Estoy convencido que a mi maestro Joan N. García-Nieto, jesuita siempre unido al pueblo y desgraciadamente fallecido en 1994 mientras oficiaba la misa matutina, le hubiera gustado mucho el excelente trabajo del periodista Jesús Rodríguez que hoy domingo publica el suplemento dominical de El País y que lleva por título “Jesuitas. Los marines del Papa”, y muy especialmente su explicación de cómo la Compañía de Jesús, o quizás sería más exacto decir que una parte importante de la misma, se ha ido acercando cada vez más a las personas más desfavorecidas y ha compartido su vida, sus problemas y sus alegrías.
La referencia a José Mª Díez Alegría en el artículo me ha recordado una conversación que tuve con él en el año 1975, de la que sólo debo explicar en un foro público que me llenó de vitalidad y fortaleza a mis 22 años para seguir avanzando en mi desarrollo personal y social. José Mª Alegría con sus 96 años y sus ganas de vivir es un fiel ejemplo de aquello que yo he aprendido durante más de 25 años de mis relaciones con el mundo jesuítico, con personas de la elegancia y buen hacer de Joan N. García-Nieto, Francesc Riera o Ignasi Salvat, por citar sólo algunos de los muchos a los que profeso una intensa admiración y cariño desde que tuve la fortuna de incorporarme al Centro de Estudios Cristianismo i Justicia el año 1982.
Las referencias del artículo al general de la Compañía, Peter Kolvenbach me han traído también a la memoria mi participación en una reunión de los jesuitas de Misión Obrera en una pequeña población italiana cerca de Turín que tuvo lugar en agosto de 1986. Tuve la oportunidad de conversar durante unos minutos con el Padre Kolvenbach y pude apreciar de inmediato su inteligencia y su capacidad para saber captar lo más importante de aquello que le explicaban.
Como pueden comprobar, mi acercamiento al mundo jesuítico ha influido mucho en mi formación en todos los terrenos (religioso, político y social). Por ello, y en memoria de Joan N. García-Nieto me he permitido recuperar en este artículo un apartado de mi intervención en el acto de homenaje que se celebró en su ciudad, Cornellà del Llobregat, pocos meses de su fallecimiento, porque creo que después de más de trece años de haber sido escrita sigue manteniendo plena vigencia.
“El acto de hoy no es un homenaje para el recuerdo. Es un acto de consolidación y refuerzo de unos valores y de unos ideales, es un acto que no mira hacia el pasado sino hacia el futuro y que quiere que las ideas de Juan sigan vigentes. Aunque lagunas fueran más o menos acertadas, y otras, por qué no decirlo, taimen pudieran llegar a ser erróneas. Pero por encima de todo, fueron muchísimas más las virtudes que los defectos que pudieron haber existido en estas ideas, plasmadas en sus numerosísimos escritos y publicaciones, y en todas sus intervenciones públicas
Juan n. García-Nieto, Alfonso Carlos Comín, Ignacio Ellacuría, José Mª LLanos, han muerto como personas, pero no han muerto los ideales que defendieron a lo largo de sus vidas. Y desde el cielo, en esa conversación imaginaria de los cuatro, Juan, bebiendo un trago lago de güisqui con un “hielito” y después de recordarle a San Pedro, guardián del cielo, que debe adaptarse a las nuevas tecnologías y que ya no son necesarias las llaves sino que basta con una sencilla tarjeta con banda magnética para entrar en él, nos diría ánimo, adelante, no os dejéis ganar por las dificultades, porque la historia es de quienes siguen luchando diariamente contra las injusticias.
Yo, desde este foro, hago mías y de toda la Fundación estas palabras, y animo a todas las personas asistentes a este acto, y también a quienes se han solidarizado con él, a seguir batallando y peleando por un futuro mejor, sin exclusiones y sin discriminaciones entre las personas”.
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