miércoles, 26 de junio de 2019

Datos de interés, generales y laborales, sobre la población migrante en España.


1. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el 25 de junio los datos provisionales de lascifras de población a 1 de enero de 2019 y las estadísticas de migraciones delaño 2018. Se trata de datos de indudable interés para conocer no solo la evolución cuantitativa de la población sino también como ha ido evolucionando la presencia de población extranjera en España desde inicios de la presente década y su impacto sobre el crecimiento de aquella, relacionado sin duda en cada momento con la situación económica, primero de crisis y después (a partir de 2014) de gradual recuperación… para una parte de la población. Y digo una parte porque cuatro días antes, el 21, el INE publicó la encuesta anual de estructurasalarial correspondiente al año 2017, donde se pueden comprobar claramente las diferencias salariales existentes por sectores, ocupaciones, sexo y también entre población nacional y extranjera. En fin, otros datos de interés sobre la presencia e impacto de la población extranjera en España nos los facilitaba el INE el día 19 con la publicación de los datos provisionales sobre el movimientonatural de la población y los indicadores demográficos básicos correspondientesal año 2018.

Desde una perspectiva muchos más amplia de reflexión social, es de indudable interés la atenta lectura del VIII Informe Foessa sobre exclusión y desarrollo social en España, hecho público el 12 de junio. Con respecto a la población extranjera me quedo ahora con unas consideraciones de especial interés a mi parecer sobre el fenómeno migratorio y las dificultades que esta teniendo su asunción por una parte no menospreciable de la población europea, si bien antes destaco que según el Informe que España “es uno de los países donde en menor medida se expresan opiniones abiertamente xenófobas y se producen fenómenos de rechazo”.  

“Es noticia diaria que una parte significativa de la población europea no quiere recibir más inmigración. Se subraya, hoy, que ese rechazo se apoya en motivos culturales. Y, sin embargo, también se enfatiza desde la cotidianidad que se necesitan inmigrantes por razones reproductivas, es decir, del desequilibrio de la población, y productivas, es decir, del crecimiento económico. Desde esta última clave se argumenta que la inmigración es necesaria porque la mercantilización de las tareas de ayuda, cooperación y cuidados no es desarrollada por la población nativa acomodada de forma autónoma. Pero también contribuye a reponer la fuerza de trabajo ocupada en las tareas más ingratas y duras, que los nativos no quieren desempeñar, como la recogida de basuras o el reparto a domicilio, la limpieza de oficinas y la seguridad en las obras y edificios. También se argumentan motivos «bienestaristas», como es el mantenimiento de las pensiones. El rechazo cultural a los extranjeros (a su religión y a sus costumbres) se alimenta del miedo a la diferencia y de la fragilidad en los valores. Lo cierto es, sin embargo, que estos temores beben en la realidad del aumento de la desigualdad económica y de la perdida de cohesión sociocultural”.

2. ¿Qué nos dicen los datos sobre las cifras de población y las estadísticas de migraciones? Pues que la población residente en España se incrementa considerablemente respecto a 2018, concretamente en 276.186 personas, superando el valor histórico más alto alcanzado en 2012 y llegando casi a los 47 millones, exactamente 46.934.632.

Ahora bien ¿a qué ha sido debido ese crecimiento? No al saldo vegetativo, es decir a los nacimientos menos las defunciones producidas, ya que este salvo es negativo en 56.262 personas (367.374 nacimientos y 423.636 defunciones), y sí, y este es el dato que deseo resaltar, por el saldo migratorio positivo de 333.672 personas, ya que la inmigración fue de un total de 643.037 y la emigración hacia el exterior de 309.365.

Con mayor detalle, los datos del INE ponen de manifiesto que el crecimiento de la población se debió al de la población de nacionalidad extranjera, que aumentó el pasado año en 285.554 personas, hasta llegar a 4.848.516. Por el contrario la población de nacionalidad española se redujo en 9.638, en el bien entendido que si solo tomamos en consideración la población nacida en Espala la reducción fue sensiblemente superior, 98.595 personas, no compensada por el número, 90.28, de quienes adquirieron la nacionalidad española durante 2018.

¿De dónde proviene la población extranjera? Es bien sabido, y a efectos laborales el análisis de los datos mensuales de empleo, desempleo y afiliación a la Seguridad Social que vengo efectuando desde hace varios años así lo ponen de manifiesto, que Marruecos y Rumania son los dos primeros países, mientras que los datos varían respecto a otros países si nos referimos a la población residente o bien a la población trabajadora (casos, entre otros, del Reino Unido, Italia, Colombia y China). Pues bien, el incremento cuantitativo del año 2018 se ha centrado en un país en grave situación económica y social, Venezuela (42.803), en otro en el que la solución al conflicto bélico sigue teniendo aún secuelas, Colombia (39.977), y en un tercero que por su proximidad geográfica es lógico que incremente su población, y más cuando su situación económica y social también tiene muchos interrogantes para la población joven, Marruecos (32.217). Además de Venezuela y Colombia, destaca en términos relativos el importante incremento de la población de otro Estado de América Central en el que las condiciones laborales y de seguridad dejan mucho que desear, Honduras (32,4%). Tanto en términos absolutos como relativos, si bien las cifras son de poca importancia, la menor presencia de la población extranjera recae en Ecuador, Rumania y Bulgaria.

La inmigración, es decir la migración exterior hacia España adquiere especial relevancia en 2018, ya que 643.037 personas establecieron su residencia en España, con un incremento de más del 20 % sobre al año anterior, mientras que se reduce la emigración, pues fueron 309365 personas, un 16,1 % menos que en 2017, las que abandonaron España para trasladarse a residir a otro país. Si paramos nuestra atención específicamente en la nacionalidad de la población inmigrante, es relevante que 559.309 eran extranjeros y solo 83.728 españoles; si nos fijamos en la emigración, la mayor parte de esta fue protagonizada por población extranjera, 229.112, y solo 80.253 por españoles, en el bien entendido además que esta última cifra se reduce aún más si nos referimos a quienes han nacido es España, que fue de 50.306.

¿Qué datos hay que destacar de la migración exterior extranjera? El importante crecimiento cuantitativo de 330.197 personas (559.309 inmigrantes menos 229.112 emigrantes), siendo el valor más alto de crecimiento para el primer grupo desde 2008 y el mas bajo desde la misma fecha para el segundo. En esta ocasión, los datos sobre crecimiento se invierten con respecto a los anteriores, ya que la población marroquí pasa a la primera posición (+ 60.926) por delante de la colombiana (53.247) y la venezolana (46.825).  Por su parte, la población emigrante se incrementa en la rumana (38.807), marroquí (20.296) y británica (19.536).

También es importante reseñar que el saldo migratorio positivo de la población española (inmigración menos emigración), 3.475 personas, es la primera vez que se produce desde 2008, si bien un amplio número de las 83.728 personas que migraron hacia España tenían la nacionalidad española pero no habían nacido en España, en concreto 31.438, lo que lleva al INE a afirmar que la llegada de españoles “no consiste fundamentalmente en una inmigración de retorno”, y datos significativos al respecto son que los dos principales países de españoles inmigrantes fueron Venezuela (18.132) y Ecuador (6.399).

3. Que la población trabajadora extranjera no se encuentra precisamente entre la que percibe mejores salarios en España es un dato año tras año contrastado en las encuestas anuales de estructura salarial que realiza el INE, siendo la última la correspondiente a 2017 y en la que podemos conocer, como datos generales, que la ganancia media anual por trabajador fue de 23.646,50 €, con diferencia sustancial entre la población masculina (26.391,84 € y la femenina, 20.607,85 euros), reduciéndose sensiblemente tal cantidad si nos fijamos en el salario mediano (“el que divide el número de trabajadores en dos partes iguales, los que tienen un salario superior y los que tienen un salario inferior”), que pasa a ser de 19.830,12 €, y más aún si prestamos atención a cuál es la cuantía del salario más frecuentemente pagado dichos año, de 17.482 € (será conveniente esperar a conocer próximas encuestas para analizar de qué forma pueden haber influido las importantes subidas del Salario Mínimo Inter profesional en 2018 y 2019).

Pues bien, si nos fijamos, a los efectos que me interesa para esta entrada, en los salarios percibidos por la población extranjera, los datos son aún más preocupantes, ya que mientras que la población española se situó en un nivel superior al del salario medio (24.116,92 €), la restante población se situó por debajo, en porcentajes que se sitúan entre un 15,5 y un 30,8 % menor.

Así, el de la población UE (sin tomar en consideración a España) fue de 19.973,95, mientras que para el resto de Europa la cuantía fue de 16.356,07, y aún menor para población de América latina, 15.035,12 y para la del resto del mundo, 14.579,06. En todos los casos, la población trabajadora femenina percibió salarios inferiores a los de la masculina, yendo desde los 20.929,88 de la población española a los 11.993,28 de la del resto del mundo. Los datos del citado Informe Foessa nos indican que “una mujer necesita trabajar 1,5 horas más al día para ganar lo mismo que un hombre. Si esa mujer es inmigrante, 2 horas más”

4. Por fin, otros datos de indudable interés son los relativos a los indicadores demográficos correspondientes a 2018. Ya he indicado que el saldo vegetativo fue negativo, habiendo 369.302 nacimientos, de los que el 20,6 %, un total de 76.184, fueron de madre de nacionalidad extranjera, un incremento porcentual de 1,3 puntos con respecto a 2017. El número medio de hijos por mujer se ha ido reduciendo de forma gradual desde 2008, tanto en la población española como en la extranjera, de tal manera que se sitúa en 1,19 entre la primera (1,36 en 2008) y en 1,63 en la segunda (1,83 en 2008), siendo la edad media de la maternidad superior entre las españolas que entre las extranjeras, 32,7 y 29,9 años respectivamente. Los datos del INEN también nos informan de que en los matrimonios entre personas de distinto sexo, en un 17.2 % uno de los cónyuges era extranjero.    

Datos para reflexionar. Buena lectura.   

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