1. Mañana lunes se
celebra en Bruselas una importante jornada de trabajo organizada por laComisión Europea en la que se abordarán cinco temáticas que afectan a las
condiciones laborales de las personas trabajadoras, exponiéndose en su
presentación que "esta conferencia será una oportunidad para una discusión
sobre cinco temas específicos que tienen en común cómo luchar por el desarrollo
a nivel europeo de un enfoque coherente y con visión de futuro de las
condiciones de trabajo, con el objetivo de asegurar altos niveles de calidad,
seguridad y equidad en el trabajo". Se trata de debatir, con la presencia
e intervención de cualificados representantes del mundo empresarial, sindical,
político y académico, la regulación de las medidas de seguridad y salud en el
trabajo, las políticas de reestructuración empresarial, cómo conciliar vida
laboral y familiar, las condiciones laborales de quienes realizan prácticas en
empresas, y cómo promover condiciones de trabajo dignas en terceros países.
Afortunadamente para todos los que no podemos asistir en directo a la jornada, ésta
podrá seguirse en streaming.
2. Pocos días
antes se han hecho públicos los resultados del
eurobarómetro núm. 398, dedicado a las condiciones de trabajo en lospaíses de la Unión Europea. La nota de prensa difundida el jueves 24 de abrilpuede consultarse en todos los idiomas, y los documentos de síntesis se
encuentran disponibles en inglés. Igualmente, hay un resumen de los resultadosde cada país disponible en su lengua oficial, si bien no incluyen los de todas
las preguntas que se formularon en la encuesta.
Los resultados
ponen de manifiesto diferencias muy importante entre los países de la UE, algo
que no sorprende a quienes nos dedicamos al estudio de las relaciones
laborales, y sobre las grandes diferencias o divergencias en los niveles de
satisfacción de los ciudadanos según el Estado al que pertenezcan, la Comisión
es del parecer que pueden explicarse por diversos factores: “está, por un lado,
el contexto social y económico influido por la crisis, pero también rasgos más
estructurales en términos de diálogo social, política social y Derecho laboral,
que pueden revestir mayor o menor importancia según las distintas situaciones
nacionales en la UE”.
El objetivo de
esta entrada es comentar y analizar los resultados de la encuesta, en la que
España no sale precisamente bien parada y ello pone de manifiesto, a mi
parecer, que medidas normativas adoptadas en las últimas reformas laborales han
producido un empeoramiento de las condiciones de vida laboral como se
comprobará más adelante.
3. Las
cuestiones abordadas guardan relación con el parecer de los trabajadores sobre
las condiciones de trabajo en general en su país y cómo han evolucionado en los
últimos cinco años (es decir, prácticamente desde el inicio de la crisis); más
concretamente, sobre sus propias condiciones laborales y con atención al tiempo
de trabajo, carga laboral, autonomía en la prestación y conciliación de vida
laboral y familiar; la regulación de los períodos de descanso remunerados, las
pausas laborales y la flexibilidad en el trabajo; el acceso a la información y
consulta en el trabajo sobre aquello que afecta a las condiciones laborales; en
fin, las medidas de seguridad y salud en el trabajo, y los posibles problemas
que hubieran tenido los encuestados con respecto a problemas de salud o
accidentes que hubieran sufrido relacionados con su trabajo.
Respecto al
personal encuestado, fueron 26.571 personas (1.001 de ellas en España), durante
los días 3 a 5 de abril, y se les agrupó, a efectos de incorporar también
preguntas específicas en razón de su situación profesional y personal, en
primer lugar en dos grupos, el de quienes estaban trabajando y el de aquellos
que habían tenido una experiencia laboral con anterioridad. Dentro del primer
grupo se efectuó una subdivisión entre trabajadores manuales y empleados, por
una parte, y autónomos por otra, y en el segundo se les subdividió según que se
tratara de personas en búsqueda de empleo, estudiantes o jubilados. El 52 % de
los encuestados estaba trabajando (36 % empleados, 8 % trabajadores manuales y
8 % autónomos), mientras que el 48 % no lo hacían cuando se llevó a cabo la
encuesta. De quienes realizaban una actividad laboral, el 40 % estaba en una
empresa que ocupaba a más de 250 trabajadores, un 20 % en las de 51 a 2250, el
22 % prestaba sus servicios en las de 11 a 50, el 14 % en las 2 a 10, y un 2 % trabajaban en una empresa
con un solo trabajador, mientras que sobre la jornada de trabajo el 76 % la
prestaban a tiempo completo y un 23 % operaba a tiempo parcial (por una vez
España está por encima de la media, ya que el número de encuestados con jornada
a tiempo completo es del 78 %, y destacando, y ello nos llevaría a otras
reflexiones adicionales sobre los mercados de trabajo y la protección social
para los que no dispongo de tiempo ahora, que los dos países que tienen un
mayor número de encuestados que trabajan a tiempo parcial son los Países
Bajos(52%) y Alemania (63 %).
El 87 % de los encuestados trabaja, o había
trabajado, para un solo empleados, mientras que un 6 % lo hacía para dos y otro
6 % para más de dos (un 12 % de pluriempleados en la UE es otro elemento de
atención para prestar atención a los niveles salariales que serán, muy
probablemente la razón de esa pluriactividad, y más en España donde el
porcentaje sube al 18 %, sólo superado por Italia con el 20 %). En cuanto a la
modalidad contractual de los encuestados, el 80 % tenía contrato estable, el 13
% de duración determinada, un 2 % estaba sometido a contratos formativos u
otras modalidades de formación, el 2% prestaban servicios para ETTs, mientras
que un 4 % se engloban dentro de la categoría indeterminada de “otros”.
4. El primer
bloque de preguntas guarda relación, como ya he apuntado, con las condiciones
laborales y su evolución en los últimos cinco años. La primera pregunta fue la siguiente: “Las
condiciones laborales se definen como el horario laboral, la organización del
trabajo, la salud y la seguridad en el trabajo, la representación del empleado
y la relación con el empleador. Desde su propia experiencia y/o por lo que sabe
por sus amigos y familiares que trabajan en la actualidad ¿cómo cree que son
las condiciones laborales en (NUESTRO PAÍS) hoy en día? La diferencia entre los
resultados globales UE28 y los españoles son realmente muy significativas y
preocupantes: mientras que en toda la UE un 53 % de encuestados las califican
de buenas (8 % muy buenas y 45 % bastante buenas) y un 43 % de malas (15 % muy malas y 28 %
bastante malas), el primer grupo se reduce al 20 % en España y sube hasta el 76
% en el segundo. Supongo que estos resultados no serán especialmente del agrado
del gobierno español, pero me parecen que marcan una clara tendencia de cómo
están evolucionando las relaciones laborales en general, y las condiciones de
trabajo en particular en España.
La segunda
pregunta del primer bloque incide en la misma cuestión sólo que desde una
perspectiva temporal más amplia. Se pregunta lo siguiente: “Desde su propia
experiencia y/o por lo que sabe por sus amigos y familiares que trabajan en la
actualidad, ¿cree que en los últimos 5
años las condiciones laborales en (NUESTRO PAÍS) han mejorado, permanecido
igual, empeorado, o no sabe? Nuevamente la diferencia entre toda Europea y
España es algo más, mucho más, que una mera anécdota estadística: en la UE 28,
y este dato también debería preocupar, y mucho, a todos los dirigentes
políticos y a las organizaciones sociales, un escaso 12 % creen que han
mejorado, porcentaje que se incrementa hasta el 27 % entre los que creen que
han permanecido igual en este lustro, y crece hasta alcanzar el 57 % de parecer
negativo sobre la evolución de las condiciones laborales; en España, el
porcentaje de quienes creen (y probablemente sufren directamente) que tales
condiciones han empeorado alcanza el 86 %, reduciéndose al 9 % quienes creen
que se han mantenido estable y al 4 % los que valoran que se ha producido una
mejora.
También fue
objeto de pregunta cómo valoraba personalmente la persona encuestada sus
condiciones laborales, y aquí los resultados globales de la UE van en una línea
mucho más favorables que los anteriores, ya que un 77 % de la población
trabajadora en la actualidad y un 71 % de la que tuvo con anterioridad una
experiencia laboral responden que son satisfactorias (en el primer grupo, 25 %
muy satisfechas y 52 % bastante satisfechas), mientras que sólo un 23 %, del primero y 29 % del segundo
se manifestaron en sentido contrario (para el primer grupo, un 6 % estaban
totalmente insatisfechos y un 17 % bastante insatisfechos). No de extrañar para
quien conozca la realidad europea y los problemas laborales sufridos
especialmente por algunos países, que Grecia sea el primer país con respuestas
más desfavorables, siendo además el único donde menos de la mitad de la
población encuestada está satisfecha con sus condiciones laborales (38 %).
Ahora bien, los datos de España tampoco son para lanzar, precisamente, las
campanas al vuelo, ya que la diferencia entre los “total o parcialmente
satisfechos” y los “total o parcialmente insatisfechos” es de solo siete puntos
a favor de los primeros (53 y 46 %, respectivamente).
5. Un segundo
bloque de preguntas tratan sobre la satisfacción de las personas encuestadas con
el horario de trabajo, el interés que tiene para ellas su actividad laboral, la
carga y el ritmo de trabajo, la autonomía de que dispone para llevar a cabo su
actividad, y la conciliación de la vida familiar y laboral.
Con relación al
grado de satisfacción con respecto al horario de trabajo, nuevamente el
porcentaje global de la población europea que se manifiesta satisfecha de su
situación (80 %, de los que 36 % están muy satisfechos y 44 % bastante
satisfechos), es bastante superior al de la población española (67 %), mientras
que en sentido contrario el 19 % de los europeos insatisfechos por su horario
laboral (6 % totalmente insatisfechos y 13% bastante insatisfechos) queda
bastante por debajo del 33 % de los españoles que se manifiestan en tal sentido.
A escala de la UE es el excesivo número de horas de trabajo el principal motivo
de insatisfacción (48 %), seguido por la distribución irregular del tiempo de
trabajo y la imposibilidad de influenciar los tiempos de inicios y finalización
o la distribución de los períodos de descanso (28 % en ambos casos).
Respecto al
grado de interés que tiene el trabajo o actividad que realiza, o ha realizado,
la persona encuestada, un 87 % de los que trabajan expresan un parecer
positivo, mientras que se reduce ligeramente, 82 %, en quienes tuvieron una
anterior experiencia laboral, cambiándose los resultados cuando se valora el lado negativo de las tareas realizadas, en
porcentaje del 12 y 17 % respectivamente. Los datos españoles se alinean con la
segunda opción, es decir con un 82 % de valoración favorable y un 18 % de
desfavorable (el cuarto país en el que hay una valoración menos favorables por
parte de los encuestados del interés de su trabajo, siendo nuevamente Grecia la
que se encuentra en el furgón de cola, con un 72 % de valoración positiva,
mientras que Austria obtendría la medalla de oro si habláramos de unas
competiciones deportivas, con un 95 % de valoración positiva).
En cuanto a la
carga, intensidad y ritmo del trabajo, el porcentaje de valoración positiva en
la UE se sitúa en el 74 % (23 % muy satisfactoria, y un 51 % bastante
satisfactoria), quedándose en el 25 % quienes valoran negativamente su
situación (6 % totalmente insatisfactoria y 19 % bastante insatisfactoria). Me
pregunto, a la vista de los datos sobre España, si la reforma laboral tiene algún
impacto sobre las respuestas de nuestros encuestados (y creo que así es), ya
que nos situamos en el penúltimo lugar por orden de valoración positiva de la
situación, con sólo un 58 % de personas satisfechas frente a un 41 % de
insatisfechas, “ganándonos” únicamente Grecia, una vez más, con un porcentaje
de trabajadores satisfechos (48 %) inferior al de que quienes expresan su
insatisfacción por la carga y el ritmo de trabajo (51 %).
¿Qué autonomía
tiene el trabajador en su trabajo, o más exactamente cómo valora la que tiene
(o no)? A esta pregunta un 83 % de quienes trabajan en la actualidad responden
con valoración positiva (40 % muy satisfechos y 43 % bastante satisfechos), mientras
que sólo el 14 % se manifiesta en sentido negativo (3 % totalmente
insatisfechos y 11 % bastante insatisfechos). Bueno, por una vez parece que los
españoles no somos muy diferentes de la media europea (sí estamos muy lejos del
“top ten” donde se sitúa Dinamarca con un 96 % de satisfacción), de tal manera
que resultados o valoraciones positivas y negativas se encuentran en el 77 y 22 % respectivamente, con lo que “ganamos”
a los italianos, británicos, rumanos y griegos.
Por fin, a la
pregunta de cuál es el grado de satisfacción del encuestado con el equilibrio
entre su vida laboral y personal (“equilibrio entre su trabajo y su vida
privada”) el grado de satisfacción a escala europea es superior en once puntos
al español (74 y 63 %), mientras que en sentido contrario el grado de
insatisfacción es superior en doce
puntos entre la población española (37 y 25 %). En toda la UE el 27 % de
encuestados se encuentra totalmente satisfecho y el 47 % bastante satisfecho,
mientras que el 6 % se manifiesta totalmente insatisfecho y el 19 % bastante
insatisfecho. Nuevamente parece que la realidad laboral española (combinación,
añado yo ahora, de cambios normativos y de prácticas laborales no escritas y en
ocasiones al margen de la legalidad) nos lleva a respuestas que, aun siendo
positivas globalmente, ponen de manifiesto que queda mucho por hacer en nuestro
país en materia de conciliación, ya que
estamos en la penúltima posición por porcentaje de satisfacción, teniendo
sólo por detrás a Grecia (con sólo un 46 % de personas que creen que pueden
valorar positivamente la política de conciliación).
6. El tercer
bloque de cuestiones planteadas se refiere al parecer de los encuestados sobre
diversos ámbitos de sus condiciones
laborales (regulación y derecho a descansos periódicos, pausas durante el
trabajo, flexibilidad en los tiempos de trabajo, toma en consideración de sus
opiniones sobre el trabajo por parte de sus superiores y aplicación efectiva,
debate y discusión con sus compañeros y con los superiores sobre los problemas
relacionados con el trabajo, o las condiciones
de trabajo y su igualad, o no, de los trabajadores con contratos de duración
determinada o contratados por empresas de trabajo temporal con respecto a los
contratados con carácter indeterminado y los que han sido directamente
contratados por su empleador.
En algunas de
las respuestas sólo se dan datos agregados globales, sin distribución por
países, pero en cualquier caso son útiles para conocer que aquello que muchas
veces damos por asumido en España respecto a determinados derechos vinculados a
la prestación laboral todavía sufre
limitaciones para una parte de la población europea. Por ejemplo, un 9 %
responde que no dispone habitualmente de cuatro semanas de vacaciones pagadas
anuales como mínimo, que un 11 % no tiene derecho a una pausa o descanso
después de seis horas de trabajo, que un 16 % no tiene un día semanal de
descanso como mínimo, y que el 24 % responde que no siempre su jornada diaria
de trabajo está por debajo de las trece horas. En relación con la flexibilidad
del tiempo de trabajo, y desde la perspectiva de la persona trabajadora, o que
lo ha sido, encuestada, se pregunta si su empresa posibilita el trabajar
voluntariamente a tiempo parcial, trabajar a distancia o disfrutar de permisos
especiales en determinadas circunstancias; pues bien, un 26 % responde
afirmativamente y afirma que ha hecho uso de los mismos, un 5 % que sí dispone
de tal posibilidad pero que no ha ejercido el derecho “porque podría tener un
impacto negativo sobre su carrera”; la existencia pero no utilización “porque
podría suponer una disminución salarial” es mencionada por el 9 %, y la no
utilización por otras razones llega al 19 %, mientras que un 40 % (es decir, un
porcentaje altamente relevante, ¿no les parece?) responde que ninguna de las
opciones mencionadas está, o ha estado a su alcance, supongo que porque su
empresa no regula, ya sea vía legal o vía convencional, esas posibilidades.
En general, los
encuestados se sienten satisfechos porque sus opiniones son tomadas en
consideración en las decisiones tomadas por sus superiores en relación con su
trabajo, estando un 22 % muy satisfechos y un 44 % bastante satisfechos,
mientras que el 28 % manifiesta su insatisfacción (8 % de manera total y 22 %
con bastante insatisfacción). En todos los países los pareceres favorables
superan a los negativos, pero nuevamente España aparece en el penúltimo lugar
(¿adivinan quien ocupa el último, verdad? Pues han acertado: Grecia), con diez
puntos por debajo de la media europea (60 % satisfechos y 28 % insatisfechos,
muy lejos del primer puesto ocupado por Austria con 83 y 16 % respectivamente).
A la pregunta de si los encuestados han sido consultados en los últimos doce
meses “sobre cambios en la organización del trabajo y/o las condiciones
laborales”, nuevamente España se sitúa por debajo de la media europea con una
diferencia de diez puntos favorables y once negativos, de tal manera que es
mayor el número de encuestados en nuestro país que afirma que no se ha
producido dicha consulta (56 %, frente al 45 % en la UE), que aquellos que sí
lo han sido (44 %, frente al 54 % europeo). Una pregunta semejante es la
relativa a si el encuestado ha sido informado en el mismo período antes citado
“sobre la situación de la empresa u organización en cuanto a su situación
financiera y su futuro, incluyendo posibles reestructuraciones”, con menores
diferencias, aunque sigan existiendo entre las respuestas positivas en toda la
UE y en España (63 y 57 %, respectivamente), y consecuentemente con incremento
de las respuestas negativas en España (43 %, frente al 36 % en toda la UE).
En fin, parece
que todavía queda bastante por hacer para dar debido cumplimiento a las
Directivas que prevén la igualdad de trato de los trabajadores con contratos de
duración determinada respecto a los que lo tengan con carácter indefinido, y de
quienes son contratados por una empresa de trabajo temporal con respecto a los
que lo han sido directamente por la empresa en la que aquellos prestan
temporalmente sus servicios. En el primer caso, el 27 % de los encuestados con
contrato temporal responden que su salario es distinto (inferior) al de un
trabajador con contrato estable que ocupa el mismo puesto de trabajo y realiza
las mismas tareas, y un 17 % afirman que además del salario no existe igualdad
con otras condiciones de trabajo de las que disfrutan los trabajadores
permanentes. Mucho más elevado es el porcentaje de trabajadores contratados por
una ETT que afirman que su salario es distinto (inferior) del que cobra un
trabajador estable en la empresa usuaria, mientras que hasta un 25 %
manifiestan que también son distintas (y cae pensar que inferiores en cuanto a
derechos) las restantes condiciones laborales.
7. El último
grupo de preguntas está dedicado a cuestiones relacionadas con la seguridad y
salud en el trabajo, con una primera de carácter general respecto a la satisfacción en relación a las
mismas en su actual trabajo o en el que tuvo el encuestado en su última
experiencia laboral, que es muy elevada ya que en el primer grupo un 41 % está
totalmente satisfecho mientras que un 44 % lo está bastante, siendo sólo un 4 %
quienes manifiestan su total insatisfacción mientras que el 10 % se encuentran
bastante insatisfechos. España vuelve a aparecer, lamentablemente en el grupo
de cola, o dicho más técnicamente en el antepenúltimo lugar de la lista, con un
22 % de trabajadores insatisfechos, solo por delante de Letonia, 25 %, y
Grecia, 46 %. El 62 % de los encuestados afirman que han sido consultados en
los últimos doce meses ya sea por su empleador o por sus representantes sobre
las condiciones de seguridad y salud laboral, porcentaje prácticamente idéntico
en España (61 %), y el 77 % exponen que disponen de información sobre las
medidas de seguridad y salud, siendo los porcentajes de respuestas afirmativas
cada vez más descendentes cuando se pregunta por la existencia de medidas
concretas en la empresa para prevenir determinados accidentes, para facilitar
el retorno de personas afectadas por una larga enfermedad, para emplear a
trabajadores con discapacidad, para adaptar los puestos de trabajo a personas
de mayor edad, o bien para tomar en consideración los nuevos riesgos laborales
(se cita como ejemplo los causados por la nanotecnología o la biotecnología,
con sólo un 24 % de empresas que ya los han tomado en consideración en su
política de protección y prevención de la salud laboral frente a riesgos
emergentes).
También se
preguntó a los encuestados cuáles son los principales riesgos de seguridad y
salud laboral a los que se enfrentan o se han enfrentado en su trabajo,
apareciendo nuevamente la exposición a estrés en primer lugar (porcentaje menor
en España, 44 %, que en toda la UE, 51 %), seguido de movimientos repetitivos o
posturas dolorosas que provocan cansancio (muy superior ahora en España, 40 %,
que en la UE, 28 %), y de levantar, cargar o mover peso diariamente
(porcentajes muy semejantes en España, 25 %, y en la UE, 28 %), aunque no
debería caer en saco roto, a los efectos de su debida protección con la
adopción de medidas adecuadas, que el 17 % crean que los principales riesgos son
los exposición a ruidos y vibraciones en el trabajo, y que un 11 % sostengan
que lo sean la exposición a violencia o acoso laboral. Justamente son los
problemas relacionados con la carga física y psíquica laboral, enunciados con
anterioridad, los que se citan por los encuestados entre los problemas de salud
que han experimentado personalmente en los últimos doce meses, en porcentaje
idéntico (27 %). Por último, a la pregunta de cuántos días estuvo de baja la
persona encuestada por problemas de salud laboral durante los últimos doce
meses, el 62 % manifestó que no había estado de baja ningún día, mientras que
los porcentajes de quienes sí lo estuvieron varían entre el 11 % (1 a 3 días),
14 % (4 a 15 días), 8 % (16 días a 2 meses) y 3 % (2 a 6 meses).
El eurobarómetro
que acabo de analizar demuestra la importancia de disponer de normas laborales,
tanto a escala europea como estatales, que garanticen los derechos de las
personas trabajadores y que protejan las condiciones laborales en momentos como
los que vivimos, con especial atención a la problemática de las personas más
necesitadas de protección. Por ello cobra sentido la manifestación delcomisario europeo responsable de empleo, asuntos sociales e inclusión, LazloAndor, cuando afirmaba al comentar los datos de aquel documento que “Proteger y fomentar las condiciones de
trabajo en la UE significa cuidar de nuestro capital humano. Disponemos de un
notable patrimonio de normas y políticas para garantizar buenas condiciones de
trabajo que permitan elevados niveles de satisfacción entre los trabajadores
europeos. Pero también existe el temor, e incluso el riesgo real, de que las
condiciones de trabajo se vean perjudicadas a consecuencia de la crisis
económica. Tenemos que renovar nuestros esfuerzos, en cooperación con los
Estados miembros y las organizaciones patronales y sindicales, para preservar y
mejorar las condiciones de trabajo”.
Buena lectura
de los documentos.
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