1. La Comisión Europea presentó el pasado día 15 una importante Comunicación en la que presenta los grandes objetivos de la política de juventud para el próximo decenio, en desarrollo de una de las iniciativas apuntadas como emblemáticas en la Estrategia Europa 2020, la dedicada a impulsar el potencial de los jóvenes “para lograr un crecimiento inteligente, sostenible e integrador en la Unión Europea”, refiriéndose a la población comprendida entre 15 y 30 años de edad, aproximadamente el 20 % de la población europea según datos de Eurostat de 2009. Efectúo en primer lugar un breve repaso de los aspectos más importante de dicha Estrategia, y expongo a continuación los elementos más destacados, a mi parecer, de la propuesta de la Comisión.
2. El Consejo europeo celebrado los días 17 y 18 de junio aprobó formalmente la “Estrategia Europa 2020”, a partir del principio de acuerdo alcanzado en el Consejo anterior. Por consiguiente, ha sido durante la presidencia española cuando se ha puesto en marcha la nueva línea de trabajo de los 27 Estados de la UE para avanzar, así se cree y se desea, en una Europa económicamente más potente, socialmente sostenible y que apueste por la innovación y el conocimiento como eje de su actuación futura. El documento propone cinco grandes objetivos para el próximo decenio, muchos menos de los existentes en la Estrategia de Lisboa, cuantificables y que deberán ser alcanzados tanto en el ámbito de la UE como por los Estados miembros (teniendo en cuenta, ciertamente, las circunstancias nacionales propias), referidos al empleo, la investigación y la innovación, el cambio climático, la educación y a la lucha contra la pobreza.
El documento formalmente aprobado en el Consejo es la Comunicación presentada el 3 de marzo por la Comisión Europea. Las tres prioridades básicas para el próximo decenio son las siguientes: crecimiento inteligente, con el desarrollo de una economía basada en el conocimiento y la innovación; crecimiento sostenible, con la promoción de una economía que utilice más eficazmente los recursos, que sea verde y más competitiva; crecimiento integrador, con el fomento de una economía con un alto nivel de empleo que redunde en la cohesión económica, social y territorial. Estas tres grandes prioridades se concretarán en un número limitado de objetivos principales, que puedan ser fácilmente objeto de medición y de comparación entre todos los Estados, y que atiendan además a las diferentes situaciones de cada Estado, que están interrelacionados. Tales objetivos, cuya consecución, según se afirma en la Comunicación con un punto excesivo de intensidad a mi parecer, “será vital para alcanzar con éxito el año 2020”, aún cuando se consideran sólo representativos y en modo alguno exhaustivos, deberán después concretarse en objetivos y trayectorias nacionales, y son los siguientes:
A) El 75 % de la población de entre 20 y 64 años debería estar empleada. Alcanzar este porcentaje implica incrementar en 6 puntos la tasa de empleo actualmente existente del 69 %.
B) El 3 % del PIB de la UE debería ser invertido en I+D, manteniéndose por consiguiente el objetivo ya fijado en la Estrategia de Lisboa y que no se ha alcanzado, argumentándose en este punto que la Comisión “propone mantener el objetivo del 3 %, pero desarrollar simultáneamente un indicador que refleje la intensidad de la I+D+i”. Se pone de manifiesto que el gasto en Europa es aún inferior al 2 %, mientras que alcanza el 2,6 % en Estados Unidos y el 3,4 % en Japón.
C) Debería alcanzarse el objetivo «20/20/20» en materia de clima y energía (incluido un incremento al 30 % de la reducción de emisiones si se dan las condiciones para ello), desde un objetivo muy claro de ahorro económico y de impulso del crecimiento económico. La Comisión apuesta por la adopción de medidas que refuercen el liderazgo europeo en el mercado de tecnologías verdes como medio de garantizar un uso eficaz de los recursos en toda la economía, liderazgo que cada vez más está sufriendo la competencia de China y Estados Unidos.
D) El porcentaje de abandono escolar debería ser inferior al 10 % y al menos el 40 % de la generación más joven debería tener estudios superiores completos. Alcanzar este objetivo significa reducir en 5 puntos la tasa de abandono e incrementar en 9 el de personas entre 30 y 34 años que finaliza la enseñanza superior. En el análisis de la problemática educativa-laboral de la población europea, cabe también destacar el dato, recogido en la Comunicación, de que cerca del 50 % del alumnado alcanza un nivel de cualificaciones medias “pero a menudo no adaptadas a las necesidades del mercado laboral”.
E) El riesgo de pobreza debe amenazar a 20 millones de personas menos. O dicho en otros términos, la reducción debe aparejar que un 25 % menos de los europeos de los que están ahora se encuentren, en 2020, en dicha situación.
Para concretar los avances en cada uno de los objetivos prioritarios que acabo de explicar, la Comisión propone un conjunto de iniciativas, que califica de “emblemáticas”, para desarrollar durante todo el período y que sean el punto de referencia para ver y concretar cómo se avanza en la consecución de los objetivos. Destaco dos vinculadas al mundo del empleo y que deberán aplicarse en estrecha coordinación.
a) “Juventud en movimiento, para mejorar los resultados de los sistemas educativos y facilitar la entrada de los jóvenes en el mercado de trabajo”. Hay que potenciar los programas europeos de movilidad internacional educativa, una política de empleo europea para los jóvenes que permita estancias formativas en otros Estados, acoplar adecuadamente los sistemas educativos con las necesidades (que recuerdo que son cada vez más cambiantes) del mercado laboral, y promover el reconocimiento del aprendizaje tanto formal como informal.
b) “Agenda de nuevas cualificaciones y empleos, para modernizar los mercados laborales y potenciar la autonomía de las personas mediante el desarrollo de capacidades a lo largo de su vida con el fin de aumentar la participación laboral y adecuar mejor la oferta y la demanda de trabajos, en particular mediante la movilidad laboral”. Nuevamente se insiste en la importancia de adoptar las medidas económicas, educativas y formativas necesarias para posibilitar la adquisición de nuevas cualificaciones y la adaptación a las nuevas condiciones que se dan en los mercados laborales.
3. Las actuaciones de la UE para el próximo decenio, según se describe en la Comunicación, se concentrarán en cuatro líneas de actuación: la potenciación del aprendizaje permanente para desarrollar competencias claves y mejorar los resultados, teniendo en consideración las necesidades del mercado laboral; la adopción de medidas que incremente el porcentaje de jóvenes que participan en la enseñanza superior o equivalente, por la importancia del conocimiento en la sociedad del siglo XXI y para responder a los retos que plantean otros países desarrollados; el reforzamiento de las políticas de movilidad en el seno de la UE para conseguir que todos los jóvenes puedan realizar actividades educativas regladas y formativas laborales en otros Estados; último, pero no menos importante, la adopción de medidas tendentes a la reducción del desempleo juvenil, cerca del 21 %, de tal manera que se reduzca el número de jóvenes que no participan ni en actividades educativas ni tampoco en laborales, y potenciando igualmente la puesta en práctica de proyectos emprendedores.
La propuesta de la Comisión completa otras ya efectuadas con anterioridad y las reordena y amplia para abordar los retos del próximo decenio, partiendo de la premisa previa de que son necesarios niveles de inversión “mejor orientados, sostenidos y reforzados en educación y formación para lograr una alta calidad en la educación y formación, el aprendizaje permanente y el desarrollo de las capacidades”.
En el primer bloque apuntado, se insiste en la adopción de medidas, tanto preventivas como correctivas, para reducir el fracaso escolar prematuro; la mejora de las aptitudes de lectura y escritura entre el alumnado; aumento del atractivo, oferta y calidad de la educación y formación profesional; potenciación de los períodos formativos en el ámbito empresarial y velando por su calidad; en fin, la promoción y validación de los aprendizajes tanto formales como informales, “a fin de intensificar la actuación de los Estados miembros para promover el reconocimiento de las capacidades adquiridas a través de estas actividades de aprendizaje”.
En el segundo bloque, la Comisión propone la adopción de medidas que tengan como finalidad modernizar la enseñanza superior, asegurar su calidad, excelencia y transparencia, y fomentar las asociaciones entre centros universitarios de diferentes Estados, tanto europeos como de otros continentes, y para todo ello el mínimo económico necesario, ya solicitado en el año 2005, para economías que exigen un alto nivel de conocimientos es “una inversión total del 2 % del PIB (sumando financiación pública y privada)”. Entre las propuestas se encuentran la adopción de una nueva agenda reforzada para la enseñanza superior, a fin de fomentar la movilidad de los titulados universitarios tanto en el propio mundo universitario como en las relaciones con el sector industrial; la realización de una evaluación comparativa de los resultados de la enseñanza superior y otros resultados en materia de educación, de tal manera que la evaluación (los “rankings”) de las universidades no ponga sólo el énfasis en la investigación, aunque ciertamente sea muy importante, sino también ponga el acento en otros factores relevantes como “la calidad de la docencia, la innovación, la implicación regional y la internacionalización”; en fin, la adopción de una agenda plurianual de innovación estratégica en la que se fijen las prioridades para los próximos años en los ámbitos de la enseñanza superior, investigación, innovación y emprendimiento.
La apuesta por la movilidad de los jóvenes no es sólo por razones educativas o formativas sino también porque permite tener una visión más global de lo que es la UE, si bien el documento comunitario pone el acento, obviamente, en el valor positivo que ha de tener dicha movilidad para mejorar el nivel educativo de la población joven y su empleabilidad, sin olvidar la importancia de completar la movilidad física con la “movilidad virtual” facilitada extraordinariamente por el auge de las tecnologías de la información y comunicación y el aprendizaje electrónico. Para poner en marcha las diferentes medidas propuestas se cuenta con los fondos estructurales comunitarios y con el desarrollo y potenciación de los programas europeos ya existentes (Erasmus, Leonardo, Grundtvig, etc.). De tal manera, se plantea la creación de un sitio web dedicado específicamente a este iniciativa para informar sobre las oportunidades de aprendizaje y movilidad en la UE; la promoción de la movilidad de los jóvenes en la formación y la corrección y superación de los obstáculos que la dificultan; el desarrollo de una tarjeta “juventud en movimiento” que facilite la movilidad; la publicación de una guía de las sentencias del TJUE que han abordado cuestiones relativas a los derechos de los estudiantes que ejercen la movilidad; en fin, la propuesta de un “pasaporte europeo de capacidades” , que tome como referencia Europass, y en el que deberían quedar registradas, con el objetivo de facilitar la movilidad, “las competencias adquiridas por las personas a lo largo de sus vidas en distintos contextos de aprendizaje, que incluya las competencias digitales y el aprendizaje formal e informal”.
Además, la promoción de la movilidad no debe darse sólo en la formación sino también en el empleo, y para ello es necesario facilitar la libre circulación en el seno de la UE, tener un buen conocimiento de cuáles son las ofertas y demandas de trabajo a escala europea para ajustarlas, y tener presente que incluso en épocas como la actual de desempleo importante hay puestos de trabajo que quedan sin cubrir. De ahí que la Comisión no olvide la importancia de aumentar el atractivo de trabajos en los que hay fuga de trabajadores europeos, a fin y efecto de intentar retenerlos o reincorporarlos, y también de hacer un esfuerzo especial “para atraer a inmigrantes altamente cualificados en la pugna a escala mundial por captar personas con talento”. Las propuestas concretas pasan por el futuro lanzamiento de la iniciativa “Tu primer trabajo EURES” para ayudar a los jóvenes a encontrar empleo en otro país; la puesta en marcha de un “monitor europeo de empleo” para disponer de información adecuada sobre las necesidades de mano de obra y las cualificaciones demandadas en Europa; en fin, efectuar un seguimiento de la normativa para garantizar que todas las medidas tendentes a facilitar la movilidad sean accesibles tanto a los estudiantes como a los jóvenes trabajadores.
En el último bloque del documento la Comisión apunta la necesidad de adoptar medidas para crear empleo y reducir el desempleo juvenil, medidas que pasan no sólo por incentivos para facilitar su contratación por cuenta ajena o su establecimiento por cuenta propia, sino también por algo más (aparentemente) sencillo como es el cumplimiento de la normativa laboral y de protección social, y por el establecimiento de redes de seguridad adecuadas que combinen la protección económica con la activación profesional. Es decir, se deben adoptar medidas por parte de los Estados miembros para facilitar el acceso de los jóvenes a su primer empleo y el inicio de su carrera profesional, velando especialmente por evitar políticas contractuales que contribuyan a la segmentación del mercado laboral; ayudar decididamente a los jóvenes que están fuera tanto del ámbito educativo como del laboral (se calcula que son un 15 % de los jóvenes europeos), dándole una prioridad absoluta en las acciones a emprender; proporcionar redes de seguridad que permitan una cobertura económica, con especial atención a los jóvenes más vulnerables o desfavorecidos, vinculadas a una intervención activa por su parte en actividades formativas o de búsqueda de empleo, afirmándose con claridad en el documento que “las prestaciones se concedan sólo si el joven en cuestión busca trabajo activamente o si sigue estudiando o formándose”; apoyo a los jóvenes que deseen poner en marcha proyectos emprendedores, con políticas adecuadas de información, orientación y asesoramiento, así como el soporte del instrumento europeo de microfinanciación Progress.
Por último, entre las propuestas concretas que la Comisión recomienda a los Estados miembros, alguna en estrecha vinculación con las directrices de la UE para el empleo, se encuentran garantizar que todos los jóvenes que finalicen sus estudios obligatorios puedan trabajar, seguir estudiando o participar en medidas de activación “en un plazo de cuatro meses”; vincular muy estrechamente los derechos a prestaciones y las medidas de activación; en fin, una propuesta muy polémica a mi parecer, y mucho más en el debate actual en España sobre la reforma laboral, cuál es la creación de un “contrato único indefinido” cuyo contenido se define de la siguiente manera en la Comunicación: “con un periodo de prueba suficientemente largo y un aumento gradual de los derechos de protección, acceso a formación, aprendizaje permanente y orientación profesional para todos los empleados. Introducir unos ingresos mínimos específicos para jóvenes, así como costes no salariales con discriminación positiva, a fin de que los contratos fijos para jóvenes sean más atractivos y aborden la segmentación del mercado laboral, de conformidad con los principios comunes de flexiguridad”.
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