1. La prensa
australiana dedica muy poca atención a Europa. He tenido oportunidad de
comprobarlo cuando la leo con mayor asiduidad (en la medida en que mis conocimientos básicos del idioma inglés me
lo permiten) durante mis visitas a Sídney para estar con mis hijos desde 2006,
y también para jugar y disfrutar con mis nietas desde junio de 2014. Pero en el
último viaje que he tenido oportunidad de realizar durante la primera quincena
de este mes de enero he comprobado que Europa en general y la Unión Europea en
particular merecía mayor atención, y que dicha atención se centraba básicamente
en la situación de los refugiados y las medidas adoptadas para hacer frente a
la llegada de los mismos a territorio europeo, con especial atención a la
política alemana y a los problemas de la Canciller Ángela Merkel para defender
su política de apertura hacia la población refugiada.
También Europa es motivo
de atención por otras razones, en concreto por las crisis económicas y sociales
de los países del sur de Europa, con noticias sobre los nuevos problemas con
los que se enfrenta Grecia. ¡Ah! España también ha sido noticia durante los
días que he estado en territorio australiano, con noticias sobre el juicio del
caso Noos y la elección de un nuevo presidente del gobierno autonómico de
Cataluña. Por cierto, y sólo como anécdota de cómo es visto el sur de Europa
desde más de 17.000 kms de distancia, el taxista surcoreano que nos llevó al
aeropuerto el día de regreso a España se mostró muy interesado, cuando supo que
éramos españoles, por la situación de nuestro país, de Italia y de Grecia,
países que ya sabía que tenían “graves problemas económicos”.
En la actualidad,
Australia y la UE tienen bastantes puntos en común en materia de política de
refugiados, aunque ciertamente el control del acceso a su territorio es
diferente por la posibilidad de acceder por tierra a territorio europeo. Y digo
que tienen muchos puntos en común porque se están acercando en el
establecimiento de políticas de estricto control de los refugiados que en más
de una ocasión pueden suponer vulneración de los derechos más elementales de
las personas que huyen de la pobreza y de las guerras. Si Australia externalizael control de los refugiados mediante acuerdos económicos con pequeñas islas
cercanas, y el caso de las Repúblicas de Nauru y Vanuatu son dos de los más
significativos, la UE pretende hacerlo en la actualidad a través de importantes
acuerdos económicos con Turquía aun cuando dichos acuerdos no se vistan formalmente
de medidas de control y estas estén incluidas en un paquete más amplio de
medidas económicas de apoyo al gobierno turco y a la mejora de sus
posibilidades de incorporación en un próximo futuro a la Unión Europea. Por
cierto, el incremento de las medidas de control en territorio europeo, con el
establecimiento de alambradas y vallas en las fronteras de varios países, está significando
que el drama de unos (los refugiados) se convierta en el beneficio de otros
(las empresas dedicadas a su fabricación), y en un artículo publicado en TheGuardian (con traducción al castellano en eldiario.es) se da debida cuenta de
ello, explicando que Europa convierte en
muy rentable el negocio de la fabricación de vallas y que “Unas cien empresas
líderes en el ámbito de "elementos de protección perimetral" están en
Núremberg vendiendo vallas, puertas, barreras electrónicas y muchos otros
dispositivos. Ha habido un boom en el mercado a raíz de la crisis de refugiados
en Europa y otras preocupaciones geopolíticas como el terrorismo. Las personas
buscan proteger sus inmuebles y los gobiernos intentan apuntalar fronteras
enteras”.
2. El 24 de
noviembre del pasado año publiqué un artículo en el blog con el título “Lapolítica migratoria de la Unión Europea y la crisis de los refugiados. Lasdecisiones políticas, las normas y las medidas concretas adoptadas en 2015”, en
el que pasaba revista, crítica, a la política de la UE, a los hechos concretos y
no sólo a las palabras recogidas en numerosos documentos aprobados desde la
aprobación de la agenda europea de migración el mes de mayo. Pues bien, no
encuentro cambios relevantes en la nota oficial de la Comisión del pasado día13 en la que se informa de la reunión semanal del Consejo de Comisarios, donde
se abordó las actuaciones llevadas a cabo durante 2015 y se fijaron las
prioridades para 2016. Sigue primando la seguridad y el control, y supongo que
ello se debe a las alarmas existentes en varios países de la UE sobre la
llegada de un número importante de refugiados, aunque la palabra “importante”
pierde todo su sentido cuando se conoce el muy superior número de refugiados
que se encuentra en países con muchas menores disponibilidades económicas y
sociales para dar respuestas adecuadas al flujo de personas, como Turquía, Líbano
y Jordania.
Las palabras del
vicepresidente primero de la Comisión, Frans Timmermams, fueron muy claras: “En
2016 debemos ver resultados claros y tangibles en el control de los flujos
irregulares y de nuestras fronteras, y desde las próximas semanas y meses”, y “también
debemos cooperar mejor con los terceros países para abordar las causas profundas
y atajar el flujo migratorio”. Más
prudente fue la intervención del comisario Dimitris Avramopoluos, para quien el
futuro de la UE pasa por “conseguir urgentemente resultados en lo relativo a
los puntos críticos, la reubicación, los retornos, la guardia de fronteras
europea y la normalización de Schengen”. Y desde luego queda mucho, muchísimo,
por hacer para cumplir con los acuerdos y decisiones adoptadas en 2015, y veámoslo
con ejemplos concretos: en materia de reubicación “sólo se ha reubicado a 272
personas de las 160.000 acordadas por el Consejo en septiembre”; en cuanto al
reasentamiento, de las 22.504 personas que deben ser reasentadas antes de finalizar
2017, el pasado año sólo fueron “un total de
779”. En la misma línea ya apuntada de primar la seguridad y el control,
la Comisión apuesta en 2016 por estrechar la cooperación con terceros países de
los que proviene el mayor flujo de población inmigrante “a fin de luchar contra
las causas profundas y, sobre todo, frenar los flujos irregulares a Europa y
hacer retornar a las personas sin derecho a protección internacional”.
Al día siguiente,
14 de enero, la Comisión de libertades civiles del Parlamento europeo debatiócon el comisario responsable de la política migratoria la situación actual, en
la que D. Avramapoulos insistió en la necesidad de evitar la estigmatización de
la población refugiada tras los acontecimientos acaecidos en París y en
Colonia, y reiteró la importancia de adoptar medidas que sirvan para crear un
sistema estable de asilo a medio y largo plazo. Con mucha mayor claridad se ha
manifestado el editorial del último número de la revista Vida Nueva, titulado “Refugiados:la tentación de criminalizar”, afirmando que
“aún resulta más preocupante que, tras las agresiones sexuales en
Alemania, se abra la veda para criminalizar y tomar el todo por la parte. Una
tentación que atenta contra los pilares del Evangelio de la Misericordia”. Por
otra parte, la red intraeclesial, integrada por algunas entidades de la iglesia
española como Caritas, Comisión episcopal de migraciones, Justicia y par,
Confer, y sector social de la compañía de Jesús, es también muy crítica con la
política comunitaria centrada en el control de flujos, siendo inquietante a su
parecer que “las políticas diseñadas para hacer frente a esta nueva etapa
avancen en la misma dirección que ya se ha comprobado que no es efectiva: más
control, más frontera y más expulsión”, pidiendo un adecuado plan de acogida e
integración, tanto a escala europea como en el seno de cada Estado, y medidas
de mayor calado que aborden de frente las causas de las migraciones forzadas,
tales como “fomentar la paz y los derechos humanos en los países de origen y de
tránsito, contribuir a la erradicación de la pobreza aumentando la ayuda al
desarrollo, luchar contra la trata de personas…”
3. Uno de los
documentos que he tenido oportunidad de leer recientemente es el programa de lapresidencia holandesa del Consejo de la UE durante el primer semestre de 2016,
siendo una de sus cuatros prioridades, y el título deja bien claro el
planteamiento, “un enfoque global de la migración y la seguridad internacional”.
No hay diferencias con respecto a los planteamientos antes expuestos, y el
gobierno holandés manifiesta que el incremento del número de personas que
desean acceder a territorio de la UE (llámense refugiados, llámense migrantes
económicos) hace necesaria una política europea común de migración y de asilo,
y que la prioridad actual es “controlar las frontera exteriores de Europa
efectivamente, mejorar la recepción inicial de los refugiados en Europa y la
región, y compartir la carga (económica y de distribución de dichas personas)
de forma equitativa”. Holanda pone el acento en la necesidad de adoptar medidas
tanto en el seno de la propia UE como con terceros países para poder controlar
las fronteras del territorio europeo. Sí coincido en la necesidad de establecer
una respuesta coordinada que integre a diferentes áreas políticas e
instrumentos de los que dispone la UE para enfrentarse a este reto, así como
también en el partenariado con terceros países, siempre y cuando los acuerdos
no vayan destinados únicamente al control del flujo migratorio e incluyan
medidas reales y efectivas de desarrollo económico y social en los territorios
afectados.
Por cierto, es
importante resaltar que aquello que ahora preocupa a Europa, la llegada de
población extranjera, no lo era ni mucho menos en los siglos XVIII y XIX cuando
fue la población europea la que migró a otros territorios, ciertamente con un
espíritu y planteamiento colonialista. Como ha puesto recientemente de
manifiesto el destacado columnista del Financial Times Gideon Rachman en su
artículo “Mass migration into Europa unstoppable”, publicado el día 11 de enero,
“In the 18th and 19th centuries, Europeans populated the world. Now the world is populating Europe. Beyond the furore
about the impact of the 1m-plus refugees who arrived in Germany in 2015 lie big
demographic trends. The current migration crisis is driven by wars in the
Middle East. But there are also larger forces at play that will ensure
immigration into Europe remains a vexed issue long after the war in Syria is
over”.
4. Entre juego y
juego con mi nieta de dos años y medio (la más pequeña de cinco semanas sólo
nos miraba, o eso intuía yo con el lógico cariño de un abuelo), y aprendiendo a
jugar con niñas ya que hasta ahora mis juegos habían estado dedicados primeros
a mis dos hijos y después a mis dos nietos (y el cambio es realmente importante
a mi parecer), tuve conocimiento del discurso pronunciado el día 11 por el PapaFrancisco al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, y que en gran
medida estuvo dedicado al fenómeno migratorio y con especial atención a la
problemática europea actual. Es otra mirada, distinta y más abierta, de la de
los responsables políticos, que no obvia la gravedad de la situación pero que
al mismo tiempo busca respuestas que coloquen a las personas en el centro de
todas ellas y que protejan su dignidad.
La reflexión del
Papa es, pues, sobre “la grave emergencia migratoria que estamos afrontando,
para discernir sus causas, plantear soluciones, y vencer el miedo inevitable
que acompaña un fenómeno tan consistente e imponente, que a lo largo del año
2015 ha afectado principalmente a Europa, pero también a diversas regiones de
Asia, así como del norte y el centro de América”, una reflexión en la que expone
que la historia de la humanidad, como recuerda la Biblia, está hecha de tantas
migraciones, a veces como fruto de su conciencia del derecho a una libre elección; otras, impuestas a menudo por
las circunstancias externas”. El Papa llama a no acostumbrarse a la “normalidad”,
a considerar normales “estas situaciones de pobreza y necesidad, al drama de
tantas personas” y pide colocar a la persona humana y su dignidad “en el centro
de cualquier respuesta humanitaria”, enfatizando que muchos de los emigrantes “…jamás
habrían dejado su propia patria si no se hubieran visto obligados a ello”.
No está de más, ni
mucho menos, recordar, como hace el Papa,
que los problemas que viven muchos países y regiones guardan relación con
políticas adoptadas en materias que no tienen relación inmediata con los dramas
actuales pero que sí tienen unas consecuencias indudables sobre el
desplazamiento de millones de personas, y a ello también se ha referido con
exhaustividad Saskia Sassen en su reciente publicación “Expulsiones. Brutalidady complejidad en la economía global”, en el que constata como las dos últimas
décadas “han presenciado un fuerte crecimiento del número de personas,
empresas y lugares expulsados de los
órdenes sociales y económicos centrales de nuestro tiempo”, y como “las
personas en cuanto trabajadores y consumidores tienen un papel cada vez más
reducido en los beneficios de muchos sectores económicos”, concluyendo que “el
filo del sistema hoy es un espacio de expulsiones, en contraste con la época keynesiana
en que el filo del sistema era un espacio de incorporación, no porque fuera un
período ideal sino porque la sistematicidades constitutivas incluían la
producción masiva y el consumo masivo. Hay ya no es así”.
Para el Papa, hay
que poner en discusión costumbres y prácticas consolidadas, “empezando por los
problemas relacionados con el comercio de armas, el abastecimiento de materias
primas y de energía, la inversión, la política financiera y de ayuda al
desarrollo, hasta la grave plaga de la corrupción”. Además de adoptar
medidas de emergencia hay que plantear
políticas a medio y largo plazo, que deben servir “por una parte, para ayudar
realmente a la integración de los emigrantes en los países de acogida y, al
mismo tiempo, favorecer el desarrollo de los países de proveniencia, con
políticas solidarias, que no sometan las ayudas a estrategias y prácticas
ideológicas ajenas o contrarias a las culturas de los pueblos a las que van
dirigidas”.
Con respecto
específicamente a Europa y el flujo masivo de refugiados, sin precedentes en la
historia, el Papa no cierra los ojos a los problemas existentes y a las
preguntas que muchos, políticos y ciudadanos, se hacen sobre cuáles son las
posibilidades reales de acogida y adaptación, y tampoco olvida los temores existentes
sobre la seguridad, pero afirma con contundencia que no podemos consentir que se
pierdan “los valores y los principios de humanidad, de respeto por la dignidad
de toda persona, de subsidiariedad y solidaridad recíproca, a pesar de que
puedan ser, en ciertos momentos de la historia, una carga difícil de soportar”,
reiterando las manifestaciones formuladas en su importante discurso en elParlamento europeo el 25 de noviembre de 2014, es decir su convicción de
que “Europa, inspirándose en su gran
patrimonio cultural y religioso, tiene los instrumentos necesarios para
defender la centralidad de la persona humana y encontrar un justo equilibrio
entre el deber moral de tutelar los derechos de sus ciudadanos, por una parte,
y, por otra, el de garantizar la asistencia y la acogida de los emigrantes”.
4. Era necesario
recordar este importante discurso del Papa Francisco el día de hoy que
celebramos la jornada mundial del emigrante y del refugiado, colectivos ambos
especialmente vulnerables como pone de manifiesto el “Social Justice in the EU. Index Report2015”, que enfatiza la necesidad de adecuadas políticas de integración y más
teniendo en consideración el progresivo envejecimiento de la población europea
y la necesidad de acoger a población migrante para mantener unas elevadas tasas
de participación de la población en el mercado laboral, afirmando con claridad
que “si las políticas son bien diseñadas y los países de la UE actúan con
solidaridad, la actual “crisis de refugiados” puede convertirse a largo plazo
en una oportunidad para Europea”.
La vulnerabilidad
de la población migrante también ha sido destacada en un reciente estudio del
catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad
de Vigo, y buen amigo, Jaime Cabeza, que lleva por título “Ensayo sobre eltrabajo precario y las personas vulnerables”, en el que con cita de doctrina
internacional expone que “el papel que ha desempeñado la migración masiva
transnacional, como una de las consecuencias claras de la globalización, en la
proliferación del trabajo vulnerable, es bastante mayor del que el mundo
académico la ha reconocido tradicionalmente”.
En su mensaje paraesta jornada, publicado el 12 de septiembre de 2015, el Papa Francisco apuntaba
ya algunas tesis y propuestas que han encontrado después más desarrollo en su
discurso al cuerpo diplomático, poniendo de manifiesto que las personas
migrantes se encuentran en muchas ocasiones “con falta de normas claras y que
se puedan poner en práctica, que regulen la acogida y que prevean vías de
integración a corto y largo plazo, con atención a los derechos y deberes de
todos”, así como también que “los flujos migratorios son una realidad
estructural y la primera cuestión que se impone es la superación de la fase de
emergencia para dar espacio a programas que consideren las causas de las
migraciones, de los cambios que se producen y de las consecuencias que imprimen
rostros nuevos a las sociedades y a los pueblos. Todos los días, sin embargo,
las historias dramáticas de millones de hombres y mujeres interpelan a la
Comunidad internacional, ante la aparición de inaceptables crisis humanitarias
en muchas zonas del mundo. La indiferencia y el silencio abren el camino a la
complicidad cuanto vemos como espectadores a los muertos por sofocamiento,
penurias, violencias y naufragios. Sea de grandes o pequeñas dimensiones,
siempre son tragedias cuando se pierde aunque sea sólo una vida”.
El Papa nos
interpela sobre cómo hacer que la
integración de la población migrante sea una experiencia enriquecedora para la
población de acogida y la que es acogida, de tal manera “que abra camino
positivo para las comunidades y prevenga el riesgo de la discriminación, del
racismo, del nacionalismo extremo o de la xenofobia”, siendo del todo punto
necesario “mirar a los emigrantes no solamente en función de su condición de
regularidad o de irregularidad, sino sobre todo como personas que, tuteladas en
su dignidad, pueden contribuir al bienestar y al progreso de todos, de modo
particular cuando asumen responsablemente los deberes en relación con quien los
acoge, respetando con reconocimiento el patrimonio material y espiritual del
país que los hospeda, obedeciendo sus leyes y contribuyendo a sus costes”. Unos
migrantes que en muchas ocasiones no hubieran deseado salir de sus países de
origen pero que se han visto obligados a ello, y como han puesto de manifiesto
los obispos de la comisión episcopal de migraciones “detrás de estos flujos, en
continuo aumento, está siempre la inhumanidad de un sistema económico injusto
en que prevalece el lucro sobre la dignidad de la persona y el bien común; o la
violencia y la ruina que genera la guerra, la persecución y el hambre”.
5. Concluyo estas
notas y reflexiones con la pregunta que siempre me hago cuando atravieso una
frontera con un documento llamado pasaporte y que en pocos segundos me permite
acceder a otro país. ¿Cuál es la razón de la facilidad con la que yo puedo
trasladarme y por qué no la tienen muchas personas que también desean hacerlo?
La respuesta parece clara: decisión política de los Estados. Algo habrá que
hacer para corregir (fíjense que no digo eliminar) tales diferencias ¿no les
parece?
No hay comentarios:
Publicar un comentario