martes, 11 de agosto de 2009

Preocupación por el temor a la pérdida del empleo.

1. Una de las mayores preocupaciones de la ciudadanía española en la actualidad es la cantidad de trabajo, o dicho de forma más clara el riesgo de encontrarse en situación de desempleo, como lo demuestran los barómetros mensuales del Centro de Investigaciones Sociológicas.

También apunta en la misma línea un reciente estudio de la Fundación BBVA sobre la percepción del modelo económico y valoración de la crisis. En la perspectiva de análisis laboral, el desempleo constituye un problema muy grave en España para el 73,7 % de los encuestados, mucho menor por cierto que la suma de los problemas muy graves y graves si la pregunta se refiere a la propia persona (26,0 y 26,1, respectivamente) En idéntico sentido, la calidad del empleo es actualmente un problema muy grave en España para el 46,1 % y grave para el 41,3, mientras que en el caso personal la mayor gravedad es para el 22,1 %, la gravedad para el 32,4, la poca gravedad para el 24,1, y no constituye ningún problema para el 17,0 %.

La preocupación personal por el paro como un problema es superior entre la población joven (un concepto que en la normativa de empleo se extiende como regla general hasta los 30 años) que es, en principio, la que tiene más dificultades para acceder al empleo y para estabilizar su situación laboral, mientras que es menor, aunque no menospreciable, entre los colectivos de mediana edad y de edad madura, que son los que tienen en gran medida estabilizada su situación y quienes ya se preocupan más por la salida del mercado de trabajo por razón de edad. Pero sigo insistiendo, como hago desde hace bastante tiempo, en que la calidad del trabajo es igual o más importante que la cantidad, y en especial el puro y simple cumplimiento de la normativa laboral. Su incumplimiento lleva, seguramente, a que un buen número de jóvenes se identifiquen con la letra de una preciosa canción de Amaral, en la que se explica que “Carlos me contó que a su hermana Isabel la echaron del trabajo sin saber porqué; no le dieron ni las gracias porque estaba sin contrato; aquella misma tarde fuimos a celebrarlo, ya no tendrás que soportar al imbécil de tu jefe ni un minuto más. Son mis amigos, en la calle pasábamos las horas. Son mis amigos, por encima de todas las cosas son mis amigos”.

2. En el ámbito europeo, la preocupación por la pérdida del empleo, o por el deterioro de las condiciones de trabajo, no afecta sólo a las personas con más difícil acceso al mercado de trabajo sino también a todo el colectivo trabajador, y el sentimiento de inseguridad. Así lo pone de manifiesto el eurobarómetro especial del mes de julio de este año sobre la política social y de empleo.

Según la encuesta (que se llevó a cabo del 25 de mayo al 17 de junio), el 3,5 % de los europeos con trabajo ha experimentado personalmente la pérdida de su empleo como consecuencia de la crisis económica, porcentaje que se incrementa mucho (24 %) cuando la pregunta se refiere al conocimiento de algún colega que se haya visto afectado, y más aún (36 %) si se trata de algún amigo miembro de la familia. España se sitúa como el tercer país que cree que ha sufrido más las consecuencias de la crisis, ya que los porcentajes son del 17, 36 y 55 %, respectivamente.

La preocupación por la posible pérdida de empleo en el próximo futuro es perceptible con claridad, ya que un 32 % de los europeos está muy preocupado con esa hipótesis, mientras que los porcentajes son superiores si se refiere a la situación de su cónyuge (38 %) o de sus hijos (47 %). Nuevamente España ocupa posiciones de cabeza en los porcentajes de preocupación, ya que ascienden al 65, 72 y 77 %, respectivamente, algo que no debe de extrañar si pensamos en la magnitud de la crisis que ha afectado a nuestro país y muy especialmente durante el año en curso.

Otro dato importante a tomar en consideración es la falta de perspectiva de encontrar un nuevo empleo en los próximos 6 meses para los europeos en activo que pudieran perderlo, ya que un 33 % de los encuestados lo consideran muy improbable (frente a un 28 % en el barómetro de 2008). Con respecto a la posibilidad de mantener el actual durante los próximos dos años, un 80 % se manifiesta de forma positiva, porcentaje que baja hasta el 72 % en el caso de España.

La mayoría de los encuestados creen que la experiencia profesional y las cualificaciones (seguidas de la adaptabilidad) son los dos aspectos más importantes para encontrar un nuevo empleo. Por otra parte, los encuestados buscarían nuevo empleo, si tuvieran necesidad, pero del mismo tipo y en el mismo lugar; en el supuesto de que tuvieran que optar por algún cambio, primarían el cambio de localidad antes que el del tipo de trabajo, si bien no conviene menospreciar el dato de que un 25 % de los encuestados aceptaría cualquier empleo. Si bien los datos son los mismos para España, los porcentajes varían considerablemente con respecto a la media de la UE: así, la experiencia profesional se valora por un 54 % de los europeos y por un 67 % de los españoles; el nivel de cualificación académica alcanza porcentajes casi idénticos ( 52 y 53 %), pero se diferencia ampliamente la percepción de necesitar capacidad de adaptación (34 y 26 %), los conocimientos informáticos (19 y 7 %), y el conocimiento de idiomas (17 y 13 %, respectivamente).

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