viernes, 2 de enero de 2009

De Pau Gassol a Marc Gassol.

1. He tenido oportunidad de disfrutar este período vacacional de Navidades con mi hijo Ignacio en Estados Unidos, concretamente en las ciudades de San Francisco y Los Ángeles. Cuando no ves a uno de tus hijos durante más de cinco meses valoras aún más el tiempo que estás reunido, y también la suerte de poder realizar un viaje que permite olvidarte por unos días de la realidad más cercana cotidiana, aunque es difícil ese olvido de forma completa porque Internet te permite tener conocimiento inmediato de todo aquello que está ocurriendo a miles de kilómetros de distancia. Por ello, tengo que agradecer que el tiempo que hemos disfrutado en el viaje, con excepción del primer día, haya sido muy agradable, e incluso casi veraniego en Los Ángeles, a diferencia de lo ocurrido en Cataluña durante buena parte de estas fiestas, y que me haya permitido realizar largos paseos, algo impensable por cierto para muchos americanos que sólo utilizan el coche (y lo comprendo por la extensión de los recorridos a realizar diariamente), y, a modo de sociología de la calle, comprobar en vivo y en directo que buena parte del trabajo más visible, el realizado por agentes y guardas de seguridad, los servicios públicos, las obras de construcción y la hostelería, hay un predominio importante de ciudadanos americanos de raza negra en el primer caso y de ciudadanos de origen latino (que tengan la nacionalidad americana o no ya no tuve tiempo de averiguarlo) en los restantes. Eso sí, en las cafeterías y restaurantes de muchas de las zonas turísticas por las que paseamos el público habitual era el de jóvenes treintaañeros que podían haber salido perfectamente de la serie “Friends” y que también podían encajar perfectamente en el modelo denominado “WASP” (white anglo-saxons protestants). Por cierto, en la misa del gallo del día 24 de diciembre, a la que asistí en la catedral de San Francisco, la presencia mayoritaria era de ciudadanos de origen asiático, seguidos por los de origen latino, o al menos eso es lo que me pareció después de fijarme con detalle en el público asistente tanto al inicio como al final de la misa.

2. Como les he dicho, mi desconexión de la realidad española y catalana sólo ha sido parcial, porque al finalizar la agotadora sesión diaria de conocimiento turístico de ambas ciudades solía conectarme a Internet y leer las noticias más importantes acaecidas en dichos ámbitos territoriales. Por ello, tuve oportunidad de seguir las primeras reacciones a la firma del pacto nacional por la inmigración de Cataluña, valorado positivamente por la gran mayoría de organizaciones políticas y sociales, incluida alguna de las que no lo firmó como es el caso de Comisiones Obreras de Cataluña. Tiempo habrá para valorar con más detalle el contenido del Pacto pero vaya ya por adelantado mi felicitación a quienes han contribuido más directamente a que haya visto finalmente la luz, que sin duda han sido el Secretario de Inmigración de la Generalitat, el Sr. Oriol Amorós, y la directora de los trabajos de elaboración del Pacto, la Sra. Meritxell Benedí. Tuve la suerte de participar como coordinador del grupo dedicado al análisis de las cuestiones vinculadas al mercado de trabajo, y puedo afirmar con satisfacción que me reconozco plenamente en gran parte del texto dedicado a esa materia en el documento final, e incluso creo que hay recogidas algunas frases literales de los documentos iniciales que elaboré como coordinador y que después fueron debatidos por el grupo de trabajo y, más adelante, por los diferentes ámbitos de reflexión políticos y sociales. Y sólo quiero ahora insistir en una idea capital: la importancia de la regularidad administrativa de las personas inmigrantes que se incorporan al mercado de trabajo, como elemento central de cohesión social y de evitación de fracturas sociales.

3. También tuve oportunidad de conocer los datos oficiales del padrón municipal de habitantes a 1 de enero de 2008, y el dato de que más de un 15 % de la población española es inmigrante, y que su crecimiento en el último año ha sido en gran medida el determinante del incremento numérico experimentado. Sobre este dato y de cómo adecuar las nuevas realidades sociales y culturales de la población pensé en los últimos días del viaje en Los Ángeles, una ciudad en donde el inglés, el español y el “spanglish” se oyen de forma indistinta, y en donde en prácticamente todos los restaurantes en los que comimos los camareros se dirigían primero en inglés y si oían alguna palabra de español inmediatamente utilizaban con toda normalidad ese idioma. No había ningún problema de lenguas, y el conocimiento de ambas era considerado, así me lo pareció, una señal de enriquecimiento profesional y cultural.

4. Se preguntarán los lectores y lectoras de esta entrada a qué viene su título, ya que hasta ahora sólo les he hablado del viaje y de mi percepción de la realidad autóctona desde miles de kilómetros de distancia. Les respondo inmediatamente y les digo que los hermanos Gassol son un claro ejemplo de aquello que es hoy día la globalización televisiva y de cómo puedes estar viendo la misma competición deportiva, en este caso la liga americana de baloncesto profesional, en cualquier lugar del mundo. El domingo 28 de diciembre celebrábamos la cena de despedida del viaje en un restaurante de Los Ángeles, cuya buena calidad no impedía, y reconozco que no me agradó, que sonara fuertemente la música y que hubiera dos canales de televisión que retransmitían los espectáculos deportivos que más apasionan a la mayor parte de la ciudadanía estadounidense, el baloncesto, el béisbol y el rugby. En uno de esos canales estaban retransmitiendo el partido de Los Ángeles Lakers, con una participación muy destacada de Pau Gassol. Dos días después por lo que respecta a los husos horarios españoles (y nueve horas para mi cuerpo por la diferencia horaria) la imposibilidad de dormir me llevó a ver durante algunas horas de la madrugada la televisión, e incluyo aquí el partido en directo que jugaban los Menphis Grizzlies, con una intervención también muy destacada del otro hermano Gassol, en este caso Marc.

Ya ven, en menos de 48 horas, y desde lugares muy lejanos, los hermanos Gassol me acercaban a esa realidad social que se llama globalización y que tiene otros muchos rostros, económicos, políticos y sociales, que ahora no es el momento de abordar, pero que está condicionando nuestras vidas y costumbres diarias y cotidianas mucho más, probablemente, de lo que pensamos.

1 comentario:

carme dijo...

Leí el artículo y me encantó. ¡Feliz año, profesor!