1. Fieles a su
cita anual, el pasado mes de enero fueron publicados dos documentos de
indudable interés para quienes nos dedicamos al estudio y análisis del mundo
del trabajo. Se trata, en primer lugar, del Informe de la OIT sobre “Perspectivassociales y de empleo en el mundo. Tendencias 2016”, que según puede leerse en
la página web “incluye una previsión de los niveles de desempleo en el mundo y
examina la situación en las economías desarrolladas, emergentes y en
desarrollo, con cifras y gráficos detallados. El informe presta particular
atención a la proporción de empleo vulnerable, así como a la magnitud de la
economía informal. Propone además orientaciones políticas para estimular las
oportunidades de trabajo decente en todo el mundo”.
En segundo
término, el Informe de la Comisión Europea sobre la evolución del empleo y lasituación social en la UE en 2015, presentado como “un estudio anual sobre lasúltimas tendencias en materia social y de empleo, en el que se exponen losretos futuros y las posibles respuestas políticas”. El informe analiza la
creación de empleo, la eficacia del mercado de trabajo, la modernización de la
protección social y la inversión en personas, destacando que hay una evolución
positiva del empleo y la situación económica en la UE, pero que sin embargo “siguen
existiendo grandes disparidades entre los Estados miembros en lo que respecta
al crecimiento económico, al empleo y a otros indicadores claves en materia
social y de mercado de trabajo”, y califica (aunque del dicho al hecho suele
haber un largo trecho) el diálogo social entre los agentes sociales como “esencial
para promover una recuperación económica sostenible e integradora”, al tiempo
que proclama la necesidad de encontrar un justo equilibrio entre la flexibilidad
y la seguridad en el mercado de trabajo, ya que “si bien algunos nuevos
contratos pueden dar a una situación beneficiosa para todas las partes, otros
producen inestabilidad laboral”.
2. Destaco a
continuación los contenidos más relevantes a mi parecer del Informe de la OIT,
al mismo tiempo que me refiero a otros documentos de interés para los
laboralistas.
En la presentacióndel Informe de la OIT, su director general Guy Rider explicó que “La
significativa desaceleración de las economías emergentes junto a una drástica
disminución de los precios de las materias primas tiene un efecto negativo
sobre el mundo del trabajo”, así como también que “Muchos trabajadores y
trabajadoras tienen que aceptar empleos mal remunerados, tanto en las economías
emergentes como en las en desarrollo y, cada vez más, en los países
desarrollados. A pesar de la disminución del número de desempleados en algunos
países de la Unión Europea y en Estados Unidos, demasiadas personas aún no
tienen trabajo. Es necesario emprender una acción urgente para estimular las
oportunidades de trabajo decente, o corremos el riesgo de que se intensifiquen
las tensiones sociales”. Para Raymond Torres, Director del Departamento de
Investigación de la OIT, “La inestabilidad del contexto económico asociada con
la volatilidad de los flujos de capital, la persistente disfunción de los
mercados financieros y la insuficiente demanda mundial, siguen afectando a las
empresas y desincentivan las inversiones y la creación de empleo”.
A) Recupero un
breve comentario efectuado sobre el Informe 2015 para poderlo comparar por
parte de los lectores y lectoras con el presentado el 19 de enero de este año: “El
informe 2015 de la OIT sigue constatando la existencia de amplias brechas
laborales y sociales surgidas durante la crisis, siendo un reto de futuro, muy
difícil de alcanzar si no se adoptan las políticas adecuadas para ello, crear
empleos en un número suficiente no sólo para acoger a quienes se incorporan al
mercado de trabajo sino también para quienes quedaron fuera del mismo en años
anteriores, cerca de 61 millones de personas desde 2008, por lo que para colmar
aquello que la OIT ha calificado, con expresión que ha hecho fortuna, “brecha
de empleo”, se calcula que será necesario crear a escala mundial 280 millones
de nuevos empleos en 2019. Pero los datos y las perspectivas con las que
trabaja el máximo foro mundial sociolaboral no son precisamente optimistas, ya
que desde el inicio de la crisis se han incorporado 31 millones de personas a
la situación de desempleo, en la que se encontraban en 2014 201 millones,
previéndose un incremento de 3 millones este año y de 8 millones durante los
cuatro siguientes. La cifra de trabajadores vulnerables (empleo vulnerable se
define por la OIT como la suma de los trabajadores por cuenta propia más los
trabajadores en negocios familiares) se cifra en 1400 millones en el mundo, con
un incremento de 27 millones desde 2012, y uno de cada catorce trabajadores
seguirá viviendo al finalizar este decenio “en condiciones de extrema pobreza”.
Conviene recordar que en su informe de 2014 la OIT afirmaba que aunque haya
disminuido de forma notable desde principios del siglo XXI, y es una noticia de
la que sólo cabe felicitarse, el número de trabajadores pobres, es decir
aquellos que a pesar de tener un trabajo no pueden escapar de una situación de
pobreza, los datos siguen siendo muy preocupantes, poniendo de relieve que la
reducción parece haberse estancado, de tal manera que “se calcula que, en 2013,
375 millones de trabajadores (un 11.9 por ciento del total de empleados) vivían
con menos de 1,25 dólares de los Estados Unidos al día y 839 millones (o 26.7
del total de empleados) con 2 dólares al día o menos”. Otro dato importante a
destacar del informe es el incremento de las desigualdades en las economías
avanzadas, mientras que el avance en la corrección de estas en las economías
emergentes y en desarrollo se ha ralentizado considerablemente. Para las
economías avanzadas (no en todas ciertamente, pero España sí estaría en el
grupo de las afectadas), de las que se recuerda que “tradicionalmente las
desigualdades han sido muy inferiores a las de los países en desarrollo” se
dice ahora que las desigualdades en los ingresos han empeorado rápidamente
después de la crisis, y en algunos casos se están acercando a niveles
registrados en algunas economías emergentes”. Para intentar corregir las
deficiencias denunciadas en el Informe la OIT apuesta, una vez más como en
anteriores informes, por el impulso de la demanda agregada y la inversión
empresarial, y la reorientación de los sistemas crediticios para apoyar la
economía real y con especial atención a las pequeñas empresas, junto con
políticas del mercado de trabajo y fiscales bien diseñadas. Igualmente,
“también hay que afrontar las persistentes vulnerabilidades sociales vinculadas
a la frágil recuperación laboral, principalmente el elevado desempleo de los
jóvenes, el desempleo de larga duración y el abandono del mercado de trabajo,
sobre todo entre las mujeres. Para ello es preciso emprender reformas del
mercado de trabajo inclusivas con objeto de apoyar la participación, promover
la calidad del empleo y actualizar las calificaciones”.
B) El Informe de
2016 pone de manifiesto el impacto que ha tenido el debilitamiento de la economía en el
aumento del desempleo a escala mundial, situando su origen en factores que no son en modo alguno
actuales sino que vienen de lejos, como el descenso de la inversión de capital
a largo plazo, el envejecimiento demográfico, la creciente desigualdad y el
debilitamiento de la productividad”, de tal manera que en 2015 el número de
personas desempleadas alcanzó los 197 millones, dado que implica no sólo el
crecimiento en un millón del número de desempleados con respecto a 2014, sino
también, y mucho más relevante, de veintisiete millones con respecto a los años
anteriores al inicio de la crisis, crecimiento que se ha concentrado en gran
medida en los países emergentes y en desarrollo, a diferencia de los avances
operados en Estados Unidos y Europa, si bien el Informe no olvida recordar que
el sur de Europa, y por tanto en España, “… a pesar de ciertas mejoras, las
tasa de desempleo han seguido altas”. Las perspectivas laborales no son
precisamente halagüeñas de cara al futuro, antes las cada vez más importantes
incertidumbres económicas, y se vaticina un crecimiento del desempleo en 2,3
millones este año y 1,1 más en 2017.
3. Justamente uno
de los elementos citados, el factor demográfico, será objeto de especial
atención en el Primer Congreso de la Red CIELO, que tendrá lugar en la ciudad
portuguesa de Oporto los días 30 de septiembre y 1 de octubre de este año, y en
especial los retos que plantea para el Derecho del Trabajo, la Seguridad Social
y para los modelos organizativos de empresa. Entre las propuestas formuladas
por la organización del Congreso para las personas interesada en presentar
ponencias se encuentran, por ejemplo, el impacto de los cambios demográficos en
las dinámicas del mercado de trabajo y en las políticas para el empleo, y el
efecto de tales cambios en los modelos organizativos de empresas, “especialmente
en el diálogo intergeneracional, el envejecimiento activo, el trabajo
sostenible, la gestión de la diversidad, el aumento de la calidad en el trabajo
o, en fin, en la prevención de riesgos laborales y la conciliación”. También
otro factor al que se presta especial atención en los documentos de las
organizaciones internacionales, el cambio climático y el medio ambiente, tendrá
un papel relevante en el primer congreso de CIELO, con el abordaje de su
impacto sobre las nuevas formas empleo, la llamada “economía verde”, y sobre
las características de los empleos, las cualificaciones del personal y sobre
las condiciones de trabajo (piénsese, a título de ejemplo, cómo afectan los
desastres, tanto naturales, como provocados por los seres humanos, sobre la
económica de las regiones afectadas y sobre la vida laboral de las personas que
pueden perder sus empleos).
4. No sólo preocupa
el desempleo a la OIT, sino que también es motivo de atención la fragilidad o
vulnerabilidad del empleo que se crea, y por consiguiente la calidad del
trabajo debe ponerse en el punto de mira de las políticas de empleo. Aquí no
incluye la OIT todos los supuestos en los que puede observarse tal fragilidad
(estoy pensando en el trabajo temporal permanente, o en el trabajo a tiempo
parcial involuntario ante la falta de posibilidades de acceder a un empleo a
tiempo completo, aunque sí los califica de subempleo y con especial impacto
entre los jóvenes y las mujeres), sino que se refiere al trabajo por cuenta
propia (en bastantes ocasiones, además, una versión jurídica del falso
autónomo, ya que sus condiciones laborales le acercan en gran medida a un
trabajador por cuenta ajena) y al trabajo familiar no remunerado,
constatando que, a pesar de haberse
producido una ligera disminución desde el inicio de la crisis, todavía supone
el 46 % del empleo total en el mundo, o lo que es lo mismo más de 1.500
millones de personas, con porcentajes que alcanzan el 70 % en el Sur de Asia y
en el África Subsahariana.
Otros datos no
menos destacados del Informe, y ya se había alertado de ellos en años
anteriores sin haber recibido respuesta alguna por la mayor parte de dirigentes
de los países a los que iba dirigido, es la constatación de un crecimiento más
lento y por consiguiente, en cuanto que dicho crecimiento va de la mano con un
aumento de las desigualdades sociales, la menor posibilidad de acceso al nivel
de vida de la clase media en buena parte de los países emergentes y en
desarrollo, circunstancia que “puede alimentar el malestar social”. Además,
también en los países desarrollados se constata por el Informe que la alta tasa
de desempleo entre los hombres jóvenes “es, a menudo, un factor determinante,
en los movimientos políticos y sociales”.
Por cierto, también
se observa este malestar en los países desarrollados, y los datos reunidos por
la OIT ponen de manifiesto que hay motivo más que justificado para ello, ante
el importante aumento de la desigualdad de ingresos, de tal manera que “mientras
que los ingresos más altos continúan creciendo, el 40 por ciento más pobre de
los hogares se ha ido quedando atrás desde el inicio de la crisis mundial”.
Conviene retener
en este punto, por su importancia, los datos recogidos en el Informe de OxfamIntermon “Una economía al servicio del 1 %”, presentado en la cumbre de Davos
celebrada el pasado mes de enero: “El aumento descontrolado de la desigualdad
ha creado un mundo en el que tan sólo 62 personas poseen tanta riqueza como
3.600 millones de personas, la mitad de la población mundial… Desde 2010, los
ingresos de la mitad más pobre de la población se han reducido en un billón de
dólares, lo que supone una caída del 38%. Mientras, la riqueza de las 62
personas más ricas del planeta ha aumentado en más de 500.000 millones de
dólares”. No menos impactantes son los datos sobre España: “… el 1% de la población concentra más riqueza que el
80% más pobre. En 2015, mientras el patrimonio de las 20 personas más ricas del
país se incrementó un 15%, la riqueza del 99% restante de la población cayó un
15%. Los presidentes de las empresas del IBEX35 cobran ya 158 veces más que el
salario de un trabajador medio. El incremento de la desigualdad en nuestro país
se debe principalmente a la combinación de una enorme brecha salarial con una
un sistema fiscal regresivo que grava poco a los que más tienen. Los presidentes de las empresas del IBEX35
cobran 158 veces más que un trabajador medio”.
En fin, volviendo
al Informe de la OIT se constata que el número de trabajadores en situación de
pobreza moderada o casi moderada se ha incrementado desde el año 2000
(entendiendo por tal situación quienes viven con un ingreso entre 1,90 y 5 $
diarios en términos de paridad de poder adquisitivo), dato que pone claramente
de manifiesto el deterioro de la remuneración de muchas personas trabajadoras.
En este punto, es necesario resaltar que la calidad de empleo, junto con la
cantidad, debe ser un elemento importante de atención para la mayor parte de
países, y no menos el desarrollo de un sistema de protección social adecuado
que cubra las necesidades de las personas afectadas por situaciones de pérdida
de empleo y de carencia de recursos. Por decirlo con las propias palabras del
documento, “hacer del trabajo decente un pilar central de la estrategia
política no sólo aliviaría la crisis del empleo y mejoraría las diferencias
sociales, sino que también contribuiría a poner al mundo económico en una senda
de crecimiento económico mejor y más sostenible”. Recuérdese aquí el dato
recogido en el Informe de 2015 sobre la falta de protección social de muchos
trabajadores en el mundo: solo el 5 % de los trabajadores vulnerables tienen
acceso a ellos, y el 40 % de los trabajadores asalariados no están protegidos.
5. Y en esta
compleja realidad económica y social, ¿qué hay que decir sobre la migración y
su impacto en los mercados de trabajo de los países de acogida, y más en estos
momentos en los que, en concreto en la Unión Europea, hay un intenso debate
sobre cómo afectara la mayor presencia de refugiados?. Sobre esta cuestión no
sólo se debate en la OIT, y en el seno de la UE, sino que también se ha
prestado especial atención en la reunión de Davos, con la presentación de dos
documentos en los que se ha analizado su importancia y que han sido muy bien
resumidos por el director de la Catedra de Inmigración, Derechos y Ciudadaníade la Universidad de Girona, el profesor Ferran Camas, en su blog, y tal como
explica en uno de ellos, relativo a qué debe hacer Europa en el bienio
2016-2017, se señala que los países de la UE “deben ser más dinámicos en el
proceso de verificación y aprobación de las calificaciones de los inmigrantes.
Sin embargo, si bien sólo una limitada parte de este último flujo de personas
puede tener calificaciones transferibles, el mayor reto es el aprendizaje de la
lengua, la educación profesional y los programas para la integración de los
recién llegados en el mercado de trabajo. Sin embargo, también se expresa las
dificultades que pueden encontrar estas políticas frente al aumento de partidos
populistas y de extrema derecha en Europa y el aumento de sentimientos
anti-migratorios, particularmente en Francia, España, Italia y Reino Unido”.
Pues bien, el
planteamiento de la OIT destaca que la migración “es un mecanismo importante
para equilibrar la oferta y demanda de trabajo entre los países”, y que el
flujo de refugiados llegado a Europa hace del todo punto necesario “facilitar su
entrada en el mercado de trabajo lo más rápida y eficazmente posible”,
enfatizando algo que también ha sido destacado desde ámbitos económicos pero
que cuesta mucho más de asumir por buena parte de la población, cual es que “a
largo plazo, la afluencia de migrantes ayudará a suplir la escasez de
habilidades en ciertas áreas, así como a mitigar los riesgos asociados con el
estancamiento secular”.
Además, conviene
poner de manifiesto algo en lo que repara con especial atención el Informe de
la Comisión Europea, esto es que la población extranjera no supone una carga
para los sistemas de protección social en los países de acogida, ya que en
general reciben menos prestaciones que los nativos por su más estrecha
vinculación con el mercado de trabajo, aun cuando no descarta que una presión
pueda producirse en algunos casos a escala local, ante unos servicios públicos
no bien preparados para atender las necesidades de una cada vez mayor
población.
Para concluir, dicho
sea incidentalmente, sobre la crisis de los refugiados, pero vista ahora desde la
perspectiva que debería jugar, y no juega, Estados Unidos en apoyo de la UE, es
muy recomendable la lectura del reciente artículo de Michael Ignatieff, “EstadosUnidos es un espectador de la crisis de los refugiados”, en el que afirma que El
desentendimiento estadounidense ante esta crisis es una asombrosa decepción
para los europeos que recuerdan un tiempo, tan reciente como 1995, en que el
liderazgo estadounidense puso fin a la guerra de Bosnia. Los europeos ven a un
gobierno que pivota hacia Asia y no pueden entender cómo se ha olvidado de que
Europa sigue siendo un socio comercial vital y su más importante aliado
estratégico”.
Buena lectura del
Informe de la OIT.
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