domingo, 5 de julio de 2020

El mundo del trabajo ante la peor crisis desde la segunda guerra mundial. Notas sobre la cumbre mundial virtual de la Organización Internacional del Trabajo.



1. Cada año, durante la primera quincena de junio en la mayor parte de las ocasiones, se celebra la Conferencia Internacional del Trabajo en la sede de la OIT en Ginebra. Es el máximo foro mundial de debate tripartito, donde se sientan juntos representantes gubernamentales y de las organizaciones empresariales y sindicales de, actualmente, 187 miembros. En este vídeo puede seguirse, de la mano de la explicación de MariLuz Vega,  actualmente asesora principal de su Departamento de Investigación (RESEARCH), su historia, sus objetivos y aquello que lleva a cabo para tratar de conseguirlos 


Este año ha sido, tristemente, una excepción, como también lo fue el igualmente muy triste y dramático período de la segunda guerra mundial. La crisis sanitaria provocada por la pandemia de la Covid-19, con las devastadoras consecuencias económicas y sociales que ya ha tenido y que sigue teniendo como explicaré más adelante, ha provocado la restricción radical de la libre circulación de personas entre distintos Estados y ello ha conllevado la suspensión de la 109 ª reunión hasta junio de 2021. En una nota de prensa  se daba cuenta de dicha decisión en estos términos: “El Consejo de Administración de la OIT decidió el 3 de abril, mediante votación por correspondencia, aplazar la 109.ª reunión de la Conferencia a 2021. La decisión se adoptó por recomendación del Director General de la Oficina Internacional del Trabajo habida cuenta de las estrictas restricciones aplicadas en todas las regiones en materia de desplazamientos y interacciones personales, y de la necesidad de dar prioridad absoluta a la salud y al bienestar de todos”.

No obstante, la OIT no ha permanecido inactiva, ni muchísimo menos, durante esta crisis, sino todo lo contrario, habiendo puesto en marcha un observatorio sobre la Covid-19 y el mundo del trabajo, en el que da periódica cuenta, a través de informes, de cómo evoluciona la situación laboral en todos los países que forma parte de ella, a los que he prestado especial atención en diversas entradas anteriores del blog.

La importancia de todo aquello que está acaeciendo a escala mundial, y sus consecuencias sobre el futuro del mundo del trabajo, ámbito de reflexión prioritario para la OIT durante los tres últimos años y que culminó con la Declaración de su Centenario, adoptada en la CIT de 2019, ha llevado al máximo foro mundial sociolaboral a convocar una cumbre mundial  , virtual por supuesto, durante los primeros días del mes de julio, a fin de analizar, por una parte, las consecuencias económicas y sociales en las diversas regiones del planeta, y recoger el parecer de dirigentes políticos y representantes empresariales y sindicales por otra.

Así, se hancelebrado ya cinco eventos regionales (Estados árabes, Europa y Asica Central, Asia y el Pacífico, África y las Américas).   Las intervenciones de dirigentes regionales, líderes políticos y representantes de las organizaciones empresariales están programadas para los días 7 a 9, siendo especialmente importante a mi parecer la última, en la que se tal como se explica en la nota de presentación “…  congregará a los ministros y dirigentes de los trabajadores y de los empleadores de los Estados Miembros para reflexionar acerca de los eventos de los días anteriores y de la puesta en práctica de la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo en el contexto de la pandemia. La atención se centrará en los desafíos urgentes e inmediatos de la fase temprana de la pandemia en el mundo del trabajo y en las respuestas que están resultando eficaces, así como en el proceso para reconstruir sobre bases más sólidas”.

Por otra parte, toda la actividad desarrollada por la OIT sobre el futuro del trabajo puede seguirse en los numerosos vídeos que sobre la materia, y  tanto  a escala mundial como de las diversas regiones del plantea y Estados, están publicados en su canal de Youtube  

2. Para la celebración de esta cumbre mundial atípica la Oficina Internacional del Trabajo preparó una “nota conceptual”,    que ya fue objeto de un primer análisis por el profesor Antonio Baylos en su blog, en el artículo “OIT y el mundo deltrabajo tras la pandemia” , en el que manifestaba que este debate global “…  se debe replicar con el que se está desarrollando en cada uno de nuestros países. Nos estamos jugando el futuro que queremos, porque a través del tipo de regulación del trabajo que consigamos establecer como marco de referencia, se deducirán la gran parte de las condiciones materiales de nuestra existencia social y personal”.  

En dicho texto, tras recordar los ejes centrales de la Declaración del Centenario de la OIT, y antes de abordar la situación provocada por la crisis, se resalta la su extrema gravedad ya que “En el primer semestre de 2020, el virus ha causado la muerte de alrededor de 400 000 personas y ha sumido al mundo en la crisis humana, económica y social más grave de la época moderna”, en donde unos colectivos están saliendo mucho más perjudicados que otros, afectando especialmente a las personas más desfavorecidas y desfavorables, teniendo especial repercusión sobre las mujeres (en un elevado porcentaje ocupadas en los sectores mas afectados) y la población joven por lo que respecta a su formación educativa y profesional y las posibilidades de acceder y permanecer en el mercado de trabajo, e igualmente todas las personas que trabajan en la economía informal, y las pequeñas y medianas empresas con menos “colchones de seguridad económicos” ante situaciones de crisis como la que estamos viviendo , han sido especialmente afectadas.

El documento repasa la situación de la economía mundial, cuyo deterioro queda reflejado con toda claridad en  la actualización, al mes de junio, de las perspectivas de la economía mundial que ha presentado muy recientemente el Fondo Monetario Internacional, analiza de forma esquemática las políticas formuladas en respuesta a la crisis (mucho más ampliamente analizadas en los informes periódicos sobre el impacto de la Covid-19 en el mundo del trabajo y cuya quinta edición se ha hecho pública el 30 de junio) sus aspectos positivos y  también sus debilidades, insistiendo en la importancia del diálogo social para ser abordados, ya que para su puesta en marcha no existe obstáculo alguno, señalando que cuando no lo ha habido “ha sido generalmente por falta de voluntad política o, a más largo plazo, por la ausencia de un marco institucional habilitante o por la falta de apoyo o incluso de tolerancia a organizaciones de empleadores y de trabajadores fuertes, independientes y representativas”, y resaltando que “también hay abundantes y alentadores ejemplos de un mayor recurso al diálogo social durante este período de crisis, al igual que lo hubo en crisis anteriores”.

A modo de cuestionario para todas las personas que participan, en su distinta condición de mandantes políticos, responsables de organizaciones internacionales, dirigentes de organizaciones empresariales y sindicales, la nota propuso una serie de preguntas cuyas respuestas se consideran claves para encarar el inmediato futuro, y siempre tomando como punto de referencia la Declaración del Centenario y su enfoque centrado en las personas. Las preguntas, cuyas respuestas detalladas y debidamente argumentadas podrían dar lugar sin duda a un estudio monográfico o un amplio artículo doctrinal, eran las siguientes:

“… el proceso de una reconstrucción mejor deberá responder a ciertas cuestiones y desafíos acuciantes.

i) ¿Cómo promoverá un crecimiento sostenido, inclusivo y sostenible, un empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos? ¿Cómo pueden diseñarse respuestas a la crisis provocada por la COVID-19 que saquen rápidamente la economía mundial de la recesión y la pongan en condiciones de superar los desafíos para una transición digital, demográfica y ambiental justa?

ii) ¿Qué hay que hacer para resolver las enormes vulnerabilidades en el mundo del trabajo que la pandemia ha evidenciado? ¿Cómo intensificar los esfuerzos de formalización de la economía informal y avanzar decididamente hacia la cobertura universal de la protección social?

iii) ¿Queremos acelerar el uso de las tecnologías para permitir nuevas formas de trabajo a la vista de la experiencia de la pandemia? En caso afirmativo, ¿cómo debería regularse ese trabajo?

iv) ¿Qué sectores de actividad económica y categorías de trabajadores requieren apoyo y atención particulares? ¿Puede incorporar el proceso de recuperación un programa transformador para lograr la igualdad de género y una plataforma para el avance de los jóvenes en el mundo del trabajo?

v) ¿Cómo lograr que la reducción y eliminación de la pobreza y los imperativos de los derechos y la justicia social se conviertan en objetivos centrales del proceso de recuperación?

vi) En un momento en que la cooperación multilateral es más indispensable que nunca, pero enfrenta desafíos sin precedentes, ¿cómo puede unirse la comunidad internacional en torno a un verdadero propósito común y dedicarse nuevamente a la aplicación de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible?” .

3. En la sesiones regionales se ha debatido ampliamente sobre todas estas cuestiones  tal como se explica en la nota de síntesis publicada el 3 de julio y titulada “Los eventos regionales sientan las bases delos debates a escala mundial sobre la COVID-19 y el mundo del trabajo”   , enfatizándose la importancia puesta en la Declaración del Centenario para que pueda servir de hoja de ruta “para lograr una recuperación de la pandemia centrada en el ser humano, inclusiva y sostenible”, así como también de qué forma hay que sumar esfuerzos a escala internacional en orden a la superación de la crisis “para volver a facilitar el cumplimiento de la Agenda 2030 de lasNaciones Unidas” 

Una crisis, que para la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, debería transformarse en “un elemento catalizador para alcanzar los objetivos y reducir las desigualdades… No podemos volver al mundo que teníamos antes de esta crisis. Significaría dejar sin tratar las vulnerabilidades y fragilidades que se han evidenciado durante esta pandemia: la enorme falta de inversión en salud y protección social; las grandes desigualdades mundiales y locales; la progresiva tendencia a destruir la naturaleza y la amenaza climática; la degradación de las estructuras democráticas que son básicas para proteger los derechos y garantizar la cohesión social”. 

En todos las intervenciones y debates que ya se han celebrado y que aún están pendientes de llevarse a cabo en la cumbre mundial virtual hay numerosos documentos para ser utilizados y que demuestran la gravedad de la crisis.

4. Tal como he indicado con anterioridad, el FMI ha publicado su actualización de las perspectivas de la economía mundial  , cuyo título no deja lugar a dudas acerca de dicha gravedad: “Una crisis comoninguna otra, una recuperación incierta”,  y en el que por primera vez “se proyecta un crecimiento negativo para todas las regiones en 2020”, destacándose la importancia de “una cooperación multilateral sólida en múltiples ámbitos”, de tal manera que “se necesita con urgencia liquidez de respaldo para los países que enfrentan crisis sanitarias y déficits de financiamiento externo; por ejemplo, mediante alivio de la deuda y financiamiento a través de la red mundial de seguridad financiera”, para evitar que se produzca tanto un incremento de la pobreza como de las desigualdades ya muy importantes existentes y que podrían llevar a “costos humanos devastadores”.

El FMI sigue los informes elaborados por la OIT para subrayar el “fuerte golpe” al mercado laboral a escala mundial que ha provocado la caída de la actividad, con particular y negativo impacto entre los trabajadores poco cualificados cuya actividad no puede desarrollarse mediante el trabajo a distancia, y una afectación especialmente negativa entre quienes trabajan en la economía informal, al mismo tiempo que valora positivamente las medidas adoptadas en numerosos Estados de reducciones de la jornada de trabajo y de suspensiones de contrato, con protección social, que han evitado que muchas personas quedaran en situación de desempleo por pérdida de su trabajo (son especialmente significativos los datos de la realidad laboral española, como he ido exponiendo en anteriores entradas al destacar la importancia de los expedientes de regulación temporal de empleo como mecanismo de flexibilidad interna que está permitiendo su mantenimiento). Para el FMI, “Las medidas focalizadas, como las desgravaciones temporales para las personas y empresas afectadas, los subsidios salariales para los trabajadores con licencia obligatoria, las transferencias de efectivo y la licencia con sueldo por enfermedad o razones familiares son prácticas comunes adecuadas para amortiguar las pérdidas de ingresos”.

La preocupación del FMI, más exactamente la incertidumbre, respecto a las proyecciones económicas para los próximos meses se manifiestan claramente en el documento y van estrechamente unidas a no saber cuál será la duración de la pandemia y los confinamientos que serán necesarios (estamos viendo cómo cambia la situación día a día, e incluso como se ha de volver a un mayor control en zonas territoriales donde parecía haberse entrado ya en fase de recuperación), y en el ámbito más directamente laboral cuál será la capacidad de los trabajadores desplazados por la crisis para obtener empleos en otros sectores de actividad, así como también “la cicatrización causada por los cierres de empresas y la salida de trabajadores de la fuerza laboral, que podrían dificultar la recuperación de la actividad una vez superada la pandemia”.

No deja de subrayar el FMI que las empresas deben adaptarse a las nuevas pautas de organización del trabajo derivadas de la obligada protección de la seguridad y salud en el trabajo, algo que implicará costes para ellas, así como también las reestructuraciones económicas a escala mundial, incluyendo aquí una expresa mención a  las “reconfiguraciones de las cadenas internacionales de suministro que afectan a la productividad, a medida que las empresas intenten ser más resilientes a los trastornos del suministro”.  De la importancia económica de las medidas adoptadas da debida cuenta el último informe de la OIT, en el que se recoge el dato de que hasta finales de mayo “más de 90 países habían implantado o anunciado medidas fiscales por una cuantía global de más de 10 billones de dólares de los EEUU, y una cantidad análoga de países habían reducido los tipos de interés tras el brote de la crisis”

5. Sin duda alguna, los informes periódicos del Observatorio de la OIT van a ser punto de referencia central, ya lo han sido de hecho en los debates que ya han tenido lugar, en la cumbre mundial virtual, así como también el informe publicado porel secretariado de las Naciones Unidas sobre el mundo del trabajo y la Covid-19   y que lógicamente se basa en gran medida en los datos disponibles de la OIT; documentos ambos a los que he ido prestando especial atención en entradas anteriores.

Por ello , y de manera mucho más sintética, cabe destacar que las ultimas estimaciones, actualizadas y analizadas, del Observatorio, publicadas el 30 de junio,   dan cuenta de un importante incremento de la gravedad de la situación a escala mundial durante  el primer semestre de este año y cuya síntesis se recoge en una nota de prensa con un titular bien claro: “A medida que se agrava la crisis del empleo, la OIT advierte que la recuperación del mercado laboral es incierta e incompleta”.  

Se pone de manifiesto que a 15 de junio la gran mayoría de personas trabajadoras en todo el planeta, un 93 % viven en países donde, de una forma u otra y con mayor o menos intensidad, se han implantado medidas de cierres de centro de trabajo, lo que lleva a otro dato especialmente impactante que es el siguiente: “En el primer trimestre del año se perdió aproximadamente un 5,4 por ciento de las horas de trabajo en todo el mundo (equiparable a 155 millones de empleos a tiempo completo), con respecto al cuarto trimestre de 2019. Se prevé que en el segundo trimestre de 2020 se pierda en todo el mundo el 14,0 por ciento de las horas de trabajo (equiparable a 400 millones de empleos a tiempo completo), y que las mayores pérdidas se registren en las Américas, a razón del 18,3 por ciento”.

Se vuelve a insistir, como se está haciendo desde los primeros impactos de la crisis, en el riesgo de que la crisis agrave la desigualdad de género en el mercado laboral y se produzca un retroceso respecto a avances logrados, con muchos esfuerzos, en décadas anteriores, en el camino de la igualdad entre hombres y mujeres. Para la OIT, “Cuanto mayor sea la pérdida de empleo femenino durante la fase confinamiento y menos puestos de trabajo existan como consecuencia de la crisis de la COVID-19, más difícil será recuperar el empleo para las mujeres. Habida cuenta de ello, esta crisis podría provocar un retroceso con respecto a los avances logrados (a un ritmo muy lento) para la mujer en el mercado de trabajo, en particular con respecto a la distribución del trabajo de prestación de cuidados no remunerado”.

Los retos a los que deben responder todas las políticas que se instrumente son aquellos ya enumerados en la nota conceptual preparada para la cumbre y que ahora se vuelven a recordar: “a) alcanzar un equilibrio en el plano político; b) mantener intervenciones a la escala necesaria; c) apoyar a los grupos vulnerables y los más afectados con el fin de lograr un mercado laboral más justo; d) fomentar la solidaridad y el apoyo internacionales; y e) fortalecer el diálogo social y el respeto de los derechos en el trabajo”.

Y todo ello, siempre tomando como punto de referencia la Declaración del Centenario y sin olvidar que en ningún caso está superada la crisis y que puede haber rebrotes, con sus consecuencias negativas para el mundo del trabajo, manifestándose con innegable preocupación que “Si en los próximos meses volvieran a aplicarse nuevas medidas de confinamiento o prosiguieran las rigurosas medidas implantadas en determinados casos, la actividad económica y los mercados laborales se verían más afectados y se dificultaría la recuperación del empleo”.

En la búsqueda de respuestas adecuadas será especialmente importante, se subraya, la armonización de las intervenciones políticas en los planos sanitario, económico y social, y el mantenimiento de las medidas mientras sea necesario y obviamente siempre teniendo en cuenta las disponibilidades económicas.

Continuará… seguro. Mientras tanto, buena lectura.

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