viernes, 7 de septiembre de 2007

Renta mínima garantizada y salario ciudadano

En 1989 tuve la oportunidad de publicar con mi maestro Juan N. García-Nieto un cuaderno de Cristianisme i Justícia con este título Era un momento en que la reflexión sobre la necesidad de garantizar una percepción económica a toda persona que quedara fuera de los circuitos regulares del mundo del trabajo y de su protección se hacía cada vez más clara y evidente.

En la actualidad, el derecho a una renta básica para todo ciudadano sigue siendo objeto de debates en el seno de grupos sociales que buscan una alternativa al modelo de sociedad actual en donde una parte de la población queda fuera de los circuítos económicos y en donde, además, el desarrollo económico incontrolado puede llevar a un deterioro acusado del medio ambiente en poco tiempo en todo el planeta si no se toman las medidas adecuadas. No se quiere ni se pretende desconocer que el trabajo, en sus más variadas acepciones, sigue siendo un eje central de la vida de muchas personas (paradójicamente lo es más para aquellas que no lo tienen, ante la angustia que les supone en muchas ocasiones el no percibir recursos económicos para subvenir a sus necesidades y a las de sus familias) pero se cree que el enriquecimiento de una parte reducida de la población es incompatible con los ideales de justicia y solidaridad que deben regir en cualquier sociedad democrática.

Propongo tres ideas que, así lo pienso, deben seguir siendo el centro del debate en cualquier planteamiento de defensa de una renta básica para todo ciudadano:

-- El derecho a una remuneración justa y suficiente debe considerarse como un derecho fundamental y básico de toda persona, derecho cuya concreción efectiva debe llevar a garantizar la seguridad para ella, que es condición necesaria de la responsabilidad personal y social.

-- La renta básica no debería significar en modo alguno la pérdida de la ética del trabajo en cuanto que los trabajadores deberán seguir prestando su actividad laboral en tiempo reducido, pero debería tener el efecto positivo de permitir o posibilitar el ocio elegido y la disponibilidad para participar en actividades no estrictamente productivas en los términos que se contemplan y utilizan en la contabilidad nacional.

-- Por fin, esta renta debería contribuír a evitar que sólo una parte minoritaria de la población se beneficie de los avances tecnológicos y de las correlativas mejoras de productividad que implican, es decir su contribución iría en la línea de evitar la dualización de la sociedad entre personas con rentas elevadas y actividad profesional estable, y quienes además de percibir rentas económicas mínimas no disfrutan de ninguna garantía de estabilidad en su vida laboral.

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