1. El lunes 6 de
mayo era hecho público el informe elaborado conjuntamente por la OIT y laFundación Europea para la mejora de las condiciones de vida y de trabajo (Eurofound)sobre las condiciones de trabajo en un ámbito geográfico que alcanza a 1.200
millones de personas trabajadoras en todo el mundo, con inclusión de Estados
europeos, americanos y asiáticos.
En concreto, los
países analizados para la investigación fueron los 28 Estados de la Unión
Europea, Turquía, China, Corea del Sur, Estados Unidos, un bloque
centroamericano integrado por El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y
Panamá, y tres Estados de América del Sur que fueron Argentina, Chile y Uruguay.
Es un informe de
muy recomendable consulta y lectura, siendo probablemente uno de los que ha
prestado atención a un número mayor de trabajadores y trabajadoras de todo el
planeta. Disponemos de un excelente resumen en castellano, y del texto íntegroen inglés. Igualmente, hay una amplia nota de prensa oficial, difundida al
mismo tiempo que se hacía público el Informe, que sintetiza los contenidos más
relevantes del texto y en la que se recogen las manifestaciones de las personas
responsables del informe por parte de cada una de las dos organizaciones en los
términos siguientes: “Las buenas condiciones de trabajo contribuyen al
bienestar de los trabajadores y al éxito de las empresas”, señala Manuela
Tomei, Directora del Departamento de Condiciones de Trabajo e Igualdad de la
OIT . “Comprender las cuestiones que afectan al bienestar y a la productividad
de los trabajadores de uno y otro sexo es decisivo para conseguir trabajo
decente para todos, sobre todo en una época en que las nuevas tecnologías y las
nuevas formas de organización del trabajo están remodelando el mundo del trabajo.”…
“Puede mejorarse la calidad del empleo reduciendo las exigencias excesivas a
los trabajadores y limitando su exposición a riesgos, y también poniendo más a
su alcance recursos laborales que le ayuden a conseguir los objetivos de su
trabajo, o mitigando los efectos de esas exigencias”, puntualizó Juan Menéndez
Valdés, Director Ejecutivo de Eurofound. “Los trabajadores, los empleadores y
sus respectivas organizaciones tienen una función que cumplir en la mejora de
la calidad del empleo.”.
2. El informe
analiza las siguientes siete dimensiones de la calidad del trabajo: el entorno
físico, la intensidad del trabajo, la calidad del tiempo de trabajo, el entorno
social, las competencias y la evolución, las perspectivas y los ingresos.
Se ponen de
manifiesto las importantes diferencias existentes si se analiza la perspectiva
global, pero al mismo tiempo se enfatizan las similitudes existentes y que
ponen de relieve la necesidad de actuar de la forma más rápida y eficaz posible
para corregir los defectos que afectan de manera negativa a la calidad del
trabajo de muchas personas, con especial preocupación para la población
trabajadora femenina, jóvenes y migrantes.
“¿Cuáles son los
datos más relevantes a mi parecer que pueden extraerse del amplio informe? Con
una valoración obviamente subjetiva, por cuanto puede ponerse el acento con mayor
o menor intensidad en los contenidos de los diversos apartados, destacaría los
siguientes:
A) La habitualidad
en la exposición a riesgos físicos, y en mayor medida para los trabajadores “blue
collars”, destacando la problemática del riesgo por sonido acústico elevado y
que afecta a un porcentaje de personas trabajadoras que se sitúa entre 20 y el
33 % del total. Repárese además en la importancia de los riesgos físicos por la
exposición en el trabajo tanto a muy altas como a muy bajas temperaturas.
B) Los ritmos
intensos de trabajo y con plazos muy ajustados respecto a su realización, que
afectan a un porcentaje que oscila entre el 33 y el 50 %. Más concretamente la
extrema flexibilidad, que provoca situaciones de estrés laboral importantes
para una parte no menospreciable de la población trabajadora, se pone de
manifiesto cuando se calcula en un porcentaje de cerca del 15 % el de quienes
afirman que las modificaciones se les anuncian prácticamente sin antelación o
como mucho un día antes.
No deja de ser
preocupante también la situación de tensión vivida en el trabajo por quienes
tienen relación directa con personas a las que forman (caso del profesorado) o
a las que atienden (personal del sector del comercio), y que deben dar respuesta
permanente a las necesidades de aquellas, con situaciones de estrés y tensión emocional
que no deben desconocerse. El informe pone especial atención en la necesidad de
adoptar medidas que limiten los riesgos psicosociales ya que, por ejemplo, las
situaciones de estrés vinculadas a este tipo de trabajo son el segundo problema
de salud laboral más importante en Europa, solo por detrás de los problemas
musculoesqueléticos.
C) El número de
horas trabajadas que supera las 48 por semana (¿nos acordamos de la importancia
histórica de la reivindicación de la jornada de 40 horas semanales?) llega al
40 % en China y Corea, e incluso alcanza el 60 % en Turquía, pareciendo
entonces de mucha menor importancia (aunque indudablemente la tiene por su
estrecha relación con la seguridad y salud en el trabajo y la prevención de riesgos
laborales) que ese porcentaje sea “solo” del 15 % en los Estados de la UE.
Más aún, sumando
tanto las horas remuneradas como aquellas que se realizan en el ámbito familiar
y que no aparecen en las estadísticas como tiempo de trabajo, se comprueba (yo
diría que simplemente se reafirma) a escala mundial que las mujeres trabajan
durante más horas que los hombres.
D) Un aspecto que
hay que valorar positivamente es el dato de un número importante de personas encuestadas
que son del parecer que prestan sus servicios en un “entorno laboral
comprensivo” y que consideran aceptables y adecuadas las relaciones con sus
superiores y los compañeros y compañeras de trabajo. No obstante, no deja de
ser especialmente preocupante el dato global, superado en varios Estados, de que
hasta un 12 % de las personas trabajadoras “sufren insultos, conductas humillantes,
intimidaciones, conductas no deseadas de naturaleza sexual o acosa sexual”.
E) Avanza, es otro
dato positivo, el número de quienes afirman que disponen de margen de autonomía
en la realización de su trabajo y en decisiones que afectan al mismo, con las
lógicas diferencias entre los Estados y en las que influyen la preparación y
los conocimiento de las personas trabajadoras y el entorno empresarial en el
que pueden desarrollar plenamente sus aptitudes; diferencias que ciertamente
son relevantes si nos fijamos, por ejemplo, en el dato de EEUU, UE y Uruguay
(entre 72- 84 %) y lo comparemos con el de China (55 %) o Corea (32 %).
F) Nada nuevo bajo
el sol respecto a la diferencia de trato entre mujeres y hombres por lo que
respecta a la remuneración salarial; es decir, y con los matices propios de
cada realidad económica y social, las mujeres ganan menos que los hombres y
tienen una mayor presencia en el extremo inferior de distribución de los
ingresos.
También es menor,
en términos globales, la calidad del trabajo para las mujeres, poniéndose el
acento en que ello deriva de las múltiples interacciones entre las realidades
sociales y los marcos normativos vigentes, tales como “los sistemas de
bienestar y familiar, las estructuras del mercado laboral, los tipos de vidas
centrados en el género y la división del trabajo remunerado y no remunerado”. Con
contundencia se afirma en el informe, y con pleno fundamento de causa a mi
parecer, que las diferencias de género “resultan fundamentales para entender
las tendencias de las condiciones de trabajo en todo el mundo”.
G) Es preocupante
la inseguridad laboral que padecen muchos trabajadores y trabajadoras, como consecuencia
de su situación precaria en el mercado de trabajo, ya sea por tener contratos
de duración determinada, bien por estar ocupados en la economía informal, bien
por trabajar en sectores y/o puestos de trabajo que se ven especialmente
afectados por el cambio tecnológico y el desarrollo acelerado de la
digitalización.
Dicha situación no
afecta sólo a los Estados con menor desarrollo de su normativa laboral en orden
a proteger a las personas afectadas, sino que también se da, a título de
ejemplo, entre cerca de un 16 % de quienes trabajan en la UE que temen perder
su puesto de trabajo en una perspectiva de pocos meses, si bien, es más
preocupante, a mi parecer, la inseguridad manifestada por cerca de un 30 % que
afirman estar trabajando “en un trabajo sin perspectivas de carrera”.
Pero, también
puede la botella medio llena si prestamos atención a un dato mucho más positivo
y esperanzador para seguir avanzando en la mejora de la calidad del trabajo,
cual es que entre un 30 y un 60 % de las personas encuestadas afirmaron que su puesto
de trabajo ofrecía perspectivas de desarrollo de su carrera profesional.
H) No puede faltar
en el informe la obligada, muy correctamente a mi parecer, referencia a la
necesidad de impulsar el diálogo social para la elaboración de políticas, tanto
dentro como fuera del lugar del trabajo, que pongan en el centro del debate la
necesidad de mejorar su calidad y la consiguiente adopción de medidas para
conseguirlo. La participación de la representación del personal para adaptar
las normas existentes a las condiciones laborales en cada empresa, y por consiguiente
implicándose en la organización del trabajo, se valora en el informe como un elemento
especialmente positivo para la mejora de la calidad
I) La semana (cinco días de trabajo) y el horario
“inglés” (de 9 a 17 horas, más o menos) no parece desde luego predominante a
escala mundial si hemos de hacer caso a los datos del informe, a pesar de la
reducción progresiva del tiempo de trabajo experimentado desde los albores del
nacimiento de la normativa laboral y de protección social.
Baste aquí únicamente
con señalar que el informe resalta que más de la mitad de las personas
trabajadoras trabajan los sábados, y que cerca de un tercio lo hace el domingo;
o además, que en los países examinados entre un 10 y un 40 % prestan sus servicios
en trabajo a turnos u horario nocturno; o incluso que un descaso inferior a las
11 horas entre dos jornadas de trabajo “no es inusual”.
También la diferencia
entre tiempo de trabajo y tiempo de vida personal parece alejarse mucho de los
patrones deseados por gran parte del mundo laboral, ya que no menos del 25 % de
la población encuestada afirma que trabaja “en su tiempo libre”.
J) ¿Hay
trabajadores pobres como consecuencia de que sus ingresos no les permiten vivir
dignamente, ya sea solo en su caso con sus familias? Sí, y con mayor afectación
a escala global entre las mujeres que entre los hombres, consecuencia sin duda
de la segregación ocupacional.
3. Un repaso a las
características propias de cada territorio al que se ha dedicado la atención en
el informe nos presenta datos más concretos y más “pegados” a la realidad
económica y social de aquel, de los que vale la pena destacar algunos de ellos.
A) Por ejemplo, en
el ámbito de la UE, el informe efectúa una llamada a seguir investigando sobre
los distintos contenidos de la vida laboral que afectan a la calidad del
trabajo, a fin y efecto de disponer de mayores datos que puedan contribuir a
acercar aquella y su calidad a los estándares de mayor nivel. Para quienes han
elaborado el informe, “Mejorar la calidad de los puestos de trabajo y las
condiciones de trabajo necesita acción continua en la regulación a nivel
nacional - y supranacional - con el fin de proporcionar la protección de los
trabajadores y los incentivos para mantener un alto nivel de estándares de
calidad. También necesita acción dentro de las empresas y los lugares de
trabajo, donde las cuestiones cruciales del trabajo la organización y el diseño
del trabajo se deciden. Y en este contexto, garantizar la participación
efectiva de los trabajadores es una un componente vital. Los actores de las
relaciones laborales por lo tanto, se enfrentan a un reto importante para
encontrar formas, y para rediseñar el trabajo y mejorar la calidad de los
puestos de trabajo”.
B) Las referencias
a China deben enfatizar a mi parecer el envejecimiento de su población y el incremento
de los trabajadores “white collar”, así como la mejora de las condiciones salariales.
No obstante, el análisis
de los datos disponibles pone de manifiesto que los incrementos salariales se
reparten de forma muy desigual, que un elevado porcentaje de la población,
superior al 30%, trabaja 48 o más horas semanales, y que los riesgos laborales,
tanto físicos como los derivados de la intensidad laboral, afectan al 20 %.
C) Si nos fijamos
en Corea, destaca igualmente el elevado número de quienes trabajan más de 40
horas semanales y las dificultades de
índole económica que sufre una parte de la población para subvenir a sus
necesidades propias y familiares aún trabajando, y preocupa igualmente las
diferencias de condiciones laborales entre hombres y mujeres, con afectación
negativa al segundo colectivo y que suele estar encuadrado en ocupaciones con
bajo nivel salarial.
D) La realidad
estadounidense tiene muchos aspectos controvertidos, de los que destacaría dos
que deberían ser objeto de corrección: el primero, que cerca de la mitad de la
población trabajadora afirma que trabaja durante su tiempo libre para poder dar
salida a todas su obligaciones laborales pendientes; la segunda, el preocupante
porcentaje del 25 % que afirman sufrir o haber sufrido algún tipo de acoso en
el trabajo o de trato hostil por sus superiores, con especial afectación a las más
mujeres más jóvenes y las de mediana
edad entre quienes se vieron afectadas por el acoso, mientras que los abusos u
ofensas verbales se dirigieron en mayor medida hacia los trabajadores varones
más jóvenes, enfatizándose por quienes han elaborado el informe que “En última
instancia, las condiciones de trabajo están estrechamente vinculadas a la
satisfacción en el trabajo. Reducir la frecuencia de las condiciones adversas,
las largas horas y la intensidad del trabajo, mientras que simultáneamente se
promueve la creatividad, el apoyo social y la autonomía, probablemente mejorará
las opiniones de los trabajadores sobre sus puestos de trabajo, y tendrá un
impacto beneficioso en la economía como un todo”.
4. En cualquier
caso, y para ir concluyendo estas notas, el informe subraya que hay un conjunto
de factores que afectan a todos los Estados y a todas las personas
trabajadoras, y aquello que puede variar es la mayor o menos intensidad con la
que se produce, por lo que es necesario pensar en propuestas y alternativas que,
sin desconocer la realidad económica y social de cada Estado, puedan servir
como punto de referencia para políticas a escala internacional.
Tales factores son
el incremento de la participación femenina en el mercado de trabajo, el cambio
en la organización y modelos de producción, el avance tecnológico (incluyendo
la digitalización) y su impacto sobre las nuevas formas de organización del
trabajo, tanto en el interior como fuera de la empresa, y el mayor uso de formas
de prestación laboral que pueden calificarse de temporales y no permanentes,
por contraposición al trabajo estable.
En su apartado
final, como también ocurre en muchos otros informes, se deja la puerta abierta
a seguir avanzando y profundizando en el estudio, examen y análisis, de otros
factores que tienen también un indudable impacto sobre la calidad del trabajo,
tales como “factores económicos; la estructura ocupacional de la mano de obra;
el papel del diálogo social en la toma de decisiones a todos los niveles; la
medida en que la regulación del trabajo y del empleo facilita la integración de
los grupos potencialmente más vulnerables del mercado de trabajo; y el
contenido de las políticas destinadas a ampliar los derechos laborales”.
Buena lectura.
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