1. El Instituto Nacional
de Estadística (INE) publicó el 25 de junio los datos provisionales de lascifras de población a 1 de enero de 2019 y las estadísticas de migraciones delaño 2018. Se trata de datos de indudable interés para conocer no solo la
evolución cuantitativa de la población sino también como ha ido evolucionando
la presencia de población extranjera en España desde inicios de la presente década
y su impacto sobre el crecimiento de aquella, relacionado sin duda en cada
momento con la situación económica, primero de crisis y después (a partir de
2014) de gradual recuperación… para una parte de la población. Y digo una parte
porque cuatro días antes, el 21, el INE publicó la encuesta anual de estructurasalarial correspondiente al año 2017, donde se pueden comprobar claramente las
diferencias salariales existentes por sectores, ocupaciones, sexo y también
entre población nacional y extranjera. En fin, otros datos de interés sobre la
presencia e impacto de la población extranjera en España nos los facilitaba el
INE el día 19 con la publicación de los datos provisionales sobre el movimientonatural de la población y los indicadores demográficos básicos correspondientesal año 2018.
Desde una perspectiva muchos
más amplia de reflexión social, es de indudable interés la atenta lectura del
VIII Informe Foessa sobre exclusión y desarrollo social en España, hecho
público el 12 de junio. Con respecto a la población extranjera me quedo ahora
con unas consideraciones de especial interés a mi parecer sobre el fenómeno
migratorio y las dificultades que esta teniendo su asunción por una parte no
menospreciable de la población europea, si bien antes destaco que según el
Informe que España “es uno de los países donde en menor medida se expresan
opiniones abiertamente xenófobas y se producen fenómenos de rechazo”.
“Es noticia diaria que
una parte significativa de la población europea no quiere recibir más
inmigración. Se subraya, hoy, que ese rechazo se apoya en motivos culturales.
Y, sin embargo, también se enfatiza desde la cotidianidad que se necesitan
inmigrantes por razones reproductivas, es decir, del desequilibrio de la población,
y productivas, es decir, del crecimiento económico. Desde esta última clave se
argumenta que la inmigración es necesaria porque la mercantilización de las
tareas de ayuda, cooperación y cuidados no es desarrollada por la población
nativa acomodada de forma autónoma. Pero también contribuye a reponer la fuerza
de trabajo ocupada en las tareas más ingratas y duras, que los nativos no
quieren desempeñar, como la recogida de basuras o el reparto a domicilio, la
limpieza de oficinas y la seguridad en las obras y edificios. También se
argumentan motivos «bienestaristas», como es el mantenimiento de las pensiones.
El rechazo cultural a los extranjeros (a su religión y a sus costumbres) se
alimenta del miedo a la diferencia y de la fragilidad en los valores. Lo cierto
es, sin embargo, que estos temores beben en la realidad del aumento de la
desigualdad económica y de la perdida de cohesión sociocultural”.
2. ¿Qué nos dicen los
datos sobre las cifras de población y las estadísticas de migraciones? Pues que
la población residente en España se incrementa considerablemente respecto a
2018, concretamente en 276.186 personas, superando el valor histórico más alto
alcanzado en 2012 y llegando casi a los 47 millones, exactamente 46.934.632.
Ahora bien ¿a qué ha sido
debido ese crecimiento? No al saldo vegetativo, es decir a los nacimientos
menos las defunciones producidas, ya que este salvo es negativo en 56.262
personas (367.374 nacimientos y 423.636 defunciones), y sí, y este es el dato
que deseo resaltar, por el saldo migratorio positivo de 333.672 personas, ya
que la inmigración fue de un total de 643.037 y la emigración hacia el exterior
de 309.365.
Con mayor detalle, los
datos del INE ponen de manifiesto que el crecimiento de la población se debió al
de la población de nacionalidad extranjera, que aumentó el pasado año en 285.554
personas, hasta llegar a 4.848.516. Por el contrario la población de
nacionalidad española se redujo en 9.638, en el bien entendido que si solo tomamos
en consideración la población nacida en Espala la reducción fue sensiblemente
superior, 98.595 personas, no compensada por el número, 90.28, de quienes
adquirieron la nacionalidad española durante 2018.
¿De dónde proviene la
población extranjera? Es bien sabido, y a efectos laborales el análisis de los
datos mensuales de empleo, desempleo y afiliación a la Seguridad Social que
vengo efectuando desde hace varios años así lo ponen de manifiesto, que Marruecos
y Rumania son los dos primeros países, mientras que los datos varían respecto a
otros países si nos referimos a la población residente o bien a la población
trabajadora (casos, entre otros, del Reino Unido, Italia, Colombia y China).
Pues bien, el incremento cuantitativo del año 2018 se ha centrado en un país en
grave situación económica y social, Venezuela (42.803), en otro en el que la
solución al conflicto bélico sigue teniendo aún secuelas, Colombia (39.977), y
en un tercero que por su proximidad geográfica es lógico que incremente su
población, y más cuando su situación económica y social también tiene muchos
interrogantes para la población joven, Marruecos (32.217). Además de Venezuela
y Colombia, destaca en términos relativos el importante incremento de la población
de otro Estado de América Central en el que las condiciones laborales y de
seguridad dejan mucho que desear, Honduras (32,4%). Tanto en términos absolutos
como relativos, si bien las cifras son de poca importancia, la menor presencia
de la población extranjera recae en Ecuador, Rumania y Bulgaria.
La inmigración, es decir
la migración exterior hacia España adquiere especial relevancia en 2018, ya que
643.037 personas establecieron su residencia en España, con un incremento de
más del 20 % sobre al año anterior, mientras que se reduce la emigración, pues
fueron 309365 personas, un 16,1 % menos que en 2017, las que abandonaron España
para trasladarse a residir a otro país. Si paramos nuestra atención
específicamente en la nacionalidad de la población inmigrante, es relevante que
559.309 eran extranjeros y solo 83.728 españoles; si nos fijamos en la
emigración, la mayor parte de esta fue protagonizada por población extranjera,
229.112, y solo 80.253 por españoles, en el bien entendido además que esta última
cifra se reduce aún más si nos referimos a quienes han nacido es España, que
fue de 50.306.
¿Qué datos hay que destacar
de la migración exterior extranjera? El importante crecimiento cuantitativo de
330.197 personas (559.309 inmigrantes menos 229.112 emigrantes), siendo el
valor más alto de crecimiento para el primer grupo desde 2008 y el mas bajo
desde la misma fecha para el segundo. En esta ocasión, los datos sobre
crecimiento se invierten con respecto a los anteriores, ya que la población marroquí
pasa a la primera posición (+ 60.926) por delante de la colombiana (53.247) y
la venezolana (46.825). Por su parte, la
población emigrante se incrementa en la rumana (38.807), marroquí (20.296) y
británica (19.536).
También es importante
reseñar que el saldo migratorio positivo de la población española (inmigración menos
emigración), 3.475 personas, es la primera vez que se produce desde 2008, si
bien un amplio número de las 83.728 personas que migraron hacia España tenían
la nacionalidad española pero no habían nacido en España, en concreto 31.438,
lo que lleva al INE a afirmar que la llegada de españoles “no consiste fundamentalmente
en una inmigración de retorno”, y datos significativos al respecto son que los
dos principales países de españoles inmigrantes fueron Venezuela (18.132) y
Ecuador (6.399).
3. Que la población trabajadora
extranjera no se encuentra precisamente entre la que percibe mejores salarios
en España es un dato año tras año contrastado en las encuestas anuales de estructura
salarial que realiza el INE, siendo la última la correspondiente a 2017 y en la
que podemos conocer, como datos generales, que la ganancia media anual por trabajador
fue de 23.646,50 €, con diferencia sustancial entre la población masculina
(26.391,84 € y la femenina, 20.607,85 euros), reduciéndose sensiblemente tal
cantidad si nos fijamos en el salario mediano (“el que divide el número de
trabajadores en dos partes iguales, los que tienen un salario superior y los
que tienen un salario inferior”), que pasa a ser de 19.830,12 €, y más aún si
prestamos atención a cuál es la cuantía del salario más frecuentemente pagado
dichos año, de 17.482 € (será conveniente esperar a conocer próximas encuestas
para analizar de qué forma pueden haber influido las importantes subidas del
Salario Mínimo Inter profesional en 2018 y 2019).
Pues bien, si nos fijamos,
a los efectos que me interesa para esta entrada, en los salarios percibidos por
la población extranjera, los datos son aún más preocupantes, ya que mientras
que la población española se situó en un nivel superior al del salario medio (24.116,92
€), la restante población se situó por debajo, en porcentajes que se sitúan
entre un 15,5 y un 30,8 % menor.
Así, el de la población UE
(sin tomar en consideración a España) fue de 19.973,95, mientras que para el
resto de Europa la cuantía fue de 16.356,07, y aún menor para población de América
latina, 15.035,12 y para la del resto del mundo, 14.579,06. En todos los casos,
la población trabajadora femenina percibió salarios inferiores a los de la
masculina, yendo desde los 20.929,88 de la población española a los 11.993,28
de la del resto del mundo. Los datos del citado Informe Foessa nos indican que “una
mujer necesita trabajar 1,5 horas más al día para ganar lo mismo que un hombre.
Si esa mujer es inmigrante, 2 horas más”
4. Por fin, otros datos
de indudable interés son los relativos a los indicadores demográficos
correspondientes a 2018. Ya he indicado que el saldo vegetativo fue negativo,
habiendo 369.302 nacimientos, de los que el 20,6 %, un total de 76.184, fueron
de madre de nacionalidad extranjera, un incremento porcentual de 1,3 puntos con
respecto a 2017. El número medio de hijos por mujer se ha ido reduciendo de
forma gradual desde 2008, tanto en la población española como en la extranjera,
de tal manera que se sitúa en 1,19 entre la primera (1,36 en 2008) y en 1,63 en
la segunda (1,83 en 2008), siendo la edad media de la maternidad superior entre
las españolas que entre las extranjeras, 32,7 y 29,9 años respectivamente. Los
datos del INEN también nos informan de que en los matrimonios entre personas de
distinto sexo, en un 17.2 % uno de los cónyuges era extranjero.
Datos para reflexionar.
Buena lectura.
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