1. Los días 10 y
11 de este mes se reunieron en la ciudad australiana de Melbourne, la ciudad
que algunos estudios han calificado como la mejor de todo el mundo para vivir
en ella (tomando en consideración los indicadores de “salud, violencia y
estabilidad, educación, infraestructuras y medio ambiente y entretenimiento”)
los Ministros de Trabajo y Empleo del G20. Forman parte de este grupo África
del Sur, Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados
Unidos Francia, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido República de Corea,
Rusia, Turquía, y la Unión Europea. España asiste a las reuniones del G20, como
invitado permanente, desde la cumbre extraordinaria de Washington en noviembre
de 2008. La relación de todas las reuniones celebradas desde 2010, y de buena
parte de los documentos presentados y las resoluciones aprobadas pueden
encontrarse en la página web cuyo enlace adjunto. En este blog también me he
ocupado en varias ocasiones de las reuniones de los Ministros de Trabajo y
Empleo, por lo que remito a las entradas correspondientes para quien quiera
conocer mi parecer sobre ellas.
Sobre la mesa de
trabajo estuvieron diversas cuestiones que posteriormente fueron recogidas en
la Declaración final: reforzar los planes de empleo, prevenir el desempleo
estructural, crear mejores puestos de trabajo, abordar la informalidad y el
subempleo, promover puestos de trabajo más seguros, y estimular la
participación en el mercado de trabajo, en especial de los jóvenes y las
mujeres. Para sus debates y discusiones no les faltaron buenos informes y
estudios (en lengua inglesa) preparados para la reunión, además obviamente de
los trabajos previos llevados a cabo por los representantes técnicos de todos
los Estados miembros desde la anterior reunión de Moscú en julio de 2013.
Sin duda, el
informe más importante fue el presentado por la OIT, la OCDE y el Banco Mundial
con el título “Mercados laborales del G20: perspectivas, principales desafíos yrespuestas políticas”, al que la OIT adjuntó otros tres relevantes informes por
las temáticas abordadas: “Informalidad y calidad del empleo en los países del
G20”, “Alcanzar un crecimiento más fuerte a través de la promoción de una
economía más equilibrada entre hombres y mujeres”, y “Crear lugares de trabajo
seguros y sanos para todos”. No podía faltar, sin duda, la aportación de las
representaciones sindicales de los países del G20, y en efecto la “Declaraciónsindical del L20” se presentó a principios de septiembre, cuya tesis central
era la necesidad de abordar un enfoque renovado de las políticas económicas y
sociales y dejar de lado las de austeridad que han reducido los salarios y la
protección laboral, argumentando que las personas trabajadoras de todo el mundo
“necesitan que sus salarios aumenten y hace falta una mayor inversión pública
para impulsar el crecimiento y garantizar que sea generador de empleo e
inclusivo”.
Tras la reunión,
y de su declaración final, la Confederación Sindical Internacional criticó losresultados obtenidos porque, si bien se han incluido el desempleo, la demanda y
el crecimiento en el orden del día de la reunión de jefes de Estado y de
Gobierno que tendrá lugar en Brisbane los días 15 y 16 de noviembre, “no han
conseguido alcanzar un consenso respecto a la cuestión esencial de que el mundo
necesita un aumento de sueldo”, manifestando su preocupación la secretaria
general de la CSI, la australiana Sharan Burrow porque “Aunque haya un claro
compromiso hacia el empleo para los jóvenes, las mujeres, para hacer frente a
la informalidad, un trabajo seguro y las cadenas de suministros, las
recomendaciones de la OIT, el Banco Mundial, la OCDE y el Grupo Laboral 20 en
el sentido de que hay que abordar los salarios como parte esencial de la solución
al estancamiento de la demanda no han sido adoptadas colectivamente”, siendo
aún más crítico el secretario general de la TUAC (comité consultivo sindical de
la OCDE), John Evans, al afirmar que “Frente
a un crecimiento paralizado, un déficit global de empleo de 62 millones y un
descenso de los salarios reales en muchos países, los ministros han perdido una
oportunidad clave para dar esperanzas a las familias trabajadoras en que las
políticas puedan impulsar una auténtica recuperación rica en empleo”.
Más optimista
por el contrario se mostró el secretario general de la OIT, que anteriormentelo fuera de la CSI, Guy Rider, al afirmar que los ministros habían asumido “compromisos
ambiciosos pero indispensables para trabajar a favor de la creación de más y
mejores empleos, lo cual puede impulsar la recuperación económica y evitar el
peligro de caer en la trampa de un crecimiento lento”, y que a partir de ahora “deben
trabajar conjuntamente con los ministros de Finanza y otros componentes de los
gobiernos a fin de garantizar que las medidas formuladas para mejorar las
oportunidades de empleo y los salarios sean apoyadas por políticas
macroeconómicas y financieras”.
2. La lectura
del informe elaborado por la OIT, OCDE y BM es particularmente interesante
porque pone de manifiesto la gravedad de la situación social y su estrecha
relación con las dificultades observadas para la recuperación económica, en
cuanto que el desempleo y la poca calidad de buena parte del empleo existente
(ya sea precario, informal o subempleo) amenaza ésta “porque frena tanto el
consumo como las inversiones”. En esta difícil realidad laboral en la que viven
muchas personas en los países del G20 (es decir, no precisamente en los países más
pobres del planeta) se encuentran según el informe 100 millones de personas
desempleadas, y además en las economías emergentes de este grupo hay 447
millones de trabajadores pobres, entendiendo por tales los que viven con menos
de dos dólares diarios, siendo el “déficit de empleo” con respecto a los datos
disponibles al inicio de la crisis, en 2008, de 62 millones de puestos de trabajo,
que podrían aumentar hasta 81 en el año 2018 si se mantiene las tendencias
actuales de los mercados laborales.
No es de
extrañar, por ello, que las tres principales conclusiones del Informe guarden
estrecha relación con estos problemas y pongan también el acento, como otros documentos
anteriores y de los que parece que buena parte de nuestros gobernantes no han
tomado demasiado en consideración, en el crecimiento de las desigualdades y la
congelación o reducción de los salarios de muchos trabajadores. Dichas conclusiones
son las siguientes: “El crecimiento de salario ha sido significativamente
inferior al crecimiento de la productividad en la mayoría de los países del
G20, mientras que la desigualdad de los salarios y de los ingresos permanece
alta o ha aumentado. Los salarios reales han quedado estancados, o hasta
disminuyeron, en muchas economías avanzadas del G20. En las economías
emergentes del G20, los altos niveles de subempleo y de informalidad están
afectando la producción actual y la productividad futura”.
La necesidad de
adoptar medidas transversales en todos los sectores pertinentes, con
intervenciones públicas preferiblemente de forma coordinada entre todos los
Estados y que aborden “tanto el lado de la oferta como de la demanda del
mercado laboral” es considerada totalmente necesaria por los organismos
internacionales, mientras que el sindicalismo internacional critica las
actuaciones unilaterales llevadas a cabo en los últimos años desde el lado de
la oferta de la economía, que han dañado a su parecer el tejido económico y
social y han incrementando las desigualdades, afirmando que ese enfoque
unidireccional (y que las organizaciones internacionales también cuestionan en
el Informe comentado) “deja de lado el hecho de que la situación actual de
déficit en la demanda constituye el principal motivo del bajo crecimiento en
ingresos y en empleo; y la mayor parte del desempleo es involuntario y no
escogido”. También se plantean en el documento de las organizaciones
internacionales y en los de la OIT otras medidas que potencien la participación
en el mercado de trabajo, incrementen la igualdad entre hombres y mujeres, y
refuercen la seguridad y salud en el trabajo, siendo ciertamente preocupante
estos datos aportados en uno de los informes elaborados por la OIT: “Cada año,
casi 1,3 millones de personas mueren a causa de una enfermedad relacionada con
el trabajo en los países del G20 y alrededor de 221.000 son víctimas de
accidentes mortales en el trabajo. En el G20 se registraron además 196 millones
de accidentes no mortales en el trabajo (con al menos cuatro días de ausencia
del trabajo) en 2010”.
3. Ya me he
referido a la declaración sindical del L20, pero querría ahora resaltar, además
de la tesis central del documento, otras aportaciones que me parecen de mucho
interés y que sintetizo, remitiendo a las personas interesadas a la lectura del
documento, destacando previamente que ya en su Informe económico 2/2014 había
afirmado con rotundidad que “Los mercados laborales de los países más afectados
no han mejorado en los últimos tres años a pesar de las dolorosas reformas
estructurales que se suponía iban a impulsar el crecimiento del empleo, a
juicio de quienes las promovían. Es hora de reconocer el fracaso de las
políticas actuales y volverse hacia un conjunto de medidas más equilibradas,
ambiciosas y pragmáticas basadas en el aumento de los bajos ingresos y la
inversión en puestos de trabajo e infraestructura para poner en marcha la
economía mundial”.
A partir de los
estudios realizados sobre cómo mejorar la situación económica y las condiciones
de vida de las personas trabajadoras, se propone un aumento de los ingresos
bajos y medios “para reducir las desigualdades y para inyectar poder
adquisitivo en la economía”; el incremento de las inversiones públicas en
infraestructura social y física, al objeto de promover “tanto el crecimiento a
corto plazo como para lograr la transformación estructural de las economías
necesarias para combatir el cambio climático”; apoyo al empleo juvenil, con la
promoción de formación profesional de calidad y una adecuada política de
aprendizajes, así como también el incremento de la inversión “en una educación
pública de calidad”; la promoción del empleo de las mujeres y de otros
colectivos vulnerables, poniendo el acento en la mayor inversión y la creación de
empleo “en servicios de cuidados infantiles y en la economía asistencial”;
garantizar legamente niveles mínimos de protección social en todos los países,
en cumplimiento de la Recomendación de la OIT; reforzar las políticas y medidas
que incentiven la regularidad de los mercados de trabajo y permitan reducir
considerablemente las situaciones de información en que se encuentran muchos trabajadores;
en fin, garantizar la seguridad y salud en el trabajo pero no sólo en los
países del G20, ya que todos los Estados deberían asegurarse de que “esas
mismas normas sean aplicadas por los inversores del G20 en toda la cadena
global de suministros”.
Sobre esta
último punto, cabe destacar que justamente hace pocos días se ha suscrito un
acuerdo entre la empresa H&M y la OIT en el que se ha acordado, según la nota de
prensa oficial, “una asociación singular para promover la sostenibilidad en las
cadenas de aprovisionamiento mundial de la industria de la confección.El
acuerdo comprenderá un trabajo conjunto en materia de relaciones profesionales
y salarios, formación y desarrollo de competencias en las fábricas que producen
para H&M, así como el fortalecimiento de las organizaciones de empleadores
y de trabajadores en la industria global de la confección”.
4. Por último,
destaco aquellos contenidos de la declaración final de la reunión de los
Ministros de Trabajo y Empleo, que han acogido buena parte de las
recomendaciones formuladas en el informe de la OIT, OCDE y BM, en el bien
entendido de que todas laes medidas propuestas deberán ponerse en marcha
teniendo en cuenta la situación particular y concreta de cada estado miembro.
“Promoting
and creating quality jobs, and tackling the economic and social consequences of
unemployment, underemployment, inequality and social exclusion, are priorities
for all our economies. Reducing youth unemployment, stimulating demand, and
raising female participation and employment, in particular, command a high
priority. We must also invest in preventing unemployment from becoming
structural by creating better jobs, providing training to meet the skills needs
of tomorrow, improving job matching and boosting labour market participation.
Supporting people to gain and
maintain quality employment – underpinned by fair and accessible social
protection – is the best strategy for assisting under-represented and
vulnerable groups, as part of a broader social contract consistent with the ILO
Declaration on Fundamental Principles and Rights at Work. We also recognise the
important role of social dialogue when developing our labour and employment
policies.
While acknowledging the
efforts made to date, we are determined to do better. Greater emphasis has to
be placed on the development of well-balanced medium-term policies, with a
better mix of demand and supply-side strategies, and implementation of past
commitments. We will finalise our governments' Employment Plans for Leaders to
discuss progress at the Brisbane Summit.
Addressing job creation and
unemployment at the local level is important to achieve development that is
balanced and inclusive across the community. We agree to the set of policy
priorities set out in Annex B for creating better jobs, which help inform
quality job creation strategies, while recognising the particular geographic,
macroeconomic and institutional environments faced by each member.
It is crucial that youth are
able to make a good start in life, with access to quality education and skills
development, a smooth transition into the labour market and safe employment. We
considered our progress in implementing the G20 Strategies on Youth Employment
and our Leaders' commitments – noting the wide variety of strategies being
pursued, such as youth guarantees and quality apprenticeships – and decided
that more needs to be done. Our Employment Plans place a high priority on
supporting youth, and we all commit to take concrete actions to place young
people in education, training or jobs. We also recommend that Leaders renew
their commitment to fight youth unemployment.
Improve national wage-setting
systems and bargaining arrangements, establish minimum wages and reduce the
non-wage costs of labour, where appropriate, and achieve a more sustainable
alignment between employment, wages and productivity
Raise awareness, particularly
among small and medium enterprises, about the importance of OSH and the
positive impact that safer and healthier workplaces have on productivity,
workforce participation, economic growth, and sustainable development.
Provide access to affordable
and quality child care, paid parental leave, family-friendly work opportunities
and conditions, and support for elderly care”.
Buena lectura de todos los documentos.
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