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martes, 1 de julio de 2025

Cuando, primero la AN impone multa por temeridad a la empresa demandada, y después el TS le impone el abono de costas por “su comportamiento temerario, por dilatorio”, en el recurso de casación. Notas a la sentencia del TS de 4 de junio de 2025 y recordatorio de la dictada por la AN el 21 de julio de 2023


I. Introducción.

El 30 de agosto de 2023 publiqué la entrada “Actuación “irrespetuosa” de la empresa por incumplimiento de sentencias anteriores. Sanción por temeridad por modificación contraria a derecho del convenio colectivo aplicable. Notas a la sentencia de la AN de 21 de julio de 2023” . En dicho texto, tras explicar detenidamente el litigio que llegaría a la AN y la respuesta, estimatoria de esta, a las pretensiones formuladas en la demanda, exponía que “supongo que toca esperar, aunque desconozco si se ha producido, la interposición de recurso de casación ante el TS”.

Y efectivamente, la empresa demandada, y condenada, interpuso recurso de casación ante la Sala Social del Tribunal Supremo, que ha sido desestimado, en los mismos términos que la propuesta formulada por el Ministerio Fiscal en su preceptivo informe, en sentencia dictada recientemente, el 4 de junio, de la que fue ponente el magistrado Juan Martínez, estando también integrada aquella por la magistrada Concepción Rosario Ureste y los magistrados Ángel Blasco, Ignacio García-Perrote y Rafael López.

El texto de dicha resolución aún o esta disponible en CENDOJ cuando redacto la presente entrada. Agradezco a la letrada Cristina Cortés, de la Federación estatal de servicios, movilidad y consumo de la UGT (FeSMC-UGT) la amabilidad que ha tenido al enviármela.

¿Cuál es el interés de la sentencia del alto tribunal? A mi parecer, y ello me ha llevado a su comentario, la imposición del abono de costas, como consecuencia del “comportamiento temerario” de la que fue demandada en instancia y posteriormente recurrente en casación, y que queda perfectamente explicado en los dos últimos párrafos del fundamento de derecho séptimo, justamente ante del fallo:

“En la instancia, la conducta de la parte demandada ha merecido reproche sancionador traducido con la imposición de multa por temeridad y abono de honorarios de la letrada. Este pronunciamiento acabamos de confirmarlo.

Pues bien, dicho pronunciamiento sancionador en la instancia no disuadió del recurso a la empresa condenada. Ahora, a la vista del resultado del recurso, no ha hecho más revelar la continuidad de ese comportamiento temerario, por dilatorio, ya declarado judicialmente en instancia, lo que en sede casacional obliga imponer el abono de costas, que la Sala cifra por importe de 1.500 euros y que la recurrente deberá abonar a cada parte impugnante del recurso”.

Recordemos que el art. 235 de la Ley reguladora de la jurisdicción social, titulado   dispone

“2. La regla general del vencimiento establecida en el apartado anterior, no se aplicará cuando se trate de proceso sobre conflicto colectivo, en el que cada parte se hará cargo de las costas causadas a su instancia. Ello no obstante, la Sala podrá imponer el pago de las costas a cualquiera de las partes que en dicho proceso o en el recurso hubiera actuado con temeridad o mala fe.

3. La Sala que resuelva el recurso de suplicación o casación o declare su inadmisibilidad podrá imponer a la parte recurrente que haya obrado con mala fe o temeridad la multa que señalan el apartado 4 del artículo 75 y el apartado 3 del artículo 97, así como cuando entienda que el recurso se interpuso con propósito dilatorio...”

Procederé a continuación a recordar el contenido de mi comentario a la sentencia de la AN, para pasar posteriormente al examen de la reciente sentencia del TS.

II. Sentencia de la AN de 21 de julio de 2023 

“1. Es objeto de anotación en esta entrada   del blog la sentencia dictada por la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional el 21 de julio, de la que puede ponente el magistrado Pablo Aramendi, que impone una sanción por temeridad a la empresa demandante, por importe de 3.000 euros, 

La sentencia es un excelente punto de partida para preguntarnos si es frecuente la imposición de tal sanción. Si revisamos un buen número de resoluciones judiciales publicadas en CENDOJ comprobaremos que no es así.

En primer lugar, hemos de recordar que el art. 97.3 de la Ley reguladora de la jurisdicción social posibilita tal imposición, cuando se trate de un litigante “que obró de mala fe o con temeridad”, debiendo la sentencia motivar (“motivadamente”) su decisión. Si acudimos al art. 75 conocemos que de apreciarse temeridad o mala fe en la sentencia o en la resolución de los recursos de suplicación o casación, “se estará a lo dispuesto en sus reglas respectivas”. La sanción económica podrá ir desde ciento ochenta a seis mil euros, “sin que en ningún caso pueda superar la cuantía de la tercera parte del litigio” (apartado 4).

En segundo término, hemos de estar a la jurisprudencia tanto del Tribunal Constitucional como del Tribunal Supremo. La sentencia dictada por la propia Sala Social de la AN el 25 de julio, objeto de examen por mi parte en una entrada    anterior , recoge claramente dicha jurisprudencia, que por su interés reproduzco:

“Esta Sala debe recordar, en aplicación de la jurisprudencia consolidada [ SSTS 8 de febrero de 2022 (Rec. 56/2020), 27 de junio de 2018 (Rec. 109/2017), 15 de febrero de 2012 (Rec. 67/2011), 27 de junio de 2005 (Rec. 168/2004), 4 de octubre de 2001 (Rec. 4477/2000)], que la posible imposición de una condena por temeridad o mala fe es una facultad concedida al órgano jurisdiccional que cuenta con cierto margen de discrecionalidad que debe partir de la premisa de la posible existencia del ejercicio de una pretensión absolutamente infundada, con conocimiento de su injusticia por parte del demandante evidenciada de forma manifiesta de su comportamiento procesal. Margen de discrecionalidad que se predica de la imposición pero que no significa que no deba estar sujeta a motivación, dado que, como estableció la STC 41/1984, de 21 de marzo y ha reiterado la jurisprudencia, la multa que viene a sancionar el abuso en el ejercicio del derecho a la tutela judicial, dada su naturaleza sancionadora debe estar motiva, bien de forma expresa, a través de la exposición y valoración de los elementos de hecho que llevan a la confección de la decisión judicial o bien puede desprenderse de la lectura de la sentencia de suerte que las partes puedan ser conocedoras de las razones que han llevado a la imposición de la referida multa”.

Pues bien, en la sentencia dictada por la AN, y por ello me parecido conveniente su examen, se dan claramente a su parecer, que comparto plenamente, las razones que justifican la imposición de la sanción por temeridad, siendo además su cuantía respetable por situarse en la franja media (3.000 euros) entre la mínima y máxima que puede imponerse, y que se plasma, además de la argumentación jurídica a la que inmediatamente me referiré, en la afirmación de la Sala de estar ante una “actuación irrespetuosa con la obligación que a todos impone el art. 17.2 LOPJ acerca del cumplimiento de las sentencias”.

Recordemos que el citado precepto dispone que “Las Administraciones Públicas, las autoridades y funcionarios, las corporaciones y todas las entidades públicas y privadas, y los particulares, respetarán y, en su caso, cumplirán las sentencias y las demás resoluciones judiciales que hayan ganado firmeza o sean ejecutables de acuerdo con las leyes”.

2. Vayamos ya al examen de la sentencia, cuyo resumen oficial nos permite tener un excelente conocimiento del conflicto y del fallo: “TUTELA DCHOS. FUND. Dictada SAN ratificada por el TS en la que se reconoce el derecho de todos los trabajadores contratados para la prestación de servicios de handling en los aeropuertos de Madrid y Barcelona a que les sea de aplicación el III convenio colectivo de asistencia en tierra, la decisión empresarial que ahora se combate por la que a una parte de la plantilla se le excluye de tal decisión judicial constituye una medida que es contraria al art. 17.2 LOPJ y que tampoco encuentra justificación en las autorizaciones administrativas y contratos suscritos para operar en los aeropuertos de Madrid y Barcelona limitados a la asistencia en tierra. La decisión empresarial que no constituye MSCT, sino un directo incumplimiento de lo ya juzgado, se anula al tiempo que se condena a la demandada por temeridad”.

El conflicto encuentra su origen en sede judicial laboral con la presentación de demanda el 12 de marzo, en procedimiento de conflicto colectivo, con una importante aclaración  por escrito posterior de 24 de abril, interpuesta por la Federación Estatal de Servicios, Movilidad y Consumo de la UGT (FESMC-UGT) contra la empresa ICTS General Services SL  y la Asociación de Empresas de Servicios de Asistencia en Aeropuerto (ASEATA) , y siendo partes interesadas FSC-CCOO y USO, habiéndose celebrado el acto del juicio el 11 de julio.

La parte actora se ratificó en la pretensión formulada en el escrito de aclaración a la demanda, que era la siguiente:

“... se declare NULA o subsidiariamente no ajustada a derecho la decisión unilateral de la empresa de modificación sustancial de condiciones de trabajo de carácter colectivo notificada a través de comunicaciones individuales a los trabajadores y trabajadoras de los aeropuertos de Madrid y Barcelona, consistente en aplicar el Convenio colectivo estatal de empresas de servicios auxiliares de información, recepción, control de accesos y comprobación de instalaciones (Código de convenio:99100265012021) desde el 01 de enero de 2023, debiendo reponer de inmediato a las personas trabajadoras en el V Convenio colectivo general del sector de servicios de asistencia en tierra en aeropuertos (código de convenio n.º 99015595012005) y en consecuencia se les reponga en todas sus condiciones laborales, salariales, de jornada y demás contempladas en el meritado convenio, condenando a estar y pasar por dicha declaración.

Al mismo tiempo se condene a la empresa a abonar multa por temeridad en su grado más alto o la que estime la Sala como conveniente, honorarios de letrada”.

Argumentó la parte demandante que la modificación operada por la empresa del convenio colectivo aplicable, mediante la comunicación de tal decisión de manera individual a cada trabajadora y trabajador afectado, era contraria a derecho por haber sido ya resuelta la cuestión de cuál era el aplicable en un litigio anterior que dio lugar a sentencia, primeramente, de la AN, y del TS, posteriormente, confirmando la anterior. 

Por la empresa demandada la oposición a la demanda se basó en cuestionar la interpretación que las demandantes hacían de las citadas sentencias por entender que solo eran de aplicación a una parte de la plantilla (personal de asistencia en tierra) y no a toda ella, además de alegar caducidad de la demanda y falta de acción. En sentido contrario a la tesis anterior, ASEATA sostuvo que la actividad de la empresa era la de asistencia en tierra tal como habían declarado las sentencias de la AN y del TS, por lo que en aplicación del principio procesal de cosa juzgada había que estar a lo dispuesto en las mismas y sin exclusión de personal alguno.

Las sentencias a las que me he referido con anterioridad, y que serán el fundamento sobre el que construirá la AN la ahora examinada para llegar finalmente a estimar la demanda e imponer la sanción por temeridad, fueron la dictada por esta el 29 de octubre de 2018, de la que fue ponente la magistrada Emilia Ruiz-Jarabo (resumen oficial: “Declara aplicable a la empresa demandada el III Convenio de Handling, puesto que se acreditó que la actividad principal, prestada por la misma, se subsumía claramente en el ámbito funcional del convenio citado y se condena a su aplicación a la empresa”) y la del TS de 16 de junio de 2021, de la que fue ponente la magistrada María Luz García (resumen oficial: “Conflicto colectivo. Jornada anual y salario del III CC General del Sector de Servicios de Asistentica en Tierra en Aeropuertos-Handling: procede su aplicación. Recurso de casación: defectuosa formulación motivo revisión fáctica y de fondo”).

3. Si pasamos al análisis de los hechos probados tenemos conocimiento en primer término de la autorización concedida por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA)  a la empresa demandada, el 6 de noviembre de 2017 (y nueva autorización posterior que se extiende hasta el 16 de abril de 2028) “para la práctica como agente de asistencia en tierra a terceros durante un periodo de siete años en los aeropuertos de Barajas, El Prat, Málaga, Palma de Mallorca y Sevilla”, y la posterior suscripción por la empresa con AENA un contrato para la prestación a terceros en los aeropuertos de Madrid y Barcelona “de servicios de asistencia en tierra”.

Sería poco después, el 8 de febrero de 2018 cuando se iniciaría el conflicto jurídico sobre la determinación del convenio colectivo aplicable, al haber interpuesto demanda, en procedimiento de conflicto colectivo, la FESMC-UGT con la siguiente pretensión; “que se declarase de aplicación a todos los trabajadores contratados para la prestación de servicios de handling en los aeropuertos de Madrid y Barcelona el III convenio colectivo de asistencia en tierra de aeropuertos y en consecuencia se aplicaran la jornada, tablas salariales y resto de condiciones fijadas”.

En el hecho probado decimosegundo, encontramos la siguiente información de la parte empresarial:

“La empresa ICTS General Services S.L. se encuentra inscrita en el registro el 30/4/1998, publicada en el BORME del 19/05/1998 en Madrid, siendo la fecha de comienzo de operaciones el 7/01/1998y cuyo objeto social es: realizar todo tipo de cuestionarios a pasajeros y servicios generales de asistencia a las compañías aéreas, así como prestar servicios de azafatas de tierra y para congresos.

Con fecha 3/5/2018 la sociedad cambia el objeto social por el de: impartición a terceros de todo tipo de cursos y programas de enseñanza y formación, los servicios para compañías aéreas, la realización de servicios auxiliares en la industria de transporte de pasajeros, el control de método de inspección de carga.

Tiene un socio único que es ITCS Hispania S.A. constituida el 5/11/1987 y cuyo objeto social es: vigilancia y protección de bienes, establecimientos, espectáculos, convenciones, protección de personas determinadas previa la autorización correspondiente, planificación y asesoramiento de las actividades de seguridad. (Informe de la inspección de trabajo. (descriptor 360)

Se encuentra inscrita en el registro oficial de licitadores y empresas clasificadas del Estado con la calificación L 6 (servicios de portería, control de accesos e información al público) (CD documento 8)”.

Me importa ahora resaltar de dicha sentencia que en aplicación de la consolidada doctrina del TS sobre el criterio de la “actividad real preponderante” para determinar el convenio colectivo que sea de aplicación, para lo cual “habrá de valorarse la organizativa, productiva y económica de la empresa”, concluye que:

“... La aplicación de la anterior doctrina al supuesto litigioso en el que el ámbito funcional del convenio de Handling tiene carácter expansivo y obliga a aplicar el mismo a todas las empresas, entidades y trabajadores cuya actividad sea la prestación de servicios de handling ya sea en propio, ya sea a terceros, entendiendo por tales los servicios de asistencia en tierra, siendo de aplicación a todas las compañías aéreas (puede ser que la asistencia en tierra lo sea mediante autohandling o que se contrate a través de un tercero) bastando con que una de las actividades, aunque fuera compartida con otra u otras y no sea la principal, consista en la prestación de servicios de handling, habiendo quedado acreditado que la actividad real que la empresa demandada desempeña, y en la que intervienen los empleados con motivo de la prestación de sus servicios que es propia de la prestación de servicios aeroportuarios de asistencia en tierra, subsumiéndose, como veremos, la mayor parte de sus actividades en el anexo del RD 1161/1999 de 2 de julio , cuyo artículo 2 b) claramente define la asistencia en tierra " los servicios prestados a un usuario en un aeropuerto tal como se describen en el anexo”.

La sentencia de la AN, como ya he indicado, fue confirmada por el TS al desestimar el recurso de casación interpuesto por la parte empresarial. Reproduzco dos fragmentos en los que se puede comprobar la confirmación de la tesis de la AN.

“... en el hipotético caso de que pudiésemos entender que las argumentaciones que ofreció la parteen el primer motivo, de error de hecho pudieran servir para completar el presente motivo, solo cabría señalar que la sentencia recurrida, partiendo del ámbito funcional del Convenio Colectivo del sector de servicios de asistencia en tierra en aeropuerto, ha entendido aplicable dicha norma colectiva al personal afectado por el conflicto colectivo porque en él se integra a trabajadores que realicen actividades de asistencia en tierra en aeropuertos descritas en el Anexo I del RD 1161/1999, de 2 de julio, por el que se regula la prestación de los servicios aeroportuarios de asistencia en tierra, estando incluida entre las allí desarrolladas la prestada por la empresa .

Pues bien, la parte recurrente tan solo insiste en que su actividad es singular y al margen de la propia del handling, al ser de seguridad aérea y marítima, haciendo mención a tal fin de una serie de normas en la materia, como el Programa Nacional de Seguridad y otras disposiciones que, en realidad, solo vienen a poner de manifiesto principios de actuación en materia de seguridad área que no excluyen la determinación de la norma colectiva que pueda regir las relaciones laborales del personal que atiende una actividad en tierra vinculada a la seguridad aérea. Esto es, las normas de seguridad aérea no excluyen de su campo de actuación la prestación de los servicios aeroportuarios de asistencia en tierra, tal y como se obtiene de la Resolución de 21 de enero de 2021, de la Secretaria General de Transportes y Movilidad, por la que se aprueba la actualización de la parte pública del Programa Nacional de Seguridad para la Aviación Civil (BOE de 1 de febrero de 2021), cuando toma en consideración como normas vinculadas al RD 1161/1999 implicando, a lo largo de su contenido y como sujetos que deben garantizar la seguridad, a los servicios de asistencia en tierra”.

4. La demanda presentada por la FESMC-UGT el 12 de marzo encuentra su razón de ser en la comunicación dirigida, el día 3, por la empresa de aplicar a algunos trabajadores y trabajadoras (aquellos que “figuran en el listado que obra al D93, según hecho probado cuarto), desde el mes de enero, el convenio colectivo estatal de empresas de servicios auxiliares de información, recepción control de acceso y comprobación de instalaciones, justificando tal decisión, según puede leerse en dicho escrito, “en un análisis por parte de la Compañía de las funciones que Ud. Viene desempeñando y que, de conformidad con la naturaleza de las mismas, serían perfectamente encuadrables en el ámbito funcional de CC de Servicios Auxiliares”.

Ante tal comunicación individual a cada persona trabajadora a la que debería aplicarse un nuevo convenio según la empresa, el sindicato después demandante solicitó el día 9 que se le hiciera llegar una relación de todo el personal afectado, habiendo sido remitida por la empresa el día 21. Con posterioridad, el 1 de marzo, tenemos conocimiento de una petición formulada por el sindicato a la comisión paritaria del convenio de asistencia en tierra, que es respondida el día 23 entendiendo de manera unánime que “el convenio colectivo aplicable es el V Convenio Colectivo General del Sector de Servicios de Asistencia en Tierra en Aeropuertos (Handling), e insta a ICTS a cumplir con el convenio y con las sentencias firmes que ya han recaído en este mismo sentido” (la negrita es mía).

5. Al entrar en la fundamentación jurídica, la Sala recuerda primeramente cuál era la pretensión formulada por el sindicato en su demanda, y la argumentación empresarial de posibilitar las sentencias de la AN y del TS la aplicación de un convenio distinto del aplicable al personal de asistencia en tierra “para aquellos otros destinados a otro tipo de tareas distintas de tal asistencia”, de tal forma que el personal listado en el D93 regularía sus relaciones con las empresas por otro convenio y por la normativa legal aplicable.

No espera la AN para darle un claro y contundente primer “cachete jurídico”, si me permiten la expresión, a la parte demandada, al afirmar, con plena corrección a mi parecer, que “La posición empresarial basa su argumento en un claro e intencionado "error" argumentativo cuya única finalidad es no cumplir para parte de su plantilla destinada al servicio de asistencia en tierra en Madrid y Barcelona el resultado firme de las SAN y TS referidas”. El ámbito personal de afectación de la sentencia de la AN fue, en consonancia con la pretensión de la demandante, todo el personal que presta servicios de handling en los aeropuertos de Madrid y Barcelona. Además, al analizar el alcance de la autorización concedida por AESA se constata que fijó con claridad la actividad a prestar, de tal manera que no consta que la empresa “dispusiera de autorización para realizar en la zona aeroportuaria actividades distintas a las de asistencia en tierra”. E incluso, añade a mayor abundamiento la Sala, en un supuesto hipotético de que hubiera personal prestando servicios que no prestara servicios de asistencia en tierra correspondería a la empresa la carga de la prueba, que no acredita, “demostrando de una parte la existencia de autorizaciones y contratos administrativos que soportaran esa actividad y de otra que los concretos trabajadores que figuran en el listado de afectados por el conflicto, D93, no realizaban asistencia en tierra”.

Un segundo “cachete jurídico”, consecuencia derivada del primero, es la contundente afirmación de la Sala de la finalidad de la empresa de “incumplir lo juzgado”, por lo que debe “anularse de plano”, por ser contraria al derecho constitucional a la tutela judicial efectiva e infringir el art. 17.2 LOPJ.

No estamos en presencia de una modificación sustancial de condiciones de trabajo, por lo que no pueden entrar en juego las reglas relativas al cumplimiento de las causas y al respeto del plazo marcado por la LRJS (art. 138) para la presentación de la demanda, llevando ello en consecuencia a la desestimación de la excepción procesal formal de la caducidad de la acción. En este punto es cuando la Sala subraya que el planteamiento inicial de la demanda, solicitando la nulidad de la que consideraba una modificación sustancial de condiciones de trabajo por incumplimiento de las reglas procesales y formales, fue corregido posteriormente. Estamos en presencia, pues, de un conflicto colectivo (art. 153 LRJS) ya que aquello que está en juego es una decisión empresarial que afecta a un colectivo homogéneo de personal trabajador.

6. Tal como se ha expuesto anteriormente, y ha sido el punto de referencia inicial en mi explicación y el que ha motivado la presente entrada, la parte demandante solicitó sanción por temeridad de la demandada, algo que se concede por la Sala como ya he explicado, momento en el que se da el tercer “cachete jurídico” a la demandada, por ser su conducta “atentatoria a los derechos reconocidos judicialmente a los trabajadores afectados carente de toda justificación razonable y arbitraria, contraria al art. 1256 CC”. Recordemos que dicho precepto dispone que “la validez y el cumplimiento de los contratos no pueden dejarse al arbitrio de una de las partes contratantes”.

Más claridad imposible con respecto a la “irrespetuosa” conducta empresarial y la consecuente sanción por temeridad, ¿no les parece? Supongo que toca esperar, aunque desconozco si se ha producido, la interposición de recurso de casación ante el TS. 

7. Por todo lo anteriormente expuesto, la Sala falla en estos términos:

“Previo rechazo de la caducidad alegada, ESTIMAMOS la demanda de conflicto colectivo formulada por UGT a la que se adhiere CCOO, y ANULAMOS la decisión empresarial referida en el HP 4º de esta sentencia notificada a través de comunicaciones individuales a los trabajadores de los aeropuertos de Madrid y Barcelona indicados en el listado al D93, consistente en aplicarles el Convenio colectivo estatal de empresas de servicios auxiliares de información, recepción, control de accesos y comprobación de instalaciones desde el 01 de enero de 2023,debiendo reponerles de inmediato en el V Convenio colectivo general del sector de servicios de asistencia en tierra en aeropuertos y en consecuencia en todas sus condiciones laborales, salariales, de jornada y demás contempladas en el meritado convenio.

Condenamos a todo ello a la demandada ICTS GENERAL SERVICES S.L. a la que además imponemos sanción por temeridad de 3.000 euros y deberá abonar los salarios de la letrada de UGT actuante.

Se absuelve a la codemandada ASOCIACIÓN DE EMPRESAS DE SERVICIOS DE ASISTENCIA EN AEROPUERTOS(ASEATA)”.

III. Sentencia del TS de 4 de junio de 2023.

1. Contra la sentencia de instancia se interpuso recurso de casación por la parte empresarial, al amparo de los apartados d) y e) del art. 207 LRJS, es decir solicitando la modificación de (cuatro) hechos probados, y con alegación de infracción de normativa y jurisprudencia aplicable, tal como se recoge en el fundamento de derecho primero:

“(2) El segundo motivo se funda en el apartado e) del artículo 207 de la LRJS invocando infracción de los artículos 247 y 157 de la LRJS, y el art. 217de la LEC, y jurisprudencia que cita. (3) El tercer motivo se expone al amparo también del apartado e) del artículo 207 LRJS invocando infracción de los artículos 41 del ET y 138 de la LRJS, y jurisprudencia que menciona. (4) El cuarto motivo se articula a través del apartado e) del artículo 207 LRJS, y se emplea para imputar a la sentencia la vulneración de los artículos 75.3 LRJS, artículo 17.2 de la LOPJ, artículo 1256 del Código Civil, y jurisprudencia que los interpreta”.

La tesis de la parte empresarial para solicitar que se casara, anulara y revocara la sentencia de la AN, con desestimación de la demanda, era que “... por una parte, no cabe reponer a una situación que no ha existido previamente”, y, por otra, “que si efectivamente hay un supuesto de modificación sustancial de condiciones de trabajo como se ha mantenido en los distintos suplicos de la demanda, se declare que la acción estaba caducada”.

La parte demandante en instancia solicitó la desestimación del recurso, “interesando la imposición de multa y condena en costas”. La misma tesis de confirmación de la sentencia recurrida se formuló por ASEATA, y se adhirió a ambas la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO en su escrito de impugnación.

2. La Sala procede en primer lugar a dar respuesta, desestimatoria, a la alegación procesal formal del sindicato demandante, para quien el escrito del recurso no cumplía los requisitos formales requeridos por el art. 210.2, siendo rechazada esta tesis porque la formulación del recurso no restaba “claridad en su exposición y contenido”.

A continuación, entra en el examen de las peticiones de modificación de hechos probados (fundamento de derecho segundo), siendo desestimadas todas ellas, previo amplio recordatorio de la jurisprudencia consolidada del TS sobre los requisitos que debe cumplir una modificación solicitada, señaladamente que tenga trascendencia para la modificación del fallo, con una muy amplia cita de la sentencia    de 4 de mayo de 2021, de la que fue ponente el magistrado Ángel Blasco (resumen oficial: “ERTE por causas económicas y productivas de carácter colectivo. Se discute la extensión subjetiva de la condena. Necesidad de consignar el importe de la condena (salarios dejados de percibir) para recurrir. Grupo empresa a efectos laborales. Fraude”).

Remitiendo a las personas interesadas a la lectura de toda la explicación efectuada por el TS para dicha desestimación, baste decir ahora que el primer motivo se desestima por “irrelevante... para variar el signo del fallo”; el segundo, porque, además de ser también intrascendente para la modificación del fallo, “contiene elementos valorativos sobre el cumplimiento de una sentencia”; el tercero, porque la valoración del documento aportado “resultaría incompatible con la valoración efectuada por la Sala de instancia”, y el cuarto por la tan repetida intrascendencia para modificar el fallo.

3. En el fundamento de derecho tercero la Sala da respuesta a la tesis empresarial de ser jurídicamente errónea la tesis de la sentencia de instancia de haber incumplido una sentencia anterior(primero dictada por la AN y después confirmada por el TS), y que, por consiguiente, que en el litigio del que ahora conoce el TS se estaría ante una modificación sustancial de condiciones de trabajo, por lo que la acción habría caducado cuando el sindicato interpuso la demanda, por haberse sobrepasado el plazo previsto en el art. 138 LRJS.

Para dar respuesta, desestimatoria, a dicha doble argumentación, la Sala procede primeramente a efectuar una síntesis del primer conflicto colectivo, que dio lugar a la sentencia de la AN de 8 de febrero de 2018 y la posterior confirmatoria del TS de 16 de junio de 2021, que han sido objeto de mi explicación con anterioridad.

Inmediatamente después, entre el examen del actual conflicto colectivo, repasando los antecedentes previos a la demanda, la fundamentación de esta, y el contenido de la argumentación de la sentencia de la AN de 21 de julio de 2023 para la estimación de aquella.

Pues bien, la Sala desestima el recurso porque parte de un enfoque jurídico “que se apoya (en) una versión interesada de lo sucedido”, manifestando con indubitada claridad que “...  Basta una atenta lectura del objeto del primer proceso de conflicto colectivo, y la sentencia que dio respuesta al mismo, con el segundo, para partir de la premisa mayor, como acertadamente se concluye en la sentencia de instancia, de la plena coincidencia en cuanto al ámbito personal de lo pedido y de lo solicitado: la plantilla de la demandada que realiza servicios de asistencia en tierra en los citados aeropuertos. Y en este aspecto la identidad es evidente, con excepción de la fecha de efectos. Es cosa juzgada” (la negrita es mía).

Es decir, para la Sala, en tesis que comparto, la conducta empresarial que dio origen al litigio del que ahora conoce el TS, “ignora deliberadamente los efectos de una sentencia firme”.

4. La Sala analiza a continuación la argumentación de la recurrente, de la que parece desprenderse a su parecer “la idea de que la vía de conflicto colectivo no era la adecuada”. Se rechaza tajantemente este planteamiento, partiendo de los hechos probados de la sentencia de instancia.

Si en mi comentario a la sentencia de la AN afirmé que esta le dio varios “cachetes jurídicos” a la empresa demandada, no se queda corto el TS al respecto, ya que, tras poner de manifiesto que “La parte recurrente apela a las comunicaciones de enero de 2023 dirigidas a los trabajadores para tratar de desviar la atención sobre los efectos de las sentencias firmes dictadas y, con ello crear una secuencia distinta que pudiera justificar la aplicación de otro convenio colectivo a su personal”, afirma con una contundencia jurídica que me eximen de cualquier comentario adicional, que “En realidad, la empresa recurrente, artificial y fraudulentamente, fuerza una suerte de modificación de condiciones de trabajo, que se compadece mal con las autorizaciones y contrataciones administrativas que ostenta para operar en ambos aeropuertos y con los efectos de lo ya decidido en el primer proceso de conflicto colectivo”.

No hay duda alguna para la Sala de estar en presencia de un procedimiento de conflicto colectivo, por darse los requisitos requeridos para ello en el art. 153 de la LRJS, acudiendo de manera complementaria en apoyo de su tesis a la doctrina recogida en la sentencia  de 18 de febrero de 2025, de la que fue ponente la magistrada Concepción Rosario Ureste (resumen oficial: “RC. Conflicto colectivo. Verificaciones Industriales de Andalucía S.A. (VEIASA). Adecuación de la modalidad de conflicto colectivo”) .

5. Igualmente se rechaza la tesis de infracción del art. 247 LRJS, regulador de la ejecución de sentencias en materia de conflicto colectivo, siendo desestimada la argumentación empresarial de no ser susceptible la sentencia de instancia de individualización posterior.

Tras una manifestación que es a mi parecer un mix de doctrina y práctica, cual es que “las sentencias colectivas, si contienen pronunciamientos de condena son ejecutables; incluso, si el pronunciamiento es declarativo, en la mayoría de las ocasiones podrían ser ejecutables sin necesidad de acudir a pronunciamientos o demandas de carácter individual”, y reconocer que en el primer conflicto que llegó a la AN en 2018 su procedimiento era “meramente declarativo”, subraya la Sala que es completamente diferente en el que ahora está conociendo por cuanto “... presenta sustantividad propia en orden a su protección jurisdiccional. Está centrado en recabar tutela sobre lo que se considera un incumplimiento empresarial de lo decidido en sentencia y que se revela en hechos posteriores, y en apariencia desligados del cumplimiento de la sentencia firme de conflicto colectivo, como son las comunicaciones de enero de 2023 por las que decide aplicar, con efectos desde la nómina del mes de enero de 2023, el Convenio colectivo estatal de empresas de servicios auxiliares de información, recepción, control de accesos y comprobación de instalaciones (B.O.E. 17 de septiembre de 2021) a un colectivo de trabajadores sobre el que ya quedó despejado que el convenio colectivo aplicable era otro distinto”.

Su tesis tiene claro apoyo normativo en el art. 118 de la Constitución y en el art. 7.2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, así como en la jurisprudencia constitucional (con cita de la sentencia  22/2009 de 26 de enero, de la que fue ponente el magistrado Pablo Pérez), y del propio TS, para concluir que

“Desde la perspectiva del art. 24.1 Constitución, no puede aceptarse que sin haberse alterado los términos fácticos en los que el debate procesal fue planteado y resuelto, primero por la sala de lo social de la Audiencia Nacional de fecha 29 de octubre de 2018 (autos núm. 30/2018), y después con la firmeza ganada tras haber sido confirmada por la STS 634/2021, de 16 de junio rec 35/2019, se pretenda privar de efectos, en un momento posterior, lo que fue objeto de decisión dando respuesta a la cuestión nuclear controvertida, sin perjuicio de que ahora los efectos temporales sean distintos y que la primera sentencia tuviera un alcance declarativo” (la negrita es mía).  La conducta empresarial, en suma, y acogiendo la Sala la tesis de la Fiscalía, “tiene como única finalidad incumplir lo juzgado, por lo que debe anularse de plano, ya que es contraria al derecho fundamental de tutela judicial efectiva, y al art. 17.2 Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial (LOPJ)...”.

6. Al examinar la siguiente alegación de la parte recurrente de haberse incumplido las reglas sobre distribución de la carga de la prueba, recogidas en el art. 217.3 LRJS, deja bien clara la Sala que era correcta la tesis de la sentencia de instancia de corresponder aquella a la parte demandada, que hubiera debido probar, y no lo consiguió, “...  por una parte, la existencia de autorizaciones y contratos administrativos que soportaran esa actividad, y de otro lado, que los concretos trabajadores que figuran en el listado de afectados por el conflicto no realizaban asistencia en tierra”.

7. Desestimadas todas las alegaciones anteriores, la Sala se pronuncia en el fundamento de derecho quinto sobre la tesis de estar en presencia de una modificación sustancial de condiciones de trabajo, y que la parte recurrente habría sobrepasado el plazo previsto para la interposición de la demanda en el art. 138 LRJS, por lo que la acción estaría caducada.

Con una manifestación contundente, la Sala afirma que “este motivo está destinado al fracaso”, que fundamenta, acertadamente a mi parecer, en que “se construye como consecuencia lógica del éxito del anterior, que hemos desestimado”. Partiendo una vez más de los hechos probados, se afirma que “...  no tiene sentido alguno plantearse sobre un vacío absoluto, la pretensión de la existencia de una supuesta modificación sustancial de condiciones de trabajo y caducidad de la acción, pues a todas luces, jurídicamente, no hay presupuestos fácticos que permitan gestar aquellas”, sin que pueda aceptarse el argumento empresarial, ya que se basa, reitera la Sala, “en consecuencias distintas de los hechos declarados probados en la sentencia recurrida”,

8. El fundamento de derecho sexto está dedicado al examen de la impugnación por parte empresarial de la imposición de multa por temeridad de 3.000 euros por la sentencia de instancia. Intenta demostrar la Sala, y así se recoge en dicho fundamento, que desde la firmeza de la sentencia del TS actuó “con la mayor de las diligencias” para dar cumplimiento a la misma, sosteniendo que “... la comunicación fechada el 3 de febrero de 20123 lo era para dejar de aplicarles el Estatuto de los Trabajadores, y sustituirlo por un convenio colectivo, que no hacer handling, era el de servicios auxiliares que les garantiza los derechos convencionales que en el mismo se contienen”.

El rechazo de la Sala, muy acertado a mi parecer, se basa en la constatación jurídica de haber realizado la sentencia de instancia una debida aplicación de los preceptos procesales que amparan la imposición de la multa por temeridad, por carecer la decisión empresarial, como he explicado con anterioridad de “toda justificación razonable” como son los arts. 75.4 y 97.3 LRJS, acudiendo en apoyo de su tesis a las sentencias de 10 de julio de 2024   , de la que fue ponente el magistrado Ignacio García-Perrote (resumen oficial: “Multa por temeridad: pretensión totalmente infundada dada la claridad del precepto aplicable al caso), y a la de 6 de marzo de  2024   , de la que fue ponente la magistrada Concepción Rosario Ureste (resumen oficial: “Sindicato de Circulación Ferroviario (SCF). Conflicto colectivo. Cosa juzgada. Multa por temeridad impuesta en la SAN de instancia: razonable, justificada y proporcionada. Aplica STS 964/2023 de 8 noviembre (rec. 308/2021) y conexas”.

La Sala confirma, si me permiten la expresión, el duro “cachete jurídico” dado por la AN a la entonces demandada, al afirmar que su decisión se ajustó “... a los parámetros de razonabilidad, justificación y proporcionalidad, más allá de la cierta discrecionalidad de la que dispone el órgano judicial”, así como también que “en línea de lo afirmado por el Ministerio Fiscal, la empresa, con su comportamiento procesal, muestra una patente actuación arbitraria, ajena a lo judicialmente decidido de modo firme, y orilla su cumplimiento con actuaciones dilatorias injustificadas, obligando a tener que activar actuaciones judiciales con el consiguiente retraso en el cumplimiento de sus obligaciones” (la negrita es mía).

8. Lógica consecuencia de lo anteriormente expuesto es que la Sala procederá a la desestimación del recurso y a confirmar la sentencia recurrida, siendo de especial interés el pronunciamiento accesorio , que versa sobre la petición de la parte recurrida de imposición de costas por temeridad a la empresa, que así será aceptado por la Sala tal como ya he recogido con anterioridad y que encuentra fundamento, reitero una vez más, en “el comportamiento temerario, por dilatorio, ya declarado judicialmente en instancia”.  

Por todo lo anteriormente expuesto, el TS desestima el recurso de casación, confirma y declara la firmeza de la sentencia de la AN e impone a la empresa recurrente “las costas por temeridad en cuantía de 1.500 euros, que deberá abonar a cada una de las partes impugnantes del recurso” (la negrita es mía).

Buena lectura

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