lunes, 9 de septiembre de 2019

El regreso a las aulas. Saludo al alumnado del nuevo curso académico universitario.


Poco después de escribir esta entrada iniciaré un nuevo curso académico en la Universidad Autónoma de Barcelona, en su Facultad de Derecho. el decimotercero desde que me incorporé en septiembre de 2007.

Les confieso que sigue estando nervioso el primer día de clase, al ponerme delante de alumnos y alumnas con edades comprendidas entre 20 y 22 años que miran expectantes al profesor, a un viejo profesor en este caso, o si alguien de mi edad se enfada por esta mención utilicemos la terminología más educada de la Organización Internacional del Trabajo, que se refiere a personas de edad avanzada, o simplemente digamos que es una persona con una larga y fructífera experiencia acumulada en sus muchos años de intensa vida académica.

Sea cual sea el término o las expresiones utilizadas, el alumnado espera que ese profesor les explique el primer día de clase el contenido de la asignatura y, no hay que negarlo, muy especialmente, la carga de trabajo que implica y los métodos de evaluación. Ya  saben que la palabra “examen” también ha quedado casi descartada en las pautas docentes actuales, aunque las y los alumnos la siguen utilizando casi de la misma manera que la utilizábamos quienes cursamos las entonces existentes Licenciaturas en los muy lejanos años setenta del siglo XX.

Por parte del profesor es conveniente prestar atención a las personas asistentes el primer día de clase, la inmensa mayoría de quienes están matriculadas y matriculados, y sin dudar reconocer en sus rostros la ilusión de reencontrarse con sus compañeras y compañeros de cursos anteriores y hablar de todo aquello que han hecho desde que finalizó el anterior, ilusión que es, al menos  inicialmente, superior a la que puedan tener por una asignatura que no conocen y que por ello deberá ser el profesor el que logre que la tengan durante el curso.

¿Desconocimiento del Derecho del Trabajo? Pues sinceramente sí en su gran mayoría, dado que las y los estudiantes de tercer curso del grado en Derecho habrán tenido, si es que ello ha ocurrido, muy poco contacto con el mundo laboral en su vertiente contractual, es decir prestando servicios en una empresa mediante la formalización de un contrato de trabajo. Otra cosa bien distinta es que hayan llevado a cabo actividades que intentaré demostrarles a lo largo del curso que si podían ser consideradas laborales, aunque se desarrollaran de forma en principio voluntaria o también irregular. Habrá que recurrir a referencias a sus familiares, más exactamente a que recuerden cuales son sus actividades diarias, para que comprendan que sí, que trabajan por cuenta ajena o que son autónomos (con o sin trabajadores a su servicio). Tiempo habrá para hablar de todo ello y estudiarlo con todo detalle durante los próximos meses.

¿Alguna característica global que puedan extraerse del listado de alumnas y alumnos que he consultado antes de iniciar el curso? Pues sí, una bien reseñable y que puede dar lugar a un estudio sociológico. Según las listas cerradas a 6 de septiembre (y sabiendo que la dinámica de Erasmus y cambios de grupo llevan a algunas modificaciones con posterioridad durante todo el mes de septiembre), en un grupo hay 76 personas matriculadas, y en el segundo que tengo a mi cargo 69. En el primero, son 57 alumnas y 16 alumnos, en el segundo 49 y 20 respectivamente.

Trasladado este dato al ámbito judicial o de la administración laboral, por ejemplo, dado que la característica expuesta ya viene dándose, aunque ahora en mayor medida, desde hace varios años, repárese en quienes acceden a la judicatura o a la Inspección de Trabajo y de la Seguridad Social según los datos oficiales facilitados por el Consejo General del Poder Judicial y el Ministerio responsable de las políticas laborales (con cambios de denominación en los últimos años según donde quisiera poner el acento el partido gobernante en sus políticas) en la actualidad el de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, y comprobarán el muy elevado porcentaje de mujeres que acceden a la judicatura y a la ITSS, aunque cuestión bien distinta, aún, es el acceso al Tribunal Supremo, y la foto del inicio del curso judicial es una muestra clara e indubitada de que aún queda mucho, muchísimo, por avanzar hasta lograr la equiparación entre magistrados y magistradas. Muy interesante será analizar en un próximo futuro como la perspectiva de género en el análisis judicial, ahora ya asumida con total naturalidad por un sector reducido de la judicatura se extiende más, o menos, con la mayor presencia femenina.

Como pueden comprobar, si mis alumnas y alumnos leen este post no quedará satisfecho su interés por conocer el contenido de la asignatura y los métodos de evaluación. Ciertamente, de todo ello les hablaré durante la primera sesión del curso, en la que trataré de explicarles que el Derecho del Trabajo es un derecho vivo, pegado a la realidad y que es vivido, y sufrido, por gran parte de la población toda aquella que forma parte de la denominada población activa, es decir la que trabaja o busca activamente trabajo, y que dedicaremos especial atención, con la participación activa del alumnado, a la realización de casos y actividades prácticas que nos acerquen a esa realidad cada vez más compleja y cambiante del mundo del trabajo, aunque también en más de una ocasión y bajo el ropaje de la modernidad se encondan las antiguas, y ahora mucho más refinada, formas de explotación.

Dejemos aquí estas notas. Un saludo a todo el alumnado, del que también espero aprender mucho porque su vida laboral, al menos de aquellos que ya la han tenido o la tienen, es sensiblemente distinta de aquella con la que me inicie en el mundo laboral hace ya muchos años. Aprendizaje conjunto sí, aunque ciertamente quien debe evaluar los conocimientos, de mi alumnado, soy yo como profesor. Espero y deseo que esa evaluación sea fructífera, no ya por la superación de unos estudios, sino porque lo haya sido el proceso de aprendizaje.

Empezamos. ¡Ánimo y adelante!   

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