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viernes, 1 de noviembre de 2013

La dimensión social de la Unión debe ser algo más que un buen número de indicadores. Sobre la Comunicación de la Comisión Europea de 2 de octubre.



1. La dimensión social de la Unión Europea ha sido debatida durante el mes de octubre por las instituciones europeas, a partir de la Comunicación presentada el 2 de octubrepor la Comisión, dirigida al Parlamento Europeo y al Consejo, con el título “Reforzarla dimensión social de la Unión Económica y Monetaria”. Después de leer con atención dicha Comunicación y las manifestaciones efectuadas por los Ministros de Trabajo (reunión EPSCO de 15 de octubre), el informe conjunto del Comité deEmpleo y del Comité de Protección social preparado para dicha reunión, el dictamendel Comité Económico y Social Europeo (17 de octubre) y las conclusiones delConsejo de Jefes de Estado y de Gobierno (25 de octubre), creo que seguimos trabajando en la búsqueda de mejores indicadores para comprender, y en su caso tomar después medidas, cuál es la situación social, pero los pasos dados para afrontar la difícil situación (muy difícil para un número no menospreciable de personas en el seno de la UE) son mínimos, y si no se avanza en la adopción de medidas sociales una buena parte de la sociedad europea puede pensar que “esta Europa” no es la suya.

Recuérdese que las elecciones europeas están a la vuelta de la esquina, el 3 de mayo del próximo año, y el auge de las fuerzas políticas populistas es ciertamente preocupante, y de ello se dan cuenta (otra cosa es si toman las medidas adecuadas para revertir la situación) algunos dirigentes políticos; si como muestra vale un botón, vale la pena leer la entrevista que hoy publican varios diarios europeos, entre ellos El País, al primer ministro italiano Enrico Letta, en la que afirma que “Es urgente una gran batalla europeísta, la Europa de los pueblos contra la Europa de los populismos: esto es lo que está en juego en los próximos seis meses”. Por ello, no es de extrañar la decepción de los sindicatos europeos después de la reunión del Consejo de la pasada semana, y las duras declaraciones de la Secretaria General de la Confederación Europea deSindicatos, Bernadette Ségol: “They are trying to convince us that black is white; they won’t deceive us. The social dimension is reduced to a scoreboard, to statistical information; no action for sustainable growth and decent jobs; no initiative for more social justice; Yet we can expect action for the EU deregulatory agenda. Today workers feel angry and deeply disappointed.”

2. ¿Qué plantea la Comunicación de la Comisión? El documento, en cuya introducción se recuerda que las políticas sociales y de empleo “son en gran medida competencia nacional de los Estados miembros”, se presenta como una contribución al debate sobre la profundización de la UEM, que encuentra su origen en el Plan director aprobado el 28 de noviembre de 2012, y propone iniciativas para reforzar la dimensión social en tres aspectos: “Un refuerzo de la vigilancia de los desafíos sociales y en materia de empleo así como de la coordinación de las políticas. Una mayor solidaridad y medidas en favor del empleo y la movilidad laboral. Un diálogo social reforzado”. Veamos en qué consisten.

3. El texto repasa en primer lugar la que califica de “dimensión social global de la Estrategia Europea 2020” y manifiesta, con excesivas dosis de optimismo a mi parecer, que gracias a la adopción de la Estrategia “la política social se situó en el punto central de la estrategia económica de la UE por vez primera”, Constata las dificultades que ha planteado, y sigue haciéndolo, la crisis económica para la consecución de los objetivos marcados, pero mantiene un tono optimista, a pesar de la situación que vivimos, y considera necesario, y por ahí va el contenido y los objetivos de la Comunicación, reforzar la dimensión social de la UEM “a fin de poder percibir mejor las políticas sociales y la evolución de la situación”. A continuación, se adentra ya en el análisis de la dimensión social de la UEM,  que relaciona, con un lenguaje técnico y probablemente comprensible para quienes viven en el mundo institucional pero mucho menos para quienes viven el día a día de las relaciones de trabajo, “con la capacidad de los mecanismos de gobernanza económica y los instrumentos de las políticas para identificar, tener en cuenta y abordar los desafíos y los problemas que surgen en relación con las políticas sociales y de empleo en la UEM”.

A partir de ahí, se proponen una seria de medidas concretas para avanzar en tal dimensión social. En primer lugar, el refuerzo de las vigilancias de “los desafíos sociales y en materia de empleo”, y la coordinación de las políticas que se adopten. De forma más concreta, y desarrollada en diversos apartados del documento, se apuesta por un refuerzo del seguimiento de la evolución del empleo y la situación social “como parte de la vigilancia macroeconómica”, la elaboración de “un cuadro de indicadores sociales y de empleo clave” (me pregunto si no disponemos ya de suficientes, y fiables, indicadores, y si de lo que debería tratarse es de adoptar las medidas oportunas para corregir todo aquello negativo que nos indican), reforzar la coordinación de las políticas sociales y de empleo (si no recuerdo mal, permítanme la ironía, existe ya en el ámbito europeo el método abierto de coordinación, muy utilizado para las políticas sociales), y lograr una mejor coordinación (palabra que aparece cada vez más en los documentos de la Comisión, aunque también se acude en varias ocasiones a la de convergencia) de tales políticas dentro del semestre europeo.

La subordinación de las políticas sociales  a la dimensión económica es fácilmente perceptible en este bloque del documento, dada la claridad con la que se manifiesta la tesis del necesario progreso en la incorporación de la dimensión social “en la vigilancia de los desequilibrios macroeconómicos”, así como también en la convicción manifestada por los autores del texto de que esa mejor integración “contribuiría a mejorar la concepción de las políticas recomendadas para los países que aplican un ajuste macroeconómico”. Por lo menos, y no es poco, se reconoce que hasta ahora las cuestiones sociales no han figurado explícitamente en la puesta en práctica del procedimiento de desequilibrios macroeconómicos”, y que si se adoptan decisiones que permitan conocerlas mejor “este mejor conocimiento contribuiría en última instancia a determinar medidas políticas para corregir los desequilibrios a la vez que se reducen al mínimo sus consecuencias sociales”. En alguna ocasión, leyendo el texto, casi me olvido de que estamos hablando de personas. Por ello, me parece acertada la reflexión contenida en el Dictamen del CESE de que “las mejoras sociales sostenibles requieren abordar el origen de los problemas estructurales de los Estados miembros. La competitividad global, el crecimiento económico y una fuerte dimensión social son elementos clave para sacar a Europa de la crisis”.

La Comisión propone añadir nuevos indicadores nacionales para conocer la situación social y que alerten sobre las dificultades sociales, y a modo de prueba para el semestre europeo de 2014 propone los de la tasa de participación en el mercado de trabajo, la ratio de desempleo de larga duración, la tasa de desempleo juvenil, que debería ir complementada “con el porcentaje de jóvenes que no estudian, ni trabajan, ni siguen una formación”, y la tasa de riesgo y de exclusión social, también complementada por tres subindicadores ya recogidos en la Estrategia Europea. Con todo ello, y nuevamente con ese lenguaje propio de “iniciados”, el texto afirma que “se contribuiría a clarificar las interrelaciones entre el aumento de los desequilibrios y la evolución de la situación social y, de esta manera, se ayudaría a la formulación de los enfoques de las políticas”.

Se propone, tal como ya he indicado, la elaboración de un cuadro de indicadores sociales y de empleo “clave”, que a mi parecer sería más bien una revisión y en su caso mejora de los ya existentes, a fin de utilizarlos en el informe anual que se presenta sobre el empleo. Tales indicadores, que deberían estar centrados “en las tendencias sociales y del empleo que puedan socavar gravemente el empleo, la cohesión social y el capital humano, así como tener efectos negativos en el crecimiento y la competitividad de un Estado miembro”, podrían ser los siguientes: los cambios y los niveles de desempleo (me pregunto si no los tenemos ya, y para no ser pesado no repetiré la pregunta al referirme a los restantes indicadores propuestos, ya que pienso lo mismo); la tasa de jóvenes que no estudian ni trabajan ni siguen una formación y la tasa de desempleo juvenil; la renta bruta disponible real de los hogares; la tasa de riesgo de pobreza de la población en edad de trabajar; las desigualdades. Todos estos indicadores deberían utilizarse junto con los ya existentes, ser operativos para el próximo informe sobre empleo y debatirse previamente con el Parlamento y los agentes sociales, con la finalidad de que, una vez puestos en marcha, se logre “integrar mejor las consideraciones sociales y en materia de empleo en el panorama global de las políticas”.

No alcanzo a ver, dicho con sinceridad, qué aporta de nuevo la propuesta de la Comisión sobre la necesidad de adoptar medidas para “una mayor coordinación de las políticas sociales y de empleo dentro del semestre europeo”, que recuerda la importancia concedida por las instituciones comunitarias al intercambio y conocimiento de buenas prácticas y la realización de evaluaciones comparativas para facilitar tal coordinación, y de esa forma “apoyar la creación de unos mercados de trabajo más dinámicos, así como facilitar un crecimiento rico en empleo”. Para un mejor conocimiento del mercado de trabajo a escala europea, el documento se refiere a la reciente propuesta presentada sobre los Servicios Públicos de Empleo y la necesaria cooperación entre todos los de los Estados miembros, es decir “un marco general para la evaluación comparativa y el aprendizaje mutuo que permitiría una comparación coherente de los resultados de los SPE”. 

4. A continuación, la Comisión entra en el bloque denominado “responsabilidad, solidaridad y refuerzo de la actuación en materia de empleo y movilidad laboral”, en el que se apuesta también por “incrementar la solidaridad con unos instrumentos financieros reforzados” y profundizar en la UEM, con un título del epígrafe 4.3 que casi podría ser objeto de una tesis doctoral para saber qué quiere decir: “combinar una ambición sustancial con una secuencia apropiada”.

Respecto a la utilización de los instrumentos financieros se hace referencia, y me parece acertado, a la necesidad de utilizar todo el potencial económico disponible para reforzar la dimensión social, con la mejor utilización, y aprovechamiento del incremento de recursos disponibles para el período 2014-2020, de los fondos estructurales y de inversión europeos, el fondo social europeo, el nuevo programa de empleo e innovación social, el fondo europeo de adaptación a la globalización, o la reciente Iniciativa de empleo juvenil. Repito que coincido con la importancia de la buena utilización de los recursos, pero creo que  casi todo lo expuesto en el documento, a excepción de la iniciativa de empleo juvenil, ya puede hacerse desde hace varios años, y de ahí que me parezca haber escuchado o leído en más de una y dos ocasiones la frase de que los Estados miembros “se enfrentan al desafío de establecer prioridades para la inversión social y la modernización de los servicios de bienestar social. Esto implica mejorar sus estrategias de inclusión activa y utilizar los presupuestos sociales de manera más eficiente y efectiva”.

Sobre el refuerzo de la actuación en materia de empleo y movilidad laboral, coincido en la importancia de potenciar todos los mecanismos que permitan la incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo (siempre, añado yo ahora, que se haga en condiciones que permitan aprovechar todas sus capacidades y conocimientos), y por supuesto también lo estoy con facilitar la libre circulación de trabajadores en el seno de la UE, adoptando las medidas que hace tiempo se demandan, y que ahora la Comunicación vuelve a recordar, para mejorar el reconocimiento de las cualificaciones profesionales, la coordinación de las prestaciones Seguridad Social para garantizar que “los trabajadores móviles no pierdan sus derechos adquiridos cuando toman la decisión de cruzar sus fronteras”. Hay que seguir avanzando, no porque la diga el texto ahora comentado sino porque hay desde hace ya bastante tiempo una propuesta de Directiva presentada, sobre las medidas para facilitar el ejercicio de los derechos conferidos a los trabajadores en el marco de la la libre circulación. Para facilitar dicha libre circulación es necesario reforzar la red EURES y mejorar la coordinación de todos los servicios de empleo de los Estados miembros para poder tener acceso a todas las ofertas y demandas de empleo. Me parece positiva, y esperaremos con prudencia a conocer su contenido, el anuncio de la presentación el próximo año de una revisión de dos Reglamentos comunitarios que permitirían “simplificar los procedimientos para conceder prestaciones por desempleo en situaciones transfronterizas”.

Respecto a la denominada “profundización de la UEM”, más paree un conjunto de reflexiones y propuestas propias de un  documento económico que no de uno que se centra, o dice centrarse, en cuestiones sociales, aunque ciertamente mereció mucha atención en los medios de comunicación una de sus propuestas, que estaría ubicada en el marco de la creación de un “instrumento común para la estabilización macroeconómica” y que podría suponer, según los autores del documento “un sistema de seguro para compartir los riesgos de los choques económicos entre los Estados miembros, reduciendo de esta manera las fluctuaciones en las rentas nacionales”, refiriéndose a la posibilidad de crear un sistema europeo de protección de las situaciones de desempleo, dando mucho más poder a las instituciones europeas en este ámbito del que ahora (no) tienen.

En el bien entendido, y aquí vendrían las dificultades apuntadas por el texto, y de las que muy escasamente se hicieron eco los medios, que las medidas propuestas requerirían una reforma del Tratado de la UE, ya que esta no tiene competencias en materia de empleo y de protección social, limitándose en este último bloque (recordemos el art. 153 TFUE) a la adopción de Directivas “en las que se establecen los requisitos mínimos para los sistemas de los Estados miembros, cuyos principios fundamentales y cuyo equilibrio financiero son establecidos por los propios Estados miembros”. Por consiguiente, la propuesta más parece ser una sugerencia de línea de actuación para un futuro, como mínimo, a medio plazo, y requeriría no sólo de mayor integración económica sino también política, y el documento no duda en manifestarlo de forma expresa: “esta fase final precisaría una revisión fundamental de los Tratados, que también debería ir acompañada, tal como se detalla en el Plan director, de una integración política de magnitud equivalente, a fin de garantizar la legitimidad democrática y la responsabilidad”.    

5. La última parte de la Comunicación está dedicada al diálogo social y a la conveniencia de reforzarlo, tanto a escala europea como de cada Estado, para reforzar también la gobernanza de las políticas económicas. El documento es un cántico a las virtudes del diálogo social y al papel que asumen los agentes sociales en la regulación de las políticas sociales, si bien creo que el acento se pone, y ya lo he dejado apuntado, en que su participación en la adopción de decisiones se contempla desde la eficacia económica, con una frase con las que puedo estar de acuerdo pero que requeriría de muchos matices respecto a su concreción en los diferentes ámbitos de las políticas sociales: “El diálogo social a nivel de la UE desempeña un papel esencial en el progreso de nuestra economía social de mercado y beneficia tanto a los empleadores como a los trabajadores y a la economía y la sociedad en su conjunto”.

Para reforzar ese diálogo social no se proponen medidas que podamos calificar de nuevas, sino más bien la mejor utilización de las posibilidades existentes, es decir de un mejor uso de los foros en los que se desarrolla dicha participación en el ámbito europeo como son los diálogos macroeconómicos y muy especialmente la cumbre social tripartita para el crecimiento y el empleo, las reuniones informales de los agentes sociales con el Consejo EPSCO, y los numerosos comités conjuntos en diversos sectores. El texto propone una mayor implicación de los agentes sociales en el proceso de gobernanza europea, tanto a escala nacional  como europea, y a tal efecto se formulan propuestas de reuniones de la Comisión con los agentes sociales antes de adoptar el estudio prospectivo anual sobre el crecimiento, la convocatoria de reuniones y debates para analizar dicho estudio, y una mejor ordenación de los distintos grupos y comités para mejorar las posibilidades de intervención de sindicatos y patronales. Todo ello me parece positivo, pero sigo insistiendo en que no parece haber obstáculos para que la mayor parte de las medidas propuestas puedan ya ponerse en marcha con el arsenal normativo existente.

6. No hay en definitiva, a modo de conclusión, ninguna propuesta que merezca una atención especial por sus implicaciones a corto plazo sobre la mejora de las políticas sociales a escala europea. El objetivo  o finalidad es muy claro: reforzar la dimensión social de la UE “mediante una mejor coordinación y un mejor seguimiento de las políticas sociales y de empleo y de su evolución, como parte del proceso del Semestre Europeo, movilizando acciones y fondos para abordar mejor las dificultades sociales, eliminar las barreras a la movilidad laboral transfronteriza dentro de la UE y reforzar el papel del diálogo social”. No es poco si se consigue, pero gran parte de la ciudadanía europea demanda mucho más, e insisto, las elecciones europeas se acercan.  

7. Buena lectura de la Comunicación y de los restantes documentos. Cierro esta entrada con la transcripción de las breves referencias contenidas a la dimensión social de la UE en las conclusiones de los Jefes de Estado y de Gobiernode la reunión celebrada la pasada semana.

37.     El Consejo Europeo acoge con satisfacción la comunicación de la Comisión Europea sobre la dimensión social de la UEM, que considera un paso hacia adelante, y reitera la importancia que revisten la evolución del empleo y de la situación social en el marco del Semestre Europeo. La utilización de un cuadro de indicadores sociales y de empleo en el Informe conjunto sobre empleo, y de indicadores sociales y de empleo como los propuestos por la Comisión, es un objetivo sobre el que hay que seguir trabajando, atendiendo a la labor que realicen los comités correspondientes, para que el Consejo tome en diciembre una decisión, confirmada por el Consejo Europeo, con el fin de que estos nuevos instrumentos puedan aplicarse ya en el Semestre Europeo de 2014. Esta gama más amplia de indicadores tiene por objeto hacer posible una comprensión más profunda de la evolución social.

38.       La coordinación de las políticas económicas, sociales y de empleo se seguirá impulsando en consonancia con los procedimientos existentes a la vez que se respetan plenamente las competencias nacionales. Esto requiere seguir trabajando para reforzar la cooperación entre las diferentes formaciones del Consejo a fin de garantizar la coherencia de dichas políticas, atendiendo a nuestros objetivos comunes.

39.       El refuerzo de la coordinación de las políticas económicas y las medidas adicionales para impulsar la dimensión social en la zona del euro son voluntarios para los que no participen en la moneda única y serán plenamente compatibles con el mercado único en todos sus aspectos.

40.       Por último, el Consejo Europeo subraya la importancia de mejorar el diálogo social, con la participación de los interlocutores sociales tanto a escala de los Estados miembros como de la UE, en particular en el contexto del Semestre Europeo, con el fin de lograr que las conclusiones y recomendaciones que se deriven de este diálogo sean asumidas como propias en toda la Unión”.

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