viernes, 18 de junio de 2021

Prólogo al libro Historia de la Juventud Obrera Cristiana de España (JOC-E).

 




Reproduzco  el prólogo redactado para la publicación "Historia de la JOC-E España", por la Asociación Encuentro Educativo Joseph-Cardijjn, que se ha publicado muy recientemente.


Es una gran satisfacción presentar el libro que los lectores y lectoras tienen en sus manos, o en el ordenador, con un título que, permítanme el atrevimiento de cuestionar a quienes lo han redactado, no hace justicia a su contenido, ya que no se trata meramente de “apuntes” sobre la historia de la JOCE (España) sino que, al menos a mi parecer, es bastante más, es un buen relato de la historia de España y de la compleja relación entre el mundo del trabajo y la Iglesia durante cerca de un siglo.

La primera pregunta que me hice cuando la Asociación Encuentro Educativo Joseph Cardijn me pidió que redactara la presentación de la obra fue cual era la razón por la que me lo pedía. No se lo pregunté, obviamente porque no me hubiera gustado que me dijera que era por mi “veteranía” y “conocimiento” del mundo del trabajo, ya que ello implicaba que se atribuía a un “senior” o “persona de edad avanzada” (me gusta más esta cuidada terminología de la OIT para referirse a las personas mayores de 55 años y que están en el mercado de trabajo) unos saberes de la historia del trabajo y de las personas trabajadoras por haber dedicado mi vida laboral al estudio de la normativa jurídica en estrecha relación con la realidad social.

Y aunque ello pueda ser más o menos cierto, y eso corresponde decirlo a todos los alumnos y alumnas a los que he impartido docencia desde 1977, y a quienes me han escuchado en seminarios, jornadas de trabajo, conferencias, etc., y por supuesto también a quienes hayan leído mis publicaciones, prefiero quedarme con la sensación de que la petición se formuló por la amistad que durante buena parte de las dos últimas décadas del pasado siglo mantuve con buena parte, estoy seguro de ello, de quienes han contribuido a la publicación, y que después siguió si bien de forma más diluida, pero no por ello menos afectiva, a través de diversas publicaciones en las que abordé la problemática social.

Por ello, me vienen a la memoria dos conferencias y una publicación: en primer lugar, la sesión organizada el 30 de noviembre de 1988 en los locales de la JOCE de Madrid para analizar el que era un (mal) proyecto de “contrato de trabajo de inserción para jóvenes”, y que fue el detonante de la primera huelga general durante un gobierno socialista de la etapa democrática (re)iniciada en junio de 1977, el 14 de diciembre de 1988; en segundo término, la conferencia sobre “Renta mínima (Salario Social)”, impartida en el Seminario de Formación Social “El Salario Social”, organizado por la JOCE de Valladolid el 3 de febrero de 1990; por fin, ese mismo año realicé la presentación del estudio “El servicio doméstico en España entre el trabajo invisible y la economía sumergida”, resultado de un amplio informe de investigación realizado por el Colectivo IOE para la JOCE, de la que me permito recuperar dos frases que creo que siguen teniendo plena actualidad: “Todo estudio que se realice sobre los trabajadores del servicio doméstico debe partir de una doble realidad: por razones sociales, el mismo ha sido considerado tradicionalmente como algo propio de mujeres; de otra parte, el trabajo del hogar, en su vertiente laboral, se sitúa en el sector precario o inestable del mercado laboral, caracterizado por unas condiciones de trabajo poco gratificadoras y por la poca seguridad de permanencia en el puesto de trabajo”. El estudio del régimen jurídico de ese personal, y su contraste con las condiciones reales de prestación de los servicios, recogida en el Informe, “pone de manifiesto las dificultades existentes para garantizar el correcto cumplimiento de las normas, y la situación de práctica indefensión en que la que se encuentran la mayor parte de esas personas para reivindicar sus derechos”.

Jóvenes, rentas mínimas para toda la ciudadanía, problemática de las personas (en su inmensa mayoría mujeres) que trabajan en el sector doméstico; es decir, temáticas que siguen estando de plena actualidad y desgraciadamente mucho más desde el inicio de la crisis sanitaria que estamos viviendo y que ha afectado especialmente a jóvenes y a la población femenina como se constata en los diversos estudios realizados a escala internacional, europea y española, siendo muy recomendable la lectura de los realizados periódicamente por la OIT.

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Dejemos ya las referencias personales que me vinculan, y es un motivo de satisfacción, con la historia, a parte iguales, del mundo cristiano y del mundo del trabajo, unidos y nunca excluyentes, y vayamos a la presentación de la obra, cuyo sumario ya nos da una excelente pista de su contenido y que tras su lectura se confirmará como totalmente cierta: el libro es un fiel relato de buena parte de la historia de España, de la Iglesia (tanto de la jerarquía como de la base) y de la JOC durante buena parte de la historia y, posteriormente tras diversos conflictos que acabaron con la separación de buena parte de sus militantes, de la JOCE. 

Siendo totalmente cierto que cada capítulo de la obra merece especial atención, por ser un “pedazo” de la historia, y lógicamente quienes somos “personas de edad avanzada” nos reconocemos especialmente en varios de ellos, los que abarcan desde la transición de la dictadura a la democracia (1977) hasta nuestros días, he de confesar que me ha resultado especialmente interesante el dedicado a los rasgos constantes de la JOCE a lo largo del tiempo (La dignidad de la persona no es negociable. El proceso educativo. La militancia, pieza fundamental. Una organización juvenil autónoma. La dimensión obrera. La dimensión cristiana. La identidad de género. Conciencia internacional), y que quizás, por su relevancia, hubiera podido ir en la primera parte del libro ya que enmarca y delimita toda una forma de ser (ver-juzgar-actuar) que ha guiado a la militancia durante la vida de la organización. Ese método permanente de trabajo que ha guiado a la militancia a lo largo de la historia y que queda perfectamente reflejado en la obra en estos términos: “a) verdad de fe (tesis): cada joven trabajador es una persona con dignidad y respeto y es hijo de Dios. b)       verdad de experiencia (antítesis): las condiciones materiales y morales en la que vive la gran mayoría de la juventud trabajadora están en manifiesta contradicción con la condición humana y su vocación de hijos de Dios. c) verdad de método (síntesis): para conquistar la masa de jóvenes trabajadores para su destino, existe solo un medio, que es su organización en el seno de la Iglesia. Que, entre ellos, por ellos y para ellos se atraigan, se ayuden, se sirvan mutuamente con vistas a esta conquista de su destino”.

Y desde luego, no menos interesante, por la aportación de vivencias prácticas, es el  dedicado a “algunas experiencias significativas”. Además, el interés de la publicación radica en especial en que se trata, toda ella, de la historia explicada por sus directos protagonistas y que por ello está basada, y acompañada, de mucha y buena bibliografía y documentación de archivo que permite conocer de primera mano todo aquello que es objeto de explicación.

Es obligada la atenta lectura de la introducción, en la que se explica como aquello que se va a exponer en páginas posteriores es la historia de “parte del movimiento obrero y de la Iglesia”, y que el libro ha sido elaborado por militantes jocistas, que con el apoyo documental disponible recopilaron y organizaron “de la mejor manera posible, lo que ha sido la vida de la JOC a lo largo de todo este tiempo”. Según sus autores, “se trata de un escrito eminentemente descriptivo en el que se intenta reflejar la historia de la JOC España y su evolución”. Se afirma que “Hemos pretendido reflejar, de la manera más fiel posible, el perfil del militante jocista. Una militancia de corte autodidacta y no formal, que leía la realidad con una doble mirada: la historia del movimiento obrero y sus luchas contra la explotación, y la mirada desde un evangelio liberador, cuya referencia es la persona de Jesús de Nazaret. Una militancia que se embarcaba en un intenso proceso educativo, a partir de la acción reflexionada con una metodología específica y genuina: la “revisión de vida y acción obrera”. Un método de análisis y planificación de la acción que se practicaba de forma permanente en las sesiones grupales (equipos de militantes y equipos de acción) así como en encuentros de formación, asambleas, círculos de estudio, sesiones monográficas, etc”.

La historia de la JOC, primero y de la JOCE después transita desde su nacimiento, abordado en el capítulo I con la especial atención, necesariamente obligada porque es de ahí de donde surge, con su puesta en marcha por Joseph Cardin, nacido en 1882 en un período, como bien se pone de manifiesto en la obra, de “indignación ante las situaciones de explotación y pobreza de la juventud trabajadora y de la clase obrera”. El capítulo examina con atención como Cardin apuesta por “a) la creación de la conciencia de clase, de capacidades de la juventud trabajadora. Crear un movimiento de jóvenes trabajadoras que se responsabilizan de otras jóvenes trabajadoras. b) Una estructura femenina, que incluye una responsabilidad compartida, horizontal entre la juventud trabajadora; c) Muestra una nueva cara de la Iglesia, que ya no está ligada  exclusivamente a la parroquia territorial, sino basada  en la realidad social de la clase obrera”.

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A partir del capítulo II hasta el VIII, inclusive, se explica la historia de la JOC primero, y de la JOCE después, desde sus inicios a principios de los años treinta del pasado siglo XX hasta la disolución a principios de la pasada década. En cada uno de ellos hay una amplia explicación de esa pequeña parte de la historia del mundo cristiano y del mundo del trabajo, siempre unidos y nunca excluyentes por mucho que desde jerarquías eclesiales se pretendiera contraponerlos durante mucho tiempo.

El perfecto resumen de cada capítulo que se encuentra a su finalización permite disponer de una excelente síntesis de las ideas clave de cada período que quienes lo han redactado han querido enfatizar. Permítanme, por ello, que haya seleccionado algún fragmento de cada uno de ellos para reflejar aquello que es a mi parecer lo más relevante de la obra, selección que en modo alguno debe servir, sino más bien todo lo contrario, para tomar en consideración no sólo el resumen integro sino también por supuesto la lectura atenta de todos los capítulos.

Capítulo II. Inicios de la JOC en España 1930-1936.

“España en este periodo se encuentra fuertemente polarizada y en consecuencia también la JOC. Los grupos fundacionales de la JOC, creados, en general, por sacerdotes inquietos socialmente que tenían algún tipo de contacto con la JOC belga y/o francesa, y promueven en sus parroquias iniciativas de tipo social, creando grupos de apostolado con la juventud trabajadora. Los primeros círculos de estudio (Valladolid) son característicos de una educación piramidal “de arriba abajo”. Son cursos impartidos en los Centros JOC generalmente por profesionales de clase media a favor de los obreros. Y lo mismo ocurre en la actividad parroquial con la opción de llegar a los más necesitados.

… Ya desde el origen la JOC está marcada a fuego por su doble  fidelidad a la liberación de la clase obrera y a la figura de Jesús de Nazaret  cuya apropiación es utilizada políticamente por la Iglesia como  estrategia y foco de influencia”.

Capítulo III. Desarrollo de la JOAC (Juventud Obrera de Acción Católica) 1945- 1956. Su nacimiento bajo el régimen nacional catolicismo”.

“Al terminar la Guerra, no solo se instaurará un régimen dictatorial en España, sino que también se impondrá una determinada interpretación del catolicismo, netamente conservador, entrando en colisión con otras manifestaciones con mayor contenido social, que serán abandonadas durante veinte años.

…El movimiento Obrero en España en estos años: 1945-1954 es mínimo en apariencia. La gran novedad, es que por primera vez en la historia de España hay militantes cristianos “dentro” del Movimiento Obrero. El hecho de que los movimientos apostólicos españoles se encontraran con este vacío por delante, tanto ideológicos como organizativos, va a explicar muchas de sus limitaciones.

….. Se puede asegurar que la JOCF y la HOAC son las dos únicas organizaciones que tenían un poder de convocatoria en el ámbito laboral. El clero vasco va a tomar la iniciativa de forma relevante en dos direcciones paralelas: La reivindicación del problema nacional y del problema obrero. “La denuncia de las situaciones de pobreza de la población obrera, ya en gran parte inmigrante, es la aplicación concreta de muchas homilías, a las que se suman  las que denuncian las torturas y las que tienen por objeto impedir que entren en el templo las banderas de la división y de humillación para un pueblo creyente, que no puede ocultar ni su memoria, ni su postración actual”.

Capítulo IV. Período ascendente de la JOC 1956- 1967.  El plan de estabilización de la economía española y el renacimiento del movimiento obrero.

“La segunda década de la JOC es un resultado de la propia evolución de la militancia y de la sociedad española que exige un mayor “compromiso”. Surgen nuevos sindicatos (USO, CC.OO) y partidos políticos y la militancia jocista está en primera línea. Se mantienen las tareas de formación y la dedicación al desarrollo del movimiento, aunque estas bajan ostensiblemente durante la segunda mitad de la década.

Estalla el conflicto con la jerarquía eclesiástica por querer controlar el Movimiento JOC al mismo tiempo que grandes sectores de la iglesia muestran su afinidad con el franquismo. Es un periodo donde aparece con mayor intensidad la crisis religiosa estrechamente relacionada con varios factores: un proceso de secularización de la sociedad española con el abandono de prácticas religiosas,  rechazo de las mujeres al ideal tradicional de feminidad); el inicio del Concilio Vaticano II, con su repercusión en el mundo moderno y la aceptación de la pluralidad; una mayor conflictividad del movimiento obrero.

Capítulo V. Etapa de crisis 1967- 1980. Presencia significada del movimiento obrero y control de la jerarquía eclesiástica de los movimientos especializados (1966- 1980).

“Nos encontramos ante un crecimiento significativo del Movimiento Obrero y sus organizaciones,  justo en el momento de mayor éxito de movilización de la clase obrera, durante los años 1966 con una presencia importante en las luchas de las organizaciones especializadas de la Acción Católica (HOAC y JOC). Al mismo tiempo era el inicio de su declive del Movimiento JOC. Este declive tuvo que ver, por un lado, con que muchos militantes católicos experimentaron un proceso de laicización y radicalización que les llevó a romper con sus organizaciones de origen, crear otras nuevas —son los casos de la USO, CCOO y la ORT— o incorporase en las organizaciones clandestinas de oposición al régimen como el PCE, MCE, Círculos Comunistas, etc.

Ello obliga a nuevas reflexiones y a plantear nuevas referencias. Era necesaria una renovación de la JOC. Esta se situaba en la lógica de los desafíos que planteaban los países no europeos, en muchos de los cuales los cristianos eran minoritarios. Tras su nacimiento y desarrollo(,) se inicia la prueba de fuego y la reconstrucción, el Movimiento había llegado a un momento de cuestionamientos, con necesidad de redefinirse como Movimiento internacional. Todo ello producía crisis internas y externas. La Celebración  del V Consejo Mundial  de Linz, abril de 1975, viene  como agua de mayo para la JOC española, pues se refuerza una posición de autonomía como movimiento a escala internacional y, sobre todo lo que es más importante, se declara en positivo lo que es la JOCI refrendado con el voto de la mayoría de los países.

Capítulo VI. Nueva sociedad. 1980 -1990. Una nueva sociedad. Un contexto juvenil distinto. Un nuevo conflicto con la jerarquía de la Iglesia.

“Estamos en la época de la transición política donde se ha consolidado definitivamente la política de "pactos en las alturas". La desmovilización popular es ya un hecho. Esta desmovilización general ha afectado de manera especialmente dura a los jóvenes que han quedado desenganchados de todo el proceso. Ahora es la época de la reforma y el cambio «sin traumas». Empezamos a pasar de la política. Dejamos de hablar de la 'lucha de clases”, de "proletariado” o de "lucha ideológica”. Lo único válido es el momento, «pasarlo bien», sin entrar en el sistema.

Entre los problemas que padece la juventud, el que reviste mayor gravedad es, sin duda, el desempleo. Por su importancia numérica, que alcanza a más de un millón de jóvenes, y por las consecuencias que de ello se desprende. Estamos ante un cambio de país y de las biografías de la juventud. Se da un alargamiento del tiempo de estudio, ocio masificado y aparición con intensidad del fenómeno de las drogas y la inseguridad ciudadana. Y como toda transición, de forma paralela, emerge la presencia de un conjunto de grupos e iniciativas muy diversas: ecologistas,feministas, antimilitaristas, alternativos y de todo tipo que han irrumpido en la última década.

Legalización de la Juventud Obrera Cristiana de España (JOC-E). Se procede al reconocimiento y registro en el Ministerio del Interior. Con la afirmación pública de una personalidad jurídica en un Estado Democrático de Derecho, en igualdad de condiciones con otras asociaciones del Estado español, sin la protección de otras instituciones. Y meses más tarde se crea la revista Jóvenes.

Es el inicio de una nueva etapa del Movimiento JOC. En esta década la JOC-E despliega un abanico amplio de acciones. Unas que provoca el mismo Movimiento como: el equipo de acción y coordinación de estos equipos, asambleas abiertas de jóvenes, asociaciones juveniles, coordinación de aprendices (con su dinámica orgánica propia desde sus responsables), grupos de actividades. Otras estructuras desde las que estamos trabajando son: clubs, vocalías y Casas de la Juventud, comités de empresas, sindicato, asambleas de parados, enseñanza… 1º de mayo, semanas de solidaridad, empleadas de hogar, vacaciones y tiempo libre, etc”.

Capítulo VII. 1900- 2000. Cambios en las biografías juveniles. Transformaciones socioeconómicas y políticas.

“Venimos de una historia donde el Modelo Social Europeo era un proyecto político articulado en torno a los valores de equidad social (igualdad), solidaridad colectiva (redistribución) y eficiencia productiva (optimización), y es el resultante de un proceso de conflicto y cooperación entre los diversos agentes sociales. Todo ello está dirigido  a la mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía. Hoy este proceso se ha quebrado y asistimos a una fuerte fragmentación de la sociedad.

La quiebra del trabajo-el desempleo-expulsa miles de mujeres y hombres a la precariedad, la pobreza y la exclusión social y consecuentemente a la pérdida de derechos sociales. El trabajo ha perdido la centralidad política.  La edad de juventud se alarga de modo forzoso, con una dependencia familiar de más de 5 años. No hay conflicto intergeneracional.

El nuevo mapa social. La prioridad y defensa de aquellos que han quedado fuera (personas/hogares más frágiles), del "personal sobrante", "inempleables", "contratos de tiempo parcial", "territorios invisibles de la logística en naves de carga y descarga", la individualización de las empleadas de hogar, los territorios de la exclusión social donde se dan cita "los sin techo”, sin empleo, sin ingresos, sin papeles, sin recursos.

“Participar, una forma de vivir”. La JOC-E hemos sido capaces de analizar estas situaciones con y junto a otros/as jóvenes, dar a conocer quiénes somos la juventud excluida, porqué lo estamos y en qué, nos hemos preguntado el porqué es así y qué queremos, nos hemos atrevido a decirlo y difundirlo de mil formas: escrita, mediante un estudio de enseñanza, cuadernos, manifiestos, carta contra la exclusión...;con la imagen: a través de videos, fotografías; mediante la palabra en las radios, en la calle, en las coordinaciones; mediante la expresión y la fiesta-reivindicación en festivales, Imaginación”.

Capítulo VIII. Evaluación de un periodo.

“El momento de la juventud y el proceso de participación han abandonado  la referencia  a la “militancia” o al “trabajo político”. El fenómeno ideológico probablemente más característico de estos años es la pérdida de memoria histórica y, muy especialmente, de la memoria histórica de los jóvenes.

Estamos asistiendo a la precariedad cotidiana que implica la pérdida de derechos universales; inseguridad presente  y futuro por debajo de condiciones de vida dignas y negación de los derechos humanos. Estamos en un contexto de fuerte movilización contra la inminente guerra de Irak, jamás una protesta había congregado a tantos millones de personas en todo el mundo, unidos bajo el grito de “No a la guerra”. Al mismo tiempo, la insumisión estaba creciendo en España y la juventud  se enfrentaba  a situaciones difíciles, como procesamientos, juicios y encarcelamientos de militantes.

Pero también se da una fuerte presencia de la condición de género. Las mujeres no solo tenemos el doble de tasa de paradas y la mayor tasa de trabajo temporal y a tiempo parcial, sino que la media de nuestros salarios es casi el 30% inferior y estamos mayoritariamente segregadas a ocupaciones a los niveles profesionales más bajos, con una presencia significativa en el sector de Empleadas de Hogar”.

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No es la presentación de una obra ajena (no por el contenido, que comparto en muy gran medida, sino por la autoría) el lugar adecuado para formular la valoración propia de cada período analizado, ya que ello sería suplantar la voz y las vivencias de quienes contribuyeron a “hacer” dicha historia. Por ello, me permitirán que desde mi aportación de personas conocedora de la realidad laboral y del mundo jurídico que la rodea desde que se aprobaron las primeras leyes laborales en la última parte del siglo XIX, haga unos consideraciones generales obre aquello que ha sido el Derecho del Trabajo a lo largo de esa historia tan bien descrita en la publicación y en la que han participado activamente miles de jóvenes que han contribuido, y la JOC primero y la JOCE después han sido un claro ejemplo de ello, a que el mundo del trabajo sea mejor, con todos los peros y defectos que se le quieren poner ciertamente, y serán muchos, al que conocieron nuestros lejanos antepasados, y que debemos tratar de mantener y mejorar porque así lo pide y demanda la gran mayoría de la población, aquella que vive única y exclusivamente de su trabajo, formal o informal, regular o irregular. 

Durante mucho tiempo a lo largo de toda la historia no existieron las relaciones laborales, no existió el marco normativo laboral y de protección social tal como lo entendemos en la actualidad, pero sí hubo muchas, muchísimas, personas que pusieron su fuerza de trabajo a disposición de otras que se lucraron con su actividad. La explotación acelerada de gran parte de la población desplazada a las fábricas llevó a la organización del movimiento obrero y a la creación de organizaciones sindicales para la protección y defensa de los (entonces casi inexistentes) derechos de los trabajadores. Nuestros antepasados contemplarían hoy con orgullo cómo ha cambiado el mundo del trabajo y cómo la regulación de derechos en materia de tiempo de trabajo, por ejemplo, es considerado como el ADN de una parte importante (no toda, ni mucho menos) de la regulación laboral. Sin su lucha, en condiciones muy difíciles y que podía implicar penas de prisión, despidos fulminantes y aparición en “listas de trabajadores indeseables”, el mundo del trabajo muy probablemente no sería el que es en la actualidad.

Y entonces, si tanto hemos cambiado y hemos mejorado en poco menos de dos siglos, me preguntarán por qué hemos de cambiar el presente. Pues porque el mundo del trabajo es extraordinariamente dinámico y mucho más desde que la introducción de la tecnología (no utilizo la expresión “nuevas tecnologías” porque esta hace sonreír, y con razón, a los jóvenes nativos digitales) ha posibilitado cambios extraordinarios en las relaciones entre el tiempo, el lugar y la prestación de trabajo. Si para muestra vale un botón, fijémonos en los numerosos congresos y reuniones que se celebran bajo el título de cambiar, pensar o repensar el mundo del trabajo, en los que se debate, discute y analiza el entorno productivo, la capacitación y aptitudes profesionales, el talento necesario para llevar a buen puerto un proyecto, o la adaptación de las condiciones de trabajo a una cada vez mayor diversidad en el seno de la población trabajadora. Cambiar el presente sí, y desde la certeza, datos estadísticos la avalan, de que sigue habiendo un elevado porcentaje de población que cada día, a través de las múltiples formas jurídicas existentes, por medio de vías regulares, irregulares o informales (¡cuántos estudios de la OIT hay al respecto, y qué útiles son para conocer la realidad mundial y no sólo la de nuestra pequeña parcela laboral en la que nos movemos diariamente!) vende su fuerza de trabajo, presta sus servicios para otros sujetos, empleadores, ya sean personas físicas o jurídicas, que retribuyen aquella prestación. Cambiar el presente es conseguir que las condiciones laborales respondan al reto de una población trabajadora, y empresarial, que se inserta en una realidad económica cada vez más global y que condiciona las decisiones productivas que se adoptan, y en donde no sólo el salario sino otras condiciones laborales como por ejemplo la formación, la posibilidad de conciliar adecuadamente vida propia y vida laboral, el ser “escuchado” y participar en la organización de tu trabajo (la gestión de los algoritmos es cada vez más importante en dicha organización y su control), son cada vez más importantes. Y en esta tarea, sigue siendo necesaria la participación de los sujetos colectivos, de los agentes sociales, en suma, de las organizaciones sindicales y empresariales para regular en cada sector aquello que sólo puede hacerse de forma general en el ámbito político internacional, europeo y estatal.

. No sirven, al menos para las personas de edad avanzada como es mi caso, y creo que muchos menos para la juventud actual. las meras lamentaciones de aquello que existió en poco más de treinta años, desde el final de la segunda guerra mundial hasta mediados de los años setenta del pasado siglo XX, y que ha ido cambiando al hilo de opciones políticas claramente dirigidas a desmontar (aunque no lo hayan conseguido plenamente ni mucho menos) el estado de bienestar (en un parte minoritaria del planeta), y reclamar su recuperación. Mirar hacia el futuro es comprender que el mundo del trabajo debe atender a los retos antes apuntados y dar voz a todas las personas que tienen mucho que decir, en un marco de relaciones laborales que debería ser cada vez menos jerarquizado y más participativo, aunque sigan existiendo relaciones de trabajo subordinadas, que cada vez se combinarán más, que sea de forma voluntaria o involuntaria es otra cuestión, con proyectos emprendedores o de autoocupación puestos en marcha por jóvenes, y no tan jóvenes, que desean ser sujetos activos y no meramente pasivos de la vida económica y social (y la historia de la JOCE es un  buen ejemplo de la puesta en marcha de tales proyectos tal como se explica en el último capítulo del libro). En este proceso, el Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social debe adaptarse, sin duda, para no perder sus señas de identidad, que no son otras que la protección y defensa de las personas más necesitadas de aquella y que siguen siendo muchas, muchos millones, en todo el planeta. Cobra importancia, cada vez mayor, el papel de las organizaciones internacionales y supraestatales, y cada vez es más necesaria la implicación de los agentes sociales a escala internacional”.

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Termino esta presentación, pero aquello que no termina es la historia, y a buen seguro que muchas de las personas que contribuyeron a escribir la de la JOCE siguen luchando por un mundo mejor. ¡Qué no de decaigan en el empleo y que animen a muchas personas más a lograr ese objetivo!


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