domingo, 4 de noviembre de 2007

Veinte años no es nada ¿o sí?

El mítico Carlos Gardel nos deleitaba en su precioso tango “Volver” con estas frases: “Volver con la frente marchita las nieves del tiempo, platearon mi sien, sentir que es un soplo la vida, que 20 años no es nada que febril la mirada errante en las sombras te busca y te nombra. Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que no ha de volver”.
Pero, los cambios que se han producido en el mundo del trabajo durante los últimos 20 años han sido muchos y cada vez más rápidos y acelerados. Sin ánimo de ser exhaustivo, apunto algunos de los elementos que han impactado en el mundo laboral y que han tenido una trascendencia relevante tanto sobre la actuación de las poderes públicos como sobre la evolución de la población activa, ocupada y desempleada, como también sobre el nuevo rostro (que ya no es sólo ni blanco ni masculino) de los colectivos desfavorecidos y la actuación de las organizaciones sociales. Porque, deseo destacarlo, para transformar la realidad hay que conocerla y no operar con ideas y estereotipos preconcebidos.
El proceso de globalización o mundialización ha tenido lugar de forma cada vez más rápida desde la década de los noventa del ya finalizado siglo XX. Que han existido procesos económicos de carácter global en etapas históricas anteriores es algo bien sabido, pero el cambio que se ha acelerado en los últimos años, con el importante impacto de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), ha alterado sustancialmente las reglas del juego que se aplicaban desde mediados de los cincuenta en los países desarrollados, e igualmente ha tenido una trascendencia considerable sobre los países en desarrollo. Con toda seguridad, los colectivos desfavorecidos sufren las consecuencias de la fractura digital con mucha mayor intensidad que la restante población trabajadora.
La incorporación de España a la Comunidad Europea (ahora ya Unión Europea) se produjo el 1 de enero de 1986, y de ahí que pueda afirmarse que los marcos jurídicos comunitarios han condicionado mucho, en los últimos años, las estrategias nacionales por la obligación de adaptación de éstas a la Estrategia Europea para el Empleo y a las Directrices sobre el empleo, y que con respecto a los Fondos Estructurales comunitarios (en especial el Fondo Social Europeo) España haya sido uno de los Estados miembros de la UE que más se ha beneficiado. Las políticas de empleo comunitarias han prestado especial atención a la problemática de los sujetos de más difícil acceso al mercado de trabajo, y la normativa española ha seguido muy de cerca dichas políticas.

La nueva realidad de la inmigración, de especial importancia en el mercado de trabajo español en el año 2007, es un elemento destacado de diferenciación respecto de nuestro marco de análisis de la realidad económica y social española con respecto a lo que ocurría, no ya hace veinte años sino también a finales de la pasada década, pues difícilmente hubiéramos podido pensar en aquel entonces que los extranjeros (básicamente los ciudadanos extracomunitarios) supondrían cerca del 11 % del total de afiliados a la Seguridad Social al finalizar el mes de octubre de este año. Probablemente el reto del futuro más importante, a mi parecer, sea garantizar la integración regular y ordenada de los inmigrantes en el mercado de trabajo, y dejar de debatir si el fenómeno migratorio es positivo o negativo para la realidad económica y social española.

Formulo ahora una nueva reflexión: ha cambiado el trabajo en las últimas dos décadas. Efectúo esta afirmación porque creo que así ha ocurrido y porque es conveniente reflexionar en estos momentos sobre el trabajo y su futuro. Hay que debatir sobre cómo adaptar las políticas a los cambios en los conceptos de trabajo, empleo, actividad, formación o desempleo. También me parece obligado establecer mecanismos adecuados de articulación entre las políticas activas y pasivas de empleo, y dar respuestas socialmente adecuadas a la problemática del desempleo y a la precarización de las condiciones de trabajo, que en numerosas ocasiones son dos caras de la misma moneda, porque el debate sobre el trabajo y el empleo debe girar cada vez más a mi parecer no tanto sobre la cantidad de trabajo, aún y reconociendo su importancia, sino sobre su calidad.

Otro rasgo destacado de los cambios en el mundo del trabajo en los últimos veinte años en España ha sido la cada vez más creciente participación de la mujer en el mercado laboral, proceso que no ha ido de la mano, al menos hasta épocas bien recientes, con una redistribución de las tareas familiares, en especial las de cuidado de los hijos y en su caso de las personas dependientes a cargo. Deseo resaltar la importancia de la Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo, para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres para avanzar en este proceso de asunción colectiva de responsabilidades familiares y laborales.
Por último, vayamos a otro aspecto destacado: ¿Ha cambiado el mercado de trabajo en España en los últimos veinte años? ¿Y en los últimos diez? La respuesta es afirmativa, porque hay muchas más personas en el mercado de trabajo de forma regular, con sus derechos y deberes, con un número importante de quienes tienen una relación laboral estable, con independencia de que las situaciones económicas o las decisiones empresariales pueden provocar su extinción. Ciertamente, también es ahora mucho más importante el volumen de contratación temporal, y sigue siendo preocupante el volumen de desempleo femenino. Pero en cualquier caso, el problema viene a mi parecer no por aquello que se ha hecho, que es mucho, sino por lo que resta por hacer para que quienes tienen más dificultades para acceder al empleo, y hacerlo además en condiciones dignas, puedan tener la oportunidad de incorporarse, y en el marco de un modelo laboral donde se dan contradicciones aparentemente tan flagrantes como la existencia de tasas de desempleo cercanas al 9 % y la imposibilidad de cubrir numerosos puestos de trabajo vacantes por trabajadores autóctonos, comunitarios o extranjeros residentes en España, y la necesidad de acudir al mercado de trabajo extracomunitario para su cobertura.

No hay comentarios: