1. He tenido
oportunidad de leer en los últimos días diversos documentos que me han llevado
a titular la presente entrada en los términos más arriba recogidos.
O, dicho de otra
forma, y reconozco que esta afirmación no es nada nueva en el ámbito del mundo
laboral: las relaciones de trabajo no giran solo sobre la realización de una
actividad y la percepción de una remuneración, sino que hay muchos otros
factores que interesan, por diversos motivos, a ambas partes de la relación.
Negar que la
seguridad y salud en el trabajo es un elemento esencial en la calidad del
mismo, o dejar de lado que una adecuada formación del personal es necesaria, o
que quién conoce cómo se diseñan las condiciones de trabajo y qué papel puede
jugar en su concreción trabajará mas satisfactoriamente, me parece que sería
erróneo.
Ahora que tanto se
habla de las nuevas formas y actitudes en el trabajo de las jóvenes
generaciones, no estará de más recordar que los factores enunciados, entre
otros, interesan tanto a estas como a las personas trabajadoras de mayor edad.
Este es el motivo que me lleva a comentar, con brevedad, algunos de dichos documentos
para poner en valor que el trabajo es algo más que prestar una actividad y
percibir una remuneración.
2. ¡Qué buena
noticia la firma de un nuevo acuerdo en el marco del diálogo social!, el
decimoséptimo en esta legislatura, y que además verse sobre la nueva Estrategia
de Seguridad y salud laboral 2023-2027.
El texto íntegro
está disponible en este enlace un amplio resumen en este , y también, de forma
más resumida, en la nota de prensa del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social
publicada el día de la firma, 23 de febrero.
También pueden conocerse todas las manifestaciones de las partes que la
suscriben en el vídeo del acto La Estrategia se
aplicará a través de dos planes de acción para los períodos 2023-2024 y
2025.2027.
Una Estrategia que
sin duda satisfará a quienes, desde la plataforma laboral Life , habían
promocionado poco tiempo antes un “Pacto solidario” que entre otras medidas,
contribuya a la reducción del número de accidentes de trabajo y de enfermedades
profesionales, y que propone a todas las partes implicadas en las relaciones de
trabajo abordar las siguientes líneas de actuación: “Promoción de la Salud en
general, y en especial de los hábitos saludables. Reducción del estrés laboral.
Mejora de los estilos de liderazgo, e inclusión de programas formativos
intraempresa. Mejora de la comunicación y el trabajo en equipo. Regulación del
teletrabajo, y el derecho a la desconexión digital. Protección de la conciliación familiar. Prevención
del acoso y/o la discriminación en el trabajo”.
A la espera de una
lectura más atenta del texto íntegro de la nueva Estrategia, baste ahora
señalar que se pretende actuar “sobre las actividades de mayor peligrosidad y
sobre los riesgos que producen más daño en la salud de las personas
trabajadoras. Se promoverá un mayor nivel de protección de los colectivos más
vulnerables evitando cualquier tipo de violencia o discriminación, se integrará
la perspectiva de género en la gestión de la prevención y se apoyará a las
pequeñas empresas en la aplicación de la normativa”.
La ordenación de
las prioridades se realiza por medios de los seis objetivos estratégicos que se
relacionan a continuación:
“Objetivo 1
Mejorar la prevención de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.
Prioridad: Reducir
los daños en la salud de las personas trabajadoras.
Objetivo 2 Gestionar
los cambios derivados de las nuevas formas de organización del trabajo, los
cambios demográfico y climático desde la óptica preventiva.
Prioridad:
Anticiparse y gestionar los riesgos nuevos y emergentes.
Objetivo 3 Mejorar
la gestión de la seguridad y salud en las pymes. Una apuesta por la integración
y la formación en prevención de riesgos laborales.
Prioridad:
Integrar la prevención de riesgos laborales en las pequeñas empresas
promoviendo una mayor implicación de recursos propios.
Objetivo 4
Reforzar la protección de las personas trabajadoras en situación de mayor
riesgo o vulnerabilidad.
Prioridad: Elevar
el nivel de protección de los colectivos más vulnerables.
Objetivo 5
Introducir la perspectiva de género en el ámbito de la seguridad y salud en el trabajo.
Prioridad:
Incorporar la perspectiva de género en las políticas públicas y en la gestión
de la prevención.
Objetivo 6
Fortalecer el sistema nacional de seguridad y salud para afrontar con éxito
futuras crisis.
Prioridad: Mejorar
las instituciones y los mecanismos de coordinación”.
¿Y qué datos,
cifras y propuestas, se resaltan en cada uno de los objetivos y que justifican
su puesta en marcha? Veamos sólo algunos relevantes. En el número 1, que el
sobreesfuerzo físico sigue siendo “el principal mecanismo de materialización de
un accidente de trabajo, representando el 32 % de los mismos”. En el número 2,
que hay que apoyar a las empresas en el proceso de adaptación a tales cambios.
“a través de herramientas que faciliten la gestión de los nuevos riesgos, con
especial atención a los derivados de la digitalización”; en el número 3,
“promover desde las Administraciones Públicas, y contando con la participación
de los interlocutores sociales, la mejora de las condiciones de trabajo de las
pequeñas empresas, impulsando una prevención eficaz, el cumplimiento de la
legislación y la transferencia de conocimientos y buenas prácticas
sectoriales”; en el número 4 se concreta cuáles son los colectivos prioritarios
en el inmediato futuro y las actividades de mayor riesgo, con especial atención
a la población migrante, a las y los trabajadores autónomos, al personal del
sector sanitario y sociosanitario y servicios de asistencia a domicilio, y a
las trabajadoras del hogar familiar. En cuanto al número 5, la perspectiva de
género debe estar presente en todas las actuaciones que se lleven a cabo,
prestando especial atención “a las actividades feminizadas y precarizadas”. Por
fin, en el número 6, se persigue modernizar el marco normativo, es decir la Ley
de Prevención de Riesgos Laborales y toda la normativa dictada en su
desarrollo, “para ajustarlo a la realidad de los entornos de trabajo y que sea
aplicable por todas las empresas, garantizando la protección de todas las
personas trabajadoras por igual”.
3. La preocupación
por la seguridad y salud en el trabajo, junto con otras muchas preocupaciones
por la situación del mundo del trabajo, ha estado también presente en el 61
período de sesiones de la Comisión de las Naciones Unidas para el desarrollo
social, celebrada del 6 al 15 de febrero, y en la que el Secretario General
presentó un importante informe que llevaba por título “La creación de empleo
pleno y productivo y de trabajo decente para todos como forma de superar las
desigualdades para acelerar la recuperación de la pandemia de COVID-19 y la
plena implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” , en cuyo amplio
resumen se explica que “ofrece un panorama de las tendencias actuales y futuras
en lo que respecta a la desigualdad, especialmente en el mercado laboral, y
sirve para examinar los obstáculos que enfrentan diferentes categorías de
trabajadores y grupos desfavorecidos para acceder al trabajo decente. Pone de
relieve estrategias efectivas para crear empleo pleno y productivo y trabajo
decente para todos, que incluyen medidas para abordar las vulnerabilidades y
garantizar la protección adecuada de todos los trabajadores, estrategias
integradas para respaldar la formalización, iniciativas encaminadas a
establecer sistemas de protección social universales, integrales, sensibles a
las cuestiones de género, adaptables y sostenibles, y políticas destinadas a
ampliar las oportunidades de empleo decente, en particular a través de un
entorno empresarial propicio, y a promover el espíritu empresarial y la
innovación. También pone
de relieve estrategias destinadas a crear empleo decente en sectores nuevos,
sostenibles y en crecimiento. El informe contiene recomendaciones sobre la
manera en que los países pueden seguir avanzando en lo que respecta a estas cuestiones”.
El documento, que
tiene lógicamente muchos puntos de conexión y semejanza con los informes
anuales sobre tendencias del mundo del trabajo que elabora la OIT, sustenta la
tesis, y aporta más adelante datos que la avalan, que “La inversión en la creación
de empleo con el fin de gestionar las consecuencias sociales y económicas de
los cambios estructurales en el ámbito laboral, en particular mediante el
fortalecimiento de las instituciones del mercado laboral con el fin de que
puedan responder a las formas de trabajo nuevas e inseguras y mediante la
implementación de salarios mínimos y de políticas laborales activas,
contribuirá en gran medida a mejorar la seguridad económica y a reducir la
desigualdad”.
Uno de los ámbitos
en los que debe actuarse a la mayor urgencia posible es el de la economía
informal a escala mundial, en la que se calcula que trabaja el 60 % de la
población trabajadora, más de 2.000 millones de personas, y subrayando su
complejidad y los diferentes criterios de medición, el Informe enfatiza que “Las
personas jóvenes y las personas mayores son las más afectadas, ya que se
calcula que a nivel mundial más del 75 % de ellas trabaja en el sector
informal17. Las mujeres están excesivamente representadas en las ocupaciones
informales menos remunerativas y menos protegidas. En los países desarrollados,
en los últimos años han surgido nuevas modalidades de informalidad debido a la
aparición de nuevos modelos de negocio, entre ellos la economía de plataformas”.
Se considera un
elemento importante para el tránsito de la economía informal a la formal “el
crecimiento del empleo en sectores nuevos sostenibles y en crecimiento (entre
otros, la economía del cuidado, la economía digital y la economía verde)”.
En estrecha
relación con la explicación realizada con anterioridad sobre la nueva
Estrategia española de seguridad y salud en el trabajo, desde la ONU hay una
especial preocupación por garantizar sistemas de protección social universales,
muy poco desarrollados en la gran mayoría de países y con el dato algo más que
preocupante de que en 2020, “el 53,1 % de la población mundial (4.100 millones
de personas) aún no contaba con ninguna forma de protección social”.
El informe del
Secretario General defiende la creación de tales sistemas en estos términos: “Es
necesario que los países inviertan en la creación de sistemas nacionales de
protección social universales, basados en los riesgos y sensibles a las
cuestiones de género a fin de garantizar que todos tengan acceso a una
protección integral, adecuada y sostenible durante toda la vida. Estos sistemas
de protección social ofrecerán el máximo nivel de inclusividad cuando combinen
regímenes de seguridad social y regímenes no contributivos (financiados por
impuestos) que garanticen, como mínimo, la asistencia sanitaria esencial y la
seguridad de los ingresos básicos a través de un piso de protección social
definido a nivel nacional y se adapten a las realidades del envejecimiento, a
los cambios en las estructuras familiares y domésticas y a los cambios en las
estructuras del mercado laboral y del empleo, incluidas las nuevas formas de
trabajo y las nuevas maneras de organizar el trabajo. Los sistemas de
protección social adaptativos también pueden crear resiliencia ante futuros
desastres causados por peligros de cualquier tipo”.
En su apartado
final, de muy recomendable lectura, sintetiza las conclusiones y
recomendaciones expuestas a lo largo de todo el texto, con la finalidad de
avanzar en la construcción de “un mercado laboral más inclusivo, equitativo y
adaptable, con empleo pleno y productivo y trabajo decente para todos”.
4. Decía en la
introducción que la formación del personal, en
un sentido amplio que va desde la inicial hasta la que se concreta a lo
largo de toda la vida laboral, es de interés para ambas parte de la relación
laboral, y que el personal cualificado merece especial atención para las
empresas, que buscan su mantenimiento o “retención”, con independencia de la
edad (aunque ello en ocasiones, con respecto a la edad, no sea desgraciadamente
del todo cierto). Que la formación
permanente “es un desafío en un mundo en
transición” es la frase que toma como referencia la Revista de RelacionesLaborales Lan Harremanak para su próximo número , en el que pretende, como se explica en la llamada a presentar artículos para
una selección de cara a su publicación, “invitar a reflexionar sobre los
actuales y futuros escenarios laborales, el papel que la formación continua y
permanente puede o deber tener, y los cambios jurídicos y sociales que deben
operarse para articular un mercado de trabajo eficaz y ágil”
Ha sido la OCDE la
que ha destacado en un reciente informe la importancia de “retener el talento atodas las edades” (me viene a la
mente la sentencia del TS de 24 de enero que comenté en una entrada anterior y
que valida la fijación de una indemnización, adicional a la legal, inferior para
las personas trabajadoras mayores de 60 años, y que está siendo intensamente debatida).
Reproduzco del
resumen ejecutivo del estudio algunos fragmentos que ayudan a resaltar la
importancia de la formación en particular, y de la mejora permanente de todas
las condiciones de trabajo, incluida pues, la seguridad y salud laboral, para
retener al personal.
“...En toda la
OCDE, la duración media de un empleo ocupado por el mismo trabajador disminuyó
en unos nueve meses entre 2012 y 2019, y el descenso se ha dejado sentir en
todos los grupos de edad. Esta caída en la estabilidad laboral coincide con
personas que cambian de trabajo a un ritmo acelerado, a veces a la tasa más
alta vista en las últimas décadas -uno de cada cinco trabajadores experimenta
un cambio en su situación laboral cada año- y la tasa de cambio de empleo ha
aumentado en 24 de los 27 países de la OCDE para los que se dispone de datos a
lo largo del tiempo.
.... Por término
medio en los seis países para los que se dispone de datos, la tasa de abandono
es aproximadamente un 50% superior en las empresas situadas en el quintil
inferior de la distribución salarial, en comparación con las empresas situadas
en el quintil superior de la distribución salarial...
... Mantener a los
trabajadores mayores sanos y productivos es un objetivo político clave. La mala
salud es un factor clave de la rotación en el mercado laboral: en 2019, el 20%
de los trabajadores de entre 35 y 44 años dejaron su trabajo voluntariamente
debido a la mala salud, en comparación con el 25% de los trabajadores de entre
50 y 64 años. Además de la salida prematura del mercado laboral, los problemas
de salud también son una causa clave de ausencia por enfermedad y presentismo
que, si no se tratan, pueden tener consecuencias perjudiciales para los
empleados, los empleadores y los gobiernos debido a la pérdida de productividad
y la menor retención de los empleados.
.... Los
empresarios de todos los sectores deben invertir en el desarrollo del talento y
las capacidades de los trabajadores. Las desigualdades persistentes en la
oferta y el aprovechamiento de la formación por edades hacen que los
trabajadores de más edad se queden a menudo sin las competencias adecuadas para
prosperar a lo largo de su vida laboral. Sólo el 24% de los adultos de 55 a 65
años participa en formación formal o no formal relacionada con el trabajo en
los 12 meses anteriores a ser entrevistados en la Encuesta sobre las
Capacidades de los Adultos (PIAAC), frente al 41% de los que tienen entre 45 y
54 años...”.
Con la misma
perspectiva de potenciar una formación que tenga en consideración la edad de
las personas trabajadoras y su dirección hacia sectores y actividades con
claras perspectivas de crecimiento, y de calidad, en el inmediato futuro, encontramos
a la profesora Sara de la Rica, directora de la Fundación ISEAK, que en un
reciente artículo publicado el 12 de febrero en El País, “Aprovechar las oportunidadespara crear más y mejores empleos” , realiza una buena síntesis de los puntos más destacados del Libro Blanco delEmpleo en Euskadi , apuntando la necesidad de favorecer la
implantación de innovaciones tecnológicas “con perspectivas de empleo” que “nos
puede dirigir hacia sociedades más inclusivas, con más y mejor empleo para
repartir entre toda la ciudadanía”, siendo del todo punto necesario “desarrollar
medidas de recualificación y recolocación de las personas trabajadoras ante los
cambios en las demandas de empleo”.
Y formación, en
fin, que dirigida en especial, aunque no de manera exclusiva, a las y los
jóvenes va a adquirir especial importancia en la próxima Conferencia Internacional
anual de la OIT, en la que se debatirá sobre la aprobación de una Recomendación“relativa a los aprendizajes de calidad”. De dicho proyecto normativo, cuyo texto
íntegro está disponible en este enlace destaco de su introducción que se reconoce que “la promoción y el desarrollo de
aprendizajes de calidad pueden generar
nuevas
oportunidades de trabajo decente, contribuir a dar respuestas eficaces y
eficientes a los desafíos actuales, y ofrecer oportunidades de aprendizaje
permanente que permitan mejorar la productividad, la resiliencia, las
transiciones y la empleabilidad y satisfacer las necesidades actuales y futuras
de los aprendices, los empleadores y el mercado de trabajo”, y que la definición
de “aprendizaje” es “toda forma de educación y de formación que se rige por un
contrato de aprendizaje, que permite a un aprendiz adquirir las competencias requeridas
para ejercer una ocupación mediante una formación estructurada con una remuneración
u otra compensación financiera, en el trabajo y fuera del trabajo, y que conduce
a la obtención de una cualificación reconocida”.
5. Bueno, además
de tener salud, física y psíquica, y condiciones de trabajo adecuadas, no se
sorprenderá nadie si digo que en la sociedad tecnológica en la que estamos
instalados, las personas que trabajan quieren saber quiénes toman las
decisiones (seres humanos o máquinas) que les afectan y cómo pueden influir,
preferentemente por medio de la negociación colectiva a través de las
organizaciones sindicales, en su conformación. Quieren, queremos saber, qué importancia tienen
los algoritmos y que, además, sean transparentes.
Al respecto, es
digno de atención un reciente estudio dirigido por Anne Möllen, Senior Policy
& Advocacy Manager at AlgorithmWatch , por encargo de la Confederación Sindical Internacional (CSI-ICTU), titulado “Algorithmictransparency and accountability in the world of work. A mapping study into theactivities of trade unions” , del que me permito
reproducir unos fragmentos de su resumen ejecutivo para animar a su íntegra
lectura.
“En todo el mundo,
los trabajadores y sus representantes se enfrentan a la automatización en el
lugar de trabajo, mediante la introducción de procedimientos automatizados
específicos para gestionar la mano de obra que conducen a nuevas formas de
vigilancia en el lugar de trabajo. Este informe examina qué impacto están
teniendo los algoritmos y la automatización en la vida laboral, cómo se
relaciona con el futuro del trabajo y qué respuestas están desarrollando los
sindicatos para proteger los intereses de los trabajadores. Presenta los
resultados de un ejercicio de mapeo global destinado a identificar y esbozar
las respuestas de los sindicatos, en concreto en materia de transparencia y
responsabilidad de los algoritmos en el mundo laboral.
Los sindicatos se
están uniendo para abordar la transparencia y la responsabilidad de los
algoritmos y están empezando a responder colectivamente para los derechos de
los trabajadores. Sin embargo, como demuestran los resultados de este informe,
es necesario hacer más para prestar un apoyo más práctico en las fábricas. en
los talleres. Los trabajadores necesitan más apoyo para las nuevas
desigualdades y desequilibrios de poder que conlleva la gestión algorítmica. El
debate sobre cómo responder a la gestión algorítmica desde la perspectiva de
los trabajadores aún está en pañales.
La transparencia y
la rendición de cuentas algorítmicas aún no son un tema independiente a gran
escala, sino que a menudo los sindicatos las abordan como cuestiones
secundarias. Aunque los sindicatos reconocen que la transparencia y la
rendición de cuentas podrían resolver los problemas derivados de la automatización
en el lugar de trabajo, empezar a crear herramientas prácticas específicas
contribuiría en gran medida a apoyar a los representantes de los trabajadores.
Primero existen guías prácticas y avances legislativos existen. Pero sobre todo
las actividades de sindicatos siguen centrándose en la formulación de principios
éticos y el aprendizaje sobre el impacto de la automatización en el mundo
laboral. Ahora es el momento de centrarse más en la aplicación de dichas
directrices.
Estos resultados
demuestran que los sindicatos deben centrarse en un enfoque más orientado a la
práctica sobre la transparencia algorítmica y la rendición de cuentas. A medida
que los debates sobre el trabajo en plataformas han sido más específicos podría
haber material del que aprender. Pero también será esencial que los sindicatos
desmientan algunos de mitos sobre la automatización del trabajo. Aunque los
proveedores de estos sistemas hacen promesas de eficiencia a través de
soluciones tecnológicas aparentemente sencillas y baratas, los representantes
de los trabajadores deben poder hacer oír su voz.
La automatización
en el lugar de trabajo afecta en gran medida a las condiciones de empleo. De
acuerdo con el Convenio núm. 98 de la OIT sobre el derecho de sindicación y de Convenio
(98) de la OIT sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva en el
marco del diálogo social, los gobiernos deben apoyar estos esfuerzos”.
Y, permítanme una
referencia “corporativa”: del impacto de la tecnología en las relaciones de
trabajo y en las condiciones del mismo, no se “escapa” prácticamente casi ninguna
actividad, y desde luego la docencia tampoco. Por ello, ya no es de sorprender que
el Pleno del Senado celebrado el 22 de febrero haya aprobado, a propuesta del
grupo parlamentario socialista, la creación , en el seno de la Comisión de Ciencia,
Innovación y Universidades, de “una Ponencia de estudio sobre el impacto de la
Inteligencia artificial y otras tecnologías disruptivas en la enseñanza
universitaria, la investigación y la innovación, cuyo objetivo es obtener un
diagnóstico del estado actual, así como el estudio detallado de sus
aplicaciones, oportunidades y riesgos en los ámbitos anteriormente descritos”.
Me cogen ya los
trabajos de la Comisión que ha de aprobar el Informe en la última fase de mi vida
docente, pero en cualquier caso les aseguro que seguiré con mucho interés sus
trabajos, que espero que sirvan para adoptar después medidas los poderes
públicos que eviten el cada vez mayor estrés tecnológico que sufrimos buena
parte del profesorado, en especial los de mayor edad, los “seniors”, “personas
de edad avanzada” , o simplemente “viejos”.
6. Por último,
indicar que también nuestros vecinos portugueses están preocupados por la
mejora de las condiciones de trabajo, y buena prueba de ello es la muy
recientemente aprobada Agenda de Trabajo Decente y Valorización de los Jóvenes en el Mercado
Laboral.
Es un conjunto de
medidas que pretende mejorar las condiciones de trabajo y la conciliación entre
la vida personal, familiar y profesional, y que contempla alrededor de 70
medidas, con los siguientes objetivos: “luchar contra la precariedad y, en
consecuencia, aumentar el valor de los salarios; fomentar el diálogo social y
la negociación colectiva para que las soluciones encontradas reflejen las
realidades concretas de cada situación; promover la igualdad en el mercado
laboral entre mujeres y hombres, con nuevas medidas para fomentar el reparto
real de las responsabilidades familiares; crear las condiciones para un mejor
equilibrio entre la vida profesional, familiar y personal; reforzar los mecanismos de inspección,
concretamente con el cruce de datos para una detección más eficaz de las
situaciones irregulares”. Una síntesis de las distintas medidas propuestas para
su incorporación al marco normativo puede leerse en este enlace
Buena lectura.
2 comentarios:
Profesor Rojo,
Muchas gracias por mencionar la propuesta del pacto solidario de Laboral Life. Este artículo proporciona el contexto del cambio cultural que proponemos desde Laboral Life. Creo que cuando se dice que los jçovenes no tiene espíritu de sacrifico, se tendría que decir que los jóvenes no buscan un sueldo, sino un trabajo decente.
Buenos días, profesor Fernández. Muchas gracias por su comentario. Coincido en la importanciua del trabajo decente, santo y seña de los documentos de la OIT y que tiene especial importancia. Saludos cordiales.
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