lunes, 5 de noviembre de 2007

Cada vez preocupa más la calidad de empleo, y algo menos su cantidad.

En mi condición de Director de la Cátedra de Inmigración, Derechos y Ciudadanía de la Universidad de Girona me he acercado durante mucho años al examen y análisis del barómetro mensual del Centro de Investigaciones Sociológicas, para destacar la percepción de la inmigración por la ciudadanía como un problema de mayor o menor importancia según el momento histórico, así como para resaltar la diferencia existente entre la consideración de un problema importante cuando se responde a la pregunta de cuáles son aquellos que hay en España y la de una cuestión de mucha menor importancia cuando el encuestado debe responder a cuáles son sus preocupaciones directas.

Pero ahora quiero referirme en esta entrada a otra cuestión que está adquiriendo más importancia en los resultados mensuales del barómetro y que guarda, sin duda, mucha relación con los cambios que se están operando en el mercado de trabajo: el mantenimiento o ligera disminución de la preocupación por el desempleo y el incremento gradual de la derivada de “los problemas relacionados con la calidad del empleo”. Probablemente la tendencia se refuerce en el futuro inmediato, aunque deberemos ser prudentes para poder confirmar la hipótesis de que la percepción de la ciudadanía va más en la línea de afirmar que un serio problema es el de la calidad del trabajo (estabilidad, seguridad, cumplimiento de la normativa laboral, etc.) y que por el contrario el encontrarse en situación de desempleo, aún y no olvidando su relevancia, no es un problema tan serio como lo fue en épocas de tasa de desocupación mucho más elevadas que las actuales.

El barómetro del mes de septiembre, reciéntemente publicado, sustenta las afirmaciones que acabo de efectuar. En la pregunta sobre cuál es el principal problema que existe en España (con posibilidad de más de una respuesta), el paro se sitúa en tercer lugar (35.0), mientras que la calidad del empleo se encuentra en el sexto (13.5), e idéntica ubicación la encontramos cuando la persona encuestada debe responder a la pregunta (una respuesta) de cuál es el principal problema (15.8 y 4.6, respectivamente). El cambio se produce de forma sustancial cuando ya entramos en los problemas personales del encuestado que sitúa al paro en tercer lugar (16.4) y sube a la calidad del empleo al cuarto (14.4), diferencia que se mantiene cuando debe responderse a la pregunta del principal problema, si bien las posiciones que ocupan las respuestas son la cuarta y la quinta (9.3 y 6.5, respectivamente).

Sugiero que reflexionemos sobre estos datos, y que apostemos de forma clara y decidida por políticas de empleo que refuercen la calidad como mecanismo de cohesión social.

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