jueves, 4 de junio de 2009

Qué espero de Europa.

Soy un europeísta ferviente y he defendido siempre, tanto en actos públicos como en mis escritos, el valor del modelo social europeo. Acogí con gran satisfacción la entrada de España en la entonces Comunidad Europea el año 1986, y recuerdo con satisfacción que el primer curso que impartí para delegados de Comisiones Obreras en la Universidad de Barcelona se dedicó al estudio de la política social comunitaria.

Por ello creo que estoy en condiciones de afirmar ahora que me preocupa Europa, o más exactamente la deriva que está tomando la política comunitaria. Las últimas sentencias del Tribunal de Justicia en materia de derechos colectivos de los trabajadores han relegado a estos a un segundo plano y situado claramente por delante el derecho a la libre prestación de servicios. Algunas recientes normas comunitarias, y el ejemplo más claro sería el de la Directiva sobre retorno de los inmigrantes en situación irregular, no contribuyen precisamente a mi parecer a reforzar el lado humano y solidario que caracterizó a la ahora Unión Europea desde que sus fundadores la pusieran en marcha en 1957 en Roma. La ampliación, primero a 25 y después a 27 Estados, a partir de mayo de 2004, ha incorporado a países que ven más la UE como un mercado donde colocar sus productos (y también a sus trabajadores) y no como un proyecto de espacio común y compartido de valores que giran alrededor de la justicia social, el humanismo y la solidaridad con los restantes países del planeta, en especial con los más necesitados.

Y como sigo europeísta, a pesar de todo, voy a seguir defendiendo, en las urnas el próximo 7 de junio y en todas mis actividades el valor del modelo social europeo, tan criticado por algunos – y del que nadie duda que debe adaptarse permanentemente para adecuarse a los cambios económicos y sociales – pero que ha servido desde la década de los sesenta del pasado siglo XX para mejorar las condiciones de vida (y de trabajo) de muchísimas personas. Por cierto, y termino, háganse una pregunta, y traten de responderla objetivamente, antes de responder si desean o no la Europa social: ¿cómo era España en 1986 y como es ahora?

1 comentario:

Rafael Arenas García dijo...

Muy buen mensaje Eduardo. Inteligencia para ver los problemas, unida a perseverancia para su resolución y esperanza.