o medianos bajos logren paliar
ampliamente su pérdida de horas de trabajo a lo largo del cuarto trimestre, y
que la cantidad de horas de trabajo aumente en 2,0 y 1,2 puntos porcentuales en
dichos países de ingresos bajos o medianos bajos, respectivamente.
Visión con
respecto al futuro
Pese al repunte
del desarrollo económico a escala mundial, la recuperación general en términos
de cantidad de horas de trabajo se ha estancado en niveles muy inferiores a los
existentes antes de la pandemia, con una «gran disparidad» entre los países
avanzados y los países en desarrollo. En los países de ingresos bajos o
medianos, las limitaciones de índole fiscal y el ineficaz proceso de vacunación
dificultan la recuperación, que se ve afectada asimismo por otros riesgos, en
particular la situación de endeudamiento y las restricciones a lo largo de la
cadena de suministro mundial. La acción a escala internacional, incluido el
apoyo en los planos financiero y técnico, es primordial para facilitar una
recuperación centrada en el ser humano. A este respecto, la reciente asignación
sin precedentes del FMI de 650 000 millones de dólares en derechos especiales
de giro brinda una gran oportunidad. Con objeto de movilizar y facilitar esos
esfuerzos internacionales, la OIT fomentará el diálogo tripartito a escala
nacional en los Estados Miembros y convocará un importante foro político
internacional con instituciones multilaterales y otros actores clave”.
B) El 17 de enero
publicaba la Organización Internacional del Trabajo (OIT) su informe anual
sobre “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2022”, continuando con el análisis de la realidad
laboral a escala mundial y que el año 2021 había parcialmente interrumpido al
dedicar monográficamente su atención al trabajo en las plataformas
digitales , algo que bien entendido
también era un análisis global por la importancia que han adquirido estas.
Pues bien, el
informe 2022 constata un incremento preocupante de las desigualdades, tanto
entre países como en el mundo del trabajo, algo que será constatado con mayor rotundidad,
desde una perspectiva global, por el informe anual de Intermon-Oxfam,
presentado también el 17 de enero y cuyo título no merece comentario añadido
alguno: “Las desigualdades matan” , en
el que recoge que “según el análisis y los datos publicados por el
WorldInequality Lab en diciembre de 2021
desde 1995, el 1 % más rico ha acaparado una parte veces mayor del
crecimiento de la riqueza global que la mitad más pobre de la humanidad.40
Actualmente, las desigualdades son tan pronunciadas como lo eran en el culmen
del imperialismo occidental a principios del siglo XX. Hemos sobrepasado la
Edad Dorada de finales del siglo XIX”.
¿Qué cabe destacar
del Informe 2022 de la OIT?
En primer lugar
que muchos de los logros en materia de trabajo decente conseguidos antes de la
pandemia se han visto considerablemente afectados, y que “los déficits de trabajo decente
preexistentes están mermando las perspectivas de una recuperación sostenible en
muchas regiones”.
En segundo
término, y en concreto sobre el impacto de la crisis, partiendo las últimas
previsiones de crecimiento económico, se calcula que el total de horas
trabajadas a escala mundial en 2022 se mantendrá casi un 2 por ciento por
debajo de su nivel prepandémico una vez ajustado al crecimiento de la población,
“lo que corresponde a un déficit equivalente a 52 millones de puestos de
trabajo a tiempo completo (tomando como referencia una semana laboral de 48
horas)”. Seguiremos estando por debajo de la tasa de empleo de 2011,
calculándose que en el presente año se sitúe en el 55,9 %, un 1.4 % inferior.
En tercer lugar,
el desigual impacto de la crisis y afectación más negativa y grave para las
naciones en desarrollo, que ya presentaban “mayores niveles de desigualdad,
condiciones laborales más diversas y sistemas de protección social más débiles
incluso antes de la pandemia”. Ello, no obstante, se produce un impacto
negativo de la crisis en todas las regiones mundiales, subrayándose en el
documento que “en general, los indicadores clave del mercado de trabajo aún no
han vuelto a los niveles anteriores a la pandemia en ninguna de las regiones:
África, las Américas, los Estados Árabes, Asia y el Pacífico, y Europa y Asia
Central”.
En cuarto lugar,
que la economía informal, que había sido en muchos países un amortiguador en
crisis anteriores, no lo ha sido en la presente por su impacto en todos los
sectores económicos, y que además se ha constituido en un freno para que las
personas y empresas que operan en ella se vieran beneficiadas de las ayudas
públicas, ya que “las empresas informales han tenido menos posibilidades de
acceder a las líneas de crédito formales o al apoyo gubernamental relacionado
con la COVID-19”.
En quinto lugar,
el impacto que provoca en la reconfiguración de las relaciones económicas y
laborales, dados los cambios producidos por el incremento de la actividad en
línea, el incremento de costes comerciales y su repercusión en las cadenas de
producción y la “renacionalización” de algunas de las actividades anteriormente
externalizadas. Así lo explica con todo detalle el Informe 2022: “La
recuperación asimétrica de la economía mundial ha empezado a provocar efectos
en cadena a largo plazo, en términos de incertidumbre e inestabilidad
persistentes, que podrían desbaratar la recuperación. Los cambios en la demanda
del mercado y el aumento de los servicios en línea, el incremento vertiginoso
de los costos comerciales y los cambios provocados por la pandemia en la oferta
de mano de obra han creado cuellos de botella en la industria manufacturera, lo
que impide que se restablezcan las condiciones del mercado de trabajo
anteriores a la pandemia. Las alteraciones marcadas y prolongadas de la cadena
de suministro están generando incertidumbre en el entorno empresarial y podrían
llevar a una reconfiguración de la geografía de la producción con notables
consecuencias para el empleo”.
En sexto lugar, la
OIT alerta del incremento de las desigualdades tecnológicas, que no solo
afectan ni mucho menos al ámbito laboral, y del crecimiento de la brecha de
género, así como de su afectación especial a jóvenes que se vieron afectados en
su etapa educativa por la crisis de 2008 y que ahora sufren, en sus primeras
fases de vida laboral, la actual, y se preocupa, como no podría ser de otra
forma, por el impacto que todo ello tiene no sólo sobre la cantidad sino
también sobre la calidad del trabajo, poniendo en riesgo el objetivo perseguido
de un trabajo decente y digno. En el documento se alerta, pues, de que la
pandemia “está exacerbando diversas formas de desigualdad, desde la
intensificación de las desigualdades de género hasta la ampliación de la brecha
digital”, y que los cambios en la composición de las relaciones de trabajo
“como la dependencia del empleo informal por cuenta propia para ganarse la
vida, el aumento del trabajo a distancia y las diversas tendencias en materia
de trabajo temporal, podrían deteriorar la calidad de las condiciones de
trabajo”.
Por fin, en
séptimo lugar, y en esta muy apretada y totalmente subjetiva síntesis del
documento que he realizado, la OIT enfatiza la necesidad de abordar la crisis y
sus secuelas desde los cuatro pilares que son el santo y seña de sus últimos
documentos y por supuesto también de la Declaración de su Centenario: el
crecimiento económico y el desarrollo inclusivos; la protección de todos los
trabajadores; la protección social universal, y el diálogo social.
Y muy
especialmente deseo destacar este último, tan valorado a escala mundial y al
que parece que algunos conceden muy poca importancia en España, ya que se pone
de manifiesto, y en la misma línea he tratado de explicarlo y defenderlo en
todas las entradas en que abordé las medidas adoptadas durante la crisis y
mucho más recientemente con la reforma laboral, que “ha desempeñado un papel
fundamental en la respuesta a la pandemia, y muchas políticas y medidas para
limitar la pérdida de puestos de trabajo han sido fruto de los debates
tripartitos” y que durante el periodo de recuperación, “el diálogo social
seguirá siendo crucial para vislumbrar soluciones que redunden en beneficio de
las empresas y los trabajadores y que tengan repercusiones macroeconómicas y
efectos indirectos positivos”, reforzando estas tesis con la petición, que se
dirige fundamentalmente a los países en que está poco desarrollado, de que
“para que el diálogo social desempeñe este papel, será necesario reforzar las
capacidades de las administraciones públicas y de las organizaciones de
empleadores y de trabajadores con el fin de que participen en dicho proceso”.
4. Poco nuevo
encontrarán los lectores y lectoras en el capítulo I, salvo la actualización de
algunos datos, con respecto a lo que acabo de transcribir. Si acaso, y lo
destaco por su interés, el énfasis que pone el documento en que las políticas
nacionales de empleo “se centran cada vez más en la calidad del empleo y la
inclusión, en vez de limitarse a objetivos cuantitativos como las tasas de
desempleo o el número de puestos de trabajo creados. Los nuevos objetivos
incluyen también elementos de protección laboral y social. Sin embargo, la
inclusión de la protección social en los marcos de políticas nacionales de
empleo sigue siendo un punto débil. Es muy común que las políticas de
protección social estén desvinculadas de las políticas nacionales de empleo”.
Justamente sobre
las políticas de protección social y su especial importancia es obligado
remitirse al recién publicado, 11 de
abril, “Informe Mundial sobre la Protección Social 2020-2022: La protecciónsocial en la encrucijada – en busca de un futuro mejor” , en cuya
presentación el, todavía, director General de la OIT, Guy Rider, tras recordar
que el anterior informe data de 2017, destaca que el valor de la protección
social “se ha confirmado inequívocamente” , apuntando la necesidad de haber
aprendido de las decisiones adoptadas durante la pandemia para que se produzca
el refuerzo de los sistemas de protección social en todo el mundo, lo que
significa “aplicar un enfoque basado en los derechos, con sistemas de
protección social universales que garanticen el acceso a un apoyo adecuado e
integral a lo largo de la vida de las personas, independientemente del tipo de
empleo que tengan o de la naturaleza de su trabajo”.
Los cinco mensajes
clave del informe, cuyo amplio desarrollo y justificación se encuentra en los
distintos capítulos, son los siguientes: “La pandemia ha puesto de manifiesto
las profundas desigualdades y las importantes brechas en la cobertura, la
integralidad y la adecuación de la protección social en todos los países; la
Covid-19 ha provocado una respuesta política sin precedentes en el ámbito de la
protección social; la recuperación socioeconómica sigue siendo incierta y
destinar más recursos a la protección social seguirá siendo decisivo; los
países se encuentran en una encrucijada en la trayectoria de sus sistemas de
protección social; establecer la protección social universal y hacer realidad
el derecho humano a la seguridad social para todos es la piedra angular de un
enfoque centrado en las personas para alcanzar la justicia social”.
La síntesis del
documento creo que queda perfectamente recogida en este párrafo que cierra su
resumen ejecutivo: “La ventana política excepcional abierta por la COVID-19
debería alentar a los países a tomar medidas decisivas sobre el futuro de la
protección social y a adoptar con firmeza un enfoque de las políticas en el
camino óptimo. De este modo, las sociedades podrán hacer frente a futuras
crisis y a los retos que plantean el cambio demográfico, la evolución del mundo
del trabajo, las migraciones, los desafíos ambientales y la amenaza existencial
del cambio climático. En última instancia, un sistema de protección social
sólido apuntalará y reparará un contrato social frágil y permitirá a los países
disfrutar de un futuro socialmente justo”.
Igualmente, y
mirando hacia la realidad española también me parece de especial interés, el
documento sobre empleo destaca que “un número cada vez mayor de países opta por
elaborar planes de acción subnacionales ...., acercando así los procesos
decisorios a los actores locales y promoviendo la participación local en la
gobernanza del empleo. La acción local es a menudo la manera más rápida y
eficaz de responder con un enfoque específico y flexible a las dificultades
locales en materia de empleo...”.
5. No es por
casualidad que el capítulo 2 lleve por título “una nueva generación de
políticas de empleo para un mejor futuro del trabajo”, ya que después de
recordar, y tomar en consideración, cuáles fueron los grandes ejes sobre los giraron
los debates de 2012 en relación a una política integral de empleo (“a)
políticas macroeconómicas favorables al empleo; b) políticas comerciales,
industriales, impositivas, de infraestructura y sectoriales; c) políticas
empresariales, en particular un entorno favorable a las empresas sostenibles;
d) políticas de educación que fomenten el aprendizaje permanente y políticas de
desarrollo de las competencias que respondan a las necesidades cambiantes del
mercado de trabajo; e) políticas e instituciones del mercado de trabajo; f)
políticas que aborden el desempleo de larga duración; g) políticas de migración
laboral; h) procesos tripartitos para promover la coherencia de las políticas
económicas, ambientales, laborales y sociales; i) mecanismos eficaces de
coordinación interinstitucional; j) estrategias de activación amplias que faciliten
la transición de los jóvenes de la escuela al mundo laboral; k) políticas que
promuevan la transición a la formalidad; l) políticas que aborden el desafío de
la sostenibilidad ambiental y aseguren una transición equitativa para todos; m)
políticas que aborden las repercusiones en el empleo y la protección social del
nuevo contexto demográfico; n) sistemas de información pertinente y actualizada
sobre el mercado de trabajo, y o) sistemas eficaces de seguimiento y evaluación
de las políticas y los programas de empleo”), se entra en el análisis de qué es
necesario poner en marcha en el marco de nuevas realidades económicas y sociales
que llevan necesariamente a un panorama cambiante de las políticas de empleo y
con la finalidad de que estas sean una pieza importante de una “transformación
estructural inclusiva” y en las que se preste especial atención a la calidad
del empleo y no nos fijemos tanto en su cantidad, tomando como punto de
referencia su Convenio sobre política de empleo núm. 122 de 1964, en el que ya apostaba
por el fomento del “pleno empleo, productivo y libremente elegido”.
Ahora bien, las “nuevas”
políticas no surgen de la nada, como si no se hubieran adoptado otras con
anterioridad y con resultados diversos, y por ello el “nuevo rostro” de las políticas
de empleo se plantea que debe apoyarse tanto en políticas económicas como en
políticas laborales; es decir, se deberán abarcar las dos grandes esferas que
tienen impacto en el empleo y los mercados de trabajo: “1) las políticas
económicas y sociales, que comprenden las políticas sectoriales e industriales
98, las políticas macroeconómicas, políticas educativas y de formación y las
políticas de desarrollo del sector privado; y 2) las políticas del mercado de
trabajo, que abarcan las políticas activas y pasivas del mercado de trabajo y
las políticas de protección social”.
Unas políticas que,
ya lo he apuntado con anterioridad, tienen que prestar especial atención a las
cuestiones de género, no dejar de lado a las y los jóvenes, y no olvidarse de
la importancia del trabajo informal y seguir adoptando medidas para potenciar
su formalización; y además de todo ello, resalta con acierto a mi parecer el
documento, hay que hacer hincapié “en la inclusión de nuevos grupos que pasan a
estar desfavorecidos como consecuencia de los factores del futuro del trabajo”.
El claro mensaje positivo de la importancia de las políticas de empleo se pone
claramente de manifiesto cuando se subraya que la adopción de medidas “ágiles,
inclusivas y con perspectiva de género” han sido un factor relevante para atenuar
el impacto de la crisis sanitaria desencadenada por la Covid19.
He apuntado
también la importancia de vincular las mal llamadas a mi parecer “políticas
activas” y “políticas pasivas”, es decir las medidas de empleo y de protección
social. Destaco este dato porque el documento de la OIT va en esta misma línea,
vinculando además esa unión al desarrollo de estrategias de recuperación,
apoyadas en un firme dialogo social, que facilite, mediante la adecuada protección
a todas las personas trabajadoras, el logro de las tan citadas “transformaciones
estructurales inclusivas”.
Como es lógico, el
informe dedica un amplio apartado al cambio tecnológico, subrayando la
importancia de que las medidas que se adopten en los procesos de transición
tengan un “rostro humano”, que no es nada más ni nada menos que políticas formativas
y de readaptación adecuadas, unidas a la creación de empleos en sectores con
futuro, por lo que quienes salgan perjudicados inicialmente con los cambios (se
pone especial acento en la importancia del cambio climático y la desaparición de
empleos en sectores muy contaminantes) dispongan de las posibilidades de adaptación,
que deberán también tomar en consideración la edad de las personas trabajadoras
afectadas por los cambios.
6. ¿Qué propuestas
más concretas se formulan para avanzar en una nueva política integral de
empleo?
Una primera,
apuesta por un claro cambio de rumbo de las
políticas macroeconómicas, ya que “si en los últimos tiempos se han
centrado principalmente en la contención de la inflación... ahora deben
diseñarse con el objetivo explícito de crear empleos decentes”, con propuestas que
en otros tiempos hubieran sido consideradas muy radicales y que ahora ya han entrado
de pleno en el debate político, llamando a debatir en profundidad “la cuestión
de si las empresas deberían pagar impuesto sobre los robots; los regímenes
tributarios preferenciales para las empresas digitales; y las desgravaciones
fiscales específicas para las actividades de investigación y desarrollo y las
cajas de patentes”.
También se llama,
y hay ejemplos de ello como el de la Reserva federal de Empleo de los Estados
Unidos y el mas reciente del Banco de la Reserva de Nueva Zelanda, a la que las
políticas monetaria y cambiaria contemplen entre sus objetivos “tanto la
estabilidad de los precios como el pleno empleo”.
En el ámbito de
las políticas sectoriales, que pueden facilitar las transiciones desde unos
sectores a otros, se subraya la importancia de que las medidas que se
adopten tengan en consideración “(las) necesidades
de calificación, el diseño de normas de competencia pertinentes y la
impartición de programas formativos”, ya que “los enfoques sectoriales están
cada vez más considerados como una forma de superar las limitaciones de los
enfoques centralizados del desarrollo de competencias profesionales, en
particular cuando se trata de abordar la brecha entre la formación y las
necesidades del mercado”. Un desarrollo competencial que no sólo debe referirse
a las estrictas competencias laborales, sino que también ha de incluir las
sociales, emocionales y digitales que se consideran cada vez más básicas “a fin
de mejorar la adaptabilidad a los cambios en las necesidades de la vida, laborales
y de la sociedad para un futuro sostenible”.
Tras resaltar
nuevamente la importancia de las políticas que hagan frente al cambio climático
y sus secuelas sobre las personas trabajadoras, entre las que se incluyen,
además de medidas necesarias de seguridad y salud en el trabajo, “inversiones
en infraestructuras resistentes al clima, la mejora de la gestión de los
recursos naturales, la incubación de tecnologías y empresas que faciliten la adaptación,
la mejora de la protección social, programas públicos de empleo, políticas
activas del mercado de trabajo, desarrollo de competencias profesionales y
reducción de riesgos en el lugar de trabajo”, se pone a continuación el acento
en la importancia del aumento de la productividad y de las empresas sostenibles,
siempre que la primera vaya alineada con una mejora de las condiciones
salariales de las personas trabajadoras. Justamente, el informe destaca algo que
ya sido reflejado en numerosos estudios económicos, que es “una ralentización
del crecimiento del salario medio real en relación con el crecimiento de la
productividad en muchos países industrializados, junto a una divergencia
simultánea en el crecimiento de los salarios y de la productividad entre las
empresas más productivas a nivel mundial y las demás”, así como también que la
disociación entre salarios y productividad es igualmente preocupante “en la
mayoría de las economías emergentes y en desarrollo, donde el crecimiento de la
productividad se ha ralentizado y la integración en las cadenas mundiales de
suministro, que es clave para impulsar las transferencias de tecnología y los
procesos de gestión más eficaces a nivel empresarial, decrece”.
La OIT llama a potenciar
las prácticas empresariales responsables y el dialogo social para lograr el
objetivo perseguido, de tal manera que sea beneficioso tanto para el desarrollo
empresarial como para mejorar las condiciones laborales. En la búsqueda de
empresas responsables, y sin desdeñar el papel que pueden jugar tanto las pymes
como las empresas multinacionales y las grandes empresas nacionales, se presta
especial atención a las empresas de la economía social y solidaria, y más concretamente
del sector cooperativo, por considerar que ofrecen “una importante vía
complementaria para generar empleo productivo y trabajo decente. Al estar
basadas en valores, las empresas de la economía social y solidaria aportan
soluciones innovadoras para mejorar la organización del trabajo y la producción”.
Especialmente interesante
a mi parecer es el análisis de como poner en marcha política para que sean
posibles transiciones a lo largo de la vida, y que se desarrollen de manera “satisfactoria
y equitativa”, teniendo en cuenta las necesidades, intereses, y expectativas de
las personas trabajadoras. Jugará un papel importante en la transición, o transiciones
(para entrar en el mercado de trabajo, durante la vida laboral, y tras salir de
dicho mercado) en primer lugar la edad, “reconociendo que cada fase de la vida
corresponde a retos específicos del mercado de trabajo, y que las trayectorias
individuales son en parte irreversibles porque las transiciones, oportunidades
y limitaciones anteriores pueden tener consecuencias durante toda la vida
laboral”, y en segundo término varios factores que afectan de forma desigual a
cada persona y a los que hay que prestar atención, como son entre otros “las
obligaciones laborales, familiares y de cuidados, la ubicación (urbana/rural),
la educación, la condición migrante, etc.”).
7. Como es lógico,
el informe se centra más adelante en las llamadas “políticas especificas del
mercado de trabajo”, con planteamiento y propuestas ya mencionados algunos con
anterioridad en este texto y otros en diversas entradas anteriores en las que
he concentrado mi atención en las políticas de empleo.
Se parte de una
reflexión general que sigue siendo plenamente válida y que además destaca la
importancia que han tenido en la salida gradual de la crisis provocada por la
Covid-19, como lo han puesto de relieve los periódicos informes de la OIT sobre
el impacto de esta en el mundo del trabajo. Las políticas activas del mercado
de trabajo, se afirma, “desempeñan una función fundamental en el apoyo a la
reinserción laboral de las personas y en la mejora de la empleabilidad de los
colectivos vulnerables. En el contexto de la pandemia de COVID-19 y de los
esfuerzos de recuperación conexos, los servicios públicos de empleo deben
utilizar las políticas activas del mercado de trabajo para facilitar el retorno
al trabajo, ayudar a las personas desempleadas e inactivas a conseguir un
trabajo productivo y mejorar la empleabilidad de quienes están fuera del
mercado laboral, como los trabajadores poco calificados, los desempleados de
larga duración y los que se enfrentan a múltiples obstáculos para integrarse”,
llamando pues nuevamente a su plena integración y articulación con las
políticas de protección social.
Se valora la
importancia de los programas públicos de empleo para crear trabajo decente y
generar ingresos a corto plazo, fundamentalmente “para las personas que no
pueden encontrar empleo en el sector privado”, y se subraya una vez la
trascendencia de las políticas en materia de calificaciones y aprendizaje permanente.
Se sigue insistiendo, y mucho, en la importancia de políticas que superen las
diversas brechas de género (salariales, digitales, condiciones laborales) y que
contribuyan, pues, a que la igualdad no se quede solo en un mero deseo.
8. No me olvido en
este texto de las conclusiones del informe, alguna de las cuales ya ha sido
apuntada con anterioridad, y en las que se insiste en la importancia de
disponer de “datos empíricos actualizados y pertinentes” para la elaboración de
nuevas políticas de empleo, cuya evaluación será una herramientas básica para
descubrir sus aspectos positivos y corregir los errores o disfunciones que se
hayan detectado, en las que deberá prestarse especial atención tanto a la
calidad como la cantidad del trabajo, y aprovechar el potencial tecnológico “para lograr un empleo pleno y productivo a
través de mecanismos como la formación, los servicios de empleo y la
formalización electrónica”.
Y como el documento
mira hacia el futuro, y supongo que teniendo en cuenta próximos debates, se
identifican varios ámbitos “susceptibles de mejora”: “prestar mayor atención a
quienes han quedado o corren el riesgo de quedarse atrás... , políticas
macroeconómicas y sectoriales más centradas en el empleo...., transiciones bien
gestionadas y los trabajadores deben ser protegidos a través de un paquete
integrado de formación, protección social y políticas activas del mercado de
trabajo. ... , políticas nacionales de empleo con perspectiva de género (que
incluyan) las medidas de fomento de la creación de empleos verdes; los métodos
para aprovechar los cambios tecnológicos en aras del trabajo decente; las
medidas relacionadas con los cambios demográficos y la globalización, y los
enfoques para impulsar la creación de empleos decentes en la economía rural y a
través de las pymes en el contexto del futuro del trabajo...., disponer de
recursos financieros adecuados es fundamental para aplicar con éxito las
políticas de empleo. En los países con capacidad fiscal muy limitada, es
importante considerar la posibilidad de alianzas innovadoras, apoyo
multilateral y movilización de recursos nacionales”.
Buena lectura.
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