sábado, 30 de abril de 2016

El trabajo decente: pasado, presente y futuro.



Reproduzco en esta entrada, revisado y ampliado, el texto de mi intervención ayer viernes, 29 de abril, en la celebración diocesana del Primero de Mayo en la Iglesia de SantaMaría de Cornellà del Llobregat, en el acto organizado por los movimientos obreros cristianos de Cataluña y Baleares (ACO, GOAC, JOC, MIJAC), curas obreros, religiosas en barrios y delegaciones de pastoral obrera de las diócesis de Cataluña.  

1. Buenas tardes. Deseo en primer lugar manifestar mi agradecimiento a las entidades y grupos organizadores del acto por su invitación a participar en el mismo. Con este acto conmemoramos la lucha de los trabajadores de Chicago en 1886, pero su recuerdo, como me decía hace unos días el Presidente de la Fundación Utopía Joan N. García Nieto d’Estudis Socials del Baix Llobregat, Francesc Castellana, “no puede ni debe limitarse al homenaje a los que han dado todo, incluso la vida, por los derechos laborales y sindicales”, sino que hay que formular nuevas propuestas de actuación.

2. En mi intervención pretendo dar respuesta, siquiera sea esquemática, a la petición formulada por el amigo Pepe Rodado, delegado de pastoral obrera de la Diócesis de Barcelona, de presentar la figura de Joan N. García-Nieto y más concretamente de las aportaciones que efectuó sobre el trabajo “digno” y las propuestas de actuación, para unir las reflexiones del ayer con la realidad actual en la que exigimos “un trabajo con derechos para una sociedad decente y justa”.

Justamente el lema de “Construirun futuro con un trabajo decente” es el de la próxima Conferencia Internacional del Trabajo, 105ª reunión, que se celebrará en Ginebra de 30 de mayo al 11 de junio. En la memoria general presentada por su Director General Guy Rider,publicada el 22 de abril, se aportan una seria de cifras significativas para poner de manifiesto que “la lucha para lograr el respeto universal de los principios y derechos fundamentales en el trabajo dista mucho de haberse ganado”, y que son las siguientes: “En 2014, el número de desempleados en todo el mundo superó los 200 millones y, con la incorporación al mercado de trabajo mundial de 40 millones de personas cada año, esa cifra seguirá aumentando. Asimismo, la propia naturaleza del trabajo plantea importantes cuestiones que la OIT trata de abordar. El sector informal sigue concentrando a la mitad de los trabajadores del planeta, de los cuales menos del 25 por ciento tienen un empleo permanente a tiempo completo y cerca del 75 por ciento carecen de acceso a una protección social adecuada. En el mundo hay además 168 millones de niños que trabajan y 21 millones de personas que son víctimas de trabajo forzoso”.  Por otra parte, hay que destacar la importancia de la inclusión del trabajo decente en la Agenda 2030 de lasNaciones Unidas para el desarrollo sostenible y su estrecha relación con otros de los objetivos globales planteados como son “promover  el  crecimiento  económico  sostenible  y  el  empleo  productivo  (Objetivo  8);  crear  industrias  inclusivas  y  sostenibles (Objetivo   9);   reducir   las   desigualdades   (Objetivo   10);   garantizar   modalidades   de  producción y consumo sostenibles (Objetivo 12);  y fortalecer las alianzas para alcanzar  un desarrollo sostenible (Objetivo 17)”. En fin, el trabajo decente está en el centro de las reivindicaciones del sindicalismo internacional de este Primero de Mayo, junto con la defensa y protección de las personas más desfavorecidas y la lucha contra las cada vez más crecientes desigualdades a escala mundial. Fiel reflejo de todo ello es el Manifiesto de la Confederación Sindical Internacional, quelleva por título “Alto a la codicia corporativa”, y en que se expone que “En este primero de mayo muchos marcharán bajo pancartas por la libertad y contra los conflictos y la esclavitud, muchos se manifestarán pidiendo justicia para los refugiados, muchos defenderán unos salarios mínimos y negociación colectiva y se opondrán a la codicia corporativa, muchos exigirán justicia climática y muchos otros darán la bienvenida a los refugiados. En todas estas reivindicaciones están los principios fundamentales de igualdad y justicia social que inspiran las acciones de los sindicalistas cada día”.

Refiriéndonos ahora a España, quiero referirme al reciente informe presentado por Cáritas Española “Economíay personas. Cambiando el foco cambiamos los resultados” (Informe de economíasolidaria 2015), en el que pone de manifiesto que vivimos en una sociedad cada vez más desigual y que son muchos los datos que así lo confirman: “Lo cierto es que en nuestro país, la desigualdad se ha incrementado a lo largo de los últimos años, situándonos a la cabeza de Europa (solo detrás de Rumanía). Así, encontramos que la renta del 20% más rico es 6,8 veces superior a la del 20% más pobre. En el territorio encontramos también diferencias considerables, pues los distintos modelos de producción y las diferencias autonómicas relativas a la protección social, la salud y la educación contribuyen a un mayor distanciamiento. Esto ha ocasionado que entre 2008 y 2014, 13 de las 17 CCAA hayan incrementado su nivel de desigualdad. Una desigualdad en términos económicos, pero también en el acceso a determinados bienes, servicios e incluso en la garantía de determinados derechos”. No de extrañar por todo ello que en el Manifiestoelaborado para este Primero de Mayo por CC.OO. y UGT, con el título “Contra lapobreza salarial y social: trabajo y derechos”, se exija “una nueva política que sitúe en primera línea la recuperación del empleo estable, de los derechos económicos y sociales arrebatados a los trabajadores y trabajadoras y la mejora de las condiciones de vida y de trabajo en el plazo más corto posible”.

3. Quiero recordar que Joan insistía en que no podíamos caer en el pesimismo y decir que no se puede hacer nada ante los problemas existentes. Y sigue siendo hoy verdad que los cristianos podemos y tenemos que decir mucho en todo aquello que nos afecta de la vida cotidiana, y muy especialmente en aquello que es el mundo del trabajo. No podemos aceptar la “globalización de la indiferencia”, tal como hadenunciado el Papa Francisco.

Joan defendía la utopía para defender un nuevo “proyecto social”, que en modo alguno debía confundirse con algo inaccesible, un mito o una quimera, porque la utopía “es algo que no existe aquí y ahora, pero está en el horizonte como objetivo, como inspiración de algo nuevo que puede existir. Algo inédito pero viable, en frase de Paulo Freire”.

Joan nos enseñaba que la memoria histórica es algo fundamental en la conformación de las señas de identidad de un pueblo, y que para ganar el presente, y el futuro, no se ha de olvidar el pasado. También nos enseñó, y quienes estamos en el ámbito educativo deberíamos aún ser más sensibles a sus reflexiones y pensamientos, que para transformar la realidad no basta solamente con ser idealista, sino que es necesario tener un profundo conocimiento de dicha realidad. Refiriéndose al sindicalismo ponía de manifiesto, y su reflexión sigue siendo plenamente válida, que el movimiento obrero “no es algo estático, sino que se va haciendo con la práctica cotidiana de la lucha obrera” y que en su análisis “nunca se pueden establecer principios dogmáticos o principios inmutables”.

4. Joan planteaba una serie de cuestiones que siguen siendo hoy de rabiosa actualidad adaptadas al momento histórico que vivimos,

A) El análisis con seriedad y rigurosidad de los cambios que se producen (añado yo ahora, ayer, hoy y mañana) en el mundo del trabajo, en la actividad productiva y en la composición de la fuerza de trabajo (manual e intelectual).

B) La denuncia de la explotación de los trabajadores en el ámbito de lo que entonces eran las “nuevas formas de organización del trabajo” (del taylorismo al fordismo y después al toyotismo”. En su libro, de 1975, “Tiempos modernos. El control capitalistay la respuesta obrera” explicaba con claridad como las (entonces) modernas técnicas de organización científica del trabajo de rostro más humano, menos agresivas, “no son sin embargo más que otras técnicas solapadas para el ejercicio del poder en la fábrica”. Hoy el poder no se ejerce sólo en la fábrica, sino en el seno de unas relaciones de trabajo mucho más diversificadas y fragmentadas, donde los conceptos de “tiempo de trabajo” y “centro de trabajo” son sustancialmente distintos en muchas ocasiones a los de hace pocos años. Joan ya se planteaba una temática que después alcanzaría mucha más importancia, cuál era la descentralización productiva (más adelante llamada externalización, outsourcing), y a buen seguro que ahora le preocuparían las relaciones de trabajo, el trabajo decente, en las cadenas mundiales de suministro.

C) Una mayor participación de todos los trabajadores en las decisiones que les afectan en el mundo de la empresa. Igualmente, la necesidad de que los ciudadanos y las personas trabajadoras tuvieran mucho que decir en las decisiones políticas y sociales que les afectaran. Hoy, en 2016, en el ámbito político y social esa participación debería tener a corregir ese único objetivo que parecen perseguir algunas transformaciones económicas y comerciales, cuál es el de enriquecer abusiva y desmesuradamente al 1 % de la población”, con un radical incremento de las desigualdades y el empobrecimiento de una parte importante de la población.  

D) Cómo afectaban las entonces denominadas “nuevas tecnologías” y su impacto en el mundo del trabajo. Hoy podemos hablar ya de la cuarta revolución industrial y de la necesidad de responder a los retos que plantea.

En las explicaciones de la parte histórica de las relaciones de trabajo les hablo, y explico, a mi alumnado sobre la primera revolución industrial, la del siglo XVIII, el nacimiento de la producción fabril y la aparición del movimiento obrero y las organizaciones sindicales, y me acerco después a la segunda, con la aparición de las cadenas de montaje, el surgimiento del taylorismo y del fordismo, donde la persona trabajadora era un mero engranaje más de la máquina, y las luchas por las mejoras condiciones de trabajo. No necesito hablarles de la tercera, porque ellos han nacido con la tecnología electrónica y digital, que es algo ya incorporado con plena normalidad a su vida cotidiana y con la que operan en sus estudios y en la vida laboral en la que muchos de ellos ya están integrados. Constato ahora que necesito actualizarme para no quedar fuera de la realidad en la que ya viven personas, no tan jóvenes, a las que imparto docencia en otros cursos, y analizar a fondo, para aprender primero y explicar después, el impacto en el mundo del trabajo de la llamada cuarta revolución industrial o industria 4.0,la que ha sido conceptuada y definida en los estudios realizados al efecto comola que utiliza la inteligencia artificial e información en tiempo real paraaumentar la productividad y reducir los costos. Creo que el reto que tienen las organizaciones sindicales es no quedarse ancladas en una realidad productiva que está cambiando a pasos agigantados y ser sujetos activos del cambio, poniendo en el centro de la negociación con las organizaciones empresariales, con las empresas y los gobiernos, la puesta en marcha de las medidas adecuadas y necesarias para incentivar la adquisición del conocimiento necesario en una marco productivo donde la persona y la máquina trabajarán, de hecho ya es así, conjuntamente. Sólo aquellos países y aquellas empresas que sean conscientes de la necesaria implicación de personal muy cualificado en la actividad productiva podrán mirar al futuro con garantías de resultados positivos para toda la sociedad.

E) La distribución, reorganización y reparto del trabajo. ¿Hemos avanzado en este punto desde que lo planteara Joan? ¿Combinamos adecuadamente la flexibilidad organizativa demandada por la parte empresarial y el interés por parte laboral de poder conciliar adecuadamente tiempos de vida y de trabajo? Queda mucho, mucho por hacer.

F) La búsqueda de modelos empresariales participativos y solidarios, aquello que ahora se llama la economía social y solidaria (entonces no se había puesto de moda aún el término “emprendimiento” y todo lo que parece llevar consigo, que no siempre es ese valor social y solidario de las empresas de la economía social). Joan apostaba por articular entre los poderes públicos, la iniciativa social y las organizaciones sindicales, políticas de empleo estable que incentivaran su contenido social, en la línea defendida por la Organización Internacional del Trabajo, “con una expansión cuantitativa y cualitativamente relevante de los sectores vinculados al tiempo libre, la educación y las actividades sociales y culturales, todas aquellas en suma que después pasaron a denominarse “nuevos yacimientos de empleo”.

G) La lucha contra todo tipo de exclusión y marginación, con especial atención a los problemas de los más excluidos, aquellos que quedan fuera de los circuitos ordinarios o regulares de la vida social y laboral. Hoy sigue siendo necesaria esta lucha, que no afecta sólo a las personas que están fuera del mercado de trabajo (con especial atención a la problemática de los jóvenes y de los mayores de 50 años), sino que también afecta a los “trabajadores pobres”, los que trabajan pero sus ingresos no les permiten salir de la pobreza. Era especial su preocupación por los jóvenes y las mujeres, por el incremento de las situaciones de economía irregular o sumergida y de pérdida de derechos de los trabajadores en tal situación. En la actualidad, su preocupación sería mayor si conociera, por ejemplo, la temática de la utilización del contrato a tiempo parcial, o la figura de los falsos autónomos. Joan se cuestionaba (fíjense la actualidad que sigue teniendo su reflexión) como evitar una sociedad dual “compuesta por una minoría de individuos con un trabajo estable y bien remunerado y cualificado, y el resto de la población activa condenada a trabajos precarios, eventuales, sumergidos o simplemente sin ningún trabajo”.

H) Cantidad sí, pero calidad del trabajo también, y atención a las nuevas realidades laborales en donde el trabajo asalariado muchas veces existe pero está “oculto” en términos jurídicos.  Ya se apuntaban algunas preocupaciones en la obra de Joan que ahora se confirman. En efecto, en un reciente estudio del Instituto Sindical de Estudios, de la ConfederaciónEuropea de Sindicatos, sobre el mercado de trabajo en los países de la UniónEuropea se pone de manifiesto que un análisis del desarrollo del mercado de trabajo, y de sus características sugiere que el debate sobre la calidad del trabajo “debe estar, como nunca lo ha estado antes, en el primer plano de la agenda política”, y que aquella “no debe sólo prestar atención a (la mejora) de los sistemas educativos y de la oferta de trabajo, sino que debe prestar mucha atención a la calidad de los puestos de trabajo creados”. En estrecha relación con lo anterior, el documento enfatiza que las políticas tendentes a favorecer el mantenimiento de los trabajadores de edad avanzada en el mercado de trabajo deben prestar especial atención a que este mantenimiento “no se produzca simplemente porque los trabajadores no tienen otra alternativa legal o económica, sino porque son capaces de encontrar un empleo de calidad adecuado a sus cualificaciones, salud y necesidades económicas”. La calidad, más exactamente mala calidad, del empleo afecta en especial a los trabajadores pobres, y es muy interesante destacar el acento que pone el estudio en que dicho aumento afecta en especial a quienes no tienen la condición jurídica de asalariado, grupo que incluye “no sólo a los autónomos sino también a quienes están implicados en las nuevas formas de trabajo que están apareciendo en la economía digital”, algo que es calificado como “un particularmente alarmante desarrollo para el futuro del trabajo”.   

Refiriéndonos ahora a lacalidad del empleo en España, cabe hacer a un reciente informe elaborado porAsempleo sobre el mismo en el que se formulan estas consideraciones: “Las condiciones adecuadas para progresar y aumentar la calidad del empleo deben implicar cambios tanto en el lado de la oferta de trabajo (como la apuesta clara por el incremento del nivel educativo de la población, el desarrollo de la formación profesional y la formación en el trabajo, y la integración de los subsistemas de educación y formación) como en el lado de la demanda de trabajo (en el ámbito microeconómico –en cuanto a la utilización del trabajo dentro de las empresas en aspectos como la estabilidad, la formación, los salarios, el tiempo de trabajo, la autonomía, la toma de decisiones, etc.- y en el macroeconómico –como en la política sectorial, tecnológica, etc.-)”. 

H) Abordar la situación difícil de los países del llamado tercer mundo. Hoy hablamos de la inmigración y más recientemente de los refugiados que huyen de las guerras y de la miseria en busca de una vida mejor para ellos y sus familias. Joan ya intuía la importancia que adquiriría el fenómeno migratorio, y estoy seguro que su defensa de todas las personas trabajadoras, con independencia de su origen o lugar de nacimiento, ha dejado huella (¡y que no la borren!), en el mundo político, sindical y eclesial.

I) En fin, nuevas formas de redistribución de la renta, que no podían pasar única y exclusivamente (¡y lo decía ya en el año 1989!), por la percepción de un salario, ante el menor número de personas que iban a percibirlo por el impacto del cambio tecnológico y del incremento del desempleo, apostando por la puesta en marcha de un salario ciudadano, como derecho de toda persona en razón de su participación en el proceso productivo. Joan nos hablaba del impacto de la segunda revolución industrial (no conoció la tercera) y de la necesidad de evitar de “socializar y repartir los costes económicos-sociales que esta implica en términos de empleo productivo”.

5.  A modo de síntesis. ¿Cuáles eran, según Joan, los grandes problemas y retos del mundo del trabajo en la década de los noventa? Y debemos nosotros preguntarnos hoy ¿cuáles son ahora?

A) El desempleo estructural de una parte importante de la población.

B) Las mutaciones o cambios tecnológicos.

C) Los cambios en las estructuras productivas, con transferencia de producción intensiva en mano de obra a países, en aquel entonces, con costes salariales muy inferiores a los de los países desarrollados.

D) La importancia de la adquisición de conocimientos y cualificación profesional para poder estar en el mundo del trabajo, en condiciones dignas, en la fase de intensa transformación tecnológica, que en 2016 es aún superior.

E) Políticas educativas y formativas adecuadas para enfrentarse a los nuevos retos sociales y culturales, “desafío difícil el de la formación que necesita unas voluntades políticas y culturales renovadas. Desafío para los enseñantes, para las comunidades educativas y desde luego para los sindicatos, para todas las fuerzas sociales y para las diversas Administraciones”.

6. Finalizo mi intervención con unas breves referencias a la encíclica Laudatio SI, de 24 de mayo de 2015, que estoy seguro que agradarían a Joan y que debemos tener bien presentes todos los cristianos.
Me interesa destacar el concepto amplio de trabajo que utiliza el Papa Francisco, coherente a mi parecer con las nuevas realidades del mundo laboral, planteándose la “correcta concepción del trabajo” y manifestando que no debemos hablar sólo del trabajo manual o del trabajo con la tierra, “sino de cualquier actividad que implique alguna transformación de lo existente, desde la elaboración de un informe social hasta el diseño de un desarrollo tecnológico”, concluyendo que “cualquier forma de  trabajo tiene detrás una idea sobre la relación que el ser humano puede o debe establecer con lo otro de sí”, y afirmando más adelante que “la diversificación productiva da amplísimas posibilidades a la inteligencia humana para crear e innovar, a la vez que protege el ambiente  y crea más fuentes de trabajo”. Y ahora, parémonos a pensar en los debates actuales sobre las relaciones de trabajo y la necesidad de poder manifestar en ellas todos los valores que tiene una persona, en muchas ocasiones tapados, oscurecidos o simplemente inexistentes por el ejercicio desmesurado, y poco productivo, del poder de dirección empresarial; porque, si no supiéramos quien realiza las manifestaciones que recojo a continuación, bien pudiéramos pensar que estábamos, al menos en parte, ante palabras de un director inteligente y responsable de recursos humanos: “El trabajo debería ser el ámbito de este múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas dimensiones de la vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una actitud de adoración. Por eso, en la actual realidad social mundial, más allá de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad económica, es necesario que «se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos”.

7. Concluyo. La historia no está escrita, la escribimos los hombres y mujeres en cualquier lugar de mundo. De nosotros depende que vivamos mejor o peor en los próximos años, pero sabiendo que sí hay las condiciones adecuadas para que esa mejoría llegue a la gran mayoría de las personas trabajadoras, y que los beneficios del cambio no se queden en un escuálido uno por ciento de la población mundial.

Muchas gracias.

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