1. Cada año, durante
la primera quincena de junio en la mayor parte de las ocasiones, se celebra la Conferencia
Internacional del Trabajo en la sede de la OIT en Ginebra. Es el máximo foro
mundial de debate tripartito, donde se sientan juntos representantes gubernamentales
y de las organizaciones empresariales y sindicales de, actualmente, 187
miembros. En este vídeo puede seguirse, de la mano de la explicación de MariLuz Vega,
actualmente asesora principal de su Departamento de Investigación (RESEARCH),
su historia, sus objetivos y aquello que lleva a cabo para tratar de
conseguirlos
Este año ha sido,
tristemente, una excepción, como también lo fue el igualmente muy triste y
dramático período de la segunda guerra mundial. La crisis sanitaria provocada
por la pandemia de la Covid-19, con las devastadoras consecuencias económicas y
sociales que ya ha tenido y que sigue teniendo como explicaré más adelante, ha
provocado la restricción radical de la libre circulación de personas entre
distintos Estados y ello ha conllevado la suspensión de la 109 ª reunión hasta
junio de 2021. En una nota de prensa se
daba cuenta de dicha decisión en estos términos: “El Consejo de Administración
de la OIT decidió el 3 de abril, mediante votación por correspondencia, aplazar
la 109.ª reunión de la Conferencia a 2021. La decisión se adoptó por
recomendación del Director General de la Oficina Internacional del Trabajo
habida cuenta de las estrictas restricciones aplicadas en todas las regiones en
materia de desplazamientos y interacciones personales, y de la necesidad de dar
prioridad absoluta a la salud y al bienestar de todos”.
No obstante, la
OIT no ha permanecido inactiva, ni muchísimo menos, durante esta crisis, sino
todo lo contrario, habiendo puesto en marcha un observatorio sobre la Covid-19
y el mundo del trabajo, en el que da periódica cuenta, a través de informes, de
cómo evoluciona la situación laboral en todos los países que forma parte de
ella, a los que he prestado especial atención en diversas entradas anteriores
del blog.
La importancia de
todo aquello que está acaeciendo a escala mundial, y sus consecuencias sobre el
futuro del mundo del trabajo, ámbito de reflexión prioritario para la OIT
durante los tres últimos años y que culminó con la Declaración de su Centenario,
adoptada en la CIT de 2019, ha llevado al máximo foro mundial sociolaboral a
convocar una cumbre mundial ,
virtual por supuesto, durante los primeros días del mes de julio, a fin de analizar,
por una parte, las consecuencias económicas y sociales en las diversas regiones
del planeta, y recoger el parecer de dirigentes políticos y representantes
empresariales y sindicales por otra.
Así, se hancelebrado ya cinco eventos regionales (Estados árabes, Europa y Asica Central,
Asia y el Pacífico, África y las Américas).
Las intervenciones de dirigentes regionales, líderes políticos y representantes
de las organizaciones empresariales están programadas para los días 7 a 9,
siendo especialmente importante a mi parecer la última, en la que se tal como
se explica en la nota de presentación “… congregará a los ministros y dirigentes de los
trabajadores y de los empleadores de los Estados Miembros para reflexionar
acerca de los eventos de los días anteriores y de la puesta en práctica de la
Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo en el contexto
de la pandemia. La atención se centrará en los desafíos urgentes e inmediatos
de la fase temprana de la pandemia en el mundo del trabajo y en las respuestas
que están resultando eficaces, así como en el proceso para reconstruir sobre
bases más sólidas”.
Por otra parte,
toda la actividad desarrollada por la OIT sobre el futuro del trabajo puede
seguirse en los numerosos vídeos que sobre la materia, y tanto
a escala mundial como de las diversas regiones del plantea y Estados, están
publicados en su canal de Youtube
2. Para la
celebración de esta cumbre mundial atípica la Oficina Internacional del Trabajo
preparó una “nota conceptual”, que ya fue objeto de un primer análisis por
el profesor Antonio Baylos en su blog, en el artículo “OIT y el mundo deltrabajo tras la pandemia” , en el que manifestaba que este debate global “… se debe replicar con el que se está
desarrollando en cada uno de nuestros países. Nos estamos jugando el futuro que
queremos, porque a través del tipo de regulación del trabajo que consigamos
establecer como marco de referencia, se deducirán la gran parte de las
condiciones materiales de nuestra existencia social y personal”.
En dicho texto,
tras recordar los ejes centrales de la Declaración del Centenario de la OIT, y
antes de abordar la situación provocada por la crisis, se resalta la su extrema
gravedad ya que “En el primer semestre de 2020, el virus ha causado la muerte
de alrededor de 400 000 personas y ha sumido al mundo en la crisis humana,
económica y social más grave de la época moderna”, en donde unos colectivos están
saliendo mucho más perjudicados que otros, afectando especialmente a las
personas más desfavorecidas y desfavorables, teniendo especial repercusión
sobre las mujeres (en un elevado porcentaje ocupadas en los sectores mas afectados)
y la población joven por lo que respecta a su formación educativa y profesional
y las posibilidades de acceder y permanecer en el mercado de trabajo, e
igualmente todas las personas que trabajan en la economía informal, y las
pequeñas y medianas empresas con menos “colchones de seguridad económicos” ante
situaciones de crisis como la que estamos viviendo , han sido especialmente
afectadas.
El documento repasa
la situación de la economía mundial, cuyo deterioro queda reflejado con toda
claridad en la actualización, al mes de
junio, de las perspectivas de la economía mundial que ha presentado muy
recientemente el Fondo Monetario Internacional, analiza de forma esquemática
las políticas formuladas en respuesta a la crisis (mucho más ampliamente
analizadas en los informes periódicos sobre el impacto de la Covid-19 en el
mundo del trabajo y cuya quinta edición se ha hecho pública el 30 de junio) sus
aspectos positivos y también sus
debilidades, insistiendo en la importancia del diálogo social para ser
abordados, ya que para su puesta en marcha no existe obstáculo alguno,
señalando que cuando no lo ha habido “ha sido generalmente por falta de
voluntad política o, a más largo plazo, por la ausencia de un marco
institucional habilitante o por la falta de apoyo o incluso de tolerancia a
organizaciones de empleadores y de trabajadores fuertes, independientes y
representativas”, y resaltando que “también hay abundantes y alentadores
ejemplos de un mayor recurso al diálogo social durante este período de crisis,
al igual que lo hubo en crisis anteriores”.
A modo de
cuestionario para todas las personas que participan, en su distinta condición
de mandantes políticos, responsables de organizaciones internacionales,
dirigentes de organizaciones empresariales y sindicales, la nota propuso una
serie de preguntas cuyas respuestas se consideran claves para encarar el inmediato
futuro, y siempre tomando como punto de referencia la Declaración del
Centenario y su enfoque centrado en las personas. Las preguntas, cuyas
respuestas detalladas y debidamente argumentadas podrían dar lugar sin duda a
un estudio monográfico o un amplio artículo doctrinal, eran las siguientes:
“… el proceso de
una reconstrucción mejor deberá responder a ciertas cuestiones y desafíos
acuciantes.
i) ¿Cómo promoverá
un crecimiento sostenido, inclusivo y sostenible, un empleo pleno y productivo
y el trabajo decente para todos? ¿Cómo pueden diseñarse respuestas a la crisis
provocada por la COVID-19 que saquen rápidamente la economía mundial de la
recesión y la pongan en condiciones de superar los desafíos para una transición
digital, demográfica y ambiental justa?
ii) ¿Qué hay que
hacer para resolver las enormes vulnerabilidades en el mundo del trabajo que la
pandemia ha evidenciado? ¿Cómo intensificar los esfuerzos de formalización de
la economía informal y avanzar decididamente hacia la cobertura universal de la
protección social?
iii) ¿Queremos
acelerar el uso de las tecnologías para permitir nuevas formas de trabajo a la
vista de la experiencia de la pandemia? En caso afirmativo, ¿cómo debería
regularse ese trabajo?
iv) ¿Qué sectores
de actividad económica y categorías de trabajadores requieren apoyo y atención
particulares? ¿Puede incorporar el proceso de recuperación un programa
transformador para lograr la igualdad de género y una plataforma para el avance
de los jóvenes en el mundo del trabajo?
v) ¿Cómo lograr
que la reducción y eliminación de la pobreza y los imperativos de los derechos
y la justicia social se conviertan en objetivos centrales del proceso de
recuperación?
vi) En un momento
en que la cooperación multilateral es más indispensable que nunca, pero
enfrenta desafíos sin precedentes, ¿cómo puede unirse la comunidad
internacional en torno a un verdadero propósito común y dedicarse nuevamente a
la aplicación de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Sostenible?” .
3. En la sesiones
regionales se ha debatido ampliamente sobre todas estas cuestiones tal como se explica en la nota de síntesis
publicada el 3 de julio y titulada “Los eventos regionales sientan las bases delos debates a escala mundial sobre la COVID-19 y el mundo del trabajo”
, enfatizándose la importancia puesta en la Declaración del Centenario para que
pueda servir de hoja de ruta “para lograr una recuperación de la pandemia centrada
en el ser humano, inclusiva y sostenible”, así como también de qué forma hay
que sumar esfuerzos a escala internacional en orden a la superación de la
crisis “para volver a facilitar el cumplimiento de la Agenda 2030 de lasNaciones Unidas”
Una crisis, que para
la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, debería transformarse en “un
elemento catalizador para alcanzar los objetivos y reducir las desigualdades… No
podemos volver al mundo que teníamos antes de esta crisis. Significaría dejar
sin tratar las vulnerabilidades y fragilidades que se han evidenciado durante
esta pandemia: la enorme falta de inversión en salud y protección social; las
grandes desigualdades mundiales y locales; la progresiva tendencia a destruir
la naturaleza y la amenaza climática; la degradación de las estructuras
democráticas que son básicas para proteger los derechos y garantizar la
cohesión social”.
En todos las
intervenciones y debates que ya se han celebrado y que aún están pendientes de
llevarse a cabo en la cumbre mundial virtual hay numerosos documentos para ser
utilizados y que demuestran la gravedad de la crisis.
4. Tal como he
indicado con anterioridad, el FMI ha publicado su actualización de las
perspectivas de la economía mundial
, cuyo título no deja lugar a dudas acerca de dicha gravedad: “Una crisis comoninguna otra, una recuperación incierta”, y en el que por primera vez “se proyecta un
crecimiento negativo para todas las regiones en 2020”, destacándose la
importancia de “una cooperación multilateral sólida en múltiples ámbitos”, de
tal manera que “se necesita con urgencia liquidez de respaldo para los países
que enfrentan crisis sanitarias y déficits de financiamiento externo; por
ejemplo, mediante alivio de la deuda y financiamiento a través de la red
mundial de seguridad financiera”, para evitar que se produzca tanto un incremento
de la pobreza como de las desigualdades ya muy importantes existentes y que
podrían llevar a “costos humanos devastadores”.
El FMI sigue los
informes elaborados por la OIT para subrayar el “fuerte golpe” al mercado
laboral a escala mundial que ha provocado la caída de la actividad, con
particular y negativo impacto entre los trabajadores poco cualificados cuya
actividad no puede desarrollarse mediante el trabajo a distancia, y una afectación
especialmente negativa entre quienes trabajan en la economía informal, al mismo
tiempo que valora positivamente las medidas adoptadas en numerosos Estados de
reducciones de la jornada de trabajo y de suspensiones de contrato, con protección
social, que han evitado que muchas personas quedaran en situación de desempleo
por pérdida de su trabajo (son especialmente significativos los datos de la realidad
laboral española, como he ido exponiendo en anteriores entradas al destacar la
importancia de los expedientes de regulación temporal de empleo como mecanismo
de flexibilidad interna que está permitiendo su mantenimiento). Para el FMI, “Las
medidas focalizadas, como las desgravaciones temporales para las personas y
empresas afectadas, los subsidios salariales para los trabajadores con licencia
obligatoria, las transferencias de efectivo y la licencia con sueldo por
enfermedad o razones familiares son prácticas comunes adecuadas para amortiguar
las pérdidas de ingresos”.
La preocupación
del FMI, más exactamente la incertidumbre, respecto a las proyecciones
económicas para los próximos meses se manifiestan claramente en el documento y
van estrechamente unidas a no saber cuál será la duración de la pandemia y los
confinamientos que serán necesarios (estamos viendo cómo cambia la situación día
a día, e incluso como se ha de volver a un mayor control en zonas territoriales
donde parecía haberse entrado ya en fase de recuperación), y en el ámbito más directamente
laboral cuál será la capacidad de los trabajadores desplazados por la crisis
para obtener empleos en otros sectores de actividad, así como también “la
cicatrización causada por los cierres de empresas y la salida de trabajadores
de la fuerza laboral, que podrían dificultar la recuperación de la actividad
una vez superada la pandemia”.
No deja de
subrayar el FMI que las empresas deben adaptarse a las nuevas pautas de
organización del trabajo derivadas de la obligada protección de la seguridad y
salud en el trabajo, algo que implicará costes para ellas, así como también las
reestructuraciones económicas a escala mundial, incluyendo aquí una expresa
mención a las “reconfiguraciones de las
cadenas internacionales de suministro que afectan a la productividad, a medida
que las empresas intenten ser más resilientes a los trastornos del suministro”.
De la importancia económica de las
medidas adoptadas da debida cuenta el último informe de la OIT, en el que se
recoge el dato de que hasta finales de mayo “más de 90 países habían implantado
o anunciado medidas fiscales por una cuantía global de más de 10 billones de dólares
de los EEUU, y una cantidad análoga de países habían reducido los tipos de
interés tras el brote de la crisis”
5. Sin duda
alguna, los informes periódicos del Observatorio de la OIT van a ser punto de
referencia central, ya lo han sido de hecho en los debates que ya han tenido
lugar, en la cumbre mundial virtual, así como también el informe publicado porel secretariado de las Naciones Unidas sobre el mundo del trabajo y la Covid-19 y que lógicamente se basa en gran medida
en los datos disponibles de la OIT; documentos ambos a los que he ido prestando
especial atención en entradas anteriores.
Por ello , y de manera
mucho más sintética, cabe destacar que las ultimas estimaciones, actualizadas y
analizadas, del Observatorio, publicadas el 30 de junio, dan cuenta de un importante incremento de la
gravedad de la situación a escala mundial durante el primer semestre de este año y cuya
síntesis se recoge en una nota de prensa con un titular bien claro: “A medida
que se agrava la crisis del empleo, la OIT advierte que la recuperación del
mercado laboral es incierta e incompleta”.
Se pone de
manifiesto que a 15 de junio la gran mayoría de personas trabajadoras en todo
el planeta, un 93 % viven en países donde, de una forma u otra y con mayor o
menos intensidad, se han implantado medidas de cierres de centro de trabajo, lo
que lleva a otro dato especialmente impactante que es el siguiente: “En el
primer trimestre del año se perdió aproximadamente un 5,4 por ciento de las horas
de trabajo en todo el mundo (equiparable a 155 millones de empleos a tiempo
completo), con respecto al cuarto trimestre de 2019. Se prevé que en el segundo
trimestre de 2020 se pierda en todo el mundo el 14,0 por ciento de las horas de
trabajo (equiparable a 400 millones de empleos a tiempo completo), y que las
mayores pérdidas se registren en las Américas, a razón del 18,3 por ciento”.
Se vuelve a
insistir, como se está haciendo desde los primeros impactos de la crisis, en el
riesgo de que la crisis agrave la desigualdad de género en el mercado laboral y
se produzca un retroceso respecto a avances logrados, con muchos esfuerzos, en
décadas anteriores, en el camino de la igualdad entre hombres y mujeres. Para
la OIT, “Cuanto mayor sea la pérdida de empleo femenino durante la fase confinamiento
y menos puestos de trabajo existan como consecuencia de la crisis de la
COVID-19, más difícil será recuperar el empleo para las mujeres. Habida cuenta
de ello, esta crisis podría provocar un retroceso con respecto a los avances
logrados (a un ritmo muy lento) para la mujer en el mercado de trabajo, en
particular con respecto a la distribución del trabajo de prestación de cuidados
no remunerado”.
Los retos a los
que deben responder todas las políticas que se instrumente son aquellos ya
enumerados en la nota conceptual preparada para la cumbre y que ahora se vuelven
a recordar: “a) alcanzar un equilibrio en el plano político; b) mantener
intervenciones a la escala necesaria; c) apoyar a los grupos vulnerables y los más
afectados con el fin de lograr un mercado laboral más justo; d) fomentar la
solidaridad y el apoyo internacionales; y e) fortalecer el diálogo social y el respeto
de los derechos en el trabajo”.
Y todo ello,
siempre tomando como punto de referencia la Declaración del Centenario y sin
olvidar que en ningún caso está superada la crisis y que puede haber rebrotes,
con sus consecuencias negativas para el mundo del trabajo, manifestándose con
innegable preocupación que “Si en los próximos meses volvieran a aplicarse nuevas
medidas de confinamiento o prosiguieran las rigurosas medidas implantadas en
determinados casos, la actividad económica y los mercados laborales se verían
más afectados y se dificultaría la recuperación del empleo”.
En la búsqueda de
respuestas adecuadas será especialmente importante, se subraya, la armonización
de las intervenciones políticas en los planos sanitario, económico y social, y el
mantenimiento de las medidas mientras sea necesario y obviamente siempre
teniendo en cuenta las disponibilidades económicas.
Continuará… seguro.
Mientras tanto, buena lectura.
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