domingo, 21 de septiembre de 2014

Sobre la reunión de los Ministros de Trabajo y Empleo del G20 (septiembre 2014). Los documentos de la OIT, OCDE y Banco Mundial y las aportaciones del sindicalismo internacional.



1. Los días 10 y 11 de este mes se reunieron en la ciudad australiana de Melbourne, la ciudad que algunos estudios han calificado como la mejor de todo el mundo para vivir en ella (tomando en consideración los indicadores de “salud, violencia y estabilidad, educación, infraestructuras y medio ambiente y entretenimiento”) los Ministros de Trabajo y Empleo del G20. Forman parte de este grupo África del Sur, Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos Francia, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido República de Corea, Rusia, Turquía, y la Unión Europea. España asiste a las reuniones del G20, como invitado permanente, desde la cumbre extraordinaria de Washington en noviembre de 2008. La relación de todas las reuniones celebradas desde 2010, y de buena parte de los documentos presentados y las resoluciones aprobadas pueden encontrarse en la página web cuyo enlace adjunto. En este blog también me he ocupado en varias ocasiones de las reuniones de los Ministros de Trabajo y Empleo, por lo que remito a las entradas correspondientes para quien quiera conocer mi parecer sobre ellas.

Sobre la mesa de trabajo estuvieron diversas cuestiones que posteriormente fueron recogidas en la Declaración final: reforzar los planes de empleo, prevenir el desempleo estructural, crear mejores puestos de trabajo, abordar la informalidad y el subempleo, promover puestos de trabajo más seguros, y estimular la participación en el mercado de trabajo, en especial de los jóvenes y las mujeres. Para sus debates y discusiones no les faltaron buenos informes y estudios (en lengua inglesa) preparados para la reunión, además obviamente de los trabajos previos llevados a cabo por los representantes técnicos de todos los Estados miembros desde la anterior reunión de Moscú en julio de 2013.

Sin duda, el informe más importante fue el presentado por la OIT, la OCDE y el Banco Mundial con el título “Mercados laborales del G20: perspectivas, principales desafíos yrespuestas políticas”, al que la OIT adjuntó otros tres relevantes informes por las temáticas abordadas: “Informalidad y calidad del empleo en los países del G20”, “Alcanzar un crecimiento más fuerte a través de la promoción de una economía más equilibrada entre hombres y mujeres”, y “Crear lugares de trabajo seguros y sanos para todos”. No podía faltar, sin duda, la aportación de las representaciones sindicales de los países del G20, y en efecto la “Declaraciónsindical del L20” se presentó a principios de septiembre, cuya tesis central era la necesidad de abordar un enfoque renovado de las políticas económicas y sociales y dejar de lado las de austeridad que han reducido los salarios y la protección laboral, argumentando que las personas trabajadoras de todo el mundo “necesitan que sus salarios aumenten y hace falta una mayor inversión pública para impulsar el crecimiento y garantizar que sea generador de empleo e inclusivo”.

Tras la reunión, y de su declaración final, la Confederación Sindical Internacional criticó losresultados obtenidos porque, si bien se han incluido el desempleo, la demanda y el crecimiento en el orden del día de la reunión de jefes de Estado y de Gobierno que tendrá lugar en Brisbane los días 15 y 16 de noviembre, “no han conseguido alcanzar un consenso respecto a la cuestión esencial de que el mundo necesita un aumento de sueldo”, manifestando su preocupación la secretaria general de la CSI, la australiana Sharan Burrow porque “Aunque haya un claro compromiso hacia el empleo para los jóvenes, las mujeres, para hacer frente a la informalidad, un trabajo seguro y las cadenas de suministros, las recomendaciones de la OIT, el Banco Mundial, la OCDE y el Grupo Laboral 20 en el sentido de que hay que abordar los salarios como parte esencial de la solución al estancamiento de la demanda no han sido adoptadas colectivamente”, siendo aún más crítico el secretario general de la TUAC (comité consultivo sindical de la OCDE), John Evans, al afirmar que  “Frente a un crecimiento paralizado, un déficit global de empleo de 62 millones y un descenso de los salarios reales en muchos países, los ministros han perdido una oportunidad clave para dar esperanzas a las familias trabajadoras en que las políticas puedan impulsar una auténtica recuperación rica en empleo”.

Más optimista por el contrario se mostró el secretario general de la OIT, que anteriormentelo fuera de la CSI, Guy Rider, al afirmar que los  ministros habían asumido “compromisos ambiciosos pero indispensables para trabajar a favor de la creación de más y mejores empleos, lo cual puede impulsar la recuperación económica y evitar el peligro de caer en la trampa de un crecimiento lento”, y que a partir de ahora “deben trabajar conjuntamente con los ministros de Finanza y otros componentes de los gobiernos a fin de garantizar que las medidas formuladas para mejorar las oportunidades de empleo y los salarios sean apoyadas por políticas macroeconómicas y financieras”.

2. La lectura del informe elaborado por la OIT, OCDE y BM es particularmente interesante porque pone de manifiesto la gravedad de la situación social y su estrecha relación con las dificultades observadas para la recuperación económica, en cuanto que el desempleo y la poca calidad de buena parte del empleo existente (ya sea precario, informal o subempleo) amenaza ésta “porque frena tanto el consumo como las inversiones”. En esta difícil realidad laboral en la que viven muchas personas en los países del G20 (es decir, no precisamente en los países más pobres del planeta) se encuentran según el informe 100 millones de personas desempleadas, y además en las economías emergentes de este grupo hay 447 millones de trabajadores pobres, entendiendo por tales los que viven con menos de dos dólares diarios, siendo el “déficit de empleo” con respecto a los datos disponibles al inicio de la crisis, en 2008, de 62 millones de puestos de trabajo, que podrían aumentar hasta 81 en el año 2018 si se mantiene las tendencias actuales de los mercados laborales.

No es de extrañar, por ello, que las tres principales conclusiones del Informe guarden estrecha relación con estos problemas y pongan también el acento, como otros documentos anteriores y de los que parece que buena parte de nuestros gobernantes no han tomado demasiado en consideración, en el crecimiento de las desigualdades y la congelación o reducción de los salarios de muchos trabajadores. Dichas conclusiones son las siguientes: “El crecimiento de salario ha sido significativamente inferior al crecimiento de la productividad en la mayoría de los países del G20, mientras que la desigualdad de los salarios y de los ingresos permanece alta o ha aumentado. Los salarios reales han quedado estancados, o hasta disminuyeron, en muchas economías avanzadas del G20. En las economías emergentes del G20, los altos niveles de subempleo y de informalidad están afectando la producción actual y la productividad futura”.

La necesidad de adoptar medidas transversales en todos los sectores pertinentes, con intervenciones públicas preferiblemente de forma coordinada entre todos los Estados y que aborden “tanto el lado de la oferta como de la demanda del mercado laboral” es considerada totalmente necesaria por los organismos internacionales, mientras que el sindicalismo internacional critica las actuaciones unilaterales llevadas a cabo en los últimos años desde el lado de la oferta de la economía, que han dañado a su parecer el tejido económico y social y han incrementando las desigualdades, afirmando que ese enfoque unidireccional (y que las organizaciones internacionales también cuestionan en el Informe comentado) “deja de lado el hecho de que la situación actual de déficit en la demanda constituye el principal motivo del bajo crecimiento en ingresos y en empleo; y la mayor parte del desempleo es involuntario y no escogido”. También se plantean en el documento de las organizaciones internacionales y en los de la OIT otras medidas que potencien la participación en el mercado de trabajo, incrementen la igualdad entre hombres y mujeres, y refuercen la seguridad y salud en el trabajo, siendo ciertamente preocupante estos datos aportados en uno de los informes elaborados por la OIT: “Cada año, casi 1,3 millones de personas mueren a causa de una enfermedad relacionada con el trabajo en los países del G20 y alrededor de 221.000 son víctimas de accidentes mortales en el trabajo. En el G20 se registraron además 196 millones de accidentes no mortales en el trabajo (con al menos cuatro días de ausencia del trabajo) en 2010”.  

3. Ya me he referido a la declaración sindical del L20, pero querría ahora resaltar, además de la tesis central del documento, otras aportaciones que me parecen de mucho interés y que sintetizo, remitiendo a las personas interesadas a la lectura del documento, destacando previamente que ya en su Informe económico 2/2014 había afirmado con rotundidad que “Los mercados laborales de los países más afectados no han mejorado en los últimos tres años a pesar de las dolorosas reformas estructurales que se suponía iban a impulsar el crecimiento del empleo, a juicio de quienes las promovían. Es hora de reconocer el fracaso de las políticas actuales y volverse hacia un conjunto de medidas más equilibradas, ambiciosas y pragmáticas basadas en el aumento de los bajos ingresos y la inversión en puestos de trabajo e infraestructura para poner en marcha la economía mundial”.

A partir de los estudios realizados sobre cómo mejorar la situación económica y las condiciones de vida de las personas trabajadoras, se propone un aumento de los ingresos bajos y medios “para reducir las desigualdades y para inyectar poder adquisitivo en la economía”; el incremento de las inversiones públicas en infraestructura social y física, al objeto de promover “tanto el crecimiento a corto plazo como para lograr la transformación estructural de las economías necesarias para combatir el cambio climático”; apoyo al empleo juvenil, con la promoción de formación profesional de calidad y una adecuada política de aprendizajes, así como también el incremento de la inversión “en una educación pública de calidad”; la promoción del empleo de las mujeres y de otros colectivos vulnerables, poniendo el acento en la mayor inversión y la creación de empleo “en servicios de cuidados infantiles y en la economía asistencial”; garantizar legamente niveles mínimos de protección social en todos los países, en cumplimiento de la Recomendación de la OIT; reforzar las políticas y medidas que incentiven la regularidad de los mercados de trabajo y permitan reducir considerablemente las situaciones de información en que se encuentran muchos trabajadores; en fin, garantizar la seguridad y salud en el trabajo pero no sólo en los países del G20, ya que todos los Estados deberían asegurarse de que “esas mismas normas sean aplicadas por los inversores del G20 en toda la cadena global de suministros”.

Sobre esta último punto, cabe destacar que justamente hace pocos días se ha suscrito un acuerdo entre la empresa H&M y la OIT  en el que se ha acordado, según la nota de prensa oficial, “una asociación singular para promover la sostenibilidad en las cadenas de aprovisionamiento mundial de la industria de la confección.El acuerdo comprenderá un trabajo conjunto en materia de relaciones profesionales y salarios, formación y desarrollo de competencias en las fábricas que producen para H&M, así como el fortalecimiento de las organizaciones de empleadores y de trabajadores en la industria global de la confección”.

4. Por último, destaco aquellos contenidos de la declaración final de la reunión de los Ministros de Trabajo y Empleo, que han acogido buena parte de las recomendaciones formuladas en el informe de la OIT, OCDE y BM, en el bien entendido de que todas laes medidas propuestas deberán ponerse en marcha teniendo en cuenta la situación particular y concreta de cada estado miembro.  

“Promoting and creating quality jobs, and tackling the economic and social consequences of unemployment, underemployment, inequality and social exclusion, are priorities for all our economies. Reducing youth unemployment, stimulating demand, and raising female participation and employment, in particular, command a high priority. We must also invest in preventing unemployment from becoming structural by creating better jobs, providing training to meet the skills needs of tomorrow, improving job matching and boosting labour market participation.

Supporting people to gain and maintain quality employment – underpinned by fair and accessible social protection – is the best strategy for assisting under-represented and vulnerable groups, as part of a broader social contract consistent with the ILO Declaration on Fundamental Principles and Rights at Work. We also recognise the important role of social dialogue when developing our labour and employment policies.

While acknowledging the efforts made to date, we are determined to do better. Greater emphasis has to be placed on the development of well-balanced medium-term policies, with a better mix of demand and supply-side strategies, and implementation of past commitments. We will finalise our governments' Employment Plans for Leaders to discuss progress at the Brisbane Summit.

Addressing job creation and unemployment at the local level is important to achieve development that is 
balanced and inclusive across the community. We agree to the set of policy priorities set out in Annex B for creating better jobs, which help inform quality job creation strategies, while recognising the particular geographic, macroeconomic and institutional environments faced by each member.

It is crucial that youth are able to make a good start in life, with access to quality education and skills development, a smooth transition into the labour market and safe employment. We considered our progress in implementing the G20 Strategies on Youth Employment and our Leaders' commitments – noting the wide variety of strategies being pursued, such as youth guarantees and quality apprenticeships – and decided that more needs to be done. Our Employment Plans place a high priority on supporting youth, and we all commit to take concrete actions to place young people in education, training or jobs. We also recommend that Leaders renew their commitment to fight youth unemployment.

Improve national wage-setting systems and bargaining arrangements, establish minimum wages and reduce the non-wage costs of labour, where appropriate, and achieve a more sustainable alignment between employment, wages and productivity

Raise awareness, particularly among small and medium enterprises, about the importance of OSH and the positive impact that safer and healthier workplaces have on productivity, workforce participation, economic growth, and sustainable development.

Provide access to affordable and quality child care, paid parental leave, family-friendly work opportunities and conditions, and support for elderly care”.

Buena lectura de todos los documentos.

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