Poco después de
escribir esta entrada iniciaré un nuevo curso académico en la Universidad Autónoma
de Barcelona, en su Facultad de Derecho. el decimotercero desde que me
incorporé en septiembre de 2007.
Les confieso que
sigue estando nervioso el primer día de clase, al ponerme delante de alumnos y
alumnas con edades comprendidas entre 20 y 22 años que miran expectantes al
profesor, a un viejo profesor en este caso, o si alguien de mi edad se enfada
por esta mención utilicemos la terminología más educada de la Organización
Internacional del Trabajo, que se refiere a personas de edad avanzada, o simplemente
digamos que es una persona con una larga y fructífera experiencia acumulada en
sus muchos años de intensa vida académica.
Sea cual sea el
término o las expresiones utilizadas, el alumnado espera que ese profesor les
explique el primer día de clase el contenido de la asignatura y, no hay que
negarlo, muy especialmente, la carga de trabajo que implica y los métodos de evaluación.
Ya saben que la palabra “examen” también
ha quedado casi descartada en las pautas docentes actuales, aunque las y los
alumnos la siguen utilizando casi de la misma manera que la utilizábamos quienes
cursamos las entonces existentes Licenciaturas en los muy lejanos años setenta
del siglo XX.
Por parte del profesor
es conveniente prestar atención a las personas asistentes el primer día de
clase, la inmensa mayoría de quienes están matriculadas y matriculados, y sin
dudar reconocer en sus rostros la ilusión de reencontrarse con sus compañeras y
compañeros de cursos anteriores y hablar de todo aquello que han hecho desde
que finalizó el anterior, ilusión que es, al menos inicialmente, superior a la que puedan tener
por una asignatura que no conocen y que por ello deberá ser el profesor el que logre
que la tengan durante el curso.
¿Desconocimiento
del Derecho del Trabajo? Pues sinceramente sí en su gran mayoría, dado que las
y los estudiantes de tercer curso del grado en Derecho habrán tenido, si es que
ello ha ocurrido, muy poco contacto con el mundo laboral en su vertiente contractual,
es decir prestando servicios en una empresa mediante la formalización de un
contrato de trabajo. Otra cosa bien distinta es que hayan llevado a cabo
actividades que intentaré demostrarles a lo largo del curso que si podían ser
consideradas laborales, aunque se desarrollaran de forma en principio voluntaria
o también irregular. Habrá que recurrir a referencias a sus familiares, más
exactamente a que recuerden cuales son sus actividades diarias, para que comprendan
que sí, que trabajan por cuenta ajena o que son autónomos (con o sin
trabajadores a su servicio). Tiempo habrá para hablar de todo ello y estudiarlo
con todo detalle durante los próximos meses.
¿Alguna característica
global que puedan extraerse del listado de alumnas y alumnos que he consultado
antes de iniciar el curso? Pues sí, una bien reseñable y que puede dar lugar a
un estudio sociológico. Según las listas cerradas a 6 de septiembre (y sabiendo
que la dinámica de Erasmus y cambios de grupo llevan a algunas modificaciones
con posterioridad durante todo el mes de septiembre), en un grupo hay 76
personas matriculadas, y en el segundo que tengo a mi cargo 69. En el primero,
son 57 alumnas y 16 alumnos, en el segundo 49 y 20 respectivamente.
Trasladado este
dato al ámbito judicial o de la administración laboral, por ejemplo, dado que la
característica expuesta ya viene dándose, aunque ahora en mayor medida, desde
hace varios años, repárese en quienes acceden a la judicatura o a la Inspección
de Trabajo y de la Seguridad Social según los datos oficiales facilitados por
el Consejo General del Poder Judicial y el Ministerio responsable de las políticas
laborales (con cambios de denominación en los últimos años según donde quisiera
poner el acento el partido gobernante en sus políticas) en la actualidad el de
Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, y comprobarán el muy elevado porcentaje
de mujeres que acceden a la judicatura y a la ITSS, aunque cuestión bien
distinta, aún, es el acceso al Tribunal Supremo, y la foto del inicio del curso
judicial es una muestra clara e indubitada de que aún queda mucho, muchísimo,
por avanzar hasta lograr la equiparación entre magistrados y magistradas. Muy
interesante será analizar en un próximo futuro como la perspectiva de género en
el análisis judicial, ahora ya asumida con total naturalidad por un sector
reducido de la judicatura se extiende más, o menos, con la mayor presencia
femenina.
Como pueden
comprobar, si mis alumnas y alumnos leen este post no quedará satisfecho su
interés por conocer el contenido de la asignatura y los métodos de evaluación.
Ciertamente, de todo ello les hablaré durante la primera sesión del curso, en
la que trataré de explicarles que el Derecho del Trabajo es un derecho vivo,
pegado a la realidad y que es vivido, y sufrido, por gran parte de la población
toda aquella que forma parte de la denominada población activa, es decir la que
trabaja o busca activamente trabajo, y que dedicaremos especial atención, con
la participación activa del alumnado, a la realización de casos y actividades
prácticas que nos acerquen a esa realidad cada vez más compleja y cambiante del
mundo del trabajo, aunque también en más de una ocasión y bajo el ropaje de la
modernidad se encondan las antiguas, y ahora mucho más refinada, formas de
explotación.
Dejemos aquí estas
notas. Un saludo a todo el alumnado, del que también espero aprender mucho
porque su vida laboral, al menos de aquellos que ya la han tenido o la tienen,
es sensiblemente distinta de aquella con la que me inicie en el mundo laboral
hace ya muchos años. Aprendizaje conjunto sí, aunque ciertamente quien debe evaluar
los conocimientos, de mi alumnado, soy yo como profesor. Espero y deseo que esa
evaluación sea fructífera, no ya por la superación de unos estudios, sino
porque lo haya sido el proceso de aprendizaje.
Empezamos. ¡Ánimo
y adelante!
No hay comentarios:
Publicar un comentario