Introducción
1. La política
migratoria de la Unión Europea ha de prestar especial atención a la problemática
de los refugiados, y así lo está haciendo (con qué resultados es ya otra cuestión)
desde la aprobación de la agenda europea de migración en mayo de este año hasta
las últimas decisiones adoptadas teniendo en consideración el drama de los
atentados terroristas de París el 13 de noviembre y que a buen seguro, no soy
pitonisa pero es fácil prever que irá por este camino, supondrán un importante
endurecimiento de las políticas de seguridad y restricciones a los acceso a
territorio europeo, así como también a los desplazamientos en su interior
incluso para aquellos ciudadanos que gozan del derecho a la libre circulación.
¿Debería ser
necesariamente así? Convendría no olvidar, aunque estos últimos días, el drama
de los refugiados haya quedado ocultado bajo la conmoción experimentada por la
ciudadanía por los atentados terroristas de París, que dicha realidad existe y
seguirá existiendo mientras no se alcancen acuerdos políticos que sienten las
bases para la estabilidad económica y
social de los territorios (en especial Siria en estos momentos) de los que
provienen gran parte de las personas que desean acceder a Europa. Por ello,
conviene prestar atención, y que no caigan en saco roto, las propuestasformuladas por organizaciones sociales como CEAR e Intermon Oxfam, y prestar
especial atención a la realidad de esos flujos desde territorio africano, tal
como ha hecho recientemente un exhaustivo informe de Amnistía Internacional.
Por esta razón me ha parecido necesario, al mismo tiempo que oportuno, prestar
atención a estos documentos que contienen propuestas de actuación para corregir
el dramatismo de una situación que, más o menos silenciosamente está cobrándose
miles de vidas, la mayor parte de ellas en el mar.
2. Porque los
muros sólo retrasan la resolución de los problemas pero no los resuelven ni muchos
menos. Decía lo siguiente el Papa Francisco el pasado 28 de septiembre, en su
viaje de regreso a Roma tras su estancia en Estados Unidos, ante la pregunta de
un periodista: "Y usted me pregunta sobre las barreras. Usted sabe cómo
terminan los muros… Todos, todos los muros caen, hoy, mañana, o dentro de 100
años, pero todos caen. No es una solución. El muro no es una solución. En este
momento, Europa está en dificultades, es verdad… Debemos ser inteligentes
porque viene toda aquella ola migratoria y no es fácil encontrar
soluciones", abogando por la vía del diálogo para poder superar la que ha
considerado una crisis "nunca vista desde la Segunda Guerra Mundial".
3. La afirmación
del Papa Francisco sobre la gravedad de la situación es confirmada por los
datos aportados en un informe elaborado por la Confederación SindicalInternacional para la reunión del G20 en Turquía celebrada la pasada semana.
Casi con la mismas palabras utilizadas por el Papa, el informe constata que el
mundo “se enfrenta a la crisis de refugiados más grave que se ha experimentado
desde la segunda guerra mundial”, y que el 86 % de las personas desplazadas,
sea interna o externamente, “provienen de países en desarrollo”, así como
también que los acontecimiento de llegada masiva de refugiados a las costas
europeas han abierto los ojos de sus gobiernos, así como también a los de
América y Asia, a la crisis, criticando después que “no todo han asumido la
responsabilidad de acoger a los refugiados que huyen de la guerra , el terror y
la pobreza”. Desde su atalaya privilegiada a escala mundial de la realidad
económica y social, con especial atención al mundo del trabajo, la CSI pidió a
los gobiernos del G20 que incrementaran los fondos económicos para satisfacer
las necesidades de las personas refugiadas, que se ponga en marcha una
estrategia común de reasentamiento para personas que se ven obligadas a huir a
países vecinos, y que el reconocimiento
del derecho de asilo para todas las personas necesitadas de especial protección
con arreglo a los convenios y tratados internacionales “debe incluir que se les
brinde el derecho al trabajo en la economía formal y que se les concedan plenos
derechos sociales, políticos y culturales, además de ofrecerles la ayuda
financiera necesaria para cumplir con estos compromisos”.
Los datos
recogidos en el Informe, y basados en las informaciones disponibles de la
Organización Internacional para las migraciones (OIM) son suficientemente
expresivos de la importancia y gravedad de la situación: por una parte, entre
enero y agosto de este año ha cruzado las fronteras de la UE 350.000 personas
entre migrantes y refugiados, que cifras más recientes elevan a 500.000 (con la
dificultad añadida, señalo por mi parte, de efectuar esta diferenciación para
muchas personas), mientras que en todo 2014 el número se “quedó” en 280.000.
Por otra, y con atención al grueso de refugiados sin duda más importante en
estos momentos, los ciudadanos sirios que huyen de la guerra en su país, más de
diez millones han sido expulsado de sus hogares desde que empezó el conflicto
bélico en 2011, albergando Turquía, por cierto el país que recibe el mayor
número de refugiados del mundo y seguida de Irán y Pakistán, a 1,9 millón de
refugiados sirios. El documento pone de
manifiesto, aunque está por ver si podrá mantener su tesis en los meses
venideros ante el progresivo repliegue del gobierno alemán y también del sueco,
que Alemania y Suecia “destacan por su apoyo humanitario”, y que por el
contrario, a lo largo de Europa, e incluso de otros continentes, se constata
“la ausencia de generosidad para incrementar la admisión de personas migrantes,
pese a que se ha demostrado desde el punto de vista económico que, con el
tiempo, el asilo no supone un coste adicional y que la migración laboral
representa un beneficio neto”.
4. No, los muros
no son la solución, y en muchas ocasiones agravan los problemas y el
sufrimiento de muchas personas necesitadas de protección. Tal es la tajante
conclusión del reciente estudio elaborado por Amnistía Internacional y que
lleva por título “Miedos y vallas. Los planteamientos de Europa para contener a
las personas refugiadas”, Nuevamente, y no creo que todos los informes
examinados se hayan puesto de acuerdo para realizar la misma afirmación sino
que es producto de una realidad palpable, AI constata que el mundo “atraviesa
su peor crisis de refugiados desde la segunda guerra mundial”, y que cerca de
sesenta millones de personas se encuentran desplazadas de sus territorios de
residencia originaria, la gran mayoría de ellos, el 86 %, acogidos en países en
desarrollo, criticando con gran dureza la política de la UE (creo que sería más
correcto referirse, al menos hasta el momento, a algunos gobiernos de Estados
miembros) porque en lugar de acoger y recibir con dignidad un pequeño
porcentaje de ese flujo de refugiados, si tomamos los datos a escala mundial,
han adoptado medidas para intentar evitar su entrada en la “Europa rica”, y lo
han hecho “levantando vallas en las fronteras, desplegando cada vez más
guardias de fronteras, invirtiendo en tecnologías de vigilancia e intentando
que los países vecinos que ya acogen un gran número de refugiados actúen de
guardabarreras”.
Los cierres de
vías regulares de entrada obligan a las personas que buscan refugio en Europa a
buscar otras vías de acceso más peligrosas, y dado que el 90 % de los
refugiados llegan, o intentan llegar, vía marítima, no es de extrañar
lamentablemente el elevado número de vidas humanas que se pierden en el agua.
Es difícil pensar, por mucho que algunos gobiernos se empeñen en ello, que
personas que viven afectadas por situaciones de guerra y pobreza no busquen
salida a esa situación, y esta puede ser embarcarse, y nunca mejor utilizada
esta palabra, en un viaje incierto hacia Europa, hacia el territorio “rico” en su
imaginario y desde luego, al menos hasta el presente, mucho más que de donde
provienen. El detallado estudio realizado por AI desde 2013 sobre las
principales rutas utilizadas por los refugiados para llegar a la UE demuestra
que “los intentos de impedir la llegada de inmigrantes irregulares a los países
de la UE sólo sirven para obligar a los refugiados a tomar rutas más
clandestinas y, por tanto, en su mayoría más peligrosa”, para lo que dependen
cada vez más de los traficantes-delincuentes de personas, llamando
acertadamente la atención AI sobre el hecho de que las sumas, muy importantes,
de dinero pagado a los traficantes “podrían haberse destinado a su integración
tras su llegada a Europa”.
5. Hay que buscar,
pues, soluciones para encarar la situación actual que contengan medidas no solo
de seguridad que en la mayor parte de las ocasiones sólo retardan, cuando no
impiden, la búsqueda de otras respuestas más adecuadas, y plantear alternativas
con contenidos políticos, económicos y sociales. En esa línea avanza la
propuesta presentada por CEAR e Intermon Oxfam el pasado 17 de noviembre y cuya
lectura íntegra recomiendo encarecidamente a todas las personas interesadas.
Comparto sus
planteamientos y me quedo en especial, haciéndolas también mías, tres propuestas:
la primera, relativa a las acciones a abordar en los países de origen, y que
ciertamente no va precisamente en la línea de las últimas propuesta de la
Comisión Europea, “no condicionar la ayuda al desarrollo a inversiones en
materia de seguridad o control migratorio en los mismos países africanos”; la
segunda, referida a los países en tránsito, “asegurar que se habiliten vías
legales y seguras para que las personas necesitadas de protección internacional
puedan solicitar asilo en terceros países y no se vean obligadas a arriesgar
sus vidas y enriquecer a las mafias”, así como “establecer un plan de
reasentamiento permanente a nivel europeo (aquí sí que hay puntos de
convergencia con las actuales propuestas comunitarias); por último, y referido
a las acciones en países de llegada, como puede ser España, “asegurar la
dotación de medios adecuados y la puesta en marcha de un plan efectivo para que
las personas refugiadas que España se ha comprometido a acoger tengan una
reubicación digna”.
Porque, no nos
olvidemos, los migrantes (regulares, irregulares, indocumentados…) y los
refugiados son ante todo personas, y toda persona tiene una serie de derechos
reconocidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos que ningún Estado
debe dejar de reconocer.
I. La inmigración en el programa de
trabajo de la Comisión Europea para 2015.
Me detengo a
continuación en aquello ya conocido y parcialmente actuado, es decir en el
programa de trabajo de la Comisión para 2015, al objeto de efectuar mi análisis
del mismo.
1. La Comisión
Europea publicó el 16 de diciembre de 2014 su programa de trabajo para 2015,
con un título, “Un nuevo comienzo”, indudablemente vinculado al hecho de la
formación de la nueva dirección de la UE y el inicio de su mandato a partir del
1 de noviembre bajo la dirección de Jean-Claude Junker. El programa de trabajo
va acompañado de cuatro anexos. En el primero se explican las medidas concretas
para aplicar las diez prioridades de las orientaciones políticas de la nueva
Comisión para dar “un nuevo impulso a la creación de empleo, al crecimiento y a
la inversión, incluida la continuación del plan de inversiones”. En el anexo II
se relacionan las iniciativas aún en fase de tramitación que se propone retirar
por considerar que ya han perdido interés (una de las prioridades de la nueva
Comisión es “la reducción de la carga normativa”, recordando que la Comisión ha
“heredado” 452 propuestas), en el anexo III se relaciona la lista de normas que
serán objeto de evaluación como posible paso previo a la revisión, mientras que
el último anexo incluye la relación de los actos legislativos que entrarán en
vigor en 2015, al objeto, se afirma por la Comisión, de “mejorar la visibilidad
de los próximos cambios para los ciudadanos y las empresas”.
2. Con respecto a
la nueva política migratoria, o quizás sea mejor decir la política migratoria
de la nueva Comisión (no es un juego de palabras sino una manifestación de que
no parecen observarse grandes cambios en el horizonte con respecto a la
política vigente), y anunciando ya que volveré sobre la misma más adelante para
tratar de forma específica la crisis de los refugiados, cabe decir lo
siguiente:
Durante la campaña
electoral al Parlamento Europeo, el entonces candidato Jean Claude Junker
defendió la construcción de una política europea de inmigración basada en cinco
pilares: la implementación “sin demora”
del sistema europeo común de asilo aprobado en junio de 2013; la
intensificación de la asistencia práctica proporcionada por la Oficina de Apoyo
al Asilo Europeo, “cuya misión es apoyar a los Estados miembros en virtud de la
presión especial”; en tercer lugar, y con un pragmatismo ciertamente descarnado
que combinaba, a mi parecer, deseos y realidades, proponía la intensificación
de la cooperación con terceros países y ponía el acento en los del norte de
África, afirmando que” para hacer frente al reto de la inmigración, es ingenuo
que Europa sea sólo abierta y hospitalaria. Incluso Europa, como el continente
más rico del mundo, no será capaz de dar cabida a la angustia y el dolor de
todo el mundo. No sólo debemos lidiar con los síntomas, tenemos que ir a la
raíz del problema y ayudar a lograr un cambio en los países de origen”. En
cuarto lugar, una apuesta clara por potenciar la inmigración legal o regular,
justamente para desincentivar la que se lleva a cabo de forma ilegal o
irregular, pero no sólo por seguridad de los migrantes sino también por razones
de índole económica en beneficio de la UE, debido al proceso de envejecimiento
de la población europea, enfatizando que “a partir de 2015, la disminución demográfica de la UE
significará dos cosas: uno, que tendremos que sustituir a los pensionistas en
el mercado de trabajo; y dos, que necesitaremos cubrir nuevos puestos de
trabajo para servir a un número cada vez mayor de pensionistas, en particular
en el sector de la atención. Por lo tanto, necesitamos desarrollar una política
de inmigración legal común para satisfacer la creciente demanda de habilidades
y talentos”, y manifestando su deseo de que Europa “sea, al menos, tan
atractiva como los destinos preferidos por los inmigrantes: Australia, Canadá y
EE.UU” (es decir, tomen nota, inmigración cualificada). En quinto y último
lugar, las propuestas del entonces candidato no olvidaban en modo alguno las
políticas de seguridad de la “fortaleza Europa”, con propuestas de incremento
de las capacidades operativas de Frontex y aplicación de la normas contra
traficantes de personas, ya que “esos delincuentes que explotan el dolor y las
necesidades de las personas en peligro o perseguidas, tienen que saber que
Europa está en guardia y los llevará ante la justicia”.
Poco después de
celebradas las elecciones, el ya candidato a la presidencia presentó ante el
Parlamento Europeo, que le daría su aprobación, las “Orientaciones políticas”
en caso de ser elegido, como así fue Presidente de la Comisión. La número ocho
llevaba por título “Hacia una nueva política sobre migración”, en donde reiteró
sustancialmente sus propuestas de la etapa electoral, no sin olvidar mencionar
los dramas humanos vividos periódicamente en las aguas del Mediterráneo para
enfatizar la importancia de gestionar mejor la
política de inmigración, al objeto de que no vuelvan a sucederse
“situaciones como la de Lampedusa”.
Resalto que el candidato insistió en su deseo de impulsar una nueva
política europea en materia de migración legal “que pueda ayudarnos a corregir
la escasez de cualificaciones específicas y atraer talento para afrontar mejor
los retos demográficos de la Unión Europea”, y anunció ya que “empezaré por
revisar la legislación sobre la «Tarjeta Azul» y la insatisfactoria situación
de su aplicación”.
En el programa de
trabajo de la Comisión sólo hay ocho líneas dedicadas a la “nueva política
migratoria”, en las que se anuncia que se está trabajando en la elaboración de
“una agenda europea de inmigración” que recogerá todas las orientaciones y
propuestas explicadas con anterioridad, con potenciación de la inmigración
cualificada y una lucha más intensa contra la inmigración irregular, que pasará
por una mejor coordinación de la política migratoria y de la política exterior
de la UE, con la cooperación con los Estados de
origen y en el marco de una política europea, entre los Estados
miembros, de “responsabilidad y solidaridad” (la distribución de los
solicitantes de asilo viene inmediatamente a la cabeza). Esperaremos, pues, a
la aprobación de la nueva agenda para examinar esa llamada “nueva política
migratoria”.
II: La nueva Agenda Europea de migración
para el período 2015-2020.
1. La Comisión
Europea presentó el 13 de mayo su esperada Comunicación sobre la agenda europeade migración para los próximos años. La AEM encuentra un punto
indudable de referencia histórico en las
conclusiones del Consejo Europeo celebrado los días 26 y 27 de junio de 2014, donde
se apuntaron las bases del nuevo programa o agenda en materia de inmigración a
partir de 2015. La apuesta por políticas que refuercen las migraciones legales,
con una estrecha implicación del mundo empresarial y sindical, y que potencien
políticas de integración que fomenten la cohesión social y el dinamismo
económico están en la base del programa del próximo quinquenio, llamando el
Consejo una vez más a que las medidas que se adopten tengan en consideración y
se guíen por los principios de solidaridad y distribución equitativa de la
responsabilidad recogidos en el art. 80 del TFUE (“Las políticas de la Unión mencionadas en el
presente capítulo y su ejecución se regirán por el principio de solidaridad y
de reparto equitativo de la responsabilidad entre los Estados miembros, también
en el aspecto financiero. Cada vez que sea necesario, los actos de la Unión
adoptados en virtud del presente capítulo contendrán medidas apropiadas para la
aplicación de este principio”). En fin, una de las prioridades que se acuerda
establecer para los próximos cinco años en la UE es la de “mejorar de la
gestión de la migración en todos sus aspectos”. En las conclusiones sólo hay
una mención genérica a la potenciación de la inmigración cualificada, en cuanto
que las políticas comunitaria deberían mejorar la gestión de la inmigración
“abordando las carencias de competencias específicas y atrayendo talento”, pero
sí que hay varias referencias a políticas que apuestan sustancialmente por “más
seguridad”, pues no de otra manera creo que deben entenderse las siguientes
propuestas: mejora de la gestión de la inmigración “abordando con mayor
determinación la migración irregular, también mediante la mejora de la
cooperación con terceros países, por ejemplo en materia de readmisión; protegiendo
a aquellos que lo necesitan mediante una firme política de asilo; reforzando y
modernizando la gestión de las fronteras exteriores de la Unión”.
La presentaciónde la AEM estuvo a cargo de dos vicepresidentes de la CE, Frans Timmermans y
Federica Mogherini, y del Comisario responsable de migración, asuntos de
interior y ciudadanía, Dimitris Avramopoulos. La nueva AEM fue presentada
oficialmente como un documento que esboza “tanto las medidas inmediatas que se
adoptarán a fin de responder a la situación de crisis que existe en el
Mediterráneo como los diversos pasos que deben darse en los próximos años para
gestionar mejor la migración en todos sus aspectos”. F. Timmermans insistió en
la tesis de la responsabilidad
compartida de todos los Estados “para poner a punto una política de migración
efectiva”. Por su parte, F. Mogherini puso el acento en que estamos delante
ante una realidad que no afecta sólo a la UE sino que tiene un alcance mundial,
y que adoptar decisiones como las propuestas en la AEM no debe dejar lado el
reconocimiento de que “una respuesta real y a largo plazo sólo será posible si
se solucionan las causas profundas”, con expresa mención a la crisis
humanitaria provocada por guerras como las de Siria y Libia. Ya había avanzado
estas tesis en su intervención el día 11 de mayo ante el Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas.
En fin, el
comisario responsable de inmigración, recalcó la importancia de adoptar medidas
que frenen la actuación de quienes se aprovechan de las situaciones de necesidad
de los migrantes, y de poner en marcha “un enfoque global que mejorará
considerablemente la gestión de la migración en Europea”. El propio comisario
Avramopoulos escribió el día 14 de mayo un artículo en el diario El Mundo en el
que calificaba las medidas adoptadas en la AEM de “realistas y audaces”, en
cuanto que “contempla acciones que ofrecen respuestas rápidas a la situación de
emergencia en el Mediterráneo y en otras zonas de nuestras fronteras exteriores
que están bajo presión. Presenta
medidas estructurales para que el sistema actual desarrolle todo su potencial, y ofrece la posibilidad de una mayor
integración de las políticas migratorias a escala de la UE”. Conviene recordar
que en su comparecencia en el Parlamento europeo el 30 de septiembre de 2014
para presentar sus líneas de actuación, el comisario europeo había ya señalado
cuáles serían las tres líneas de trabajo durante la legislatura: en primer
lugar, “hacer frente de una manera eficaz a la presión inmigratoria en nuestras
fronteras”, con la posible creación de un sistema europeo de guardia de
fronteras; en segundo término, la mejora de los canales de acceso de los
migrantes, “atrayendo a trabajadores altamente cualificados y talentos
específicos al mercado de trabajo europeo”; por fin, permitir que las personas
viajen sin controles en las fronteras interiores”.
2. El
documento comunitario no sólo aborda, ni mucho menos, la política de
inmigración en sentido estricto y relacionado con el acceso regular y ordenado
a los Estados miembros y a sus mercados de trabajo, sino que dedica especial
atención a la política de asilo y a la posible redistribución de los refugiados
entre todos los Estados miembros, desde la constatación de que la política
migratoria ha de basarse a escala europea en los principios de solidaridad y de
responsabilidad compartida. Es decir, por una parte, se trata de conjugar las
necesidades propias de cada Estado, que en virtud de lo dispuesto en el TFUE
tiene la decisión final sobre el número de migrantes por razones económicas que
desea admitir en su territorio, con las necesidades colectivas de la economía
de la UE; por otra, se trata de dar una respuesta adecuada a escala europea
frente a la llegada masiva de refugiados,
“con un mecanismo de distribución dentro de la UE de los demandantes de
asilo (reubicación), trayendo un mayor número de refugiados desde terceros
países (reasentamiento) de forma legal y segura a la UE, y usando las
herramientas operativas y financieras de la UE para ayudar a los Estados
miembros situados en primera línea”.
Sus cuatro
pilares, según la Comunicación y la información facilitada por la propia CE, en
la que se detalla la financiación prevista para cada uno de ellos, son los
siguientes:
A) En primer
lugar, reducir los incentivos para la migración irregular, mediante un plan de
acción dirigido esencialmente contra los traficantes de personas, de tal manera
que se pongan en práctica acciones con medidas “encaminadas a transformar el
tráfico de personas en una actividad delictiva de alto riesgo y bajo
rendimiento", y ello unido estrechamente al abordaje de las causas
profundas de la migración irregular “mediante la cooperación al desarrollo y la
ayuda humanitaria”;
B) En
segundo lugar, una gestión de las fronteras que permita tanto salvar las vidas
de los migrantes como asegurar las fronteras exteriores de la UE (me pregunto
si es una forma más edulcorada de referirse a la “Europa fortaleza”), y a tal
efecto la CE propone reforzar Frontex, reforzar la capacidad de los terceros
países (aquellos de donde proviene gran parte de la inmigración irregular) para
gestionar sus fronteras, y “poniendo más en común, cuando proceda,
determinadas funciones de vigilancia
costera a escala de la UE”.
C) En tercer
lugar, se plantea la mejora del sistema europeo de asilo, “en particular
promoviendo la detección sistemática y la toma de huellas dactilares y haciendo
esfuerzos para reducir los abusos que se hacen de él mediante el refuerzo de
las disposiciones relativas al país de
origen seguro de la Directiva relativa a los procedimientos de asilo”. Para
justificar estas medidas, se afirma por la CE que demasiadas solicitudes
presentadas carecen de fundamento, ya que
“en 2014 el 55 % de las solicitudes de asilo obtuvieron una respuesta
negativa…. lo que dificulta la capacidad de los Estados miembros para dar una
rápida protección a los que la necesitan”.
Para hacer
frente a la situación en el Mediterráneo, la Comisión ya anunciaba en la
Comunicación que propondría, a finales
de mayo, la puesta en marcha del mecanismo de respuesta de emergencia previsto
en el artículo 78.3 del TFUE (“Si uno o varios Estados miembros se enfrentan a
una situación de emergencia caracterizada por la afluencia repentina de
nacionales de terceros países, el Consejo podrá adoptar, a propuesta de la
Comisión, medidas provisionales en beneficio de los Estados miembros afectados.
El Consejo se pronunciará previa consulta al Parlamento Europeo”), de tal
manera que “La propuesta incluirá un mecanismo de reubicación temporal para los
demandantes de asilo que claramente necesiten protección internacional, con el
fin de garantizar que todos los Estados miembros participen de forma
equilibrada y equitativa en este esfuerzo común. El Estado miembro de llegada
será responsable del examen de la solicitud de asilo, de conformidad con las
normas establecidas de la UE. La Comisión definirá un cálculo de redistribución
basado en criterios tales como PIB, población, tasa de desempleo y número de
demandantes de asilo y refugiados reasentados con anterioridad (vid Anexo de la Comunicación).
Igualmente, se
anunciaba ya que la CE plantearía la puesta en marcha de un sistema permanente
para compartir la responsabilidad entre los Estados miembros frente al elevado
número de refugiados y demandantes de asilo, y “presentará una propuesta
legislativa a finales de 2015 para permitir, cuando se produzca una llegada
masiva, un sistema obligatorio y automáticamente activado de reubicación para
distribuir a las personas que claramente necesiten protección internacional dentro
de la UE. El sistema tendrá en cuenta los esfuerzos ya realizados de forma
voluntaria por los Estados miembros” (Vid. Anexo de la Comunicación)
D) Por fin,
en cuarto lugar, se apuesta (aunque creo que este planteamiento ya estaba
presente en buena parte de los documentos europeos sobre inmigración desde la
puesta en marcha del programa de Estocolmo en 2010), por lo que se califica de
“nueva política europea en materia de inmigración legal”, que ha de tomar en
consideración la necesidad de atraer inmigrantes cualificados hacia Europa, con
modificaciones en la normativa de la tarjeta azul que así lo permita, para
corregir los déficits demográficos consecuencia del proceso de envejecimiento
de su población, adoptar medidas éticas que impidan que los países de donde
provienen mayoritariamente los migrantes queden desprovistos de una mano de
obra cualificada en sectores de especial atención y necesidad para las personas
(el sanitario es el más significativo), y aprovechar los beneficios de la migración para las personas y los países
de origen, “facilitando por ejemplo, transferencias de fondos más baratas,
rápidas y seguras”. En el ámbito
laboral, la CE se propone reforzar la aplicación y el cumplimiento de la
Directiva que sanciona a los empleadores que den ocupación a los trabajadores
en situación irregular, al mismo tiempo que se fortalecen y mejoran los canales
de acceso regular al mercado de trabajo, pero, insisto, poniendo el acento en
la incorporación de trabajadores cualificados.
En fin,
plantea un interrogante la manifestación contenida en la Comunicación de que en
el futuro, por tanto sin concretar fecha alguna, la CE quiere estudiar (es
decir analizar la posibilidad de poner en práctica, pero no de hacerlo
inmediatamente) la posibilidad de desarrollar (obsérvese la extremada prudencia
con la que los redactores de la Comunicación se mueven) junto con los Estados
miembros (que son, no se olvide, los que tienen la competencia exclusiva según
el TFUE para fijar el número de entrada de inmigrantes económicos en su
territorio) “un sistema de manifestación
de interés donde los potenciales migrantes candidatos podrían entrar en
contacto con empresarios interesados de toda la UE”. Parece una propuesta digna
de estudio para canalizar ordenadamente la migración por motivos laborales, en
el bien entendido que deberán funcionar muy eficazmente los canales de
conocimiento de las ofertas y demandas de trabajo para que ello funcione bien
(¿sistema EURES?, ¿nuevo sistema?).
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