Reproduzco el prólogo redactado para la publicación "Historia de la JOC-E España", por la Asociación Encuentro Educativo Joseph-Cardijjn, que se ha publicado muy recientemente.
Es una gran
satisfacción presentar el libro que los lectores y lectoras tienen en sus
manos, o en el ordenador, con un título que, permítanme el atrevimiento de
cuestionar a quienes lo han redactado, no hace justicia a su contenido, ya que
no se trata meramente de “apuntes” sobre la historia de la JOCE (España) sino
que, al menos a mi parecer, es bastante más, es un buen relato de la historia
de España y de la compleja relación entre el mundo del trabajo y la Iglesia
durante cerca de un siglo.
La primera
pregunta que me hice cuando la Asociación Encuentro Educativo Joseph Cardijn me
pidió que redactara la presentación de la obra fue cual era la razón por la que
me lo pedía. No se lo pregunté, obviamente porque no me hubiera gustado que me
dijera que era por mi “veteranía” y “conocimiento” del mundo del trabajo, ya
que ello implicaba que se atribuía a un “senior” o “persona de edad avanzada” (me
gusta más esta cuidada terminología de la OIT para referirse a las personas
mayores de 55 años y que están en el mercado de trabajo) unos saberes de la
historia del trabajo y de las personas trabajadoras por haber dedicado mi vida
laboral al estudio de la normativa jurídica en estrecha relación con la
realidad social.
Y aunque ello
pueda ser más o menos cierto, y eso corresponde decirlo a todos los alumnos y
alumnas a los que he impartido docencia desde 1977, y a quienes me han
escuchado en seminarios, jornadas de trabajo, conferencias, etc., y por
supuesto también a quienes hayan leído mis publicaciones, prefiero quedarme con
la sensación de que la petición se formuló por la amistad que durante buena
parte de las dos últimas décadas del pasado siglo mantuve con buena parte,
estoy seguro de ello, de quienes han contribuido a la publicación, y que
después siguió si bien de forma más diluida, pero no por ello menos afectiva, a
través de diversas publicaciones en las que abordé la problemática social.
Por ello, me
vienen a la memoria dos conferencias y una publicación: en primer lugar, la
sesión organizada el 30 de noviembre de 1988 en los locales de la JOCE de
Madrid para analizar el que era un (mal) proyecto de “contrato de trabajo de
inserción para jóvenes”, y que fue el detonante de la primera huelga general
durante un gobierno socialista de la etapa democrática (re)iniciada en junio de
1977, el 14 de diciembre de 1988; en segundo término, la conferencia sobre “Renta
mínima (Salario Social)”, impartida en el Seminario de Formación Social “El
Salario Social”, organizado por la JOCE de Valladolid el 3 de febrero de 1990;
por fin, ese mismo año realicé la presentación del estudio “El servicio
doméstico en España entre el trabajo invisible y la economía sumergida”,
resultado de un amplio informe de investigación realizado por el Colectivo IOE
para la JOCE, de la que me permito recuperar dos frases que creo que siguen
teniendo plena actualidad: “Todo estudio que se realice sobre los trabajadores
del servicio doméstico debe partir de una doble realidad: por razones sociales,
el mismo ha sido considerado tradicionalmente como algo propio de mujeres; de
otra parte, el trabajo del hogar, en su vertiente laboral, se sitúa en el
sector precario o inestable del mercado laboral, caracterizado por unas
condiciones de trabajo poco gratificadoras y por la poca seguridad de
permanencia en el puesto de trabajo”. El estudio del régimen jurídico de ese
personal, y su contraste con las condiciones reales de prestación de los servicios,
recogida en el Informe, “pone de manifiesto las dificultades existentes para
garantizar el correcto cumplimiento de las normas, y la situación de práctica
indefensión en que la que se encuentran la mayor parte de esas personas para
reivindicar sus derechos”.
Jóvenes, rentas
mínimas para toda la ciudadanía, problemática de las personas (en su inmensa
mayoría mujeres) que trabajan en el sector doméstico; es decir, temáticas que
siguen estando de plena actualidad y desgraciadamente mucho más desde el inicio
de la crisis sanitaria que estamos viviendo y que ha afectado especialmente a
jóvenes y a la población femenina como se constata en los diversos estudios
realizados a escala internacional, europea y española, siendo muy recomendable
la lectura de los realizados periódicamente por la OIT.
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Dejemos ya las
referencias personales que me vinculan, y es un motivo de satisfacción, con la
historia, a parte iguales, del mundo cristiano y del mundo del trabajo, unidos
y nunca excluyentes, y vayamos a la presentación de la obra, cuyo sumario ya
nos da una excelente pista de su contenido y que tras su lectura se confirmará
como totalmente cierta: el libro es un fiel relato de buena parte de la
historia de España, de la Iglesia (tanto de la jerarquía como de la base) y de
la JOC durante buena parte de la historia y, posteriormente tras diversos
conflictos que acabaron con la separación de buena parte de sus militantes, de
la JOCE.
Siendo totalmente
cierto que cada capítulo de la obra merece especial atención, por ser un
“pedazo” de la historia, y lógicamente quienes somos “personas de edad
avanzada” nos reconocemos especialmente en varios de ellos, los que abarcan
desde la transición de la dictadura a la democracia (1977) hasta nuestros días,
he de confesar que me ha resultado especialmente interesante el dedicado a los
rasgos constantes de la JOCE a lo largo del tiempo (La dignidad de la persona
no es negociable. El proceso educativo. La militancia, pieza fundamental. Una
organización juvenil autónoma. La dimensión obrera. La dimensión cristiana. La
identidad de género. Conciencia internacional), y que quizás, por su
relevancia, hubiera podido ir en la primera parte del libro ya que enmarca y
delimita toda una forma de ser (ver-juzgar-actuar) que ha guiado a la
militancia durante la vida de la organización. Ese método permanente de trabajo
que ha guiado a la militancia a lo largo de la historia y que queda
perfectamente reflejado en la obra en estos términos: “a) verdad de fe (tesis):
cada joven trabajador es una persona con dignidad y respeto y es hijo de Dios. b) verdad de experiencia (antítesis): las
condiciones materiales y morales en la que vive la gran mayoría de la juventud
trabajadora están en manifiesta contradicción con la condición humana y su
vocación de hijos de Dios. c) verdad de método (síntesis): para conquistar la
masa de jóvenes trabajadores para su destino, existe solo un medio, que es su
organización en el seno de la Iglesia. Que, entre ellos, por ellos y para ellos
se atraigan, se ayuden, se sirvan mutuamente con vistas a esta conquista de su
destino”.
Y desde luego, no
menos interesante, por la aportación de vivencias prácticas, es el dedicado a “algunas experiencias
significativas”. Además, el interés de la publicación radica en especial en que
se trata, toda ella, de la historia explicada por sus directos protagonistas y
que por ello está basada, y acompañada, de mucha y buena bibliografía y
documentación de archivo que permite conocer de primera mano todo aquello que
es objeto de explicación.
Es obligada la
atenta lectura de la introducción, en la que se explica como aquello que se va
a exponer en páginas posteriores es la historia de “parte del movimiento obrero
y de la Iglesia”, y que el libro ha sido elaborado por militantes jocistas, que
con el apoyo documental disponible recopilaron y organizaron “de la mejor
manera posible, lo que ha sido la vida de la JOC a lo largo de todo este
tiempo”. Según sus autores, “se trata de un escrito eminentemente descriptivo
en el que se intenta reflejar la historia de la JOC España y su evolución”. Se
afirma que “Hemos pretendido reflejar, de la manera más fiel posible, el perfil
del militante jocista. Una militancia de corte autodidacta y no formal, que
leía la realidad con una doble mirada: la historia del movimiento obrero y sus
luchas contra la explotación, y la mirada desde un evangelio liberador, cuya
referencia es la persona de Jesús de Nazaret. Una militancia que se embarcaba
en un intenso proceso educativo, a partir de la acción reflexionada con una
metodología específica y genuina: la “revisión de vida y acción obrera”. Un
método de análisis y planificación de la acción que se practicaba de forma
permanente en las sesiones grupales (equipos de militantes y equipos de acción)
así como en encuentros de formación, asambleas, círculos de estudio, sesiones
monográficas, etc”.
La historia de la
JOC, primero y de la JOCE después transita desde su nacimiento, abordado en el
capítulo I con la especial atención, necesariamente obligada porque es de ahí
de donde surge, con su puesta en marcha por Joseph Cardin, nacido en 1882 en un
período, como bien se pone de manifiesto en la obra, de “indignación ante las
situaciones de explotación y pobreza de la juventud trabajadora y de la clase
obrera”. El capítulo examina con atención como Cardin apuesta por “a) la
creación de la conciencia de clase, de capacidades de la juventud trabajadora.
Crear un movimiento de jóvenes trabajadoras que se responsabilizan de otras
jóvenes trabajadoras. b) Una estructura femenina, que incluye una
responsabilidad compartida, horizontal entre la juventud trabajadora; c) Muestra
una nueva cara de la Iglesia, que ya no está ligada exclusivamente a la parroquia territorial,
sino basada en la realidad social de la
clase obrera”.
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A partir del
capítulo II hasta el VIII, inclusive, se explica la historia de la JOC primero,
y de la JOCE después, desde sus inicios a principios de los años treinta del
pasado siglo XX hasta la disolución a principios de la pasada década. En cada
uno de ellos hay una amplia explicación de esa pequeña parte de la historia del
mundo cristiano y del mundo del trabajo, siempre unidos y nunca excluyentes por
mucho que desde jerarquías eclesiales se pretendiera contraponerlos durante
mucho tiempo.
El perfecto
resumen de cada capítulo que se encuentra a su finalización permite disponer de
una excelente síntesis de las ideas clave de cada período que quienes lo han
redactado han querido enfatizar. Permítanme, por ello, que haya seleccionado
algún fragmento de cada uno de ellos para reflejar aquello que es a mi parecer
lo más relevante de la obra, selección que en modo alguno debe servir, sino más
bien todo lo contrario, para tomar en consideración no sólo el resumen integro
sino también por supuesto la lectura atenta de todos los capítulos.
Capítulo II. Inicios de
la JOC en España 1930-1936.
“España en este periodo
se encuentra fuertemente polarizada y en consecuencia también la JOC. Los grupos
fundacionales de la JOC, creados, en general, por sacerdotes inquietos
socialmente que tenían algún tipo de contacto con la JOC belga y/o francesa, y
promueven en sus parroquias iniciativas de tipo social, creando grupos de
apostolado con la juventud trabajadora. Los primeros círculos de estudio
(Valladolid) son característicos de una educación piramidal “de arriba abajo”.
Son cursos impartidos en los Centros JOC generalmente por profesionales de
clase media a favor de los obreros. Y lo mismo ocurre en la actividad
parroquial con la opción de llegar a los más necesitados.
… Ya desde el origen la
JOC está marcada a fuego por su doble
fidelidad a la liberación de la clase obrera y a la figura de Jesús de
Nazaret cuya apropiación es utilizada
políticamente por la Iglesia como
estrategia y foco de influencia”.
Capítulo III. Desarrollo
de la JOAC (Juventud Obrera de Acción Católica) 1945- 1956. Su nacimiento bajo
el régimen nacional catolicismo”.
“Al terminar la Guerra,
no solo se instaurará un régimen dictatorial en España, sino que también se
impondrá una determinada interpretación del catolicismo, netamente conservador,
entrando en colisión con otras manifestaciones con mayor contenido social, que
serán abandonadas durante veinte años.
…El movimiento Obrero en
España en estos años: 1945-1954 es mínimo en apariencia. La gran novedad, es
que por primera vez en la historia de España hay militantes cristianos “dentro”
del Movimiento Obrero. El hecho de que los movimientos apostólicos españoles se
encontraran con este vacío por delante, tanto ideológicos como organizativos,
va a explicar muchas de sus limitaciones.
….. Se puede asegurar que
la JOCF y la HOAC son las dos únicas organizaciones que tenían un poder de
convocatoria en el ámbito laboral. El clero vasco va a tomar la iniciativa de
forma relevante en dos direcciones paralelas: La reivindicación del problema
nacional y del problema obrero. “La denuncia de las situaciones de pobreza de
la población obrera, ya en gran parte inmigrante, es la aplicación concreta de
muchas homilías, a las que se suman las
que denuncian las torturas y las que tienen por objeto impedir que entren en el
templo las banderas de la división y de humillación para un pueblo creyente,
que no puede ocultar ni su memoria, ni su postración actual”.
Capítulo IV. Período
ascendente de la JOC 1956- 1967. El plan
de estabilización de la economía española y el renacimiento del movimiento
obrero.
“La segunda década de la
JOC es un resultado de la propia evolución de la militancia y de la sociedad
española que exige un mayor “compromiso”. Surgen nuevos sindicatos (USO, CC.OO)
y partidos políticos y la militancia jocista está en primera línea. Se
mantienen las tareas de formación y la dedicación al desarrollo del movimiento,
aunque estas bajan ostensiblemente durante la segunda mitad de la década.
Estalla el conflicto con
la jerarquía eclesiástica por querer controlar el Movimiento JOC al mismo
tiempo que grandes sectores de la iglesia muestran su afinidad con el
franquismo. Es un periodo donde aparece con mayor intensidad la crisis
religiosa estrechamente relacionada con varios factores: un proceso de
secularización de la sociedad española con el abandono de prácticas
religiosas, rechazo de las mujeres al
ideal tradicional de feminidad); el inicio del Concilio Vaticano II, con su
repercusión en el mundo moderno y la aceptación de la pluralidad; una mayor
conflictividad del movimiento obrero.
Capítulo V. Etapa de
crisis 1967- 1980. Presencia significada del movimiento obrero y control de la
jerarquía eclesiástica de los movimientos especializados (1966- 1980).
“Nos encontramos ante un
crecimiento significativo del Movimiento Obrero y sus organizaciones, justo en el momento de mayor éxito de
movilización de la clase obrera, durante los años 1966 con una presencia
importante en las luchas de las organizaciones especializadas de la Acción
Católica (HOAC y JOC). Al mismo tiempo era el inicio de su declive del
Movimiento JOC. Este declive tuvo que ver, por un lado, con que muchos
militantes católicos experimentaron un proceso de laicización y radicalización
que les llevó a romper con sus organizaciones de origen, crear otras nuevas
—son los casos de la USO, CCOO y la ORT— o incorporase en las organizaciones
clandestinas de oposición al régimen como el PCE, MCE, Círculos Comunistas,
etc.
Ello obliga a nuevas
reflexiones y a plantear nuevas referencias. Era necesaria una renovación de la
JOC. Esta se situaba en la lógica de los desafíos que planteaban los países no
europeos, en muchos de los cuales los cristianos eran minoritarios. Tras su
nacimiento y desarrollo(,) se inicia la prueba de fuego y la reconstrucción, el
Movimiento había llegado a un momento de cuestionamientos, con necesidad de redefinirse
como Movimiento internacional. Todo ello producía crisis internas y externas.
La Celebración del V Consejo
Mundial de Linz, abril de 1975, viene como agua de mayo para la JOC española, pues
se refuerza una posición de autonomía como movimiento a escala internacional y,
sobre todo lo que es más importante, se declara en positivo lo que es la JOCI
refrendado con el voto de la mayoría de los países.
Capítulo VI. Nueva
sociedad. 1980 -1990. Una nueva sociedad. Un contexto juvenil distinto. Un
nuevo conflicto con la jerarquía de la Iglesia.
“Estamos en la época de
la transición política donde se ha consolidado definitivamente la política de
"pactos en las alturas". La desmovilización popular es ya un hecho.
Esta desmovilización general ha afectado de manera especialmente dura a los
jóvenes que han quedado desenganchados de todo el proceso. Ahora es la época de
la reforma y el cambio «sin traumas». Empezamos a pasar de la política. Dejamos
de hablar de la 'lucha de clases”, de "proletariado” o de "lucha
ideológica”. Lo único válido es el momento, «pasarlo bien», sin entrar en el
sistema.
Entre los problemas que
padece la juventud, el que reviste mayor gravedad es, sin duda, el desempleo.
Por su importancia numérica, que alcanza a más de un millón de jóvenes, y por
las consecuencias que de ello se desprende. Estamos ante un cambio de país y de
las biografías de la juventud. Se da un alargamiento del tiempo de estudio,
ocio masificado y aparición con intensidad del fenómeno de las drogas y la
inseguridad ciudadana. Y como toda transición, de forma paralela, emerge la
presencia de un conjunto de grupos e iniciativas muy diversas:
ecologistas,feministas, antimilitaristas, alternativos y de todo tipo que han
irrumpido en la última década.
Legalización de la
Juventud Obrera Cristiana de España (JOC-E). Se procede al reconocimiento y
registro en el Ministerio del Interior. Con la afirmación pública de una
personalidad jurídica en un Estado Democrático de Derecho, en igualdad de
condiciones con otras asociaciones del Estado español, sin la protección de
otras instituciones. Y meses más tarde se crea la revista Jóvenes.
Es el inicio de una nueva
etapa del Movimiento JOC. En esta década la JOC-E despliega un abanico amplio
de acciones. Unas que provoca el mismo Movimiento como: el equipo de acción y
coordinación de estos equipos, asambleas abiertas de jóvenes, asociaciones
juveniles, coordinación de aprendices (con su dinámica orgánica propia desde
sus responsables), grupos de actividades. Otras estructuras desde las que
estamos trabajando son: clubs, vocalías y Casas de la Juventud, comités de
empresas, sindicato, asambleas de parados, enseñanza… 1º de mayo, semanas de
solidaridad, empleadas de hogar, vacaciones y tiempo libre, etc”.
Capítulo VII. 1900- 2000.
Cambios en las biografías juveniles. Transformaciones socioeconómicas y
políticas.
“Venimos de una historia
donde el Modelo Social Europeo era un proyecto político articulado en torno a
los valores de equidad social (igualdad), solidaridad colectiva (redistribución)
y eficiencia productiva (optimización), y es el resultante de un proceso de
conflicto y cooperación entre los diversos agentes sociales. Todo ello está
dirigido a la mejora de las condiciones
de vida de la ciudadanía. Hoy este proceso se ha quebrado y asistimos a una
fuerte fragmentación de la sociedad.
La quiebra del trabajo-el
desempleo-expulsa miles de mujeres y hombres a la precariedad, la pobreza y la
exclusión social y consecuentemente a la pérdida de derechos sociales. El
trabajo ha perdido la centralidad política.
La edad de juventud se alarga de modo forzoso, con una dependencia
familiar de más de 5 años. No hay conflicto intergeneracional.
El nuevo mapa social. La
prioridad y defensa de aquellos que han quedado fuera (personas/hogares más
frágiles), del "personal sobrante", "inempleables",
"contratos de tiempo parcial", "territorios invisibles de la
logística en naves de carga y descarga", la individualización de las
empleadas de hogar, los territorios de la exclusión social donde se dan cita
"los sin techo”, sin empleo, sin ingresos, sin papeles, sin recursos.
“Participar, una forma de
vivir”. La JOC-E hemos sido capaces de analizar estas situaciones con y junto a
otros/as jóvenes, dar a conocer quiénes somos la juventud excluida, porqué lo
estamos y en qué, nos hemos preguntado el porqué es así y qué queremos, nos
hemos atrevido a decirlo y difundirlo de mil formas: escrita, mediante un
estudio de enseñanza, cuadernos, manifiestos, carta contra la exclusión...;con
la imagen: a través de videos, fotografías; mediante la palabra en las radios,
en la calle, en las coordinaciones; mediante la expresión y la
fiesta-reivindicación en festivales, Imaginación”.
Capítulo VIII. Evaluación
de un periodo.
“El momento de la
juventud y el proceso de participación han abandonado la referencia
a la “militancia” o al “trabajo político”. El fenómeno ideológico
probablemente más característico de estos años es la pérdida de memoria
histórica y, muy especialmente, de la memoria histórica de los jóvenes.
Estamos asistiendo a la
precariedad cotidiana que implica la pérdida de derechos universales;
inseguridad presente y futuro por debajo
de condiciones de vida dignas y negación de los derechos humanos. Estamos en un
contexto de fuerte movilización contra la inminente guerra de Irak, jamás una
protesta había congregado a tantos millones de personas en todo el mundo,
unidos bajo el grito de “No a la guerra”. Al mismo tiempo, la insumisión estaba
creciendo en España y la juventud se
enfrentaba a situaciones difíciles, como
procesamientos, juicios y encarcelamientos de militantes.
Pero también se da una
fuerte presencia de la condición de género. Las mujeres no solo tenemos el
doble de tasa de paradas y la mayor tasa de trabajo temporal y a tiempo
parcial, sino que la media de nuestros salarios es casi el 30% inferior y
estamos mayoritariamente segregadas a ocupaciones a los niveles profesionales
más bajos, con una presencia significativa en el sector de Empleadas de Hogar”.
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No es la presentación de
una obra ajena (no por el contenido, que comparto en muy gran medida, sino por
la autoría) el lugar adecuado para formular la valoración propia de cada
período analizado, ya que ello sería suplantar la voz y las vivencias de quienes
contribuyeron a “hacer” dicha historia. Por ello, me permitirán que desde mi
aportación de personas conocedora de la realidad laboral y del mundo jurídico
que la rodea desde que se aprobaron las primeras leyes laborales en la última
parte del siglo XIX, haga unos consideraciones generales obre aquello que ha
sido el Derecho del Trabajo a lo largo de esa historia tan bien descrita en la
publicación y en la que han participado activamente miles de jóvenes que han
contribuido, y la JOC primero y la JOCE después han sido un claro ejemplo de
ello, a que el mundo del trabajo sea mejor, con todos los peros y defectos que
se le quieren poner ciertamente, y serán muchos, al que conocieron nuestros
lejanos antepasados, y que debemos tratar de mantener y mejorar porque así lo
pide y demanda la gran mayoría de la población, aquella que vive única y
exclusivamente de su trabajo, formal o informal, regular o irregular.
Durante mucho tiempo a lo
largo de toda la historia no existieron las relaciones laborales, no existió el
marco normativo laboral y de protección social tal como lo entendemos en la
actualidad, pero sí hubo muchas, muchísimas, personas que pusieron su fuerza de
trabajo a disposición de otras que se lucraron con su actividad. La explotación
acelerada de gran parte de la población desplazada a las fábricas llevó a la
organización del movimiento obrero y a la creación de organizaciones sindicales
para la protección y defensa de los (entonces casi inexistentes) derechos de
los trabajadores. Nuestros antepasados contemplarían hoy con orgullo cómo ha
cambiado el mundo del trabajo y cómo la regulación de derechos en materia de
tiempo de trabajo, por ejemplo, es considerado como el ADN de una parte
importante (no toda, ni mucho menos) de la regulación laboral. Sin su lucha, en
condiciones muy difíciles y que podía implicar penas de prisión, despidos
fulminantes y aparición en “listas de trabajadores indeseables”, el mundo del
trabajo muy probablemente no sería el que es en la actualidad.
Y entonces, si tanto hemos
cambiado y hemos mejorado en poco menos de dos siglos, me preguntarán por qué
hemos de cambiar el presente. Pues porque el mundo del trabajo es
extraordinariamente dinámico y mucho más desde que la introducción de la
tecnología (no utilizo la expresión “nuevas tecnologías” porque esta hace
sonreír, y con razón, a los jóvenes nativos digitales) ha posibilitado cambios
extraordinarios en las relaciones entre el tiempo, el lugar y la prestación de
trabajo. Si para muestra vale un botón, fijémonos en los numerosos congresos y reuniones
que se celebran bajo el título de cambiar, pensar o repensar el mundo del
trabajo, en los que se debate, discute y analiza el entorno productivo, la
capacitación y aptitudes profesionales, el talento necesario para llevar a buen
puerto un proyecto, o la adaptación de las condiciones de trabajo a una cada
vez mayor diversidad en el seno de la población trabajadora. Cambiar el
presente sí, y desde la certeza, datos estadísticos la avalan, de que sigue habiendo
un elevado porcentaje de población que cada día, a través de las múltiples
formas jurídicas existentes, por medio de vías regulares, irregulares o
informales (¡cuántos estudios de la OIT hay al respecto, y qué útiles son para
conocer la realidad mundial y no sólo la de nuestra pequeña parcela laboral en
la que nos movemos diariamente!) vende su fuerza de trabajo, presta sus
servicios para otros sujetos, empleadores, ya sean personas físicas o
jurídicas, que retribuyen aquella prestación. Cambiar el presente es conseguir
que las condiciones laborales respondan al reto de una población trabajadora, y
empresarial, que se inserta en una realidad económica cada vez más global y que
condiciona las decisiones productivas que se adoptan, y en donde no sólo el
salario sino otras condiciones laborales como por ejemplo la formación, la
posibilidad de conciliar adecuadamente vida propia y vida laboral, el ser
“escuchado” y participar en la organización de tu trabajo (la gestión de los
algoritmos es cada vez más importante en dicha organización y su control), son
cada vez más importantes. Y en esta tarea, sigue siendo necesaria la
participación de los sujetos colectivos, de los agentes sociales, en suma, de
las organizaciones sindicales y empresariales para regular en cada sector
aquello que sólo puede hacerse de forma general en el ámbito político internacional,
europeo y estatal.
. No sirven, al menos
para las personas de edad avanzada como es mi caso, y creo que muchos menos
para la juventud actual. las meras lamentaciones de aquello que existió en poco
más de treinta años, desde el final de la segunda guerra mundial hasta mediados
de los años setenta del pasado siglo XX, y que ha ido cambiando al hilo de
opciones políticas claramente dirigidas a desmontar (aunque no lo hayan
conseguido plenamente ni mucho menos) el estado de bienestar (en un parte
minoritaria del planeta), y reclamar su recuperación. Mirar hacia el futuro es
comprender que el mundo del trabajo debe atender a los retos antes apuntados y
dar voz a todas las personas que tienen mucho que decir, en un marco de relaciones
laborales que debería ser cada vez menos jerarquizado y más participativo,
aunque sigan existiendo relaciones de trabajo subordinadas, que cada vez se
combinarán más, que sea de forma voluntaria o involuntaria es otra cuestión,
con proyectos emprendedores o de autoocupación puestos en marcha por jóvenes, y
no tan jóvenes, que desean ser sujetos activos y no meramente pasivos de la
vida económica y social (y la historia de la JOCE es un buen ejemplo de la puesta en marcha de tales
proyectos tal como se explica en el último capítulo del libro). En este
proceso, el Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social debe adaptarse, sin
duda, para no perder sus señas de identidad, que no son otras que la protección
y defensa de las personas más necesitadas de aquella y que siguen siendo
muchas, muchos millones, en todo el planeta. Cobra importancia, cada vez mayor,
el papel de las organizaciones internacionales y supraestatales, y cada vez es
más necesaria la implicación de los agentes sociales a escala internacional”.
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Termino esta
presentación, pero aquello que no termina es la historia, y a buen seguro que
muchas de las personas que contribuyeron a escribir la de la JOCE siguen luchando
por un mundo mejor. ¡Qué no de decaigan en el empleo y que animen a muchas
personas más a lograr ese objetivo!
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