viernes, 27 de noviembre de 2009

La respuesta europea a la crisis en materia de empleo (I).

1. Se han publicado muy recientemente dos importantes Comunicaciones de la Comisión Europea sobre el empleo en Europa que deben merecer mi atención y comentario en esta nueva entrada del blog.

2. La primera se publicó el pasado lunes y recoge una síntesis del Informe sobre empleo en Europa 2009 que también acaba de hacerse público; en concreto, el documento comunitario explica cuáles son los mensajes clave de dicho Informe, que constituye, según la información oficial de la Comisión, "la base analítica del Informe Conjunto sobre el Empleo cuyo proyecto presentará la Comisión el 9 de diciembre".

A) En la introducción del texto se destaca la gravedad de la crisis económica que vivimos desde mediados de 2007, cuyo impacto ha dado lugar según la Comisión “a la recesión más grave de las vividas desde la Segunda Guerra Mundial”, con un impacto muy intenso sobre la destrucción de empleo y que ha supuesto la pérdida de una parte importante del empleo creado entre 2.005 y 2.008 (9,7 millones de nuevos puestos de trabajo fueron creados en dicho periodo). En efecto, se calcula que podrían perderse más de 7 millones de puestos de trabajo en el período 2009-2010, y que el próximo año la tasa de desempleo comunitaria alcance los dos dígitos, con su impacto negativo sobre el objetivo de alcanzar las tasas de empleo previstas en la Estrategia de Lisboa para todos los trabajadores, las mujeres y las personas de edad avanzada.

Se recuerdan las medidas adoptadas por los poderes comunitarios y los Estados miembros para afrontar la crisis, con referencia los compromisos adoptados en la cumbre sobre el empleo celebrada el 7 de mayo, y se constata la necesidad de hacer un seguimiento permanente y actualizado de las medidas adoptadas para estar preparados cuando la crisis finalice y poder también saber cómo responder a hipotéticas futuras situaciones de incertidumbre económica y su impacto sobre el empleo.

B) El informe de este año se centra en dos aspectos que han sido objeto de especial atención en los debates que están teniendo lugar sobre hacía donde debe orientarse la futura Estrategia Europea de Empleo para el próximo decenio; en concreto, se trata de la dinámica de los mercados laborales, por una parte, y de las implicaciones del cambio climático para los mercados laborales por otra.

Con respecto al primero, se pone el acento en el debate de cuáles deben ser las medidas apropiadas a adoptar para conseguir que las personas que han quedado afectadas por la crisis puedan regresar al empleo, y así evitar el impacto del desempleo de larga duración y sus nocivas consecuencias para el bienestar de las personas y la competitividad de las economías. Sobre el segundo, se enfatiza la conveniencia de apostar por una economía intensiva en conocimiento y baja en carbono, con la creación de nuevos puestos de trabajo que permitan incorporar al mundo del trabajo a nuevos trabajadores, y a la adaptación de buena parte de los presentes, dirigiéndolos hacia las nuevas actividades productivas o las “antiguas” reestructuradas, siendo para ello necesario un esfuerzo intensivo de formación.

C) El informe constata que la flexibilidad de los mercados laborales europeos es bastante elevada y dinámica, como lo demuestra el hecho de que la tasa de rotación del personal ascendió a una media del 22 % entre 2002y 2007, siendo incluso más elevada en España (entre 25 y 30 %, producto sin duda a mi parecer de la importante presencia del empleo de duración temporal). Lógicamente, la rotación juvenil es más elevada que la de los trabajadores de mayor edad, y tiende a disminuir cuando más elevado es el nivel educativo, circunstancia que me lleva a pensar en el elevado de grado de involuntariedad que debe tener la rotación, en cuanto que afecta en buena medida a jóvenes, mujeres y personas con bajo nivel educativo, que se ven obligados a cambiar de empleo por la difícil situación en que se encuentran en el mercado de trabajo.

Los importantes flujos de entrada y salida del mercado laboral se ponen de manifiesto a escala comunitaria cuando se comprueba que durante el período antes citado una tercera parte de las personas desempleadas y cerca de un 10 % de las inactivas encontraron empleo en un año. ¿Cuáles serían los niveles óptimos de rotación? El documento comunitario no se define de forma clara sobre esta cuestión, y sólo destaca los puntos que deben ser objeto de atención y debate; si el mercado laboral, y sus instituciones, es rígido, puede provocar dificultades para ir transfiriendo mano de obra desde sectores en declive o en dificultades a otros en expansión, pero por otra parte una rotación de personal elevada puede ir asociada a costes en bienestar (y en España hemos tenido ejemplos característicos de ello en los últimos años a mi parecer), como puede ser “un elevado desempleo friccional, a costes de adecuación de la oferta y la demanda, a una pérdida de capital humano específico y, posiblemente, al aumento del gasto en prestaciones por desempleo”.

La adopción de medidas que propicien la mejora del nivel formativo de los trabajadores y la progresiva adaptación de los sectores productivos se considera necesario para corregir el problema del incremento del desempleo de larga duración, bastante más elevado, según la Comisión, en la UE que en EE UU, con especial diferencia según sea la cualificación del personal (12,3 meses de media para los desempleados con poca cualificación, frente al 8,3 % para los cualificados). De ahí que se insista en la necesidad de “apoyar las transiciones positivas en el mercado laboral” como mecanismo clave para reducir la duración del desempleo y preservar la empleabilidad, evitando que un problema temporal (la pérdida de empleo) acabe convirtiéndose en uno de carácter estructural para una parte importante de la población.

En la conocida línea de defensa del modelo de flexiguridad, objeto de atención en varias ocasiones en este blog, la Comisión defiende la tesis de la conservación del empleo y no de un concreto puesto de trabajo, afirmando (no hay duda, o al menos así me lo parece, de la influencia de los economistas en este documento) que “los resultados econométricos respaldan ampliamente este planteamiento desde la perspectiva específica de la reducción del desempleo de larga duración”, y que una combinación de la flexiguridad y políticas de inclusión activas y exhaustivas sigue siendo el planteamiento correcto de cara a modernizar los mercados laborales y garantizar el éxito de la recuperación económica”.

D) El optimismo oficial comunitario sobre la importancia de las políticas bajas en carbono se constata en la manifestación de que las mismas deberán ser un punto de referencia para la creación de empleo y la mejora del mercado laboral, con un mayor nivel de cualificación del personal y un cambio sectorial del empleo con indudable impacto, igualmente, sobre el desarrollo regional. No obstante, no se oculta el impacto negativo que el cambio puede tener en una primera etapa para los trabajadores poco cualificados y en sectores en reestructuración, y se enfatiza la importancia, como quedó puesto de manifiesto en la importante Comunicación sobre las nuevas cualificaciones necesarios para los nuevos empleos que se creen, de “contar con sistemas de formación y educación adecuados, tanto dentro como fuera de la empresa”, al objeto de evitar las carencias de competencias del personal. Para ello, se cuenta con 13.500 millones de euros para el período 2007-2013 en el presupuesto del Fondo Social Europeo, y se apuesta por la necesidad de poner en marcha el proceso de cambio en el marco del diálogo social con las organizaciones empresariales y sindicales, diálogo al que se reconoce una importancia capital al objeto de garantizar que “el cambio estructural relacionado con el cambio climático se lleve a cabo de una manera eficiente y aceptable desde los puntos de vista económico y social”.

E) En conclusión, el Informe llama a hacer frente a la recesión con las medidas expuestas y a convertirla en una oportunidad para un nuevo modelo económico y social europeo, en el que no sólo serán importantes las medidas adoptadas en los ámbitos económico y social sino también en otros ámbitos políticos del proceso iniciado con la Estrategia de Lisboa en el año 2000 y que deberá revisarse, actualizarse, reformarse y ponerse al día para el período 2010-2020.

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