La cuarta encuesta europea sobre las condiciones de trabajo se realizó a finales de 2005 y sus resultados se han publicado durante este año. Se trata de una encuesta que se realiza desde el año 1990 y que aporta una información de indudable interés para conocer la situación laboral, y señaladamente la calidad del trabajo, de los trabajadores encuestados. En la encuesta de 2005 el universo laboral de los 31 países en la que se llevó a cabo era de alrededor de 235 millones de personas. Cabe destacar que en los cinco años transcurridos desde que se llevó a cabo la encuesta anterior se han incorporado diez nuevos Estados a la Unión Europea, y que en muchos de ellos las relaciones de trabajo son sensiblemente diferentes de las de los países de la UE-15, pero aún así el estudio constata que las condiciones de trabajo se han mantenido relativamente estables y que un elevado porcentaje, que supera el 80 %, se encuentra satisfecho o muy satisfecho con dichas condiciones.
Me gustaría destacar en esta nota algunos datos de la encuesta que demuestran, a mi parecer, la necesidad de abordar los cambios que se están produciendo en el mercado laboral europeo y en las condiciones de trabajo de las personas afectadas, ya sea por cuenta ajena o por cuenta propia.
En primer lugar, la afirmación de que un 25 % de los trabajadores (frente al 21 % de la encuesta anterior) declare que su ritmo de trabajo es siempre o casi siempre muy elevado, es decir “que la intensidad del trabajo está aumentando y cada vez es mayor el número de personas que deben trabajar a un ritmo muy elevado y sometido a plazos ajustados”.
En segundo término, que ha aumentado considerablemente desde que se hizo la primera encuesta el número de personas que utilizan el ordenador durante toda o casi toda su jornada de trabajo, ya que hemos pasado desde un 13 al 27 %, aún cuando convendría reflexionar, en el marco de una sociedad informatizada, sobre el dato aportado en la encuesta de que el 64 % de los trabajadores “aún no utilizan nunca o casi nunca Internet o el correo electrónico”.
En tercer lugar, sigue incrementándose el número de trabajadores que presta su actividad en el sector servicios (66 %), en detrimento de los ocupados en el sector industrial (29 %), aún cuando no sería justo olvidar que buena parte de ese cambio puede ser más fruto de procesos de reestructuración empresarial que no de un incremento propiamente dicho en la actividad del sector servicios (piénsese, a título de ejemplo, en el importante proceso de externalización de actividades de gestión y asesoramiento que anteriormente se llevaban a cabo en el seno de la propia empresa).
Un dato que diferencia la realidad española de la media de los países encuestados es el volumen de contratación indefinida, que es del 78 % de promedio en los 31 Estados, destacando una presencia superior de la contratación de duración determinada en sectores como la hostelería y restauración, la agricultura y la educación.
Queda bastante por hacer en el ámbito de las políticas de igualdad y de una mejor distribución de los trabajadores y las trabajadoras en las distintas actividades y sectores productivos. La encuesta pone de manifiesto que sólo el 23 % de la mano de obra trabaja en aquellos ámbitos en los que se ha producido “la integración de género”, es decir que entre el 40 y el 60 % de la mano de obra es femenina. También deberá seguir actuándose en materia salarial, ya que los datos de la UE-27 demuestran que alrededor del 50 % de las trabajadoras ocupan el tercio inferior de la escala salarial.
No menos importante son los datos aportados por la encuesta sobre la edad de la población trabajadora, ya que se constata que numerosos países perderán en los próximos diez años alrededor de un 13 % de su mano de obra actual por llegar a la edad de jubilación, y que “la considerable proporción de trabajadores (superior a un 15 %) que se encuentra en el grupo de edad correspondiente a los 55 años o más plantea un importante reto para las políticas actuales, “en particular en los Países bajos y en los países escandinavos”.
En fin, si bien la jornada laboral de cinco días y 40 horas semanales sigue siendo la regla general para la mayor parte de trabajadores europeos (con poca flexibilidad para su adaptación, ya que el 56 % de los trabajadores no tienen ninguna posibilidad de modificar el horario fijado por la empresa), hay una parte no menospreciable de trabajadores que realizan largas jornadas de trabajo, es decir de más de 48 horas semanales. En dicha situación se encuentran el 15 % de los europeos (20 % varones y sólo 8 % mujeres), y siendo mayoritariamente algo que afecta de manera preferente a los trabajadores autónomos (44 %, frente a sólo el 9 % en los trabajadores por cuenta ajena). No obstante, también es importante reseñar que la última encuesta no sólo ha contemplado el tiempo de trabajo de la única o principal actividad del trabajador, sino que también ha incluido el tiempo que se dedica a un hipotético segundo trabajo, el invertido en los desplazamientos al trabajo (que se cuantifica como media en 40 minutos al día) y el invertido en el trabajo no remunerado, es decir “cuidado de los niños, atención a familiares y ancianos y tareas domésticas”. Las conclusiones refuerzan otros estudios realizados con los mismos criterios: en el trabajo remunerado, los hombres superan a las mujeres, pero en la suma de todos los trabajos “las mujeres trabajan más que los hombres, incluso en el caso de las mujeres que trabajan a tiempo parcial”.
No debemos olvidar, por último, el drama que significa para una persona ser víctima de violencia, hostigamiento o acoso moral en el trabajo, que la encuesta cuantifica en un 5 % durante los últimos doce meses, con especial intensidad en las empresas de mayores dimensiones y en los sectores de educación, salud, hostelería y restauración.
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