1. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha publicado recientemente la sexta edición de su documento anual “Tendencias Mundiales del Empleo”. Se trata de un documento de obligada lectura para comprender, analizar, examinar y estudiar los cambios que se están produciendo en el mundo del trabajo a escala mundial; cambios que no son sólo laborales y entre los que destaca la cada vez mayor presencia e influencia de los países asiáticos en la escena internacional, fenómeno destacado en el reciente libro de Kishore Mahubani “The new Asian hemisphere”, de cuyo autor se encuentra hoy un interesante artículo en El País en el que subraya que las sociedades occidentales están teniendo muchas dificultades para enfrentarse a estas nuevas realidades.
Les recomiendo la lectura del Informe de la OIT y destaco en esta entrada del blog los puntos más importantes, a mi parecer, del estudio, que completo con datos extraídos del Informe sobre la situación social en el mundo 2007, presentado en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el sexagésimo segundo período de sesiones y del que me quedo ahora con una frase que refleja de forma clara y contundente el debate existente a escala mundial sobre el futuro de la vida laboral de las personas trabajadoras: “el mundo del trabajo es objeto de una profunda transformación. Los desplazamientos sectoriales están haciendo que las antiguas imágenes del empleo y el trabajo a jornada completa y de ocupación única ya no resultan apropiadas como guías para el futuro. Son precisamente el sentido de inseguridad que acompaña a las diferentes formas de trabajo no estructurado y la falta de seguridad en el empleo los que plantean importantes retos para el siglo XXI”.
2. En efecto, hemos hablado de un mundo del trabajo basado durante mucho tiempo en normas laborales que se elaboraban para un prototipo de trabajador estable y que prestaba sus servicios en una empresa con vocación de estabilidad a largo plazo, un mundo que ha cambiado mucho, y muy en especial en los países en desarrollo, y de ahí que la ONU plantee que, además de la lucha por un trabajo decente y por asegurar unas normas mínimas para las personas que hacen todo tipo de trabajos, “quizás el desafío más grande para los trabajadores del siglo XXI sea reconocer y desarrollar nuevas formas de hacer oír su voz en respuesta a las complejas realidades de los mercados laborales más abiertos y flexibles, y a las presiones para desempeñar tipos de trabajos determinados”.
Y entre los retos del siglo XXI se encuentra sin duda el de encauzar las migraciones internacionales, que aunque sólo representen el 3 % de la población mundial supusieron en el año 2000 más del 10 % de la población de 70 países”, así como también el de responder adecuadamente al reto del envejecimiento activo, calculándose en el estudio de la ONU que la proporción de personas de más edad llegará al 21 % en el año 2050, y que será en ese momento cuando su número sobrepasará por primera vez en la historia al de los jóvenes.
3. Las tres tesis más destacadas de las Tendencias Mundiales del Empleo, son las siguientes:
Primera: “El proceso de globalización y de rápido cambio tecnológico sigue su curso y continúa teniendo efectos en los mercados de trabajo en todo el mundo. Aunque esta evolución sigue planteando retos de envergadura, también trae consigo mayores oportunidades para las personas que luchan por mejorar sus modos de vida. Es probable que sea la primera vez que una perturbación experimentada por una robusta región económica (Economías Desarrolladas y Unión Europea y sobre todo los Estados Unidos, como resultado de la tormenta en el sector de la vivienda en este país y el elevado precio del petróleo) no haya tenido hasta el momento efectos en las demás regiones”.
Segunda: “¿Son acaso ahora las regiones más fuertes y su grado de integración mayor? La respuesta es afirmativa. Recientemente incluso las regiones más pobres han visto aumentar su participación en los mercados internacionales, lo que ha tenido repercusiones importantes en sus mercados laborales. Un gran número de estudiosos y de políticos se muestran optimistas incluso respecto del progreso económico alcanzado por el África Subsahariana. Sin embargo, el déficit de trabajo decente en el mundo sigue siendo enorme. Si se considera que en el mundo cinco de cada diez trabajadores tienen un empleo vulnerable, y que cuatro de cada diez de estos trabajadores y sus familias viven en la pobreza, los retos que se tienen por delante son gigantescos”
Tercera: Como resultado de la convicción, cada vez más generalizada, de que un empleo decente es la única vía para salir de la pobreza, el empleo pleno y productivo, y el trabajo decente, se ha agregado como nuevo objetivo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). En ese marco se ha planteado reducir a la mitad el número de personas que viven en la extrema pobreza hacia el 2015.
4. Es sin duda preocupante que siga habiendo 486,7 millones de trabajadores cuyos ingresos no sobrepasan 1 dólar diario para vivir ellos y sus familias, que es el umbral de pobreza, y que 1,3 mil millones de trabajadores no ganen lo suficiente para sobrepasar el umbral de los 2 dólares diarios. En decir, más de cuatro de cada diez trabajadores son pobres aunque tengan una actividad laboral retribuida.
5. Entre 1997 y 2007 se redujo la proporción de la población en edad de trabajar (15 años y más) que tiene un empleo, conocida como la relación empleo–población. En 2007 dicha relación era de 61,7 por ciento, casi un punto porcentual menos que diez años antes, y la disminución fue mayor en la categoría 15 – 24 años: de un 50,6 por ciento en 1997 bajó a un 47,8 por ciento en 2007, disminución que se justifica en el Informe tanto por la mayor proporción de jóvenes que estudian como por el desaliento para acceder a un empleo en algunas regiones. La brecha entre hombres y mujeres respecto de la participación en el mercado de trabajo continúa: en 2007 un 49,1 por ciento de mujeres y un 74,3 por ciento de hombres en edad de trabajar tenía empleo.
6. Los datos sobre los que los documentos que estoy analizando realizan un amplio examen ponen de manifiesto que en 2007 continuó observándose un fuerte crecimiento del PIB mundial, a una tasa del 5,2 %; que en 2007 trabajó un mayor número de personas, un total de tres mil millones de mayores de 15 años, lo que representa un aumento de 1,6 por ciento con respecto a las cifras del año anterior y un 17,4 % de aumento con respecto a las cifras de 1997, y que de los casi 45 millones de empleos creados entre 2006 y 2007, la mayor parte se creó en Asia Meridional.
Entre 1996 y 2006 la fuerza de trabajo mundial aumentó un 16,6 %, a 2.900 millones de personas, que representan 2/3 de los 4.600 millones de personas en edad laboral (de 15 años de edad o mayores). Por primera vez en 2006 la participación del sector de los servicios en el empleo mundial total superó a la agricultura, y en 2007, a escala mundial el sector servicios aumentó más su contribución al empleo que el sector agrícola. El primero proporciona hoy en día el 42,7 % de los puestos de trabajo en el mundo; la agricultura en cambio sólo proporciona el 34,9 %. El sector industrial, que entre 1997 y 2003 experimentó una ligera disminución, ha continuado la incipiente recuperación registrada en estos últimos años. En 2007, este sector empleaba al 22,4 % de los trabajadores. La ONU alerta sobre el hecho de que muchos puestos de trabajo en el sector servicios son precarios, con niveles salariales bajos y con escasa cobertura en el ámbito de la protección social, y destaca igualmente que “hay también un alto grado de desigualdad en los ingresos de este sector, que se debe en gran parte a la presencia de una minoría que trabaja en servicios personales y profesionales, y servicios financieros muy bien remunerados”.
El envejecimiento de la población y la disminución de la tasa de nacimientos en los países desarrollados contrastan, según el Informe de la ONU, con el hecho de que es en los países en desarrollo donde hay una población más joven y donde las tasas de fecundidad son más elevadas. Con datos de 2005 se pone de manifiesto que “un 84 % de la fuerza de trabajo mundial vivía en los países en desarrollo, y que Asia y el Pacífico representaban un 60 % del empleo mundial”.
7. En 2007, cinco de cada diez personas con empleo eran trabajadores familiares no remunerados o trabajadores por cuenta propia. Una proporción de esa magnitud de personas con “empleo vulnerable” es sólo ligeramente inferior a la proporción observada diez años atrás. El nuevo indicador que utiliza la OIT, denominado “empleo vulnerable”, se calcula como la suma de los trabajadores por cuenta propia y de los trabajadores familiares no remunerados respecto del empleo total, ya que se trata de personas que suelen trabajan con arreglo a modalidades informales, y se argumenta que “su inclusión en la categoría de trabajadores con “empleo vulnerable” permitirá confirmar o invalidar la aseveración de que los mercados de trabajo experimentan un proceso de informalización”.
8. Por último, el documento enfatiza que no es fácil capturar todas las dimensiones de un concepto tan complejo como el de empleo pleno y productivo, y un trabajo decente para todos, a través de un conjunto de indicadores que deben satisfacer criterios estrictos, pero para hacerlo posible ha seleccionado cuatro indicadores: “i) relación empleo–población; ii) empleo vulnerable; iii) proporción de trabajadores pobres (ingresos de hasta un dólar diario); iv) crecimiento de la productividad del trabajo”. En combinación con otros indicadores del mercado de trabajo (entre ellos, la tasa desempleo, los salarios, y la tasa de empleo por sectores), se argumenta que pueden ser válidos para analizar en detalle el mercado del trabajo en países y regiones a fin de identificar los principales retos que se plantean en el mercado laboral.
9. Concluyo esta entrada con la petición de que el trabajo decente para todos debe convertirse en un objetivo universal de aplicación general en todas las instituciones internacionales, formulada por el sindicalismo internacional (Confederación Sindical Internacional) ante la reunión de la 46ª sesión de la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social que se desarrolla desde el día 6 hasta el 15 de este es en Nueva York. Con muy buen criterio la CSI destaca y enfatiza que “las cuestiones relacionadas con el empleo, la política social y el desarrollo no pueden confinarse en una sola esfera funcional del sistema de gobernanza mundial. Para conseguir los objetivos deseados, deben considerarse como prioritarias en todas las divisiones, funciones e instituciones. Constituyen cuestiones muy amplias que trascienden las categorías tradicionales y los ámbitos de actividad de las instituciones multilaterales. Asignarlas a una esfera funcional específica de forma exclusiva no contribuye a su realización, entre otras cosas, debido a que otras instituciones podrían estar aplicando políticas contraproducentes al mismo tiempo. Necesitan decretarse como prioritarias de forma transversal en todas las áreas. Las instituciones de gobernanza mundiales y regionales deben comprometerse explícitamente a integrar los objetivos de trabajo decente en sus políticas y actividades. Debe asegurarse también la coherencia política en las instituciones internacionales para alcanzar dichos objetivos”.
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