3. La preocupación por el empleo también aparece, lógicamente, en una reciente intervención del director general de la OIT, Juan Somavia, en concreto en la reunión del Comité Monetario y Financiero Internacional y el Comité para el Desarrollo, celebrado en la ciudad turca de Estambul los días 4 y 5 de este mes, en la que reitera gran parte de las manifestaciones formuladas en el comunicado que la OIT presentó a la reunión del G-20, y en la que puso de manifiesto la necesidad de mantener las medidas especiales de estímulo de la economía, ante el riesgo de que una retirada demasiado rápida provocaría un empeoramiento de la crisis actual del empleo en todos los países y frenaría la recuperación antes de que se consolide, dado que las perspectivas del empleo siguen siendo inciertas y según la OIT el empleo y los salarios “podrían seguir siendo bajos durante algún tiempo”, ya que si bien es cierto que en algunos países de Asía y América Latina se ha mantenido, aunque sea a ritmo reducido, el crecimiento de sus economías, “en cambio la creación de empleo se ha ralentizado, al tiempo que las pérdidas de empleo ha aumentado en todo el mundo. De especial importancia me parece el grito de alerta del director general de la OIT sobre el grave peligro que se cierne de que la prolongación en el tiempo del desempleo y del subempleo provoque un deterioro a largo plazo “de las perspectivas de empleo y de productividad de jóvenes trabajadores y trabajadoras”.
4. Por fin, mi atención se centra, con brevedad, en un reciente informe presentado a la 306ª reunión del Consejo de Administración de la Oficina Internacional del Trabajo que se celebrará el próximo mes de noviembre, en el que se reseñan las actividades sectoriales llevadas a cabo por la OIT desde marzo de este año como parte de su respuesta a la crisis económica, las perspectivas de algunos sectores productivos, y el análisis de las medidas de estímulo a la economía aplicadas por más de 62 países. Por cierto que hay una idea importante en el documento que me interesa retener de entrada: la necesidad de examinar y analizar detenidamente el impacto de la crisis según cuál sea la edad, el género, la ocupación y el grado de educación de las personas afectadas.
Algunos datos son ciertamente llamativos a la par que preocupantes: en marzo de 2009 se habían perdido alrededor de 7,4 millones de empleos en comparación con el mismo mes del año anterior; en algunos países de la Unión Europea la reducción del número de trabajadores temporales proporcionados a las empresas usuarias por las empresas de trabajo temporal podría llegar a ser de hasta el 40 % en sectores como las manufacturas o la construcción; en el sector manufacturero el primer trimestre de este año ha sido el que ha visto el mayor número de despidos, y la tendencia se ha mantenido según los datos disponibles durante el segundo trimestre; es una crisis que afecta en mayor medida a los trabajadores varones que al personal femenino, aunque tampoco sea desdeñable el incremento de su desempleo, dado que la crisis “ha castigado más a los sectores donde la participación de la fuerza de trabajo masculina es mayor”.
Por otra parte la OIT resalta algo que también viene siendo alertado en numerosos informes internacionales, así como también comunitarios y de muchos Estados: los problemas del mercado de trabajo no se encuentran sólo en el incremento del número de personas desempleadas y en el impacto negativo de la crisis sobre la población activa, sino también en el deterioro de la calidad del empleo, es decir el daño en las condiciones de trabajo, poniéndose de manifiesto que “los cambios en las condiciones de trabajo, tales como la reducción de las horas de trabajo, la congelación de salarios o los recortes salariales, y la reducción de las prestaciones de salud o de las pensiones han afectado de forma generalizada a todos los sectores”.
Con respecto a los sectores económicos analizados, como continuación en algunos casos de documentos elaborados con anterioridad, se destaca el mantenimiento de la caída del empleo en los sectores de automoción, servicios financieros y de la construcción a escala mundial, poniéndose de manifiesto, por citar un dato significativo, que en el segundo sector “los importantes recortes masivos de puestos de trabajo anunciados por los bancos, los fondos de inversión y las compañías de seguros, se cifraron en más de 385.000 despidos a finales de junio de 2009” (por cierto, y sólo a escala catalana, ¿cuántos puestos de trabajo desaparecerán con ocasión de los procesos de fusión de las cajas de ahorros?). En el sector textil se calcula que desde junio de 2.008 se han cerrado unas 8.000 unidades de producción de textiles, vestido y calzado en las economías emergentes, y que a escala mundial, y sobre una población laboral del sector estimada en 60.000 millones de personas, se han perdido 11 millones de puestos de trabajo ocupados a tiempo completo y más de 3 millones a tiempo parcial, y ello también ha contribuido al deterioro de las condiciones laborales, aunque el documento internacional también alerta de la dificultad de poder considerar el crecimiento del desempleo en el sector como cíclico, estructural o friccional.
Con respecto a las respuestas formuladas por 62 países para enfrentarse a la crisis económica, revitalizar la actividad productiva, mantener los puestos de trabajo y proteger a los trabajadores, tanto los que siguen trabajando como muy especialmente aquellos que engrosan las listas del desempleo, el documento de la OIT ha recopilado un total de 246 medidas, poniéndose de manifiesto, por si quedaba aún alguna duda, que las destinadas a impulsar la demanda agregada y a revitalizar sectores claves fueron más numerosas que las directamente destinadas a la creación de empleo (53 y 25,6 %, respectivamente), en el bien entendido que las primeras también tienen repercusiones, siquiera sea indirectas, sobre el empleo. De particular importancia han sido las medidas adoptadas en numerosos países en el sector de la construcción, por medio de la puesta en marcha de planes de infraestructura y obras públicos a corto plazo (el Plan E español sería un ejemplo característico de este tipo de medidas). En los ámbitos sectoriales, el documento constata que se han encontrado relativamente pocas políticas activas de mercado de trabajo (un 11 %) y de protección social (10,1 %). Para la OIT, y con esta reflexión concluyo, es necesario prestar atención al hecho de que algunas industrias están recibiendo elevados subsidios y hay que ir pensando ya en cómo ir saliendo de la crisis y apostar por políticas de crecimiento, si bien se critica que un cierto proteccionismo y las distorsiones del mercado que ello implica hace que no existan estrategias claras de salida de la crisis.
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