viernes, 20 de marzo de 2009

Aportaciones de la OIT al debate actual sobre cómo encarar (y trata de resolver) la crisis económica y de empleo (I)

1. El primer documento objeto de mi comentario es el presentado a la 304ª reunión del Consejo de Administración, que se está celebrando este mes de marzo en Ginebra, que lleva por título “La crisis económica y financiera: una respuesta basada en el trabajo decente”, de fecha 6 de marzo, y que también se somete a discusión y debate en la reunión tripartita de alto nivel “sobre la actual crisis financiera y económica mundial” que se celebra el próximo lunes día 23 en Ginebra. Se trata de un documento de indudable importancia y rigurosidad técnica, dado que para su elaboración se han examinado más de 40 planes de rescate y estímulo de la economía adoptados desde el inicio de la crisis económica actual.

2. El documento efectúa numerosas consideraciones de interés sobre el surgimiento, desarrollo y extensión de la crisis en toda la economía real, y propone algunas medidas de actuación en el ámbito de las políticas de empleo, medidas que guardan estrecha relación con propuestas ya elaboradas con anterioridad y que pueden encontrase en la declaración de la OIT sobre la justicia social.

Para la OIT la extensión de la crisis se produce a través de tres canales de transmisión que se refuerzan mutuamente: la disponibilidad limitada del crédito (“contracción del crédito”, con serias limitaciones o incluso cierre o agotamiento del crédito comercial disponible para las empresas), la prudencia en las decisiones relativas al gasto (“el círculo vicioso de la depresión”, al que no ayudaría en cuanto a su superación una política de reducción o congelación de los salarios de forma generalizada y que pudiera llevar a una situación de deflación salarial, argumentándose correctamente a mi parecer desde la OIT, y sin perjuicio, añado yo ahora, de la necesidad de atender de forma diversa a realidades territoriales y productivas muy diversas en los países desarrollados y aquellos en desarrollo, que esta deflación generalizada “privaría a la economía mundial de la demanda tan necesaria, y también menoscabaría considerablemente los niveles de confianza”), y los vínculos internacionales en los ámbitos del comercio y de la inversión (“los canales de la globalización”), siendo la OIT especialmente incisiva en este último aspecto y manifestando su preocupación porque la falta de coordinación internacional que ha existido, al menos hasta fechas bien recientes, “reduce el efecto general de las medidas de estímulo, y también lleva a que los países sean reacios a avanzar más rápido que sus interlocutores comerciales, dada la estrecha relación existente a nivel internacional”.

3. El impacto de la crisis sobre la población trabajadora, en especial de los países en desarrollo, es verdaderamente preocupante, y afecta en especial a mujeres, trabajadores migrantes y jóvenes, y en el ámbito de la actividad productiva a los sectores orientados a la exportación, de los que la OIT recuerda que en dichos países son los principales proveedores de empleos formales, y de ahí que manifieste su preocupación por la expansión de la crisis y sus efectos sobre el empleo, ya que las crisis financieras que hemos vivido con anterioridad pusieron de manifiesto que el mercado de trabajo tarda entre cuatro y cinco años para recuperarse con normalidad después de una crisis económica; de ahí también que la actual crisis no solo vaya a provocar pérdidas de empleo, sino que también aumentará “la proporción de empleo informal y de trabajadores pobres, lo que agravará los desafíos existentes”, algo que puede ser especialmente preocupante si, teniendo además en consideración que las medidas de protección social son inexistentes en numerosos países, se cumpliera la dramática previsión que se efectúa en el documento de que, de no prestarse especial atención en las medidas que se adopten a la perspectiva de desarrollo – y partiendo de la base de que la crisis actual no la puede resolver un solo país con receta clásicas del Fondo Monetario Internacional sino que tiene un alcance mundial y que, no se olvide además, tiene su epicentro en los países desarrollados – “entre un 40 y un 50 % de hombres y mujeres de todo el mundo no podrán ganar lo suficiente para superar, ellos y sus familias, el umbral de pobreza de dos dólares de los Estados Unidos al día en 2009”. Por ello, entre las medidas propuestas se contemple, además del fortalecimiento de los derechos fundamentales de los trabajadores y de la potenciación del diálogo social, un incremento general de los niveles salariales que sea congruente con los aumentos de productividad (cuestión que a mi parecer debe tratarse de forma muy ajustada al terreno y en función de cuál sea la situación económica de cada Estado y/o de cada sector productivo, e incluso de cada empresa) y garantizar el poder adquisitivo del salario mínimo “para que éste sirva como punto de referencia de todos los salarios”

4. La OIT, nada sospechosa a mi parecer de ser un organización radical o revolucionaria, alerta de algo que cada es más claro y evidente, y que recientes debates sobre las remuneraciones de los directivos de importantes empresas multinacionales y el conocimiento de los ingresos obtenidos en los años de expansión han puesto de manifiesto: que la crisis afecta a todos los grupos “mientras que los beneficios del período de expansión anterior a la crisis no se distribuyeron de manera equitativa”; se alerta sin dramatismos pero sí con meridiana claridad sobre la muy elevada probabilidad de una inminente crisis social si no se adoptan medidas adecuadas “rápidamente”, sin pensar en que una vez que se recupere la situación económica volverá la normalidad social y laboral; medidas que tienen un coste económico que nadie debe menospreciar ni minusvalorar, pero que en cualquier caso deben adoptarse para tratar de resolver los problemas pendientes, y la propia OIT no se recata en recordar algo que una gran parte de la ciudadanía también manifiesta diariamente de forma más o menos abierta: que en la mayoría de los casos, en las decisiones económicas adoptadas por los gobiernos y los poderes de las organizaciones y organismos internacionales, “la suma asignada para las medidas de rescate financiero ha superado con creces la de los instrumentos fiscales utilizados para estimular la demanda, la producción y el empleo”, por lo que no es de extrañar que se manifieste crítica con el hecho de que las medidas de política fiscal no hayan prestado suficiente atención a las necesidades de gran parte de la población en materia de empleo y de protección social, sin olvidar que las desigualdades a las que se refiere ampliamente el texto objeto de comentario encuentran también su razón de ser en que durante bastante tiempo, y a consecuencia de la falta de una reglamentación adecuada de los mercados financieros, “la economía real ha estado sometida a presiones para aumentar la rentabilidad a corto plazo, a veces en detrimento de los trabajadores y de los intereses a largo plazo de las empresas sostenibles”.
Que los vientos de cambio también llegan a las organizaciones internacionales, y la influencia del cambio político en Estados Unidos con toda seguridad tiene mucho que ver en ello, se demuestra en el hecho de que una de las medidas propuestas en el ámbito económico por la OIT es que la medidas de apoyo financiero se condicionen a la reanudación de los créditos por parte de las entidades bancarias a empresas y particulares, “y a que se impongan limitaciones a las prácticas de remuneración de los directivos y de pago de dividendos”.

5. Para encarar la situación actual la OIT propugna un pacto mundial para el empleo, una actualización y revisión en suma, de su programa de trabajo decente, un programa que se apoya tanto en la intervención de los poderes públicos como de los agentes sociales, y que pone el acento en la existencia de medidas adecuadas de empleo y de protección social tanto para hombres como mujeres, y que también tomaría como punto de referencia su programa global de empleo. Desde la perspectiva más laboral se destaca la importancia de apostar por la inversión de los trabajadores en la adquisición de conocimientos laborales adecuados para las nuevas realidades productivas, y siempre fijándose con especial atención en los países en desarrollo la OIT destaca que los proyectos que se pongan en marcha han de tener especialmente en consideración las dimensiones rural y agrícola.

En la misma línea que las recientes propuestas comunitarias, y que he analizado en comentarios anteriores de mi blog, y también en sintonía con las últimas modificaciones legislativas aprobadas en España por el Real Decreto-Ley 2/2007 de 6 de marzo, la OIT apuesta por evitar al máximo las medidas empresariales de reducción de plantillas en aquellas empresas que sean viables, y propugna que se adopten con anterioridad medidas de flexibilidad (o flexiguridad en la jerga comunitaria) interna, tales como reducción/reorganización de las horas y tiempos de trabajo, mayor protección social en caso de suspensión temporal de los contratos de trabajo, apoyo a los incentivos para formación, reducción de los costes no salariales de los empleos de baja cualificación, y una mejora de la protección social, y todo ello en el marco de “programas bien concebidos que favorezcan la demanda agregada y que sean compatibles con los incentivos laborales”.

La protección social en sentido amplio, incluyéndose aquí la protección contributiva frente a situaciones de desempleo, la percepción de rentas o ingresos mínimos de inserción por parte de aquellos que no pueden tener acceso a otros mecanismos de cobertura social, y las partidas presupuestarias dedicadas a acciones formativas mientras las personas se encuentran ocupadas o en situación de desempleo o inactividad, es especialmente demandada por la OIT para enfrentarse a la crisis actual, con una atención especial, como siempre demanda, para los colectivos más vulnerables, entre los que cita de forma expresa a las mujeres que se reincorporan al mercado laboral después de la baja por maternidad, los trabajadores migrantes y los jóvenes, sobre los que se plantea en el documento (y en el mismo sentido se efectúa por los textos comunitarios a debate con ocasión de la próxima cumbre extraordinaria sobre el empleo del 7 de mayo) la conveniencia de prolongar su permanencia en el sistema educativo.

No se olvida el documento ahora examinado de la necesidad de abordar respuestas la situaciones en la que viven algunos sectores industriales (los ejemplos de la automoción la construcción y el sector financiero aparecen inmediatamente como significativos a escala mundial), y no cuestiona que se aboquen recursos para su superación siempre y cuando vayan acompañados de medidas adecuadas en los ámbitos social y medioambiental (la referencia en este supuesto al plan social previsto en la normativa española para los supuestos de suspensión y extinción colectiva de contratos de trabajo me parece adecuada traerla a colación, así como también todas las propuestas a escala comunitaria e internacional sobre la creación de empleos verdes y de poca contaminación), y que se adopten en el marco de acuerdos internacionales que eviten los efectos negativos que podrían provocar las decisiones de algunos países sobre la economía de otros si no se adoptan de forma coordinada.
Quizás como parte más novedosa de sus propuestas, aunque sin demasiada concreción, la OIT apuesta por la posible creación de un “fondo mundial para el empleo”, que tendría carácter anticíclico y del que se podrían beneficiar todos los Estados miembros para desarrollar las dimensiones más adecuadas en sus respectivas esferas nacionales del pacto mundial para el empleo.

6. En definitiva, el máximo foro mundial en materia sociolaboral alerta a los Estados y a las restantes organizaciones y organismos internacionales, así como también a los agentes sociales, sobre la necesidad de “redefinir los grados de prioridad” para responder a la situación de crisis, de tal forma que se garantice que el sistema financiero se ponga al servicio de la economía real y del desarrollo social, y que se ponga mucho más el acento que en etapas anteriores en los aspectos sociales de la globalización, corrigiéndose las desigualdades en materia de ingresos y luchando contra el desarrollo del empleo informal y de las formas atípicas de empleo. Y por acabar con las propias palabras del documento, que me permito hacer mías porque estoy plenamente de acuerdo con ellas, “las respuestas a la crisis no deben tener carácter puntual y aplicarse temporalmente para luego volver, lo antes posible, a funcionar como de costumbre. El reto que hoy se nos plantea consiste en responder a la crisis adoptando medidas que preparen el terreno para la implantación de mejores pautas de crecimiento y desarrollo”.

No hay comentarios: