sábado, 9 de febrero de 2013

Balances y análisis de un año de la reforma laboral. ¿Hacia dónde van las relaciones laborales en España? (I)



1. Mañana día 10 de febrero se cumplirá un año de la aprobación por el Consejo de Ministros dela reforma laboral de 2012,  plasmada en el Real Decreto-Ley 3/2012 que se publicó al día siguiente en el BOE y entró en vigor el domingo 12. Tramitada posteriormente como proyecto de ley, que endureció en varios puntos su contenido inicial, se convirtió en la Ley 3/2012de 6 de julio, con entrada en vigor el 8, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral.

En los blogs laboralistas se ha ido dando cuenta de sus contenidos y de los problemas de todo tipo que ha suscitado. Remito a la consulta de todos ellos, y en particular recomiendo la lectura del artículo de Mikel Urruti “Misiónimposible: ensalzar las bondades en el empleo de la Reforma Laboral”; la entrevista al abogado de Comisiones Obreras Enrique Lillo en el blog de Antonio Baylos, entrevista a la que también me referiré más adelante; el artículo de Jesús Cruz “Un año de reforma laboral”; la entrevista realizada a Jaime Cabeza con  ocasión de haber obtenido el premio Rafael Martínez Emperador por su trabajo “La globalización económica como antecedente y la crisis económica como contexto de la reforma laboral 2010/2012”, realizado junto con el magistrado del TSJ de Galicia J.F. Lousada; el artículo de Adoración Guamán “Seis millones de parados: las uvas de la ira estánengordando”. Desde la perspectiva más cercana al mundo empresarial es interesante acudir al blog en el que escriben varios socios de capital delbufete Sagardoy Abogados.


No he encontrado hasta el día de hoy ningún balance oficial de la reforma por el gobierno, aunque pudiera ocurrir que se hiciera durante la próxima semana, y por ello de momento me quedo con la referencia a las reiteradas manifestaciones de la Ministra Fátima Báñez, y de altos cargos del Ministerio y también del gobierno, que la reforma ha evitado una mayor destrucción de empleo y que permitirá la creación de empleo cuando se den las condiciones económicas para ello (inicialmente, en febrero de 2012, el objetivo declarado de la reforma era la creación de empleo, pero poco a poco el planteamiento gubernamental ha ido variando, “modulándose” que dirían algunos, hasta llegar al que acabo de exponer).

2. Les decía que la entrevista a Enrique Lillo también iba a merecer mi atención en esta entrada, porque aquello que manifiesta en ella, publicada en el número 47(enero 2013) de la Revista de Estudios de la Fundación 1º de mayo, merece ser leído y analizado con mucha atención porque describe con gran claridad los problemas que no sólo a corto plazo sino también y sobre todo a medio y largo plazo, plantea la reforma laboral del Partido Popular si no hay un cambio importante de tendencia en los próximos meses. Reproduzco a continuación uno de los párrafos de sus respuestas que más me ha llamado la atención:

“La aplicación de la reforma laboral como digo tiene dos fases, en la primera el abaratamiento masivo del despido, reducción salarial y empobrecimiento de los trabajadores y de amplios sectores de la clase media y la reducción o pérdida de sus condiciones laborales. En la segunda fase que puede empezar en junio, desaparecen buena parte de las unidades de negociación, si estos convenios no son renegociados antes de junio de 2013. Creo además que esta reforma laboral implica que a los trabajadores se les dificulta sus posibilidades de defensa frente a los empresarios. Digo esto porque la reforma laboral exige a los sindicatos y a sus abogados un esfuerzo profesional de entendimiento de la nueva regulación de despidos colectivos y de la nueva regulación de las modificaciones sustanciales de condiciones de trabajo que implican reducciones salariales. Y eso exige adquirir conocimiento sobre economía de la empresa: balance, auditorias, cuentas de resultados, memorias. Para lo cual se necesita no sólo un replanteamiento del contenido cognitivo de los abogados sino también de los propios sindicalistas”.

3. Pongamos ahora un contrapunto empresarial y veamos como valoran la reforma laboral. En un artículo publicado el día 3 de febrero en el diario El Economista, con el título “El coste de asimilar la reforma laboral”, Roberto Abad y Joaquín Trigo, consejero delegado de Ulled Asociados y director general del Instituto de Estudios Económicos, respectivamente, se quejan de que aquello que es en la realidad la reforma no es aquello que les dijeron, algunos juristas, que era (bueno, para ser más correcto esa es la sensación que tengo yo después de leer el artículo, y no creo estar desencaminado), y centran su atención en los despidos colectivos, cuyas reformas han sido de las más publicitadas por el gobierno, y algunos bufetes empresariales, como manifestación de un cambio de alcance en el modelo de relaciones laborales español para introducir mayores dosis de flexibilidad en las empresas. Justamente, los autores del artículo se quejan de que las cosas no son tan bonitas como se las habían pintado, aunque finalmente vuelven a pedir más normas que clarifiquen la situación, obviamente desde su punto de vista, y que impidan que las decisiones empresariales se vean limitadas por “trabas” legales o por resoluciones judiciales. Destaco dos párrafos del artículo que merecen especial atención, en especial el segundo por la crítica implícita a (algunos) juristas.

“… La reforma pretendía crear un marco de estabilidad y confianza. El Real Decreto Ley 3/2012 entró en vigor el 10 de febrero, pero experimentó cambios sustanciales hasta la aprobación del reglamento, a finales de octubre (Real Decreto 1483/2012). La ley plantea la necesaria negociación del conflicto entre las partes, sin intervención administrativa. Luego, el reglamento vuelve a introducir a la "autoridad laboral" -de la que indica que "es otra y diversa"- en la mediación y control, para ayudar a las partes a buscar soluciones. De resultas, hemos vivido y seguimos viviendo una situación de gran incertidumbre que afecta tanto a los agentes sociales como a la magistratura, a los expertos (abogados, consultores?) y, sobre todo, a las empresas.

Hemos podido leer en la prensa la opinión de expertos, como Salvador Rey, del despacho Cuatrecasas, que señalan que el problema de la reforma es que no ha sido consensuada. Otros, como Sagardoy, indican que con el tiempo la cosa se irá atemperando, como ya pasó con la ley de 1994. Pero nos encontramos ante una situación radicalmente distinta: venimos sufriendo esta crisis sin precedentes durante más de cinco años y las empresas ya están exhaustas”.

4. No tenemos balance oficial de la reforma pero sí un balance crítico, muy crítico, por parte de una persona que participó directamente en las reformas laborales del último gobierno socialista, María Luz Rodríguez Fernández, ya reincorporada a la Universidad de Castilla-La Mancha, realizado en su intervención con el título  “Economía, ideología y reformalaboral”, en la presentación del Libro “No es economía, es ideología”, publicado por Economistas frente a la crisis, que puede leerse íntegramente en su blog.  Reproduzco algunos de los fragmentos más destacados de dicha intervención:

Claro que lo anterior requiere una reforma laboral que impulse mecanismos de rebaja salarial (el llamado “descuelgue salarial” es uno de ellos) y deteriore el poder de negociación de los sindicatos y la vitalidad de la negociación colectiva, a fin de que sean las “circunstancias del mercado”, en este caso, el miedo a perder el empleo en un país con casi 6 millones de personas en el paro, las que marquen los salarios, naturalmente a la baja.

Ese es, tal cual, el diseño “de libro” de la reforma laboral de 2012. Que ha venido a sumarse a la devaluación salarial que ya estaba en marcha desde 2009 y que se ha hecho más intensa a partir de 2011: desde ese momento no han dejado de bajar los incrementos salariales pactados (del 2,44 por ciento en 2011 al 1,31 por ciento en 2012), la remuneración por asalariado/a (variación interanual de 0,7 por ciento en 2011 al 0,5 por ciento en 2012) y los costes laborales unitarios nominales (variación interanual del -1,4 por ciento en 2011 al -2,6 por ciento en 2012) y los reales (variación interanual del -2,4 por ciento en 2011 al -3,0 por ciento en 2012). Y, sin embargo, no se crea empleo; al contrario, se destruye.

Los datos del último año son dolorosos, pero evidentes: 380.949 parados/as más en las estadísticas de paro registrado, que alcanza el récord histórico de 4.980.778 personas registradas como desempleadas; 778.829 afiliados/as menos a la Seguridad Social; una pérdida de más de 850.000 empleos y un incremento del número de personas desempleadas que supera las 690.000. No sé si es a esto a lo que se refería la Ministra de Empleo y de Seguridad Social cuando decía sentirse “muy moderadamente satisfecha de la reforma laboral”. A mí me parecen, sinceramente, cifras terribles, que vienen a demostrar que la devaluación salarial en curso no está creando empleo, sino causando paro y dolor a la sociedad.

Como sucede con la propia austeridad, ya que, desde el segundo trimestre de 2012, los recortes en gasto público están provocando graves pérdidas de ocupación en el empleo público, más altas incluso que las habidas en el empleo privado (en el último trimestre de 2012, la ocupación baja un -6,98 por ciento en el primero frente a un -4,30 por ciento de pérdida de ocupación en el segundo).

Estos mismos datos de pérdida de empleo e incremento del número de personas en desempleo sirven para desvelar otro de los valores ideológicos hechos valer como axiomas científicos. Hemos escuchado una y otra vez que el coste del despido estaba frenando la creación de empleo, como si lo que hay que pagar por destruir un puesto de trabajo en el futuro influyera decisivamente en la creación del mismo en el presente. Siguiendo este sendero, la reforma laboral de 2012, profundamente ideológica en este y otros muchos aspectos, rebaja la indemnización por despido y lo facilita considerablemente, al eliminar la autorización administrativa en los expedientes de regulación de empleo”.

5. Volvamos nuevamente a la realidad  empresarial, o por decirlo de otra forma a conocer cómo las empresas están aplicando la reforma laboral, es decir que uso están haciendo de los variados instrumentos de flexibilidad interna y externa que ésta ofrece (modificación de condiciones de trabajo, suspensión y extinción de contratos, inaplicación de convenios colectivos…). Para ello es obligado acudir al “1erobservatorio de seguimiento de la reforma laboral 2012”, publicado por laFundación Sagardoy. Según se explica en la presentación del informe, han participado 272 empresas, “mayoritariamente del sector servicios (133 empresas) y del sector industrial (132), correspondiendo las restantes a los sectores de la construcción y agrario”. 234 ocupan a más de 50 trabajadores y 38 a menos. Es un documento muy interesante y que debe analizarse con atención, del que ahora reproduzco sus conclusiones:

“-- En materia de contratación se apuntan algunas orientaciones positivas como la que concluye que la nueva regulación en materia de contratación a tiempo parcial ha incrementado o podría incrementar en los próximos tres meses el número de contratos formalizados.

--. Las medidas de flexibilidad interna previstas por la reforma están comenzando a dar sus primeros resultados: casi tres de cada cuatro de las empresas encuestadas han adoptado algún tipo de medida en esta dirección. Es significativo que estas medidas se hayan usado en un porcentaje muy similar (40%) al despido (47%).

-- La movilidad funcional y la modificación sustancial de condiciones de trabajo son los instrumentos más empleados, pues algo más del 40% de las empresas han acudido a cada una de ellas (y un 28% han utilizado o piensan utilizar ambos mecanismos, de modo que más de la mitad –un 55%– se sirven de alguna de estas dos herramientas de adaptación de su fuerza de trabajo).

-- Es frecuente (un 35% de las empresas que han efectuado o piensan efectuar despidos) combinar estos ajustes cuantitativos (suspensiones y reducciones de jornada), con las medidas que pueden calificarse como cualitativas (movilidad, modificación de condiciones, descuelgues).

-- La adaptación de las condiciones trabajo a circunstancias económicas, técnicas, organizativas y de producción, ya implique apartarse del convenio aplicable (“descuelgue”) o no (“modificación sustancial de condiciones de trabajo”, MSCT en adelante) se sitúa en el 45,6% de las empresas encuestadas.

-- Las condiciones más afectadas cuando se ha recurrido a las modificaciones sustanciales han sido las relacionadas con las funciones y organización del trabajo (63%), aunque también es frecuente la alteración del tiempo de trabajo (53%) y del salario (45%).

-- En relación a los descuelgues, mayoritariamente se han empleado para afectar al salario (un 69% de las empresas entrevistadas) o la jornada y horario de trabajo (42,3%), y la afectación simultanea de varias condiciones presenta menor frecuencia (23%).

-- La mitad de las empresas declaran haber abonado indemnizaciones superiores a 20 días por año y hasta los 33 días, y aún un 25% afirman haber pagado por encima de los 45 días, que era el máximo exigido por la ley antes de las modificaciones del RD-L 3/2012”.

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