1. El 21 de agosto
se puso en marcha la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, creada en el
seno de la Organización Internacional del Trabajo, integrada por veintiocho
personas expertas que, de acuerdo con las líneas maestras y finalidad de sucreación, deberá ocuparse de “como debiera organizarse un mundo del trabajo en
rápida transformación para que responda a los valores de la justicia social”.
La primera reuniónde la Comisión, que elaborará un informe que será presentado en la Conferencia
anual de 2019, año del centenario de la OIT, se celebró el 22 de octubre, y
según la nota de prensa oficial de la reunión, examinaron “los llamados “mega
factores del cambio” –tecnología, demografía, cambio climático y globalización
– y abordaron una serie de cuestiones específicas, como la evolución del papel
de la mujer en el mercado de trabajo, la importancia de la educación y de las
competencias, la relación entre pobreza, desigualdad e informalidad en el mundo
de trabajo, las perspectivas para los jóvenes, el papel de las empresas, los
empleados y los sindicatos, y la evolución de los valores y preferencias en las
sociedades que tendrán un impacto sobre el mundo del trabajo”.
La puesta en
marcha de la iniciativa lanzada por el director general de la OIT, Guy Ryder,
tuvo una acogida muy positiva en España, con la creación en julio de 2016 de
una comisión tripartita para desarrollar las distintas tareas relacionadas con
la misma, y que celebró una primera conferencia nacional el 28 de marzo de
2017, con las aportaciones de destacados miembros de la doctrina científicaiuslaboralista y de los agentes sociales.
Próximamente, en
concreto el 2 de febrero de 2018, está prevista la celebración del “I encuentrouniversitario de investigadores, personas expertas y redes sobre la Iniciativadel Futuro del Trabajo”, que tiene por finalidad general, concretada después en
varios objetivos, “promover la conformación de nodos de conocimiento sobre cada
uno de los temas relacionados con el futuro del trabajo que permitan el
intercambio de información y elaboración colectiva entre investigadores/as de
forma interdisciplinaria y contribuir así al debate que se está dando”. Será,
sin duda alguna, una reunión importante para iniciar los trabajos a desarrollar
durante todo el próximo año para elaborar propuestas a presentar para que
puedan ser tomadas en consideración en el texto que elabore finalmente la
Comisión Mundial.
2. Para la
preparación de su informe, la Comisión dispone ya de un amplio material de
trabajo como los informes anuales que elabora la OIT sobre el mundo del trabajo
y los específicamente dedicados a los jóvenes y a las mujeres.
Además, dispone
igualmente de toda la información disponible del coloquio celebrado en Ginebra
los días 6 y 7 de abril dedicado a “El futuro del trabajo que queremos”, en el
que participaron presencialmente más de 700 personas, y otras 2.000 a través de
las redes sociales. El resumen de las intervenciones de la reunión se encuentradisponible en el enlace que adjunto, habiendo puesto de manifiesto la directora
general adjunta de políticas de la OIT, Sra. Deborah Greenfield, que el evento
supuso “una etapa importante con vistas a entender mejor los cambios que
estamos atravesando y a subrayar la necesidad de elaborar políticas eficaces
que ayuden a configurar el futuro del trabajo para lograr el mejor resultado
posible para nuestra sociedad. El diálogo consistió en cuatro «conversaciones
del centenario», a saber: trabajo y sociedad; trabajo decente para todos; la organización
del trabajo y la producción; y la gobernanza del trabajo. Asimismo, durante una
sesión especial se debatieron las perspectivas y opiniones de los jóvenes”,
añadiendo a continuación que “Reunir a un grupo tan diverso de personas, de las
cuales la mayoría no tiene relación con la OIT, nos ha permitido escuchar las reflexiones
y los puntos de vista que ponen en entredicho y complementan nuestras propias
posiciones sobre el futuro del trabajo”.
Igualmente, la
Comisión tuvo a su disposición en la primera reunión el “Informe inicial”
elaborado por la Oficina Internacional del Trabajo de manera específica para
aquella, de fecha 21 de septiembre y del que ya se ha hecho difusión pública en
la página web de la OIT el 4 de diciembre, documento elaborado que “alza el
telón de la Comisión Mundial”, con el objetivo de “sentar las bases para una
discusión constructiva”, y en el que según la nota oficial de presentación se
expone “una panorámica de las grandes tendencias que están transformando el
mundo del trabajo, así como los principales problemas abordados en el marco de
nuestras “conversaciones del centenario” discutidos en el marco de los diálogos
nacionales sobre el futuro del trabajo”, sin prejuzgar en modo alguno el contenido
del informe final de 2019 sino pretendiendo únicamente “establecer las
condiciones para un debate sustancioso”.
3. He leído con
atención el Informe, de 62 páginas y considero que, tal como recoge su propio
título, es un buen documento “inicial”
para trabajar en las cuestiones que deben ser abordadas en el texto final, en
el que se recogen líneas maestras y generales de aquellas, que deberán ser
concretadas y desarrolladas en informes y documentos posteriores, pero que en
cualquier caso señalan cuáles son los retos con los que se enfrenta el mundo
del trabajo a escala mundial y a los que debe enfrentarse en el futuro
inmediato.
Un informe que,
sin duda, se basa en los elaborados periódicamente por la OIT y que pone al día
datos de indudable importancia para conocer qué esta ocurriendo en la vida
laboral en el mundo y que sólo una organización internacional sociolaboral como
la OIT puede llevar a cabo, en el que se pregunta en el prólogo cómo pueden
aprovecharse los retos existentes (cambio climático, cambios demográficos,
cambio tecnológico, globalización) “para brindar oportunidades que permitan
lograr la justicia social en un mundo del trabajo cada vez más complejo”.
Destaco a
continuación aquellos contenidos del Informe que me parecen más importantes, y
remito a todas las personas interesadas a una lectura atenta del mismo.
A) El capítulo 1,
de carácter introductorio, lleva por título “Una instantánea global: grandes
tendencias y el mundo del trabajo”.
Con buen criterio
a mi parecer se listan primeramente los progresos realizados en el mundo del
trabajo en los últimos años, es decir aquello que se ha conseguido con carácter
general (y no refiriéndose pues a ningún país en concreto, ni diferenciando
ahora tampoco entre países desarrollados, emergentes y en vías de desarrollo)
“en términos de desarrollo económico y reconocimiento de derechos”, que son los
siguientes:
a) Una creación de
empleo favorable, aún cuando no sea suficiente para acoger a todas las personas
que desean incorporarse como consecuencia de la tasa de crecimiento demográfico.
b) Mayor
participación femenina en el mercado laboral, aunque queda por mucho por hacer,
ya que la su tasa de presencia en el mercado de trabajo es del 49 %, 27 puntos
por debajo de la masculina.
c) Disminución del
número de trabajadores pobres, ya que se sitúa algo por encima del 10 % en 2016
el de quienes se encuentran en situación de pobreza extrema (con menos, para sí
mismos y sus familias, de 1,90 dólares USA por persona y día).
d) Mejoras en la
protección social, ya que en todos los países del mundo hay, como mínimo, un
programa de protección social para algunos grupos y riesgos específicos, aunque
sólo el 29 % de la población mundial, tal como se recoge en el recientemente
publicado Informe sobre la protección social, “cuenta con accesos a sistemas
integrales de Seguridad Social en todos los ámbitos”.
e) Mejoras en la
seguridad y salud en el trabajo, con un importante descenso del número de
accidentes mortales por cada 1.000 trabajadores.
f) Mejoras en las
tasas de ratificación de los Convenios de la OIT, de tal manera que según los
últimos datos disponibles “casi tres cuartas partes de los 187 Estados miembros
de la OIT han ratificado los ocho convenios fundamentales”.
g) Progresos en
los principios y derechos fundamentales en el trabajo, a partir de la
ratificación, y posterior aplicación real y efectiva, de dichos convenios
fundamentales, siendo relevante por ejemplo la disminución del trabajo infantil
y la potenciación de las organizaciones representativas de trabajadores y
empleadores.
h) Aumento de la
incidencia de los mecanismos de fijación de salarios formales, de tal manera
que la regulación, legal o convencional, de salarios mínimos ha contribuido a
mejorar la situación de muchas personas trabajadoras en la economía informal y
al avance en la aplicación de los principios de igualdad y no discriminación
por razón de sexo.
B) Junto a los
aspectos más positivos, el Informe no puede dejar de lado, obviamente, aquellos
que son más problemáticos y que merecen respuestas urgentes por los poderes públicos y las fuerzas sociales, tales como
los siguientes:
a) Un nivel de
desempleo elevado, que sigue aumentando por el incremento de la fuerza de
trabajo mundial que no es absorbida por el crecimiento del empleo, con especial
preocupación por la situación de jóvenes y mujeres, ya que “más de 70 millones
de los casi 200 millones de personas desempleadas en el mundo tienen entre 15 y
24 años de edad”, siendo cuestión no menos relevante al respecto, la de
preocuparse no sólo sobre la cantidad del empleo creado sino también sobre su
calidad, aspecto especialmente importante para países en desarrollo, ya que en éstos
hay una tasa elevada de participación laboral (relación empleo-población de 15
años y mayores), que no impide que “tengan las tasas más altas de informalidad,
subempleo y pobreza de los trabajadores”.
b) Porque, en
efecto, hay que abordar, como se plantea el Informe, la adopción de medidas
para evitar el empleo de mala calidad (que no es sólo un problema de bajos
salarios), poniéndose de manifiesto en el texto que en el año 2016 cerca de un
43 % de las personas empleadas eran trabajadores por cuenta propia o
trabajadores familiares auxiliares, “lo que equivale a 1.400 millones de
trabajadores que se desempeñaban en lo que se conoce de manera general como formas
de empleo vulnerable”, siendo un dato algo más que preocupante, y que demuestra
lo mucho que hay que hacer a escala mundial en general y en los países
emergentes y en desarrollo en particular, que empleo vulnerable e informalidad
son en muchas ocasiones dos caras de una misma moneda, ya que la última está
generalizada en ambos, “donde alcanza más del 90 por ciento y el 67 por ciento
del empleo total, respectivamente”.
c) La
diversificación de las formas de empleo, una manera educada de decir que el
empleo clásico, estable y a tiempo completo, está dejando paso acelerado a
formas atípicas (que cada vez lo son menos) de empleo, como son el trabajo a
tiempo parcial y el trabajo temporal involuntarios (por no referirnos al
trabajo en la “economía de plataformas”, que es abordado más adelante en el
Informe), que contienen altas dosis de insatisfacción de las personas empleadas
y que se relacionan a menudo, y no falta jurídicamente razón, con “la
inseguridad laboral, la volatilidad de los ingresos, el acceso limitado a los
regímenes de protección social o la formación y promoción profesional”;
d) También, es
preocupante la elevada desigualdad de ingresos en la mayoría de los países,
desigualdad de la que se afirma, con acierto a mi parecer, que “se está
convirtiendo en una de las principales características actuales del mundo del
trabajo”, habiéndose experimentado en todas las regiones del mundo, excepto en
América Latina, durante el período 2006- 2015, un descenso en la participación
del ingreso del trabajo, al contrario de lo que ha ocurrido con los ingresos
provenientes del capital.
C) Una vez
expuestos los aspectos positivos y los más problemáticos a los que hay que dar
respuesta, el Informe repasa de manera general en este capítulo, ya que habrá
una mayor concreción en los siguientes, cuáles son las grandes tendencias e
implicaciones para el futuro del trabajo.
a) Se concentra en
primer lugar en la globalización, que abarca “la internacionalización de la
producción, las finanzas (incluidas las remesas), el comercio y la migración”, siendo relevante destacar el
importante estancamiento del comercio que se ha producido en los últimos años,
y que desde luego no parece que vaya a mejorar si se confirma el proteccionismo
comercial del gobierno estadounidense, y que tiene además especial impacto
sobre el empleo a escala mundial, ya que una parte importante del mismo se
concentra en las llamadas cadenas mundiales de suministro (ámbito de actividad
en donde se opera la fragmentación de la producción en tareas y actividades),
de tal manera que el Informe se plantea, y
no tiene respuesta concreta, que conforme se ralentiza el comercio “se
desconoce si las cadenas mundiales de suministro y la fragmentación de la
producción seguirá creciendo o si cambiará su naturaleza”.
b) Respecto a la
tecnología, se destaca su impacto transformador sobre la naturaleza del
trabajo, mucho más que en etapas históricas anteriores, poniendo de manifiesto
la divergencia de tesis existentes sobre el impacto creador, neutro o
destructor de la misma en términos de empleo, aunque de lo que no parece haber
duda es de que afecta en gran medidas a las competencias y habilidades
personales, y que provoca una polarización entre los niveles altos y bajos de cualificación profesional de las
personas trabajadoras, con un impacto igualmente importante sobre el
crecimiento de las diferencias salariales. Para los autores del Informe, el
impacto de la tecnología en el mundo del trabajo dependerá “de cómo se
distribuyan los beneficios, dado el aumento de la desigualdad de los ingresos
entre países y regiones, y de si la transición crea trabajo decente y de
calidad”.
c) El Informe
cita, no podría ser de otra, la demografía, el cambio demográfico, como uno de
los retos y tendencias más relevantes, poniendo de manifiesto el diferente
impacto que tiene en las diversas regiones mundiales según que en cada una de
ella se produzca un incremento del número de personas jóvenes o de personas de
edad avanzada, destacándose la gran diferencia entre países emergentes y en
desarrollo, en los que sus dinámicas demográficas “han llevado a un aumento de
la población joven que accede al mercado de trabajo”, mientras que en los
países desarrollados el dato prevalente es el progresivo envejecimiento de la
población y el incremento de la tasa de dependencia, ya que si en 1950 la
proporción era de ocho mayores de 65 años por cada cien personas en edad de
trabajar, la cifra ya era de doce en 2015, previéndose que puede llegar a
dieciocho en 2030, y de ahí que se plantee el recurso de acudir a la migración
para dar respuesta a la disminución de la fuerza laboral, sin olvidar el
potencial de creación de empleo en sectores vinculados a las personas de edad,
como son entre otros los de salud y los de cuidados de larga duración.
d) La importancia
del cambio climático a efectos laborales es también enfatizada en el documento,
insistiéndose en la importancia de reducir las emisiones y lograr una
transición hacia una economía más ecológica que atenúe, por los menos,
situaciones ya graves que se han producido como “el desplome de la pesca, la
degradación del suelo, las migraciones forzosas, la contaminación de la
atmósfera y de los acuíferos, y la pérdida de la diversidad”.
No es
especialmente optimista el Informe al abordar esta temática, poniendo de
manifiesto que “La relación entre el desarrollo económico y el medio ambiente
ha dado un giro: la degradación continua de nuestro entorno va camino de
destruir empleos y medios de subsistencia, y son los grupos vulnerables quienes
perciben sus efectos de modo más riguroso, entre ellos los desplazados de sus
hogares como resultado de los desastres relacionados con el cambio climático,
los pueblos indígenas y tribales y los pobres”.
Al igual que
ocurrirá, mejor dicho que ya está ocurriendo, con el cambio tecnológico por su
impacto sobre el empleo, los nuevos empleos que puedan crearse en el marco de
esta economía menos contaminante y mas ecológica deberán adaptarse a tales
cambios, con nuevas cualificaciones y perfiles de los puestos de trabajo, pero
además también habrá que tomar en consideración la adaptación de los entornos y
las prácticas de trabajo, así como también de los diseños de productos y su
manufactura.
En definitiva,
habrá que adoptar medidas para que se produzca una “transición justa” entre un
modelo y otro, que deberán prestar atención especial a las personas
trabajadoras, ya que aquello implicará sin duda “desplazamientos entre unos
sectores y otros, y cambios en las cualificaciones requeridas, tanto para las
empresas como para los individuos”.
D) Tras el análisis
general realizado en el capítulo 1, los siguientes se concentran ya en aspectos
más concretos que deberán ser abordados y analizados en el Informe final.
El capítulo 2 lleva
por título “Trabajo y sociedad”, y tiene por finalidad, tal como se explica en
su introducción, “identificar los aspectos del trabajo que plantean obstáculos significativos
a su pleno desarrollo, las diversas opiniones que coexisten en el planeta sobre
el trabajo, los cambios en esas percepciones, así como las posibles vías de
actuación”.
Me quedo del texto
con la tesis de que la mayor parte de la población “sigue valorando el trabajo
como algo más que un medio de subsistencia”, y con el dato, preocupante, de que
es muy superior el porcentaje de quienes valoran que su trabajo sea útil para
la sociedad en las economías emergentes y en desarrollo (84,4 y 90,9 %
respectivamente) que en las economías desarrolladas (72,5 %).
En el capítulo, se
dedica un apartado especifico al trabajo digital, considerándolo como “una
nueva forma de trabajo invisible”, no porque no exista trabajo, que sí lo hay y
mucho, sino porque los trabajadores “no tiene (n) una ubicación propia y no
suelen tener una relación de empleo reconocida”, siendo muy prudente, bastante
mas que otros estudios publicados sobre esta temática, sobre la importancia
real que adquirirán estas nuevas (y en ocasiones no tanto) formas de empleo, ya
que afirma, a partir de toda una amplia información disponible, que “No queda
claro qué fracción de la fuerza de trabajo mundial acabará representando el
trabajo virtual, y seguimos sin saber si estas formas de trabajo acabarán
entrando en la esfera de la relación laboral, si se convertirán en nuevos tipos
de trabajo informal o si no podrán encajar en los marcos normativos existentes”.
Dicho sea
incidentalmente, es muy recomendable la lectura del estudio elaborado muy recientemente
por el Parlamento Europeo sobre la protección social de los trabajadores en laeconomía de plataformas (The social protection of workers in the platform economy),
del que ya se encuentra disponible un resumen ejecutivo en castellano, y cuya síntesis
es la siguiente: “El presente estudio aborda la protección social de los
trabajadores en la economía de plataformas, a petición de la Comisión de Empleo
y Asuntos Sociales del Parlamento Europeo. El informe revisa la bibliografía y
la investigación previa sobre la economía de plataformas, con el objetivo de
definirla y desarrollar una tipología para comprender su naturaleza. En él se
tratan el crecimiento y los motores de la economía de plataformas, así como los
beneficios y retos para los trabajadores, y se incluyen las conclusiones de
cincuenta entrevistas realizadas a expertos de las partes interesadas en ocho
países europeos, así como de una encuesta original realizada a 1.200
trabajadores de plataformas. El estudio analiza minuciosamente los diferentes
niveles normativos que se han de tener en cuenta al analizar los retos de la
protección social de los trabajadores de plataformas desde un punto de vista
jurídico. Por último, el informe extrae una serie de conclusiones y elabora
recomendaciones sobre las disposiciones para la prestación de protección social
a los trabajadores en este sector creciente de la economía”.
En el estudio del
PE puede leerse que “Una primera conclusión clave… estudio tiene que ver con la
magnitud de la economía de plataformas. Centrándose en el trabajo remunerado
bajo la mediación de plataformas en línea, el estudio sugiere que entre un 1 y
un 5 % de la población adulta ha obtenido en algún momento algún ingreso de
esta forma, con una variación considerable entre Estados miembros”.
E) El capítulo 3 está
dedicado al “Empleo decente para todos: pleno empleo y mejores condiciones de
vida”, pasando revista al futuro (si bien lo plantea en forma de interrogante)
que le espera al pleno empleo, poniendo de manifiesto la importancia de las políticas
macroeconómicas para conseguir resultados favorables tendentes hacia ese
objetivo, al tiempo que criticando las medidas adoptadas en los últimos años y
que han dejado relegados los objetivos relativos al empleo a un segundo
término.
La preocupación por
el incremento de la desigualdad se enfatiza en el Informe, considerando que no
es sólo un problema de carácter social y normativo, sino que también lo es, y
mucho, de carácter económico, argumentando, para fundar su tesis, que el
crecimiento de la desigualdad puede afectar negativamente al crecimiento
económico por muy diversos motivos, tales como inestabilidad política, rechazo
entre una parte no menospreciable de la población a políticas de cambio,
reducción del consumo y debilitamiento de la demanda agregada, o altos niveles
de deuda e incremento de la inestabilidad financiera.
F) El capítulo 4
está dedicado a la organización del trabajo y de la producción, con el significativo
subtítulo de “El trabajo no es una mercancía”, y en el mismo se examinan “los problemas
fundamentales y complejos producidos por la creciente diversidad de formas de empleo
y la inestabilidad que pueden implicar en el contexto del mandato continuo de
la OIT”, partiendo de una consideración general a la que ya se ha prestado
mucha atención en el capítulo 1, introductorio, cual es que “Los cambios que se
están produciendo en el trabajo y la producción han provocado una mayor
presencia de diversas formas de “empleos atípicos”, que en ciertos casos
carecen parcial o totalmente de la protección que suelen tener los trabajadores
de empleos convencionales”.
El documento
presta especial atención a la organización del trabajo dentro de las cadenas
mundiales de suministros, y pone de manifiesto algunos datos que demuestran
claramente, por si quedara alguna duda de ello, que las mayores ganancias y
beneficios se los llevan las empresas responsables del diseño y la
comercialización, sirviendo como ejemplo el iPhone 4 de Apple, ya que “Un
empleado que se dedica a montar (lo) en China recibe el 1 por ciento de los 600
dólares de los Estados Unidos que cuesta el teléfono en la tienda (6 dólares),
mientras que Apple se lleva casi la mitad del valor del producto (270 dólares)”.
Sobre el empleo atípico
(cada vez menos) el informe ya no se refiere sólo, como ha hecho en el capítulo
introductorio, al trabajo a tiempo parcial y al trabajo temporal, sino que
también incluye una variante del último, en el que cambia el concepto de
empleador y de empresario al que se presta servicios pero no la temporalidad,
o lo que es lo mismo el empleo temporal
por medio de agencias, e incluye también el trabajo por cuenta propia dependiente,
las relaciones de trabajo encubiertas, “y otras formas de empleo en que
intervengan múltiples partes”.
Es en este
capítulo donde el Informe se explaya sobre el trabajo en la economía de
plataformas, con amplias referencias a los estudios existentes y a las
diferencias entre el trabajo on line y el trabajo presencial, aún cuando en
ambos casos la relación se establezca a través de una plataforma, y destacando,
pero sin formular manifestación alguna propia al respecto (ya he dicho que el
informe inicial pretende ser una recopilación y ordenación de las cuestiones
más importantes a abordar por la Comisión, pero sin darle ya las respuestas)
sobre la naturaleza jurídica de la relación que vincula a la persona que presta
sus servicios con la plataforma. De forma muy objetiva, y deliberadamente aséptica,
el documento nos explica algo que ya sabemos quienes hemos estudiado esta realidad
laboral: “La mayoría de las plataformas ha clasificado a sus trabajadores como
«contratistas independientes» o trabajadores por cuenta propia, lo que
significa que en algunos casos estos quedan fuera de los requisitos legales aplicables
a la relación de trabajo. En consecuencia, la clasificación jurídica de estos
trabajadores de la economía del trabajo esporádico ha dado lugar a una serie de
juicios con gran resonancia pública, pero la controversia no se ha resuelto
todavía. Al mismo tiempo, se ha propuesto la creación de un nuevo tipo de
relación laboral para los trabajadores de la economía del trabajo esporádico, a
veces denominada «contratista dependiente» o «trabajador independiente», que
abarca algunos de los derechos de un empleado tradicional, pero no todos”.
Bueno, una
matización sobre lo anterior es necesario hacer, ya que sí hay una propuesta
general, recogida en un estudio de la OIT realizado en 2016 y que ahora recoge
el Informe inicial, cual es la de la necesidad de adoptar “políticas, en
particular soluciones normativas, no solo para garantizar el trabajo decente,
sino para neutralizar los efectos sociales adversos derivados de la falta de
seguridad de empleo e ingreso, y de seguridad social”.
Muy interesante,
así me lo parece, es el “recordatorio” de los posibles problemas del empleo atípico
para los trabajadores, que guardan relación con la seguridad del empleo, los
ingresos, las horas trabajadas, la seguridad y salud en el trabajo, la
Seguridad Social, la política de formación, y la problemática derivada de la
(práctica inexistencia) de la representación y el ejercicio del derecho de
negociación colectiva.
G) Por último, el
capítulo 5 está dedicado a la gobernanza del trabajo, planteándose una serie de
preguntas que sin duda serán objeto de atento debate en las numerosas reuniones
que se celebrarán el próximo año, tanto en el ámbito internacional como en los
nacionales, para debatir sobre el futuro del trabajo.
Tras recordar que
la gobernanza ocupa un lugar central en el mundo del trabajo, y que en la misma
entran en juego el marco normativo, internacional y nacional, legal,
convencional y contractual, los códigos de conducta y otras medidas en materia
de responsabilidad corporativa, el informe nos pone deberes a todas las personas
interesadas en este ámbito, a través de una larga lista de preguntas que requerirán,
como digo, de un atento examen, discusión y debate antes de llegar, si es posible,
a la formulación de propuestas: “¿Contamos actualmente con las instituciones y
los instrumentos para hacer frente adecuadamente a estos retos en el futuro?
¿Qué papel ha de desempeñar el estado en la configuración del futuro del
trabajo? ¿Cuáles son las dificultades que los gobiernos y las organizaciones de
empleadores y de trabajadores habrán de superar desde un punto de vista
individual y colectivo? ¿Cómo van a colaborar los estados, los empleadores y
los trabajadores en la concepción y el establecimiento de las instituciones y
los instrumentos para la gobernanza del trabajo en el futuro? ¿Qué papel
cumplirán los modelos voluntarios de autorregulación? ¿Cómo van a organizarse
colectivamente los empleadores y los trabajadores, y de qué modo estas formas
de organización colectiva van a garantizar la representación legítima en
procesos colaborativos? ¿Cómo puede mejorarse la gobernanza del trabajo a nivel
transnacional? ¿Podrían surgir nuevas instituciones e instrumentos en este
sentido?”.
Continuará, seguro.
Mientras tanto, buena lectura.
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