martes, 11 de septiembre de 2007

La formación laboral.

Una primera constatación: nuestro marco legal y convencional de actuación viene plenamente delimitado por las políticas comunitarias. En este punto, las Directrices para el empleo 2005-2008 incluyen dos referencias específicas a las políticas de formación que deben tomarse en consideración: de una parte, se trata de ampliar y mejorar la inversión en capital humano, y de otra adaptar los nuevos sistemas de educación y formación en respuesta a las nuevas exigencias en materia de competencias.

Segunda consideración. Hay que combinar los objetivos económicos y sociales en materia de desarrollo educativo, ya que existen numerosas evidencias empíricas que demuestran de forma clara y manifiesta que los beneficios de la inversión en educación y formación para una sociedad y las personas que la integran superan a medio y largo plazo los costes que suponen a corto. Hay que mejorar las capacidades de las personas, conseguir una educación de mayor calidad y con unos niveles de mayor exigencia, y de acercar las tecnologías de la información y la comunicación a la mayor parte de la población. Para hacer más atractiva la formación profesional debe mejorarse su calidad y también las expectativas del acceso a un empleo, y establecer pasarelas de acceso a la educación superior para aquellas personas que deseen continuar los estudios.

Tercera reflexión, al hilo de los cambios económicos y sociales que se producen de forma cada vez más rápida en nuestras sociedades: ninguna economía avanzada, y España lo es con independencia de los desajustes existentes en el seno de la población, puede sobrevivir sin una modificación continua de las cualificaciones de las personas, Si en España tenemos serios problemas en materia de educación y de formación, por el elevado volumen de jóvenes que abandonan los estudios obligatorios sin haber obtenido la titulación y por la limitada importancia que se concede a la formación continua de las personas ocupadas, la Europa comunitaria mira con preocupación tanto el proceso de envejecimiento de la mano de obra como el importante número de personas que tienen bajas cualificaciones y subraya la importancia de mejorar los niveles educativos y formativos para el futuro inmediato

Cuarta y última reflexión. Buena parte de nuestro futuro laboral, del de miles de jóvenes y de miles de personas que ya están en el sistema laboral, se juega en el terreno de la formación permanente, y los agentes sociales han de adoptar las medidas adecuadas en la negociación colectiva para potenciar las políticas formativas, que no olvidemos que redundan tanto en beneficio de las empresas como de los propios trabajadores. Ahora bien, con casi toda seguridad los desajustes no se inician en la etapa laboral sino que vienen de los procesos educativos previos, y de ahí que los recientes documentos comunitarios que han dedicado especial importancia a la mejora de los procesos de educación y formación hayan puesto el acento, y creo que no puede ser de otra forma, en la potenciación de la inversión en enseñanza primaria “porque reviste una importancia crucial para prevenir el fracaso escolar y la exclusión social, y para sentar las bases del aprendizaje complementario”.

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