miércoles, 22 de agosto de 2018

17.181 kms. de distancia física. 0 kms de diferencia tecnológica. Desde Sídney, con amor de abuelo.


1. Redacto esta breve entrada poco antes de finalizar las vacaciones con mis nietas, a primera hora de una mañana radiante de sol en Sidney (ocho horas de diferencia con España), como todos los días en que hemos estado en esta preciosa ciudad y que desde luego hace que no parezca en absoluto que nos encontramos en invierno en esta parte del planeta (me imagino que algo tiene que ver el calentamiento climático, pero como no soy espexto en la materia, sólo lo dejo apuntado).

Mientras escrito, mis dos nietas están jugando con el IPAD, que me atrevo a decir que manejan con tanta o más agilidad que yo, y eso que solo tienen 5 y 3 años. Sin duda, muchas madres, y también padres pero (estoy seguro de que nadie rebatirá esta tesis, al menos en España y hasta hace muy poco tiempo por lo menos) han trabajado en casa en las mismas condiciones, preparando informes y documentos, o realizando trabajo manual, eso que los juristas hemos dado forma después para su regulación por el derecho y lo llamamos trabajo a domicilio y, más modernamente, trabajo a distancia. De vez en cuando, me miran o piden el desayuno o simplemente galletas, y entonces paro un poco, les doy lo que me piden (los abuelos y abuelas no estamos para educar, que para ello ya están los padres y madres) y sigo escribiendo.

Quizás, también alguna sentencia se haya redactado de la misma forma que estoy ahora  escribiendo, y estoy completamente seguro de que si afectaba a algún conflicto laboral sobre  el derecho a la conciliación de la vida familiar y laboral, habrá influido positivamente en el reconocimiento de tal derecho.

Hace ya doce años que vengo a visitar a mi hijo y mi nuera en esta ciudad, calificada por revistas internacionales como la quinta ciudad más agradable del mundo para vivir (no parece, no debe ser causalidad, que tres ciudades de Australia, Melbourne y Adelaida además de la ya citada) y nunca me canso de repetir, y cada año con más intensidad dados los avances tecnológicos, que las distancias físicas, esos 17.181 kms de distancia en un recorrido de avión (hasta ahora dos vuelos como mínimos, con cerca de 21 horas de viaje, que sumadas al tiempo de espera del enlace del segundo con el primer, suponen un día completo) hoy han quedado reducidas a 0 si hablamos de la conexión tecnológica entre, por ejemplo, Sidney y Barcelona, mi ciudad de residencia.

Bueno, esa conexión se ve “interrumpida” por el tiempo que mis nietas dedican por la mañana (antes de ir a la guardería, a la “kindi”) y por la tarde (a su regreso) para jugar con el IPAD, y es una interrupción o suspensión que desde luego no provoca ningún perjuicio a quien, como es mi caso, es el titular de la tableta, que además “remunera” a las usuarias temporales con muchos abrazos mientras están jugando.

Por cierto, este verano me he convertido en un gran conocedor de series, o como decimos en ocasiones los juristas, he “revisitado” algunas que ya había visto con mis dos nietos mayores. Por ejemplo, “Pepa Pig”, o “Teen Titan Go”, y ya no les cuento nada de todo lo que he aprendido de los juegos de ordenador con dos nietos de 12 y 9 años. Tengo una “duda” que espero que me resuelvan los lectores y lectoras del blog que saben lo que son las evaluaciones: ¿qué les parece si los someto a la evaluación de la ANECA, o la AQU en Cataluña, en el apartado de “otros méritos”? Bueno, por probarlo, como demostración de buen abuelo, que no quede ¿verdad?

2. Como les decía, la distancia tecnológica no existe, aunque cuando estás en un país procede seguir primero con atención la vida política y social del mismo.

Así, por ejemplo, la realidad parlamentaria demuestra que el gobierno conservador se encuentra cada día “en el filo de la navaja”, por las discrepancias existentes en el seno de la propia coalición que gobierna, y de ello dan cuenta sin ningún tipo de reparo los medios de comunicación.

O, también, la importancia de la cada vez mayor presencia económica china, que plantea ya un amplio debate de hasta dónde puede llegar y su influencia, directa y no meramente colateral, sobre decisiones políticas que pueda adoptar el gobierno australiano, respecto, por ejemplo, a sus críticas a las violaciones de derechos humanos en los que China pueda verse implicada. Dicha influencia es fácilmente perceptible en la vida cotidiana, donde el turismo chino, al menos en esta época del año, es abrumadoramente mayoritario con respecto al de otros países, y los datos económicos que he podido consultar poner de manifiesto que tanto en este ámbito como el de la presencia académica de estudiantes, y por tanto de ingresos por tasas de matriculación, suponen cerca del 50 % del total, tanto  el turismo como las matrículas universitarias.

En un país como Australia, donde una amplia parte de la población tiene un familiar nacido fuera de su territorio, y una no menospreciable parte con nacionalidad australiana ha nacido también fuera del continente, no podía faltar, ni mucho menos, el debate sobre la inmigración, qué aportación realiza y qué dificultades existen para su integración. Dicho debate, por lo que he seguido a través de la prensa española y las redes sociales, también existe en España y en ambos países hay planteamientos radicales contrarios a la misma, basados en prejuicios y estereotipos, cuando no en razones políticas inconfesables públicamente y que, tristemente, dan buenos réditos electorales, los están dando, en varios países europeos como demuestra muy recientemente el caso italiano.

Afortunadamente, los datos estadísticos demuestran, tanto en un  país como en el otro, que una inmigración bien gestionada es positiva para la sociedad y la economía, siempre y cuando se adopten las medidas adecuadas para gestionarla, y desde luego en España en el marco de un política europea que, formalmente existe, pero que en la práctica tiene numerosos agujeros por donde se escapan los buenos deseos. Sirvan para demostrarlo las declaraciones del director del Banco de Australia, por una parte, recogidas en un artículo del Sydeny Morning Herald el 8 de agosto (“Australian is younger andbetter off: RBA governor defends immigration rate”), y el reciente artículo de un destacado demógrafo español, Juan A. Fernández Cordón (“La inmigracióntropieza con la ideología", publicado el 20 de agosto en el blog de Economistas contra la crisis) por otra.

También lo avalan para España los datos sobre afiliación a la Seguridad Social y crecimiento del empleo en España en la etapa de expansión económica anterior a la crisis de 2008; datos de afiliación, por cierto, que en el mes de julio de este año (2.020.430) son ya muy parecidos a los del mes de julio de 2007 (2.048.305), si bien todavía están un poco lejos de la cifra máxima de este mes alcanzando en 2008 (2.151.880).

3. Bueno, les tengo que dejar porque ya las nietas reclaman mi  atención en la última parte de mi tiempo con ellas, y desde luego no se lo voy a escatimar, porque los viajes a Australia, o el de mis hijos a España son pocos cada año y hay que aprovecharlos al máximo.

Ahora ya toca volver a pensar, mejor dicho dentro de pocos días, en la actividad ordinaria; es decir ir preparando la actividad académica del nuevo curso, con la misma ilusión que en todos mis años anteriores de docencia universitaria y convencido siempre de que el alumnado merece toda mi dedicación a cambio de un esfuerzo intenso por su parte para el aprendizaje de esa realidad tan cambiante que es el mundo del trabajo y las normas laborales, legales y convencionales, que se aplican… o no.

También toca ir preparando próximas entradas, ya jurídicas y sociales con el mismo contenido de crítica constructiva en defensa de los derechos e intereses de las personas que más lo necesitan, para este blog.

En fin, volver a la vida cotidiana y desear que el debate libre de ideas, piense como piense cada persona, sea una realidad, que de ello estamos muy necesitados ¿verdad?

Buena lectura.

1 comentario:

José Conesa B. dijo...

Magnífica entrada
de Blog. Feliz retorno.