domingo, 24 de febrero de 2008

En un mundo libre… ¿para quién?

Ir a ver una película de Ken Loach no es precisamente ir a pasar la tarde (o la noche) al cine para relajarte un par de horas y dejar de pensar en los problemas de la vida cotidiana. Sus películas están impregnadas de dureza por todas partes, una dureza que no es otra cosa que un fiel reflejo de aquello que ocurre en la realidad.

Y “En un mundo libre” (It's a free world)no podía ser de otra forma; se trata de la historia de la explotación de trabajadores inmigrantes, regulares o irregulares, en Inglaterra por parte de una extrabajadora de una agencia de trabajo temporal metida a empresaria cuando la despiden. La película pone su punto de mira en la explotadora y no en los explotados, y conviene indicar que Angie, su protagonista, puede ser cualquier persona en cualquier sociedad occidental desarrollada que ha superado los treinta años y que tiene miedo, después de una serie de trabajos o trabajillos (petits boulots, en gráfica expresión francesa) de caer en una situación de exclusión social, y que para evitarlo es capaz de hacer cualquier cosa, aunque ello sea convertirse en explotadora. Es probablemente el final de la película la parte más dura, porque a todos nos gustaría que la protagonista se volviera una persona agradable y que reconociera sus errores; pero no es así, y les aseguro que el final es justamente el que más se acerca a la realidad, cuando una persona metida en asuntos turbios sigue teniendo necesidad de vivir en ese ambiente para resolver sus problemas (y generar otros nuevos).

La película debería ser de obligada visión en el ámbito académico en todas aquellas materias o asignaturas que se relacionan con las relaciones de trabajo. En algunas ocasiones, 96 minutos de cine ayudan a conocer la realidad mucho mejor que muchas horas de clases y estudio. Pero, si quieren que la persona estudiante que vea la película se forme mejor aún, que la combine después con las clases y el estudio, y así saldrá ganando.

Y una pregunta para la reflexión: la película se ha rodado en Inglaterra, la cuna de la desregulación salvaje de las relaciones laborales a partir de los años 80. ¿Se hubiera podido rodar en España? Yo tengo mi respuesta, pero seguro que aún más claro la tendrían las personas que a primeras horas del día se encuentran en zonas muy concretas de las grandes ciudades esperando que se les facilite algún trabajo o trabajillo.

Para concluir, me quedo con dos frases de la película que puede perfectamente ayudar a entender su contenido: la protagonista, Angie, justifica en un momento determinado su actuación con un contundente “todos nos aprovechamos”; un inmigrante polaco le dice a la protagonista, en una conversación tranquila en un bar, “soy un persona, no un esclavo”.

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